ADVERTENCIA: Las escenas aquí mostradas (y en los capítulos siguientes) pueden llegar a causar ansiedad, arritmias, exaltación, diabetes tipo 1, 2, 3 (4 no) y consiguiente muerte prematura por exceso de azúcar, por lo que no son aptas para todo publico. Se recomienda no comer antes de leer para no vomitar arcoíris.


Debo admitir que en mi tan usada memoria existen ciertas lagunas; muchas veces, me he encontrado intentado esclarecer ciertos momentos de mi vida, intentando hacerlos resurgir en lugar de dejarlos como un puñado de sucesos borrosos, incoherentes y amorfos, flotando en mis pensamientos sin agregar ni quitar importancia a ningún otro.

De esas lagunas tengo muchas, demasiadas, diría yo; sin embargo, también existen en susodicha tan usada memoria momentos que jamás podré olvidar, buenos, malos… en fin, de esos también tengo demasiados, incluso más de los que me gustaría. Momentos tan nítidos y vívidos que cuando los pienso siento que estoy en ellos una vez más, viendo y experimentando lo que ya me ha pasado.

Uno de esos momentos (de ese tipo y uno de los que más atesoro) fue mi primer beso con Cat.

Todavía siento sus labios sobre los míos: su suavidad, su sutil sabor a lichi y fresas silvestres, sus movimientos en un contacto suave y algo torpe gracias a su inexperiencia mas no por eso menos sublime, sino todo lo contrario pues era gentil, inocente y puro; aún puedo sentir el embriagante aroma de su cabello rozando mi rostro y el de su piel: el primero olía a lavanda con salpicaduras de vainilla, tan dulce y travieso como ella; el segundo era más difícil, tanto que hasta la fecha no puedo describirlo con la precisión que merecería: simplemente era como salir a mi balcón en una de esas mañanas cálidas y aspirar la esencia de la naturaleza apenas despertando, un aroma muy fino y confortante, delicado como las rosas en invierno y el ambiente de un claro a media noche, pero a la vez fuerte y delicioso como la madera en los bosques y la tierra húmeda debajo de ella. En la actualidad sigo recordando ese aroma en las noches frías, y éste me acompaña como un fiel amigo en mis peores momentos.

No podría pensar en la forma de habernos dado ese beso más perfectamente. No le cambiaría nada, ni la más minúscula cosa como el susurro de la cascada cayendo, o las gotas empapando nuestra piel, o como el silbido de la brisa contra la vegetación. Sin que tuviera que usar mis poderes, ese fue uno de los momentos más mágicos de toda mi existencia.

Luego de lo que pudieron haber sido horas nos separamos lentamente para recobrar el aliento, pegando nuestras frentes sin abrir los ojos todavía. Pasaron varios segundos en los que nuestras respiraciones acompañaban la orquesta del entorno al intentar llenar del oxígeno perdido a nuestros pulmones.

El corazón me martilleaba en los oídos y sin embargo alcancé a escuchar una vez más su suave risa. Cuando abrí despacio mis ojos vi los vestigios de una pequeña sonrisa asomando en sus labios rosados. Ella no abrió sus ojos pero sé que sabía que la estaba mirando interrogante pero más relajada que nunca.

―Funcionó― Y volvió a reír un poco, casi con picardía, no obstante yo seguía sin entender.

―¿Qué es lo que funcionó, pequeña?― Dicho esto separamos nuestras frentes solo no necesario para poder encararnos mejor y ahora sí ella abrió sus ojos, más brillantes y enervantes que de costumbre.

―La manera de parar tu corazón y no morir funcionó― Sin poder evitarlo su sonrisa me contagió. Acaricié su rostro con gentileza y ella ladeó su cabeza hacia el contacto, disfrutándolo. Acercó su rostro una vez más al mío y me besó fugazmente de nuevo, encogiéndose de hombros simplemente ante mi sorpresa para enseguida abrazarme y huir de mi mirada con travesura. Pasada la sorpresa inicial mi sonrisa se alargó aún más y me dediqué a rodearla otra vez estrechamente con mis brazos. Ella encajaba ahí perfectamente, acurrucada en el resguardo de mi abrazo, con su rostro escondido en el hueco entre mi cuello y mi hombro, respirando pacíficamente y trazando con sus dedos las figuras de espinas en mis brazos. Las malditas se alargaban solo para tener la oportunidad de que Cat las tocara.

―Yo diría que hizo más que funcionar, pequeña― Susurré perezosamente contra su coronilla para después plantar un beso en su sien. Estaba tan relajada, tan profundamente enajenada con ella que incluso el respirar parecía estar demás. Inmersa en un momento tan perfecto y con una criatura tan perfecta no pensé en ninguna otra cosa. Puedo recordarla a ella y la sensación de nuestro abrazo, pero todo lo que nos rodeaba se puso borroso de nuevo, mi mente simplemente optó por ignorarlo, por restarle totalmente la importancia pues consideró más hermosa y digna de atención a Cat.

―¿Por qué siempre me estás llamando así? No soy tan pequeña― Me reclamó haciendo un adorable y aniñado puchero. Yo no pude contenerme (y realmente no quise hacerlo) por lo que solté una suave y larga risa. A veces su inocencia era demasiada ―Oye, ¿Qué es tan gracioso? ¡Digo la verdad! Ya tengo 17― Dejé de reír lentamente. 17, eso era muy joven. Ella pareció caer en la cuenta de algo ―¿Cuántos tienes tú?― Pues…

―Muchos más de los que podrías contar― Respondí con una leve sonrisa. Todavía seguía rondando en mi mente el hecho de que ella fuese tan joven; ¿debía sentirme mal o extraña al respecto? Sin embargo no le dejó mucho tiempo a mi cuestionamiento pues se cruzó de brazos y su puchero aumentó, haciendo extremadamente difícil el no volver a reír.

―¡Oye, yo sé contar muy bien! Aaanda, diiiimeeee― Se aferró a mis hombros y me sacudió mientras rogaba una y otra vez en un tono caprichoso y como casi todo en ella infantil.

―¡Está bien, está bien, pero deja de moverme!― Súbitamente paró y trastabillé un poco (solo un poco). Insisto, ¿Cómo una criatura tan pequeña tenía semejante fuerza? Me miró expectante y suspiré derrotada ―Tengo 300― Por alguna razón me sentía avergonzada de admitirlo en voz alta, como si esperara de ella una respuesta negativa aunque entre las criaturas la edad nunca importó realmente; no éramos unos enfermos, simplemente nos desarrollábamos diferente.

―¡Wow! ¿¡En serio!?― Exclamó en un tono verdaderamente agudo, pero no estaba asustada ni se veía con repulsión hacia mí sino que sus ojos brillaban con curiosidad y genuina admiración ―¡Eso debe ser genial! ¡Cuántas cosas debes haber visto en tanto tiempo!― Una vez más esta criatura hacía a mi corazón dar un vuelco y por poco salir de mi caja torácica. Su fascinación por mis posibles experiencias era nada comparada con mi fascinación por su increíble inocencia y pureza.

―Bueno, he visto muchas cosas, eso sí― En ese momento empezó a saltar (aún con sus piernas alrededor de mi cintura por lo que casi caemos, casi; gracias agua y tu densidad) y a volver a sacudirme con ansias y una sonrisa de oreja a oreja.

―¡Cuéntamelascuéntamelascuéntamelascuéntamelas!― Chillaba atropelladamente las palabras y con tanta emoción que me sentí abrumada por un momento con una sensación extraña instalándose en mi pecho, me oprimía a tal grado de casi no poder respirar pero al mismo tiempo me llenaba los pulmones con la esencia de Cat; hacía mi corazón latir tanto que creí que explotaría pero al mismo tiempo me sentía serena y tranquila. Fue algo así como una ráfaga, fugaz pero fuerte; sin embargo, como ella seguía mirándome casi sin poder contener su excitación por más tiempo decidí cuestionar aquella sensación en otro momento. Ya sabría que era, después.

―Está bien, pero no creo que pueda contártelas todas, son demasiadas y tardaríamos mucho― Ahí algo en su expresión cambió pero no vi muy bien qué pues me besó de nuevo rápida pero profundamente. Al separarnos esa sensación había vuelto y su voz solo la acrecentó.

―Tenemos mucho tiempo― En su rostro había emplastada una enigmática y sumamente dulce sonrisa, y en sus palabras había algo escondido, una promesa implícita que nos dejaba en claro que ella no solo se refería a la duración de mis historias. Su mirada se clavó profundamente en la mía y luego de unos minutos de observarnos nada más me aclaré la garganta levemente.

―Muy bien, ¿Qué es lo que quieres que te cuente?― Apenas y terminé mi pregunta ella me respondió:

―Todo― Correspondiendo a su sonrisa, pensé durante unos momentos para después volver a observarla sintiendo ambas esa sensación extraña.

Fue ahí cuando todo comenzó...


PERDÓNPERDÓNPERDÓNPERDÓNPERDÓNPERDÓNPERDÓN por la TAN larga espera, amados míos, es que de verdad estuve MUY ocupada y he tenido que estudiar para un examen MUY importante que tengo, y pues honestamente no encontré tiempo para sentarme y escribir a gusto y como Dios manda (?)

Jaja pero dejando de lado todo mi drama, en verdad espero que les haya gustado este capítulo, como ven oficialmente desde aquí comienza el verdadero Cade *voz y pose ruda de Schwarzenegger* así que prepárense, criaturas, porque todavía no han visto nada (sino técnicamente leído, jaja xD).

Un pequeño dato antes de irme: ya cambié la edad de Cat en el capítulo pasado (me pareció un mejor justificante de su tan adorable inmadurez [ya Beck no grita que tiene "[...] 50 años a lo mucho", sino ahora son "[...] 20 años a lo mucho [...]"]).

Y eso fue todo así que con esta última disculpa me despido: perdón :p

¡Deséenme suerte para mi examen (el cual es mañana :'c)!

¡Los quiero mucho y espero que les vaya de lo más excelentemente posible!

¡Besos reales!