Yata No Kagami (八汰鏡): Es el espejo sagrado, es parte de los Tesoros Imperiales de Japón. Dice estar guardado en el Santuario de Ise, en la Prefectura de Mie, Japón. Su prohibición al acceso del mismo dificulta la veracidad de la información. El espejo representa la sabiduría y la honestidad. junto a la Kusanagi y la Magatama forman parte de los tesoros nacionales que pasan de generación en generación en la Casa Imperial Japonesa.

Veinticinco días, veinticinco jodidos días de viaje con paradas en algunos pueblos para claro; comprar vivieres para el viaje, que el emperador pudiera realizar su limpieza personal juntó a que les dieran descanso a los caballos, todo eso conllevaba un viaje a la capital de Edo. Shōto ya se sentía agotado y molesto, no era que le desagradara visitar Edo, claro que no, le molestaba el hecho de no haberse comunicado ni visto a su esposa en esos días, extrañaba sentir sus manos mientras dormían juntó a sus pequeñas maldiciones cuando se despertaba y se golpeaba con algunos de sus materiales de escritura.

-Mi señor, hemos llegado a la casa que el emperador Toshinori nos indicó, bajaremos sus cosas juntó a dejar a los caballos en las caballerizas, cuándo llegué la noche iremos con el emperador, cómo este lo indicó y solicitó- aquél chico alto y de cabello azabache le indicó mientras Todoroki sujetaba su cabeza, le empezaba a doler.

-Si, gracias Inasa, iré a darme una ducha, cuando salga quiero que el pergamino juntó a mi kimono imperial estén en mi habitación. - el samurai asintió energéticamente, algo que a Shōto le dió gracia. -. Tómate un tiempo libre Inasa, disfrutá Tokio te lo mereces, si necesito algo te lo haré saber de inmediato.

Vió al samurai darse la medía vuelta para irse, mientras Shōto entraba a la casa que quedaba por los terrenos del emperador, justamente la casa de invitados. Entró a esta para dirigirse al fondo, donde las aguas termales estaban, procedió a retirarse cada prenda no sin antes imaginarse que tal vez Katsuki y él debían ir a algunas aguas termales juntos.

Un rubio abrió los ojos de manera pesada, su nuca le dolía a morir juntó a que unas náuseas graves se apoderaban de su paladar.

-Veo que ya despertaste, ¿Cómo se siente la emperatriz de Yokohama? - preguntó un chico de rostro atractivo mientra mezclaba algo en un tazón hierbas.

-Y-yo... ¿Dónde estoy?

-Error. Deberías mejor preguntar ¿Porqué tienes nauseas?

-Cómo sabes...

Le interrumpio el azabache, colocando otra planta al tazón. -Cariño, soy un Miko, se diferenciar cuando una persona tiene náuseas por un golpe a una mujer que está en cinta y créeme, tu para nada estarás en cinta. - Bakugo le miró con el seño fruncido, mientras observaba cada movimiento del otro, al cabo de unos segundos se detuvo para extenderle el tazón al rubio quien le miró extrañado. -No, no tiene veneno, si lo fuera a realizar no hubiera usado flores analgésicas junto a un poco de flores de cerezos para amortiguar el olor.

El rubio tomó con ambas manos el tazón para beber un poco del líquido, tenía un aroma agradable pero un sabor amargo. El azabache solo lo miraba en ratos para asegurase que lo bebía y no lo tiraba, cuándo no quedó nada en el recipiente, el azabache sonrió complacido. -Gracias...

-Shindo Yō.

-Si, gracias Shindo. ¿Dónde estoy?

-Estas en Tokio cariñó, específicamente en el templo de la diosa Ama-No-Uzume. - aquella confesión sorprendió al rubio, ¿Qué diablos hacía en Tokio? ¿Dónde estaba su tío Hawks... esperen; ¡Hawks tenía la kusanagi! ¡Oh por Amaterasu, eso era terrible! Si su esposo regresaba, le mataría. Un chasquido de dedos le trajo a la realidad, topándose con el rostro molesto de Yō. -cariño, no pongas esa cara por favor me asustas. Pero bueno, descansa dentro de poco vendrá alguién a verte. - sacó una peineta de flores de una caja para colocarsela juntó a otra con un halcón que tenía petalos dorados a su alrededor. -. Ponte esto, me pidieron dartela

-¿Mi esposo vendrá a verme? - los ojos oscuros de Yō le miraron con burla.

-No te puedo asegurar nada, pero creó que estarás muy alegré por la visita que vendrá. - se rió levemente mientras Bakugo le veía algo molesto, ¿De quién rayos hablaba el azabache? Al momento en que íba a pronunciar otra frase vió a la miko darse medía vuelta de manera grácil, llevándose sus instrumentos de curación junto a la caja donde sacó las peinetas.

Y así el azabache se retiró de la habitación dónde estaba hace unos minutos, sus pasos eran elegantes al caminar, al parecer el jóven era de una familia sacerdotisa ya que las miko sólo era sirvientas de templos a la diosa Ame-No-Uzume y solían tener posiciones privilegiadas al igual que los Shogun, ya que muchas veces las mujeres de las familias eran comprometidas al emperador por su conexión a las diosas más importantes o simplemente por su dinero, un ejemplo era Momo Yaoyorozu quién al ser la hija de uno de los comerciantes más importantes de todo Edo, era cortejada por muchos de los hombre más importantes de Edo, uno de ellos era su esposo quién antes de ser obligado a caserse con él, había ido con anterioridad a cortejar a la azabache que no le era indiferente en ninguno de los sentidos; pero quien podría serlo con Shōto, el joven emperador era la viva imágen de la seducción y la belleza, aún con esa cicatriz en el rostro no perdía ningúno de sus bellos atributos. No sólo era atractivo sino también era inteligente y amable, algo que nadie se esperaba del nieto del gran Susanoo, aquél dios rebelde y violento que era la representación de la fuerza de Edo.

Suspiró profundamente, si Shōto hubiera cortejado más rápido a Momo él nunca lo hubiera conocido, nunca hubiera tenido que haber portado aquél kimono de los Shizouka, hubiera pasado el tanabata con Izuku y su madre, estuviera entrenando para ser samurai pero sobre todo no estaría sufriendo por la pérdida de Shōto, no estaría sintiendo aquél vacío que ahora invadía a totalidad su pecho, no hubiera llorado por ver su cara decepcionada cuando se enteró que era un hombre pero sobre todo no estaría preocupándose por él mas que su misma persona. ¿Cuánto le había afectado la confesión de Shōto? Le afectó tanto que día tras día anhela despertar y tener una matriz reproductiva para hacer feliz a Shōto con la ilusión de un primogénito. ¿Estúpido no? Él, Bakugo Katsuki, un hombre que nunca en su vida deseó tener familia y menos con alguien como Shōto Todoroki ahora anhelaba con todo su ser sentirse amado por el emperador de Yokohama y formar una familia que ambos no habían tenido el derecho de disfrutar en sus tiempos correspondientes.

¿Tanto así amaba a Shōto?

... ... No lo sabía y tenía miedo de la respuesta.

Retiró por octava vez aquéllas plumas juveniles de sus alas, hace unos meses sus plumas adultas empezaron a crecer y pudo admirar el hermoso color carmín de estas, aquél que tenía en sus ojos era el de sus alas, su madre se sentiría alegre de tal suceso.

-¿Te encuentras bien? - aquélla voz sin emociones le preguntó desde el otro extremó de la habitación, el sonido de las plumas siendo retiradas juntó al goteo de la sangre de aquél que estaba lejos era lo único que se apreciaba con claridad en aquella habitación.

Giro su rostro para ver con indiferencia a aquél samurai observado su rostro con asombró, cicatrices de un horrible tono morado y algunas costuras adornaban su, en algún momento, bello rostro. Se levantó con rapidez para acercársele corriendo a su samurai, extendiendo las alas para cubrirle al igual que su madre hacía cuándo era un pequeño que lloraba la retirada de su padre al campo de guerra.

-Amor mío, ¿Quien te hizo ésto? - preguntó con voz quebrada mientras lágrimas amenazaban con salir de sus ojos carmesí.

Las manos del rubio tocaron el rostro de su amante con delicadeza, temiendo herirle más y producirle un dolor agudo.

-La kusanagi...

-S-si, la tengo, no tienes que preocuparte, s-solo descansa, n-no gastes energía- sus lágrimas salieron de sus ojos, pero antes de que cayeran su amante le limpio con sus manos, dejando una mancha terrible de sangre.

-Él no es sangre real... ella... ella siempre lo fue... Ella es la hija de S...- su voz se apagó para cerrar sus ojos y dejar caer su brazo con fuerza al suelo, Hawks le miró para a los segundos gritar de todo pulmón, sosteniendo con fuerzas el cuerpo sin vida de su, en algún momento amante. Lloró recargando su cabeza en el cuello mientras sus alas cubrían todo el cuerpo contrarió.

-¡Dabi, no me dejes! ¿Qué haré sin tí?... ¡Dime, bastardo celoso! - sacudió levemente el cuerpo de su amante, esperando que una pequeña llama apareciera, el Todoroki odiaba cuando le llamaba bastardo. -Te amo tanto, no se que es una vida sin ti... por favor no me dejes...

Pero en ningún momento Dabi le respondió, Hawks acercó sus labios a los contrarios, sintiendo la fría temperatura de su pareja, Dabi siempre era cálido. Depósito un casto beso no sin antes recordar que antes de su misión habían peleado por un detalle que Hawks quiso ocultar, aquélla vida que se creaba en sus fauses era un maldición y merecía morir.

Shōto término de comer para levantarse, su samurai Inasa le esperaba en el marcó de la puerta, un pergamino estaba en el suelo, siendo levantado por el heterocromatico quien hizo entrega de este a su samurai, pidiéndole que mandaran a uno de sus soldados a Yokohama y le entregarán aquél documento a Katsuki y sólo a ella.

Inasa asintió acompañando a su señor que estaba relajado, en unos minutos estarían frente al emperador Toshinori.

Siento que me pase de la raya matando a Dabi, perdonme pero estoy muy sentimental...(en el buen sentido) mi novio me contó una historia de amor japonesa y me dió tristeza la muerte de la pareja, dios. Para alejar la tristeza, vieron el coloreado oficial de Hawks, tiene una hermosas alas carmesí :'3 ¿Quién visitará a Bakugo? ¿Quién es el desendiente de Susanoo? ¿Porqué Hawks mencionó una vida? Nos leemos en el siguiente capítulo, besos y abrazos y gracias por todo su apoyó a esta historia, me hacen inmensamente feliz al saber que mi historia les gusta y les interesa.

Alana~