Aún en la distancia

Por: Lily Ramírez

PARTE II

¿Pero porque Terry?, no deberías apresurarte, tienes una oportunidad de ser feliz, aprovéchala, lucha por alcanzar ese amor que tienes en ella, no es justo para ti ese sacrificio, yo sé que ella aún te ama, sé que ella es de las mujeres que sólo pueden amar a un hombre, vamos hijo, búscala, sé feliz, no cometas el mismo error de tu padre – Dijo Eleanor entre llanto a su hijo.

Tu no entiendes, no puedo buscarla, sé que no me perdonaría el hecho de abandonar a Susana, nunca me aceptaría, es por eso que he tomado esta decisión, la apruebes o no lo haré, no vine a decírtelo para que lo decidieses por mí, sólo pensé que deberías estar enterada, pero eso es todo – Terry estaba al borde de las lágrimas y antes de que ella pudiese decir otra cosa él salió corriendo del lugar y dejó tras de sí a una mujer ahogada en llanto y con una infinita tristeza.

No te vayas hijo, escúchame por favor – fue

lo último que salió de su garganta antes de subir a su habitación y encerrarse por el resto del día a llorar.

Sabía que no me entendería, que estúpido fui, pero debo tener la fuerza suficiente para poder hacer lo correcto – Terry conducía su automóvil a una alta velocidad sin siquiera ver lo que había delante de él pues la mirada se le nublaba con las lágrimas que corrían sin control, se había alejado lo suficiente de la ciudad de Nueva York y sin darse cuenta se hallaba frente a lo que le pareció el lugar perfecto para desahogarse un poco. El terreno era extenso, cubierto de árboles y con una pequeña saliente que asemejaba una colina, no lo pensó dos veces y se dirigió hasta ese punto, si bien no había un gran árbol como en la colina de Pony o la del colegio San Pablo, el lugar era idóneo para pensar.

Hacía frío esa mañana, pero no le importó y cayó sentado sobre la saliente, de uno de sus bolsillos extrajo su pequeño tesoro, lo único que lo hacía sentir bien en momentos como ese en el que sentía que las fuerzas lo abandonaban, respiro profundamente y comenzó a tocar su armónica al tiempo que los recuerdos de Candy llegaban a su mente, logrando que él se llenara de esperanzas que al final siempre solo se resumían a eso, esperanzas que no tenían mucho futuro ante él. Una vez que hubo calmado sus ansiedades comenzó a disfrutar nuevamente todos y cada uno de los momentos vividos con ella, desde el día que la conoció hasta el día en que la que vio alejarse sin voltear a mirarle, eso es lo que más le había dolido, el no haber sido capaz de retenerla, el haberse dejado llevar por un sentido del deber que no lo había hecho más que infeliz.

Si al menos pudiese volver el pasado, si tuviese una oportunidad de enmendar mis errores, sé que muchos de ellos fueron sólo mi culpa, lo demás lo hizo el destino, pero esta culpabilidad no me deja tranquilo y he arrastrado en el camino a una mujer que lo único que ha hecho es quererme, a pesar de que yo jamás le he demostrado amor, puedo jurar que lo he intentado, he tratado de despertar en mi ese sentimiento hacía ella, pero es imposible, mi amor ya tiene nombre, y ese nombre jamás podrá ser borrado de mi ser.

Que miserable puede ser la vida sino se tiene lo que uno anhela, más aún, el tener la certeza de que se vive por el simple hecho de respirar, sólo por eso.

Terry se quedó mirando al horizonte, perdido en sus cavilaciones, pronto la primera nevada del invierno se dejó sentir, por lo que regresó a su apartamento y empezó a escribir. De pronto se le vino a la mente que sería buena idea construir una casa en aquel sitio donde había estado hacía escasos minutos, reparo un momento en la idea, pero decidió, que él finalmente necesitaría un lugar donde vivir en un futuro, pues muy en el fondo de su ser la esperanza de que no siempre las cosas serían como hasta ese momento siempre se había albergado.

...

Buenos días a todos – saludo Candy a los pacientes que estaban en el pabellón, al tiempo que revisaba los reportes de cada uno.

Muy bien Louis, en poco tiempo dejaras el hospital, has sido un buen chico durante tu estancia en el hospital.

Y yo Candy, ¿cuándo me iré? – pregunto una vocecita al fondo del pabellón.

Oh, Allison, acabas de llegar y ya quieres abandonarnos, pero te entiendo, mira, en cuanto llegue tu turno te lo diré, de acuerdo – respondió la rubia obsequiándole a la pequeña una enorme sonrisa y obteniendo respuesta a la misma, siguió con su recorrido y se dirigió a la siguiente área, había mucho trabajo ese día y el tiempo como era costumbre transcurría rápidamente.

¡He terminado!, pero que cansada estoy, me iré ahora mismo y dormiré toda la noche.

Candy sale del hospital y se encamina hacia una callecita para abordar un taxi, pero es alcanzada por un auto y al escuchar su nombre se detiene.

¡Candy!

¡Buenas tardes Candy!, ¿Cómo estás? - el dueño de esta voz es nada más y nada menos que el guapísimo Armand, quien ha ido a buscarle hasta el hospital – me gustaría saber si no tienes ningún inconveniente en acompañarme a tomar un café, ¿Te gustaría acompañarme?

Que sorpresa Armand, ¿Pero tú que haces aquí?, ¿Cómo supiste donde trabajo? –inquirió Candy extrañada pero interiormente se alegraba, por algún extraño motivo, de ver al joven.

Si me acompañas lo sabrás, ¿De acuerdo? – dijo esto al tiempo que abrió la portezuela y la ayudo a subir.

Se dirigieron a un pequeño pero confortable café que se encontraba situado frente a una plaza que tenía una hermosa vista. Optaron por sentarse en la acera, aunque el frío se sentía en sus rostros ella pensó que era mejor ese lugar, él se disculpó y le pidió que aguardara un segundo, mientras tanto ella se puso a mirar a la plaza.

Candy, acepta este presente en señal de disculpa por haber sido tan impropio la otra noche durante el baile – Armand regreso con un hermoso ramo de rosas rojas y apoyándose sobre una rodilla la miraba.

Pero Armand, no era necesario que hicieras esto, vamos levántate, todo quedo en el pasado – le respondió mientras miraba sorprendida la actitud del joven al momento que un agradable pero extraño calor interno le recorría todo el cuerpo, tomo las flores y aspiro su aroma – Están bellísimas, muchas gracias – ella se sonrojo un poco al ver como el chico la observaba sin perderse detalle.

La belleza de las rosas son nada en comparación a la tuya, pero no me has dicho si me disculpas. ¿Qué me dices?

Por supuesto que sí, la verdad ya ni me acordaba –ella respondió sin ver como el rostro del chico sufría un cambio al decir ella esas palabras – pero dime Armand, como supiste donde encontrarme, porque yo no recuerdo haber conversado contigo sobre esto.

En realidad me di a la tarea de investigarlo mediante mi padre, fue Albert quien le comento sobre tu trabajo, y según confirmo, no exageró en la forma en que lo hizo, sabes, el está muy orgulloso de ti y ahora veo el porqué, todavía no se mucho sobre ti pero eres simple y sencillamente encantadora.

Candy sentía como el rubor llegaba con más fuerza a sus mejillas, encendiéndolas y dándole un aire todavía más jovial y fresco, no se explicaba como ese chico podía hacerla sentir así, no se lo explicaba, pensaba que nunca más nadie podría inspirarle sensaciones así que no fuese su pasado amor, ciertamente no se había dado la oportunidad de buscar otros jóvenes, no era ese su estilo, pero ahora tenía ante ella un chico que si se esmeraba, bien pudiese ser su nuevo amor.

No digas esas cosas Armand, en realidad no me conoces, así que mejor resérvate esos comentarios para después, no me gustaría que sufrieras una desilusión – respondió al tiempo de que guiñaba un ojo y sonreía – Al parecer tú ya sabes a lo que me dedico y donde trabajo, pero yo no sé nada de ti, así que adelante, te escucho.

La tarde transcurrió rápidamente conversando con aquél chico, cuya conversación era amena, alegre y sobre todo interesante, dejando ver cuán bien educado y estudiado estaba el joven, ella rio de buena gana en contadas ocasiones cuando él le platicaba alguna aventura y a decir verdad, ella sólo se limitó a escuchar, pues el joven tenía tantos temas para conversar que cuando llegó el turno de ella ya era demasiado tarde y tuvo que acompañarla a su casa.

Sabes Candy, hace mucho tiempo que no me la pasaba tan bien, espero no haber sido una mala compañía para ti y que esta no sea la última vez que nos veamos para charlar – comentó al tiempo que abría la puerta del acompañante para ayudarla a bajar.

Yo también me la pase muy bien, pero no podría asegurarte una fecha exacta pues siempre tengo mucho trabajo y no se aún como quedara mi día libre, así que pues, hasta la próxima vez Armand, y otra vez, gracias por las flores – Ella se despidió extendiendo la mano y él la atrapó con sus dos manos y luego deposito un tierno beso.

Ella entro en su apartamento y una vez que estuvo detrás de la puerta escucho el auto del joven alejarse. Se quedó parada ahí, recargada sobre la puerta y sosteniendo con ambas manos el ramo de rosas, estaba tan absorta en sus pensamientos que no se percató que alguien la observaba con una sonrisa de aprobación. Se alejó de la puerta con dirección a su habitación cuando sintió la presencia de Albert.

Hola Albert, ¿Llevas mucho tiempo aquí? – le preguntó tratando de sonar lo más natural posible.

Hola Candy, lo suficiente para ver como ese joven se desvive en atenciones hacia ti, pero que lindo ramos de rosas pequeña, ¿Dónde las adquiriste?, huelen tan bien – dijo el casualmente.

Vamos Albert no tienes que fingir conmigo, bien sabes que son un obsequio de Armand.

¡OH! De Armand, así que ya tienes un enamorado pequeña, me alegro por ti – le decía él en un tono travieso.

No digas esas cosas Albert, sólo somos amigos, bien sabes que yo no pienso en eso, no te imagines cosas que no son – respondió mientras dibujaba una sonrisa forzada, dentro de ella, todos los sentimientos que había guardado desde su rompimiento con Terry empezaron a removerse con gran fuerza y ella pensó que no podría con ello, pues la confundían enormemente. Pero luego de una breve lucha interna volvió a ser la misma chica.

No veo porque no pueda ser Candy, eres una mujer preciosa, joven y con toda una vida por delante, deberías considerarlo, no debes negarte otra oportunidad, piénsalo un poco y verás que tengo razón – le dijo mientras una sonrisa en el rostro de Albert se asomaba como muestra de su total apoyo.

Tal vez lo haga, pero aún no lo sé. Dejémosle tiempo al tiempo, pero dime, que haces aquí, no se supone que hoy tienes cena con la tía abuela Elroy, te liaras en un problema si no asistes puntual.

Si lo sé, pero es que hoy tengo una invitada especial, así que no creo que haya problema alguno porque saldremos para allá en unos instantes, así que múdate de ropa para que nos vayamos, porque si no, sí que se enfadará, ah y trae tu uniforme para que pases la noche con nosotros, porque creo que será una larga velada.

¿De manera que la invitada especial soy yo?, vaya, no creo que le haga mucha gracia pero en fin, en un momento estaré lista – ambos rieron.

Candy se vistió pronto y arribaron a la mansión Andrew, la tía abuela Elroy ya se encontraba un tanto molesta por el retraso, por lo que luego de un saludo forzado pasaron al comedor. Una vez ahí, Albert hizo una seña para que esperasen a Archie, quien apareció acompañado de Annie Britter, quien al ver a Candy no pudo ocultar su emoción y corrió a su encuentro envolviéndose en un fraternal abrazo.

Annie, ha pasado mucho tiempo, ¿Cuándo regresaste? – la miraba y la volvía a abrazar.

De pronto miraron a la tía abuela y decidieron dejar la charla para después, la cena transcurrió entre plática y bromas, que a la Sra. Elroy poca gracia le hacían, pero no les importaba en lo más mínimo, muy en el fondo, la tía abuela disfrutaba de ver a sus sobrinos tan alegres y sobre todo unidos, pensando siempre en el porvenir de la familia, a quien ya había aceptado, pero se negaba a expresarlo abiertamente era a Candy, quien le había ganado el corazón durante el tiempo que la cuidó cuando ella padeció una enfermedad que la obligó a estar en cama por un periodo de un mes, en el cual la chica hizo todo porque ella se recuperara pronto, si bien es cierto que Candy era una excelente enfermera, también es cierto que se había esmerado en sus cuidados para con la anciana.

Una vez que la cena terminó, la Sra. Elroy se despidió y se retiró a sus habitaciones, dejando a los jóvenes conversando en la sala, las chicas decidieron retirarse a descansar, una de las mucamas las guio hasta la alcoba que estaba destinada a ser utilizada por Candy, donde ambas chicas decidieron posponer la charla y dejarla para el día siguiente a la hora del almuerzo en el hospital, pues ya era demasiado tarde y Candy entraba al primer turno al día siguiente, compartieron la cama como cuando eran niñas y durmieron.

¡Por Dios!, que tarde es, no llegaré a tiempo al hospital – dio un salto de la cama procurando no despertar a Annie y se alisto tan pronto como pudo, salió apresuradamente y en la entrada de la mansión Andrew estaba listo un auto.

Buenos días Srita. Candy, estoy listo para llevarla al Santa Juana, suba por favor – no era otro que el chofer que Albert había dispuesto para que la llevará a su trabajo, ella agradeció internamente y se subió, deseando de todo corazón llegar a tiempo.

Al llegar subió rápidamente las escaleras para ir a recibir su turno pero al llegar al final...

Vaya Candy, parece que has reincidido, has llegado tarde, mucho me temo que tendrás una sanción, te espero al rato en mi oficina, por ahora comienza a trabajar.

Por supuesto Mary Jean, ahí estaré – me pilló in fraganti, veré que sanción me impondrá, pensó la chica y se fue a trabajar.

Mary Jean como jefa era muy estricta y enérgica para hacer que las reglas se cumplieran, pero en el fondo le tenía un gran cariño a Candy y a cada una de sus pupilas, pero en especial a la chica "torpe" como ella le había dicho siempre, su singular carisma se había ganado la simpatía de la mujer.

Se acercaba la hora del almuerzo y aún no terminaba sus ocupaciones en el hospital, por lo que decidió cancelar su cita con Annie, además debía esperar las órdenes de Mary Jean, así que en cuanto hubo oportunidad se reportó en su oficina para recibir su reprimenda.

Bien Candy, el día de hoy harás doble guardia, tu compañera Tiffany enfermó y harás la suplencia, ve a tomar tu almuerzo y en una hora sube a cirugía, te informo que probablemente te traslademos por un tiempo a otro hospital, debido a los requerimientos en el frente de batalla, no contamos con las enfermeras suficientes para darnos abasto en el país, espero que no tengas ningún inconveniente, te avisaremos a su debido tiempo, retírate – fueron las palabras de la anciana hacía la rubia que apenas logró asentir con la cabeza.

No entiendo como entre los seres humanos no podamos dialogar y evitar situaciones como la guerra, donde uno pierde a sus seres queridos sin llegar a comprender a ciencia cierta hasta qué punto se ha hecho lo correcto – pensaba la chica luego de haber terminado su almuerzo, recordando a su querido amigo Stear fallecido en la guerra poco tiempo atrás, al tiempo que unas cuantas lágrimas corrían por su rostro.

Vamos Candy, no debes llorar, bien sabes que a él no le gustaba que lo hicieras, sonríe y piensa que desde el cielo él y Anthony te miran –dijo en voz alta al tiempo que alzaba su rostro y miraba al cielo segura de que sus amigos la veían y sonrió tristemente.

Regreso a sus labores y así continuo hasta el día siguiente en el que terminaba su turno, hasta ese momento no había querido leer los periódicos, previniéndose de pasar un trago amargo si llegase a encontrar noticias que le reabrieran la herida al leer algo respecto a Terry, pero ese día no pudo evitar el tomar un ejemplar que estaba en la sala de espera, alguien lo había olvidado ahí y sin darse cuenta ella lo había tomado para depositarlo en la recepción, iba de salida a su casa pero una compañera la llamó con lo cual ella olvido dejarlo ahí, más tarde, al llegar a su apartamento se dio cuenta de que traía algo en el bolso, así que cuando abrió el periódico y leyó el encabezado, palideció:

"PRÓXIMO ENLACE MATRIMONIAL DEL ACTOR TERRUCE GRANDCHESTER"

Cayó sobre un sofá sintiendo como su cuerpo se estremecía con la noticia, trató de contenerse, pero el sentimiento guardado en el fondo de su ser afloró y ella lloró inconteniblemente

Pero no puedo ponerme así, esto iba a suceder tarde o temprano, ¿Por qué albergué la esperanza de que no pasaría?, ¿Por qué no puedo aceptar que el dejo de ser mío desde el momento de nuestra separación?, Dios mío, perdóname por esto, pero no puedo dejar de amarlo, lo he intentado, tú lo sabes, pero es más fuerte que yo, no me dejes sola ahora que más te necesito, ayúdame con este dolor que me rompe el corazón una vez más.

Siguió llorando hasta que se quedó dormida al no tener más lágrimas que derramar y porque el cansancio la venció. Por otra parte, a muchas millas de ahí, un joven encolerizado gritaba y aventaba todo lo que estaba a su alcance al leer la misma nota.

¡Maldita sea!, ¿Cómo diablos se les ocurrió publicar esta nota precisamente ahora? – rompió casi todo a su alrededor y salió, subió a su auto y se dirigió a casa de Susana

Una vez ahí pidió hablar con la madre de Susana; la joven quien al escuchar un auto estacionarse se había apresurado a acercarse al recibidor, había visto enojado a Terry en ocasiones anteriores pero nunca como ese día, él no decía nada, esperaba que la Sra. Marlowe apareciera en cualquier instante, la dama salió de la biblioteca y al ver al joven palideció levemente, sabía perfectamente de lo que se trataba pero recuperó su actitud habitual al percatarse que su hija se encontraba junto a él, incapaz de entender lo que sucedía en ese momento, él no aguanto más y le aventó a los pies el periódico que había llevado mientras le gritaba:

"¿Acaso piensa que mediante esas tretas voy a comprometerme con su hija sólo porque usted lo desea?, ¿De verdad cree que de esta forma asegura mi matrimonio con ella?, ya se lo dije una vez y se lo repito ahora, no se meta en esto, ¿le quedó claro?, jamás vuelva a intentar algo como esto en el futuro y afronte usted la situación ante la prensa, pues veo que le agrada sobremanera – dijo sarcásticamente y salió dando un portazo mientras Susana estallaba en llanto y furia al leer el encabezado del periódico.

¿Pero cómo fuiste capaz de llegar a esto mamá?, ¿No ves el dolor que me has causado?, tú perfectamente sabes que él no me ama como yo a él, sabes lo que he luchado por conseguir que siga a mi lado esperando el día en que me quiera, pero vienes con esto y me demuestras lo inútil que me consideras para retener a mi lado al hombre que amo. ¡Te hago responsable si en el futuro el decide romper con esto!, ¡Tú lo has estado presionando al grado de que terminará odiándome y se alejará definitivamente! ¡Déjame en paz mamá! – Susana empujaba su silla de ruedas llorando inconsolablemente, se dirigió a su recámara, donde lloró amargamente al ver que todas sus ilusiones estaban a punto de irse para nunca más volver.

La Sra. Marlowe se había quedado parada en el recibidor, perdida su mirada en la lejanía, ¿Qué había hecho mal, si lo único que estaba buscando era la felicidad de su hija? – ella no lograba entender que a veces los padres debemos dejar que los hijos busquen y logren la felicidad por sus propios medios.

Por otra parte, Terry se había ido directo a la oficina de Robert Hataway, para notificarle la decisión que había tomado, la asistente lo recibió y le hizo pasar casi de inmediato, el empresario al verlo sonrió, pero la sonrisa se borró al ver la expresión del joven, si bien era cierto que Terry no tenía amigos, también era cierto que él respetaba y confiaba un tanto en Robert, por lo que se dejó caer en una silla que estaba enfrente del escritorio y habló sin vacilaciones y con la misma impasividad de siempre.

Robert, tu sabes que te estoy profundamente agradecido por todo lo que me has ayudado y enseñado a lo largo de este tiempo, pero me temo, que debo anunciarte mi renuncia, sé que estamos a unos cuantos días del estreno, pero aun así, debo informarte que a partir del mes de Enero ya no contarás conmigo para la obra, estaré hasta el momento en que encuentres y prepares mi suplente, haré un viaje muy largo y no sé exactamente cuándo volveré, no preguntes los motivos, aunque supongo que erróneamente te estas imaginando que será de luna miel – dijo esto al ver que el periódico estaba sobre el escritorio – pero no es así, de hecho, no me casaré con Susana, por lo que he decidido hablar contigo directamente, te suplico también mantengas en secreto esta conversación, pues aún no hablo con ella, confío en tu discreción, y en cuanto me digas quien será el suplente con gusto te ayudaré en la tarea de prepararlo, sé que no entiendes porque hago esto justo en la cumbre de mi carrera, pero me temo que no podría responderte con certeza – finalizó Terry respirando profundamente luego de haber dicho todo esto.

Está bien, sino quieres revelarme las verdaderas razones de tu partida lo respeto, sólo que ahora soy yo quien te pide un favor, que cumplas al menos hasta el mes de febrero que es cuando concluye la primera parte de nuestro recorrido por el país, de ese modo, cuando se reinicie, podré proyectar al nuevo actor, antes imposible. – concluyó Robert al tiempo que se sentaba en su sillón.

El joven asintió con un movimiento de cabeza, se despidió y salió de la oficina, con la clara idea de comunicarle a Susana lo antes posible aquella decisión, por fin lo aceptaba, tomaba en sus manos su vida, pero aún con eso, su felicidad estaba muy lejos, lo único que él quería lograr con esto era no hacerse más infeliz, ni provocar la infelicidad de la joven a quien jamás llegaría a amar, tenía planeado realizar un largo viaje que le ayudase a decidir lo que haría de su vida de ahí en adelante y, aunque el rompimiento de su palabra lo hacía sentir muy mal, tenía claro que de no hacerlo se arrepentiría toda la vida, bastante mal lo había pasado hasta ese momento por aquella absurda decisión de haber dejado ir a su pequeña pecosa, se había vuelto un alcohólico y había estado vagando durante mucho tiempo hasta que había parado en Chicago y la volvió a ver, luchando por salir adelante, fue entonces cuando se juró no volver a desperdiciar su vida y cumplir su promesa de ser feliz, pero a pesar de todo sus esfuerzos, no había dado resultados, por lo que prefirió no casarse. Sólo estaba esperando el momento adecuado para hablar con la chica, sin siquiera imaginarse todo el dolor que Candy estaba pasando por aquel encabezado de ese periódico.

...

Candy, mi dulce hermanita, veo cuanto sigues sufriendo por él, aún en la distancia y a pesar del tiempo lo sigues amando, tratando de engañarte y ocultándolo en el fondo de tu ser, pensando que nadie sabe de tu sufrir, pero a mí no me puedes engañar, te conozco tan bien, que admiro tu fortaleza mostrada durante todo este tiempo, pero ahora, al leer esta noticia te has conmocionado al grado de perder tu autocontrol y dejando aflorar tus sentimientos más profundos con un agrio sabor de dolor y tristeza, pero no te preocupes, yo estoy a tu lado para velar por ti y te prometo que nunca me alejaré hasta no verte completamente feliz – Albert le hablaba a la joven a quien había encontrada desfallecida sobre aquél sillón de la estancia y sobre el piso estaba el periódico con la nota de Terry, así que pudo percatarse del porqué del estado de ella, la había levantado y puesto sobre su cama y mientras le quitaba los zapatos y la cubría con una manta le decía todo esto, que salía desde el fondo de su ser.

Candy despertó muchas horas después, la noche ya había caído sobre Chicago y un agradable aroma se percibía desde la cocina, se levantó un tanto perturbada y segura de que Albert estaría ahí, pero su sorpresa fue mayor al ver que Annie era quien preparaba la mesa para cenar y al verla aparecer le sonrió y dijo:

Vamos dormilona, pensé que no despertarías nunca, siéntate a cenar, tengo muchas cosas que contarte, pensaste que por el hecho de haberme cancelado el almuerzo no nos veríamos, te equivocas, porque planeo contarte toda mi vida durante el tiempo que permanecí lejos eh – Annie había ido a visitar a Candy y se encontró con Albert, quien, con su habitual discreción no le comento lo sucedido con la joven y sólo le dijo que ella había trabajado 24 horas continuas por lo que se encontraba dormida, pero que despertaría para la cena, él se despidió no sin antes cerciorarse de llevarse el periódico, creyendo prudente dejar a las chicas a solas y le pidió le explicara todo esto a su protegida y le dijese que él tenía mucho trabajo, que después la buscaría. Candy comprendió entonces lo sucedido y se esforzó por sonreír al comprender que Annie no sabía nada, e internamente agradeció a Dios por no tener que tocar ese tema.

Vaya Annie, esta vez sí me sorprendiste, me recordaste a la Srita. Pony cuando nos retaba por llegar tarde a la mesa, pero debo confesar que me muero de hambre, veamos, ¿Qué me has preparado?, todo huele delicioso, veo que has aprendido muchas cosas ahora que has estado ausente eh, bueno, cuéntame todo absolutamente.

Annie empezó su relato, le contó su maravillosa experiencia viviendo en Venecia, ella se había ido a estudiar para ser pianista y dar clases de música, estuvo año y medio lejos, regresando para iniciar una escuela cuyos fondos sirvieran para ayudar a los niños huérfanos del país, era un proyecto muy ambicioso, pero sabía que se podía conseguir si ponía todo su esfuerzo. Ya no era tan tímida como cuando era niña, había logrado una madurez notable, era muy bonita, figura esbelta, morena, ojos cafés, cabello lacio, negro y largo, graciosa, de buenos modales y elegante, todos los atributos de la joven y su tesón por conquistar a Archie rindieron frutos, lo tenía completamente enamorado de ella, lo cual le hacía completamente feliz y sólo esperaba el momento de convertirse en su esposa, pues eso era lo que más anhelaba, pasó largo rato contándole a Candy todos y cada uno de los momentos más significativos e importantes durante su ausencia, tan emocionada estaba que pronto la madrugada les sorprendió. Se fueron a descansar y a la mañana siguiente un suave golpeteo en la puerta les despertó.

Buenos días, que se te ofrece – saludo Candy a una joven de un poco más de su misma edad, pero estaba aún somnolienta, por lo que no se percató quien era al instante.

Buenos días Srita. Candy – respondió la joven apenas levantando la cabeza.

¡Dorothy! – Gritó Candy al reconocerla – que alegría, pero que haces aquí, pasa, adelante, quien te dijo dónde encontrarme.

Dorothy había sido una gran amiga para Candy durante el tiempo que vivió con Los Leagan, luego fue su mucama particular cuando fue adoptada por los Andrew, luego ella se había marchado a Londres a estudiar por lo que no le había visto en mucho tiempo.

Veo que no has cambiado nada Candy, me alegra muchísimo por ti, vengo porque mi esposo ha venido a realizar unos trámites legales y fui a la casa de los Andrew, me recibió George y me dijo dónde encontrarte, de hecho él mismo me trajo hasta aquí, quería saludarte y saber de ti – le contaba la joven animadamente – sabes, me case hace dos años con un hombre que es dueño de una pequeña granja cerca de Lakewood y estoy esperando mi primer bebé.

Dorothy, te felicito, me alegro muchísimo por ti, ya te ha revisado un doctor, me imagino.

Aún no Candy, de hecho es una sorpresa para John, él no lo sabe todavía.

Pues muy mal hecho, así que tan pronto termine de arreglarme nos vamos al hospital donde trabajo, porque has de saber que soy enfermera y toda mujer embarazada debe revisarse por su seguridad y la del pequeño.

Te he traído un obsequio, para que en tu cumpleaños las veas radiantes y esplendorosas – tomo una pequeña bolsa que llevaba consigo y extrajo una modesta macetita que contenía unas Dulce Candy.

Muchísimas gracias, no te imaginas los dulces recuerdos que me trae el tener cerca estas rosas – dijo Candy mientras cerraba sus ojos y evocaba aquellos lindos momentos vividos al lado de Anthony.

No lo has olvidado ¿verdad? – pregunto con naturalidad la amiga de Candy.

No podría hacerlo, está ligado a una etapa muy bella de mi vida, siempre estará en un lugar muy especial de mi corazón.

Buenos días Annie, ¿Recuerdas a Dorothy?, trabajamos juntas con los Leagan.

Por supuesto que la recuerdo, se te ve muy bien Dorothy – respondió Annie que se había despertado al escuchar las voces.

Las tres chicas conversaron durante el almuerzo y posteriormente se alistaron para irse a sus respectivos lugares, Annie fue a su casa y las otras dos chicas se dirigieron al hospital, Candy iniciaba su turno a las 6:00 p.m., por lo que tenía tiempo de sobra para acompañar a Dorothy durante el tiempo que le restaba, una vez concluidos los estudios y al ver que todo estaba bien, se despidieron en las puertas del hospital.

Hasta pronto Candy, espero pases a visitarme la próxima vez que visites el Hogar de Pony, te prometo tenerte una sorpresa para entonces.

Claro que lo hare Dorothy y espero me recibas con uno de esos deliciosos pasteles que preparas – dijo Candy sonriendo y guiñando un ojo.

Desde luego, salúdame al Sr. William. – Dijo por último la chica.

Mhm, cuídate.

Candy se despidió con un movimiento de mano y entro al hospital, donde le esperaba una larga noche. Los días siguieron transcurriendo entre su trabajo, las reuniones con sus amigos y una que otra visita de Armand, quien se había convertido en un pretendiente en forma de ella; la chica al principio se sentía incómoda con esa situación, pero el joven era tan agradable, que terminó por aceptar sus invitaciones para acompañarlo en dos ocasiones a ciertas reuniones, donde por supuesto iba Albert, fungiendo su papel de buen chaperón y tutor de la joven, además que eran reuniones donde él debía estar también, como todos los hombres de negocios en Chicago. Armand poco a poco fue acercándose a la chica, pero no se sentía más que como su amigo, ya que nunca había recibido ninguna clara señal por parte de ella de querer algo más, pero eso no le importaba demasiado, no teniendo rival se sentía seguro y optimista de terminar formando una relación con ella, al menos eso es lo que se proponía.

Archie por su parte iba muy bien en sus estudios y cada vez más convencido de casarse con Annie, estaba muy contento de estarse involucrando en los negocios de la familia, además de que estaba siendo instruido por Albert y el buen George, una tarde, mientras discutían sobre unas inversiones algo llamó la atención de Archie, era un gran sobre que estaba colocado en el escritorio.

¿Qué es eso?, no creo haberlo visto antes, ¿puedo ver su contenido? – pregunto mientras se dirigía a tomarlo.

Aún no es el momento Archie, sigamos con lo nuestro, después te enterarás de que se trata – le dijo Albert con una enigmática sonrisa dibujada en su rostro.

El invierno ya estaba en pleno en Chicago, Candy estaba de guardia en el hospital, pasaba de la media noche cuando un hombre entró corriendo solicitando ayuda, ella le habló a dos camilleros y trasladaron el cuerpo de una mujer a emergencias – ¡Dios mío! – Exclamó la joven quien por poco se desmaya al darse cuenta de quién se trata, era una mujer guapa, de cabello largo y rubio, yacía inconsciente e inmediatamente llegó el médico de guardia, juntos intentaron reanimar a la mujer. Tras unos minutos de revisión y exámenes lograron estabilizarla y la subieron a una habitación, una vez ahí, la chica pidió que le asignaran su cuidado, por lo cual no hubo problema puesto que era su hora de guardia, las horas transcurrieron y el alba se asomó por la ventana del cuarto, de pronto se escucharon ruidos y la chica se dirigió a la cama.

No se preocupe, ya todo está bien, yo la cuidaré hasta que se reponga por completo – le dijo en un tono dulce y sonriéndole con gran ternura.

¡Candy! – apenas pudo murmurar la mujer y quiso seguir hablando pero la chica la detuvo.

No se esfuerce, está débil, debe descansar, luego tendremos tiempo de platicar, llamaré al doctor Johnson para que la revise, permítame acomodarle las almohadas, verá que en muy poco tiempo saldrá de aquí – Salió del cuarto y no demoró en regresar acompañada del doctor.

Bien, la fiebre ha cedido, la lesión sanará tomando el debido descanso y cuidándose por supuesto – fueron las palabras del doctor y tras darle instrucciones a la chica para el procedimiento a seguir dejó la habitación.

La mujer volvió a quedarse dormida, por lo que Candy aprovecho para ir a descansar un poco y comer algo.

Corría el mes de diciembre, por lo que las fiestas navideñas estaban muy cerca, en el hogar de Pony los preparativos habían empezado, pero este año Candy no podría pasarlo allá, debido a que tenía poco tiempo de haber reingresado al hospital y esos días le tocaba quedarse de guardia durante las noches, aun así, la alegría en el hogar era inmensa, sabiendo que en cualquier día libre la chica iría a visitarlos. La joven regresó al lado de su paciente y espero a que despertara para que tomase sus alimentos.

Muy bien, ahora que ha comido algo deberá seguir en reposo hasta que el doctor indique que se puede levantar, quiere que le traiga algo, algún libro, revista o tal vez prefiera que la deje sola – dijo guiñando un ojo.

No Candy, muchas gracias, estoy bien así, sabes, quisiera poder platicar contigo sobre algunas cosas, si me lo permites – dijo ella incorporándose un poco sobre la cama.

Oh no Sra. Baker, no debe hacer eso, está usted muy débil, la caída que sufrió no fue leve, sufrirá leves mareos, por lo que será mejor que se recueste y descanse, tenemos tiempo – la chica le ayudo a acomodarse e instantes después se quedó profundamente dormida.

Así es, se trataba de la famosa actriz Eleanor Baker, quien había ido en busca de Candy en un esfuerzo desesperado por ayudar a su hijo de no marcharse, sin darse la oportunidad de tratar de recomenzar al lado de quien ella sabía era su verdadero amor, pero antes de hacer cualquier cosa, se proponía averiguar si la chica tenía novio o ya se había casado, para no cometer ninguna imprudencia, tenía dos días de haber llegado a la ciudad y se hospedaba en un lujoso hotel en el centro, pero debido a las tensiones y al cansancio había caído escaleras abajo golpeándose la cabeza y lesionándose la cintura, lo que la llevaría a estar un buen tiempo en aquél hospital.

Lejos de ahí, ajeno a lo que ocurría, Terry presentaba la obra de Otelo, que tenía poco de haberse puesto en escena, él estuvo soberbio en su actuación, como era normal, ese día había resuelto hablar con Susana por lo que le dijo que iría a verla al terminar la función, ya en su camerino, el joven se mudó las ropas y salió, el frío aire le daba de lleno en la cara, respiro profundo y antes de comenzar a conducir, de su abrigo saco la armónica y tocó por unos instantes.

Ojalá algún día pueda verte de nuevo – y con este pensamiento encendió su auto y se marchó.

Buenas noches querido, ¿Quieres un té o prefieres alguna otra cosa? – dijo Susana empleando su mejor tono de voz, todo el día había tenido un mal presentimiento y lo último que quería era tener un pleito más con el chico.

No, así estoy bien, tengo algo importante que decirte Susana, espero me entiendas y me perdones – comenzó a hablar pausada pero decididamente, mientras la chica se acomodaba en el sofá temerosa de lo que esa expresión le revelaba.

Mientras el joven pensaba en la mejor forma de decir las cosas para no lastimar a la chica, a la puerta llegó un mensajero en busca de Terry, éste, extrañado por esto salió a ver de qué se trataba, le entregaron un telegrama, asombrado y temeroso a la vez dudo en leer su contenido pero la curiosidad terminó venciéndole y lo abrió, la expresión de su rostro cambió completamente por lo que entró presuroso a despedirse de Susana.

Lo siento, pero me temo que esta conversación tendrá que esperar, debo salir de la ciudad, me ausentaré por unos días, a mi regreso te buscaré – dio un beso en la frente de la joven que a pesar de saber que no era más que una cortesía del joven no podía evitar el estremecerse al más leve contacto del chico, quien salió a buscar a Robert Hataway, luego de una breve explicación fue a su apartamento por algo de ropa, dinero y partió a la estación del tren.

En el hospital la noche estaba a punto de darle paso al amanecer, Candy hacía su último recorrido antes de que su turno terminase, una vez que terminó su ronda, se dirigió a la habitación de la actriz y se puso a leer un libro mientras esperaba que su hora de salida llegara.

Buenos días Candy, ve a descansar, te prometo que cuidare bien de tu paciente favorita, cualquier cosa yo te aviso a tu casa, llevas mucho tiempo cuidándole y apenas si has descansado, además es tu día libre y debes aprovecharlo – le dijo Paula su compañera y relevo de guardia.

Estoy bien, no te preocupes, pero en algo tienes razón, necesito tomar un descanso, ella está mejor y no creo que se ponga mal por el hecho de ausentarme, la dejo en tus manos y acuérdate, si viene alguien de la prensa y pregunta por ella no comentes nada – le dijo a la joven enfermera.

Si, si, ya lo sé, ella no está aquí a no ser que sea un familiar o alguien a quien ella decida ver, me lo sé de memoria, no soy tonta, vamos, vete a tu casa, nos vemos mañana – le respondió Paula entre risas.

Candy llegó a su casa y luego de tomar una ducha se fue a descansar, durmió la mayor parte del día y por la tarde recibió la visita de sus amigos; Albert, Archie y Annie quienes la invitaron a cenar a un elegante pero sencillo restaurante, estaban en la sobremesa cuando se acercó a ellos un elegante chico, con paso firme y un par de rosas en la mano.

Buenas noches caballeros, señoritas, ¿podría acompañarles un momento? – saludo gentilmente el chico.

Buenas noches – respondieron al unísono los cuatro amigos.

Una hermosa flor para las más bellas señoritas – señaló al tiempo que obsequiaba las rosas a Candy y Annie.

Que adulador eres hombre, no les digas esas cosas a las chicas, que ya bastante presuntuosas son al saberse hermosas – dijo Albert riendo alegremente, mientras las chicas lo miraban con un gesto de falsa molestia, riendo finalmente

Armand, muchas gracias, no debiste molestarte, mira ellos son Annie y Archie, creo habértelos presentado anteriormente – decía sonriente Candy, quien no pudo ocultar el leve rubor que subió a sus mejillas al saludar al joven.

Claro que los recuerdo, espero no ser inoportuno.

No hay problema, de hecho llegaste a tiempo para que nos acompañes a tomar algo – dijo Archie alegremente.

Los cinco chicos continuaron conversando por un largo rato, era ya muy tarde y se despidieron, de no haber sido por lo inapropiado que hubiese sonado, Armand se habría ofrecido para llevar a Candy a su casa, pero se contuvo, por lo que sólo se animó a invitarla a comer al día siguiente, la joven aceptó y quedaron en que se verían. Así que tal como lo había propuesto el joven, se pasaron un rato agradable durante la comida y un poco más tarde la acompañó hasta el hospital, donde se despidió gentilmente de ella besándole la mano.

Hasta pronto Candy, pase un buen día a tu lado, como siempre sucede cuando estas cerca de mí – dijo él esperando una seña que le indicara algo más.

Yo también disfrute mucho el día, hasta pronto Armand – se despidió, dejando al chico tras de sí, observándola mientras desaparecía al entrar al hospital, acto seguido se marchó.

¡Qué bien! – pensó Candy – Todavía me queda algo de tiempo para pasar a saludar a la Sra. Eleanor, espero que le guste lo que le traje.

Buenas tardes Sra. Baker, espero que se sienta mucho mejor, le traje un obsequio, espero que le agrade – extrajo un paquete de su bolso y se lo entregó a la dama.

Buenas tardes Candy, no te hubieses molestado, la verdad me siento un poco dolida aún, los mareos no terminan de irse pero estoy bien. ¡OH! Es precioso en verdad, pero dime, como supiste cual es mi color favorito – dijo ella realmente contenta con el obsequio de la chica.

Pensé que le gustaría tener algo adecuado para cuando empiece a levantarse de la cama, en cuanto al color, sólo fue intuición femenina – sonrió al tiempo que guiñaba un ojo – me alegra que le agrade, bueno, solo pase un momento antes de iniciar mi guardia.

¿Disfrutaste tu día libre? – pregunto casualmente la actriz.

Oh si, estuvo muy lindo – respondió Candy sinceramente.

Me alegra mucho, tu compañera me dijo que estuviste pendiente de mi todo este tiempo, te lo agradezco y espero no haber dado muchas molestias – dijo en tono amable.

Oh, por supuesto que no Sra. Baker, no fue molestia alguna, si me disculpa, en un rato más regreso, pero como su enfermera, descanse – se despidió la chica y salió de la habitación.

Buenas noches, la habitación de la Sra. Eleanor Baker – preguntó un caballero en la recepción del hospital.

¿Viene de algún periódico? – preguntó la recepcionista sin levantar la vista para verlo.

No, no soy reportero si es a lo que se refiere, soy un viejo amigo de ella –respondió impaciente.

Suba al tercer piso, a la derecha en la habitación del fondo del pasillo – respondió enfadosa la enfermera.

¡Qué carácter! – pensó y rápidamente se dirigió a la habitación.

Respiró profundo y abrió la puerta lentamente – Buenas noches – saludó desde la puerta.

¡Terry!, qué alegría verte – exclamo la actriz al reconocer a su hijo.

¿Cómo te sientes?, ¿Qué es lo que sucedió? – preguntó en su habitual tono seco el joven.

La actriz le relató lo acontecido, él la escuchó atentamente, a punto estaba de preguntar más, pero llegó el doctor y le pidió lo dejase solo con la dama para realizar una revisión, salió de la habitación y se quedó parado, mirando a través de un ventanal, tan absorto en sus pensamientos que no se percató cuando el doctor dejó el cuarto, minutos después abandonó sus pensamientos y regresó a la habitación de su madre.

Toc, toc se escuchó en la puerta – Adelante – respondieron desde dentro, el joven se extrañó al escuchar la voz, abrió la puerta y al cerrarla tras de sí ...

Candy... – fue lo único que logró decir, al ver frente a él a la chica, se quedó inmóvil, parado, mirando fijamente a los ojos de ella.

Te.. Terry – balbuceó ella y al igual que él se quedó inmóvil, sorprendida, mientras una descarga eléctrica le recorría toda la espina dorsal – estoy soñando, no puede ser verdad.

Ambos jóvenes se quedaron paralizados, perdidos en las profundidades de sus ojos, sintiendo toda clase de sensaciones, mientras unos bellos ojos femeninos observaba calladamente la escena...

a...

Gracias a todas por sus palabras, prometo responder cada uno.

Besitos de tequila y lindo fin de semana...