Amaterasu (天照): es la diosa del Sol en el sintoísmo y antepasada de la Familia Imperial de Japón según los preceptos de dicha religión. También conocida como Ōhiru-menomuchi-no-kami (大日孁貴神), su nombre significa diosa gloriosa que brilla en el cielo. Es una de las deidades más importantes.
El que su matrimonio fuera por su Kirk era más que evidente, ella se había enamorado de un hombre al que no le interesaba para nada; siempre intentó ver el lado bueno de aquélla relación insana, pero había momentos en que deseaba con todo su corazón que la diosa Amaterasu le brindará una ayuda.
-Natsuo, cariño podrías traerle a mamá aquél té. - indicó la mujer mientras estaba recostada en cama, su hijo le hacía compañía, su hija mayor estaba durmiendo al lado de su hermano menor mientras ella yacía acostada con su siguiente primogénito en el vientre; su esposo la amenazó de que si este cuarto hijo no alcanzaba sus espectativas, la mandaría a matar. -¿Cómo están tus hermanos? - preguntó amable mientras tomaba con sus manos la taza de té.
-Fuyumi fue a su clase del té en la tarde, Dabi sólo se la mantuvo con las sirvientas jugando...
-¿Y tú?... No tienes que cuidarme siempre, cariño debes divertirte ahora que tu padre no esta.
-Mamá, quiero estar contigo y con mi hermanito, no quiero dejarte sóla como el nacimiento de Dabi.- la de cabellos blancos asintió mientras recordaba; esa vez sufrió dolores de parto graves, las sirvientas estuvieron tratando de regular su fiebre, en ese momento esperaba que su esposo estuviera con ella en el nacimiento de su hijo, pero en ningún momento éste llegó para apoyarla. Enji entró a su cuarto para ver al bebé y cuándo notó el cabello blanco le dió bofetada en el rostro juntó a unas crueles palabras: "No sirves para nada, ni un buen primogénito me puedes dar, estaba loco cuando te saque de ese Okiya. Mujer buena para nada." trató de romperse más, apretaba su puño en su pecho mientras su rostro bajo no dejaba ver sus lágrimas, tenía miedo de que Enji le hiciera algo al bebé pero en ningún momento se le acercó, como si el simple contacto con el menor le produciera asco.
-Mi señora, el doctor ha llegado. Joven Natsuo venga conmigo, - indicó una sirvienta atavida en un yukata con el kanji del clan en su espalda. Natsuo se volteó a ver a su madre con un gesto de preocupación, la mujer al notar esto acarició el rostro de su hijo con cariño, haciéndole entender que estaría bien. -, bueno, la dejo mi señora.
El doctor entró mientras saludaba a la de cabellos blancos, estaba nerviosa; esperaba que su hijo se encontrará sano, Enji no le perdonaría si le daba un hijo enfermizo como ella. -¿Se encuentra bien?
Asintió en silenció mientras realizaba todo lo que el médico le pedía, conocía a la perfección cada acción de esta rutina médica, no por algo desde sus dieciséis años salió embarazada, ahora tenia veintiún años. -¿Cómo está?
-Perfecto, es un bebé sano, nacerá pronto, tal vez hoy, tal vez mañana.
-Ya veo... - su voz sonó vacía, el médico se sorprendió de aquella reacción, era normal que muchas madres al enterarse que su hijo estaba sano sonreía o sonaban siquiera feliz pero Rei se veía triste y sin esperanzas.
-Mi señora, no se ponga así, le aseguró que el pequeño la hará sentir mejor. Dentro de poco tendrá otra esperanza para sonreír - trató de subirle el ánimo a la mujer que trató de sonreír pero las lágrimas amenazaban con atacar su rostro, así que con toda su fuerza se obligó a sonreír.
-Si. Yo también lo esperó.
Cuando la noche cayó y sólo se escuchaban los tuenes cantos de las cigarras reinaban el ambiente de aquel palacio en su habitación Rei Todoroki miraba a una esquina vacía de su habitación como si esta fuera lo más interesante de todo el mundo. Al cabo de unos segundos un dolor agudo inundó su vientre, estaba teniendo contracciones posparto; con la poca fuerza que tenía en aquel momento gritó para llamar a las sirvientas quienes deducieron el suceso dentro de la habitación de la fémina. Natsuo vio a toda la servidumbre subir a la habitación de su madre con sabanas en mano y otros con cántaros de agua recién sacada del pozo, intento acompañarlos pero la mano de su hermana mayor se lo evitó.
-Mamá no necesita que le presionen más de lo que ya está...
-Pero Fuy-
La chica le interrumpió abruptamente antes de siquiera terminar su frase.
-¡Entiende que mamá no quiere mostrarnos su cara de miedo! - eso sorprendió a Natsuo hasta que entendió el significado de la frase; con los puños al lado de sus costados se alejó de la puerta para acercársele a Dabi quien estaba ocultó detrás de un enorme Kitsune de madera tallada.
El dolor recorría cada uno de sus miembros, sentía como la fiebre amenazaba con darle, el suelo comenzaba a congelarse y el pequeño ser que antes vivía en ella, comenzaba a salir.
-Empuje señora, ya se nota la cabeza del bebé - hizo oídos sordos para lanzar un gritó de dolor, poco a poco comenzaba a salir; luego de dos horas en labor de parto un grito pequeño que se convirtió en un lamentó tomo acto de presencia dentro de las cuatro paredes de aquella habitación. -¡Felicidades señora, es un varón sano! - alzó la vista para ver como un pequeño bebé lloraba mientras su rostro estaba rojo, gracias a la sangre de su madre.
Estiró su mano izquierda para intentar tocarlo pero una sirvienta se lo llevó para darle un baño, a la vez que intentaban calmar los llantos del recién nacido. -Mi bebé...- susurró bajo a la vez que lloraba junto al recién nacido, se sentía débil pero estaba feliz. Minutos más tarde le entregaron un pequeño en vuelto en sabanas blancas, se podían escuchar sus débiles quejidos así que con su mano destapó el rostro de su hijo topándose con una carita roja indicador de su llanto, pestañas largas de distintos colores y una pequeña mata de cabellos del color de sus pestañas. Era simplemente hermoso.
-Señora, el emperador llegará en la mañana para ver a su primogénito. - no le hizo caso ya que se encontraba abrazando al bebé contra su pecho, tratando de calmar sus lágrimas mientras el pequeño se tranquilizaba con sus latidos. Las sirvientas decidieron dejar a madre e hijo sólos, mientras se llevaban las sabanas sucias juntó a los demás objetos usados para el parto.
-Mi pequeño bebé... te amo demasiado- con los labios temblorosos depósito un dulce beso en la coronilla de bebé que suspiró mientras sacaba su lengua.
La mañana no tardó en llegar y los caballos que jalaban el carruaje del emperador indicaron su llegada. Todos los sirvientes fueron a recibirle desde la entrada, las llamas de su kirk era más que evidentes y eran difíciles de acercársele. -¿Dónde está la buena para nada de mi esposa? - preguntó a la dama de compañía de la mencionada que se heló por el tonó de hablar de su emperador.
-En su habitación juntó al bebé. No salieron para nada como usted solicitó. - el hombre la pasó derecho para subir las escaleras con prisa, dentro su esposa tenía en brazos al recién nacido que dormía tranquilamente.
-Rei... - escuchó un sonido de sobresalto de su esposa, viendo como esta intentaba ocultar a su hijo, algo inútil ya que Enji logró ver al menor. -Hasta que pudiste hacer algo bien. Déjame ver a mi hijo- le temblaron las manos pero aún así entregó al pequeño a los brazos de su padre; el menor al tener el menor contactó con su padre su frente se arrugó y comenzó a emitir ruiditos indicando que lloraría. Al escuchar el llanto de su bebé recordó las veces que Enji la obligó a tener relaciones después del nacimiento de Fuyumi, su primera hija. -Espero que los siguientes nazcan como Shoto... si no sabés que te pasará- Enji se llevó al bebé en brazos dejando a Rei pálida y sin palabras; recuerdos golpeaban su mente con rudeza, tenía miedo.
Había corrido escaleras abajo. En sus ojos, se veía claramente el rojo húmedo de las lágrimas y su boca, tiritando, gritaba sin ruido el terror que le provoca era hordido. Estaba escapando de él, de Enji quien está preparándose para perseguirla.
-¡Ven aquí, maldita puta! ¡Necesitas darme un buen heredero!-Le gritaba, bajando las escaleras de la enorme casa tan rápido como podía, mientras ella, llorando y gritando, intentaba huir.
Todas las sirvientas se habían ido con Fuyumi y compadecían a su señora. Cómo envidiaban, en el fondo, el valor de ella, ya que Rei sólo se permiten llorar en silencio, a escondidas, preocupada de ser asesinada y no volver a ver a su hija nunca más.
-No... ¡No! Por favor... ¡Suéltame! - continuaba gritando, y el terror de sus ojos era tal que si alguien que tuviera corazón se le hubiera roto al ver el rostro de la mujer. Enji, furioso, la tomó bruscamente de ambos brazos y subió con ella la escalera al segundo piso de la casa .
Rei fue empujada bruscamente dentro de la habitación y lanzada a la cama. No dejaba de llorar, y jamás dejará de hacerlo, aquél hombre era completamente distinto al que con ella se caso y juró amar por los siglos. Enji Todoroki, no es otro que el emperador de Yokohama y quién la había comprado, él raja sus vestidos con brusquedad a la vez que quema pedazos de su pulcra piel, mientras la insulta, a ella y a su familia. Aquélla mujer le resultaba inútil, no pudo darle el primogénito que anhelaba, en cambió le dió una hija con el kirk de hielo; cómo podría vencer al emperador de Tokio con tal objetó inservible.
-¡Deja de lloriquear! -Le gritonea, mientras observa la desnudez de la niña; si, una niña, porque Rei apenas tenía dieciséis y su admira su eterno dolor. Su piel erizada por el miedo, brillante por el sudor y su pecho, que está a punto de dejar escapar a su corazón. Enji jura ver desde allí, sobre ella, entre sus piernas, con el sexo férreo fuera de su traje de emperador, y ella que en medio del dolor y la desolación se contrae a su alrededor. -Perra maleducada, ¿jamás te enseñaron las Maiko a estarte callada en presencia de tu amo y esposo? Me das asco con tus lloriqueos -y él continúa con su eterna tortura. Ella, apunto de desmayarse de dolor, sus fuerzas sólo le permiten llorar, tanto como pueda. Mientras recuerda y plasma en su mente que aquella tortura terminaría hasta que le diera a Enji lo que anhelaba: un primogénito con las habilidades de ambos, un perfecto soldado.
-Shoto, ¿Qué haces con ese daimakura* en la boca? - un chico de cabellos blancos y ojos aguamarina retiró de las manos infantiles el juguete mientras el pequeño le sonreía.
-¡Shoto! ¿Dónde estás dulzura? - escuchó la voz de du madre así que tomó al pequeño en brazos para correr a su lado. -¡Shoto!... ¿Dónde podría estar?...
-Mamá, esta aquí- la voz a sus espaldas de su hijo Dabi, la hizo voltear topándose al pequeño de siete años y Shoto de dos, sonriendole con cariñó.
-Aquí estás, te estuve buscando - retiró al bebé de los brazos de su hijo para depositarle un beso en la coronilla escuchando la risa infantil. -gracias cariñó, ¿No se qué habría hecho si tu padre lo encuentra?... ¿Cómo te fue en tu práctica con él? - le preguntó a Dabi mientras el menor desviaba la mirada.
-... Me fue bien. - Rei miro como en el brazo derecho, a la altura del hombro de su hijo se miraba una quemadura de tercer grado, por lo cual jaló el brazo de su hijo, sorprendiendolo por tal acción suya.
-¡Dabi! ¿Quién te hizo esto? - el menor le miro con temor. -Dime, ¿Quién te hizo esto?
Dabi jaló su brazo de regreso, le dolía la acción tan brusca de su madre. -Mamá, duele, suéltame por favor. - sus lágrimas invadieron sus ojos agumarina y Rei tembló al verlas.
-Y-yo, lo siento cariño... dime, por favor, ¿Quién te hizo esto? - se arrodilló con Shoto en brazos mientras veía a su hijo cubrirse el brazo con miedo.
-Nadie... me lo hice yo durante el entrenamiento con papá... no pude controlar las llamas y me hice ésto.- habló con la voz temblorosa algo que no convenció a Rei. -. Subiré con la abuela, adiós Shoto, adiós mamá- el niño escapó antes de que su madre le interrogara y se le escapará la verdad.
Shoto miró a la lejanía aquél edificio, en sus ojos se reflejaba dolor y esperanza; anhelaba encontrar en éste a su madre, ver sus largos y brillantes cabellos blancos, su sonrisa cálida y voz armoniosa. Rei Todoroki había sido vendida por el emperador Enji a un Okiya desconocido, se sabía que unos días después de esto su hijo Dabi Todoroki desapareció cuándo tuvo una misión en el campo de batalla juntó a su padre. Había perdido a su hermana hace pocos días ya que fue entregada al Shogun Ilda.
Estaba sólo, Natsuo estaba juntó a Enji como reemplazo de Dabi mientras él estaba en la enorme mansión.
-No lo aguantó más, diosa Amaterasu por favor ayúdame... perdóname por mis malos pensamientos, pero ya no quiero ver a Shoto... me da asco ver su lado izquierdo, me da asco no ver en mi primogénito su dulce rostro y ver el de mi terrible esposo... por favor perdóname - arrodillada mientras temblaba y lloraba como una niña, Rei rezaba a su diosa, rezaba por el perdón de sus actos. Shoto había escuchado la mitad que había dicho su madre, su corazón estaba roto por el pensamiento de su madre hacía su persona; con sus manos deslizó la puerta del templo dónde estaba su madre.
Rei al escuchar el sonido deslizante de la puerta se giró con temor, encontrándose con la figura de Enji, con las manos temblorosas jaló el candelabro dónde la cera de las velas era juntada para lanzarla a modo de defensa de su esposo; un gritó agudo la trajo a la realidad topándose con el pequeño Shoto de cinco años cubriéndose con sus manos su ojo izquierdo, mientras la veía con terror. Rei liberó gruesas lágrimas para acercarse corriendo a su hijo quién temblaba del miedo al sentir el contactó de su madre.
-S-soy una terrible madre... Shoto perdón... perdóname.
A la mañana siguiente un doctor subió a su habitación y le curó su ojo, en el segundo piso se escuchaban los gritos y sollozos de su madre acompañados de la voz furiosa de su padre. Ése día lo odió más que a nada en el mundo.
-joven Rei, ¿Qué hacé afuera? - le preguntó la Okaa-san del okiya mientras estaba acompañada de un hombre.
-Y-yo b-bueno...- se puso nervioso ganándose una risa de la fémina.
-Tranquilo, entra, aquí hasta las garzas escuchan, - le hizo un gestó con la mano entrando a la okiya junto a Shoto mientras el hombre cerraba detrás de ellos. -, ¿buscas a la mujer del emperador Todoroki?
-Si. Se llama Rei al igual que yo...
-¿Es algo de ti?
-No. Sólo creí que era una mujer muy bella...
El suspiró profundamente de la mujer sorprendió al chico que le miró fruncir el seño. -Escúchame, Rei no es un juguete sexual del cuál puedas mofarte, es un ser humano igual de valiosa que el emperador y s- Le interrumpió ver cómo Shoto dejaba caer el sombrero de paja que le cubría el rostro, mostrándose.
-Se que tan valiosa es, ella es mi madre... la amo demasiado y sólo quiero verla de nuevo... - la mujer sonrió para chasquear los dedos y sacar un papel de su kimono.
-Es el número de la habitación donde está, sube la escalera y buscala.
Un chico de cabellos rubios y ojos de un curioso color carmín sonreía presuntuoso mientras unas alas de un hermoso color café le cubrían su caminar por el patio del palacio del emperador Todoroki.
-Cada vez este anciano se vuelve más anticuado. Por eso el emperador Toshinori es más agradable- comentó burlón mientras tapaba su sonrisa con un abanicó que portaba el escudo de su familia; un halcón blanco con lo que parecían gotas de lluvia a su alrededor.
-Shogun Shizuoka, ¿Qué hace rondando sólo? ¿Y sus escoltas?
-... Tranquilo, únicamente me divertía antes de ir a hablar con el viejo.
Perdón por no haberles informado que todos los viernes se actualiza la historia, aparte apenas notamos que llamamos Shogun a Enji cuando es emperador y es que en la época Muromachi ya que habia dos emperadores y los demás eran Shogun. Pero bueno, ustedes que piensan de Enji y que le pasara a Katsuki. Nos vemos el siguiente viernes.
