ADVERTENCIA: Las escenas aquí mostradas (y en los capítulos siguientes) pueden llegar a causar ansiedad, arritmias, exaltación, diabetes tipo 1, 2, 3 (4 no) y consiguiente muerte prematura por exceso de azúcar, por lo que no son aptas para todo publico. Se recomienda no comer antes de leer para no vomitar arcoíris.
―Y fue entonces que entrelazando mis dedos hice una pequeña prisión y encerré el fuego y las tinieblas― Cat soltó un chillido agudo.
―¡WOW!―Se incorporó del lugar en el que reposaba a mi lado en el suave césped con su cabeza sobre mi hombro para sentarse mientras seguía observándome sorprendida ―¿Cómo supiste qué hacer o que funcionaría?― Me levanté de igual manera y sonreí ligeramente mientras le acomodaba uno de sus mechones rubí detrás de la oreja.
―Intuición, supongo, pequeña– Se cruzó de brazos haciendo un puchero como hacía siempre que una de mis respuestas no le era satisfactoria, lo cual sucedía bastante a menudo ―¿Qué quieres que te diga? Realmente no estoy segura, tal vez fue un impulso o algo más― Le acaricié la cabeza como a una infante ―Simplemente hay cosas que uno sabe que tiene que hacer, pequeña― Ladeó su cabeza, interrogante.
―¿Cómo?― Jamás pararía de encontrar similitudes entre ella y una, bueno, pequeña.
―¿Por qué no preguntas cosas simples con respuestas simples?― Reí ligeramente antes de pensar unos momentos en mi respuesta ―Tienen que pasar, supongo― Antes de que pudiese replicar (pues estaba a punto de hacerlo) me apresuré a agregar: ―Solo digamos que es por el destino y ya está― Volví a reír mientras que coloqué mi brazo sobre sus hombros para acercarla a mí y abrazarla de un lado pero su risa no acompañó a la mía, como yo esperaba. Al devolverle mi vista me di cuenta de su expresión pensativa. Luego de un rato susurró en lo que por primera vez en ella reconocí como un tono serio:
―¿Crees que tú y yo estábamos destinadas a estar juntas?― Esa debió ser la primer frase cursi de película romántica en la historia. Admito que como en ya muchas ocasiones me tomó totalmente desprevenida. Cuando me le quedé viendo todavía sorprendida noté que su rostro empezaba a tornarse del mismo tono que su cabello y sus ojos estaban fijos en los míos, un tanto nerviosos pero llenos de una ansiosa expectación. ¿Podría ser así? ¿De verdad yo creía que estábamos destinadas? Una de las cosas de las que jamás me arrepentiré sería de haber decidido parar de razonarlo y simplemente dejarlo fluir hablando tan sinceramente como lo hice en esa ocasión:
―Sí― Dije con voz firme ―Sí lo creo― Su mirada y su enorme sonrisa despidieron tanta luz que creí que quedaría ciega.
―¿¡E-en serio!?― Le devolví la sonrisa (no tan prominente, claro) y asentí mientras la tomaba del rostro para mirarla directa e intensamente.
―Yo sé que tenías que llegar... Yo salvo a las criaturas, pero si no hubieses llegado, ¿quién me habría salvado a mí?― Creo que esa fue una de las cosas más cursis que he dicho en todos mis siglos; sin embargo fui muy honesta, pues todos esos meses con ella me habían dejado en claro qué tan mal estaba antes de que llegara. Fue ahí cuando puso sus delicadas manos sobre las mías y acortó la distancia entre nuestros rostros, sellando nuestros labios. Momentos después, cuando nos separamos, retomamos nuestra posición inicial recostadas en el césped sin decir palabra. Estaba tan relajada que pude quedarme dormida en ese instante pero su voz rompió el silencio otra vez, cambiando de tema drásticamente como era su costumbre:
―Oye, Jadey― Ese era ahora su apodo especial para mí. No dejaría que nadie más me llamase así.
―¿Qué sucede, pequeña?― Respondí perezosamente. Digamos que ese era mi apodo para ella ahora, incluso si a veces eso la molestaba (lo hacía más gracioso).
―¿Qué te gusta hacer cuando estás en tu castillo...―
―Leer― La interrumpí. Estaba casi dormida hasta este punto.
―... además de leer?― Me miró con sutil reprimenda por la interrupción.
―Mmm...― Me estiré un poco para poder pensar coherentemente en una respuesta ―No hago mucho además de eso, pero... Creo que tal vez podría ser salir al balcón en las mañanas frescas y solo observar el amanecer― Ya casi totalmente consciente me acomodé un poco. Ya no conseguiría que volviese a guardar silencio ―¿Y a ti, pequeña, qué te gusta hacer cuando no estás jugando con tus compañeros o tu hermano?― Eso sí que me interesaba, realmente nunca habíamos hablado de sus pasatiempos además del juego.
―¡Eso es muy fácil, Jadey!― Su risa me dejó en claro que de verdad pensaba que era obvio ―Lo que todas las hadas hacemos― Se encogió de hombros, todavía riéndose de mi ineptitud.
―¿Y... qué es lo que todas las hadas hacen?― Vamos, que conocía el comportamiento de todas las criaturas, pero ciertas características eran muy propias de cada individuo, además con Cat nunca se sabía.
―Pues cantar, tontita― Dijo con un tono en el que básicamente me decía que pensaba que yo tenía alguna clase de retraso mental, no obstante lo dejé pasar, pues la nueva información parecía más interesante.
―¿Te gusta cantar, de verdad?― Asintió orgullosa, creyendo verse altiva y no adorablemente graciosa a mis ojos.
―Sipi, ¡me encanta! Soy muy buena, de hecho, todos los que me han escuchado dicen que soy la mejor― Tuve que realizar mis mayores esfuerzos para contener la risa ante su pobre intento de parecer pagada de sí misma.
―¿Oh, sí? ¿Cuántos te han escuchado?― Ahí su rostro enrojeció con una sonrisa nerviosa.
―Bueno, solo mi hermano― No pude aguantarlo y exploté a carcajadas, a lo que ella se puso aún más roja ―¡Oye, no es gracioso!― Se levantó, ofendida ―No muchos me han escuchado pero soy buena, ¡en serio!― Momentos después paré de reír y me incorporé lentamente para estar a su altura (relativamente).
―Te creo, pequeña, no te preocupes― Lo creía, de verdad, pero... ―Tengo una idea, ¿por qué no cantas algo para mí? Así podrías demostrar tu punto, aunque realmente no lo necesites, y yo podría escucharte por primera vez. Ambas ganamos―
―¿En serio quieres escucharme?― En ese momento se levantó una gran roca detrás de mí y tomó la forma de un sofá (aunque más bien asemejaba a un imponente trono) y yo me senté en él.
―Por supuesto― Me acomodé para dejarlo en claro y levanté una mano para que empezara.
―Bueno, está bien― Sonrió hermosamente para después adoptar una expresión reflexiva ―¿Qué debería cantar?― Me encogí de hombros.
―Lo que quieras, yo no conozco muchas canciones, así que te dejaré la decisión― Eso no era del todo cierto, pues con trescientos años ¿Cómo no iba a saber de música? Sin embargo quería que ella estuviese lo más cómoda posible. Con el ademán de una mano hice que el suelo debajo de ella se levantara un poco (tal vez unos 30 centímetros) formando una especie de pedestal, a lo que ella me miró sorprendida ―Bueno, si vas a cantar debe ser de la manera apropiada para ti― Sonreí de lado, con el ego hinchado gracias a su asombro ―Anda, sorpréndeme― Asintió una vez más y luego de unos segundos en los que se decidía sonrió y se aclaró la garganta ligeramente antes de empezar a cantar.
Juro que jamás escuché una voz más pura y angelical.
Era tan clara, fuerte y hermosa; tus oídos optaban por propia voluntad dejar de escuchar cualquier otra cosa para centrarse solamente en ella; llegaba a notas tan altas y sin embargo no era molesta ni irritante, sino todo lo contrario, era cálida y enervante. Esta es la cosa con la voz de un hada: sin importar que solo cante, si ella es de las mejores puedes escuchar hasta la música además de su voz:
Sigo cruzando ríos, andando selvas, amando al Sol
Cada día sigo sacando espinas de lo profundo del corazón
En la noche sigo encendiendo sueños
Para limpiar con el humo sagrado cada recuerdo
Cuando escriba tu nombre en la arena blanca con fondo azul
Cuando miro el cielo en la forma cruel de una nube gris aparezcas tú
Una tarde suba una alta loma mire el pasado
Sabrás que no te he olvidado
Yo te llevo dentro, hasta la raíz
Y, por más que crezca, vas a estar aquí
Aunque yo me oculte tras la montaña
Y encuentre un campo lleno de caña
No habrá manera, mi rayo de luna, que tú te vayas
Pienso que cada instante sobrevivido al caminar
Y cada segundo de incertidumbre, cada momento de no saber
Son la clave exacta de este tejido que ando cargando bajo la piel
Así te protejo
Aquí sigues dentro
Yo te llevo dentro, hasta la raíz
Y, por más que crezca, vas a estar aquí
Aunque yo me oculte tras la montaña
Y encuentre un campo lleno de caña
No habrá manera, mi rayo de luna, que tú te vayas
Que tú te vayas...
Yo te llevo dentro, hasta la raíz
Y, por más que crezca, vas a estar aquí
Aunque yo me oculte tras la montaña
Y encuentre un campo lleno de caña
No habrá manera, mi rayo de luna, que tú te vayas...
Yo te llevo dentro, hasta la raíz
Y, por más que crezca, vas a estar aquí
Aunque yo me oculte tras la montaña
Y encuentre un campo lleno de caña
No habrá manera, mi rayo de luna, que tú te vayas...
Cuando terminó con esa nota larga y tan suave me sonrió mientras me observaba nerviosa. Tuvieron que pasar varios minutos para que yo saliera del trance en el que me tenía. Pienso que de las veces que la miré idiotizada ésta las supera a todas.
―Uff… Cat… eso fue… es decir… fue… yo…― Era increíble cómo de formar parte del círculo de criaturas más sabias del universo pasé a una retrasada con problemas del habla en menos de dos segundos. Sin poder decir lo que quería casi me abofeteo yo sola en frustración pero antes de que la ira me controlara logré articular una oración medianamente entendible: ―Hermoso… eso… estuvo― Ahí sí quise abofetearme, y lo hubiese hecho de no ser porque Cat interrumpió mi momento:
―¡¿De verdad te gustó?!― Su sonrisa casi parte su rostro de lo enorme que era, pero además de ello también era contagiosa por lo que terminé correspondiéndole (como siempre).
―¡Claro que sí, pequeña!― Ya recuperado mi habla ―¿Cómo podría no gustarle a alguien? Eres sublime― Ante esto último sentí mis mejillas arder ligeramente pero, hey, las de Cat se tornaron de un color más intenso así que no está tan mal.
―Gra-gracias― Esa melodiosa voz seguía dando vueltas en mi cabeza.
―¿Te molestaría cantar otra, Cat?― He aquí el primer ejemplo de una droga en la historia: escucharla se había vuelto adictivo desde la primera toma.
―Pues realmente no, pero, ¿no crees que ya es algo tarde? Digo, necesitas dormir y yo también―
―¿Qué? Pero si apenas son las…― Fue ahí cuando reparé en el tan dramático cambio en el entorno, pues el Sol ya se había ocultado y nuestra única fuente de luz eran la Luna y las estrellas ―¿Qué? Pero, ¿Cómo…?―
―Cuando las hadas cantamos siempre pasa esto, es algo que hace que el tiempo pase rápido o algo por el estilo― Cierto… lo había olvidado, las voces de las hadas son conocidas por (además de hermosas) ser literalmente hipnóticas: afectan tu percepción del tiempo de tal manera que podrían pasar horas y tú no sentirías más que un par de minutos, a lo mucho.
―Cierto, tienes razón― Pero eso no quitaba mi ligera decepción por no poder escuchar su celestial voz una vez más.
―Prometo cantar mucho más para ti mañana― Mierda, se había dado cuenta de mi tono decaído.
―Está bien, Cat― Ya me había hecho a la idea de que el día siguiente sería espléndido ―Muy bien, nos vemos mañana― Me acerqué y la besé profundamente para voltearme y justo cuando iba a saltar para llegar a mi castillo por los aires su voz me frenó:
―¿Jadey?― Volví mi rostro hacia ella.
―¿Sucede algo?― Ella titubeó y apartó la mirada.
―¿Podrías… podrías quedarte conmigo esta noche?― La miré sin entender ―Es… es que… me da miedo la oscuridad― Levantó la mirada y su expresión con esos ojos chocolate tan abiertos, lagrimosos y llenos de un miedo infantil me pareció tierna y al mismo tiempo la odié: no quería que hubiese miedo en ese hermoso ser, nunca, jamás.
―Hey, hey, hey…― Me acerqué de nuevo y tomé su rostro para limpiar las lágrimas con mis pulgares ―Claro, me quedaré, no tienes por qué temer, yo estoy aquí― Enrollé su cintura con uno de mis brazos mientras que con el otro hice una seña para que el césped creciera más hasta formar una cama frondosa y suave, y nos recosté a ambas ahí para después estrecharla con ambos brazos.
―Siempre me ha dado miedo, quién sabe qué cosas podrían ocultarse ahí― Su cara estaba enterrada en mi pecho y sus brazos habían hecho su camino alrededor de mi torso.
―Yo jamás permitiría que te pasara algo― Como si quisieran apoyar mi postura mis espinas hicieron su aparición y nos rodearon, en señal de protección.
―Gracias― Besé su sien pero supe que a pesar de que me creía seguía teniendo un ligero temor.
―Oye, mírame― Levantó su rostro y yo le acaricié la barbilla ―¿Qué es lo que sientes cuando me ves?― Tenía una idea para hacerle saber que siempre estaría con ella. Rió un poco.
―Muchas cosas, Jadey, no sabría cuántas―
―Pues dime la principal, la primera que sientes― Ella se quedó pensando por unos momentos hasta que sonrió y respondió.
―Es como si de repente todo, ¡Zas! Se iluminara, y como si, ¡Bam! ¡Muchos, muchos colores explotaran frente a mí! ¡Hay verde, amarillo, rosa, púrpura, azul y rojo! ¡Son tantos y tan hermosos!― Sonreí. Sabía que amaba los colores y su descripción de cuando me veía me enterneció. Acaricié su rostro y la besé fugazmente.
―Bueno, pues entonces…― Me incorporé un poco y ella me siguió. Tomé un trozo del césped bajo nosotras y lo puse en mi palma cerrada ―Verde…― Había unas cuantas florecillas cerca y tomé algunas, colocándolas también en mi mano con el césped ―Amarillo, rosa, púrpura…― Extendí mi brazo hacia el cielo e hice como si atrapase un pedazo de éste para juntarlo con lo demás ―Azul…― Acerqué mi mano hasta su rostro y acaricié lentamente su perfecto contorno para después subir las yemas de mis dedos y pasarlas por su suave y fulgurante cabellera muy despacio y con cuidado. Al final, en mi mano se encontraba uno de sus cabellos ―Y rojo…― Con ambas manos sostuve la mezcla cerrada y sin dejar que se viese nada en el interior ―Me harías los honores, Cat― Le acerqué mis manos y ella las besó, sonriente. Realmente no era necesario que hiciera tanto ademán, pues bien pude hacerlo sin mover un músculo; sin embargo, Cat adoraba cuando yo hacía magia y era bellísimo el ver cómo se emocionaba cuando yo exageraba los movimientos. Sacudiendo mis manos una vez, lancé hacia el cielo todo su contenido y fue ahí cuando una explosión de color sucedió justo encima de nosotras para seguir subiendo y subiendo hasta posarse en el cielo y crear una enorme línea brillante y en movimiento que se extendía hasta donde no podíamos alcanzar a ver ―Listo, es para ti― Señalé las luces ―Ahora, cada vez que sea de noche y estés sola, cosa que no pasará muy seguido, por cierto, sentirás lo mismo que si estuvieses viéndome― Ella apartó la vista del espectáculo de arriba para mirarme con puro cariño y alegría ―Así siempre estaré contigo― A Cat se le humedecieron los ojos en una expresión tan llena de amor, agradecimiento y regocijo que hizo mi corazón dar un vuelco como nunca antes, la sensación en mi pecho incrementándose. Sin poder prevenirlo me tumbó al suelo en un abrazo rompe huesos mientras sollozaba ligeramente. Yo solo sonreí. Lo hiciste bien (de nuevo) Bruja.
―Es perfecto… gracias― Pasé mis dedos por su cabello de seda y besé su coronilla.
―No hay de qué― Nos quedamos así durante un largo, largo rato, hasta que dejó de llorar y nos pusimos a admirar la nueva adquisición del cielo nocturno. Sin aviso alguno, luego de varias horas habló:
―Jadey― Susurró aun mirando hacia el cielo ―¿Sabes qué se siente el amor?― Me limité a observarla, impactada, tanto por lo repentino de la pregunta como por la falta de palabras y el indudable déjà vu de la situación. Ella solo sonrió y tomó una de mis manos entre las suyas para guiarla a su pecho. Una vez ahí, pude sentir su corazón latir tan acelerado como el mío. Una sensación gratificante, hermosa, sublime, inolvidable ―Se siente así…― Su voz resonó en mis oídos incluso más cálida y suavemente que cuando cantaba y por segunda vez en mi vida, sin que pudiese detenerlo, de mis ojos salieron gotas saladas que cayeron por mis mejillas. Sin saber qué era lo que me impulsaba tomé con mi mano libre una de sus manos y la coloqué sobre mi pecho de igual manera. Fue entonces, cuando bajo la luz de la aurora en una noche fresca, en medio del bosque y sus aromas a naturaleza, nos besamos como nunca antes lo habíamos hecho, y ahora sí, por fin descubrí qué era esa sensación en mi pecho.
HOOOOOOLA otra vez (y perdón por la tardanza, otra vez).
Dios, tanta azúcar va a matarme, pero no se preocupen, le bajaré un poquito… ¡JAMÁS! Jaja tal vez lo haga un poco más ligero pero, ¿Qué puedo decir? Soy una romántica (cursi) empedernida, ¿ok?
Jaja como sea, no creo que se necesiten aclaraciones por lo que vamos a saltarnos al CopyRight (antes de que me demanden u.u):
1.- La canción que Cat canta se llama Hasta la Raíz y le pertenece a Natalia Lafourcade (es una hermosa canción, se las recomiendo mucho).
2.- Lo de las hadas y sus poderes del tiempo xD lo saqué de la película de Las Crónicas De Spiderwick (excelente película, también la recomiendo) en la que son los elfos quienes con sus canciones alteran la percepción del tiempo.
3.- La frase del principio ([…] entrelazando mis dedos hice una pequeña prisión y encerré […]) la adapté de la canción Yellow Flicker Beat de Lorde (también una canción genial) ya que en una parte dice "[…] tengo mis dedos entrelazados he hice una pequeña prisión y estoy encerrando a todo el que alguna vez me puso un dedo encima […]" (genial, como he dicho ya).
Sin más creo que ya con esto me despido.
Deja un comentario, por fissssss.
¡Cuídense y que en todo les vaya FANTÁSTICAMENTE FANTÁSTICO!
¡Besos Reales!
