Aún en la distancia
Por: Lily Ramírez
Epílogo
Las cosas no hubiesen podido ir mejor, los preparativos de la boda estuvieron a cargo de Eleanor y la Tía Elroy, luego de la presentación, la actriz dio una declaración a la prensa donde reconocía públicamente a Terry como su hijo, quien le acompañaba al igual que el duque.
La noticia fue el plato fuerte en la sociedad, los reporteros no sólo se habían conformado con las declaraciones hechas sino que pidieron entrevistas a los miembros de la familia Andrew, siendo Albert quien respondiese a nombre de todos.
"No tengo nada que declarar en torno a ese asunto, lo que sí puedo asegurarles es que me siento contento por Candy y Terry, además muy orgulloso de ambos"
A partir de ese momento las cosas volvieron a tomar su cauce y la vida continuo, la familia volvió a Chicago y Eleanor siguió brindándome estancia, todo había pasado tan rápido, la felicidad parecía por fin quedarse de mi lado y me sentía dichosa, había olvidado que tan efímera puede resultar en ocasiones la dicha. Mi trabajo en el hospital continuaba siendo mi vida, seguimos compaginando nuestros tiempos para que la relación funcionase y creciera, pero cierto día.
Lo recuerdo perfectamente, habíamos sido invitados a una reunión para celebrar el enorme éxito de la obra, Eleanor no nos acompañó debido a que tenía otra reunión con un nuevo admirador, llegamos a la casa del Sr. Hataway quien nos pedía iniciar el baile, se le estaba haciendo costumbre, Terry accedió gustoso, poco rato después paramos para tomar algo, él como todo un caballero fue por las bebidas, en ese momento, una de las nuevas actrices de la compañía se le acerco, alta, de cabellos castaños y cuerpo bien formado, mismo que hacia lucir con un vestido por demás ajustado, jamás en mi vida había sentido celos, pero la forma de hablarle y dirigirse a él me pusieron los sentidos en alerta. Como atraída por un imán llegue hasta ellos y me aferré al brazo de mi prometido, ella capto el mensaje y se retiro no sin antes besar en la mejilla a MI NOVIO, que desfachatez, su nombre, Abigail Smith.
Yo sentí que la sangre me hervía, que tipa más descarada, por un instante los celos me cegaron y ahí comenzó aquella pesadilla.
Nuestra relación seguía, pero en mi corazón la semilla de los celos habían dado paso a una actitud posesiva que jamás imagine tener, empecé por exigir más del tiempo de Terry, inconscientemente, él al principio fue muy condescendiente, yo hacia todo lo que estaba en mis manos por pasar todo mi tiempo libre con él, nuestra casa poco a poco iba terminándose de construir, íbamos cada semana a revisar los detalles, pero todo tiene un límite y su paciencia se agotó cuando una admiradora se acercó y yo prácticamente la corrí, así que explotó.
- Candy, por Dios, ¿Qué es lo que pasa contigo?, no crees que te he demostrado lo suficiente que Te Amo y que ninguna mujer puede captar mi atención, nadie que no seas tú puede estar en mi mente y en mi corazón-
- Lo siento, pero no sé qué es lo que me sucede, detesto que las mujeres te vean y se abalancen sobre ti, que no tomen en cuenta que estas comprometido y que inclusive pasen de mi.
- Te desconozco de verdad, ¿Qué te ha puesto así?, ¿acaso yo te he dado motivos para que sientas eso?
- No
- Entonces, no se hable más, tontita pecosa, Te Amo tanto que jamás podría fijarme en otra mujer, vamos, deja de ser tan posesiva, no me iré, nunca más, te lo juro.
- Perdóname, prometo que de ahora en adelante todo será distinto.
Y ese era mi propósito, quitarme los celos de encima y confiar plenamente en mi prometido, lo estaba logrando, con esfuerzos y aguantándome el coraje lograba dominar más mis impulsos, casi podría jurar que habían dejado de habitar en mí, pero; un día mientras almorzábamos en nuestro sitio de costumbre, una pequeña cafetería cercana al hospital apareció "esa" mujer, se acercó coquetamente, me saludo mofándose de mi uniforme y luego me ignoró, Terry no perdía detalle de esto y continuaba siguiéndole el juego, justo cuando yo estaba por perder el control él se levantó y me besó, posteriormente me ofreció su brazo para salir de ahí.
- Es una verdadera pena Abigail, pero por más encantos que poseas y por más insinuaciones que me hagas, jamás podrías obtener una centésima de mi atención, pues mi dueña absoluta es Candy, con tu permiso.
- Ja, tarde o temprano te veré a mis pies Terry, olvidándote por completo de esa enfermerita.
- Terruce, mi nombre es Terruce, sólo mi prometida y mis amigos pueden llamarme Terry, recuérdalo, actriz de quinta.
- Esto me lo cobraré querido, te lo juro.
Salimos de ahí dejándola parada en medio de la terraza, sin responderle nada, cosa que la enfureció aún más, pagó y nos dirigimos al hospital, no dijimos nada, pero yo me sentía dichosa por lo que él había dicho y porque como siempre me había dado mi lugar, así que esa página la cerré, convencida plenamente del cariño de él.
Los preparativos para la boda estaban casi terminados, a un par de meses estaba todo prácticamente listo, sólo faltaba mi ajuar, pues por deseo de la tía abuela lo diseñaría una modista francesa, por lo que requerían de mi presencia al 100% para que fuese algo exclusivo para mí, de repente aquella fastuosidad con la que se celebraría la boda me daba flojera, confieso que si por mi hubiese sido me habría casado sin fiesta ni vestido exclusivo. Pero soy una Andrew y como tal celebrarían aquella ocasión, la tía abuela no podía estar en Nueva York cuando la modista llegara, así que Eleanor se encargo de todo eso, solo dos meses me separaban de tan anhelado día. Si bien es cierto que la fiesta no me emocionaba demasiado, también es cierto que el hecho de convertirme en la señora Granchester me hacía ponerme demasiado nerviosa, la diseñadora me mostró varios modelos, de los cuales escogí diferentes partes, nunca imagine la diversidad de vestidos y formas, pero Eleanor estaba a mi lado para aconsejarme, de esa forma pudimos elegir uno de acuerdo a mí, la diseñadora estaba encantada con el exquisito gusto de ella, me tomo las medidas y luego de hacerme algunas observaciones sobre algunas telas se despidió, pues iría personalmente por todo lo necesario para realizar mi atuendo.
Terry había salido de gira un mes, el día que regresó, justo el día que me habían tomado las medidas, le preparamos una bienvenida familiar en casa de su madre, al día siguiente el iría a desalojar el apartamento que ocupaba para mudarse a la que sería nuestra casa, debido a que tendría más tiempo libre se encargaría de revisar personalmente la conclusión de la misma, pero debido a varías circunstancias se había ido postergando la mudanza, mi licencia en el hospital empezaría a mediados de diciembre, así que ofrecí ayudarle, un día mientras él iba a un ensayo yo me fui a su departamento, quería darle una sorpresa así que lo arregle y dispuse todo para tener una cena íntima, se cumplían 200 representaciones de la obra y había declinado ir a la fiesta en casa de Robert Hataway pretextando que al día siguiente tenía que trabajar en el hospital, lo cual en parte era cierto, todo quedo divino, así que regrese donde Eleanor y nos arreglamos para asistir al teatro, ella sabía de mis planes así que con su ayuda haríamos ir a Terry a su departamento, donde sin que él lo supiera yo le daría alcance.
Y así paso, la obra como siempre con un lleno total y su actuación excelente, la ovación no se hizo esperar y después de que saliera a agradecer los aplausos por tercera ocasión, se dirigió a mi palco y con una reverencia me lanzó una rosa y un beso. El rubor tiñó mis mejillas y los aplausos continuaron. Yo me dirigí a su camerino, cosa ya habitual y lo espere dentro, arregle los accesorios que necesitaría para ayudarle a desmaquillarse, al poco tiempo llegó y nos saludamos efusivamente.
- Oye mi amor, te molestaría esperarme en casa de mi madre, tengo que atender a unos reporteros y aunque sabes que me molesta no me pude negar, es un favor especial para Robert, como no iremos a la cena pues dará la rueda de prensa aquí y no puedo faltar, a menos que quieras acompañarme durante esto.
- Claro que no me molesta, prefiero esperarte en casa, me siento cansada – dije fingiendo un bostezo, era justo el pretexto perfecto para la sorpresa.
- Si prefieres dormirte temprano lo entenderé, te prometo que terminando las alcanzaré de todos modos.
- Creo que será lo mejor, no demores mucho, por cierto, podrías pasar por tu departamento antes de ir a casa, deje unos papeles que necesito mañana para entregarlos al director del hospital.
- Por supuesto cariño, ¿en donde los dejaste?
- Sobre el armario de tu habitación.
- De acuerdo, pecosa preciosa, entonces nos vemos mañana.
Salimos del teatro y él se cercioró de que nos marchábamos, al llegar Eleanor me ayudo a cambiarme de ropas para la ocasión, del teatro nos avisarían a la hora que terminara la rueda de prensa y sería cuando yo saldría para el departamento y esperarlo ahí, habían transcurrido escasos 30 minutos de nuestro arribo cuando se nos comunico que él estaba por abandonar el teatro. Por más que quisimos apresurarnos los detalles finales nos robaron algunos minutos, tan pronto estuve lista mi chofer me llevó al departamento, pero al llegar...
El auto de Terry se encontraba justo en la entrada del edificio, sonreí feliz y baje a toda prisa, despedí al chofer y subí, me extrañó ver la puerta semiabierta, así que me aproximé sin hacer el menor ruido, entré y me dirigía a su habitación cuando escuche voces...
- Esta es una agradable sorpresa – era su voz, me sentí complacida de que le hubiese encantado.
- En verdad te gusta – fue entonces que la escuche a ella, Abigail se encontraba en el departamento, iba saliendo del cuarto de baño luciendo MI ropa.
No podía creerlo, ahí estaban ellos dos, a media oscuridad, solo la luz de algunas velas, mi perfume llenaba el departamento y cuando creí que nada peor podía pasar, ella llegó a él y lo besó apasionadamente, no lo soporte, encendí la luz y fue entonces que me vio, solo di media vuelta y salí corriendo.
Quise entonces que la tierra me tragara, no entendía la situación, porque, porque hacía esto, después de lo que me costó desaparecer mis celos, salí corriendo del edificio, no entendía absolutamente nada, quise sorprenderlo y la sorprendida fui yo, me sentí tan mal que lo último que quería era quedarme un segundo más, él salió en mi busca pero yo había salido a la calle a buscar un taxi, mientras corría por las calles sentí que alguien me tomaba por los hombros, supuse que era él, grande fue mi sorpresa al reconocer en aquel rostro a Armand Kenneth, tanto tiempo sin vernos y me encontraba justo en esas condiciones, él no dijo nada, sólo me abrazó y me brindo consuelo, fue en ese momento que pude llorar, no quise hacerlo frente a ellos, no quise darles el gusto, me acercó a su auto y me invito a subir, yo no pensaba, sólo quería alejarme de ese lugar, justo en ese momento Terry se acercaba en su automóvil y me vio alejarme con él.
Yo no sabía qué hacer, así que opté por ir a la mansión Andrew, misma que había quedado a mi disposición al regreso de la familia a Chicago, le agradecí a Armand su caballerosidad y argumentando que estaba bien, me despedí, pero él no me dejó sola, le conté entonces lo que había sucedido, me escuchó atentamente y por toda respuesta tomó mis manos y para tranquilizarme me pidió que hablara con él, que todo debería tener una explicación, aún así, yo estaba dolida, lo único que llegó a mi mente, suspender la boda, cancelar todo y marcharme a cualquier parte, dejé de llorar, en ese momento juré no volver a derramar una sola lágrima por aquel que yo creía me había traicionado.
Armand pasó la noche en la mansión, yo me había retirado a mi habitación, no pude dormir un solo instante, por lo que con los primeros rayos del sol me levante, mis ojos revelaban lo mal que había pasado la noche, por lo que llame a una de las mucamas, me sentía fatal pero aún así no iba a dejarme caer, nunca creí tampoco tener aquel orgullo, así que me ayudaron a prepararme para presentarme al hospital, cuando baje a desayunar grande fue mi sorpresa al ver a Armand esperándome, desayunamos en completo silencio y amablemente me llevó al hospital. Le dije que no iba a demorar pero que si tenía cosas que hacer que no se preocupara que yo iba a estar bien, pero él se quedó ahí como si fuese mi padre.
- Señorita Andrew, llegó muy temprano, ¿ocurre algo, se siente bien?
- La verdad no sé cómo empezar doctor.
- Que le parece por el principio – sonrió el director dándome confianza a continuar.
- Gracias – respondí con una media sonrisa.
La charla duro aproximadamente una hora, al salir le pedí a Armand que me llevase a las oficinas de Albert, sabía que George estaba en la ciudad y quería hablar con él. Al llegar me informaron que se encontraba en una junta que tendría que esperarlo, llamé entonces a Eleanor, ella no tenía la culpa de nada y merecía saber cómo me encontraba.
- Candy, hija, ¿te encuentras bien?
- Si Eleanor, sólo le llamó para despedirme.
- ¿Despedirte?, pero hija, tengo que hablar contigo, escúchame por favor.
- Perdóneme Eleanor, pero me siento demasiado dolida en estos momentos, me voy de aquí, necesito estar sola, ¿entiende verdad?
- Pero Candy…
- Una cosa más, dígale a él que queda disuelto nuestro compromiso, no habrá boda, gracias por todo, siempre la voy a recordar con cariño.
- Candy escúchame – era él quien había tomado el auricular, sin dudarlo colgué.
Luego de haber hablado con Eleanor, George salió y me recibió, note su preocupación al observar mi semblante pero como siempre su discreción se hizo presente.
- Srita. Candy, ¿puedo ayudarle en algo?
- Hola George como esta, podría decirme, ¿Albert esta en Chicago?
- Si señorita, pero en una semana tiene que venir aquí para arreglar algunas cosas, sobre todo supervisar lo de su boda.
- No habrá tal boda George.
- Pasa algo malo, ¿puedo ayudarle?
- No George, todo estará bien.
- ¿Está usted segura?
- Completamente.
- ¿Necesita algo más señorita?
- Si George, primero, deja de llamarme señorita, me conoces de siempre, segundo, no le digas nada a Albert todavía, estaré en la mansión mientras el llega, por favor, que nadie se entere aún de lo que sucede, sobre todo, no quiero que nadie sepa donde me encuentro.
- Pero...
- No te preocupes George, esta vez prometo ser fuerte, le agradaría tenerme como su acompañante estos días mientras llega Albert a la mansión – dije tratando de cambiar la conversación.
- Será un placer Candy.
George se hospedaba en un hotel pero al saberme en la mansión no dudo un instante en mudarse para allá, después de todo, el sentía que era su deber al no haber nadie de la familia que me acompañase, Terry fue a buscarme pero fieles a nosotros los sirvientes le comunicaron que yo no estaba, que me había ido de la ciudad y no sabían a donde, supuse que iría a buscarme a Chicago, pero en lugar de ir a la mansión se dirigió directamente al hogar de Pony, al percatarse de que no me encontraba ahí y no queriendo alarmar a nadie pretexto que llevaba unos regalos y que iba a ver si necesitaban algo antes de nuestro arribo y se regresó a Nueva York, yo sabía de todo gracias a George, que se mantenía al tanto de las cosas, fue una coincidencia que Albert y Terry se encontraran en el tren que venía de Chicago, fue entonces que le contó a Albert lo sucedido, quien por supuesto al principio se enfadó pero de ahí pasó a la preocupación, pues tampoco conocía mi paradero.
Al llegar a la gran manzana, lo primero que hizo fue pedirle a Terry que volviera a su casa que tal vez en esos días yo había llamado a su madre y que tan pronto supiera de mi se lo comunicara, George no dijo una sola palabra, se sorprendió al verlos llegar juntos y espero a que Terry se fuera para decirle que yo estaba bien, esperándole en casa.
- Muchas gracias George. Pero esa pequeña necesita una buena reprimenda por preocuparme.
- De nada Albert, sólo un favor, no seas demasiado severo.
Llegaron a la mansión y lo primero que hizo fue ir a buscarme, yo lo esperaba en la biblioteca, pero él no lo sabía, había escuchado el auto llegar y baje a jugarle una broma, pero él se asusto y tuve que salir a recibirle.
- Candy, que susto.
- Hola Albert, perdón no quise asustarte.
- Te encuentras bien?
- Sí, muy bien.
- Eres una mentirosa.
Entonces volteé a ver a George…
- No, ni lo mires a él, fue Terry quien me contó...
- Ni lo menciones, no quiero volver a escuchar su nombre.
- Pero Candy, déjame hablar...
- No quiero saber nada... mejor háblame de ti, ¿si?
- Está bien, pero esto no va a quedar aquí.
Nos fuimos abrazados al comedor, pues justo era la hora de comer, así que tome a George y a Albert del brazo y disfrutamos del momento, por la tarde tenían reuniones importantes, además de una cena, así que nos veríamos hasta la hora de cenar si sus socios lo permitían pues su agenda estaba complicada. Yo me sentía mucho más tranquila, la verdad es que ni siquiera me había puesto a pensar en todo lo ocurrido, no quería hacerlo, Armand me había estado visitando e intentando convencerme de salir, pero yo me negaba, él estaba ahí debido a negocios de su padre y esa noche que me encontró venía de una reunión, no pensó que fuese yo cuando me vio pero le había causado extrañeza ver una mujer sola a esas horas caminando.
El fin de semana llegó y con él la inevitable platica con Albert.
- Dime una cosa Candy, ¿Por qué esa actitud?
- No te entiendo Albert.
- Si me entiendes, porque quieres aparentar que no estás mal, porque dices que no te importa y te comes todo tu dolor, podrás engañar a los demás, pero a mí no.
- Albert, estoy cansada, muy cansada de llorar, de sufrir, de que siempre me sea negada la felicidad, de dar y no recibir, no más Albert.
- Candy - fue lo único que me dijo mientras me abrazaba tiernamente.
- Albert, no me dejes llorar, no quiero llorar.
- Tranquila pequeña, todo estará bien, no insistiré más, pero piénsalo, tienes que escuchar su versión.
Esa noche no dijimos nada más sobre ese asunto, en cambió el me contó sobre sus dilemas.
- Sabes pequeña, no sé que más hacer para evitar los constantes roces entre Isabelle y Elizabeth, se han instalado ambas en la mansión desde hace dos semanas, hubiera sido una descortesía negarles posada.
- Eso te pasa por ser tan guapo, caballeroso, gentil…
- Basta Candy, me vas a hacer sentirme mal – dijo él completamente sonrojado.
- Pero que vas a hacer, ya te decidiste por alguna.
- La verdad no, si encontrase una mujer que tuviese la mezcla de ambas sería más fácil – me dijo guiñando un ojo.
- Albert, que cosas dices.
- Ja ja ja, no pongas esa cara Candy, la verdad es que no se que hacer, la que parece divertirse mucho con esto es la tía abuela, quien no pierde oportunidad para hacerme comentarios sobre una y otra chica, aunque ella se inclina más por Isabelle, a quien si ves no reconocerás, pues de aquella chica tímida y gentil no queda mucho.
- ¿Qué quieres decir?
- Pues que se convirtió de la noche a la mañana en una mujer demasiado audaz, hermosa siempre ha sido, pero ahora se ha atrevido incluso a declararme su amor.
- Que chica, pero sabes, yo habría hecho lo mismo con Terry.
- Candy.
- Ja ja ja, es cierto, cuando uno ama a alguien no debe esperar a que él tome la iniciativa, sino la felicidad se va.
- Con eso me quieres decir que...
- Nada Albert, estamos hablando de ti, dime, porque no te has decidido por alguna de ellas o es que a ninguna amas.
- Bueno Candy, no puedo negarte que Elizabeth me encanta, es decidida, tiene carácter, es bellísima y sobre todo tiene mucha seguridad en sí misma, pero a veces la siento demasiado frívola, a Isabelle no le puedo quitar todas sus virtudes pero a veces toma mucho en cuenta lo que opine la tía abuela, como esperando una aprobación.
- Mhmhm, creo que estas en un terrible dilema, ah, ya entiendo, por eso viniste a Nueva York, ¿no es cierto?
- Me conoces muy bien, si, la verdad es que quería descansar de sus constantes acosos, pero deberé regresar para pasar estas fechas en casa, y tú irás conmigo.
- ¿Acaso quieres usarme de escudo?
- No sería mala idea, es una lástima que no puedas ser mi novia, así no tendría que pasar por todo esto.
- Albert!
- Ja ja ja – el se levantó del sillón y empezamos una guerra con los cojines.
Continuamos hablando sobre otras cosas, negocios y sobre cómo iba progresando el proyecto de Annie, además de que Archie le tenía preparada una sorpresa para navidad, entre tantas cosas nos dio la madrugada así que me acompañó a mi habitación y me dio un beso en la frente, me cambie y a sabiendas de que sería una noche más de insomnio me acomodé en la cama, tratando de pensar en otras cosas que no fueran él, pero la verdad es que siempre lo traía a mi mente, rememorando todos y cada uno de los momentos vividos, era tan dulce esa sensación pero a la vez tan triste, pues siempre llegaba al mismo punto, en mi mente se agolpaban las imágenes de él besando a otra que no era yo, mientras sus manos se deslizaban por su espalda.
- Dios no, no más por favor – dije cayendo sobre la almohada para ahogar mi llanto, una vez más estaba llorando y me enfadaba, me odiaba a mi misma por no poder sacarme de la mente ni el corazón su nombre ni el amor que sentía por él.
No supe en qué momento me quede dormida, recuerdo que un dulce aroma inundo mis sentidos, el olor de tierra mojada, a mis oídos llego el ruido de agua que caía, una cascada seguramente, de pronto me vi caminado por el bosque, llegando al portón de Archie, me senté sobre una roca y deje que el aire despejara mis pensamientos, mi cabello volaba en desorden, el sol daba de lleno en mi cara, de pronto, una sombra me cubrió, lentamente levante los ojos...
- Hola.
- Hola – respondí a aquella persona, aun no le reconocía.
- Parece que olvidas pronto las palabras de gente que te amo en vida.
- Yo... no... No sé a qué se refiere...
Justo en ese momento...
- Hola Candy, hemos venido a saludarte nuevamente, nos concedieron otro permiso especial – decía Stear mientras me guiñaba un ojo.
- Así es dulce Candy, será la última vez que acudamos a ti, tus ruegos siempre han sido escuchados y al parecer tu no lo notas – decía Anthony con un tono molesto – te has comportado como una chiquilla caprichosa e inmadura.
- Pero Anthony, no sé qué hacer...
- Candy, siempre fuiste fuerte, nadie merece la felicidad más que tú, pero te has comportado mal, no has hecho lo correcto en esta ocasión... – me dijo Stear gentilmente.
- No entiendo...
- Candy, recuerda mis palabras… recuérdalas... – fue lo último que dijo Anthony antes de que ambos se perdieran en la inmensidad del bosque.
Desperté asustada, no entendía nada, fue en ese momento que a mi mente llegaron las imágenes del sueño que había tenido en el tren antes de llegar al hogar de Pony hacía casi un año...
- Hola Candy, hemos venido a saludarte, nos concedieron un permiso especial – dijo Stear en esa ocasión.
- Así es preciosa, sólo nos han concedido esta visita por lo que debemos aprovecharla, todo lo que queremos decirte es que no desesperes, aún cuando todo indique que no alcanzarás la felicidad, mantén la fe y la esperanza, que al final del camino brillará la luz con más intensidad y tu dicha será completa - finalizó Anthony.
Stear, Anthony, les prometo que así será... convencida volví a quedarme dormida, a la mañana siguiente me levanté y fui directo a buscar a Albert, le comente mi decisión y el acepto apoyarme, me dijo que él conocía la verdad pero que no era el indicado para decírmelo, lo abrace y le dije que lo primero era hacerle saber a Terry que yo seguía en Nueva York, para eso me ofreció acompañarlo a una reunión donde habría muchos reporteros, de ese modo al día siguiente él se enteraría por los diarios, después de todo no se lo iba a poner sencillo, dentro de mí sabía que era lo correcto, llegó esa noche y me arregle lo mejor posible, Armand también estaría en la cena así que no me aburriría demasiado, tal como lo esperaba Albert, los periodistas no perdieron oportunidad de fotografiarnos, el cometido estaba cumplido y fiel a mi palabra aguante estoicamente a cuanta "dama de sociedad" me presentaba, lo peor de la noche vino al darnos cuenta de que Eliza se encontraba entre la concurrencia y no perdió oportunidad para destilar veneno.
- Candy, tan poca cosa toda la vida, siempre supe que tu relación con Terruce no llegaría a buen término, que podía esperar una hospiciana como tú.
- Eso es lo que tú crees, que pena que no sea como lo imaginas, nosotros seguimos siendo novios, por cierto, no sabía que se aceptaban mascotas en estos eventos.
Fue la sorpresiva respuesta a mis espaldas, era Terry, quien llegó y me abrazó depositando un beso en mi mejilla, yo estuve a punto de rechazarle pero no lo haría frente a ella, así que correspondí con una sonrisa, justo en ese momento se acercó Albert...
- Pensé que te demorarías más amigo mío, oh pero si aquí está la hija prodiga de Sara, la ex sobrina predilecta de la tía.
- Tío no sabía que estabas en Nueva York – dijo Eliza palideciendo repentinamente.
- Como podrías saberlo si lo único a que te dedicas es a despilfarrar el dinero y a otros actos no propios en una dama, en fin, con tu permiso.
- Tienes razón, Albert, no entiendo como en tu familia se tomaron la molestia de enviarla a colegios para señoritas, un zoológico hubiese sido lo mejor – decía Terry divertido ante las muecas de ella.
- Que te puedo decir amigo, a veces uno debe tentarse el corazón.
- Basta ya, los dos, tenemos cosas que hacer, con tu permiso Eliza – dije tomando del brazo a Terry mientras Albert ahogaba una risa y nos daba alcance.
Los tres fuimos a tomar algo, yo no había dicho palabra alguna, sentía que me asfixiaba y que no era dueña de mis movimientos, los únicos que hablaban eran Albert y Terry, éste último me tenía tomada la mano con posesividad y al parecer no pensaba soltarme, por un momento pensé que así sería toda la noche, pero a la distancia vi a Armand, quien se aproximó y al ver mi expresión dudo un poco pero finalmente me invito a bailar, respire aliviada pero justo en ese momento a nosotros se acercaron unos accionistas acompañados por George, dejándome sola con Terry.
- ¿Podríamos hablar Candy?
- ¿De qué?
- De nosotros.
- ¿Aun existe un nosotros? – pregunte casualmente.
- Por mi parte sí.
- Está bien hablemos.
- Pero no aquí, vamos a casa.
- Mejor será que hablemos mañana, ya es tarde y...
- Esta bien, si no quieres ir a casa, podemos ir a donde desees.
Nos despedimos de Albert y los demás, al salir volvimos a ver a Eliza quien se encontraba enfrascada en una discusión, me sorprendí al reconocer a Abigail, levanté la cabeza y me aferré al brazo de Terry, salimos de ahí sin mirar atrás ni decir una sola palabra.
- ¿Y qué paso después?
- Tranquila Eleanor, a eso voy.
Él me pregunto a donde iríamos, le pedí que me llevara a la mansión Andrew, al llegar nos dirigimos a la salita privada que utilizaba Albert para descansar, encendí la chimenea mientras él se ponía cómodo, el frío era intenso pero poco a poco fue calentándose el ambiente, nos sentamos en el sofá y el silencio fue interrumpido.
- Sabes, es tan extraño esto que nos ha sucedido.
- ¿Por qué lo dices?
- Tu lo sabes, primero el incidente en el departamento, luego esa actitud que tomaste, ni siquiera has salido de Nueva York y yo te buscaba como desesperado.
- Tienes razón, creo que no he sido muy madura que digamos, ¿cierto? – agache la cabeza completamente avergonzada por mi estúpido comportamiento.
- No, no fuiste sensata, pero estabas en todo tu derecho luego de haber visto algo como eso – me sonrió cálidamente mientras tomaba mis manos entre las suyas – además creo que yo no ayude mucho.
- Creo que ninguno de los dos.
- Escúchame sin interrumpirme por favor... ese día, luego de la rueda de prensa, pase al departamento como me lo pediste, el aroma a rosas lo impregnaba todo, así que fingí buscar tus cosas, esperando que aparecieras en cualquier instante y lo acepto, pensé que ella eras tú, traía puesto tu perfume y yo tontamente cerré los ojos esperando tus labios, pero al escuchar su voz no tuve tiempo de reaccionar, fue justo cuando tu llegaste, luego salí a buscarte y vi cuando abordabas el auto de "tu amigo", mi primera reacción fue de enojo, confiando en que irías donde mi madre, regrese a despedir a la intrusa, ella me esperaba en la cama, segura de que yo había cedido a su "irresistible figura".
- Sabía que volverías – dijo ella.
- Claro, no puedo dejar en mi casa semejante alimaña.
- ¿Qué quieres decir Terry?
- Terruce, para ti señor Granchester, para empezar, este no es tu lugar – dije mientras la levantaba de la cama – esta no es tu ropa – le arranque tu ropa y perdón pero la desgarre – para terminar esta no es tu casa, así que como no fuiste invitada te puedes largar en este preciso momento.
La tome de la muñeca y la saque a empeñones del apartamento, yo estaba ya fuera de mí, así que no quería verla, ella gritaba que le permitiera entrar que tenía frío, yo solo le avente sus cosas y ella se vistió en medio del pasillo ante la mirada de toda la gente que había salido al escuchar los gritos de esa loca, ella salió maldiciendo y amenazándome, así que luego de asegurarme que ella no estaba, salí a buscarte a casa, pero al llegar me enteré que no habías llegado, entonces me preocupe, salí a recorrer las calles a buscarte, llamé aquí y me dijeron que no sabían nada de ti, que te buscara en la mansión Baker, mi desesperación estaba llegando a su límite y pensé que habrías ido al hogar, así que decidí trasladarme allí pero las buenas mujeres no sabían nada, después en el tren de regreso me tope con Albert y el resto ya lo conoces.
- Dime Candy, ¿podrías perdonarme por todo esto?
- No hay nada que perdonar, perdona tú también mi comportamiento, prometo nunca más desconfiar de ti.
- Y yo prometo tener más cuidado con mi forma de actuar también.
- Hemos sido unos tontos Terry, pero yo más que nadie, reconozco mi error.
- No digas más pecosa, dejémoslo en el pasado, ¿quieres?
- Si, si quiero.
- Entonces, ¿te casarás conmigo?
- ¡La boda! – exclamé levantándome del sillón e instantes después me desmaye.
Desperté al día siguiente, temerosa de que todo hubiese sido un sueño, en ese momento que levante mi mano, vi colocado el anillo de compromiso nuevamente, quise levantarme pero algo me lo impidió, era el cuerpo de Terry que estaba sobre mis piernas y con mi movimiento se levantó.
- ¿Te encuentras bien amor?
- Si, ¿Qué sucedió?
- Te desmayaste anoche, sé que es imposible no rendirse a mis encantos, pero esta vez exageraste, ni siquiera te había besado.
- ¡Terry! – grite.
- Era broma, no te enojes, la verdad me preocupe muchísimo, ¿de verdad te encuentras bien?
- Si, pero tenemos un gran problema, cancele todo lo de la boda.
- Este, perdón por interrumpir sin tocar pero el grito de Candy se escucho hasta mi cuarto, ¿Qué sucede?
- Albert, soy una tonta – en ese momento comencé a sollozar mientras Terry me abrazaba.
- Pero, ¿Qué dices Candy?
- Es que suspendí todo lo de la boda, no tendremos tiempo para que se termine mi vestido y todo se canceló.
- Este, perdonaras mi atrevimiento pero jamás se cancelo la boda, de hecho, los preparativos están por concluir, lo que falta es tu vestido pero lo demás entre la señora Baker y la abuela lo han terminado, bueno es cierto, también faltaba la novia pero eso se hubiese solucionado, cualquier chica gustosa habría llegado al altar para desposar a este joven actor.
- ¡Albert! Hablas como si cualquier cosa.
- Tranquila pequeña, la verdad es que luego de haber hablado con Terry supuse que todo se arreglaría así fuese el mismo día de la boda. Tengo algo que decirles, sé que no les será nada grato pero es algo que terminara de disipar cualquier duda entre ustedes.
- De que se trata.
- Pues de que esa chica fue contratada por Eliza, sabedora de que a ella le sería difícil intentar separarlos se sirvió de Abigail para desmoronar su compromiso, anoche me entere luego de que ustedes partieron, pues entre ellas se armo tal escándalo que salimos Armand y yo a averiguar, llevándonos la sorpresa de escuchar todo eso, ya que Eliza no había dado el pago completo por los servicios a la chica.
- Debí suponerlo, era demasiado extraño – dijo Terry con enojo cargado en sus palabras – dime una cosa Albert, ¿Por qué odia tanto a Candy?
- La verdad es que ni yo mismo lo sé, lo que sí puedo asegurarles es que no volverá a meterse con nosotros. Con ninguno.
- Eso espero Albert, porque la verdad estoy harto de que siempre estén detrás de Candy, cual presa.
- Ya tranquilos, no pasará nada, para eso cuento con mis dos caballeros – dije para que se tranquilizaran.
- Bien chicos, es un lindo día así que los invito a comer.
- Gracias Albert, yo debo ir a casa a contarle a mi madre, ¿por qué mejor no los espero allá y comemos en casa?
- Buena idea mi amor, pero mejor invita a Eleanor, yo también tengo muchas cosas que contarle.
- De acuerdo a las dos treinta los espero.
Ese fue un gran día, de los más bellos que recuerdo, antes que otra cosa pasara Terry besó mi mano, justo encima del anillo de compromiso, hablamos con la Sra. Baker, posteriormente y como ya estábamos de licencia ambos pues decidimos que lo mejor era irnos a Chicago, para pasar esos días, además tenía mucho que no visitaba el hogar de Pony, así que como verás sobre eso no hay mucho que contar.
- Pero entonces cuéntame que pasó con tus amigos, que fue de ellos, como estuvo tu boda.
- Si que eres una chica desesperada, bueno esta bien, déjame te resumo a grandes rasgos lo que pasó con cada uno de nosotros.
- Sobre todo como es que Mr. Andrew se decidió por su actual esposa.
- Esta bien, pero será lo último que te cuente, mañana tenemos muchas cosas que hacer, ¿de acuerdo?
- Prometido.
- Así me gusta, que sonrías siempre.
Bueno, para empezar te diré que la sorpresa que Archie le tenía a Annie era que había terminado sus estudios con honores mucho antes de lo previsto, por lo que la fecha de la boda se fijo ese mismo día para el siguiente año, en cuanto a Albert, pues mira, fue algo muy curioso, pues él habría jurado que de ambas chicas ninguna lograría realmente enamorarlo, pero sucedió que faltando dos días para año nuevo, él fue como cada año a dejar lo necesario para la cena en el hogar, al llegar los niños lo recibieron con gusto, nosotros no pudimos acompañarle debido a que nos habíamos quedado con la tía abuela para ayudarle con algunas cosas y hacer diligencias, ya sabes cómo era, ante todo el que la sociedad nos tuviese presentes, ese día, mientras los niños terminaban sus labores, él le ayudaba a la hermana María a arreglar unos maderos, George sólo había ido a dejarlo, lo recogería más tarde, pues él pensaba pasar buena parte del día ahí, cuando de momento escucho nuevamente algarabía por parte de los niños, al parecer tenían visita, ,por un momento pensó que se trataría de nosotros, por lo que no salió a saludar y continuó ayudando, terminaron y él lucía verdaderamente sucio, pero estaba contento, rodeo el hogar para cargar algo de leña y llevarla, grande fue sus sorpresa al reconocer aquel automóvil, entró y depositó su carga en la cocina y salió a enjuagarse las manos, la hermana María continuaba ocupada preparando la comida, pues su recién llegada siempre les acompañaba en la mesa, no sólo eso, sino que también gustaba de ayudar luego de haberles leído cuentos a los más pequeños.
- ¿Usted también nos acompañará señor Andrew?
- Hermana, cuantas veces debo recordarle que sólo soy Albert, pero creo volveré a la hora de comer, aunque no lo aseguro pues tengo algo que hacer por aquí cerca, le ruego no mencione a la señorita mi presencia, no sea que se sienta incómoda o algo.
- Es cierto, pero que descortesía la mía no le he presentado a la señorita, deme un segundo.
- No, no se preocupe, debo salir un momento, si es que usted no necesita algo.
- No muchas gracias, bueno pero no se vaya a ir sin despedirse.
- Se lo prometo.
Se fue directo a la colina de Pony, se subió por las ramas del árbol mismas que estaban con algo de nieve, pero eso ni le impidió el ascenso y desde ahí pudo observar todo a su alrededor, tenía sus ojos cerrados, dejando que el viento le acariciara el rostro, se sentía tan fatigado, esos eran los momentos que el más amaba, esos y los que pasaba en su cabaña, no supo cuanto tiempo pasó así, pues al parecer se quedo dormido, al abrir los ojos pudo observarla jugando como una más entre los niños. Su aspecto no era nada parecido a lo que el acostumbraba ver en ella, su elegancia había quedado de lado, traía pantalones de montar, botas y una chamarra, correteaba por todos lados, de pronto todos los niños la rodearon y la empezaron a abrazar, sin duda alguna se estaba despidiendo, para él fue suficiente verla de ese modo para que su corazón se aclarara y las dudas se disiparan, si, definitivamente ella era una gran mujer y la quería a su lado, compartiendo la vida.
Bajó del árbol y se encaminó lentamente al hogar, vio como su auto se iba perdiendo en la distancia mientras que por el otro extremo George llegaba.
- Señor Andrew, por un momento pensé que ya se había marchado, pero pase a comer, usted también George.
- Oh no, disculpe señorita Pony, pero lo mejor será que me retire.
- No, de ninguna manera lo permito, pasen por favor.
- Si me disculpan yo ya he comido, pero le acepto una taza de ese delicioso chocolate por el que la señorita Candy quisiera vivir aquí eternamente.
Todos rieron de buena gana, retornaron a la casa y posteriormente a la mansión, durante el trayecto Albert iba pensativo, tratando de asimilar que aquello que había pasado ese día había sido real, fue así como empezó a cortejar a la hermosa señorita Randolf, tuvo que hablar honestamente con Isabelle quien creía tener la partida ganada con complacer en todo a la tía abuela, ese fue su error, quiso ganarse a Albert dejando su propia identidad de lado, pero como buena perdedora se hizo a un lado y se retiro dignamente de la mansión, pretextando que sus padres la habían requerido en casa, fue muy difícil que Elizabeth Randolf le permitiera ver su lado bondadoso y libre de máscaras.
Hacían sin duda alguna, una hermosa pareja, pero él seguía sin conseguir que le mostrara abiertamente su amor, aún así fue perseverante hasta conseguir que ella dejase su actitud frívola, al menos con quienes la queremos, cierto día coincidieron en el hogar, cada uno fue a conocer a un pequeño que acababan de abandonar, grande fue la sorpresa de encontrarse el uno al otro, en esos precisos instantes entraba Albert con una hermosa cuna para el pequeñín y se encontró a Elizabeth con el bebe en brazos, ambos se quedaron mirando fijamente, posteriormente él se acerco y le dijo tiernamente.
- Serás una gran madre mi amor, ¿me dejas cargarlo?
- Si por supuesto – le respondió ella totalmente ruborizada.
El día fue encantador para ellos, jugaron con los chicos, y pasaron un rato agradable en la colina de Pony, donde para sorpresa de Albert, su prometida trepó a los árboles con gran habilidad.
Fue a partir de ese momento que los dos se empezaron a mostrar abiertamente todo ese amor que se tienen, fue agradable para nosotros verlos tan felices.
- Hey, no me has contado sobre tu boda.
- Si, si te he contado, pero esta bien lo haré de nuevo.
- Gracias.
- Siempre te sales con la tuya eh.
Bien, lo ocurrido entre Eli y Albert fue justo en el tiempo en que mi boda se aproximaba, ella pensaba que su compromiso sería anunciado después de nuestro regreso de la luna de miel, pero sorpresa, una semana antes de mi boda, preparamos una reunión en la mansión, con el pretexto de que sería mi última presentación en sociedad como soltera, cosa más increíble, ella lo creyó, pero a petición de él se arregló mucho más que yo, esto le extrañó pues se suponía que la festejada era yo, en fin, llegó del brazo de sus padres quienes sonreían contentos, la velada inició y nada indicaba que aquello fuese hecho para mí pues yo me encontraba bailando con Terry desde que la reunión diera inicio, cerca de las 10 de la noche la música cesó, la abuela se puso justo en medio del salón y empezó un largo discurso, normal en ella, al poco rato nos mando llamar a Archie, Albert y a mí, dijo algunas palabras más y luego le cedió la palabra a Albert.
- Ante todo, muchas gracias por acompañarnos, quiero ahora solicitar la presencia de mi novia, la señorita Elizabeth Randolf.
Todos estaban extrañados, justo cuando ella llegó a la pista él se arrodillo sobre su pierna derecha, saco una cajita de su saco y mostrándosela se la ofreció diciendo:
- Señorita Elizabeth Randolf, aceptaría ser esposa de este hombre que promete amarla y hacerla feliz por el resto de su vida.
Ella estaba muda ante esto, lo único que atino hacer fue exclamar un fuerte ¡SI!, luego, llorando de alegría y emoción llegó hasta él y lo besó tiernamente. La fecha de la boda se fijo para el mes de Junio. Los aplausos no se hicieron esperar y con ello las felicitaciones sinceras por parte de algunos, miradas de todo tipo había en aquel salón, de envidia, de frustración, de alegría, pero sobre todo, en el ambiente flotaba el amor, mismo que opacaba toda aquella hipocresía de las falsas amistades de la familia.
- Que hermosa noche de compromiso. Es el mismo anillo que luce aún cierto.
- Así es, es parte de la fortuna de los Andrew que heredó Albert, las joyas pertenecieron a su madre, inclusive los anillos de bodas son parte de esa herencia.
Bueno, lo curioso de aquella velada fue la presencia de los Leegan, Eliza estaba saliendo con un buen chico en esos días pero aún así no pudo evitar hacer una rabieta al conocer la elección de Albert, la ilusa todavía pensaba en la posibilidad de atraparlo, en cambio Neil lucía muy diferente, sin duda era guapo, pero su mirada era distinta, elegante por naturaleza, seguía con sus estudios en Boston, más gracioso fue el hecho de que se encontraba en compañía de Patty, todos miraban entre desconfiados y asombrados a esta pareja, quienes hablaban y sonreían el uno al otro, la velada termino y con ella llegaron los nervios, las tensiones y el ajetreo para los futuros esposos, o sea nosotros, aun recuerdo el nudo que sentía en el estomago los días previos a la ceremonia.
Mi vestido estaba totalmente listo, me lo probaron 3 ocasiones antes de la fecha, porque tenían miedo de que me quedara grande, pues con todo aquello de repente me quede sin apetito, nadie podía creerlo, así que se aseguraban de que tomara bien mis alimentos, aunque yo no quisiera, el día llegó, yo estaba más que nerviosa, la misa se oficiaría en el portal de las rosas, en primera instancia se había pensado hacerla en Chicago pero cumpliendo mi petición la abuela hizo los arreglos necesarios para que se llevara a cabo en Lakewood, los chicos del hogar de Pony fue el coro que cantó el Ave María durante la ceremonia, la hermana María tocó el piano y la señorita Pony estuvo en el lugar que le corresponde, el de mi madre.
Ese día era doblemente especial, pues Terry cumplía años, así que pensando que yo estaría demasiado nerviosa por la boda él había decidido no celebrarlo, pero se equivoco, ya que a la hora del desayuno, fui yo quien se lo llevó a su habitación, aún dormía pues apenas eran las 7 de la mañana, así que cuidadosamente salí de la habitación y fui por su obsequio, cuando volví a la habitación él se encontraba mirando por la ventana, su desayuno estaba intacto.
- No necesito nada por el momento, puede retirarse – me dijo sin siquiera haber volteado.
- ¡Feliz Cumpleaños Terry!
- Candy, te acordaste.
- Por supuesto, como podría olvidar algo tan importante, muchas felicidades mi amor, espero que este sea el primero de muchos que celebremos juntos.
- Gracias mi amor – en ese momento nos dimos un hermoso beso acompañado de un abrazo.
- Espero que te guste mi obsequio.
- Mientras no sea un animalito me gustara – desenvolvió rápido el regalo - ¡Es precioso Candy!, estará siempre junto a mí.
Se trataba de un relicario con espacio para 4 fotos, un joyero amigo de Albert me hizo una verdadera pieza de arte, completamente de oro, puso un arillo en medio del relicario de modo que daba doble espacio para fotos, en un lado se encontraba Eleanor, en el otro el duque de Granchester en el espacio de en medio, había dos fotos de él, una de cuando era pequeño y una reciente. Además tenía grabada la fecha (28 de Enero de 1920) y podía llevarlo en forma de reloj sujeto por una leontina también de oro. También le regale el cuadro que esta en la sala.
- Ese donde esta un barco y sus rostros pintados al óleo, enmarcado en madera de pino y...
- Si si si, ese mismo, veo que lo has observado bien, ese barco es el Mauritania, donde nos conocimos, así que pensé que le gustaría.
- Si, fue un bello detalle, que dijo él del cuadro.
- Déjame ver, oh si, ya recuerdo.
- Pequeña pecosa, en mi vida imaginé tener un obsequio tan bello, es hermoso el cuadro, pero tú eres mucho más – eso fue lo que dijo.
Luego de entregados los obsequios compartimos el desayuno en la terraza, hacía frío pero eso no nos impidió disfrutar del momento, estuvimos tranquilos un buen rato, hasta que una de las mucamas entro llamándome porque la abuela Elroy solicitaba mi presencia para empezar con mi preparación.
Yo estaba demasiado nerviosa, incluso Albert tuvo que sacudirme fuertemente de los hombros para que me tranquilizara, luego me dijo algo que siempre recordare:
"Cuando niña me inspirabas ternura, cuando jovencita admiración, hoy que te convertirás en una mujer me inspiras respeto y todo lo anterior, sé muy feliz pequeña mía y no lo olvides, cuando me necesites, siempre estaré para ti".
Fue muy emotivo aquel momento, iba a llorar pero él no lo permitió, mi arreglo terminó y fue hasta entonces que me permitieron verme en el espejo, quede asombrada, jamás me había imaginado lucir así el día de mi boda, mi vestido completamente blanco, con las mangas largas, bajo las cuales los guantes de encaje blanco y transparentes eran ocultados, dando la apariencia de que todo era parte del vestido, ceñido completamente a mi cuerpo, al llegar a la cadera terminaba el corte en V y daba paso a una amplia falda, la tela era seda natural, bordado con hilo de plata y algunas piedras pequeñas brillaban discretamente sobre las rosas que se formaban de aquel hermoso bordado, mis hombros estaban un poco descubiertos y en la orilla del cuello había bordadas pequeñas dulces candy, y en el centro del vestido, apenas visibles mis iniciales, también puestas a petición mía, mi cabello estaba recogido en alto, sostenido con una hermosa tiara de diamantes genuinos, obsequio de la tía abuela, con algunos rizos que no se habían dejado acomodar, el velo era largo y en toda la orilla había pequeñas florecitas bordadas y piedritas de fantasía fina intercaladas.
Gargantilla con el emblema de los Andrew y aretes de diamantes complementaban mi ajuar, también obsequio de la tía abuela, el juego también traía un brazalete pero dadas las circunstancias no lo pude lucir, ya que en mi mano solo lucía mi anillo de compromiso, poco maquillaje y zapatillas blancas con piedras brillantes en la punta, mi ramo eran orquídeas naturales que habían sido conseguidas del invernadero particular de Eleanor, es el mismo ramo que lucirás tú cuando te desposen, gracias a un tratamiento especial que recibió y que lo hace lucir natural a pesar de los años. La hora había llegado, Albert fue por mí y vi como discretamente se limpiaba un par de lágrimas, era un día frío, sin embargo, aquel día el sol nos había regalado sus tibios rayos y el cielo estaba completamente despejado.
"Luces preciosa, me enorgullece ser yo quien te entregue en el altar", me dijo al tiempo que depositaba dos sendos besos en las mejillas para posteriormente cubrir mi rostro con el velo, caminamos con paso firme hasta el portal, donde me detuve un momento al ver incrédula como una Dulce Candy se abría en flor ante mis ojos, me agache y deposite un beso en ella y continué mi marcha.
Al llegar al camino que me llevaría a los brazos de Terry levante la mirada, ahí, al final del mismo, estaba él, lucía gallardo, con un frack negro, su cabello levantado en una coleta, al lado de él sus padres, quienes lucían contentos, empezamos el recorrido, mis damas eran Annie y Patty quienes iban dejando caer pétalos a su paso, la cola de mi vestido era sostenida por dos niños del hogar, al llegar al altar, vi como el también estaba nervioso, me sonrió y tomo mi mano, fue así como nos dispusimos a tomar los votos de matrimonio.
Al terminar la misa y luego del obligado beso, escuche una antigua melodía, misma que mis sentidos y mi corazón reconocieron en el acto, eran Albert y Archie quienes vestidos a la usanza escocesa tocaban sus gaitas, me quede mirando aquel bello cuadro y pude ver con claridad como a lado de ellos Stear y Anthony hacían lo mismo, fue un momento mágico y muy emotivo, al terminar la melodía envié un beso con mi mano hacia ellos, en ese momento Albert y Archie me devolvieron una reverencia mientras que las imágenes de mis amados primos se desvanecían mientras agitaban sus manos en señal de despedida.
Fue la última vez que vi las imágenes de mis primos fallecidos, la fiesta fue estupenda, al día siguiente partimos de luna de miel, viajamos a una hermosa playa ubicada en Cancún, donde parece que el frío jamás hiciera acto de presencia, posteriormente nos fuimos a recorrer los países del centro y sur de América, fue una gran experiencia.
- Vaya, que lindo debió ser todo eso.
- Sí, muy bello.
- Y que pasó después.
- Santo Dios, eres incansable.
- Por favor, cuéntame más. Como fue la noche de bodas, no seas tímida, ¿si?
- Que cosas se te ocurren, por supuesto que no te contare de mi noche de bodas. Eso es algo íntimo y que se comparte solo con nuestras parejas, así que no hablare sobre eso.
- Esta bien, cuéntame algo entonces.
- Ya te sientes mucho mejor por lo que veo.
- Si, la verdad me siento mejor, gracias.
- Para eso estoy preciosa.
Bueno, tu sabes casi toda la historia, a nuestro regreso la boda de Albert estaba en los preparativos finales, su boda se aproximaba y ahora era yo quien lo calmaba, Terry había vuelto a Nueva York para ponerse de acuerdo con Robert para la siguiente obra, Annie también andaba viendo lo de su boda y compaginándolo con la escuela que día a día crecía, Neil y yo habíamos iniciado una serie de cartas que continuaban, me convertí en su confidente y fue así como le ayude a conquistar a Patty, al principio no fue bien aceptado entre los chicos, sobre todo por Terry, pero poco a poco logro llevarse bien con todos, y ya sabes, ahora hasta padrinos de su hijo somos. Eliza desafortunadamente nunca cambió, ella se ha casado varias veces y en todas las ocasiones la han dejado por encontrarla con otro hombre. Lo último que supe de ella es que se encontraba en París viviendo cómodamente gracias a sus ventajosos divorcios.
- Oye, ustedes siempre han vivido sin problemas. Así en armonía. ¿O no?
- Ja ja ja ja, por supuesto que no Eleanor, la vida no es de color de rosa, hemos tenido nuestras diferencias, en algunas ocasiones me fui al lado de mis dos madres quienes de inmediato me hacían retornar, en algunas otras corrí al lado de Albert y la abuela Elroy, quienes también me daban consejos y me mantenían tranquila hasta que pasara la tormenta, pero nuestro peor problema fue el que te relate hace unos momentos.
- Entonces tú crees que algo así pudo pasar entre William y yo.
- No lo sé con certeza y no te conté esto para que vayas y corras a sus brazos, simplemente quiero que pienses con detenimiento los hechos y decidas.
- Gracias, te prometo que pensaré muy bien las cosas antes de perder a quien amo.
- Me alegra que pienses así, el amor no debe dejarse ir, si lo sabré yo.
- ¿Me perdonas por haber echado a perder la velada justo hoy que es su aniversario de bodas y el cumpleaños de papá?
- No hay nada que perdonar, siempre hay tiempo de celebrar, para nosotros ustedes dos son nuestro universo, ¿lo sabes verdad?
- Si, lo sé, tanto como Richard. Sabes, cuando conocí a Anthony pensé que era el amor de mi vida, al poco tiempo conocí a William y supe que él era el elegido por mi corazón, aunque al principio me era difícil distinguir a uno del otro, son idénticos.
- Sólo que Anthony tiene una chispa alegre y divertida en sus ojos, siempre esta viendo el lado positivo, mientras que William es idéntico a su padre tanto en físico como en carácter.
- Tienes razón, no me había dado cuenta de eso.
- Eleanor, me sorprendes.
- Es broma, por supuesto que lo había notado, que fue de tus amigos en el tiempo que estuvimos en Europa.
Bueno, pues ya sabes, que en el año que me casé yo, también lo hicieron Archie y Albert, Neil y Patty contrajeron matrimonio a los dos años siguientes, mi querido Tom se casó con una joven muy linda llamada Rebeca, Jimmy se quedó a cargo de la granja al morir su padre y también se encarga desde entonces del hogar, él se casó hace poco mas de 10 años, su linda esposa se llama Gabrielle, ah y no te había contado, Dorothy, quien fuese mi dama de compañía cuando me adoptaron los Andrew tuvo trillizos, fue una linda sorpresa cuando el día de mi boda estuvo presente con sus bebes de apenas un año, sus hijos se llaman David, George y Anthony, cuando regrese de luna de miel fui a visitarla y llevarle obsequios para sus pequeños, fue la primera vez que visite su casa y me dio como regalo algo maravilloso, en una parte de la granja acondiciono un pequeño invernadero, el cual tenía todas y cada una de las especies cultivadas por Anthony, ahí fue donde se obtuvieron las rosas y dulces Candy que se usaron en mi boda, el invernadero tiene como nombre Anthony, en memoria de aquel que algún día fuese un gran jardinero, mi amigo Armand Kenneth se caso con Isabelle, la conoció en una reunión y se enamoró profundamente, seguimos también en contacto. El resto de la descendencia la conoces, Neil y Patty son padres de Jeremy y Daniel, Annie y Archie tienen a Alistear y Arthur, Albert y Elizabeth son quienes tienen más hijos, los gemelos Anthony y William Albert, Candice y Elizabeth. Aun no entiendo esa decisión de ponerle Candice a su primer hija, un día le preguntare a...
Toc toc
- Adelante.
- ¿Podrían decirme las damas si ya terminaron de platicar?
- Terry, me asustaste.
- Si papá, que forma de tocar es esa.
- No le repliques a papá niña malcriada.
- Tú no te metas Richard.
- Tranquilos chicos, ay a veces creo que nunca dejaran de ser unos niños.
- No mamá, la que no deja de ser una niña es Eleanor, siempre haciendo dramas, no sé como William la soporta.
- Richard, no te metas con tu hermana, es la mayor recuérdalo.
- Sólo porque tú me lo pides papá, aunque a veces pienso que yo debí ser el mayor.
- Perdonará la princesa, pero tenemos horas esperando que ustedes hagan acto de presencia, por un momento pensé que estarían roncando.
- No es gracioso Terry.
- ¿De verdad roncas mamá?
- Que cosas dices Richard. Que yo sepa no.
- No te molestes pecosa, vamos, los invitados están a punto de irse, se han visto muy groseras con su inasistencia.
- Papá, ¿William sigue aquí?
- Si Eleanor, pero hasta el más paciente se cansa.
- Lo sé papá, por cierto, disculpa la escena de hace un momento, no quise estropear la cena, lamento haber ocasionado esto precisamente hoy.
- No hay problema princesa.
- Voy a ver a William.
- Si hija ve, tu padre y yo estamos contigo, no lo olvides.
- Te acompaño hermanita, no sea que haya espectáculo y yo me lo pierda.
- Eres un odioso.
- Pero así me quieres.
- Oye Richard, deja a tu hermana resolver sus asuntos, tú atiende al resto de los chicos y ocúpate de tus asuntos.
- De acuerdo papá, hasta luego mamá.
- Hasta luego hijo.
- En qué momento han crecido los chicos, ¿no es cierto Candy?
- Si mi amor, muy cierto, ya nuestra pequeña con 22 años por cumplir y Richard 19.
- Así es. Y de que tanto hablaron eh.
- Bueno, pues le conté a nuestra hija sobre aquella mala experiencia que tuvimos antes de nuestro matrimonio.
- Crees que eso la haya hecho recapacitar.
- Sin duda alguna, viste con qué resolución salió a hablar con él.
- Espero que las cosas se arreglen, sabes, es extraño, nuevamente la familia Andrew contara con una princesa Granchester.
- No te entiendo.
- Primero fue Candice Andrew quien se convirtió en la reina de esta casa al desposarse conmigo, ahora será Eleanor Granchester quien una a las dos familias si es desposada por William Albert Andrew.
- Tienes razón, además no olvides que los Granchester nuevamente también desposaran a una Andrew, al parecer lo de nuestro hijo Richard y Candy va muy avanzado, no sería sorpresa supongo para la familia, pero si para Alistear quien hubiese deseado ser el elegido por la traviesa Candice.
- Y que me dices de Arthur Cornwell, el ya esta comprometido con Elizabeth, la más pequeña de Albert.
- Definitivamente esta familia creció mucho y al parecer seguirá haciéndolo. Sabes Terry, sería grandioso que la señorita Pony y la tía abuela pudiesen verlo.
- No te pongas melancólica mi amor, sabes que desde donde estén velaran por todos, mejor sigamos disfrutando de esta velada.
- Si tienes razón, vamos con los demás, deben estar esperando por nosotros también.
- Mhmhm, la verdad es que ya todos se fueron, solamente se quedaron los chicos, pasaran aquí el fin de semana, así que porque no me cuentas a mi nuevamente como fue nuestra primera noche juntos.
- Terry, eres imposible, nunca cambiarás.
- ¿Te gustaría que lo hiciera?
- No, te amo tal y como eres.
- Sabes Candy, han pasado 23 años y todavía puedo sentir la ilusión y emoción de aquella nuestra primera vez juntos, así como también la alegría tan grande que me brindaste al saber que sería padre a tan solo unos cuantos meses de habernos casado, cuando nació Eleanor y ni que decir de cuando el pequeño Richard completo nuestra familia.
- Sí, nunca me imagine que la pequeña Eleanor se pareciera tanto a ti.
- Ni yo que Richard fuera tu retrato, sólo que sin pecas.
- Es cierto Terry. Yo aún tengo presente en mi memora esos momentos mágicos cuando nuestra familia se complemento con ese adorable pequeñín, también los tengo grabados en mi corazón.
- Te amo Candy
- Te amo Terry.
- Feliz aniversario pequeña pecosa.
- Feliz aniversario mi amor
Es así como esta historia ha llegado a su conclusión, agradezco enormemente a todas ustedes por haberme tenido tanta paciencia, la vida siempre continua por lo que jamás podemos decir FIN, este ciclo en la vida de Candy se cierra dando paso a muchos más, espero que haya sido de su total agrado el presente.
No me queda más que despedirme y hacer las aclaraciones pertinentes.
En el papel de Elizabeth Randolf me inspire en mi gran amiga Elia, quien creo quedará satisfecha con su final.
Isabelle representó a todas y cada una de las Albertfans, por lo que no le pongo un nombre en específico.
Un beso enorme a todas y cada una de ustedes.
Dedico este epílogo a mi hermana Susuky quien este mes cumple veinte añitos, con todo mi corazón y amor de hermana. (Enero2003)
Agradecimientos 2018: a todas y cada una de las chicas que a través de un mensaje y un favorito me siguieron y aguantaron tanto tiempo por el epílogo, a quienes leen en el anonimato.
Bendiciones en sus hogares y que este 2019 que se acerca les traiga cosas maravillosas…
Abrazos… Nos leemos en los que siguen...
