―Wow… pues, parece bastante peculiar― Dijo Victoria después de que le mostré la nueva adquisición en mi espalda.
―Lo sé, y ni siquiera dolió, solo fue…―
―No hablaba de la rosa, aunque también es muy bonita― Me interrumpió ―Yo hablaba de esta criatura que mencionas― Se recargó un poco en una sólida pila de libros acomodada detrás de ella.
―Yo concuerdo contigo― Apoyó Beckarious, quien gracias a que era un día nublado estaba con nosotras, recargado en la pared cercana. Forzosamente para que sus visitas pudieran realizarse (aquí en la Tierra, porque en el cielo era otra historia; por algo él y Victoria se veían casi a diario) tenía que hacer tratos con las nubes (las cuales no eran muy accesibles que digamos) por lo que a pesar de que me agradaba no lo veía muy seguido.
―¿Por qué lo dicen?― Pregunté mientras acomodaba mi vestido de nuevo. Hey, no lo hacía todo con magia, ¿saben?
―Es simple, estuviste visitándola durante días enteros desde hace semanas, y por lo que nos contaste ella parece todo lo que tú, siendo tan cascarrabias, no soportas― Se encogió de hombros como si fuese obvio.
―Sí, y hablas de ella como nunca habías hablado de nadie más― Agregó Beckarious ―Aunque bueno, no es como si hablaras de muchas criaturas―Tanto él como Victoria rieron ligeramente, despreocupados de la mirada molesta que les estaba lanzando. No cabía duda que eran tal para cual.
―Pues, a pesar de que sus "argumentos" me hacen sonar como una boba tengo que admitir que sí, es un hada bastante peculiar― Yo también me recargué pero en el escritorio que tenía en el centro de la habitación, en el cual revisaba a veces los manuscritos ―Ya podrán comprobar eso ustedes, pues va a venir esta tarde para…―
―Espera, ¿Qué?― La boca de Victoria tomó la forma de una perfecta "o" mientras fingía un impacto y una incredulidad totales ―¿Tú, Jadelyn, La Bruja del Oeste, invitó a alguien del EXTERIOR a su tan preciado castillo?― Beckarious contuvo la risa.
―Enfatizas "exterior" como si nunca saliera― Por la mirada que ambos me dieron supe que no iba a ganarles ―Bien, bien, no es mi culpa que el estar aquí adentro sea más entretenido que ir afuera, además…―
―¡Oh! Lo siento, la puerta estaba abierta― Los tres volteamos hacia la pequeña figura de cabellos rubí que se vislumbraba entrando a la habitación ―¡Hola, Jade!― En cuanto me vio corrió hacia mí para abrazarme con una gran sonrisa en su rostro. Lentamente correspondí el abrazo mientras fulminaba con la mirada a los otros dos que nos estaban viendo sugestivamente, burlándose de mi momento de debilidad.
―Ejem… seguimos aquí― Llamó Victoria apenas y conteniendo su risa, a lo que Cat y yo nos separamos mientras sentía un ligero, tan conocido y odiado calor en las mejillas ―¡Por todos los Espíritus, Jadelyn puede cambiar de color!― Ante esto ni ella ni Beckarious pudieron contenerse más y explotaron a sonoras carcajadas, resonando por todo el castillo (y diría que también por todo el bosque); repito, tal para cual. Después de unos minutos terminaron con su ataque mientras se limpiaban las lágrimas de los ojos y trataban de normalizar su respiración.
―¿Terminaron? Gracias, ahora, Cat, ellos son…―
―¡Hola, Beck! ¡Hola, Tori!― Los saludó sacudiendo enérgicamente su mano.
―Hola, Cat― Dijo el par al unísono, ambos dedicándole una cálida sonrisa.
―Esperen, ¿ustedes tres se conocen?― Estaba por demás confundida, ¿Cómo era posible aquello?
―Claro, ¿Cómo no conocer a la linda Cat?― Dijo Victoria (¿"Tori"?) mientras le sonreía y Cat le correspondía, aparentemente ajena a mi confusión que fue transformándose en enojo.
―Cat, ¿Por qué no me esperas afuera en lo que yo termino de hablar con ellos?― Mientras le dije esto no quité mis ojos de la pareja en la habitación, los cuales se estremecieron bajo la fiereza de mi mirada y el temor a lo que podría significar.
―¡Claro, pero no tardes mucho! ― Volteó hacia los visiblemente asustados Beckarious y Victoria ―¡Adiós, Beck! ¡Adiós, Tori!― Con una última risilla abandonó la habitación. Esperé hasta que estuve segura de que había salido del castillo para continuar.
―¡¿Cómo es posible que supieran de ella y jamás la hubieran mencionado?!― Estaba sacando chispas (literalmente) y quería respuestas lo más pronto posible.
―¡Jadelyn, cálmate!― Exclamó Victoria alejándose un poco de la electricidad que venía desde mi posición. Ahí fue cuando la habitación comenzó a girar (también literalmente).
―¡¿Que me calme?! ¡¿Desde hace cuánto que la conocen?!―Los libros se caían de los estantes y los que estaban apilados salían desperdigados por el suelo; había un remolino de papeles volando por todas partes y los pobres Astros intentaban aferrarse a las paredes para no caer.
―¡Ella es joven!― Fue Beckarious quien intervino, agarrado a una pared ―¡Ella no lleva mucho tiempo aquí, quizás unos 20 años a lo mucho!― En aquel entonces veíamos el tiempo de una manera diferente, ya que muchos vivíamos por siempre. Eso aligeró mi molestia un poco, pero no pensaba ceder tan fácil; Al fin y al cabo, 20 años son 20 años.
―¡¿Y por qué nunca dijeron nada?!― Admito que pudo sonar algo tonto, pero en esos momentos estaba enojaba, ¿bien?
―¡Conocemos a todas las criaturas, es básicamente nuestro deber!― La que tuvo que responder fue Victoria pues el Astro Rey intentaba esquivar los libros que venían en su dirección por el movimiento ―¡Vamos, no íbamos a hablarte de cada una, eso no tiene sentido! ¡Además, ¿Cómo se suponía que íbamos a saber que la criatura más opuesta a ti sería en la única que mostrarías interés?!― En cuanto terminó de decir eso último la habitación paró de golpe, haciendo a ambos Astros caer aturdidos.
―Bueno, en eso tienen razón, supongo que exageré― Con un chasquido acomodé toda la habitación a como estaba anteriormente ―Debo irme, Cat me espera. Nos vemos, y cierren al salir― Les dediqué una "inocente" sonrisa y me encaminé a la salida.
―¡Hiciste esto a propósito!― Gritó una por demás mareada y sin embargo indignada Victoria sin moverse del suelo mientras yo salía pero no le respondí; no debieron burlarse de mi rostro y sus colores.
―¡Hola otra vez!― Rió adorablemente la pelirroja mientras sacudía su mano para saludarme otra vez ―¿Por qué tardaste tanto, había problemas?―
―Ya me encargué de todo, no te preocupes― No entendió mi extraña y maliciosa sonrisa pero me sonrió de todos modos.
―¡Genial! Entonces, ¿A dónde vamos?― Puse mi mano alrededor de sus hombros en un gesto confianzudo. No estaba dispuesta a volverme a ver como una tonta embobada.
―Ya lo verás, ya lo verás― Le di a su hombro un ligero apretón y comencé a caminar con ella ―Está algo lejos, espero que no te importe―
―¡Claro que no!― Lucía aún más radiante y tomó mi mano, que estaba sobre su hombro, sin permitirme quitar mi brazo. Supuse que mi agarre le gustaba ―Es divertido estar contigo, así que no importa lo que tengamos que caminar― Me enternecí por sus palabras y volví a mirar al frente, la sonrisa nunca dejando mi rostro.
―¿En serio no vas a decirme?― Estaba ansiosa y me limité a reír ligeramente.
―Ya casi llegamos, pequeña, solo aguanta un poco más― En el transcurso del camino ella fue la que más habló; no es que no me dejara hablar con su parloteo, sino que a mí realmente me gustaba escucharla hablar: contaba sus anécdotas con su suave y angelical voz, siempre con tanto ahínco y entusiasmo; cuando sonreía por un buen recuerdo mostraba sus lindos hoyuelos y sus ojos brillaban cual soles; al terminar de contar, su melodiosa risa resonaba en mis tímpanos, haciéndome sonreír aunque realmente no hubiese prestado mucha atención a sus palabras. A pesar de que mi mente estaba centrada en sus expresiones, por momentos sí pude escuchar sus relatos, y me di cuenta de que uno era más increíble que el anterior; le pasaban muchas cosas muy disparatadas que ella consideraba graciosas: cuando aprendió a volar y al caerse de un árbol aterrizó encima de un pequeño conejo (Nalu al parecer era su amigo desde hace mucho tiempo); cuando estaba recolectando ramas con formas "bonitas" y terminó por darse cuenta que había desecho el nido de un muy molesto buitre; cuando jugaba con los peces en un riachuelo y empapó a las engreídas ninfas que pasaban cerca; cuando quiso hacer una fogata con su hermano y la ropa de este terminó de alguna manera en llamas (no pudo ayudarle a apagarlas porque cerró los ojos; consideraba que la desnudez únicamente de su hermano era algo que no debía ver); cuando montó a un centauro pensando que quería jugar cuando éste lo único que trataba de hacer era bajarla de su cabeza… en fin, todos estos me hicieron darme cuenta que ella en verdad era una criatura muy feliz, veía la vida de una manera tan distinta, como si en cada día ella supiera que le esperaba una nueva y más alocada aventura, y eso me fascinó.
Minutos después por fin llegamos a la entrada de nuestro destino: una especie de selva (así es, dentro del bosque) que tenía una enorme maraña de delgados y ensortijados árboles, enredados unos con otros, reduciendo el espacio y por consiguiente imposibilitando el paso.
―Aquí estamos― Ni una sola vez en todo el camino soltó mi mano ni me pidió que quitara mi brazo de sus hombros, por lo que todavía estaba afianzado a ella.
―Eh… ¿Jade…?― Por primera vez veía confusión en sus grandes orbes chocolate, y aunque me pareció infinitamente adorable decidí terminar con su espera. Con un simple ademán de mi báculo (el cual tenía en mi mano libre) los árboles se separaron, abriendo un sendero para nosotras.
―Vamos, este no es el lugar― Ella estaba sorprendida, pudiera ser que de la selva o de mi magia pero eso daba igual. No pasaron ni cinco minutos cuando estábamos prácticamente a un paso de llegar ―Cierra los ojos― Ordené suavemente, y ella sin dudarlo me obedeció ―Con cuidado― Apretó un poco mi mano en busca de apoyo por la falta de visión y yo la acerqué más a mí. Incluso entonces supe que jamás la dejaría caer. Unos cuantos pasos más y ya nos había colocado en la posición perfecta ―Y… listo, ábrelos― Cuando lo hizo fue como una ráfaga de pura emoción infantil pasando a través de ese pequeño ser.
―¡Espíritus, Jade, es hermoso!― Su sonrisa de oreja a oreja infló mi ego a niveles insospechados. Lo hiciste bien, Bruja. Delante de nosotras se encontraba una pequeña cascada, casi no había criaturas en los alrededores pues era algo así como una ubicación secreta, solo algunos animalitos que fuesen capaces de atravesar el tan enredado y sin espacio desastre de selva que era la entrada podrían apreciar tanta belleza: el musgo era tan verde y suave al contacto, y desprendía un aroma tan fresco; las flores de eran de colores tan vivos y radiantes, y sus perfumes excitaban tus sentidos; la brisa se sentía tan deliciosa y la ligera sombra proporcionada por las altas y frondosas copas de los árboles era tan oportuna… pero lo que sin lugar a dudas se llevaba el premio mayor era la cascada en sí: el agua era la más cristalina que pudieses encontrar en tu vida e incluso estando a esa distancia podías sentir que tenía la temperatura exacta; se veía tan limpia, pura, cálida y a la vez refrescante, simplemente te invitaba… no, te obligaba a entrar en ella y sumergirte en esa sensación de paz que prometía, sentirte inmerso en el relajante sonido del agua al caer.
―¿Qué esperas? Hay que entrar― La saqué de su trance y comencé a deshacerme de mi capa y a ésta le siguió mi vestido, la mirada de Cat nunca dejando mis movimientos, y aunque esto me cohibió un poco debo admitir que también me hizo sentir extrañamente bien.
―P-pero, ¿Sí podemos entrar?― Por fin no era yo quien tartamudeaba, pero su cuestionamiento me tomó por sorpresa. Cuando vi su rostro comprendí que ella no estaba segura de este lugar, no sabía si al entrar en algo que parecía tan perfecto y delicado este pudiera desaparecer o simplemente destruirse; lo entendí pues así me sentí mi primera vez aquí.
―Oye, no pasará nada…― Me le acerqué y tomé su rostro entre mis manos ―Está bien, en serio. Además, no querrás perderte de esa sensación, te aseguro que jamás has nadado en aguas iguales― Le sonreí tranquilizadoramente a lo que ella segundos después me correspondió. Yo fui la primera en entrar y la esperé en el centro. Sabía que no debería verla así pero eso no me detuvo: mis ojos siguieron todo el trayecto de su sencillo (y sumamente corto) vestido verde al caer de su cuerpo, y la imagen de su figura desnuda ante mí fue lo más perfecto que pudiese ver: el bronceado tan uniforme de su aparentemente suave piel, la majestuosidad en sus gráciles y delicadas curvas, su cabello rubí rosando su cintura y algunos mechones casi ocultando sus pequeños y perfectos senos; la longitud de sus bellas piernas y el tentador terreno desconocido entre ellas… en ese momento me quedó claro que no importaban todas las cosas hermosas que pude haber visto en 300 años, nada podría comparársele nunca.
Se sentó en la orilla y sumergió sus piernas; algo me decía que se había dado cuenta de mi escrutinio, y prueba de ello era el bello tono que hacía juego con su cabello instalándose en sus mejillas mientras, sin embargo, me observaba de una manera diferente, casi analítica, y me atrevería a decir que hasta con determinación. Siguiéndole la corriente nadé hasta su lugar y me posicioné frente sus rodillas. Ella extendió sus piernas y sus brazos por lo que me acerqué lo más que pude y me envolvió en un abrazo mientras enrollaba sus brazos alrededor de mi cuello y sus piernas alrededor de mi cintura, pegando completamente su cuerpo al mío y entrando por fin al agua.
No dijimos nada durante lo que pareció una eternidad. Solo nos miramos, directamente a los ojos y casi sin movernos, excepto por mis pasos mientras yo nos guiaba al centro del tan pequeño lago. Tensó un poco más su agarre, e inmersa en el momento me sentí con la libertad de explorar un poco, por lo que mis manos, previamente aferradas a su cintura, viajaron por casi todo el terreno de su espalda lentamente. Cat cerró los ojos ante el contacto mientras para mi deleite se estremecía ligeramente. Recargó su frente contra la mía y volvimos a quedarnos así, ella disfrutando del rose y yo de la suavidad de su cremosa piel. Pasados los segundos movió sus manos hasta mi rostro y las posicionó en mis mejillas, las yemas de sus dedos dibujando figuras invisibles en mis pómulos. Por alguna razón ambas respirábamos en un inusualmente relajado ritmo, como si de repente el oxígeno quisiera salir de nuestro cuerpo para simplemente no regresar, y el mundo disminuyera la velocidad por algún motivo. Juro que en ese momento podíamos escuchar el latido de nuestro corazón. Sin embargo, fue su risa, suave como una brisa de primavera, pero con un toque malicioso como el de un infante a punto de realizar una travesura, lo que rompió el trance.
―¿Sabías que hay una manera de parar tu corazón y no morir?― Aquello me tomó por sorpresa; era un cuestionamiento más que inusual aleatorio. Enarqué una ceja, dispuesta a descubrir la respuesta.
―¿En serio? ¿Y cuál sería esa manera, pequeña?― Se removió un poco con entusiasmo, quizá incluso con ansiedad, sin poder contener su regocijo de lo que vendría gracias a que había conseguido de mi parte la reacción esperada. Entonces, apretó el agarre de sus piernas en mi cintura, reduciendo imposiblemente el espacio y haciéndome sentir algo muy extraño allá por los derroteros de la parte interior de mis muslos, para después volver a colocar sus brazos alrededor de mi cuello. Acercó su rostro al mío, despacio y sin prisa, hasta que su nariz rosaba la mía y su aliento me hacía cosquillas en los labios, dejándolos adormecidos y con una creciente necesidad de ser acariciados por los suyos. Fue ahí cuando me miró directamente a los ojos y no tuve más remedio (aunque no es como si no lo hubiese querido) que dejarme ahogar en esos infinitos pozos chocolate que me observaban con tanta pasión y profundidad, como si pudieran leer mi esencia (hay una parte de mí que siempre sabrá que así fue). Justo cuando vi mi alma reflejada en aquellos ojos tan sublimes fue cuando en un susurro cargado de deseo me respondió:
―Ésta…― Dicho esto cerró por completo los pocos milímetros que quedaban de distancia y selló nuestros labios en un beso tan dulce y delicado, pero a la vez apasionado, vehemente e impetuoso, lleno de tantas emociones, sensaciones y sentimientos, que derritió con su calor todo lo que nos rodeaba. Solo éramos ella y yo, nada más, y para mí eso era perfecto, porque al fin sabía cómo ver…
Hooooooolaaaaaaa :D
Perdón por la tardanza, mis amados mortales, pero este capítulo me salió bastante largo así que espero y la espera (juego de palabrasssss) haya valido la pena :D.
Jeje copié varias escenas *plagio* de algunas películas:
1.-Cuando la habitación gira me basé en la escena en que las brujas hacen girar la mesa en Hermosas Criaturas.
2.- Cuando están en la cascada me basé en dos películas: Tuck Everlasting (hermosa película TTTnTTT) y pues Amanecer: Parte 1 (jeje xD); algo así es la cascada, pequeña, cómoda y bonita c:
Criaturas debo confesarles algo: este capítulo ya lo había subido hace como 1 hora, pero la parte final no me gusto para nada, me dejo con un mal sabor de boca, por lo que aquí está el nuevo y mejorado versión, la cual ahora sí me satisfizo y cumplió con mis expectativas, tal vez un poquito apresurado al último pero me gustó :D (¿no es extraño pensar que nunca leerán el pedazo de basura que subí primero? xD).
Jamás me cansaré de pedírselos, así que mejor van aflojando, ¿no? xD jaja por favor, comenten, no hacen mal, hacen MUCHO bien :D
¡Nos seguimos leyendo!
¡Besos reales!
