Muchas personas utilizan la expresión el tiempo se detuvo, y es muy fácil de inferir en que su significado está en sentido figurado.
Yo nunca lo intenté, detener el tiempo me refiero. Simplemente porque sabía que estaba fuera de mis capacidades. Nadie nunca había podido; el canto de algunas criaturas solo alteraban tu percepción de este, mas no lo detenían; el mundo seguía su curso, con o sin ti. De ahí la otra expresión el tiempo no perdona.
No obstante a todo esto, hubo un momento en mi vida, en el que, si bien el tiempo no se detuvo, sí pude sentir cómo seguía su curso sin mí; cómo todo me pasaba en frente y yo quedaba solo como un recuerdo dejado detrás, en el olvido.
Aquella única y abyecta ocasión de la que hablo fue ese día, o esos momentos mejor dicho, en los que entre mis brazos tuve un cuerpo inerte, frío como tundra y pálido como fantasma, al cual yo me sujetaba estrechamente en un vano intento por revivir (incluso después de que mi razón me dijera a gritos que era imposible).
Solo en esa ocasión dejé de moverme con el tiempo y me quedé inmóvil, sin poder volver a cuando todo era brillante, o siquiera avanzar para averiguar la forma de sobrevivir al dolor. Tan solo estuve ahí, congelada, atrapada en un sufrimiento que desearía jamás haber conocido.
No todo el tiempo permanecí en la misma posición corporalmente hablando: hubo un episodio en el que mi desesperación sobrepasó casi por completo mi cordura, por lo que, enloquecida, recosté a Cat sobre el pasto ahora marrón-rojizo gracias a mi sangre seca, y puse mis manos sobre su corazón, presionando repetidamente, soltando pequeñas descargas de mi energía con cada contracción que le hacía.
–Despierta, despierta, despierta, despierta...– Repetía frenética. Una parte de mí me gritaba que me detuviera, que no servía de nada, que la criatura a la cual amaba se había ido para siempre y que sin importar lo que yo hiciera jamás regresaría, mas yo me rehusaba a escucharla. Tenía que despertar, tenía que volver a mí. En todo este tiempo ella, sin quererlo o siquiera intentarlo, se había adueñado de mi tácito y huraño corazón, y ahora que el suyo había dejado de latir, el mío encontraba su agonía con cada segundo que transcurría, solo, sin propósito ni convicción. Quería detenerse, y sin embargo no podía hacerlo –Regresa, por favor, regresa, por favor, Cat, regresa, regresa, regresa– Los segundos se convirtieron en minutos y estos, a su vez, en interminables horas. Si me rendía ella no regresaría, no regresaría, no regresaría, y si la dejaba ir, yo también moriría, moriría, moriría en vida, y una vida sin ella era un castigo que no creía merecer ni siquiera yo, el ser más temido del bosque –Cat, vuelve a mí, vuelve a mí, vuelve a mí, vuelve a mí...– No podía casi respirar, no tanto por el esfuerzo físico, sino por el emocional, por la fuerza que tuve que asegurarme de no perder cada vez que mis manos tocaban su piel fría, cubriendo su paralizado corazón, o mis ojos pasaban sobre su rostro pálido y sin sonrisa. Quieto, vacío, serio, sin vida.
–J-Jadelyn...– No me detuve, pues esa no era la voz que anhelaba escuchar –Jadelyn, por favor, para...– Ni siquiera tuve que voltear a ver a Victoria, que ahora se encontraba a mi costado, para saber que su rostro estaba manchado por las lágrimas que aún seguían saliendo de sus ojos pardos, ahora enrojecidos e hinchados, aunque no tanto como los míos –Jadelyn, detente...–
–Despierta, despierta, despierta– Seguí con mi tarea, haciendo caso omiso a sus tristes peticiones.
–Jadelyn, deja de hacer eso...– Me di cuenta, aunque realmente no me importó, que el hecho de verme así, tan desesperada y demente, hacía el llanto en su voz más evidente. Puso su mano sobre mi hombro, y yo salté como si quemara.
–¡NO TE LE ACERQUES!– Quité su mano de un brusco movimiento, y de mis puños cerrados salieron unas cuantas flamas que, por mera suerte, no quemaron su piel –¿No lo entiendes, cierto? ¡Si me detengo ella jamás volverá! ¡JAMÁS! ¡NO LA DEJARÉ MORIR, NO LO HARÉ! ¡SI NO PUEDES ENTENDER ESO, ENTONCES SOLO LÁRGATE! ¡LÁRGUENSE TODOS!– Si de mis ojos se escapaban mil y un mares no me importó, aunque eso me hiciera ver como una loca y no reflejase la furia de mi interior. No podía dejarla, no podía, ella no me lo perdonaría, yo no me lo perdonaría. Iba a retomar mi tarea cuando sentí cómo Victoria tiraba de mí, intentando hacer entrar de nuevo la cordura a mi ser –¡SUÉLTAME! ¡ELLA MORIRÁ! ¡NO LA DEJARÉ MORIR!–
–¡JADELYN, BASTA!– Forcejeábamos sin control. Su fuerza era mínima comparada con la mía, pero todo de mí estaba tan exhausto, mi mente, mi corazón, mi cuerpo, mi alma misma, si es que seguía conmigo, porque casi podía sentir el vacío que había dejado al irse con Cat.
–¡NO, ELLA SE IRÁ! ¡ELLA ME ABANDONARÁ! ¡NO PUEDO DEJAR QUE HAGA ESO! ¡SE IRÁ! ¡ELLA SE...!–
–¡JADELYN, ESCÚCHAME!– De alguna manera logró voltear mi rostro, y me miró a los ojos como nunca antes lo había hecho –¡ELLA SE HA IDO!– Mis ojos se llenaron de agua salada nuevamente (como si hubieran dejado de hacerlo en algún momento), y tan solo la observé con el mayor de los pesares.
–E-ella...– Tartamudeé, mis manos, mi cabeza, toda yo temblando.
–Jadelyn...– Sus lágrimas seguían saliendo al igual que las mías, y fue ahí cuando por fin se permitió apreciar qué tan insignificante me sentía y lucía. Sé que jamás hubiera pensado que podría verme así.
–Ella se ha ido...– Mis ojos se cerraron, sin poder soportar la estocada que el aceptar aquellas palabras representaba para mi corazón –Ella se ha ido, y no pude hacer nada... Victoria, ¿qué se supone que haga ahora?–
–Jadelyn...– Me atrajo hacia sí, envolviéndome en un fuerte abrazo, el más fuerte que me había dado, pensando que tal vez así volvería a ser invencible, mas yo en mi vida me había sentido más destrozada, más débil.
–Ella se fue, y jamás volverá... ¡y no pude salvarla! ¡Victoria, ella me ha abandonado! ¡Se fue y jamás volverá! ¡Jamás, jamás, jamás!– Lloré como nunca antes, su hombro empapándose, ella resistiendo (por mí) la urgencia que tenía de desmoronarse al verme así.
–Shhh... Jadelyn, shhh...– Susurraba en mi oído y besaba mi coronilla.
–Cat ya no está...– Deslicé una de mis manos fuera del abrazo y toqué la mano de mi inerte amada, sollozando cual torrente al sentir su piel fría, al darme cuenta de que, por más que estrechara su mano, ella no me devolvería el apretón.
Estas tierras podían sentirme, tanto como yo a ellas, y pienso que es por ello que, horas después, cuando nos proponíamos volver al castillo, comenzó a llover, el agua de las grises nubes impactando contra nosotras, el cuerpo de Cat en mis brazos recibiendo la lluvia sin inmutarse.
–¡Por los Espíritus, Jadey! ¿No es esto divertido?– Ella reía sin control, todo su ser empapado. Su furioso cabello pegado a su rostro, como si este lo amara tanto como yo.
–Dejará de serlo cuando te enfermes– No pude contener la sonrisa de mi rostro –Volvamos adentro, anda– Extendí mi mano para encaminarnos de vuelta.
–Buh, eres muy aburrida– Tomó mi mano fuertemente como siempre –¡Oh, espera!– Me detuvo en seco, casi haciéndome caer (como era su costumbre) –¡Siempre he querido un beso bajo la lluvia!– Sin decir más tomó mi otra mano, se paró en la punta de sus pies y posó sus labios sobre los míos. Yo instantáneamente la envolví en mi capa con mis brazos, utilizando el grueso material para cubrir su cuerpo de la lluvia mientras profundizaba el contacto y ella enrollada sus brazos mi cuello.
Instintivamente la estreché más contra mí pecho, intentando con todas mis fuerzas que mis piernas no sucumbieran ante el dolor que ese recuerdo que solía ser tan brillante ahora me traía.
Mi pierna y mi espalda ardían como el infierno al que tanto temen en estos días, y mi cojera era más evidente que nunca. Tardamos el doble de lo que normalmente tomaría un recorrido como aquel, pues incluso apretando los dientes hasta que rechinaran, me rehusaba a darle el cuerpo de Cat a Victoria (como me sugirió incontables veces en el camino). Yo debía llevarla, era lo menos que podía hacer.
Una vez en el castillo, no pude detenerla cuando quiso ser ella quien abriera la pesada puerta y después la cerrara detrás de nosotras.
Sin detenerme a proferir palabra seguí caminando hasta que alcancé las escaleras, y con pasos lentos y algo trémulos, subí peldaño por peldaño. Podía escuchar a Victoria seguirme con curiosidad y tal vez algo de temor, insegura sobre mi estabilidad tanto física como mental.
Cuando por fin terminé con el dolor que representó llegar al segundo piso, caminé hacia la habitación en la que tan solo horas antes Cat y yo estuvimos, en una situación muy diferente a la que nos encontrábamos ahora.
Avanzando hacia el centro del cuarto, algunos muebles (excepto la cama) comenzaron a desarmarse, crujiendo violentamente hasta que se transformaron en una especie de mesa, más delgada y larga de lo normal. Esta se movió hasta estar frente a nosotras, en el centro, y ahí coloqué cuidadosamente a Cat, como si temiera que fuera a romperse. Oí a mi amiga contener el aliento, sorprendida.
–Jadelyn, tu rosa y-ya no...–
–Shhhh...– La silencié, pues no quería que confirmara mis sospechas; de alguna manera yo ya sabía que el dolor en mi espalda se debía a algo más que el simple llamado de la maldad. La causante del dolor físico tan espantoso que había sufrido había sido causado por la desaparición permanente de una parte de mí, que antes era protegida por mis espinas pero ya no más: mi rosa. Lentamente me encorvé a la altura del rostro de la inerte pelirroja y planté un casto y agonizante beso en su frente –Ya estás en casa, amada mía...– Dicho esto todo se puso negro, y en mi último momento de conciencia solo escuché el grito de Victoria antes de sentir el fuerte golpe del suelo contra mi costado.
Jade...
¿Cat?
Jade...
¡CAT! ¿DÓNDE ESTÁS?
Jade, ¿me escuchas?
¡CAT, AQUÍ ESTOY!
Jade, ¿Dónde estás? ¿Por qué estoy sola?
¡CAT, POR FAVOR! ¡ESCÚCHAME, AQUÍ ESTOY!
Jade, ayúdame, tengo miedo, ¿por qué no estás aquí? ¿Por qué me abandonaste?
¡NO, CAT, ESTOY AQUÍ! ¡CAT! ¡CAT! ¡CAT!
–¡Jadelyn, despierta!– Mis ojos de abrieron de golpe, y desesperadamente intentaba enfocarlos en ella. ¿Dónde estaba? Ella me llamaba, yo debía protegerla, ¿dónde estaba?
–¡Cat! ¡¿Dónde estás?!– Volteaba en todas direcciones, tiré las sábanas al suelo, sentía el sudor empapando todo mi cuerpo mas no me importaba. Tenía que hallarla. Ella me llamaba, ella lo hacía, ella me buscaba, ¿dónde estaba?
–Jadelyn, Jadelyn, ¡escúchame!– Volteé al frente, donde Victoria estaba sentada, con sus manos en mis hombros, intentando calmarme –Jade, tranquilízate– La observé unos momentos, sin comprender lo que pasaba, hasta que un solo pensamiento volvió a abrirse paso en el huracán de mis pensamientos.
–¿Dónde está Cat?– Ante mi cuestionamiento, Victoria evitó mi mirada. Pude notar cómo sus ojos pardos comenzaban a humedecerse, y fue ahí cuando la realidad me golpeó con una ráfaga de imágenes crudas e insoportablemente vividas que pasaron por mi cabeza, la más horrenda siendo en la que yo estaba en medio del bosque, gritando a los cielos, con el cuerpo inmóvil de Cat en mis brazos.
–Jadelyn...– No dije nada, solo me levanté de la ahora desaliñada superficie y caminé unos pasos hacia el rincón, dándole a mi querida amiga la espalda, intentando a toda costa no ver la mesa en medio de la habitación que sostenía lo más preciado para mi en ese universo, y la cual yo sabía que si llegaba a ver me derrumbaría de nuevo. Victoria carraspeó, tragándose sus sollozos, tal vez por el bien de ambas, y con voz insegura y llena de pesar habló –Jadelyn, yo sé que no es el momento, pero...–
–¿Ya despertó?– Las dos volteamos rápidamente hacia la fuente de aquella voz masculina, y nos encontramos con que provenía del umbral de la puerta: ahí se encontraba parado un ser, de grandes y experimentados ojos grises, cabello negro como el ébano, expresión gentil y apacible, mas una presencia imponente y autoritaria.
–¿Quién mierda eres tú y qué haces en mi castillo?– Pregunté con disgusto evidente. Por alguna razón este ser que vestía con una gruesa túnica y una pesada capa rió ligeramente ante mi tono. Sin responderme (lo cual me irritó aún más), abrió más la puerta y pude apreciar a otras seis figuras paradas detrás de él, todas sonriéndome, casi con cariño. Entonces lo entendí, y quedé tan impactada que no pude moverme un ápice de mi posición
–Es un placer conocerte al fin... hermana–
Muy bien, muy bien, no voy a mentir, la escuela me ha tenido encadenada como su esclava sexual todo este tiempo, así que no había podido darme siquiera un descanso. Entre tareas, proyectos, exámenes... TODO estuvo muy loco estos últimos días, así que quiero que sepan que aunque no es realmente mi culpa, desde el fondo de mi corazón lo siento mucho.
Admito que sí me sentí mal cuando no llegamos ni a los 5 comentarios, pero está bien, la vida sigue (? De todos modos ya saben que para este es igual, 5 comentarios y la próxima actualización va para antes de 3 semanas.
Bueno, otra cosa que debo decirles es que, muy seriamente, estoy pasando por momentos difíciles, y no puedo asegurar que los capítulos serán tan buenos como siempre, pero sí les prometo que haré mi mejor esfuerzo.
Como una notita extra: yay, por fin ya llegamos a donde se encuentra con sus hermanos :D ¡CHAN, CHAN, CHAAAN! ¿Para qué creen que están aquí? Den su respuesta en un comentario ;D
Sin más que agregar, es todo por mi parte. Espero que les haya gustado, y que les esté yendo mejor que a mí.
¡LOS AMO, MIL GRACIAS POR LEER!
¡Besos Reales!
