Después de que Tsu por fin se tranquilizó, los invitados a la fiesta se marcharon murmurando cosas que no alcancé a oír. El único que se quedó fue Lan.

-Querido, ¿nos explicas qué pasó? -le preguntó Sakura a su hijo sin rabia en su voz mientras desvanecía el cubo que lo encerraba. Tsu, sin embargo, no pudo hablar. Tenía las orejas rojas y la cabeza gacha.

-Yo no rompí mi promesa, hermano -dijo entonces Yu-. Lan me tomó por sorpresa, tu vista fue más rápida que la bofetada que le iba a dar por su atrevimiento.

Ante eso, Tsu dejó escapar un gemido y se lanzó a abrazarla, rogando perdón con una voz apenas audible. Ella lo besó en la cabeza acariciando su cabello. Lan, por su parte, estaba totalmente confundido.

-No tuve el valor para decírtelo, Tsu... Es verdad que Yu me gusta. No sabía qué esperar cuando lograra confesarlo, pero definitivamente no era eso.

Ese débil intento de broma no ayudó a aliviar la tensión del ambiente.

-Hay mejores maneras de confesar sentimientos que robando besos, Lantian -le respondí sin dureza, aunque su expresión se volvió aún más mortificada tras mis palabras.

-Eres un idiota -dijo entonces Tsu con un suspiro-. Un idiota que además está ciego.

Lan abrió mucho los ojos y se quedó boquiabierto. Lo había entendido de inmediato.

-¿Cómo es eso posible? ¡Tú sabes que eso me da asco!

-No tengo ni la menor idea, solo sé que me enamoré de ti como un imbécil desde que cumplí doce. Concretamente, desde el día en que fuimos a la cascada que estaba llena de luciérnagas.

¿Desde los doce? Mi pobre hijo había cargado con ese peso en su alma durante tres años sin más confidente que su hermana... Casi sentí ganas de llorar.

-Eres mi mejor amigo y mi primo favorito, pero... sabes perfectamente que no puedo corresponderte- le respondió Lan con la voz triste-. Siempre me enseñaron a sentir asco de los homosexuales, aunque no puedo sentir algo tan horrible por ti.

-¿Qué harás ahora que lo sabes? -preguntó Tsu con la voz triste y dura- ¿Me rechazarás? ¿Dejaremos de vernos y de pasar tiempo juntos?

-Ni una cosa ni otra -respondió Lan, haciendo que Tsu levantara la cabeza-. Dado que mi madre no lo sabe porque no vino, podemos seguir como hasta ahora. La diferencia es que tendré que descubrir qué te gusta de mí para ayudarte a encontrar a otro chico que sí te corresponda.

Esa reacción nos sorprendió a todos teniendo en cuenta que provenía de un homofóbico. Supongo que se debía a lo mucho que siempre se habían querido como primos. Tsu lo abrazó sollozando y Lan no lo rechazó y lo abrazó también. Sakura entonces me dio un suave tirón a la manga de la camisa y nos apartamos para hablar en privado.

-¿Qué va a pasar ahora, querido? -me preguntó con gesto preocupado- No creo que a tus parientes les haga mucha gracia el asunto. Fanren no lo aceptará nunca, cuando se entere no querrá volver a saber de Tsu.

-Nadie tiene que saberlo, amor -respondí con un asentimiento que dio a entender que pensábamos igual-. Se armaría un escándalo terrible si se llega a saber que Tsu es homosexual... aunque yo sea el líder del Clan, los ancianos podrían comenzar a presionarme para expulsarlo, o incluso casarlo a la fuerza con una chica solo para esconder la vergüenza. Y yo no quiero eso, jamás le haría eso a mi hijo. No me importa que el Clan Li se acabe con Tsubasa, nadie va a discriminarlo mientras yo respire.

Sin embargo, a pesar de nuestras buenas intenciones, sucedió lo peor: resulta que, aunque Fanren había llamado diciendo que no podría asistir a la fiesta de su sobrino, un periodista que buscaba entrevistarla para una revista de moda local había visto todo, y no le había costado nada atar cabos al analizar sus grabaciones del incidente y ver que la agresión de Tsu no había estado dirigida contra Lan por celos de hermano, sino contra Yu. Sin embargo, por una casualidad del destino, el periodista se había encontrado con Fanren al siguiente día y ella, después de darse cuenta de que traía algo entre manos, se lo sonsacó con una mezcla de sus encantos y su dinero. El escándalo fue silenciado antes de que se produjera con un buen fajo de billetes y una promesa de que esa revista siempre estaría invitada a los desfiles de moda de Fanren Li. Por desgracia, eso no evitó que ella prohibiera terminantemente que Tsu y Lan volvieran a verse en la vida. De hecho, lo siguiente que hizo fue marcharse de Japón con él aunque su hijo jurara y perjurara que era heterosexual y que no tenía nada con su primo más que su amistad de toda la vida. La última vez que los vimos fue en el aeropuerto de Nagoya.

Sin embargo, a pesar de todo, Sakura y yo sabíamos que, aunque el periodista le había prometido silencio a Fanren, bastaba una sola insinuación o ida de lengua para que el secreto del heredero del Clan Li saliera a la luz. Moviendo influencias, lo encontramos y lo invitamos a conversar.

-Es un placer para mí conocer al famoso director de Industrias Lobo Japonés y a su hermosa mujer -dijo, zalamero como todos los de su profesión, mientras nos sentábamos a la mesa del restaurante.

-Me gustó mucho el último artículo que publicó en la revista, señor Takeda -le dijo Sakura, y no le estaba mintiendo: además de ser el fotógrafo de la revista, el tipo escribía artículos muy buenos y su sentido crítico y estético era muy agudo-. Pero hay algo que me tiene preocupada.

-Me imagino que se refiere a ése asunto que la señorita Fanren me pidió no comentar nunca -dijo él con tono compasivo-. Escabroso en verdad. Por más que se vuelva cada vez más común, sigue siendo una piedra de escándalo para muchas familias.

-Nosotros no tenemos nada en contra, y menos si se trata de nuestro hijo -respondí-. Sin embargo, como seguramente usted sabrá, el Clan Li se remonta a varias generaciones, y los miembros más venerables no están muy de acuerdo con esta... forma de pensamiento. Y, puesto que usted es quien puede sacar esa verdad a la luz...

-¿Me está amenazando, señor Li? -preguntó el tipo a la defensiva.

-No, para nada -respondí-. Como le he dicho, no tengo nada en contra de la homosexualidad de mi hijo. No levantaría ni un dedo contra usted.

-Pero puede que otros miembros del clan no sean tan benévolos como nosotros -completó Sakura-. No le conviene arriesgarse cuando el prestigio de una familia como la nuestra está en juego, y creo que usted lo entiende mejor que nadie puesto que ha seguido de cerca a mi cuñada Fanren.

El periodista tragó saliva. Más claro no podría haberle quedado. Él mismo nos trajo su equipo y, ante nuestros ojos, lo eliminó todo. El secreto de Tsu estaba a salvo. A partir de entonces, tanto el señor Takeda como la revista quedaron bajo el patrocinio y amparo del Clan Li. No coartábamos su libertad de expresión, pero sí manteníamos un estricto control sobre lo que escribía. A fin de cuentas, si alguien tiene una bala de plata que puede destrozar no solo tu vida sino la de todo un clan, debes tener a esa persona muy cerca de ti.

Excepto que no fue suficiente. No nos dimos cuenta de que no era la única persona presente en la fiesta que podría entender lo que pasó y divulgarlo. Para cuando lo notamos, era demasiado tarde, y lo que pasó después fue toda una pesadilla hecha realidad.