―Entonces… ¿Estás nerviosa?― Preguntó Victoria mientras yo observaba mi atuendo en el espejo que se encontraba en una de las paredes de la habitación. Me volteé y la miré con altanería.
―¿Debería?― Dije simplemente.
―Pues no, realmente no, yo solo lo decía porque, si lo estuvieras, no sería nada malo, todo lo contrario, sería lo más normal― Respondió mientras se encogía de hombros.
―Bueno, ya te dije que no lo estoy― Respondí más tajantemente. Ya estaba empezando a impacientarme.
―Sí, pero en el caso de qu…―
―No insistas, ya te dije que estoy bien― Le interrumpí secamente. Si volvía a proferir palabra en verdad que iba a irritarme. Hubo un total silencio por varios minutos, en los que acomodé mejor mi vestido, el cual era más elegante que el diseño que normalmente usaba, y la capa de encima era más ligera y combinaba mejor.
―Sabes que si estuvieras nerviosa no tendría n…―
―¡Maldita sea, Victoria, cállate! ¡Te dije que NO ESTOY NERVIOSA!― Estaba temblando de rabia; el espejo se cuarteó, mi rostro se tornó rojo, mi pecho subía y bajaba en respiraciones profundas para intentar calmarme y podría jurar que casi vi salir humo de mi nariz. Tal vez en serio salía ―¿Cuántas malditas veces debo decírtelo? Es más, ¿Por qué sigues insistiendo?― Luego del susto inicial volvió a acercarse los pasos que sin darse cuenta había retrocedido, y con una simple sonrisa acomodó mi cabello mientras habló:
―Porque, llámame loca o desquiciada, pero según yo los libros no deberían moverse― Inspeccionando mi alrededor me di cuenta de que sí, efectivamente los libros de los estantes, encima del escritorio, en el suelo, apilados… todos, estaban moviéndose frenéticamente, como si estuvieran… temblando. Mierda.
―A veces desearía que me conocieras menos― Ante esto soltó una ligera risa y negó con la cabeza.
―Si fuese así, ¿Quién más salvaría a los pobres libros de tu ira?― Tuve que reír por lo estúpido de su comentario, para después volver a mi expresión preocupada ―Entonces… estás nerviosa― Ya no era una pregunta, sino una penosa afirmación. Honestamente estaba gritando y temblando internamente, pero no quería que se notara. Suspiré derrotada.
―¿Cómo no estarlo?― Me dejé caer pesadamente sobre una pila de libros con mi rostro entre las manos ―Es la primera vez en todos mis años que me han invitado a una de esas celebraciones― Sobé mi frente con estrés ―Ni siquiera se le puede llamar invitación, porque para ello se requiere que deseen tu presencia― Victoria se sentó también en la pila de al lado y puso una de sus manos en mi espalda en un gesto reconfortante.
―Cat la desea― Ante la mención de su nombre sentí mis espinas moverse en mi espalda.
―Sabes a lo que me refiero. Nadie me quiere ahí además de ella― Fruncí el ceño ―Sabes muchas cosas gracias a tus años, pero nunca has experimentado lo que se siente ser rechazado de la manera en que ellos desde siempre lo han hecho conmigo― Apreté mis puños ―Odio ver sus miradas llenas de terror clavadas en mí, lo odio, me enfurece como no te imaginas, pero también…― Me pasé una mano por los cabellos, masajeando mi cráneo intentando obtener el mismo resultado tranquilizador de cuando Cat lo hacía.
―También…― Me alentó a continuar, su mano aun en mi espalda brindándome confianza.
―También me hace sentir muy, muy mal― Inhalé y exhalé un par de veces antes de proseguir ―Como si fuese un monstruo horrible al que todos repudian… antes de Cat podía ignorarlo de alguna manera, pero con ella ahí no sé cómo lo haré― Victoria me miró con tristeza, pero permaneció callada, esperando para lo que ambas sabíamos que venía ―Tengo miedo, Victoria― Dije con enorme pesar ―Tengo miedo de que Cat vea cómo todos me miran… tengo miedo de que al verlo, ella me mire así también― Volví a enterrar mi rostro en mis manos, cuando sentí un par de delgados brazos rodearme reconfortantemente.
―Jadelyn― Asentí para darle a entender que la estaba escuchando, mas no levanté el rostro ―Jadelyn, mírame― Ahí sí supe que no me quedaba de otra, por lo que lentamente obedecí ―Ambas conocemos a Cat, probablemente tú la conozcas incluso mejor que yo. Ella es una criatura extraordinaria, todos la adoran, ¿y cómo no? Ella puede ver luz donde todos estamos completamente ciegos, tiene un alma demasiado pura e inocente… esto― Me tomó del rostro y lo tocó repetidas veces ―Este rostro es lo único que ella ve cuando posa sus ojos en él; ella no repara en tu fúnebre atuendo, ni le presta atención a lo tenebroso de tus espinas, y lo más seguro es que tampoco note esa mueca de irritabilidad y enojo que te cargas a todos lados― Reímos levemente, aligerando un poco la situación ―Lo que quiero decir, es que para ella eres algo hermoso, no le importa lo demás, ¿y por qué debería?― Ladeé mi cabeza sin entender. Las manías de Cat ya me estaban afectando ―Usted, Señorita Bruja Del Oeste, podrá ser la criatura más fuerte y poderosa de esta tierra, y podrá actuar fría y sin corazón a la hora de combatir contra la maldad y sus atrocidades, pero…― Sonrió cálidamente ―Cuando estás con ella es cuando dejas que toda esa fachada estoica e imperturbable caiga, desmoronándose pieza por pieza, y la tratas como no tratas nunca a nadie: con ella eres gentil, bondadosa, paciente, dentro de tus límites claro… y es por eso que jamás te verá como los otros lo hacen, porque para ella tú eres y serás siempre así, una linda y dulce Jade― Fue ahí cuando entendí la profundidad de sus palabras y cuánta verdad se ocultaba tras ellas: los sentimientos de Cat hacia mí eran producto de cómo me comportaba… no, de en lo que me transformaba cuando estaba con ella. Los demás podrían verme como una criatura aterradora, pero gracias a la caída de mis barreras en su presencia, Cat nunca conocería a ese horrible monstruo por el cual todos me tachaban, pues ya tenía hecha de mí una imagen llena de amor y dulzura que nunca nada ni nadie rompería. Luego de un rato de reflexivo silenció, hablé de nuevo:
―Tienes que dejar de hacer eso, podrían quitarme mi trabajo para dártelo a ti― Ya sin ningún tipo de en preocupación en la atmósfera ambas reímos a carcajadas, dejando salir toda la presión de aquella conversación y quitando ese peso de sobre nuestros hombros. Claro que todavía sentía algo de temor y nervios, sin embargo mi coraje había aumentado. Tenía que hacer esto, quería hacerlo, y lo haría. Por Cat, y por mí misma también.
Y ahí me encontraba yo, caminando lentamente cual condenada a muerte hacia la fiesta del inicio de primavera a la cual Cat me invitó. Iba sola pues quedamos en encontrarnos allá, además Victoria tenía algunos asuntos con las nubes para conseguir que Beckarious pudiese asistir, por lo que estaba por mi cuenta.
En el camino tuve tiempo para pensar bastante: me invadió un gran temor al rechazo y sin embargo mis pies seguían avanzando, lento pero seguro. Tenía algunos nervios por la reacción de las personas, mas ahora también me había quedado claro que Cat estaría a mi lado en todo momento. Solo esperaba no arruinarle la fiesta, anhelaba el que no fuese yo quien la privara de una celebración por la cual ella se veía tan entusiasmada.
Caminé y caminé con gesto pensativo. Ya no quedaban criaturas en los alrededores, seguramente por encontrarse de camino o ya en el evento. ¿Estaría Cat ya ahí? ¿Se encontraría dando los saltitos emocionados en los que batía sus alas con ahínco y ansias? ¿Tendría en su rostro esa mirada expectante mientras observaba el bosque esperando verme salir de entre los árboles para entrar al valle? La imagen de su pequeña figura pelirroja permaneció en mi mente, reconfortándome y dándome valentía.
Luego de aproximadamente una hora y media por fin llegué al sendero que guiaba a la entrada del valle. Ésta era una especie de arco formado por dos delgados troncos curvados, y sabías que ibas a entrar a campo abierto gracias a que por ahí era el único lugar donde podías ver la luz entrando al bosque, ya que las espesas copas de los árboles no permitían que traspasara por ningún otro lado.
Cuando me encontraba cruzando el umbral sentí que el pánico me invadía, era una sensación tan fuerte que me oprimía el pecho, y no en el buen sentido sino que no me permitía respirar.
Una vez que pude vislumbrar el valle (pues me encontraba ya adentro) vi cómo todas las miradas se posaban en mi persona, primero reflejando impacto y sorpresa, después confusión y nerviosismo para terminar mostrando horror y miedo.
Enfurecí.
Estuve a tan solo unos milisegundos de dar la vuelta e irme vociferando mil y un insultos cuando de repente la vi: Cat estaba al lado de algunas de sus compañeras (probablemente platicando antes de que yo apareciera) y su rostro se iluminó al verme, una enrome sonrisa emplastada en su hermoso rostro y los ojos más tiernos llenos de alegría y emoción dirigidos hacia mí.
―¡Jadey!― Sin esperar un segundo más voló hasta mi dirección rápidamente y me atrapó en un gigante y apretado abrazo. Sin embargo, fue tanta la velocidad con la que venía y tan poca la resistencia que yo pude poner, que ambas terminamos cayendo al suelo en un estruendoso golpe, como siempre yo amortiguando su caída ―Je, je, ¡Ups! No creí que pasaría eso― Rió tanto divertida como apenada, y a pesar del gran dolor en mi espalda y básicamente todo mi lado posterior escucharla apaciguó mi ira al instante, simplemente me olvidé por completo de lo demás ―Pero bueno, ¡Sí, al fin llegaste! La diversión comienza oficialmente… ¡ahora!― Su sonrisa parecía no querer despegarse de su rostro y por el contrario hasta logró pegarse un poco al mío.
―No... ahora sí― Dicho esto acorté el resto de distancia que separaba nuestros labios y los sellé en un casto y cálido beso. No me importó que todas las miradas estuviesen sobre nosotras, ni las exclamaciones sobresaltadas en el momento en que di mi arrebato, solo lo hice y hasta la fecha no me arrepiento. Cuando nos separamos la sonrisa de Cat era todavía más radiante y (supongo que por estar en un lugar tan público) además había un adorable tono rosado subiendo por sus mejillas. Hermoso.
―Bu-bueno, ya debemos levantarnos― Se incorporó e igual yo, y aunque no necesitaba su ayuda para hacerlo igual acepté su mano cuando me la tendió. A pesar de que para mí no era la gran cosa (pues solo si prestabas mucha atención era como lo notabas) a ella siempre le preocupó mi pierna lastimada, la cual jamás sanaría en su totalidad por ser obra de la maldad. Sin embargo sus cuidados lograban enternecerme cada vez. Ya de pie (y todavía con todos observándonos) el entusiasmo de Cat regresó de golpe ―¡Me muero porque veas todo lo que hemos preparado! ¡Incluso habrá varios espectáculos artísticos! ¡Vamos!― Y fui halada por ese pequeño ser hasta donde estaban los espectáculos que algunas de las especies estaban haciendo en honor al inicio de la estación. Eran algo así como lo que hoy en día son ferias o carnavales, solo que ahí los espectáculos de verdad tenían un significado de agradecimiento a los Espíritus por la prosperidad (y todo era gratis, además).
Mientras veíamos los actos todavía podía sentir las miradas de muchos, expectantes, como si tan solo estuviesen o deseando despertar del tan raro sueño (pesadilla) o esperando el momento en el que el tan horrible monstruo fuese a herir a la pequeña e inocente hada que estaba demasiado cerca de sus garras. Esta última tendría más sentido, porque ¿Qué otra razón tendría mi presencia ahí? ¿Más que hacer cosas aterradoras? Sí, seguro la tan temida Bruja del Oeste estaba a punto de aprovecharse de la ingenuidad de esa pobre criaturita pelirroja.
No obstante, conforme las horas iban pasando comencé a sentir cada vez menos miradas y a escuchar menos murmullos hasta el punto en que las criaturas casi podían actuar con naturalidad a nuestro alrededor, como si fuésemos solo dos seres más en esa bonita celebración (tal vez esto fue debido a que aún no me habían salido colmillos de navajas ni garras de sable como ellos esperaban). Fue por ello que pude en verdad comenzar a disfrutar del entretenimiento y del hecho de estar en compañía de Cat, quien estaba aferrada a mi brazo y cuya sonrisa podría iluminar al universo entero. Gracias a ella es que me encontraba ahí, y también gracias a ella y a su energía y vitalidad es que hice cosas que, estando sola, ni en otros 300 años me habría atrevido a hacer: dejé que prácticamente me arrastrara por todo el valle de un espectáculo a otro; quité mi máscara de desinterés para demostrar cuando algún acto me impresionaba y/o gustaba, hasta reí a carcajadas cuando Cat hacía los gestos más extraños al probar los diferentes platillos exóticos que se prepararon para la ocasión; incluso les mostré (por petición de Cat) algunos trucos a los valientes infantes que se nos acercaban.
Saludamos a la feliz pareja que formaban Victoria y Beckarious mientras pasábamos, quienes por el enorme amor y la dicha en sus rostros se notaba que sentían que todo el esfuerzo debido el pleito con las nubes por dejarlos reunirse aquí había valido la pena.
Si pudiese cambiarle algo a esa noche, habría sido su duración tan corta.
Estábamos cerca del espectáculo de las sirenas (uno de los muchos que ahí había) en el río por el extremo del valle en el que estas demostraban las formas más gráciles en las que sus hermosos cuerpos podían surcar las aguas (parecido a las demostraciones de nado sincronizado de hoy en día pero infinitamente más, bueno… mágicas) cuando Cat me hizo sentarme a su lado en la orilla para poder ver mejor con ojos asombrados y un brillo infantil los tan afamados movimientos de dichas criaturas.
―¿Qué tal, querida?― Le preguntó a Cat una de las sirenas acercándose a nosotras cuando era tiempo de un receso.
―¡Hola!― Exclamó mi acompañante totalmente impresionada ―¡Por los Espíritus, su acto fue increíble!― La sonrisa de la sirena se ensanchó.
―Sí, lo fue― Concordó la susodicha. Espíritus, nunca disimulaban su arrogancia ―¿Cuál es tu nombre, cariño?― Le dedicó una sonrisa lasciva, la cual no me gustó para nada.
―¡Oh! Mi nombre es Cat― Volteó su rostro hacia mí ―Y esta es Jadey― Terminó entusiasmada.
―Mi nombre es Indra― Lo dijo con tanto aprecio por sí misma, como si el decir su nombre fuese algo que le causaba infinito placer ―Es un placer conocerlas, Cat y Jadey―
―Jadelyn, para ti― Intervine irritada. ¿Quién se creía para hablarnos (especialmente a Cat) así? En ese momento su sus ojos se abrieron un poco más con realización.
―¿Jadelyn? ¿LA Jadelyn, Bruja del Oeste?― Solté un bufido, exasperada.
―Esa misma― La sonrisa de Indra se amplió todavía más, con sorpresa.
―¡Oigan, chicas!― Habló a sus compañeras reunidas a unos metros ―¡Miren quién está aquí!― Todas al voltear y ubicarnos sonrieron de la misma manera y se acercaron, yo enseguida reconociendo sus rostros. Mierda ―¿Es esta la Jadelyn de la que tanto hablan?― Preguntó regodeándose. Maldita sea.
―¡Pero por los Espíritus, es Jadelyn!― Exclamó una morena.
―¡Claro que es ella!― Ahora una rubia.
―¡Pero qué grata sorpresa!― Una pelirroja.
―Ya nunca vienes a visitarnos― Una de cabellos bronce.
― Sí, te hemos extrañado― Ahora una de cabellera azul, mientras todas asentían con la expresión más falsamente inocente que podían mostrar.
―Sí, bueno, han pasado muchas cosas― Respondí intentando ocultar mi molestia ante su regocijo. Lo hacían intencional.
―Eh…― Dijo Cat, confundida ―¿Tú las conoces?― Preguntó ladeando su cabeza y por poco y las sirenas no logran contener su risa.
―Oh, Jadelyn nos conoce MUY bien― Dijo una a la cual le lancé una mirada asesina.
―Sí, ah… yo… las conozco de hace muchos años― Me aclaré la garganta, incómoda ―Cat, estas son Sherise― Señalé a la rubia.
―Hola―
―Aoife― Señalé a la pelirroja.
―¿Qué tal?―
―Sumaka― Ahora la morena.
―¿Cómo estás?―
―Zeenat― La de cabellos bronce.
―Hey―
―Y esta de aquí es Hadara― La de cabellera azul.
―Un placer―
―¡Es un placer para mí también!― Chillo Cat extática ―¡Esto es genial, todas ustedes son muy hermosas!― Obviamente todas le sonrieron. Les acababa de dar justo donde todas amaban: su ego ―Oh, y, ¿Cómo es que conocen a Jadey?― ¡Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda!
―Sí, Jadelyn, cuéntale a tu amiga cómo es que nos conociste― Dijo maliciosa Zeenat.
―Novia― Corrigió Cat tiernamente y por un momento sonreí.
―¡Ay, sí, yo adoro esa historia!― Fue Aoife quien apoyó y luego Sumaka:
―Sí, anda, cuéntala― Todas esas malditas se estaban divirtiendo de lo lindo mientras yo estaba al borde de explotar.
―¿Saben? Se está haciendo tarde y aún nos queda mucho que recorrer…―
― Pero yo no sé esa historia, Jadey― Claro, fue Cat la que tenía que pedírmelo.
―Sí, ella no sabe esa historia, Jadelyn― Hadara hizo el mismo puchero que Cat estaba haciendo solo que sin verdaderamente esconder sus maliciosas intenciones.
―Muy bien― Respiré hondo ―Verás, Cat, yo… bueno, yo… las conocí hace mucho, como puedes notar… y fue en… eh… el lago que está rumbo al norte, mientras yo… ah… hacía una de mis caminatas, ya sabes, esas que me gusta hacer de vez en cuando, y…― Me sentía completamente estúpida y fue en ese momento que Sherise interrumpió:
―¡Oh, sí, yo recuerdo eso!― Nadó hasta posarse frente a mí y acarició mi brazo, seductora ―Era un día muy caluroso― La miré con molestia ―Jadelyn estaba caminando muy cerca de la orilla con un vestido muy hermoso y paró para nadar un rato y…― Se apoyó con sus brazos y sacó medio cuerpo del agua para acercarse peligrosamente a mi rostro ―Refrescarse un poco― Me aparté secamente y escuché su risilla.
―Bueno, ahora ya sabes la historia. Cat hay que irn…―
―Oh, pero espera― Sherise tomó a Cat del brazo antes de que pudiese hacer algo para levantarla ―Aún no has oído la mejor parte― Eso atrajo la atención de la aludida de inmediato, quien se encontraba ajena a lo que realmente pasaba ―Como te decía paró a nadar un rato, y como la vi tan solita decidí hacerle algo de... compañía―
―Tú fuiste la primera en… estar con ella― Volvió a intervenir Hadara, arrastrando letra por letra la última frase con un tono que de haber sido cualquier otra persona y no Cat habría entendido su doble sentido al instante, sin embargo a ella le tomó un par de minutos.
―¿Por qué dices "estar con ella" as…?― La sonrisa de Cat se desvaneció lentamente con cada palabra y sus ojos y boca se abrieron desmesuradamente mientras que un casi fosforescente tono carmín se adueñaba de su rostro casi hasta sus orejas. Me volteó a ver todavía con esa (extrañamente adorable) expresión y yo no supe qué decir. Las risillas traviesas de nuestras compañeras no se hicieron esperar.
―Cat, puedo…― Un furioso estruendo me interrumpió y automáticamente sentí movimiento en mi espalda.
Maldad.
Me maldije internamente. Por haber estado tan inmersa en mi propia incomodidad no pude preverlo y ahora había puesto a todas estas criaturas en peligro. ¡Maldita sea!
―Jade, ¿qué es lo que…?― Otro estruendo y se escucharon los chillidos de las sirenas antes de que estas se sumergieran de nuevo y huyeran, aterradas.
―Tranquila, Cat― Su rostro era una mezcla de confusión y alteración. La tomé de los hombros ―Quédate aquí, ¿está bien?― Me volteé para comenzar el camino hacia el estrépito.
―¡Pero Jade…!― Volví mi rostro mas no me detuve.
―¡Solo quédate ahí!― Grité desde lejos. Un segundo más y ya me encontraba frente al mal ―¡Detén eso ahora y pelea conmigo, abyecto!― Me miró parando su destrucción a los lugares en los que se establecieron algunas atracciones ―¡Estos son inocentes! ¡Tu pelea es conmigo, maldito!― Ahora el estruendo era provocado por su horrenda y áspera risa.
―¡Jadelyn, cuánto tiempo!― Escupía las palabras con desdén derramándose de su fingida felicidad ―¿Qué te trae por aquí? Según yo a nosotros nunca nos invitan a estas celebraciones― Volvió a reír pero yo quería terminar con eso lo más pronto posible por lo que prendí mis espinas en llamas y estas lo atacaron. Él las esquivó como pudo, trastabillando un par de veces. No me detuve, lancé un ataque tras otro intentando hacer que alguno llegara al objetivo para de ahí enredarlo y hacerlo desvanecerse.
De repente él también lanzó varios ataques. Algunos simplemente los desintegré antes de que llegaran, con otros tuve que moverme o saltar. Mientras seguía lanzándolos me di cuenta de que los que yo evitaba llegaban hasta donde se encontraban las criaturas indefensas. ¿Por qué no se habían ido? Fue ahí cuando noté que la maldad había tapado todas las entradas al bosque, rodeando el valle con una densa capa de niebla, demasiado espesa y negra como para si quiera parecer segura.
Lanzó otro ataque sacándome del estupor que por poco y me da, pero que al esquivarlo también casi golpea a un trémulo sátiro. Sin pensármelo dos veces hice una barrera de espinas para cubrirme mientras llevaba mis manos al suelo con un golpe seco y enterraba en él mis dedos haciendo al suelo levantarse detrás de mí, creando un muro lo suficientemente grueso como para proteger a todos y a todas del otro lado.
Una vez estuve segura de que estaban a salvo me centré de nuevo en nuestro intercambio de ataques. No obstante, al no poderme llegar se enfureció y comenzó a lanzar más, frenéticamente: niebla, fuego, rocas filosas, picos de hielo, olas de maldad pura, cuanta cosa se le ocurriera. Llegó un momento en que fácilmente pude evitar una de sus llamaradas haciendo otra vez una barrera de espinas frente a mí.
Aquello fue un error.
Al momento de deshacer la barrera para volver a arremeter en su contra uno de sus ataques de rocas afiladas sí me alcanzó, perforando el costado de mi pierna, la misma que ya había herido hacía tantísimo tiempo.
―¡Arg!― Caí al suelo y mis espinas me protegieron de otra llamarada mientras veía la sangre fluir de mi herida y escuchaba sus risas burlándose de mi equivocación con una enfermiza entonación desquiciada.
El ruido era demasiado: sus ataques saliendo de sus manos, rompiendo el viento, rebotando contra mi barrera, su mofa en un espantoso crescendo, los alaridos aterrados de las criaturas detrás del muro.
No supe cómo, pero fue en ese preciso momento, justo después de que me llevara las manos a la pierna para parar el sangrado, que entre tanto estrépito percibí claro como el agua el sonido de una melodiosa voz inundada en confusión y angustia.
―¿Jade?― Era Cat saliendo de detrás del muro observando mi estado espantada. Mis ojos se abrieron desmesuradamente.
Luego de eso todo está un tanto confuso, solo lo recuerdo por partes pues pasó en menos de milisegundos: recuerdo sentir un inmenso miedo invadir mi ser pero solo por un breve momento, ya que al siguiente recuerdo el aire rozando casi dolorosamente con mi rostro mientras yo me dirigía lo más rápido que toda mi magia me permitía hacia el lugar en el que se hallaba la pelirroja, petrificada; recuerdo que llegué hasta ahí, me puse frente a ella, escuché un grito muy agudo, casi ensordecedor, y entonces recuerdo ver sangre cayendo al suelo, manchando el verde césped.
Pero no fue cualquier grito, sino el de Cat.
Y no era mi sangre, sino de Cat.
CLIFFHANGER!
Aquí les traigo el último capítulo… de antes de que me vaya, los demás vendrán después (o sea, como en dos semanas).
Un dato curioso, los nombres de todas las sirenas que estuvieron con Jade (e incluso la que no) se derivan de belleza en distintos idiomas (ingenioso, ¿no? ;D) así que ya se imaginarán cómo estaban las sirenitas esas c:
¡Comenten mucho para encontrarme con lindas sorpresas cuando regrese!
¡No me deseen la muerte, sino un feliz viaje!
¡Los ama su Princesa!
¡Besos reales y nos leemos en dos semanas!
