Aún en la distancia

Por: Lily Ramírez

Parte VII

Mientras el tren se aproximaba a su destino, ella no podía evitar el recordar un viaje anterior, llena de sueños e ilusiones se dirigía en aquella ocasión, igual que ahora, pero con la diferencia de que esta vez todo sería diferente, su corazón palpitaba por la emoción de volverlo a ver, su nombre lo pronunciaba a cada instante, los suspiros de la joven hacían sonreír a su acompañante, quien la observaba gentilmente, dichosa de ver que la felicidad que le fuese negada a su retoño por fin esta joven rubia de ojos expresivos le otorgaría.

El viaje parecía eterno, ella no veía el momento de que esos fuertes brazos la estrecharan, el rubor teñía sus mejillas cada vez que a su mente acudía el recuerdo de esa hermosa navidad pasada a su lado, la magnífica velada y sus labios sobre los de ella. Estaba embelesada en sus recuerdos, tanto que no se percató cuando el tren se estaba deteniendo.

Candy, querida, hemos llegado.

Eh, oh lo siento, no me percate de eso, enseguida estoy lista.

Lo sé, todo el camino ha sido igual – reía de buena gana Eleanor mientras ella se ruborizaba sobremanera.

Ambas damas se dirigieron a la salida del tren, Nancy las esperaba, pero ellas aparte esperaban a alguien más, poco a poco el andén se iba quedando vacío, Candy sintió como alguien la abrazaba por la espalda, sonrió y lentamente volteó.

Sabía que vendrías.

¿De verdad pecosa?

Claro que sí, no sabes cómo te extrañe.

Yo también – dicho esto la estrecho contra él y la besó apasionadamente, olvidándose por completo de que estaban en un lugar público, ella le correspondió de la misma forma.

Tras unos minutos de intimidad, Terry reparó en su madre, a quien abrazó efusivamente, lo mismo que a Nancy, minutos después abordaron el auto del joven. Mientras que el equipaje era llevado en el coche que enviase Albert, mismo que estaría a las órdenes de Candy.

Supongo que el viaje las dejo exhaustas.

Así es hijo, pero quien no creo que lo sienta así es tu novia, pues todo el trayecto se la pasó pensando en ti, mira que ni se acordaba que estaba de viaje.

Él sólo le dirigió una mirada amorosa a Candy mientras ella se ponía roja. La casa de la actriz estaba muy retirada de la estación, tardaron aproximadamente 45 minutos en llegar, mientras las damas conversaban de la ciudad y sus cambios, él buscaba la forma de que su enojo no lo dominara, había hecho esfuerzos enormes por darles un buen recibimiento, sobre todo a su pecosa, lo había conseguido, pero necesitaba hablar a solas con ella, aunque su confianza era plena, no quería que nada empañara su relación ahora, si tan sólo el tren hubiese llegado antes, aún le habrían encontrado sumamente enojado, pero le había bastado ver esos ojos verde esmeralda para que su enojo aminorara.

Llegaron a su destino, donde Nancy acostumbrada al trabajo se fue directo a la cocina a disponer lo que sería el desayuno de la actriz y los jóvenes. Eleanor le mostro sonriente la casa a ambos, era una mansión muy hermosa, alejada del bullicio de la gran manzana, muy cercana a New Jersey, en la sala el color predominante era el blanco, había un piano en una de las esquinas y un cuadro precioso donde la actriz contaría con escasos 25 años, a su derecha una pintura de ella con Terry, quien al verla se sorprendió, hacía tanto tiempo que no ponía atención en las cosas de aquella mansión.

¿Cuándo hicieron esa pintura?

En realidad la hicieron cuando Terry recién iniciaba su carrera como actor, el pintor se basó en una fotografía que logre obtener del despacho de Robert y nos unió en ese cuadro. ¿No es precioso?

Muy bello madre, pero ojala pronto podamos estar realmente juntos para que nos pinten.

Excelente idea Terry, yo te hare reír para que no salgas tan buen mozo.

Ah sí, pues déjeme decirle señorita que a usted no le irá mucho mejor, pues a usted también la pintaran, eso ya está arreglado.

¿De verdad?

Aunque pensándolo bien no sé si haya alguien tan atrevido como para dibujar sólo pecas – decía mientras las risas se apoderaban de la habitación.

La mesa está lista – fue la gentil voz de Nancy .

Todos platicaron en el almuerzo, posteriormente se fueron a descansar, ya que Candy debía presentarse al hospital al día siguiente, además él tenía ensayo por lo que acordaron verse hasta el anochecer, fue así como una nueva vida en Nueva York daba inicio.

La tarde sorprendió a la pecosa dormida, luego de haberse duchado se había recostado, según ella solo serían unos minutos, pero el cansancio fue superior esta vez, la habitación que le habían acondicionado era simplemente bellísima, el papel tapiz rosado con motivos dorados le daban un aire cálido y señorial, su cama tenía dosel y velos colgaban a su alrededor, mismos que le daban un aire mágico que a ella le fascino, la esencia a rosas que flotaba en el ambiente provenía de un hermoso arreglo que Terry le había hecho llegar, cual gatita perezosa se estiró y posteriormente se levantó, cuando estaba punto de arreglarse hizo su entrada una doncella, muy joven y tímida.

Buenas tardes señorita, mi nombre es Miranda y estoy aquí para atenderla.

Hola Miranda, buenas tardes, pero no hay necesidad, yo puedo arreglarme sola, puedes retirarte.

Oh no señorita, no me diga eso por favor, la señora Elroy me dijo de su costumbre de vestirse pero me dijo que ese sería mi trabajo en esta casa, sino me deja ayudarle me despedirán.

Está bien Miranda, está bien – respiró ella resignada – veamos, ¿qué me pondré para la cena?

Que le parece este vestido, es sencillo, elegante pero sobre todo muy bonito.

De acuerdo Miranda, solo espero que mi cabello no te desespere - dijo al tiempo que le guiñaba un ojo.

Era extraño el cambio que estaba viviendo, además, se dio cuenta que aunque no estuviera cerca de la tía abuela, ésta si lo estaba, y como de costumbre, haciéndola sentir que fuese donde fuese, el apellido Andrew tenía que llevarlo con orgullo, y claro está, para eso tendría que contar con la ayuda de aquella joven.

Buenas noches hija, luces preciosa.

Buenas noches Eleanor, usted también luce bellísima.

Vamos, el caballero espera impaciente.

¿Terry ha llegado?

Sí, terminaron temprano el ensayo y lleva buena parte de la tarde aquí.

Qué pena, y yo dormida.

Tranquilízate, él sabe que estábamos cansadas.

La verdad es que sí, pero ya me siento mucho mejor.

Ambas damas bajaron la amplia escalera, la actriz sostenida del brazo de la joven, al oír las risas Terry se había acercado a recibirlas y ambas llegaron a la sala de su brazo. Donde como siempre, la armonía y alegría reinaba cuando estaban reunidos, la actriz los dejo solos unos momentos con el pretexto de ir a ver la cena, por lo que él aprovecho el momento.

Oye pecosa, hay algo que quiero preguntarte.

Si, dime.

¿Me amas?

¿Lo dudas?

Solo respóndeme, ¿si?

Está bien, si, Te Amo.

Dime, ¿quién es Armand Kenneth?

Armand, bueno, es sólo un gran amigo.

Y dime, ¿desde cuándo tus amigos te toman de la mano para caminar contigo?

Ella no sabía de qué hablaba, por lo que no sabía que responder.

No me respondes, vaya, debo entonces creer en la estupidez que publicaron los diarios hoy, o tienes alguna explicación para esto – dijo perdiendo un poco la cabeza al tiempo que le mostraba el periódico y se encaminaba al amplio ventanal.

Ella leyó la nota completa, sin inmutarse, luego, con una sonrisa se levantó y llego a él, tomo sus manos, se alzó de puntitas y besó sus labios, él reaccionó atrayéndola hacia sí tomándola fuertemente, deleitándose con el néctar que probaba nuevamente, momentos después, ella se liberaba suavemente de sus labios y comenzaba su explicación.

¿Viste detalladamente la foto?

Sí.

Entonces no entiendo tu molestia, mira, para empezar en ese evento me acompañaban Albert, la tia Elroy y Armand, entonces Eliza comenzó a molestarme y fue cuando Armand me tomo la mano, aparecimos juntos en esta otra foto que fue tomada al momento de llegar al teatro, pero no posamos ni dimos declaraciones sobre eso, además señor observador si usted se fija un poquito en el anillo que luzco en mi mano, se dará cuenta de que anillo se trata.

Él tomó nuevamente el periódico, reviso la fotografía, efectivamente, se trataba del anillo que él le obsequiase en diciembre, por lo cual no pudo menos que sentirse un tonto.

Perdóname amor, pero es que sentí tanta rabia de verte al lado de otro hombre, más aún con ese escandaloso anuncio.

Eres un tonto.

Lo sé, ¿me perdonas?

Mhmhmh, no lo sé, tal vez.

Él volvió a besarla y luego empezó a besarle el cuello.

Está bien, está bien, te perdono, pero no me hagas cosquillas.

Resuelto todo malentendido, pasaron al comedor y posteriormente se fueron todos a descansar.

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La mañana llegó y con ella la nueva vida de la rubia, quien fue escoltada por Terry a su nuevo lugar de trabajo, prometiendo pasar por ella a la salida. Dejando al chofer de Candy a disposición de la actriz, a excepción de aquellos días en los que él no pudiese ir por ella.

El hospital al que había sido enviada Candy era uno de los más capacitados para la atención de los heridos de guerra, gracias a la cercanía de la gran manzana, en cuyo puerto anclaban los barcos, había médicos y enfermeras que habían prestado servicio en la guerra, misma que había finalizado apenas unos 3 meses atrás, los estragos causados a partir de esto eran muchísimos.

Por los pasillos la gente hablaba, todos recordaban los fatales hechos y recordaban lo que ahora conocemos como la Primera Guerra Mundial, que fue un conflicto militar que comenzó el 28 de julio de 1914 como un enfrentamiento localizado en el Imperio Austro-Húngaro y Serbia; se transformó en un enfrentamiento armado a escala europea cuando la declaración de guerra austro-húngara se extendió a Rusia el 1 de agosto de 1914; y finalmente pasó a ser una guerra mundial, en la que participaron 32 naciones, finalizada en 1918. Veintiocho de ellas, denominadas 'aliadas' o 'potencias asociadas' y entre las que se encontraban Gran Bretaña, Francia, Rusia, Italia y Estados Unidos, lucharon contra la coalición de los llamados Imperios Centrales, integrada por Alemania, Austria-Hungría, el Imperio otomano y Bulgaria. La causa inmediata del inicio de las hostilidades entre Austria-Hungría y Serbia fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, heredero del trono austro-húngaro, cometido en Sarajevo (Bosnia, entonces parte del Imperio Austro-Húngaro; en la actualidad Bosnia-Herzegovina) el 28 de junio de 1914 por el nacionalista serbio Gavrilo Princip. No obstante, las causas profundas del conflicto remiten a la historia europea del siglo XIX, concretamente a las tendencias económicas y políticas que imperaron en Europa desde 1871, año en el fue fundado y emergió como gran potencia el II Imperio Alemán. Los primeros meses de 1918 no resultaron favorables para las potencias aliadas. Rusia firmó el 3 de marzo la Paz de Brest-Litovsk, por la que se ponía fin oficialmente a la guerra entre esta nación y los Imperios Centrales; el 7 de mayo Rumania firmó el Tratado de Bucarest, según el cual debía ceder la región de Dobrudja a Bulgaria, los pasos de la cordillera de los Cárpatos a Austria-Hungría y conceder a Alemania un arrendamiento a largo plazo de los pozos de petróleo rumanos.

Después de la finalización de la guerra había muchos heridos en los hospitales de Europa, mismos que estaban enviando a su país de origen a los soldados, la mayoría heridos, ya que la guerra en el frente occidental había sido oficialmente terminadas el día 11 de Noviembre de 1918, por lo que las labores aún eran arduas y el trabajo por hacer demasiado, por lo mismo ella tendría que capacitarse y prestar ayuda si lo requiriesen en otra áreas, serían los 3 meses más arduos de trabajo para ella, mismos que empezaron a contar en el preciso momento en que llegó al hospital.Buenos días señorita Andrew, empezara a capacitarse en lo que nos es más urgente, el área de traumatología, sabemos que usted tiene especialización en cirugías por lo que no le será difícil acostumbrarse a este tipo de pacientes, esto más que un curso intensivo de lo que le hayan dicho es una requisición de personal que obviamente adquirirá mayores conocimientos, si usted pensaba llegar y acudir a un aula y tomar dictados me temo que se ha equivocado, aquí todo el conocimiento lo obtendrá en la práctica, su entrada será a las 6 de la mañana y si el tiempo lo permite podrá disponer de un día libre, mismo que no será fijo, alguna pregunta?

Si señora, ¿cuál es su nombre? – pregunto ella con una sonrisa.

Ante este gesto la jefa no tuvo más opción que sonreírle también y decirle que se llamaba Joan McCarter, pero que no perdieran tiempo en formalismos había muchísimo trabajo.

De este modo la rubia comenzó a laborar en el hospital general.

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Mientras tanto en Chicago las cosas marchaban a su ritmo habitual para los miembros de la familia Andrew, era a veces demasiado monótono por lo que la Tia Abuela había decidido organizar una fiesta en honor a la familia Randolf, misma que se había trasladado desde Inglaterra tras el inicio del conflicto en Europa, descendían directamente de lo más alto en la nobleza británica, pero no conservaban los títulos debido a que la sobrina de la reyna (Danielle) había optado por casarse con un progresista industrial a seguir en la aristocracia, por lo cual a pesar del disgusto de la familia real no pudieron desconocerla pues su elección no había sido del todo herrada, al evento de los Andrew acudieron las familias más renombradas, los invitados de honor habían llegado con una puntualidad precisa.

Es un honor recibir a tan noble familia en nuestra casa – decía aduladora la tía abuela mientras hacía una reverencia.

El honor es nuestro Sra. Elroy, gracias por su amabilidad – fue la respuesta de Edward Randolf.

Poco a poco en la mansión los invitados habían arribado, Annie acompañaba a la tía abuela en representación de la parte femenina de la familia, pues Candy se encontraba en Nueva York y a ella le correspondía entonces hacer de anfitriona como prometida de uno de los herederos.

La señorita Annie Britter, prometida de mi nieto Archibald Cornwell.

Señorita a sus pies – respondía galante el señor - Ellas son mi esposa la señora Danielle y mi hija Elizabeth.

Encantada de saludarles y recibirlos aquí, pasen por favor.

Luego de los protocolos correspondientes los festejados se adentraron en la fiesta, a su paso iban siendo presentados por Elroy a los demás asistentes al evento, las damas Randolf provocaban que todas las miradas se detuvieran a observarlas, ambas poseían una belleza poco particular, de tez blanca y cabello castaño, la madre tenía los ojos cafés y una dulzura que irradiaba por ellos, era muy amable y de apariencia agradable, como digna descendiente de la reyna. Elizabeth en cambio tenía destellos rojizos en el cabello, totalmente lacio el cual llevaba levantado en alto, sus ojos grises brillaban con luz propia, eran iguales a los de su padre, de mirada decidida e impetuosa, contrario a su madre ella era una persona caprichosa, acostumbrada a que sus órdenes se cumplieran en el momento preciso de desearlo.

El patriarca de la familia aún no hacía acto de presencia, cosa que tenía inquieta a la tía, temiendo que en el último momento decidiera no asistir, pero lo excusaba diciendo que estaban en reunión de negocios, en parte era cierto, pero Archie había arribado a la mansión hacía poco más de una media hora.

Eran las 10 de la noche cuando el rubio de ojos azules llegó a la fiesta, enseguida fue abordado por caballeros por lo que tardo un poco en llegar a saludar a la familia, en ese momento la Tía Elroy subió al 3er. escalón de la escalinata de aquel salón y comenzó su discurso, tras 10 minutos el baile inicio.

William, que alegría que te hayas desocupado a tiempo, los señores Randolf y su hija Elizabeth.

Señor, señora ofrezco una disculpa por el retraso – galantemente besó la mano de la dama y estrecho la del caballero, al llegar a la señorita – un verdadero placer tenerla entre nosotros señorita.

Muchas gracias Sir William, créame que el placer es nuestro – dijo con la mirada brillante y sin soltarle la mano.

Si su padre me lo permite quisiera invitarle a bailar.

Adelante jóvenes, la noche apenas empieza, diviértanse – fue la respuesta de él.

La velada estaba transcurriendo de lo más normal, casi llegaba al término cuando Elizabeth le pidió a Albert salir a tomar un poco de aire, caminaron por la terraza y llegaron al jardín, él estaba fascinado con la chica, pero como ante todo era un caballero se estaba comportando como tal, ella en cambio se sabía bella y gustaba de ser admirada por los hombres, jamás hacía algo indebido pero su forma de ser coqueta le era natural, platicaron un rato y cuando iban a regresar al salón ella sorpresivamente detuvo su paso, se puso delante de él y lo besó, al principio la sorpresa no lo dejaron responder al beso, pero conforme ella continuaba el embrujo de sus labios rojos terminaron seduciéndolo, el momento se prolongó y sin que él lo esperase ella se desprendió de sus labios, lo miro, le sonrió y se alejó diciendo.

Mañana a las 8 en mi casa Sir William.

Él apenas y pudo esbozar una sonrisa, aún incrédulo de lo que acababa de ocurrir. Le habían robado un beso, y no conforme con eso lo habían dejado sin dejarle decir nada. Por la noche no pudo conciliar el sueño y al día siguiente cumplió con su cita como buen caballero.

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En Nueva York todo parecía marchar normalmente, en el hospital el trabajo siempre era demasiado, 1 mes había transcurrido desde su llegada y no había tenido un solo día de descanso completo, pero eso no le importaba demasiado, la relación con Terry iba mejor que nunca, él muchacho había demostrado que sería un excelente compañero, pues durante todo ese tiempo se había preocupado por llevarla y traerla diariamente del hospital, compartían una hora a lo más y luego ella se retiraba a descansar, él había acoplado su horario de forma que le permitiese estar el mayor tiempo posible a su lado, la actriz estaba encantada de tener a la rubia en su casa, pues la llenaba de luz, sonrisas y armonía, además disfrutaba de la compañía de su hijo diariamente, aquella hermosa mañana de marzo estaba dando la bienvenida a la primavera, por fin un día completo de descanso, ella nunca se quejaba pero su cuerpo si había empezado a resentir lo poco que había estado en reposo y calma.

Buenos días pecosa.

Terry!, buenos días, ¿qué haces levantado a estas horas?

Mhmhm, bueno, a pesar de que madrugo igual que tu yo regreso a descansar un rato más, ah y no es tan temprano son las 9 de la mañana, así que levántate, es un día precioso.

Ella se estiro cuan larga era mientras unos ojos azules divertidos no perdían detalle, posteriormente abandonó la habitación, él se había quedado la noche anterior ahí a sabiendas que podría tenerla para él solamente, por si fuera poco, ese día no había representación, así que había planeado un almuerzo en el jardín con su madre y con ella, posteriormente se irían a pasear.

Buenos días Eleanor.

Candy buenos días, siéntate, te esperábamos.

Que bien huele.

Bueno, alguien por ahí me dijo que te encantaban los panecillos y Nancy preparó algunos especialmente para ti.

Muchísimas gracias, a propósito, Albert envió una carta avisando que la familia Andrew estará en Nueva York en dos meses más, pues tienen negocios que cerrar además de un evento al cual asistir, espero que ese día no me toque guardia nocturna o no podré ir.

Pero Candy, aún falta muchísimo tiempo para que eso pase, no te adelantes – repuso él mientras colocaba su mano sobre la de ella en un gesto amoroso.

Sí pero, es que hay algo más, me enviaran al mar, en uno de los barcos que están anclados haciendo de hospital ambulante, estaré por tiempo indefinido allá, aún son muchos los heridos que están siendo enviados aquí.

Es una verdadera fortuna que todo esto haya terminado – dijo la actriz de forma sincera – te admiro por eso hija, no todas las jovencitas son capaces de brindarse así a los demás.

No diga esas cosas, la verdad es que es muy poco lo que podemos hacer en ocasiones, no sabe la impotencia que se siente cuando una vida se extingue, pero lo hacemos de corazón aunque a veces parezca que muchas de nosotras no nos sensibilizamos ante el dolor, la verdad es que sufrimos tanto como los familiares de todos ellos. Más aun sabiendo la cantidad de vidas perdidas en esa tonta guerra.

Bueno bellas damas, no es momento de ponerse tristes, ¿que les parece si terminamos de almorzar? – interrumpió él al ver como el recuerdo de Stear llegaba a la mente de su novia.

De ese modo retomaron temas triviales, la actriz les comentaba de sus planes para empezar una obra de un escritor desconocido, aún no leía el libreto pero al parecer al director ya lo había convencido, faltaba que ella lo estudiase y aceptase protagonizarlo. Aunque por el momento se sentía contenta de la vida que estaba disfrutando.

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La tibieza de los rayos del sol sobre su rostro le traía recuerdos de su infancia, el auto avanzaba a velocidad moderada, él maravillado de ver como los reflejos del sol daban un aspecto diferente en los rizos de su amada, al mismo tiempo que las pecas se hacían más notorias, ella se había quitado el sombrero y disfrutaba también del aire que acariciaba su rostro, realmente contenta de estar disfrutando aquel momento.

El paseo lo iniciaron recorriendo unas dulcerías, pues ella quería enviarle algunos a los niños del hogar, después salieron a donde él deseaba llevarla, todo el camino la pasaron entre risas y charla, poco a poco el bullicio de la ciudad había quedado atrás dando espacio a una parte desconocida por ella, donde parecía que la naturaleza se había quedado adueñada de aquellas tierras que se revestían de colores en ese día, abriendo sus brazos para recibir el sol, diez minutos más y llegaron a una extensa propiedad que se extendía ante sus ojos, una casa se estaba levantando en aquel lugar, una saliente revestida de verde prado le daba un aspecto campirano y fresco, difícil de creer en medio del barullo de aquella gran ciudad, la casa en cuestión contaría con dos plantas, la fachada estaba casi terminada, pero se veía que los trabajadores estaban a marchas forzadas, pareciera que el capricho del dueño era que se terminara en el menor tiempo posible, ella se quedó maravillada ante eso, el auto se apeó y él la ayudó a descender, llegaron hasta la saliente, en donde pequeñas florecitas llenaban de colorido el lugar, tendieron la manta y colocaron una sombrilla que los cubriera de los rayos del sol, se sentaron a disfrutar del paisaje, en silencio.

Silencio delicioso que embargaba sus sentidos, silencio interrumpido a veces por la brisa traviesa del invierno que se alejaba, luego de ese instante compartido, el silencio fue interrumpido por la suave voz de él.

Sabes, pareciese como si la vida me recompensara al fin de todas las amarguras vividas, me siento completo, feliz, pero aún falta algo que me hará sentir pleno.

Qué es lo que te falta Terry?

Él se incorporó de súbito y se dirigió al auto, regreso a los breves segundos y poniendo una rodilla en el piso tomo su mano derecha. La ocasión ideal para pedirle matrimonio se había presentado.

Candice White Andrew, ¿aceptas comprometerte con este loco que te ama desde lo más profundo de su ser?

Las lágrimas se agolparon en sus ojos, pero no llegaban a salir, sonrió nerviosamente mientras por su cuerpo pequeñas descargas se sentían, a él le parecía eterno el momento en que respondiese.

Sí, sí, si y mil veces sí, acepto ser tu esposa.

En ese momento las lágrimas corrieron libremente pues el deslizó el anillo que sellaba aquella petición, sus labios se unieron y el tierno abrazo que compartieron era maravilloso, a ella le parecía increíble que aquello estuviese pasando, el momento se alargó un poco más mientras él secaba sus lágrimas.

No quiero que vuelvas a llorar más. Este es un día especial y como tal debemos vivirlo, además, un compromiso debe sellarse no solo con el anillo.

¿A qué te refieres?

Espera y lo verás.

De la canasta que habían llevado con los alimentos, sacó una botella de vino y un par de copas, descorchó la botella y vertió su contenido en ambas copas, dejándolas a la mitad.

Por nuestro enlace Candy.

Por nosotros mi amor.

Las copas chocaron y entrecruzando sus brazos bebieron el líquido.

Dime pecosa, ¿qué te parece esa construcción?

Es preciosa, el dueño debe tener un gusto exquisito por la forma en que la están construyendo.

¿Tú crees?

Si, además la propiedad es hermosa y extensa.

¿Quieres verla por dentro?

Pero Terry, el dueño podría molestarse.

Mhmhm, tal vez sí, tal vez no, que te parece si vamos a verla y si está el dueño le pedimos su autorización.

Ella lo acompañó sin estar totalmente convencida, al llegar se sorprendió primero de que nadie les dijera nada, posteriormente al adentrarse se sorprendió aún más viendo los acabados que tenía lo que sería el recibidor, habían ya levantado la chimenea que calentaría la sala de aquel hogar. Estaba fascinada, pero más fascinado estaba Terry al observar el brillo de sus ojos con cada detalle que observaba.

¿Te gusta?

Oh, sí, es preciosa, será muy acogedora.

Ya lo creo que sí, ven, vayamos arriba.

¿No crees que se molesten?

No nos han dicho nada, así que acompáñame.

Subieron y encontraron 5 puertas que conducían a diferentes habitaciones, la alcoba principal estaba al lado derecho, al entrar ella la recorrió con la mirada, temerosa aún de estar irrumpiendo una propiedad privada, pero el brazo de él la animó a continuar, las paredes estaban aún sin acabar, era espaciosa, muy iluminada, con dos balcones, uno que daba a lo que sería el jardín y contaba además con una pequeña terraza y el otro daba a la saliente en donde ellos se habían comprometido.

Al llegar a la terraza, ella se acercó al borde, él la rodeó por la cintura y susurrándole al oído le dijo.

¿Te gusta, que te parece tu nuevo hogar?

Ella se giró quedando de frente a él.

¿Mi hogar?, ¿Quieres decir que esta será nuestra casa?

Mhmh.

Terry, esto es demasiado para mí, tu petición de matrimonio, la casa, todo, cuanto tiempo llevo soñando con ser tu esposa y ahora todo es tan rápido e inesperado.

No es demasiado, es lo justo, eres la mujer de mi vida, a quien amo y no pienso separarme de ti nunca más.

Mi amor...

Aquella tarde no pudo ser menos maravillosa, revisaron a fondo cada detalle de la casa, ella empezó a hacer planes para cada habitación, disfrutaron la comida que llevaron en lo que en un futuro sería su comedor, ambos felices, terminaron su hermoso día de una forma sin igual, parados en aquella saliente mientras el ocaso se admiraba en todo su esplendor, él abrazándola por la espalda y ella sonriendo dulcemente, ambos disfrutando de la magia de aquel atardecer, mientras sus rostros eran acariciados por el viento.

µµµµµµµµµµµ

El tiempo continuo su marcha, la fecha en que los Andrew arribarían a Nueva York llegó, Terry fue a recibirlos, debido a que Candy se encontraba en alta mar a pesar de haber terminado sus tres meses de capacitación, Albert y George fueron los únicos que llegaron, pues la Tía Elroy se había quedado arreglando algunos asuntos todavía, llegaría dos días después, en compañía de Archie, Annie, Patty y una invitada de la Sra. Elroy. El joven actor saludo efusivamente a Albert, quien respondió de la misma forma. George iba a ser presentado pero el inglés lo saludó con mucha familiaridad, ellos se habían conocido en el colegio San Pablo, posteriormente se habían encontrado en varios lugares, todos se dirigieron a almorzar a un restaurant donde se pusieron al tanto de sus vidas, los que hablaron principalmente fueron los viejos amigos, posteriormente se despidieron para ir a la mansión que los Andrew tenían en la gran manzana, los negocios que tratarían no esperaban nada ni a nadie, por lo que de inmediato habían tenido que ponerse al día con su agenda, el joven actor por su parte fue a su ensayo.

Al llegar al teatro había un gran revuelo, él se preguntaba que estaría ocurriendo pero como en ese sentido seguía siendo el mismo prefirió no preguntar y se dirigía a su camerino cuando Robert Hataway lo intercepto.

Terry, tienes un segundo.

Si claro, ¿qué pasa?

Veo que no te has enterado, mira, hoy por la mañana Susana sufrió un accidente, no sé bien los detalles pero su madre murió, sentí mi deber informarte.

Si Robert, entiendo, que pena, ¿sabes en que hospital se encuentra?

Si, está en el St. Joseph.

Gracias Robert, iré a verla en cuanto pueda.

Dentro de su camerino él se puso a hacer un recuento de todo lo que la madre de la actriz lo había atormentado, se sintió extraño pero por más que buscaba no hallaba una razón para guardarle rencor, por el contrario, le causaba pena que hubiese terminado de ese modo, era increíble, pero hasta eso había conseguido Candy, le había borrado el resentimiento acumulado hacia distintas personas a lo largo de su vida, sería posible acaso que también hubiese perdonado el abandono sufrido por su padre?, él lo dudaba, pero sólo el tiempo le daría la respuesta.

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Por fin llegó el día en el que Candy volvería a tierra, más de un mes se había pasado en altamar, ya toda la familia Andrew se encontraba instalada en Nueva York. El evento que Albert le mencionase por carta estaba por celebrarse, así que no le quedaría mucho tiempo libre, ya que seguiría colaborando en el hospital por tiempo indefinido, mientras se organizaban bien con el personal que contarían, Terry no pudo ir a recibirla, ya que ella llegaría un tanto tarde y él tenía presentación, ella lo sabía por lo que estaba dispuesta a esperar a su chofer, eran las 6 de la tarde cuando el carro con la insignia de la familia arribó al hospital y cuando se acercaba para abordar sonrió al percatarse de quien era el chofer.

Albert, que alegría verte – dijo al tiempo que se abalanzaba sobre él para abrazarlo.

Candy, que hermosa estas, parece que Nueva York te sienta muy bien – respondió cuando ella dejo de aprisionarlo.

Gracias, tú también luces muy bien, dime, que ha pasado contigo.

Hace tanto tiempo no.

Si Albert, muchísimo, tengo tantas cosas que platicarte, tanto que decirte.

Yo también pequeña, yo también.

Pero dime, como hiciste para que todos esos hombres de negocios te dejaran un tiempo libre, no esperaba verte aquí.

Bueno, eso de ser jefe de la familia tiene sus ventajas sabes – le dijo guiñándole un ojo y poniendo en marcha el automóvil.

¿Ya has visto a Terry y su madre?

Oh si, de hecho, mañana están invitados a cenar en casa, la Tía Abuela ha pedido que vayas, la hace para agasajarte ¿sabes?

Aun no me hago a la idea de llevarnos bien, es extraño, siempre quise acercarme a ella, pero ahora no sé cómo mantener nuestra relación.

Sigue siendo como hasta ahora, no tienes que hacer nada especial.

La conversación siguió su curso mientras llegaban a la casa de la actriz, quien ya tenía preparado el atuendo que luciría su "hija", como cariñosamente le decía, a sabiendas de que el tiempo sería muy corto, pues al día siguiente también irían al teatro y posteriormente a la cena en la mansión de la familia Andrew, quienes también acudirían a ver la obra de Otelo, por invitación especial del protagonista, mismo que esperaba ver ahí a su prometida, puesto que estaría demasiado ocupado para ir a verla durante el día.

Ya hemos llegado, pasa Albert, quieres un té o un café.

Que te parece si mejor aceptas salir a cenar conmigo esta noche. Sé que estas muy cansada y que quizá prefieras dormir, pero me encantaría seguir conversando.

Por supuesto que sí Albert, sólo déjame le aviso a Eleanor, me mudo esta ropa y enseguida bajo.

Corría escaleras arriba cuando se topó con la actriz.

Bienvenida a casa nuevamente Candy.

Gracias Eleanor, sabe, sé que no he estado mucho tiempo en casa pero, Albert me invito a cenar y hace tanto tiempo que no nos vemos y...

Tranquila Candy, ya sabía que saldrías a cenar, el mismo Terry me lo comunico, supuso que sería lo más lógico luego de no haber visto a tu padre durante tanto tiempo.

¿Mi padre?

Eso es legalmente el Sr. Andrew, así que relájate, Miranda ya tiene listo el baño para que te refresques un poco antes de salir, yo atenderé mientras tanto al caballero.

Muchísimas gracias.

Diciendo esto entró a su habitación y como si no hubiese estado tanto tiempo trabajando, se arregló y renovó fuerzas para la velada, misma que pintaba para ser divertida.

Llegaron a un lugar muy bonito, lejano a ser ostentoso, de ambiente cálido y excelente comida, estaba en la parte de New Jersey, Albert había pensado que sería mejor un lugar donde no se encontrara gente de negocios para poder estar tranquilos, tenían tanto de que hablar, al momento de su arribo más de una mirada se desvió a observar a tan singular pareja, las murmuraciones no se hicieron esperar pues a pesar de todo el patriarca era conocido a lo largo y ancho del país, de la rubia no sabían nada, pues ella jamás aparecía en público por lo que empezaron a hacer suposiciones equivocadas, él había hecho reservación en un saloncito privado donde un trío de violines tocaron durante la cena. Ya en la sobremesa empezaron a ponerse al tanto de sus vidas.

¿De verdad eso hizo la Srita. Randolf?, jajajajajaja – reía divertida luego de haber escuchado como él le contaba de su primer encuentro con Elizabeth Randolf.

No es gracioso Candy, bueno, si lo fue, pero estoy muy confundido, a veces es una persona tan dulce y otra tan terriblemente caprichosa, creo que no llegaríamos muy lejos de intentar una relación amorosa.

Pero Albert, es que es muy joven, debes entenderla, quizá con el tiempo...

Eso es precisamente lo que no tengo pequeña, tiempo, cada vez me siento más viejo.

Pero que cosas dices, si estás muy joven aún, a tus 26 años no se es viejo, yo más bien diría que estas en el punto exacto, eres guapo, inteligente, dulce, comprensivo, un caballero, galante, todo lo que una mujer puede pedir.

Candy – exclamaba el sumamente ruborizado ante tales palabras – no exageres.

Es la verdad, más bien pienso que tienes miedo a enamorarte, sí señor, eso debe ser, o acaso te has enamorado alguna vez, a ver, quiero saber.

Él cerró los ojos evocando recuerdos lejanos, fantasías escondidas en lo más profundo de su ser. Respiro profundamente y se dispuso a contestar.

Bueno, si he estado enamorado, de hecho hasta antes de conocer a Elizabeth estaba enamorado, pero fije mi atención en alguien que a pesar de ser la luz para mí, el calor de mi cuerpo, la llama de mi ser, el alba que iluminaba cada una de mis mañanas no me correspondía, ella jamás se enteró de mis sentimientos y yo nunca hice nada por demostrárselos, era difícil sabes, pero su felicidad era otra persona.

Albert, jamás pensé que estuvieras pasando por algo así – tomaba entre sus manos la mano derecha de él – porque nunca me contaste sobre esto, quizá yo te hubiese ayudado.

No te preocupes, eso ya paso, además, si yo mismo no sabía que hacer dudo mucho que tú me pudieses ayudar, pero sabes, fue una de las etapas más bellas de mi vida.

Pero, ¿entonces? No comprendo.

No trates de entenderlo pequeña, ahora lo que me preocupa es otra situación, que no sé exactamente cómo manejar.

Te escucho.

Así se enfrascaron nuevamente en una nueva conversación, la charla se extendió por horas y horas, viendo lo tarde que era prefirieron marcharse, al llegar a su destino se dirigieron a la sala donde continuaron conversando, acompañados de una buena jarra de té, el amanecer los sorprendió platicando, ella se apenó muchísimo pues pensó que él tendría algún compromiso, pero él la tranquilizó diciéndole que estaba bien, que no tenía nada pendiente, ya que su agenda la había completado por esa semana, ella misma le preparó la recamara de huéspedes y lo obligó a dormir, lo mismo que hizo ella.

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Él se había quedado profundamente dormido, olvidándose por completo que estaba en casa de la actriz, la rubia por su parte dormía placenteramente, el mediodía llegó y con él el despertar, a ella la inundaba el olor a rosas, por un momento pensó que seguía durmiendo, pero el sonido de su estómago le dijo lo contrario, al incorporarse se percató de la cantidad de rosas que había colocadas por todas partes en su habitación, un precioso arreglo situado en la mesa de su recamara con una nota al pie le dibujo una hermosa sonrisa.

"Pequeña pecosa, bienvenida a casa"

Te amo.

Terry.

Ella estaba feliz, iba a mudarse de ropa pero la siempre atenta Miranda ya le tenía todo listo, por lo que se duchó rápidamente y se arregló, recordó que tenía un invitado y no le había avisado a Eleanor, por lo que tan pronto como pudo se dirigió al jardín, donde la actriz se encontraba.

Hija, ¿cómo te fue?

Muy bien Eleanor, gracias, pero hay algo que necesito decirle, sabe, anoche, mejor dicho en la mañana invite a Albert a quedarse aquí, era demasiado temprano y a la vez tarde para que se fuera, así que le dispuse una de las habitaciones, espero que no le moleste.

Pero Candy, sabes muy bien que esta es tu casa, así que siéntete en libertad de disponer de lo que hay aquí.

Muchísimas gracias.

Nada de gracias, vamos almuerza.

Durante todo el día se la pasaron conversando, Albert tan pronto como se despertó y comió algo se fue a la mansión, pues no le había avisado a nadie y pensó que se preocuparían, el día pasó rápido y la hora de irse al teatro llegó, la actriz y Candy llegaron juntas, Albert y los demás ya se encontraban ahí, las amigas se saludaron efusivamente al reencontrarse, la Tía Elroy optó por conversar con la actriz, de ese modo inició aquella velada.

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La representación de Terry fue magistral, aún y que la obra estaba por llegar al final de la temporada el teatro estaba totalmente lleno, no en vano se cotizaba como uno de los mejores actores, al finalizar la obra, Candy no aguanto más y se fue a buscarlo a su camerino, escabulléndose de la tía y los demás, sólo Eleanor y Albert sabían lo que haría, sin necesidad de haberle preguntado.

Te doy un beso si me dejas quitarte el maquillaje.

Candy, mi amor, que sorpresa, pensé que esperarías afuera con tu familia.

Y esperar todavía una eternidad más para poder besarte, claro que no.

Sus labios se unieron en un largo y apasionado beso, luego él le permitió ayudarlo a desmaquillarse, era la primera vez que ella hacia esto y le resulto divertido, posteriormente él se metió detrás de un biombo para mudarse de ropa, mientras tanto ella le había acercado la ropa que usaría para la cena, durante ese tiempo él le había contado lo sucedido con Susana, la rubia se apenó mucho y le pidió que la fuesen a visitar al día siguiente para ver si podían ayudarle en algo.

Sabes, te extrañe muchísimo, no quiero volver a separarme tanto tiempo de ti.

Yo también te extrañe Terry.

Casémonos mañana mismo, ¿quieres?

Que cosas dices, pero si la abuela Elroy lo acepta, nos casaremos, te parece.

Mmm, creo que entonces me tocara esperar, no es cierto.

Es lo más probable.

Minutos más tarde salieron juntos, ella apoyada en su brazo y el sonriéndole, mientras las miradas de sus compañeros los observaban a su paso, algunas de envidia hacia ella, algunas de admiración por su belleza. A él no le importaba que los vieran juntos, había aprendido a lidiar con los reporteros sin dejarles meterse en su vida privada, evitándoles al máximo y respondiendo únicamente cuestiones relacionadas a su vida profesional, se reunieron en la entrada con los demás para marcharse a la cena.

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Cuando todos estuvieron en la mansión llegaron las presentaciones formales, la Tía Abuela había pedido a Candy la acompañase un momento a la biblioteca, hablaron por espacio de 30 minutos para posteriormente salir, la rubia había salido con una sonrisa pero en su mente las ideas trabajaban a mil por hora. Todos se habían extrañado de esa intempestiva charla, pero conforme la hora de cenar se aproximaba los ánimos se tornaron más amenos y agradables, la anciana estaba complacida por aquella reunión, sobre todo de ver al patriarca en compañía de su huésped.

La invitada especial de la Sra. Elroy se trataba de Isabelle Prior, hija de un amigo de la familia y con quien la tía deseaba que Albert contrajera matrimonio, pues se había hablado al respecto con los padres de la damisela en cuestión, ella era alta, de tez apiñonada, cabello ondulado y unos ojos verdes bastante expresivos, muy dulce y gentil, totalmente opuesta a Elizabeth Randolf, misma que había hecho su arribo a la ciudad de Nueva York ese mismo día.

Madame, se encuentra en el recibidor la Sra. Randolf en compañía de su hija – anunció discretamente el mayordomo a la matriarca.

Hágalas pasar inmediatamente.

Danielle, Elizabeth, que gusto tenerlas con nosotros, porque no nos avisaron que vendrían.

Esperamos no causar molestias, pero mi hija y yo venimos de compras y no podíamos pasar desapercibida su estancia aquí.

No, no es molestia adelante por favor, hoy conocerán a mi nieta Candice.

El rostro de Albert no podía ser más evidente por la sorpresa de que hubiesen llegado las damas precisamente ese día a la reunión, aquello se estaba volviendo más bien una especie de mini evento que una reunión familiar.

William querido, no vas a saludar.

Oh si claro.

Él se acercó donde las damas, quienes fueron presentadas con Candy, Terry, Eleanor y por supuesto con Isabelle, ésta última observando detenidamente a la joven recién llegada, quien sin el mayor reparo se había colgado del brazo de Albert, cosa que no pasó desapercibida por los presentes.

Pasemos al comedor.

Bien, el motivo de esta cena es principalmente reunir a mis nietos, además de anunciarles la recepción que se dará el próximo sábado 7 de Mayo con motivo de la presentación en sociedad de Candice y por su cumpleaños número 21. Esperamos su presencia, así mismo como la de nuestras invitadas presentes hoy en nuestra mesa.

Todos sonrieron ante la expectativa de esa recepción, pues no era un evento común era la aceptación de Candy como miembro de la familia. La velada continúo sin contratiempos, sólo dos personas estaban a la expectativa de los movimientos que hacía cada una, Elizabeth e Isabelle, quienes desde ese momento se enfrascarían en una lucha por lograr el amor de Albert.

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Candy, por un momento pensé que estando tu familia aquí te mudarías con ellos – le dijo con un dejo de tristeza en su voz la actriz al estar ya en las habitaciones de la rubia.

No voy a mentirle Eleanor, esa era la idea de la abuela, cuando fuimos a platicar a la biblioteca, pero yo logré convencerla de que no era lo ideal, sólo estarán aquí un par de semanas más y yo aún no se cuánto tiempo más permaneceré aquí, también quería convencerme de hacer la presentación en Chicago pero debido a mi trabajo no puedo hacer ese tipo de viajes, fue una charla bastante complicada pero finalmente acepto con sus respectivas condiciones claro está, pero nada que no esté dentro de mis posibilidades cumplir – dijo guiñando un ojo al tiempo que acercándose a Eleanor y tomando sus manos le decía – además, usted es parte de mi familia y me quedaré aquí todo el tiempo que usted lo permita.

Hija – la abrazó ella feliz – entonces creo que deberé tramitar tu adopción.

Ambas rieron ante este comentario.

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Era increíble como el tiempo pasaba y la fecha de la presentación se acercaba, ella estaba ajena de cómo sería el evento, pues se había concentrado en el trabajo día y noche para tener esos días libres, como era su costumbre no había querido que el apellido de la familia fuera influencia, aún y cuando a la Sra. Elroy le seguía disgustando esto, se había hecho el propósito de ser tolerante con ella para que las cosas marcharan bien, por lo que la rubia había doblado turnos, sacrificando un poco a Terry y a ella misma, pero todo valía la pena, la fecha anunciada estaba llegando y ella había prometido estar en la mansión de los Andrew un día antes para que la Sra. Elroy la instruyera en cómo se harían las cosas y sobre todo en la vestimenta que luciría. Ella había acompañado a Terry a presentarle su pésame a Susana, a quien encontraron acompañada de su prometido y contrario a lo que pensaban estaba bastante bien.

El sábado llegó y en la casa el alboroto empezó desde temprano, desayunaron y cada uno se fue a terminar sus pendientes, Candy estaba feliz, por primera vez en su vida se encontraba contenta, la Srita. Pony y la hermana María le habían hecho llegar un presente a nombre del hogar de Pony y se disculpaban por no poderla acompañar, le deseaban felicidad y dicha, a ella sólo le quedaba algo pendiente por hacer ese día, por lo que encontró un momento para escabullirse de la casa y regresar sin que nadie sospechara nada, se escudó en que tenía que tomar un descanso y como en los días de antaño, se había escapado de la casa.

Regresó justo a tiempo pues Miranda ya estaba con la ducha lista, la tina tenía una exquisita espuma con aroma a rosas esperándola, ella se relajó y cuando termino su baño empezó a cambiarse.

Minutos más tarde todo estaba listo, ella apenas había tenido tiempo de estar con Annie y Patty unos minutos a solas pues ellas estaban ayudando a la abuela y atendiendo a la invitada, el momento de salir de su habitación llegó y fue entonces cuando Albert fue a su habitación por ella.

Candy, te ves preciosa, soy el padre más orgulloso sobre la tierra.

Albert!

No por favor, arruinaras tu rostro si lloras.

Tienes razón, pero antes que nada, gracias Albert, gracias por todo lo que has hecho por mí, por todo lo que me has brindado pero sobre todo, gracias por ser mi amigo.

Pequeña – fue lo único que él pudo decir al tiempo que la abrazaba tiernamente, mientras que una lágrima silenciosa viajaba por su mejilla.

Ambos se dirigieron a la escalera, esperando el momento preciso en el cual la anunciaran, el salón quedó a media luz, las escaleras se iluminaron más y ellos empezaron a descender por aquella escalera, todos los presentes posaron entonces su mirada sobre la joven que iba descendiendo, misma que lucía el traje típico escocés, sosteniendo su tartán con el broche de la familia, el Águila y la Rosa entrelazadas, la ocasión lo ameritaba y todos los miembros de la familia portaban aquel traje que los identificaba como parte del mismo clan. Su cabello recogido en alto dejando rizos coquetos a los lados, los ojos de ella buscaron los de Terry y al encontrarse se dirigieron una mirada amorosa y a la vez de apoyo y confianza, llegaron al final de la escalera y fue Albert quien tomó la palabra.

Es para mí, motivo de gran orgullo y satisfacción, presentar ante la sociedad a mi hija, la Srita. Candice White Andrew, digna del apellido que porta y una mujer sin igual.

Fueron las palabras de Albert, a las cuales le siguieron las de la tía abuela, para finalizar su discurso pidió que la rubia se dirigiera a los presentes.

Muchas gracias por estar esta noche tan especial acompañándome, espero que se diviertan.

El baile fue abierto por ella y su protector, todos comentaban sobre su belleza y ya muchos jóvenes se disputaban lo que sería su siguiente baile, no contaban con que la chica no sólo tenía novio sino que estaba comprometida. Terry, quien observaba todo atentamente, sólo sonreía para sí al ver lo afortunado que era de ser el dueño del corazón de Candy, su madre lo acompañaba, el vals se extendería para que él llegara hasta el centro de la pista y continuara siendo su compañero.

Así lo hizo, ante la sorpresa de todos, llegó y tomó la mano de Candy, la cual era entregada por Albert quien haciendo una reverencia se encaminaba hasta donde la abuela observaba todo con beneplácito.

La pista poco a poco se había llenado y ellos decidieron salir al jardín a tomar un poco de aire, se encaminaban por la puerta principal cuando se toparon con un invitado especial de la rubia.

Pero como es posible, ¿qué hace usted aquí? – fue la pregunta del joven actor quien había enfurecido al ver de quien se trataba.

Es un invitado de la tía mi amor, Duque de Granchester, me alegra que haya venido.

Srita. Andrew, un placer. Hola hijo, hace tiempo que no nos vemos.

Pues si ha sido así es porque usted lo ha querido – decía él con amargura cargada en su voz.

¿Podríamos hablar un momento Terruce? – pidió casi suplicante el duque.

Claro, que le parece si tomamos un trago y charlamos sobre nuestras vidas – usando toda la ironía de que era capaz respondió.

Terry – intervino Candy – porque no le das una oportunidad, así como él te la dio a ti.

El levanto la ceja y la miró interrogante, no pudo responder nada pues ella ya los estaba conduciendo a un saloncito que había preparado para esa charla, una vez que estuvieron dentro el ambiente se tornó tenso, ella salió discretamente asegurándose de que nadie los molestara.

Y bien señor duque, que espera de mí, que desea.

Terruce, sé que es difícil, pero vengo a recuperarte hijo.

Así tan sencillo le parece, dígame, como piensa hacerlo, porque no creo que de un momento a otro haya tomado la determinación, ¿qué es lo que desea de mí?

Primero que nada, aclarar las cosas, que todos sepan que no eres un hijo ilegítimo, yo estuve casado con tu madre y vengo a que esto se haga público.

Ah sí claro, y no bastándole con haberle hecho daño antes ahora quiere que su imagen sea manchada revelando "su" vergüenza ¿no?, yo la he aceptado y ella a mí, sin necesidad de todo esto.

No entiendes, ella está de acuerdo, ha aceptado que se haga pública la relación que nos une, TÚ hijo.

Eso tendría que preguntárselo a ella, pero suponiendo que es cierto, ¿a que más ha venido?

Ya te lo he dicho, a tratar de recuperar el tiempo perdido.

El tiempo no se recupera duque, el tiempo se va.

Si pero podemos intentar ser un padre y un hijo desde hoy.

No me haga reír, como piensa hacerlo, su esposa jamás se lo permitiría.

Ella no tiene inferencia en mis decisiones, además, he tenido tiempo suficiente de pensar las cosas y sobre todo en mi forma de ser y actuar contigo, llegué a la conclusión de que hiciste una buena elección al venirte a América y que no me equivoque al dejarte aquí.

Y como llegó a esa conclusión.

Porque nunca antes me había sentido más orgulloso y satisfecho de ser tu padre.

Ante estas palabras Terry no tuvo más que decir, todo era tan inesperado, tan extraño, que no sabía cómo reaccionar, padre e hijo permanecieron largo rato encerrados en aquel saloncito, desnudando parte de su alma, develando secretos que aún tardarían en descifrar, pero sobre todo, recobrando la confianza uno en el otro, mientras la fiesta se desarrollaba normalmente, la rubia no había dejado de estar al lado de la tía abuela quien la presentaba ante todos los invitados y a la vez bailaba con Archie y Albert.

A la anciana le parecía extraña la ausencia de Terry por lo que en un momento oportuno le pregunto sobre eso, estaba a punto de responder cuando él en compañía del duque llegaron hasta ellas, Terry le había dicho a su padre que no era el momento más oportuno de conversar y que esa charla debería ser con más calma.

Duque de Granchester, me alegro de verlo señor.

Madame, es para mí un verdadero placer, me permitiría unos minutos a solas.

Por supuesto, acompáñeme por aquí. No tardamos Candice.

Ambos se alejaron hasta entrar en la biblioteca. Donde sostuvieron una charla por demás larga e intensa, ella estaba enterada de que Eleanor Baker era la madre de Terry, la misma actriz se lo había dicho antes de que partieran hacia Nueva York al lado de Candy, pero que quisieran hacerlo público precisamente esa noche le parecía descabellado, por lo que le pidió al duque que lo anunciaran en otro momento, esa era la noche de su nieta y no pensaba que terminara en escándalo, él lo comprendió y acordaron otro momento.

¿Cómo te fue con tu padre?

Creo que bien, aún no lo sé – respondió tras un largo suspiro – nos daremos una oportunidad para llevarnos bien.

Me alegro muchísimo mi amor.

Gracias.

¿Por qué?

No sabes mentir pecosa, de no haber sido por ti esto no habría ocurrido, todo lo bueno en mi vida ocurre cuando estás conmigo.

Terry...

Sigamos bailando.

Por supuesto.

Diciendo esto se dirigieron de nueva cuenta a la pista de baile, cerca de las diez todos los presentes volvieron a reunirse entorno a aquella escalera por donde descendiera la festejada, pues la Sra. Elroy los había convocado nuevamente, a su lado Albert y Candy, del lado contrario los Granchester.

Es para mí, motivo de gran placer, tener entre nosotros al Duque de Granchester, mismo que tiene algo que notificarles.

Eleanor Baker palideció de solo pensar que se refiriera a lo que habían conversado tan solo unas horas antes, pero cuando el duque empezó a hablar se tranquilizó.

Damas y caballeros, si los hemos vuelto a reunir es para hacerles saber del compromiso matrimonial que está a punto de formalizarse entre nuestras dos familias, yo el Duque Richard Granchester, presento mis respetos a la familia Andrew y acompañado de mi hijo pido la mano de la Srita. Candice Andrew en matrimonio para Terruce.

Candy estaba emocionadísima, Albert quien la tenía abrazada por los hombros le dio un apretón y la animó para acercarse donde el joven actor ya la esperaba con una cajita de terciopelo negro en las manos.

Candice White Andrew, acepta este anillo como muestra de nuestro compromiso de bodas.

Colocó entonces el anillo en la mano de ella, el mismo que meses antes le había colocado, pero el cual con el pretexto de agregarle una inscripción le pidiese días antes, ella no se imaginaba que la velada estuviera siendo de ese modo y que él hubiese deseado hacerlo así, cuando ya con anticipación le había dado un rotundo sí. Fijando como fecha de matrimonio el día 28 de Enero del siguiente año.

Los aplausos no se hicieron esperar y ellos sellaron el compromiso con un tierno abrazo. La cena se sirvió y la velada siguió su curso, los novios recibiendo felicitaciones a su paso, cerca de la media noche ambos salieron al jardín a tomar ese aire fresco de la noche, la luna iluminaba bellamente aquel jardín, así, en aquel ambiente, ellos dos juraron amor eterno y entre besos y abrazos, fueron dibujando con palabras en sus mentes la familia que formarían, deseando que el fruto de su amor no tardase mucho después de su unión. Así termino la velada para aquellos dos enamorados, pensando en los nombres que darían a sus hijos y planificando lo que sería su hogar.

Fin

Notas de la autora:

Bien amigos, finalmente termine esta historia que me ha llevado un año, Dios mío cuanto tiempo, pero bueno, les agradezco infinitamente todo su apoyo y comentarios, GRACIAS de verdad a todos y cada uno de ustedes que a través de sus correos me hicieron saber su opinión sobre la historia, antes de que se me pase mencionarlo, esta pequeña historia se desarrolla a finales de 1918 hasta el 7 de mayo de 1919, pero esto no es todo, si quieren saber los detalles de la boda, como son los hijos de nuestros amigos y la decisión de Albert con respecto a las dos damas mencionadas aquí, les pido que continúen con el Epílogo.