Eren coloco el jarrón de flores azules sobre la mesa. A lado puso una nota manuscrita para Armin, mordiéndose el labio con consternación, no quería desaparecer de la vida de su mejor amigo tan bruscamente como había llegado. No podía explicárselo, no en persona, el avión no esperaría.
Temía que, si hablaba con el cara a cara, rompería en llanto y le contaría toda la verdad, el futuro de su bebe dependía de que representara la fachada exigida por Levi. No podía fallar ante el primer obstáculo. Las flores eran fantásticas y sabía que el aciano era la flor favorita de Armin, las había visto en una florería y quería dárselas antes de su inesperada partida. Auruo había intentado pagarlas, pero el castaño se había negado.
Eren sabía perfectamente que los empleados de Rivaille aparecían ante la caja con dinero en metálico o una tarjeta de crédito, pero estas flores, este hermoso regalo, era para su amigo, que siempre estuvo con él y le había ayudado en este duro momento. No ensuciaría el regalo permitiendo que el azabache lo pagara, aunque había accedido a casarse con él, no lo compraría.
-Lo siento...
Eren miro el piso donde había vivido durante seis semanas, no lo sentía como un hogar pero estaba agradecido con la reconfortante presencia de Armin. En Venecia no tendría a nadie que lo ayudara. Había tardado poco en recoger sus cosas; viajaba ligero desde que dejo Venecia. Bajo y Auruo salió corriendo de la limusina a ocuparse del equipaje.
Él se quedó de pie en la acera, mirando las llaves que tenía en la mano.
-¿Quiere que me ocupe yo?- Auruo pregunto con cortesía- ¿Hay algún vecino de confianza a quien pudiera dárselas? ¿O las meto en...- No pudo terminar la frase ya que por la rapidez en la que hablaba se había mordido accidentalmente la lengua. Otra vez.
Eren se asustó al ver tirado en el suelo al pobre hombre he intento ayudarlo a levantarse, para su sorpresa este ya estaba de pie, tiritando de dolor y solo sonriendo, dejando a la vista la cantidad de sangre que emanaba de su boca, y vaya, que buena cantidad de sangre fue para que manchara en su totalidad su traje.
-¿Te encuentras bien?
-De-de maravilla. No se preocupe...- dicho esto saco un pañuelo e intento limpiarse, para no dejar una mala impresión, Eren parpadeo y lo miro un momento. Todos los empleados de Levi eran honestos y se desvivían por ayudar. Todo lo contrario al magnate.
-¿Alguna otra cosa en que pueda servirle Señor?
-Solo tardare un momento y llámame Eren.
-Como gustes Eren
El castaño le regalo una sonrisa llena de calidez que el pobre Auruo no sabía cómo caminar, Eren subió sus dos plantas al coche y entro de nueva cuenta al piso por última vez, dejo las llaves en la mesa, junto a la nota y el jarrón, salió de nuevo y cerró la puerta. Cuando oyó el clic del pestillo, se sintió como si su vida se hubiera quedado adentro, y el encerrado fuera.
Estaba diciéndola adiós a su libertad.
Unas horas después, estaba sentado junto a Levi, contemplando la cuidad de Venecia mientras el avión iniciaba el descenso, parecía una ciudad muy distinta de la que había abandonado tiempo atrás, el día después de decirle a Rivaille que estaba embarazado. Por la mañana la niebla se había disipado y el aeropuerto volvió a funcionar, pero la cuidad parecía descolorida y el agua de la laguna tenía un tono gris metálico.
Eren recordaba con esmero como el sol radiante tocaba su piel en medio de la calle, mientras su amante lo mimaba sin límites, los hermosos monumentos y la llegada del ocaso le daban un toque deliciosos a esos momentos de felicidad. El castaño tuvo la sensación de no haberse ido nunca.
Pero ya nada sería igual.
-¿Tienes fuerzas si acaso para andar hasta el muelle?- Eren se volvió hacia Rivaille con sorpresa. El muelle donde estaría esperando su barco privado no estaba lejos, siempre habían ido andando.
-Si. Gracias por preguntarlo
-Perfecto.
Poco después surcaban el agua en dirección a la cuidad. A Eren siempre le había encantado la idea de que fuera la única forma de llegar y que la gente llevara casi mil años haciéndolo así, pronto se encontraron en el laberinto de canales, acercándose al embarcadero del Palazzo gótico de los Ackerman.
Los recuerdos volvieron a pegarle en el pecho, aquella tarde la niebla lo había dejado aterido, y la reacción del azabache por su embarazo...Pero a pesar de todo se sentía optimista. Siendo sinceros, nunca había predicho su incomprensible reacción; primero echándolo y luego lo convence para que se casara con él, por razones que ni siquiera estaba enterado.
Piso el acceso de mármol con tristeza, dejar este lugar y su vida con el azabache había sido devastador, pero volver en esas condiciones era igual de duro.
-Sin duda querrás descansar esta tarde- Levi condujo a Eren hacia la escalera, mientras varios empleados salían para ocuparse de su equipaje.
-Creo que será lo mejor
-Bien. Toma la habitación que quieras. Da igual, de todas formas estás acostumbrado a dormir entre las sobras ¿No?
-No es verdad
-Tus acciones dicen lo contrario. Cariño...
-Levi...- Eren estaba al borde del llanto, las lágrimas le quemaban los ojos, volver al lugar donde había sido tan feliz estaba afectándole más que las palabras de su "prometido". Levi se marchó sin decir palabra alguna, dejándolo parado en el pasillo, camino unos pasos más adelante y abrió la puerta, era el dormitorio que había compartido con el azabache, se quedó mirando el lugar, le era tan familiar y que, sin embargo, le parecía ajena.
Estaba cansado tanto física como emocional, pero no iba a rendirse, no pensaría que había aceptado. Rivaille había dejado que jugara su juego, pero él se mantendría fuerte y positivo, no le mostraría su vulnerabilidad a nadie. Después de ducharse y ponerse la piyama, decidió bajar a la cocina por alimento, aunque por la ventana la oscuridad empezaba a darse a notar, era temprano.
Ya en el enorme salón, el castaño pudo escuchar ruidos extraños que casualmente provenían de la cocina, eso le asusto un poco, pero tenía su estómago empezó a gruñir pidiendo por algo de comida.
-Muy bien pequeño, comeremos algo ligero ¿Vale?- Eren tocaba a un su vientre plano, empezar a hablarle a su pequeño nonato le hacía sentir mejor, trago de manera nerviosa y entro a la cocina y miro como un chica castaña sacaba comida a una gran velocidad, al parecer estaba asaltando la bodega de alimentos.
-¿Disculpa?- la chica se giró enojada al ver a Eren parado ahí.
-¿Qué? ¿No sabes que espiar a la gente es de mala educación?- la mujer se metió una patata en la boca- Podrían pensar que eres un ladrón o un acosador
-Perdona, quisiera un poco de comida por favor
- Y ¿Con que fin?- Eren solo miro mal a la castaña y se dirigió a la alacena y tomo una cajita de dulces, se dispuso a subir a su habitación cuando se escuchó un ruido agudo, giro y miro a la castaña sobándose la cabeza. Le había caído una sartén.
-Déjame ayudarte- el castaño se acercó a ella y empezó a revisar la cabeza, cerciorándose de que no hubiera ninguna herida, sonrió y argumento que todo estaba de maravilla, antes de salir de la cocina, fue tomado del brazo y vio a la mujer con un notable sonrojo.
-Muchas Gracias. Me llamo Sasha Braus.
-Eren Jeager.
-¿Qué te trae por aquí? ¿Acaso vienes en busca del empleo de amo de llaves?- decía Sasha mientras miraba a Eren de forma divertida, el castaño no dudo en sonreír un poco pero su sonrisa se borró al instante al sentir de nueva cuenta su realidad. La castaña al notar el cambio decidió cambiar los humos un poco.
-Debes tener hambre, te preparare algo.
-No gracias. Con la cajita de gomitas basta, no tenemos mucha hambre.
- ¿Tenemos? ¿A qué te refieres?
-Nada... Buenas noches- Eren estrecho su mano y a paso veloz dejo la cocina dejando a una incrédula chica con la duda. El castaño llego a su cuarto, preparo su cama y se dejó caer en los brazos de Morfeo.
Eren estaba solo en la cama cuando despertó por la mañana, miro el precioso techo pintado y la araña de cristal de Murano y se dio cuenta de que había dormido bien por fin. Y se sentía mejor que en los últimos días, tal vez las náuseas matutinas empezaban a disminuir por fin. Se sentó con cautela y vio que había un vaso de agua con hielo en la mesilla y un plato lleno de bollos favoritos de un horno vecindario, hizo una mueca. Comer ositos de goma por la noche y luego este desayuno haría que su estómago se asentara, pero le molestaba que Levi siguiera demostrando lo bien que lo conocía y que entendía su estado.
Se acercó para tomar un sobro de aquella bebida cuando se abrió la puerta y entro Rivaille. Como siempre estaba impresionante, perfectamente vestido de la cabeza a los pies, llevaba zapatos de cuero, pantalones de vestir y un suéter de cachemira color negro que le quedaba perfecto; la lujosa y suave lana enfatizaba su poder masculino.
-Bien este despierto. Tienes mejor aspecto que ayer
-Eso no es de sorprenderme- dijo Eren- Es normal- El castaño llevaba un pantalón y una playera larga y cuello cerrado para así evitar alguno otro incidente como en Empresas A&S. Sabía que esa forma de vestirse no le agradaba a Levi, y con más razón, se vestiría siempre así.
Por el lado puesto del azabache, preferiría verlo con las prendas vaporosas y cortas que disfrutaba, mostrando aquel cuerpo que fue suyo, por un momento.
-Eso es bueno
-Ayer casi fue el peor día de mi vida Levi
-Quiero que conozcas a alguien esta mañana- dijo Rivaille, ignorando todas las quejas del castaño –Mi tío ha estado enfermo. Una visita nuestra lo alegrara
Eren lo miro sorprendido, había vivido con ese hombre casi cinco meses, pero nunca lo había llevado a visitar a su tío, mucho menos sabía que tenía algún pariente, en ese momento había entendido que su papel de amante no le permitía conocer a la familia
-¿Vas a decírselo verdad?
-Claro, es mi tío. Pensé que lo había dejado claro
-No sabía que tenías un familiar...
-No era de tu importancia, y más ahora, no estás en derecho de juzgar ¿Entiendes?
-No quiero pelear Levi- Eren solo bajo la cabeza mientras el azabache suspiraba un poco para controlar su ira- Fue una decisión repentina.
-¿Por qué lo seria?- pregunto Rivaille
-Quizás deberías tomarte tu tiempo para reflexionar antes de que las cosas se compliquen- Eren cruzo los brazos pensando en todas las burlas hacia su persona cuando se anunciara oficialmente su compromiso.
-La decisión está tomada. Solo falta comunicárselo a la gente importante para nosotros y empezar con los preparativos de la boda. Como dije ayer, será lo más pronto posible.
Los nervios de Eren empezaban a hacerse notar ¿Qué pasara después? No quería que nadie se preocupara por él, en especial Armin, así que para el pequeño rubio dejo un mensaje, sencillo y alegre, comentando que se había encontrado don Levi, habían arreglado las cosas y que volvería a Venecia con él. Tenía que decirle ya a su madre, pero no te apetecía compartir la noticia con ella, ni con nadie cercano, aunque debía seguir adelante porque era lo mejor para el niño no le gustaba como lo había tratado Levi, y mucho menos como lo trata ahora.
No sabía si podría disimular que era un matrimonio feliz y normal ante la gente que lo conocía y quería, pero no podía revelar la verdad, Rivaille lo había dejado muy claro. El futuro de su hijo dependía de eso.
-Saldremos en cuanto estés listo. El viejo esta mejor por la mañana, suele dormir por la tarde
Eren espero a Levi saliera, salto de la cama y fue al cuarto de baño. Media hora después estaba sentado ante una pequeña mesita, estaba desayunando mientras esperaba a Levi. Sentía opresión respecto de conocer al tío del azabache, había calmado un poco sus nervios pero no iba a durar mucho.
En ese momento se abrió la puerta y entro de nueva cuenta Rivaille.
-Estoy listo- Eren usaba un traje color lino color azul marino, de nuevo estaba algo arrugado, pero todo lo demás seguía en las maletas y no tendría mejor aspecto, sintió la mirada penetrante del azabache, recibiendo por parte de el un gesto de burla.
-Sé que el traje no es perfecto. Pero no tengo nada más adecuado
-Otro traje sería la mejor opción.- Levi fue hacia el armario que había en su lado de la cama- Preferiblemente con un color más llamativo y elegante, que alegra la mañana del viejo.
-Pero...-Eren miro el armario con sorpresa- Toda mi ropa.
-No te la llevaste contigo
Rivaille eligió un traje de seda color melocotón que le había comprado en Millán, a Eren le atraían los colores naturales y pálidos, sus favoritos eran el crema y el marfil, además de que uno que otro tono dorado y café, y a pesar de que le quedaban bien, el siempre intentaba que eligiera cosas mas vivas
-Supuse que ninguna de las cosas que te compre te gustaban de verdad
-No las pague yo. Eran todas caras y no pensé que fueran mías para llevármelas
-Claro que lo eran- Levi se sintió molesto. Había disfrutado comprándole cosas y ver que las había dejado allí había sido un brutal recordatorio de cómo lo había engañado, además de serle infiel -¿Qué crees tú que iba a hacer con ellas?
-No lo sé. Venderlas o regalarlas, no esperaba que siguiera todo en el armario.
Rivaille se dio la vuelta con rostro inexpresivo y dejo el traje sobre la cama, a lo largo de los años había invitado a varias mujeres a su hogar, a compartirlo en el hecho carnal. Y cuando se decidía que se acababa, era definitivo, siempre se llevaban las cosas de valor como los vestidos y joyas. Pero alguien como Eren, en verdad era un verdadero idiota.
-Dejaste la ropa y el teléfono último modelo que te di- dijo el azabache- Pero te llevaste toda la "lencería" que te compre
A Eren se le paralizo el corazón al recordar aquellas prendas, eso sí era algo digno de recordar, para Levi claro, para el castaño, no era nada bueno.
-La ropa, el teléfono...costaron mucho
-La lencería también era cara- Un gran tono rojizo se reflejó en las mejillas del castaño y al azabache se le acelero el corazón.
-¿Y tú que ibas a hacer con mi lencería?- los ojos jade de Eren chispearon y alzo la cabeza desafiante- Ni siquiera tú venderías ropa interior de segunda mano
-No quería venderla- dijo Levi con voz deliberantemente seductora.-La quería para mí. Te habías ido las noches eran largas... Además el recordar nuestros pequeños juegos me facilitaba, como decirlo "el trabajo"
-No seas tan...tan...- Eren se quedó sin habla, solo llegaban a su mente las imágenes de sus sesiones eróticas en lencería, bailando al son de una melodía lenta y cálida, enfrente de Rivaille, algo que en el fondo disfruto, pero que mal estaba. ¿Por qué acepto la propuesta de Rivaille de vestir de lencería cuando tuvieran sexo desenfrenado? Esa pregunta lo martirizara por las noches.
-No te asombres tanto. Es algo natural, sabes lo bueno que éramos juntos...físicamente. Para ser un fenómeno eres tan delicioso por dentro y fuera.
-Calla- dijo Eren con pánico, si dejaba que hablara de más, lo único que lograría seria que se sintiera más humillado y culpable consigo mismo, era su culpa estar en esta situación, ser un doncel fue lo malo que le haya pasado en la vida, y enamorarse de aquel frio hombre, todavía peor.
-Quería sujetar las delicadas prendas en mis manos mientras pensaba en los buenos momentos que habíamos pasado
-Déjalo. Pudiste buscar a alguien más si estabas tan desesperado
-No habría sido lo mismo- contesto Levi con una sonrisa burlona- De saber que te acostarías con otra persona, pude haberlas quemado, pero era perder la sensación de estar junto a tu cuerpo, rozar aquello más íntimo en ti...
Eren se mordió el labio, buscando una respuesta para ya cortar con la conversación, pero poco a poco una oleada de calor invadía su cuerpo, despertando sus sentidos.
-¿Ahora llevas puesto algo que yo te comprara? ¿O te has librado de ello, al igual que hiciste con el respeto de nuestra relación?
Y ahí estaba la pedrada que lo llevo al mundo real de nuevo.
-Eso ya termino
-Sí, ese tiempo acabo, un vil doncel que va solo en hombre en hombre para quitarles todo su poder, y claro, engancharlos con un sucio secretito.- Eren se sentó en la cama y miro hacia el piso, mientras el azabache tomaba su barbilla y lo obligaba a mirarle.
-Pero ahora empezamos una nueva etapa en nuestra "relación". Pronto seremos marido y... ¿Cómo sería la forma correcta? Ah, "mujer"
Eren está completamente inmóvil, pendiente del movimiento de sus manos, la familiaridad del contacto estaba desencadenando un caos de emociones conflictivas, su cuerpo lo conocía, sabia el exquisito placer que podía darle. Pero su corazón se sentía traicionado.
¿Cómo podía responder cuando lo había tratado tan mal?
-No será lo mismo
-Oh mi pequeño Eren... será mejor
