Aún en la distancia

Por: Lily Ramírez

Parte V

La alegría que inunda la casa esa noche no se compara con nada de lo que todos ellos podían recordar, desde Nancy hasta Candy, podían sentir y disfrutar de ese ambiente de paz y tranquilidad que reinaba en el lugar, la hora de entregar los obsequios llego y fue Candy quien inició la repartición.

Este obsequio es para Eleanor, espero le agrade, este es para Nancy, este último es para ti Terry – entrego a cada uno los presentes.

¡OH Candy!, no debiste molestarte, es precioso, te prometo que en el próximo estreno de mi obra lo luciré – se trataba de un abrigo ligero pero abrigador, era en color café claro con unas aplicaciones en los puños de las mangas y el cuello que hacía juego con un sombrero muy elegante, que lucidos en la actriz resaltaban sus finas y agradables facciones.

Muchas gracias Candy – se escucho la voz de Nancy – lo traeré conmigo hasta el último día de mi vida, no debiste molestarte – era una cadena que tenía un bello y hermoso crucifijo, ambos de oro, en realidad era un obsequio más para la actriz, pero dadas las circunstancias, Candy había querido mostrarle su simpatía a la agradable mujer.

Y bien, puedo abrir el mío – preguntaba un curioso Terry.

Claro, espero sea de tu agrado – reía pícaramente Candy.

Lentamente y con cuidado Terry desenvolvía su obsequio, todas las presentes lo miraban con curiosidad, pero era Candy quien no podía contener una risita juguetona, a lo que él ponía atención.

Pero Candy, ¿qué es esto? – preguntaba confundido mientras observaba el título del libro que le había regalado.

Ja ja ja ja ja – reía Candy sin control – pensé que sería buena idea ampliar tu repertorio de menús si piensas ser mi cocinero – dijo entre risas la chica, quien fue secundada por las dos mujeres, quienes reían divertidas de ver a Terry mirando el libro una y otra vez – Vamos Terry, quita esa cara, si observas bien el libro veras que no es un recetario.

Terry frunció el ceño y trato de abrir el libro, pero se encontraba cerrado a lo que Candy extendió su mano y le entregó una pequeña llavecita, la tomó y lo abrió, se sorprendió gratamente al encontrar dentro de él un hermoso reloj y un dije que pendía de una cadena, al tomar el dije se percató que tenía las iniciales T y C, mismas que se entrelazaban, el dije era un fino diseño que mostraba un libro abierto, en cada página había una inicial las cuales eran entrelazadas por una especie de cadena, en la parte posterior tenía grabada la fecha. Candy se acercó y colocó la cadena en su cuello, él sólo sonreía y la miraba complacido. El reloj era un trabajo extraordinario, la carátula que lo cubría tenía inscrito en su interior el nombre de él y la fecha, Dic 24 de 1918.

Gracias pequeña pecosa – le susurró al oído al tiempo que la había abrazado, mientras unos ojos azules observaban la escena con beneplácito.

Bueno chicos, ahora soy yo quien les hace entrega – dijo la actriz al tiempo que entregaba los obsequios.

Pero madre, no debiste molestarte, ups, pesa, ¿acaso me has regalado un montón de piedras? – decía al tiempo que abría el paquete, dentro se encontraba un elegante traje negro con unas finísimas y delgadas líneas grises, acompañado de una corbata con motivos grises que combinaban perfecto y una camisa blanca, unas mancuernillas con las iniciales de él y un abrigo – esto es demasiado para mí.

Nada de eso hijo, además, tiene un motivo, ese traje lo lucirás en una ocasión sumamente importante, tu decidirás cual, pero además, tienes mi promesa de que cuando ese día tan especial llegué, estaré a tu lado para acompañarte – le dijo tiernamente la actriz mientras daba un beso en la mejilla a su hijo al tiempo que lo abrazaba.

Candy trataba de abrir el suyo, pero como era costumbre en ella, se había emocionado al recibir el regalo y las manos simplemente no la obedecían, Nancy se acercó a ayudarla y abrieron la caja, ella se quedó maravillada con el contenido del mismo, dentro había un precioso diario con pastas gruesas de plata, una delicada rosa tallada a mano y sus iniciales finamente resaltadas en oro, una fina pluma y un bello juego de gargantilla con aretes y pulsera las cuales lucían un precioso jade en el centro.

Yo... no sé qué decir, todo está precioso – decía Candy al tiempo que de sus ojos escapaban un par de lágrimas.

Si son de tu agrado, no tienes nada que decir, una sonrisa tuya vale más que cualquier cosa – decía la actriz al tiempo que abría sus brazos para recibir a Candy quien se sentía dichosa, realmente muy feliz por tantas muestras de afecto por parte de la progenitora de su gran amor, además de ser tan poco el tiempo realmente compartido entre ellas.

Muy bien señoras, señorita, es mi turno de halagarlas – decía Terry con una enorme sonrisa dibujada en los labios.

Para el ser que me dio la vida y que está junto a mí en estos momentos – decía mientras entregaba el regalo para Eleanor – este para la querida Nancy que ha cuidado de mi madre durante tantos años y este último... mhmhmh... no sé si te lo merezcas pero aquí tienes – decía divertido al tiempo que entregaba a nuestra pecosa amiga su obsequio.

Verán mis hermosas damas, no tuve mucho tiempo para elegirlos así que espero sean de su agrado, de lo contrario pueden culpar a la señorita aquí presente pues ella es la causa por la que el tiempo me fue corto – decía alegremente mientras la cara de Candy se tornaba seria y hacía gestos de indignación, a lo que todos sólo pudieron reír, terminando por contagiarla a ella también.

Eleanor recibió unas hermosas mascadas de diversos colores hechas de una finísima y exquisita seda importada, además dos prendedores bellísimos que le servirían para fijarlas, el primero era una réplica de la antorcha de la estatua de la libertad, de oro y con una piedra ambarina que asemejaba fuego, el segundo era un hermoso ave Fénix que tenía sus alas abiertas en ademán de querer remontar el vuelo, estaba hecho de una extraña combinación de material, oro blanco con oro florentino, lo que la hacía lucir aún más. Para Nancy había un finísimo abrigo gris oxford que era el color favorito de la señora.

Gracias hijo, están preciosas las mascadas, los prendedores ni se digan, son un excelente obsequio, sobre todo proviniendo de ti.

No es nada madre, comparado con lo que tú me has brindado.

No se hubiera molestado joven, esta precioso – decía una emocionada Nancy.

Nada de joven Nancy, habíamos quedado en que me llamarías Terry.

Es muy difícil joven, digo Terry, pero lo intentare.

Candy se encontraba un tanto nerviosa por el obsequio de Terry, era extraño, pero cuando llegó el turno para ella de abrir su obsequio...

Ah! –jadeó al momento de observar el contenido de la caja- pero, Terry... es preciosa – era una hermosa muñeca, con unos risos tan similares a los de ella, con una carita de porcelana, unas pequeñas pecas sobre su naricita, sus ojos verdes como un par de esmeraldas, lucía un hermoso vestido que brillaba con la luz de un tono azul verdoso, similar a los ojos de él.

Terry... es muy linda, jamás había recibido algo así.

Lo sé, pensé que te encantaría tener una foto tuya, no será de tu tamaño pero si idéntica a ti... – decía al tiempo que reía abiertamente.

Eh!, como dices? – en eso observa detenidamente la cara de la muñeca y frunce la ceja – vaya, nunca cambiaras verdad?

Todos ríen ante esto y la velada continua, poco después de la 1 de la madrugada Eleanor se fue a descansar ayudada por su fiel Nancy, mientras los jóvenes se quedaban en la sala, él alimentando el fuego de la chimenea y ella sirviendo un poco de vino en sus respectivas copas. Acercaron un par de almohadones, se deshicieron de los zapatos, además, él se quitó el saco y desfajó su camisa para estar más cómodo, ella había dejado su chal sobre el sofá y se acomodaba junto a él. El silencio reinaba entre ellos, pero lo disfrutaban, como siempre, las palabras estaban demás, pero había una plática pendiente, sólo que las palabras adecuadas no salían, las copas eran vaciadas lentamente mientras el calor que empezaba a inundarlos se hacía cada vez más intenso.

Sabes Candy, aun no te he entregado tu obsequio del todo – decía al tiempo que se levantaba para dirigirse a donde había dejado su saco, extrajo algo y regreso junto a ella – toma.

¿Qué es?

Es algo que siempre ha estado destinado para ti.

Ella abrió la cajita y se sorprendió al ver el contenido de la misma, mirando a Terry con una expresión interrogatoria.

Sé que no es el momento para pedirte que seas mi esposa, aunque es lo que más deseo en la vida.

Terry, yo no... No puedo aceptarlo... tu aún no terminas con ella y eso es deshonesto.

Lo sé Candy, y aunque el propósito inicial de este anillo era precisamente el obsequiártelo el día que pidiera tu mano, hoy te lo doy como recuerdo de esta hermosa nochebuena que estamos compartiendo, es tuyo, siempre lo ha sido, sabes, al dejar Londres, jamás me deshice de la idea de que te volvería a ver, por eso me esforcé en conseguir un lugar en el medio, trabaje arduamente para lograrlo, no es fácil sabes, pero siempre tuve una razón muy poderosa, TU, fuiste y eres el centro de mi vida, por eso hoy te lo entrego – colocaba el anillo suavemente en el dedo de ella mientras sostenía su mano – las esmeraldas me recordaron tus ojos desde el momento en que lo vi, te contare..

Salía como todos los días de mi ensayo, la obra estaba por ser estrenada y aunque no era un protagónico, tenía la promesa de que si lo hacía bien, en poco tiempo lograría obtener uno. Iba rumbo a mi departamento, de una forma incomprensible me dirigí hacía una joyería, ese día me sentía un tanto triste, te extrañaba demasiado, fue entonces que mis ojos se clavaron en este anillo, al instante esas hermosas piedras me recordaron tus ojos, inmediatamente entre y pregunte el costo. No contaba con mucho dinero y había varias ofertas sobre él, pues recién lo habían traído de Europa, pero como ninguna de las personas había dejado dinero en señal de obtenerlo en poco tiempo, ofrecí todo lo que llevaba conmigo con tal de que no lo vendieran y lo quitaran del aparador. Así lo hicieron, el día del estreno, me dirigí a la oficina de Robert, mi director y amigo pidiéndole de favor me adelantara el dinero, me pregunto el motivo y emocionado recuerdo haberle dicho:

Es para comprar el anillo de compromiso a mi novia.

Vaya, vaya, quien lo diría, el hermético joven actor tiene una novia, dime, ¿cómo lo logró?

Es una larga historia señor.

Si me imagino, como es costumbre en ti, es una historia que no estás dispuesto a contar, eres demasiado celoso sabes, pero debes quererla mucho para apresurarte pensando en esas cosas, eres muy joven aún, deberías darte oportunidad de conocer a otras chicas. Aquí mismo hay muchas jovencitas que harían lo que les pidieses por ti.

Lo sé señor, pero mi corazón ya tiene dueña y nunca nadie podrá desplazarla, nada ni nadie lo haría, aun el tiempo y la distancia lo lograrán.

Dicho esto, sólo se limitó a proporcionarme lo que le pedí y a felicitarme. Faltaban un par de horas para que iniciara la función así que fui por el anillo, temía que alguien con más dinero logrará obtenerlo, cuando por fin estuvo en mis manos, lo puse en la bolsa de mi saco, cerca de mi corazón y ahí permaneció hasta el día de hoy.

De los ojos de Candy un par de lágrimas escapaban, ella sólo podía sentir el latido de su corazón, observaba el anillo y sonreía.

Terry, yo también te extrañaba mucho, me dolió mucho tu partida, así, sin despedirte, de no haber sido porque tarde demasiado en ir a verte a tu dormitorio jamás me habría enterado que te irías, en ese momento no supe porque pero necesitaba verte, hablarte, me escape del colegio y tome un carruaje... pero llegué demasiado tarde, el barco había zarpado y yo no había tenido la oportunidad de decirte cuanto me gustabas, me sentí desesperada, no soportaría la vida en el colegio sin ti, por lo que tiempo después yo también deje el colegio, fuiste mi ejemplo, si tu siendo un noble habías dejado todo atrás para seguir tu sueño y buscar tu destino, yo también lo intentaría.

Entonces, ¿si fue tu voz la que escuche cuando partía hacía acá?, pensé que había sido mi imaginación jugándome una mala pasada, igual que cuando te escuche en Chicago.

Si Terry, unos minutos más y quizá hubiese partido contigo, luego, al llegar al hogar de Pony y enterarme que habías estado ahí, corrí a la colina, y te grite, te grite con tantas fuerzas que pensé lograrías oírme.

Y lo hice pequeña pecosa... te escuche también en ese momento, pero pensaba que me estaba volviendo loco por no tenerte a mi lado y en todos lados te escuchaba.

Ambos se habían aproximado, tanto, que siguiendo sus corazones, se abrazaron fuertemente, cuanto tiempo permanecieron ahí, no lo sabemos, él se había levantado para acercar una manta.

Candy, ¿qué es lo que te pasa?

Nada, sólo que... es la primera vez que compartimos una fecha como esta, me la he pasado muy bien, me sentí, en familia.

Es tu familia, hoy y por siempre lo será, no lo olvides.

Pero...

Sssssht, no digas nada, déjame disfrutarte el resto de la noche, mañana te irás y no sé cuánto tiempo pasará para que te vuelva a ver.

Tú sabes que necesito pensar, tú tienes que resolver aún muchas cosas, debes hablar con ella, porque mientras ese capítulo en tu vida no este sellado no podría estar a tu lado.

Lo sé, no te pido mucho, sólo una oportunidad de reconquistarte y sanar todas las heridas de tu corazón que la vida y yo mismo hemos hecho.

Terry se acomodó junto a ella, tomo delicadamente su barbilla y la vio directa y profundamente a los ojos, sabiendo a donde se dirigía, Candy cerro sus ojos mientras sus trémulos labios palpitaban en la espera de ese anunciado beso, el posó sus labios en su frente, besó ambos ojos tiernamente, continuo en las mejillas para terminar en sus labios, un beso suave y tierno al principio, dándole confianza, deslizo sus manos hacia los hombros para acercarla aún más a él, mientras ella tímidamente se abrazaba a su cintura, lentamente el beso se fue intensificando, mientras ella comenzaba a sentir toda clase de sensaciones que recorrían su piel, él lograba que su boca se entreabriera, permitiéndole explorarla, ella temblaba mientras él comenzaba a acariciarle la espalda por debajo de su hermosa cabellera mientras que sus manos empezaban a trazar pequeños círculos en la espalda de él, poco a poco el beso se convirtió en una pasión que desbordaba en ellos, pasión guardada tanto tiempo, deseo natural del amor.

El fuego de la chimenea continuaba ardiendo, tanto como el que ellos habían encendido en sus corazones, besándose mutuamente mientras repetían palabras de amor, palabras que prometían un futuro lleno de felicidad, él temeroso de continuar, mientras sus manos empezaban a explorar su hermoso cuerpo, sus labios se encontraban acariciando el lóbulo de su oído, haciendo estremecer a la joven, poco a poco había ido deslizando sus manos de su espalda hacia su cintura, luego en sus costados, para llegar a los senos, los cuales a pesar del vestido que los cubría reaccionaban con los movimientos de las intrépidas manos del joven, mientras sus labios recorrían el blanco cuello, virgen aún de labios y manos masculinas, ella se dejaba llevar por esas sensaciones, no pensaba, temía hacerlo, disfrutando cada caricia, cada beso, cada palabra de amor que él le dirigía. Conforme él avanzaba en su exploración ella jadeaba en respuesta a lo que él le provocaba. Había intentado despojarla de su vestido pero se detenía para ver si ella se oponía, la miraba a los ojos y en ellos podía adivinar su aprobación, pues ella también deseaba que prosiguiera con ese momento.

Su respiración estaba ya fuera de ritmo, demasiado agitado para poder detener lo que venía, sin embargo, él despacio fue bajando la intensidad de las caricias, hasta llegar a dar sólo pequeños besos en el rostro de su amada, cuyo cuerpo resintió el hecho de que él se detuviera.

Candy, te amo tanto, perdóname por lo que estaba a punto de hacer, no tengo derecho, sé que no lo tengo, es por eso que te imploro me perdones – decía mientras hundía su rostro en el cuello de ella.

No hay nada que perdonar, yo también lo deseaba – respondía ella mientras le acariciaba el cabello y su respiración se iba normalizando.

Lo sé pequeña pecosa, pero eres lo más maravilloso, bello y puro que he tenido en mi vida, es por eso que no quiero hacerlo de este modo, todo a su tiempo, porque sé que algún día he de verte entrar vestida de blanco desde el altar. Hasta ese día mi pequeña pecosa, hasta ese día.

Ella lo abrazo efusivamente ante las palabras dichas por que nuevamente las lágrimas escapaban de sus ojos.

No llores pecosa, no es mi intención provocar más lágrimas en esos bellos ojos que son la luz de mi vida.

No es de tristeza, es de felicidad, porque me siento amada y amo con todo mi corazón.

Se unieron en un tierno beso y permanecieron abrazados el resto de la noche.

La mañana llegó y con ella la despedida, Eleanor abrazaba fuertemente a Candy y le pedía que se cuidara y pensara bien las cosas, que no dejara escapar la felicidad, ella prometió hacerlo, así como regresar para ver como estaba, Nancy también se despedía cariñosamente de la chica mientras Terry acomodaba el equipaje en el coche.

Muchas gracias por todo Eleanor, ha sido una de mis mejores nochebuenas.

No tienes nada que agradecer hija, todo lo contrario, de no haber sido por ti para mi hubiese sido muy triste. Regresa pronto quieres.

Lo haré, se lo prometo.

Subieron al auto y se dirigieron a la estación del ferrocarril, ninguno de los dos hablaba, por temor quizá, o por disfrutar al máximo la cercanía del otro, llegaron a tiempo para que ella abordara el tren que la llevaría a Lakewood, una vez ahí iría primero a la casa Andrew a saludar a la familia. Para después dirigirse a su querido Hogar de Pony.

En el andén Terry estaba nervioso, no sabía que decirle, por lo que saco de su abrigo la armónica que ella un día le obsequiase y entono aquella triste melodía que había tocado un día en Escocia. La hora de partir había llegado y ambos jóvenes se abrazaron.

Te volveré a ver pecosa, es una promesa, no lo olvides, nos reuniremos y jamás nos volveremos a separar.

No lo olvidaré, yo también prometo que nos encontraremos nuevamente.

Sellaron su promesa con un beso, sin importarles el ser observados, quien los veía podía darse cuenta de cómo por cada uno de los poros de su piel emanaba ese inmenso amor, tan puro y transparente como el agua de un manantial.

La salida fue anunciada y ella abordo el vagón mientras agitaba su mano en señal de despedida, el tren partió y él no se alejó de ahí hasta verlo desaparecer a lo lejos. Nuevamente se separaban, pero esta vez era distinto, las esperanzas renovadas se habían acuñado en sus corazones y la convicción de vencer todos los obstáculos que aún estaban por presentarse.

ÒÒÒÒÒÒÒÒÒÒÒÒ

El tren caminaba despacio, ella había caído profundamente dormida, un sueño placentero donde él estaba presente, a lo lejos, distinguió un par de figuras bien conocidas por ella, le sonreían a lo lejos y se aproximaban lentamente, mientras Terry había ido a esconderse tras unos arbustos.

Anthony, Stear que alegría verlos – decía al tiempo de abrazarlos, ambos lucían sus kilts escoceses – no saben cuánto los he extrañado.

Hola Candy, hemos venido a saludarte, nos concedieron un permiso especial – decía Stear mientras le guiñaba un ojo.

Así es preciosa, sólo nos han concedido esta visita por lo que debemos aprovecharla, todo lo que queremos decirte es que no desesperes, aun cuando todo indique que no alcanzarás la felicidad, mantén la fe y la esperanza, que al final del camino brillará la luz con más intensidad y tu dicha será completa – finalizó Anthony.

Dicho esto cada uno beso su mano mientras se alejaban tal y como habían llegado.

Despertó rápidamente queriendo así retenerlos, pero no los vio, sonrió dulcemente mientras se acomodaba en su asiento y miraba a través de la ventana. Llegó temprano a Lakewood y aunque moría de hambre se dirigió a la mansión, donde esperaba se encontrara Albert. Llegó al portal de las rosas y le indicó al chofer se adelantara con el equipaje y la esperase, que ella en un momento lo alcanzaría. Camino despacio, observando todo a su alrededor, aspiraba una y otra vez el perfume que a pesar de la estación ahí se preservaba. Llegó por fin a la entrada de la mansión y grata fue su sorpresa al percatarse que toda la familia se encontraba ahí.

¡Albert! – exclamó gustosa mientras ambos jóvenes corrían a encontrarse.

Hola pequeña, que alegría tenerte aquí, no sabes el gran gusto que me causa el hecho de que hayas venido, ¿por qué no me avisaste?, te ves preciosa.

Te he extrañado mucho Albert.

Y yo a ti pequeña.

Caminaron abrazados hasta la puerta donde ya la esperaban Annie y Archie, quienes al verla se emocionaron tanto que por abrazarla al mismo tiempo la hacían casi caer, lo que causo la risa de todos.

Ya, ya, está bien, déjenla respirar – decía Albert divertido.

Oh! Candy, hace mucho tiempo que no nos vemos – decía llorosa Annie mientras la volvía a abrazar.

Pero Annie, no ha sido mucho, apenas unos días – decía ella sonriendo.

Si lo sé, pero es que después de que llegué de Venecia no hemos tenido mucha oportunidad de vernos y necesitare de tu apoyo en el proyecto que comenzaré.

Así que es un hecho Annie, abrirás esa escuela de enseñanza para niños en el piano.

Siii – respondía gustosa.

Bueno Candy, no me vas a saludar decentemente – decía un serio Archie.

Claro que sí, me alegra mucho verlos aquí, pensé que se habrían quedado en Chicago, pero vine a ver el portal de las rosas y quise pasar a saludarlos.

En un principio la idea era celebrar en Chicago, pero la tía abuela decidió que fuese aquí fuimos al hospital a invitarte pero grande fue la sorpresa al saber que estabas de licencia y que retornarías hasta pasado año nuevo – decía Albert – dime, ¿por qué no nos avisaste?

Perdónenme, pero yo misma no sabía de esa licencia sino hasta un día antes por lo que al salir del hospital me encontraba tan cansada que solo pensaba en dormir.

No te preocupes Candy, en este momento hago que alisten tu habitación.

Pero Albert, yo no voy a quedarme aquí, solo vengo un momento, me dirijo al hogar de Pony, sólo quería saludarlos e informarles que me encontraría allá.

De ninguna manera – se escuchó la voz de la Sra. Elroy que venía entrando en la sala donde ellos se encontraban – una Andrew no tiene necesidad de hospedarse fuera de su casa, además, eres bienvenida aquí, esta es tu casa.

Todos estaban sorprendidos por lo que había dicho la tía abuela, quien hizo que no se había percatado de su asombro y prosiguió.

Además, hace mucho tiempo que no tengo a mi familia reunida y este fin de año haremos una gran fiesta para celebrarlo y espero que todos mis nietos me acompañen, así que Candice, te quedarás aquí y obviamente podrás visitar a quien tú quieras, siempre y cuando sea a una hora adecuada y cuente contigo en el desayuno y la cena, por lo que no acepto excusas. Sally ya ha dispuesto tu habitación, la cena se servirá a la hora acostumbrada, con su permiso – salió de la sala tal como siempre lo hacía, caminando altiva y decididamente a supervisar que en la cocina estuviera todo listo.

Si tía, gracias – respondía aparentemente triste por la resolución de la Sra. Elroy.

Lo siento Candy, pero no tienes que aceptar lo que ella diga, después de todo tu tutor soy yo, no ella – le decía Albert al tiempo que la abrazaba, más al ver sus ojos se sorprendió de ver una mirada traviesa en ellos – ¿Qué estás pensando preciosa?

Ya lo sabrás – decía mientras todos los chicos volvían a reanudar su conversación.

Candy se había ido a descansar un rato, mientras la acompañaba Annie a su habitación los jóvenes se habían quedado conversando sobre ella.

¿Te fijaste en ese extraño brillo de sus ojos Albert?

Que si lo note, hasta un ciego se daría cuenta de la luminosidad de esa pequeña.

¿Crees que se haya reencontrado con Terry?

Mmmmm... no lo creo Archie, ella sabe que él se casará pronto con otra chica, debe ser algo más, pero si ella no nos lo dice, debemos respetar su silencio, solo te digo que sea lo que sea que ha logrado ese cambio en ella, me alegra, además, si en algo tengo que apoyarla, sabes que no dudaría en hacerlo. Pero dime, ¿por qué pones esa cara?

Porque no deseo verla sufrir de nuevo por alguien que no la merezca, ha sufrido demasiado en tan poco tiempo, que me partiría el alma si ella vuelve a pasar una pena como las que ha tenido que superar.

¿Todavía la amas Archie?

Archie se volvió a la ventana mientras sostenía en sus manos una taza de té y fijaba su vista en el portal de rosas.

No creí que se hubiese notado tanto, pero no, ya no la amo, ahora es un bello recuerdo de la adolescencia, la ame con todo mi corazón, pero ese amor se convirtió en cariño, no fue fácil lo acepto, pero ahora que pienso las cosas, de haberla amado tanto, hubiese luchado contra todos y todo por conseguir su amor, porque su cariño de antemano sé que siempre lo he tenido, primero fue Anthony, luego Terry, ambos me hicieron ver que ella nunca se enamoraría de mí. Por si fuera poco, mi propio hermano la amaba, pero me amaba a mi también, por lo que él si se resignó desde siempre a tenerla como su amiga y se hizo a un lado, ocultando esos sentimientos en el fondo de su alma.

Se a lo que te refieres, aún recuerdo el afán y entusiasmo que cada uno de ustedes impregno en aquellas cartas donde me pedían adoptase a Candy como un miembro más, cosa a la cual no pude negarme, pues a mi también me robo el corazón desde que la conocí.

¿A ti Albert?, pero cuando, cómo – preguntaba asombrado mientras lo veía fijamente y tomaba asiento junto a él.

Es una larga historia, que quizá algún día te cuente, es hora de prepararnos para la cena – decía mientras abandonaba la sala dejando a un sobrino por demás sorprendido por aquella revelación.

La hora de la cena había transcurrido tranquila, los jóvenes conversaban alegremente, mientras que Candy miraba de vez en vez a la anciana, quien como era su costumbre lucía seria y a veces cuando creía que nadie la veía esbozaba una sonrisa apenas perceptible. Cuando fue la hora de la sobremesa, decidieron tomar el café en la sala, grata fue su sorpresa al ver que la Sra. Elroy los acompañaría también. Annie a petición de Candy se había sentado frente al piano y lo descubría, mientras ella iba a su dormitorio por algo que necesitaba. Regreso a los pocos minutos acompañada por Sally quien le ayudaba a cargar los obsequios que llevaba, uno a uno los entrego. Pero cuando la Sra. Elroy creyó que para ella no habría nada se levantó con la intención de retirarse, cuando Candy la increpó pidiéndole los acompañara un poco más, ella accedió no de muy buena gana, en eso Sally a una indicación de la traviesa pecosa, entro con un paquete en las manos.

Este es para usted Tía Abuela, espero sea de su agrado.

La tía abrió de par en par los ojos sorprendida con el detalle de la joven, mientras esto ocurría una bella melodía se desprendía del bello piano que se encontraba en el lugar y una emocionada Annie tocaba la pieza favorita de la tia Elroy, Sonata Claro de Luna. Mientras que la tía abría su obsequio sus nietos se habían puesto detrás de ella para ver que era, había un hermoso rosal finamente elaborado en plata dentro de una pirámide de cristal, que al girarla dejaba escapar un delicado y suave aroma a rosas, además había un finísimo perfume francés con la misma esencia y para finalizar un bello rosario hecho de madera de cedro, muy hermoso. La anciana se conmovió tanto y sin poder evitarlo un par de lágrimas se asomaron a sus ojos. Las cuales fueron limpiadas por la rubia gentilmente tomando un pañuelo.

Gracias, no tenías porque molestarte, todo está... muy bello – fue lo único que pudo decir la anciana abuela al ver el cariño reflejado en cada uno de sus obsequios.

No es molestia Tía Abuela, todos son con cariño para usted.

La anciana se levantó ayudada por los chicos y salió de la sala sin decir nada más. No había más que decir, se notaba que había sido todo preparado por la rubia para ella, los chicos se despidieron y se retiraron a sus habitaciones, Candy durmió con una bella sonrisa dibujada en su rostro, mientras que en su habitación, Albert giraba sobre su lecho por no poder conciliar el sueño. No aguanto más y aunque hacía demasiado frío, decidió salir al balcón. La fría brisa que soplaba le acaricio el rostro, mientras que sus hermosos ojos azules se perdían en aquel hermoso jardín, ensimismado en sus propios pensamientos...

La mañana llegó, todos se encontraron en el comedor, aún antes de que la Sra. Elroy bajara, por respeto la esperaron pero ella envió a Sally diciéndoles que comenzaran sin ella, que tomaría el desayuno en su habitación, todos se miraron extrañados pero no objetaron, disfrutaron del desayuno y se pusieron de acuerdo en lo que harían ese día, Annie debía volver a su casa, pues sus padres la aguardaban para cumplir algunos compromisos sociales para ultimar detalles sobre la próxima escuela que abriría su hija, por supuesto Archie iría con ella, así que Candy les dijo que ella pasaría el día en el Hogar de Pony, Albert pensó llevarla en coche pero luego de meditarlo tuvo una mejor idea.

Candy, ¿te gustaría ir al hogar a caballo?

Pero Albert, hace mucho frío y yo sola no me atrevería, hace mucho que no monto sabes.

No hay problema, yo te acompaño, ¿qué dices?, además, es un buen día para compartir con tu viejo amigo, anda preciosa, vamos.

Claro que si!, vamos, solo me mudo de ropa y partimos.

Mientras ella subía a su habitación a ponerse la ropa adecuada, él se dirigió a las caballerizas, alisto una hermosa yegua blanca, traída de Arabia y la cuál era un obsequio para la pecosa, para él, alisto su hermoso caballo llamado Air (aire) y la espero en la puerta de las caballerizas, ella no demoró demasiado y al llegar él le pidió que cerrara los ojos.

¿De qué se trata?

Tú sólo cierra los ojos y no hagas trampa.

No haré trampa pero dime, de que se trata.

Listo, ábrelos.

Albert, que hermoso caballo.

Es una yegua Candy y es para ti.

¿Para mi?

Si, es mi obsequio de navidad.

Gracias Albert, esta preciosa, y cuál es su nombre.

Aun no la he bautizado, esperaba que tú lo hicieras.

Teodora... – dijo en un susurro Candy.

Es un lindo nombre, así que desde hoy así se llamará.

Al reaccionar la rubia se dio cuenta de que su mente había evocado la hermosa yegua que montaba Terry en el colegio, lo que le había hecho decir el nombre del precioso ejemplar, pero Albert no lo sabía, por lo que dejo así las cosas, le ayudó a montar y él hizo lo propio en Air, partieron rumbo al hogar, era temprano y aunque no estaba demasiado lejos tardarían un poco en llegar.

Pasaba del mediodía cuando arribaron al hogar, los alrededores estaban en silencio, cosa que extrañó a la pareja, pero siguieron hasta llegar a la puerta, la chica bajo rápido de la yegua y entró, gritando.

¡Señorita Pony, hermana María!

¡Candy! – exclamó la Srita. Pony al escucharla y salió a su encuentro, ambas se abrazaron tiernamente, mientras unos hermosos ojos azules contemplaban la escena desde la puerta.

Pero hija, que alegría tenerte aquí, porque no nos avisaste.

Porque ni yo misma lo sabía Srita. Pony, además, quería darle una sorpresa.

Y me la has dado hija, me alegra verte con bien, mhmhmh... demasidado delgada, pero eso se arreglará en cuanto comas un poco, Señor Andrew, que gusto verlo nuevamente, no pensé que regresaría tan pronto.

Buenas tardes Srita. Pony, el gusto es mío – saludo gentilmente él.

Pero pasen, deben tener hambre, les calentare algo rico en este instante – decía al tiempo que se dirigía a la cocina, al tiempo que los jóvenes la seguían.

¿Y dónde están los chicos y la hermana María? – preguntaba con un tono triste en su voz.

Oh, lo siento Candy, ellos estarán unos días en el rancho de Tom, los invito unos días, ya les había preparado las habitaciones necesarias y la hermana María se fue con ellos, como el hogar no se puede quedar solo decidí quedarme.

Bueno, aún tendré algunos días para verlos – sonrió mientras ayudaba a poner la mesa.

Comieron ávidamente pues la cabalgata los había dejado hambrientos.

Señorita Pony, a nombre de Candy quiero hacerle entrega de esto – dijo Albert una vez que se encontraban tomando café.

Pero de que se trata, mmhh veamos... Dios mío!, no lo puedo creer... muchas gracias hija, señor Andrew. A los niños les hará muy feliz esta noticia.

Candy miraba con extrañeza a Albert quien sólo le guiñó un ojo. El obsequio eran los papeles que acreditaban a la Srita. Pony y a la hermana María como propietarias legales del Hogar y sus alrededores, incluida la colina, cosa que a nuestra pecosa le lleno de alegría, habían pasado un rato muy agradable, por lo que a Candy sólo le restaba saludar al padre árbol, sin pensarlo, se dirigió hasta el. Subió tan rápido como pudo y se sentó en lo alto, mientras el frio viento jugaba con sus cabellos, desde el pie de la colina, la observaban con alegría y detenimiento.

¿Usted sabe que le ha pasado a Candy Señor?

No Srita. Pony, ayer que llegó la vi distinta, le ha vuelto ese hermoso brillo a sus ojos y se le ve tranquila, cosa que hace mucho tiempo no demostraba, pero a quien o lo que lo haya logrado se lo agradezco infinitamente.

Y siguieron observándola por un largo rato, mientras ella seguía absorta en sus pensamientos, decidiendo tal vez su futuro próximo o sólo disfrutando de la paz y tranquilidad que brinda el amor del ser amado...

... Continuara ...

** Un agradecimiento especial a mis amigas Karem y Maryluz por haberme dado ideas para el desarrollo de este capítulo y por todo su apoyo. **

Gracias a todas las que lo siguen y a quienes lo leen en el anonimato.

Besos, nos leemos en el siguiente.