Aún en la distancia

Por: Lily Ramírez

Parte IV

Todo Lo Que Te Puedo Decir

Si ahora te intento abrazar

Sé que te separaras

Si ahora te intento decir

Cuanto lo siento

Yo sé que no me escucharas

Si ahora te tiendo mi mano

Seguro que te asustaré

Todo lo que puedo decir

Es que te quiero

Y no quiero perderte... no quiero perderte

Ya sé que no te he dado lo que esperabas de mí

Ya sé que no he sido demasiado sutil

Y que no he estado mucho tiempo junto a ti

Pero lo único que ahora puedo decir

Es que te quiero... de verdad lo siento...

Todo lo que puedo decir... es que te quiero

Y que siento haberte hecho sufrir...

La nieve empezaba a caer, cubriendo Chicago con su blanca estela, pequeñas motitas esparcidas por doquier, un frío intenso se dejaba sentir, pero en un pequeño apartamento, dos seres ajenos a esto, trataban de reavivar el fuego de sus corazones, cada uno luchando contra sus temores y demonios internos, buscando una salida para caminar en pos de la felicidad, luchando por resistirse, envueltos en el amor, sus labios entrelazados en una muda promesa, palabras sin necesidad de sonido, sentimientos a flor de piel, caricias entregadas a destiempo, o tan a tiempo de ser entregadas... que es lo que pasaba en la mente de esos dos jóvenes, que es lo que gritaba todo su ser...

Terry… yo…

Sshhtt, no digas nada, no rompas este momento evocando cosas que no son...

Los labios se unían una y otra vez, mientras su cuerpos adheridos se estremecían cual hoja que pende de un árbol mientras el viento amenaza con hacerla caer... silencio en la habitación... solo la respiración de ambos se alcanza a oír... tímidamente abrazados, como los adolescentes que recién descubren la magia de los besos, se separan un poco, lo suficiente para que sus miradas se encuentren, incapaces de hablar, reconociéndose mutuamente, reencontrándose uno en el otro, convenciéndose que siguen vivos dentro del otro ser, poco a poco los sentidos recobran su cordura, sueltan el abrazo dejando sus manos unidas.

No sabes cómo había deseado este momento Candy, no sabes cuánto he llorado por no poderte siquiera mirar, pero ahora que estamos de nuevo juntos, no te dejaré escapar, no una vez más, ni aunque me lo pidiesen a cambio de la vida, porque mi vida sin ti no puede llamarse así.

No digas esas cosas Terry, tu sabes lo que siento, pero ambos sabemos que esto no puede ser, tú tienes un compromiso que cumplir y yo...

¿Tú qué?, ¿También tienes un compromiso que cumplir? – preguntó entre gritos y estallando la furia contenida, volviendo los celos a él y tomando el ramo de rosas lo lanzo con enojo al piso, tomándola por los hombros y obligándola a mirarle.

Suéltame Terry, me estas lastimando.

¡No!, mírame a los ojos Candy, dime que amas a otro, pero dímelo de frente, de ser así, me iré y no volveré a molestarte, te lo juro.

Ella no se atrevía a contestarle, sabía que no podía engañarle, pero el tonto orgullo femenino salió a relucir y se volvió en el mismo tono agresivo a él.

Y si así fuera, ¿Qué?, ¿Acaso no tengo derecho a hacer mi vida, a buscar mi felicidad tal como tú lo haces?, ¿Acaso no puedo encontrar un hombre que esté dispuesto a hacerme feliz y pasar el resto de su vida a mi lado?, dime entonces, ¿Con qué derecho vienes a hacerme estas preguntas, con qué derecho me pides explicaciones?

¡Con el derecho que me da todo este amor que tengo guardado y se ha incrementado noche tras noche, día tras día!, con ese derecho es que lo hago, porque lo que siento es superior a todo y porque comprendí la estupidez que hice al dejarte marchar, al dejarte decidir por ambos, ¿Me pediste opinión acaso?, ¿Tomaste en cuenta mis sentimientos?, ¡NO!, claro que no lo hiciste, ambos fuimos cobardes, lo sabes también como yo, nos escudamos en una tercera persona para ocultar nuestra cobardía, tú en tu afán de apoyar a los demás, pero fallaste Candy, porque pensaste en Susana, pero ni un segundo pensaste en mí, mucho menos en ti, porque de haberlo hecho, te habrías dado cuenta del daño que me hacías al dejarme, porque sin ti mi mundo se volvió gris y mis deseos de triunfar se fueron a la basura, tu eres mi inspiración, siempre lo has sido; y yo quizá fui más cobarde por haberte dejado marchar sin hacer nada por retenerte, por dejarme envolver por ese sentimiento del deber que tanto repudie en mi padre, que tanto me hizo odiarlo por no luchar por la mujer que en verdad amaba, pero eso se acabó, porque no pienso atar mi vida a la de una mujer a la que no amo, que no despierta en mi ningún otro sentimiento que la gratitud, porque cuando estoy a su lado te veo a ti, pienso en ti a cada instante y haría infeliz más de dos corazones si esa unión se celebrara.

Candy estaba muda ante tal revelación, bajo la guardia y las lágrimas afloraron sin control, él la volvió a abrazar suavemente y la tranquilizaba, al tiempo que buscaba las palabras adecuadas para que su pecosa dejara de llorar.

Sé lo que estás pensando Candy, pero no es tu culpa, si de algo puedes estar segura es que esta decisión fue tomada hace mucho tiempo.

Pero... tu boda acaba de ser anunciada, como puedes decirme que hace tiempo...

Terry recordó el desagradable incidente de los periódicos y condujo a Candy hasta el pequeño sofá, donde ambos se sentaron y él se dispuso a contarle lo ocurrido.

Esa fue una trampa de la Sra. Marlowe, ella es quien me ha presionado siempre para que me case con su hija, no te imaginas cuanto me ha agobiado, día y noche la misma cantaleta, la misma presión, me estaba ahogando y fue por eso que yo tome la decisión, no te miento al decirte que lo pensé mucho antes de decidirme, pero dime Candy, ¿Tu realmente serías feliz casándote con un hombre que no te ama y que todo el tiempo está pensando en otra?, ¿Crees que es justo atarse de por vida a una persona por un simple sentimiento de gratitud?

Yo, no sé qué decir... pero ella te salvo la vida...

Sshhtt, lo sé, y le estoy profundamente agradecido por ello, pero no se lo pedí, no la forcé a hacer algo así por mí, entonces, no veo donde está mi obligación de casarme con ella.

Pero yo no podría estar a tu lado sabiendo que alguien más sufre, entiéndeme.

No Candy, entiéndeme tú a mí, no podemos dominar el corazón ni mandar en los sentimientos, sólo te pido que no sólo pienses en ella, piensa en nosotros, porque antes de ella había un nosotros, lo recuerdas, no veo porque no pueda ser así.

¿Ya hablaste con ella respecto a tu decisión?

No, aún no lo hago, estaba en su casa precisamente cuando me avisaron del accidente de mi madre y salí de inmediato, pero aun no hablo con ella.

Un largo silencio reino en la habitación, de pronto él se levantó y dirigiéndose a ella le dijo.

Sé que esto no te lo esperabas Candy, tampoco yo, pero así se han dado las cosas y en nosotros está el que cambien para bien o para mal, piénsalo un poco quieres, después hablamos, ahora me retiro, es tarde y debes descansar, con tu permiso.

Él se dirigió lentamente hacía la puerta, ella se quedó mirando al suelo, lentamente se incorporó al tiempo que respiraba profundamente, él ya se disponía a salir cuando ella lo llamó.

Terry, ¿Te gustaría acompañarme a almorzar?

Por supuesto – respondió él mostrándole una pequeña sonrisa – pero con una condición.

¿Cual?

Que no se te queme la comida

¡Terry!, nunca cambiaras.

El ambiente se tornó nuevamente sereno y luego de un rato en la cocina, disfrutaron de un sencillo pero agradable almuerzo, Terry quiso ayudar en la preparación del mismo, pero ella lo saco a empujones de la cocina, con lo que él optó por mirar desde el marco de la puerta, embromándola un tanto.

Terminaron y ella se disponía a recoger los platos, cosa a lo que él se negó, tomándola de los hombros la encamino a su habitación y le dijo que lo primero era descansar, sino quería enfermar, que debería dormir para trabajar en condiciones favorables por la tarde, por lo que ella, se durmió sin replicar, la verdad es que tenía mucho sueño y el cansancio de la jornada terminó venciéndola, mientras una dulce sensación de tranquilidad la envolvía.

Candy fue despertada por unos ruidos provenientes de la casa, miro su reloj y vio que eran las 3 de la tarde.

Dios, sí que estaba cansada, ya pronto tendré que ir al hospital a trabajar – los ruidos se siguieron oyendo fuera – Albert, ¿Eres tú? – pregunto segura de que se trataba de él, pero no obtuvo respuesta y colocándose un camisón encima salió a ver qué pasaba.

Vaya señorita pecas, te me adelantaste, aún no termino de preparar la comida, así que tendrás que esperar un poco.

Pero Terry, no tenías por qué molestarte por mí, además, deberías estar con tu madre, ella te necesita. Además, como fue que hiciste para salir y entrar de nueva cuenta eh?, acaso forzaste la cerradura.

No claro que no, le dije a tu casero que estabas enferma y que yo era tu enfermero, de ese modo no tuvo objeción alguna en prestarme su llave – le respondió él alegremente.

Entro a la cocina y se sorprendió al percatarse de que todo estaba en perfecto orden y los trastos del almuerzo ya estaban limpios, él se había encargado de todo mientras ella dormía, eso la hizo sentirse muy feliz.

Además, no es molestia pecas, ya estuve con mi madre hace un buen rato, se encuentra en perfecto estado, te manda saludos.

Gracias, pero, podrías hacerme un inmenso favor. Deja de llamarme pecas, me llamo Candy, ¿puedes recordar eso?

Terry comenzó a reír de buena gana, mientras ella en un gesto de indignación se retiraba a tomar un baño y prepararse para ir a trabajar. Luego de un rato salió con sus rubios cabellos aún húmedos, los cuales caían sobre la espalda y hombros en forma desordenada formando algunos bucles, él se quedó mudo ante esta visión y cuando ella se hubo acercado, no resistió la cercanía de la chica y comenzó a acariciarle el cabello con suavidad, mientras ella se ponía roja y el nerviosismo la embargaba. Poco a poco él acorto la distancia y suavemente tomo su rostro y depositaba un tierno beso sobre sus labios.

Estas preciosa, mucho más de lo que me hubiese imaginado – un silencio breve siguió mientras él dirigía a Candy a la mesa. La cual estaba adornada por un par de rosas rojas, unas velas y una botella de vino tinto reposaba en uno de los extremos.

No sabía que cocinaras tan bien, huele delicioso.

Bueno, debo reconocer que antes de esto varias veces queme la sopa, además, sufrí algunas quemaduras en mi largo aprendizaje – respondía alegre desde la cocina.

Sí, me imagino todo el desastre que debes haber provocado – en ese momento él llegaba con un platón de sopa, poco después volvía con dos bandejas, en una de ellas había ensalada y en la otra un guiso que lucía bastante apetecible.

Sabes Terry, viendo y saboreando esto, me da por pensar seriamente en contratar a alguien que me tenga lista la comida – comentaba mientras ávidamente comenzaba a comer.

Pues si gustas, yo te ofrezco mis servicios, claro que, el precio es muy alto y no creo que tu sueldo te alcance para cubrir mis honorarios.

Mhmhmh, delicioso Terry, en cuanto a tu sueldo no te preocupes, ya vería el modo de pagarte – guiño un ojo y ambos rieron.

La comida transcurría lentamente, ambos estaban disfrutando realmente de ese momento, pero un ruido en la puerta llamo su atención, Candy estaba por ir a abrirla pero no hubo necesidad, ya que Terry había acudido a hacerlo, grande fue su sorpresa al abrirla y toparse con un inmenso ramo de rosas blancas, tomo el arreglo y despidió al mensajero. Candy extrañada, se levantó y fue a ver quién se las enviaba, su sorpresa fue mayor al ver en el remitente de la tarjetita el sello de los Leagan, dentro del arreglo había una pequeña caja, abrió la tarjeta ante los ojos de un por demás celoso Terry, quien de no haber sido por su educación habría tirado las flores.

"Acepta estas rosas en señal de agradecimiento por todo lo que has hecho por mi hijo, el otro presente es para hacerte llegar mis mejores deseos en esta navidad"

Sinceramente: Arthur Leagan

Candy sonrió y mostró a Terry el contenido de la misma al tiempo que habría la pequeña cajita, en su interior se encontraba una cadena de oro con un pequeño camafeo que tenía como inscripción las iniciales de ella en una de las caras internas. Se lo mostró a él quien al observarlo, sonrió en forma traviesa y se volvió sobre sí mismo e instantes después se lo colocó en el cuello.

Sorprendida por esta actitud volvió a mirar el camafeo y lo abrió, sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta que dentro él había colocado su fotografía y después volteó a verle.

No me veas así, sólo quiero estar cerca de tu corazón.

Ella sonrió y volvieron a la mesa para terminar de comer.

...

Buenas noches Eleanor, vengo a informarle que mañana será usted dada de alta, la felicito, sus cuidados dependerán de lo que ponga de su parte y de la enfermera que contrate para que cumpla con las indicaciones del doctor, ¿no le da gusto?

Hola Candy, para serte sincera, estaría mas contenta si fueses tu quien me atendiera, pero, sé que debes cumplir con tu deber y aquí en este hospital hay personas que te necesitan más que yo – dijo la actriz esbozando una amplia sonrisa, a la cual Candy correspondió – por cierto, ¿aceptaras mi invitación en nochebuena?

Aun no sé cómo este de trabajo para ese día, pero aún faltan dos días, así que ahora ocúpese de lucir muy hermosa mañana que su hijo venga a recogerla, me alegra que ustedes dos se lleven tan bien.

Todo fue gracias a ti Candy, así que esta ocasión será más especial todavía si me acompañas en esa fecha, pero no creas que mi relación con Terry va de maravilla, he de confesarte que todavía me falta mucho por conocer de mi hijo, sólo es amable conmigo cuando hablamos de ti – dijo guiñándole un ojo a la chica quien se ruborizo irremediablemente con el comentario – ¿Puedo hacerte una pregunta indiscreta Candy?

Si... por supuesto – respondió dudando un poco.

Dime, ¿sigues amando a mi hijo?

Si – reconoció la chica sintiendo como un calor invadía su cuerpo al admitirlo abiertamente con la actriz, mientras ésta sólo sonreía.

Entonces, si lo amas, porque no se dan una nueva oportunidad.

No es tan fácil Eleanor, cada uno tiene formas distintas de ver y entender muchas cosas, a mí me cuesta mucho trabajo ser feliz a costa de la infelicidad de otra persona. Más aún, sabiendo que esa persona necesita al ser que uno ama.

Entiendo perfectamente a que te refieres, pero te diré algo, que de haber puesto en práctica me habría hecho inmensamente feliz, lucha por lograr tu felicidad propia, aun a costa de los demás, en este mundo nada ni nadie merece un sacrificio de esa magnitud, menos aún, sacrificando a una tercera persona, y tú sabes que en este caso el perjudicado es mi hijo, y me duele enormemente el verle sumido en esa tristeza; él ha sido infeliz mucho tiempo, se le ha privado de atenciones, de mi cariño y del de su padre, no lo prives del tuyo también; y lo más importante, no pierdas la oportunidad de ser feliz, con lo poco que se de ti puedo darme cuenta que tú también has sufrido y sobrellevado muchas cosas, no crees que ya es hora de pensar en ti y tener un poquito de toda esa felicidad que has brindado a los demás.

Prometo tomar en cuenta todo lo que me ha dicho – dijo la joven enfermera al tiempo que una lágrima y un suspiro salían desde lo más profundo de su ser – La veré mañana Eleanor, descanse – salió de la habitación enjugándose con el dorso de su mano y se encamino a continuar con sus labores, dejando tras de sí a una madre que se estaba jugando su última carta para unir a su hijo con su verdadero amor.

Al llegar a la habitación de Neil, respiro profundamente y entró, él estaba dormido, por lo que ella luego de aplicar los medicamentos pertinentes y revisar sus heridas se dispuso a salir, al darse la vuelta sintió que le sujetaban su mano por la muñeca.

No te vayas todavía.

¡Neil!, pensé que dormías.

No, solo estaba descansando un poco, sabes, mañana me iré a casa y solo quiero darte las gracias por los cuidados que me has brindado, eso es todo.

En ese momento Neil le suelta la mano a Candy, a lo que ella responde con una amplia sonrisa, él se voltea y ella sale del cuarto, mientras termina la labor en esa sección va pensando en todo lo que le ha ocurrido los últimos días, desde antes de la llegada de Terry hasta el día que vive, pero aunque lo ama con todo su corazón, no sabe que debe hacer, pues aún tiene presente la existencia de Susana y eso la lastima mucho; la noche transcurre con demasiado trabajo, lo que le impide ponerse a pensar, llega el amanecer y en el hospital pareciera que el trabajo no terminaría nunca, son las 8 de la mañana, su turno había terminado hacía un par de horas, pero ella va saliendo de una operación, está agotada pero satisfecha de haber ayudado a los demás, se había presentado una emergencia, pues 3 carros habían sufrido un terrible accidente en la carretera lo que había provocado varios heridos de gravedad y un deceso. Llega al cuarto de descanso y se encuentra con la jefa de enfermeras.

Buen día Candy, sé que estas agotada pero tengo que pedirte un favor, mira, hay demasiado trabajo y necesitamos que nos apoyes en el área de los niños, algunos no saldrán para pasar las fiestas en casa, ya que algunos requieren ciertos cuidados y habrá varias operaciones, sé que tuviste dos cirugías anoche, por lo que no te requeriré en quirófano, salvo que en verdad no cuente con nadie más, ¿Qué me dices?

No se preocupe, yo me quedo a hacer la guardia, no hay ningún problema, si me necesita en quirófano cuente conmigo.

Sabía que contaría contigo, por cierto, a cambio podrás tomarte tres días, para que descanses lo suficiente. Por cierto, Mary Jean quiere verte en su oficina a las 12 en punto, me retiro, descansa un poco y come algo, nos veremos al rato.

Hasta al rato Srita. Carter, en un momento estaré como nueva.

Vaya, parece que después de todo si podré acompañar a Eleanor mañana, Dios mío, ella sale en unos minutos, debo ir a verle y confirmarle su invitación. Espero que no esté el doctor con ella.

¿Puedo pasar? – pregunta antes de cometer alguna falta.

Adelante.

Buenos días Eleanor, ¿cómo está?

Bien Candy, esperando a mi Romeo para que me lleve a mi hotel, pero dime, que haces tú aún por aquí, deberías estar descansando en tu casa.

Oh no, me quedare a la otra guardia, precisamente por eso vine, para decirle que cuente conmigo mañana en la noche, quisiera saber si desea que lleve algo en especial.

Que alegría Candy, no, por supuesto que no debes llevar nada en especial, tu presencia será más que suficiente, lo demás corre por mi cuenta, seré tu anfitriona.

Pero usted no debe hacer esfuerzos, le parece si mañana le ayudo a disponer todo.

No es necesario pero disfrutare de tu compañía, además, pensándolo bien, me ayudarás en algo que tengo en mente.

Vaya, vaya, no puede uno dejar a dos damas solas porque se ponen a tramar algo, bien, de que se trata – dijo una voz demasiado conocida desde el umbral de la puerta.

¡Terry! – exclamaron las dos al unísono.

Buenos días, veo que están de muy buen humor, bien, alguna de ustedes me lo contará o me darán la tarea de averiguarlo.

Bueno, yo debo seguir con mis ocupaciones, así que será mejor que me vaya, Eleanor, si necesitase algo por la noche, no dude en enviar por mí, el que la den de alta no significa que puede pasearse a placer, Terry sabe dónde encontrarme en caso de ser necesario, ahora si me disculpan.

Candy sale de la habitación, dejando a un muy alegre Terry detrás de sí con una amplia y hermosa sonrisa dibujada en su rostro.

Bien hijo, ¿me llevarás al hotel?

Bueno, en realidad yo me atreví a mudarte de domicilio, como sé que debes permanecer al menos un mes más en reposo y en tus condiciones no podrás viajar, he dispuesto de una casa a las afueras de la ciudad para que te recuperes, así mismo, ha llegado Nancy, tu ama de llaves de toda la vida, en estos momentos está arreglando la casa y se ha encargado de ocupar a dos personas más para que le ayuden, te he alquilado un carro y un chofer que estarán a tu disposición.

La actriz no puede evitar que una lágrima ruede por su mejilla al tiempo que extiende los brazos hacía su hijo, quien se acerca a ella y se funden en un tierno abrazo, como hacía tiempo no lo hacían.

Gracias hijo.

No tienes nada que agradecer, eres mi madre y como tal te trato, ¿estás lista para irnos?

En cuanto el doctor pase a revisarme lo estaré, ya desayunaste.

Oh si, almorcé algo de camino hacia acá. Bueno a la hora que digas.

La mañana iba transcurriendo sin que nada perturbara el habitual ajetreo del hospital, Terry llevó a su madre a su temporal domicilio, mientras que Candy se dirigía a la oficina de Mary Jean tal como su compañera le indicase, al llegar llamó suavemente y desde el interior le indicaron que pasara, varios minutos pasaron dentro conversando sobre las nuevas obligaciones de Candy, al finalizar le indico que podía tomarse el resto del año para que descansara y regresara con más ahínco a sus funciones, esto a la rubia le extraño, debido a que su reingreso al hospital era demasiado reciente, pero no objeto, pensando en la buena oportunidad que se le presentaba para ir de visita al hogar de Pony y pasar algún tiempo con sus amigos. Se fue a almorzar y posteriormente continuo con su labor, asistió una cirugía y estuvo con dos de los pacientes que habían estado graves durante la madrugada, poco antes de terminar su turno, acompañó a la jefa de enfermeras en su último recorrido. Finalizando el mismo en la habitación que ocupaba Neil, grande fue su sorpresa al encontrar el cuarto vacío y sobre la cama una nota dirigida a ella.

"Gracias y Feliz Navidad Candy: Neil Leagan"

Ella solo sonrió y continuó con sus labores, guardando esa notita en su bata. Finalizó así su agotador día, pero no podía pensar en irse a descansar, pensaba mil y un cosas que quería hacer para pasar esos días de la mejor forma, se mudó el uniforme y caminaba por la acera, empezaba a oscurecer pero ella quería despejarse un poco, así que se dirigió hacia el pequeño parque y se sentó en una de las bancas.

El viento soplaba lento, pero frío, y ella, aunque traía abrigo, lo empezaba a sentir, se abrazaba a si misma mientras disfrutaba de esos instantes, paso un largo rato sentada, observando a la gente pasar, sin pensar. Unos pasos masculinos la despertaron de ese ensueño, sin darle tiempo a nada, le colocó su capa encima al tiempo que se sentaba a su lado y la rodeaba con sus brazos. Se quedaron así, unidos en ese tierno abrazo, tan identificados el uno con el otro, sin necesidad de utilizar palabras para comunicarse, para entenderse, para transmitirse el inmenso amor que los unía, que nada ni nadie lograba disminuir, que aun en el tiempo y la distancia había logrado subsistir e incremetarse.

La noche cayó, y el encanto continuaba, pero el cansancio en la joven había sido acumulado por la ardua tarea que quedó profundamente dormida en los brazos del dueño de su corazón. Él la observaba, hipnotizado por su presencia, embriagado con su aroma, para luego tomarla en sus brazos y abordar el auto que los conduciría hasta el pequeño apartamento que ella habitaba.

Con ayuda de su chofer abrieron la puerta, mientras el conducía a la chica a su habitación, lenta y suavemente la deposito en su cama, volvió para dar instrucciones al chofer y regreso a su lado. Maravillado por la tranquilidad que despedía en su sueño, lucía tan apacible que el dudaba en hacer cualquier movimiento por temor a despertarla, delicadamente le quito los zapatos, acomodó su cabeza sobre la almohada, la arropo con las mantas y salió de la habitación; tan puro y sincero era su amor que se regocijaba con tan sólo verla dormir. La hora de la cena había llegado, pero ella continuaba dormida, él ceno junto a su cama, no quería perderse esos momentos, su Julieta seguía plácidamente descansando y él se sentía un intruso por estarla observando de ese modo, pero para él era la cosa más maravillosa.

Junto a la cama, había un pequeño buro con una lámpara, un reloj y un cofrecito, al lado del buro un pequeño sofá individual, mismo que acerco al borde de la cama y ahí se acomodó para velar su sueño. Era la primera vez que estaba en esa habitación, pero le parecía tan familiar, el lugar estaba impregnado de su aroma, de su esencia. Paseaba la vista por todos y cada uno de los rincones de esa habitación, que si bien no era nada lujosa, si tenía un calor muy especial. Sus ojos se detuvieron justo en el cofrecito, lo tomó entre sus manos y lo abrió, dentro se encontraban los tesoros más preciados de su pequeña; el broche del príncipe, la foto de Anthony.

Vaya pecosa, veo que a pesar del tiempo, nunca podrás olvidarlo, él siempre vivirá en tu corazón y yo no puedo evitarlo, sólo espero que al igual que él, yo también ocupe un lugar especial dentro de ti – un suspiro escapo sin poderlo evitar, mientras devolvía las cosas a su lugar, algo llamó su atención, el cofrecito tenía un doble fondo, por lo que no dudo en ver que había.

Aún conservas ese pañuelo, el boleto de la función de Rey Lear y el del estreno de Romeo y Julieta – pensaba mientras colocaba todo en su sitio, feliz de ver que después de todo ella lo tenía siempre presente.

No pudo evitar recodar el día del estreno de la obra, ese día había sido el peor de su vida, pero a diferencia de otras veces, el recordar no lo había lastimado como antes, quizá fuera porque estaba junto a ella, o quizá porque desde el momento que decidió no hacer su vida al lado de una mujer a la cual no amaba su corazón lentamente se iba liberando de esa dura y pesada carga que se había echado a cuestas; se puso a pensar en Susana, a quien le había escrito diciéndole que no pasaría las fiestas con ella debido al accidente que sufrió su madre, además de que Robert le había concedido unos días más para que estuviese con ella y descansara, ya que Karen también había solicitado unos días, por lo que las presentaciones de ese año terminarían justo 2 días antes de navidad. Sabía que tarde o temprano tendría que afrontar a Susana y a su madre para cancelar su compromiso, pero por el momento sólo quería disfrutar esos instantes, que si bien eran maravillosos, también lo llenaban de incertidumbre al no obtener la respuesta deseada hasta ese momento, aun así, desconociendo lo que el futuro le deparaba, su decisión estaba tomaba y no había marcha atrás.

La noche avanzó y el sueño a él llegó, disfrutando por primera vez en mucho tiempo de un descanso corporal y espiritual, el alba despuntaba mientras dos corazones encontraban lentamente su ritmo. Dulces y mágicos sueños ocuparon sus mentes, ella lentamente abrió los ojos, tratando de reconocer el lugar donde estaba, pronto se dio cuenta de que estaba en su habitación, giro su cabeza lentamente y gratamente se sorprendió al darse cuenta de quien dormía al lado de su cama.

Terry, has velado mi sueño toda la noche – dijo en voz baja mientras le acariciaba el cabello, lentamente y sin hacer ruido se levantó, percatándose de que había dormido con la ropa que traía, por lo que opto por bañarse y ponerse algo más cómodo mientras preparaba algo de desayunar.

Eran poco más de las 9 de la mañana, Terry se despertó al escuchar los ruidos que provenían de la cocina, sonrió para sí y se incorporó. Se sentía sumamente contento de haber amanecido en esa casa, se paró en el umbral de la puerta de la habitación y desde ahí observaba cada movimiento de Candy.

¡Buenos días pecosa!.

¡Terry!, que susto, buen día, ¿Cuánto tiempo llevas ahí observando?

Lo suficiente para cerciorarme que mi estómago no corre riesgo alguno de enfermarse – dijo en tono travieso, mientras Candy se volvía hacia él y hacia una mueca de disgusto.

No te enojes, porque se te notan más las pecas.

¡Veo que nunca cambiaras! – suspiró resignada Candy – porque no te lavas mientras termino el almuerzo.

¿Te molestaría si me doy un baño?

Claro que no, adelante, sólo déjame te acerco toallas secas.

Terry no quería que eso terminara, no podía dejar de imaginar su vida al lado de su pequeña pecosa, de lo maravilloso que sería levantarse cada día y verla a su lado, dormir abrazado a ella, invadiendo su cuerpo con ese suave aroma, esto y muchas cosas más pasaban por la mente de Terry mientras se duchaba. Una vez que se hubo alistado se dirigió al comedor. Todo olía delicioso, pero él no lo admitiría, no ante ella.

Sabes Candy, mi madre me pidió que te invitase a pasar unos días con nosotros en la casa que ha alquilado para su recuperación, sé que tienes que trabajar pero sería grandioso que aceptaras.

Bueno Terry, aprecio mucho la invitación, además de que no tengo que trabajar el resto del año, pero yo había pensado en partir mañana hacia el hogar de Pony, hace mucho que no estoy allá, por lo que pensé en ver a mis amigos y esperar la llegada del año nuevo.

Comprendo Candy, aun así nos queda aún el día de hoy, podrías pasar allá la noche, así no utilizaremos los servicios del chofer y podemos enviarlo a festejar con su familia, ¿qué opinas?

Está bien, siendo así, alistaré mi equipaje y de allá mismo partiré a la estación del tren, pero debemos apurarnos, no he comprado todos mis obsequios y prometí ayudar a tu madre a preparar lo de la cena.

Como buenos chicos responsables, ordenaron la casa y alistaron el equipaje de Candy, no cabía la menor duda que formaban un buen equipo y que como pareja funcionarían a las mil maravillas, no obstante, aún no habían definido su relación, ni siquiera habían vuelto a tocar el tema, cosa que tenía a Terry por demás inquieto, no sabía que esperar de la actitud de ella, mejor dicho, no sabía si él aún entraba en sus planes, aun así no la presionaría, daría tiempo al tiempo; antes de salir del apartamento, algunos obsequios fueron llevados a Candy, pero como ella estaba terminando algunas cosas fue él quien los recibió, tratando de controlar sus celos y enojo de ver que alguien más pensaba en su pequeña y se esforzaba por conquistarla. Ella salió a preguntar quién era y sin poder evitarlo vio como la expresión en el rostro de Terry se había endurecido, él le señalo los paquetes mientras se acercaba a abrirlos.

Pero de quien pueden ser, mira Terry, uno es del hogar de Pony, que alegría, no se olvidan de mí, veamos que me han enviado – ella abría el paquete con suma alegría, mientras él la observaba y sonreía al percatarse de lo inocente y niña que era todavía ante algunas cosas, además, se reía de sí mismo por ser tan celoso sin averiguar primero de quien se trataba – que bien, es una foto de la señorita Pony con la hermana María y todos los chicos del hogar, además hay una carta, ven leámosla.

Querida Candy:

Sabemos bien que por tu trabajo no podrás pasar estas fiestas con nosotros, así que los chicos han decidido hacerte llegar este pequeño presente, el marco que acompaña la foto fue elaborado por los chicos, además te envían algunos extras para que coloques más fotos ahí, todos están contentos por ti, esperando que pronto puedas visitarnos.

Las cosas en el hogar marchan bien, hemos recibido la visita frecuente de George, quien hace donativos y ayuda en otras necesidades, los chicos le han tomado mucho cariño, sobre todo porque a pesar de ser tan serio en varias ocasiones lo hemos observado jugando con ellos, el Sr. William sólo ha venido un par de veces, sabemos que él también está muy ocupado con su actual responsabilidad pero siempre tiene tiempo de hacernos llegar un saludo a través de telegramas o de su asistente, Annie y Archie vienen regularmente y juegan con los chicos, el hogar es el mismo, pero siempre tiene las puertas abiertas para recibir a todos sus hijos, escribe pronto.

Recibe saludos de todos nosotros y un gran abrazo en esta nochebuena.

Srita. Pony.

Diciembre 1918

No llores Candy, pronto irás a verlas – le dijo al tiempo que secaba sus lágrimas con un pañuelo y la abrazaba.

No es de tristeza Terry, lo que sucede es que me siento tan feliz

Bien, no vas a abrir los demás obsequios.

Si claro, me ayudas.

Los obsequios eran de parte de sus amigos, Annie, Archie, Albert e incluso Patty había hecho llegar un presente, estaba realmente emocionada ante tantas muestras de afecto hacía ella que no se había dado cuenta de un último obsequio, era una pequeña cajita, misma que Terry tomo y se la entrego, suplicando al cielo que fuera un obsequio más de sus amigos y no de otro hombre.

Pero, esto... esto es algo que no puedo aceptar… ¿de quién es?

¿Porque no lees la tarjeta pecas?

Ahora entiendo, pues es un gran obsequio pero demasiado para mí, me lo envía un amigo, su nombre es Armand.

Tu enamorado, el mismo supongo que te envía esas flores.

Terry, no es mi enamorado, es mi amigo y si, él me envía las rosas – respondió ella algo molesta por el tono que había empleado Terry.

Si es tu amigo, no veo porque no puedas aceptarle el obsequio.

Tú sabes que no me gustan las joyas, mucho menos si son tan costosas. Bien, cuando regrese hablare con él. ¿Nos vamos?

Claro que si, pensé que nunca lo dirías.

Ambos salieron del departamento y abordaron un taxi, mismo que los condujo al centro de la ciudad, llegaron a una gran tienda y se separaron por algunos momentos, en lo que cada uno compraba los obsequios que necesitaban, pasando una hora con treinta minutos se reencontrarían en la entrada. En realidad Terry se retrasó un poco más porque no encontraba el obsequio adecuado para Candy, por lo que había salido de la tienda. Ninguno de los dos quiso mencionar que habían comprado, así que partieron rumbo a la casa de la actriz. Arribaron poco después de la 1 de la tarde, lucían realmente felices, la actriz los recibió en la sala, aunque no podía moverse aún, había decidió utilizar una silla de ruedas y caminar poco tal como se lo habían indicado, no pudo evitar el esbozar una gran sonrisa al ver a la singular pareja, como de costumbre iban embromándose, mejor dicho, Candy era la embromada y Terry reía a carcajadas ante las actitudes que ella adoptaba.

Hola Eleanor, disculpa la tardanza pero es que necesitaba dejar algunas cosas terminadas, a la hora que tú digas podemos comenzar.

Oh no te preocupes, tenemos tiempo, ¿desean algo de tomar?

Un té estaría bien, ¿Y tú Candy?

Mhmhmh, si un té también.

La tarde transcurrió amenamente, en un momento terminaron de decorar un árbol navideño que Terry había llevado un día antes, colocaron algunos adornos en el comedor y la sala, disfrutaron de una comida muy agradable, era la primera vez que estos tres personajes compartían la mesa, por supuesto, esperando que fuera la última, la noche comenzó a caer, casi todo estaba listo para la cena, los jóvenes colocaron los obsequios debajo del árbol, poco después fueron a mudarse de ropa, hacía frío, pero se sentía una gran calidez en el ambiente, la actriz había estado un buen tiempo en su habitación descansando un poco, lo suficiente para poder disfrutar de la velada, Candy se había cerciorado de que así fuera, la reviso y le dio los medicamentos que le correspondían, una vez que todo estaba listo, se reunieron en la sala.

La casa era simplemente hermosa, las habitaciones muy amplias, el comedor era muy antiguo, la sala amplia y contaba con una chimenea que era alimentada de leña por la propia actriz, quien se encontraba conversando con su hijo justo cuando ella iba acercándose ambos voltearon y la recibieron con una amplia sonrisa. Ella había elegido un vestido sencillo pero elegante, era color azul marino, con un pequeño bordado al frente, llevaba los hombros descubiertos, sobre los mismos un chal del mismo tono del vestido, se había dejado el cabello suelto, levantado apenas de los lados por un par de broches, regalo de Albert en su cumpleaños; Terry se quedó sin habla cuando la vio, lo único que atinó hacer fue acercársele y ofrecerle su brazo para conducirla a uno de los sofás.

Luces preciosa hija.

Gracias, pero la verdad, usted luce todavía mucho mejor, está usted bellísima señora.

Oh, pues agradezco el cumplido, pero sinceramente no creo lucir tan bella como tú, además, has vuelto a hablarme de usted, ¿en qué quedamos?.

¡Oh!, es verdad – ambas rieron ante esto.

Pues yo digo que ambas son las mujeres más hermosas del mundo y que soy muy afortunado en contar con ustedes a mi lado – dijo al tiempo que tomaba la mano de su madre y la besaba caballerosamente, acto seguido hizo lo mismo con Candy.

Sabes Candy, es la primera vez que voy a celebrar la navidad con mi hijo y no te imaginas lo contenta que estoy, me hubiese encantado que se diera en otras circunstancias pero aun así, me siento muy feliz. Por otra parte, no había tenido la oportunidad de agradecerte todo lo que has hecho por nosotros, de no haber sido por ti nunca habría logrado acercarme de nueva cuenta a mi hijo y decirle cuanto lo quiero y cuanto lo extrañe todo ese tiempo que estuvimos separados.

No tiene nada que agradecerme, pero hablemos de otras cosas, ¿podrían decirme si algún día sus admiradores podríamos disfrutar de una obra donde ambos actúen?, a mí en lo personal me encantaría que así fuese.

Bueno Candy, quizá mi madre y yo algún día lo hagamos, pero antes debo consolidarme para que la gente del teatro me considere digno de aparecer al lado de tan bella y excelente actriz.

Terry por favor, no digas esas cosas, eres un gran actor – le dijo su madre al tiempo que él se sentaba junto a Candy.

Bueno, será mejor que pasemos a la mesa, espero Candy que no te moleste que nos acompañe Nancy, ella es más que mi ama de llaves, es casi mi hermana.

Por supuesto que no, pero permítame, yo le ayudo – dijo al tiempo que ofrecía su brazo para que se apoyara y de ese modo llegaron al comedor.

La velada estaba resultando de lo más placentera, risas y charla predominaron durante la cena, Nancy era una mujer muy peculiar, le era increíblemente fiel a Eleanor, pero tenía una alegría y una imaginación de la cual habían surgido historias muy graciosas, además de haber conocido a Terry de niño, por lo cual conto algunas de las travesuras que le habían tocado, cosas que ni él mismo sabía, las horas avanzaban rápidamente, por lo que la hora de abrir los regalos pronto llegó, una botella de vino fue llevada a la sala junto con unas copas, mientras las damas se sentaban, él descorchó la botella y llenó las copas, para después entregárselas. Las doce pronto sonaron, los abrazos y las felicitaciones no se hicieron esperar, fue muy emotivo ver como madre e hijo se abrazaban, mientras las dos mujeres que lo presenciaban no pudieron evitar que un par de lágrimas escaparan de sus ojos, Nancy y Candy se dieron un gran abrazo, luego la chica felicitó a la actriz para terminar con el abrazo al chico.

Feliz navidad Terry.

Feliz navidad Candy.

Y se quedaron mucho tiempo así, abrazados, la noche era joven aún, por lo que estarían por pasar muchas cosas más.

C á…

Notas de la autora: quizá para muchos, las actitudes de Candy y Terry no son las que ustedes esperaban, pero quise darles una visión diferente de tomar las cosas, aun así, espero que les esté agradando.

La letra que incluí al principio es de una canción de David Summers (Hombres – G).

Muchas gracias por sus reviews y la oportunidad brindada a esta historia.