Beforehand, I am so sorry.


¿Qué es en realidad la fortaleza? Llegué a preguntármelo algunas ocasiones en mi vida, durante tardes anaranjadas de lectura, rodeada del inconfundible olor a papel viejo; o madrugadas azul índigo de insomnio, debajo de sábanas oscuras y arrugadas. En esos momentos analizaba dicho cuestionamiento con atención, detenimiento y mucha concentración, indagando entre mis conocimientos la respuesta, intentando encontrar alguna explicación lógica y conciza que no involucrara el concepto que te dan las ciencias, sino uno más bien espiritual.

Durante casi toda mi vida, aunque siempre desconocí la conclusión a mi duda, me sentí fuerte; no al grado de ser invencible pero sí muy, muy fuerte. Como alguien que podía decibir millares de golpes y hechizos y aún así vencer en batalla. Mis poderes siempre me otorgaron seguridad, y hasta un día en específico, yo llegué a creer que el tener eso representaba fortaleza.

–¿En qué piensas?– Preguntó Cat, sacándome de mi ensoñación casi de golpe. Ella se encontraba sentada sobre un taburete justo frente a la cama, donde yo me encontraba recostada boca abajo.

–En demasiadas cosas. A veces llega a ser abrumador– Y no mentía. Mi mente divagaba por tantos caminos luego de tantos años de vida que en ocasiones los pensamientos eran tantos que amenazaban con enloquecerme.

–Eso debe ser muy feo– Dijo como si verdaderamente se compadeciera de mi situación. Yo me limité a negar con la cabeza (como pude, pues tenía la barbilla recargada sobre mis brazos) suavemente. Ella posó los suyos sobre el espacio que quedaba de mi almohada y colocó ahí su mentón, nuestros rostros quedando a milímetros de distancia.

–Antes era mucho peor. Con el tiempo, he aprendido a brindar armonía a mi pensar, con lo cual tú me has ayudado también– Ante esto, una pequeña sonrisa adornó sus facciones.

–¿En verdad?– Asentí, sonriendo de igual manera.

–No lo diría si fuese mentira. Tú has sido paz, en un mundo de guerra– Yo sabía lo mucho que le encantaban los comentarios románticos, de tintes poéticos y pasionales, por lo que el resultado no se hizo esperar: acortó la distancia (bastó con inclinarse hacia adelante ligeramente) entre nuestros labios y los selló cariñosamente.

–¿Cómo es que siempre sabes qué decir?– Recargó su cabeza hacia un lado para liberar un de sus brazos y con sus dedos trazar el contorno de las espinas visibles en mi hombro.

–Más de trescientos años con vida te lo explicarían– Su sonrisa se amplió. Sus irises chocolate se dirigieron hacia donde su mano hacía contacto con mi piel y un brillo de curiosidad apareció en ellos.

–Se ven más gruesas, ¿no es así?– Miré de reojo los negros dibujos y suspiré. Luego más de un mes y medio de nuestra primera noche juntas (eso fue lo más que pude retrasar mi rápida recuperación), y la terrorífica mañana siguiente, todavía me mostraba algo reticente con mis espinas, y me negaba a perdonarlas del todo por haberle hecho daño a Cat.

–Sí, bueno, bien dicen que lo que no te mata, te hace más fuerte. Imposible para mí el matarlas, por lo que solo les quedó volverse más fuertes– Era bastante simple visto de esa manera.

–¡Oh, casi lo olvido!– Se levantó cual resorte y corrió hacia uno de los muebles. Abrió el segundo cajón (el cual ella ya había llenado con, y cito, "cosas necesarias" previamente) y sacó un pequeño recipiente junto con varias plantas y raíces (cuyo propósito yo ya conocía), un par de paños y una pequeña roca –Hora de tu masaje– La observé enarcando una ceja. Ese pícaro destello en su expresión no pasó desapercibido por mí.

–Te he dicho que no es necesario– No era que me estuviera quejando porque ella quisiese recorrer con sus delicadas manos mi piel, sino porque no quería que lo hiciera por obligación, no deseaba causarle molestias –Mi piel...–

–Sí, sí, sí– Me interrumpió –"Se cura sola en el transcurso de lapsos relativamente cortos", ya me sé toda la explicación, te la has pasado repitiéndolo sin parar cada vez que intento hacer algo porque te mejores– Me reprimió suavemente, con solo un atisbo de pesar. Tal vez el que intentara negarme a sus cuidados de alguna manera le dolía –Así que ahora, Gran Bruja del Oeste, necesito que guardes silencio mientras yo cuido de ti. Sabes que no puedes impedírmelo– Sacó su lengua, juguetona, mientras yo solo la observaba, por un lado sorprendida, debido a su repentino momento autoritario y por el otro entretenida, gracias a lo tierno de sus palabras y el momento en sí.

–Cualquier otra criatura sabría que no es muy inteligente retar a alguien como yo– No pude reprimir mi sonrisa ladina. Ella comenzó a caminar en dirección a la cama.

–Pero yo no soy "cualquier otra criatura"– Movía sus caderas de un lado al otro, un contoneo sensual e hipnotizador, en un andar lento, felino –Por eso me amas– En sus ojos relucía la astucia infantil, combinada con un muy opuesto brillo lascivo que con su incitador mensaje lograron hacerme apretar mis puños en las sábanas, estrujando ligeramente la tela.

–Tienes razón– Al posarse frente a mí tuve que levantar un poco la cabeza para seguir observándola, pues al estar yo recostada y ella de pie había una considerable diferencia de estaturas.

–Claro que la tengo...– Con toda la calma del mundo se agachó hasta quedar a mi nivel, mas no hincándose o arrodillándose, nada de eso, ¡por supuesto que no! Ella solo bajaba su cabeza hasta mi posición, pues estaba toalmente recta, no doblaba ni las rodillas ni la espalda, bajaba todo el torso, dándome un tentador vistazo a su escote, el cual quedaba casi descubierto de su delgado vestido gracias a la posición que adoptó.

No pasaron más de unos segundos antes de que acercara su rostro al mío hasta que nuestros labios prácticamente se rozaban, su aliento cálido golpeando contra mi piel, haciéndome cosquillas. Su cercanía alertó a todo mi cuerpo, cada célula, cada átomo en mi ser ahora conscientes de su presencia, de su dulce piel, sus grandes ojos, sus largas piernas y el paraíso perdido entre estas... toda ella me atraía hacia sí como un magneto, el único al cual yo reacccionaba. Así que, sin poder resistirlo más intenté acortar la distancia de una vez por todas, mas en el último instante ella se alejó, esa sonrisa maliciosa haciéndose presente en su rostro.

–Ah, ah, ah– Caminó hacia la parte posterior –Tu masaje primero, Jadey– Exhalé muy audiblemente, hundiéndome pesadamente en la blanda superficie.

–Tú, pequeña, serás mi muerte algún día– Solo escuché su risilla desde un costado mío (donde había una pequeña mesa), pues sabía que si volteaba para encararla ni los Espíritus me salvarían de su reprimenda. Desde la primera vez que me moví de mi posición de descanso (como ella le llamaba) aprendí la lección gracias a su furia, y no volví a intentarlo (exceptuando claro ciertas... ocasiones).

–Exageras, anciana– Se mofó, traviesa. Sabía que las bromas con respecto a mi edad me fastidiaban (y más aún desde el día en que se le ocurrió hacer una frente a Victoria [quien desde entonces no se cansaba de hacerlas]), y pienso que tal vez por eso a ella parecían divertirle tanto.

Pasaron unos minutos en los que nos sumergimos en un cómodo silencio mientras ella preparaba la mezcla de plantas y recina medicinales (que ayudaban en la cicatrización) triturando muy bien sus contenidos con la pequeña roca, liberando aún más su penetrante mas no desagradable aroma. Yo podría haberlo hecho por ella en solo un instante, pero no me lo hubiese permitido; pienso que si hubiera podido respirar por mí ella lo hubiese hecho, lo que sea para evitar que me esforzace de cualquier manera.

Unos minutos después, estuvo listo, y pude escuchar los suaves pasos de mi pelirroja hada (por alguna razón siempre disfrutó el caminar, aunque gracias a sus alas no tuviese que hacerlo) dirigiéndose a la parte posterior de la cama. Mis espinas (ya prácticamente recuperadas en su totalidad) se removieron, expectantes, ansiosas ante lo que ya sabían que vendría.

–Si no se calman las haré sufrir– Escupí las palabras, irritada.

–¡Jadey!– Casi podía escuchar el ceño fruncido en su tono –¡Deja de hablarles así! Son una parte de ti y las estás espantando– Sentí cómo la cama se hundía cerca de mis pantorrillas, indicando un peso extra que acababa de posarse allí –Pobrecitas. ¿Jadey está siendo mala con ustedes?– Les habló cariñosa y compasivamente, las malditas respondiendo ante su voz enseguida, haciendo de mi espalda un circo –Aww, no se preocupen. Yo las haré sentir bien– Uno creería que era extraño que nos refiriéramos a mis espinas como si fueran personas ajenas a mí, sin embargo, podía casi sentirlas de esa manera, como si ellas tuviesen mente propia, no una que yo no pudiese controlar del todo, pero que podía tomar decisiones independientes de vez en cuando, si me descuidaba.

Justo después de que terminase de hablar, sentí cómo se movía desde detrás mío, de rodillas hasta la parte trasera de mis muslos, lentamente llegando a mi retaguardia, donde se sentó a horcajadas grácilmente. Sin hacerme (hacernos) esperar demasiado, luego de colocar el recipiente sobre la mesita que quedaba convenientemente al lado (nunca notó cuando la moví, o si lo hizo no me lo dijo) tomó algo de la mezcla con su mano derecha y frotó sus manos con ella unos momentos (era algo así como el aceite que hoy en día se usa para los masajes: primero debes calentarlo con tus manos antes de ponerlo en la otra persona). Una vez que estuvo satiafecha con el estado de la sustancia entre sus manos, posó delicadamente su palma abierta justo en el centro de mi espalda, haciendo bajar un escalofrío por mi columna. Estrujé las sábanas con más fuerza.

–Creí que no querías el masaje– Rió con picardía mas opté por no responder. La sensación era demasiado agradable como para dejar que mi orgullo la alejara con un comentario sarcástico (Cat no se detendría sin importar lo que dijese, pero no quise arriesgarme) –Impresionante. Estás casi completamente recuperada– Murmuró, aunque sí la alcancé a escuchar.

Sin decir más movió su mano hacia arriba, tal vez solo un par de centímetros, sin embargo no era la distancia que su mano recorría, sino la forma en que esta lo hacía, con parsimonia, gentileza. Era como si intentara demostrar su adoración a cada poro de mi piel con sus suaves y expertas manos. No pude siquiera darme cuenta de cuando su otra mano se unió a su compañera, pero de lo que sí fui más que consciente era de los múltiples escalofrís que azotaban mi cuerpo con cada segundo que pasaba, aumentando la intensidad y la duración cada vez, llegando hasta los rincones más lejanos, desde el último de mis cabellos hasta la punta de mis pies (no sin antes causar un insoportable cosquilleo que se instalaba impúdicamente en mi entrepierna, y hacía crecer una necesidad animal).

–No entiendo por qué te resistes– Dijo calmadamente, sin embargo, era bastante perceptible cierta irregularidad en su respiración –No sería la primera vez que nosotras...– Hubiese dado lo que fuera por ver esos ojos traviesos observándome con deseo mientras que ese sonrojo tan sutil y hermoso se esparcía por sus mejillas.

–No, pero, sabes que aquella fue un descontrol que no debió suceder, pude haberte herido mucho peor– Logré responder pese a mi apretada mandíbula. Ella volvió a reír.

–¿Y qué pasa con la noche de ayer?– Agradecí a los cielos que no pudiese ver el matiz rosado en mi rostro –¿Y la noche anterior? ¿y la anterior? ¿y la mañana antes de eso junto con parte de la tarde?– A esta criatura jamás podría ganarle.

–Temo que me he descontrolado mucho este último mes– No había necesidad de negar que sí, en efecto fueron muchas las ocasiones en que nuestros cuerpos volvieron a amarse el uno al otro, no obstante, con cada vez fui más capaz de controlar a mis espinas (auxiliada por el hecho de que estaban lastimadas las primeras ocasiones luego del incidente), y si en algún momento llegaban a tocar a Cat las tomaba entre mis manos y las rompía (mi pelirroja molestándose cada vez) sin importarme el herir mis manos, pues a veces eso me ayudaba a regresar a en mí misma y no perderme por completo en el glorioso cuerpo de mi compañera (aunque en verdad lo deseara).

–Sí, así parece– Cada vez que su risa resonaba en la habitación, mi creciente deseo se tomaba un momento para simplemente dejarme admirar la belleza de ese bello sonido –Pero, yo pienso que ya han aprendido la lección, ¿sabes? Estos últimos días, cuando me tocan...–

–¿Se han atrevido a tocarte?– No pude contenerme y volteé como pude, apoyándome en mis brazos, sintiendo los dibujos en mi espalda estremecerse –¿Por qué no me lo habías...?–

–Porque– Me empujó suavemente con su mano sobre mi nuca de vuelta a mi previa posición, y yo no tuve otra más que ceder (como siempre) –No me han lastimado en lo más mínimo, lo prometo, ni siquiera has visto nuevas marcas– Su cuerpo estaba cubierto de ellas: pequeñas cicatrices del grosor de un cabello tal vez, y de unos tres (aunque algunas de mucho más) centímetros de largo, casi imperceptibles, sin embargo a ella le encantaban, las portaba con orgullo y de vez en cuando, la observaba recorriendo con sus dedos los patrones de estas sin siquiera darse cuenta –Han sido muy, muy cuidadosas conmigo. Saben lo que les harías si no– Esto último lo dijo con un evidente matiz de enfado –No te lo había dicho porque creí que te molestarías. Eres tan cabeza dura que no quieres entender que me encanta cuando me tocan, porque son una parte de ti, y yo amo todo de ti– Ahora en lugar de enojo, a sus palabras las acompañó una larga caricia (más que masaje) desde mi hombro hasta casi el comienzo de mi retaguardia, a lo cual no pude reprimir el gemido gutural que escapó de mis labios.

No pude contenerme más, y de un fluido movimiento volteé, tomé a Cat por los hombros y la puse (prácticamente arrojé) sobre la cama (debajo de mí, usando solo un poco de magia para levantarme y colocarme sobre ella), donde sin reparo alguno ataqué sus deliciosos y exóticos labios con los míos, ella soltando un jadeo de sorpresa, permitiéndome deslizar mi lengua dentro de su cálida boca. Ella por su parte, luego del susto incial me correspondió con el mismo ímpetu, enredando sus dedos en mi cabello, masajeando mi cráneo mientras que yo tenía una mano hundiendo los dedos en sus cintura y la otra recorriendo la longitud desde su redondo glúteo hasta su rodilla, maravillándome con la cremosidad de su piel bronceada de caramelo, que sin importar cuántas veces tocara, siempre conseguía enajenarme más y más. Fue cuando sus yemas acariciaron mi rostro que rompió el beso.

–¿Pero qué...?– Ninguna había recordado siquiera que nunca limpió sus manos, por lo que ahora tanto mi cabello (enmarallado) como parte de mi rostro estaban cubiertos de esa aceitosa sustancia. Sin saber qué más hacer, compartimos una de las risas más estruendosas y largas que podíamos, pues era una situación tan peculiar que la risa era el humor era el único resultado. Reímos y reímos sin parar por lo que parecieron horas, hasta que se nos acabó el oxígeno y nos dolió el estómago. Si me preguntaran, diría que ese momento fue uno de los más relajados de toma mi vida, sin preocupaciones extra ni algún temor nublando mi mente, ya que, por algo tan inusual, el deseo se había perdido, mas no el cariño hacia el estar en compañía de la otra; éramos solo nosotras, y nuestro bullicio. Fue algo demasiado hermoso –N-no p-puedo... m-más– Cat pudo proferir, limpiando las lágrimas que cayeron de sus ojos.

–¿Cómo... no te diste... cuenta?– Peleaba por tomar algo de aire que pudiese llenar mis pulmones de nuevo.

–¡O-oye!– Me golpeó en el brazo juguetonamente –Fuiste tú l-la que me atacó sin avisar–

–Imposible no hacerlo... en mi defensa– Intentando normalizar nuestras respiraciones, tan solo nos quedamos viendo la una a la otra, y en su mirada, en esas orbes chocolate tan versátiles y fascinantes, vi mi amor reflejado, la mayor adoración que se puede profesar hacia otro ser estaba ahí, tal como lo estaba en mis propios ojos. Con mi mano acaricié su mejilla y ella pusos sus manos sobre esta, ladeando su cabeza hacia el contacto, cerrando sus ojos momentáneamente. Después, besó la palma y acarició la piel suavemente –Oye, ya no tengo la mezcla, y tu cabello tampoco, y... oye, ¿dónde está mi vestido? Tú eras la única que estaba desnuda– Me miró suspicazmente, a lo que solo me encogí de hombros y la estrujé contra mí, casi aplastándola con mi propio peso.

–Estoy casi completamente recuperada, tú misma lo has dicho– Me arrellané de manera infantil sobre su cuerpo y enterré unos momentos mi rostro en su cuello, aspirando profundamente su enervante aroma –Además, la magia es una parte de mí, ¿no la amas también?– Se limitó a mirarme reprobatoriamente, mas se derritió en mi abrazo segundos después. Extrañamente, en esa ocasión nos acomodamos (bueno, nos acomodé) de manera opuesta a la usual: yo era la que tenía mi cabeza recostada sobre su pecho, escuchando el pacífico palpitar de su corazón, tan diferente al mío; sus brazos eran los que me rodeaban en un protector abrazo, mientras que sus manos acariciaban mi espalda y mi cabello distraídamente, sus labios presionano besos contra mi coronilla de vez en cuando –¿Sabes?– Rompí el silencio, ella soltó un pequeño mmm para que supiera que me escuchaba –Siempre fui consciente de que tenía un miedo personal. Me refiero a que, claro, temía que criaturas inocentes salieran lastimadas por mi falta de eficacia, mas eso era más bien laboral– Soltó una risilla, y continué –Durante muchos, muchos años temí a la soledad y su gélido agarre. Sufrí durante demasiado tiempo del rechazo de las criaturas, y el no saber lo que era el amar a un ser que te amara de vuelta– Aun si no podía verla, sabía que me observaba con interés y algo de pesar, compadeciendo mi dolor –Claro, siempre amé a Victoria, y ella a mí, pero ese era un amor diferente, como el que tú sientes por tu hermano y por Nalu– Fruncí un poco el ceño, recordando las épocas más oscuras de mi pasado –Nunca llegué a coocer lo que era estar enamorado, y yo anhelaba la plenitud que aquello me traería– Tomé aire un par de veces, antes de continuar –Siempre fui tan consciente de ese miedo a jamás encontrar el amor, y es por eso que...– Sin pedirme permiso, una sonrisa comenzaba a escalar su camino hasta mis labios –Que pienso que, incluso si lo hubiese planeado a detalle, nunca hubiese imaginado tan inesperado y perfecto resultado– El ritmo de su corazón empezaba a acelerarse, y eso solo ensanchó mi sonrisa –Ni con toda mi magia habría podido adivinar que llegarías a mí cuando ya había perdido toda esperanza. Si tengo un corazón ahora sé que no gue hecho para mí sino... para pertenecerte a ti en su totalidad– Al subir mi mirada, me encontré con ese rostro que tanto adoraba inundado en lágrimas, una gran felicidad e inmenso amor tomando posesión de cada parte de este –Antes, cada latido era doloroso y ahora, gracias a ti, es que lo hace con convicción: solo por ti–

–Jade...– Sabía que ella era una criatura muy locuaz, y cuando se encontró sin palabras gracias a las mías, mi pecho se hinchó de gusto –Y-yo... l-lo que... p-pien... quier-r...– Bufó exasperada, a lo que yo le acaricié el rostro, tranquilizándola –Jade, yo...– Tomó una gran bocanada de aire, y luego de un minuto o dos logró organizar sus pensamientos –Yo solo sé que te pertenezco, y no hay otra cosa en la vida que desee más que eso– Ahora era mi turno para dejar escapar varias lágrimas de mis ojos, sin poder contener mi alegría. Casi en sincronía, nos acercamos lentamente hasta sellar nuestros labios en un beso casto, frágil, lleno de un delicado pero fuerte amor que solo nosotras comprendíamos.

Al separarnos, retomamos la posición inicial, y sin darnos cuenta, nuestros ojos se cerraron poco a poco, ella con su nariz enterrada en mi coronilla, yo por mi parte, escuchando aquel corazón por el cual el mío latiría hasta el fin de la eternidad.


Al despertar me sentía renovada, como si todo este tiempo, toda mi vida hubiese estado corriendo con una bestia detrás, persiguiéndome, amenazando mi vida con sus garras y colmillos, y justo ahora era que me daba cuenta que había sido tan solo una pesadilla, y al haber despertado la realidad me sonreía cual madre cariñosa.

Sin cuidado me estiré, disfrutando del dulce movimiento de mis músculos algo tensos, y fue dicha acción lo que me hizo reparar en cierto detalle tan obvio.

–¿Cat?– Inspeccioné la habitación rápidamente, de un lado al otro, solo para darme cuenta de que mi amada no se encontraba en los alrededores –¿Cat?– Volví a llamar, esta vez más fuerte, comenzando a inquietarme –Cat, ¿dónde estás?– Me incorporé de golpe, tirando la mesita de noche. En ese momento vi un pequeño objeto caer de la superficie de madera. Extrañada, lo levanté para comprobar que era un trozo de papel con algo escrito:

Salí a buscar una sorpresa que debo enseñarte. Regresaré pronto.

Con amor, Cat.

Solté un suspiro que no sabía que estaba conteniendo, aliviada. Solo había ido a buscar algo, una sorpresa para mí. Cat era una caja llena de ellas por sí misma.

Algo mareada por la repentina agitación, me tumbé pesadamente sobre la cama, cubriendo mis ojos con mi brazo flojamente, tapando la luz anaranjada (concluí que ya era la tarde) que se colaba por las ventanas.

No pasaron cinco minutos cuando sonreí, sin quitar mi brazo de su lugar protegiendo mis ojos.

–Largo tiempo sin vernos, ¿no es así?– Escuché un bufido, a lo que no pude evitar reír ligeramente.

–Espíritus, ¿cómo es que siempre haces eso?– Esta vez, quité mi brazo para colocarlo sobre mi estómago mientras que el otro lo puse bajo mi cabeza, levantándola un poco.

–Victoria, ¿cómo es que sabiendo el indudable resultado, siempre intentas sorprenderme?– Rodó los ojos mientras cruzaba los brazos, fingiendo indignación.

–¿Qué puedo decir? Tal vez tu necedad ha logrado afectarme por fon luego de tantos años– Volvía reír.

–Tal vez mi sarcasmo también– Reímos unos momentos, alegres de vernos de nuevo –Dime, ¿qué te trae por aquí luego de casi tres meses?– Caminó hasta una pila de libros que quedaba frente a mo posición y se sentó.

–Bueno, no lo hice antes pues no quise interrumpirlas en alguna de sus actividades nocturnas– Volvimos a reír. Sabía de estas gracias a que algunas noches, tanto Cat como yo, disfrutábamos de contarle nuestros días a la Luna posada arriba en el cielo. Ella siempre está para escucharte –Así que consideré que hoy sería seguro venir, por lo que quise en venir a visitarlas pero...– Volteó de un lado a otro –Creo que solo te visitaré a ti–

–Sí, bueno, Cat me dejó una nota diciendo que traería algo. No debe tardar– Expliqué antes de que su expresión de duda aumentara. No había notado que debía ser sumamente extraño vernos separadas.

–Muy bien. Mientras tanto– Su sonrisa cambió a una sugerente mientras levantaba las cejas de una manera graciosa –Cuéntame, ¿qué tal han estado las cosas? Y no se te ocurra resonder con un simple bien, porque por lo que veo– Señaló hacia mi figura desnuda –Han estado mucho mejor que solo bien– Tarde o temprano, este interrogatorio iba a llegar, yo misma le hice uno parecido siglos atrás, referente al Astro Rey y lo bien que parecían ir las cosas con él, y si Victoria, con todo y su rostro color carmín brillante pudo responder, ahora yo debía hacerlo.

–Bueno, pues...–

Jadelyn...

–¿Pero qué...?– Miré hacia todas direcciones, buscando la fuente de aquella gélida voz burlona.

–Jadelyn, ¿está todo bien?– Me incorporé y Victoria hizo lo mismo, confusión y preocupación evidentes en su rostro.

Jadelyn, soy yo...

–¿Acaso no escuchas eso?– Con mi mirada seguía buscando, esta vez con mayor empeño, el lugar de donde venía aquella voz (el cual parecía ser el interior de mi cabeza).

–¿Escuchar qué? Estás asustándome–

–¡Aaah!– Caí al suelo de rodillas, un penetrante dolor en mi espalda atacándome sin piedad.

–¡Jadelyn!– Victoria corrió hacia mí, agachándose a mi lado –¡¿Pero qué ocurre?! ¡Háblame!–

Creíste que podías jugar conmigo, ¿no es así? Creíste que podías ser la heroína que conseguía la gloria y todo aquello que siempre deseaste...

–¡Para! ¡Para!– Aunque el dolor en mi espalda solo empeoraba, sujeté mi cabeza con ambas manos, implorando que aquella horrenda voz me dejara en paz.

–¡Jadelyn! ¡¿Qué pasa?! ¡¿Qué tienes?!–

–¡AH, ESPÍRITUS!–

¡Recuerda este día, basura inferior! Me has fastidiado durante siglos, y es momento de que sufras por ello. ¡Tú misma te lo has buscado por intentar ser como ellos!

–¡Cállate! ¡CÁLLATE!– Apreté la mandíbula mientras escuchaba a lo lejos a Victoria llorando de impotencia y miedo.

¡Te lo advertí y aún así decidiste seguir con esta farsa! ¡No eres como ellos!

–¡DETENTE!– El estruendo de dicha voz golpeaba mi cráneo con tal fuerza, casi asemejaba al dolor inexolicable en mi espalda.

¡Te lo dije!

–¡POR FAVOR!–

¡NADIE JAMÁS TE AMARÁ! ¡YO MISMO ME ENCARGARÉ DE ELLO!

–¡AAAH!– De repente el eco desgarrador dentro de mi cabeza paró, dejándome con la respiración agitada y un tremendo dolor en la espalda que me hacía temblar.

–¡Jadelyn, estás sangrando!– Levanté la mirada hacia mi asustada amiga, apenas y procesando sus palabras –¡T-tú rosa! ¡Está sangrando!– Esas fueron las palabras que taladraron su camino a mi cerebro, mi alma cayendo miles de kilómetros bajo tierra al entender lo que este episodio significaba.

Maldad.

Sin detenerme a pensarlo dos veces me puse de pie, atravesé el muro frente a nosotras y en menos de un suspiro me encontraba corriendo lo más rápido que mi magia y mi pierna lastimada me lo permitían, ignorando las protestas de esta. No podía volar, el dolor en mi espalda no me lo permitía, me limitaba demasiado y sin embargo seguí corriendo, más rápido, más rápido, cada paso con mayor desesperación, mayor temor, el peor miedo que jamás había sentido en mi vida embargando mi ser sin misericordia con cada milisegundo que pasaba.

Debía encontrarla, tenía que hacerlo. Solo hasta que estuviese entre mis brazos y a salvo tendría la capacidad de llenar mis pulmones con oxígeno de nuevo. Solo hasta que viera esa sonrisa dirigiéndose a mí sería cuando este terror se detendría, simplemente lo sabía. Tenía que hallarla, debía hacerlo.

No recuerdo cuántos kilómetros fueron, ni cuántas veces viré o el número de ramas y rocas que impactaron contra partes de mi cuerpo abriendo heridas, no recuerdo siquiera la manera en la que supe cómo llegar hacia ella, solo recuerdo la sensación que me oprimía el pecho y que no tenía nada que ver con el esfuerzo se acrecentaba sin un control u orden, y era esta la que me conducía por el sendero correcto. Era esta la que sentía la presencia de Cat, la que me motivaba a ignorar el dolor de todo mi cuerpo y el desagradable río de sangre que bajaba por mi espalda. Sin dicha sensación estrujando mi corazón en su firme puño jamás hubiese llegado hasta ella.

Cuando mis nervios estuvieron a punto de colapsar (aunque el recorrido hubiese tardado cinco minutos cuando mucho gracias a mi velocidad) fue cuando logré llegar a uno de los rincones del bosque cuyos árboles ocultaban cualquier vestigio de luz solar. Fue ahí donde la vi, bastantes metros lejos de mi posición, su figura siendo a penas un punto en la distancia.

Fue solo un instante, un microscópico lapso, en el que juro que hubiese sido imposible para todo mi poder evitar lo que sucedió a continuación: algo consiguió paralizarme por completo (gracias también a mi ya cansado estado) mientras que una enorme y horrible masa de niebla oscura emergió de entre los árboles al costado, ella no pudo reaccionar siquiera cuando un par de grandes garras negras se materializaron, levantándola del suelo. Yo di todo lo que tenía, mas no fue suficiente, pues la bestia puso su rostro frente al de Cat, mostrándole los colmillos y un par de ojos rojo sangre, mientras que de su garganta salía uno de los más horribles rugidos que hubiese escuchado jamás. Aún recuerdo cómo ella gritó del terror, sus ojos soltando lágrimas, pues en ellos había un miedo inmenso. La expresión de su angelical rostro, contorsionado por el pavor, es una imagen que mi mente nunca podrá borrar.

En el milisegundo siguiente el monstruo abrió la boca y de un solo movimiento la figura de Cat se perdió dentro de la niebla, como si la hubiese tragado. Mi amada profirió un último grito antes de desaparecer dentro de la maldad, y es ese grito, junto con la escena descrita, lo que todavía hoy me despierta en la madrugada, haciéndome ahogar con mis propios sollozos.

Tan rápido como había sucedido, había terminado, la maldad huyendo entre los árboles después de dejar caer el cuerpo inerte de Cat al suelo, su asquerosa risa destrozando mis tímpanos con su crueldad.

–¡CAT!– A penas y pude moverme de nuevo corrí hasta ella, océanos escapando de mis ojos –¡CAT, POR FAVOR!– Caí de rodillas a su lado y sujeté sus hombros, sacudiéndolos con rudeza, intentando hacer que abriera sus ojos de nuevo, intentando calentar su fría piel, intentando regresarle su hermoso color caramelo, intentando reemplazar esa horrible palidez, intentando, intentando, intentando –¡CAT, DESPIERTA! ¡TE LO RUEGO! ¡DESPIERTA!– Abracé su cuerpo contra mi pecho –¡TE LO IMPLORO! ¡TE AMO, NO ME DEJES!– Lo gélido de su piel entró en contacto con la mía, colándose por mis poros, debajo del músculo, los nervios, penetrando hasta mis huesos. No era un frío normal, de eso estaba segura, era uno que no podría quitarme nunca –P-por favor... abre los ojos– Dije contra su helada mejilla, empapando su rostro con mis lágrimas –Prometo pasear contigo todos los días, prometo nunca separarme de ti, prometo que-que nunca estarás sola ni te sentirás infeliz mientras yo viva... solo tienes que abrir los ojos... por favor– Una parte de mí, la más irracional que poseía, esperaba despertar en cualquier momento, esperaba que cuando abriera mis ojos, fuertemente cerrados, me encontraría en el castillo, con Cat a mi lado, diciendo que todo fue un mal sueño. Yo habría preferido cerrar mis ojos por siempre si a cambio ella los hubiese abierto –P-por favor... m-mi vida eres tú... n-no me abandones...– Alejé mi rostro del suyo, y observé con el más grande dolor que jamás sentí cómo sus labios siempre sonrientes y rosados ahora formaban una línea permanente, descoloridos y resecos; cómo sus mejillas usualmente sonrosadas ahora estaban pálidas, igual que el resto de su piel; cómo sus hermosos y traviesos ojos chocolate estaban cerrados, con la promesa de jamás abrirse de nuevo. Nunca podría verlos de nuevo, y ellos nunca podrían verme de vuelta. Acaricié el contorno de su mandíbula –Perdóname... no pude salvarte, y ahora... ya jamás regresarás– Sin poder controlar el temblor de mi cuerpo, posé mis labios sobre los suyos, y el no sentir su respuesta, sus labios moviéndose en sincronía con los míos, ni sus brazos enrollándose alrededor de mi cuello, ni sus dedos enredándose en mi cabello, o la paz que solo besarla me traía, fueron el último golpe que mi destrozado corazón necesitó. Volteé hacia arriba, y aún con el cuerpo de Cat entre mis brazos, lágrimas huyendo de mis ojos y un río de sangre bajando por mi espalda, desde lo más profundo de mis pulmones salió el peor grito que pude proferir en mi vida, aunque aquello no sería capaz de liberar el dolor que tomaría lugar en mi corazón a partir de ese día, y que se haría presente a cada minuto de mi existencia.

Yo no lo sabía en ese momento, pero el sangrado de mi espalda fluía de una figura en específico, la cual mis espinas resguardaron desde que apareció, y que ya no se encontraba ahí: mi rosa.

¿Qué es en realidad la fortaleza? Llegué a preguntármelo algunas ocasiones en mi vida, pero fue solo en ese momento, en el que respirar se había convertido en una carga y vivir en una agonía, que lo entendí: sea lo que fuere, la fortaleza era algo que yo no poseía. Nada podría haberme preparado para esto, y nada de lo que había en mí me ayudaría a superarlo.


Hola, queridos(as).

Agradecimientos a los comentarios del capítulo anterior (no llegamos a los cinco, pero se los agradezco de todo corazón):

KaiLy Cruz: Este... no, no llores, guarda las lágrimas para este capítulo :'c Muchas, muchas gracias por tus lindas palabras, me alaga que digas eso de ser mi fan. En serio que son personas como tú las que me motivan a seguir escribiendo, y mejorando con cada palabra.

Arandiagrande: amigo mío, debo disculparme (como ya lo hice desde el principio del capítulo), pero ya todos sabíamos que esto llegaría. Pero no te preocupes, para alegrarte, te doy la noticia de que los hermanos de Jade vendrán muy, muy pronto. Muchas gracias por ti apoyo tan constante y que nunca me falla. No sé lo que habría sido de esta historia sin tus comentarios tan hermosos.

unazuki700: yo sé, yo sé que fui muy cruel, y me arrepiento demasiado, pero ya estoy de vuelta, y como ya les había aclarado antes, aunque me cueste la vida, esta historia tendrá un desenlace. Ahora traté de apresurarme (no lo hice en menos de dos semanas porque como dije, no llegamos a los 5 comentarios :'c), y espero y el siguiente capítulo me fluya igual. Muchas gracias por tu apoyo.

Montse: jaja bueno, estoy aquí, y vine para quedarme (? Muchas gracias por tu apoyo.

Bueno, chicos, la última aclaración (para que no sea considerado como plagio 7n7) es que la parte de "corriendo con una bestia detrás [...] y justo ahora era que me daba cuenta que había sido tan solo una pesadilla" está inspirada en la canción Lucha De Gigantes de Nacha Pop. Es una gran canción, se las recomiendo mucho.

(Disculpen los errores que pueda tener, la verdad es tarde y no tengo mucho tiempo para revisarlos. Los corregiré en cuanto pueda.)

Sin nada más que agregar, les propongo lo mismo del capítulo anterior: 5 comentarios harán que el próximo capítulo llegue antes de tres semanas (sí, ahora son tres semanas porque voy entrando a la escuela de nuevo, y no creo tener demasiado tiempo TTnTT).

¡Besos Reales!