—¿Creen que debimos subir?—

—Claro que no. Darok dijo que debíamos quedarnos aquí—

—Lo sé, pero, ¿y todo el estruendo de hace rato? Quizás necesitaba ayuda—

—Además, ya no se escucha nada, es solo natural que nos preocupemos por él, Brock...—

—No hay porqué preocuparse, hermanos— Interrumpió Darok el tumulto de voces que alcanzamos a escuchar desde el pasillo en el piso de arriba. Él tenía su brazo alrededor de mi cintura y yo tenía el mío sobre sus hombros (era un poco incómodo porque él era más alto, pero insistió en ayudarme en cuanto notó mi cojera), por lo que todos los ojos se posaron sobre nosotros, confundidos.

—Él tiene razón— Hablé por primera vez desde que desperté con algo más que pesar en mi tono: con convicción. No tan fuerte y clara como había sido antes, mas algo era algo —No deben preocuparse más por mi estado. Ya estoy al tanto de la situación, y llegué a la conclusión de que no puedo permitir que nadie más sufra por mi incompetencia— Juro que me esforcé porque mi voz no se quebrara al decir lo último, sin embargo no estoy segura de que funcionara. De pronto todas las miradas se llenaron de empatía, lo que silenciosamente agradecí; no sé cómo habría reaccionado si hubiese sido lástima.

Sin que pudiera preverlo, un par de brazos se enrollaron en mi cuello, y un fuerte aroma a pino inundó mis pulmones, tomándome por sorpresa.

—Entendemos que este no es el mejor momento, por lo que estoy segura de que hablo por todos cuando te digo: gracias, Jadelyn— Cuando la figura se separó de mí para verme a los ojos me sorprendí todavía más —Mi nombre es Lauren, y es un gusto conocerte al fin, hermana— Dijo con su voz fuerte y cálida.

En ciertas características, esta criatura se parecía bastante a mí: ella tenía cabello como el ébano, sus ojos eran un profundo verde esmeralda y su piel era pálida cual nieve en invierno; era un tanto más baja que yo, tal vez unos diez o quince centímetros, y su cabello era un tanto menos ondulado que el mío, además de que este no tenía mechones de otro color. No obstante, nuestras facciones (como nuestras narices, la forma de nuestros rostros, de los ojos) no eran tan parecidas en realidad.

—Sí, yo tampoco podía creer que hubiese dos de nosotros tan similares— Mencionó riendo ligeramente ante mi confusión otra de las figuras antes de extender su gran mano hacia mí —Yo soy André, es un gusto— Él tenía piel oscura y el cabello trenzado; no era demasiado alto (un par de centímetros más que yo), pero no era bajo; poseía brazos gruesos, hombros grandes y pecho amplio, mas su rostro sonriente y amigable, aunado a sus cálidos ojos negros inspiraban confianza.

—Es un placer, André— Estreché su mano y su sonrisa se ensanchó.

—Bueno, ya que estamos presentándonos, mi nombre es Brock, ¿qué tal?— Otra de las figuras se acercó y debo admitirlo, esta sí que era intimidante: Brock era un ser muy alto (quizás unos quince centímetros más que yo), de largos y aparentemente sedosos cabellos rubios pasando sus enormes omóplatos; todo él era de un tamaño colosal, sus músculos, aunque no muy exagerados, sí eran bastante prominentes; tenía una barba corta también rubia y los ojos azul grisáceo más profundos que jamás hubiese visto.

—Hola, Brock— Se acercó y golpeó mi espalda en un gesto cariñoso, mas yo tuve que contener un quejido por la fuerza de su gran mano.

—Despacio, Brock, ¿acaso quieres matarla antes de que la batalla inicie?— Rió ligeramente una de las figuras femeninas, la cual se levantaba de su lugar en la mesa para unirse a las presentaciones —Perdónalo, es realmente un bruto a veces—

—¡Oye!— Exclamó el rubio gigante.

—¿Qué? Sabes que digo la verdad— Una vez frente a mí, me envolvió en un delicado abrazo, el cual correspondí agradecida por la gentileza que contrastaba bastante con la anterior agresividad no intencional de Brock —Mi nombre es Annalise, y es de verdad un gusto— Dijo al separarnos. Ella poseía una cabellera de envidiable color rojo anaranjado, brillante cual atardecer de verano, una piel tiernamente rosácea y unos gentiles e inocentes ojos color miel; ella era alta al igual que yo, mas su aspecto tan puro la hacía lucir pequeña.

—Yo soy Anya, y también es un gusto— Otra figura (la última femenina) se nos acercó y me abrazó tan pronto como Annalise me soltó. Anya tenía cabellos lacios y rubios hasta la espalda baja, una complexión delgada, estatura casi igual a la de Annalise y la mía, y piel blanca como la leche, con mejillas sonrosadas; sus ojos eran negros como los de André, pero tan amables y compasivos como los se Annalise.

—Bueno, bueno, dejen espacio para mí también— Reía una voz profunda detrás de Anya. Cuando esta me soltó, me encontré con una figura masculina que se aercaba con calma hacia nosotras. Él era un par de centímetros más alto que yo, al igual que André; tenía cabello corto castaño claro y una pequeña barba (más recortada que la de Brock); su cuerpo no era tan musculoso, mas sí se veía en forma; su rostro, sin embargo, era lo que más lograba intrigarte: sus ojos eran color miel y apacibles, no obstante había algo, tal vez en su pequeña sonrisa, la forma de sus ojos o lo analítico en su semblante lo que te dejaba en claro que aunque parecía transpirar tranquilidad él era como un volcán dormido que al ser perturbado desataría mil y un catástrofes ardientes. Instantáneamente me agradó —Mi nombre es Taimos— Su sonrisa se ensanchó un poco más.

—Jadelyn— Proferí con una sonrisa muy pequeña, quizás inapreciable. No era que no me sintiera de alguna manera feliz por haber conocido a mi familia, pero la tristeza y el dolor seguían tirando de mis pies con fuerza, intentando arrastrarme hacia la negrura dentro del abismo, limitando mis demás sentimientos y emociones con la fuerza de su agarre.

—Bueno— Fue Darok quien rompió el silencio —Ya es algo tarde, ¿qué les parece si nos retiramos para que todos podamos descansar? Estoy seguro de que después de todo lo que ha pasado este día, lo necesitamos— Me miró y sonrió con calidez, a lo que no pude evitar sentirme un tanto avergonzada. Él sí merecía un descanso luego de tener que afrontar mi arranque de ira.

—Pero, Darok, ¿no crees que estamos dejando pasar demasiado tiempo?— Preguntó André, inseguro. Pensaría que estaba siendo algo paranoico (era la segunda vez que él preguntaba algo como eso), mas tenía que recordarme a mí misma que él fue quien tuvo el encuentro con la maldad luego de que esta hubiese reunido fuerzas. Como el resto de nosotros, él temía por las consecuencias que podrían perjudicar a las criaturas y a este mundo en general, no por lo que podría pasarle a sí mismo.

—Tranquilo— Taimos puso su mano sobre el hombro de André en un gesto reconfortante —Si la maldad llegase a escapar, lo sentirías. Tú eres quien la tiene aprisionada después de todo— El mago de piel oscura se relajó un poco luego de oír esas palabras, hasta que por fin luego de unos momentos suspiró, agotado.

—Supongo que tienes razón. Sí necesito dormir un poco— Fue solo entonces cuando noté los prominentes círculos negros debajo de los párpados de cada uno de los que se encontraban en la habitación (incluyendo las de Victoria, quien se encontraba en una esquina, su semblante más relajado que antes de que yo subiera al techo). No me había detenido a pensar cuántas horas de sueño pudiesen haber conciliado antes de que yo despertara. Por lo visto no demasiadas.

—Bueno, el castillo tiene suficientes habitaciones para cada uno, así que siéntanse libres de escoger— Dije lo más en calma que pude, sin embargo no creo que funcionara; tal vez la seriedad rayando en la rudeza se convertiría en una parte de mí de ahora en adelante.

—De hecho, yo estaba pensando que... si no les molesta, claro está— Dijo André —Que tal vez podríamos compartir. Ya saben, dos por habitación— Todos lo observamos interrogantes, esperando su razón —Es que... el túnel resistirá, lo puedo sentir, pero solo como una precaución. Seríamos más fuertes juntos que separados— Asentimos, aunque no entendí muy bien a lo que se refería cuando mencionó un túnel.

—Está bien— Acordé en nombre de todos —Solo... no usen la habitación del fondo... por favor— Dije con un volumen de voz que se iba deteriorando a cada palabra. Todos entendieron luego de unos momentos, y sus ojos se llenaron de comprensión.

—No te preocupes— Taimos se acercó a mí y puso su fuerte mano en mi hombro, dando un suave apretón —Nadie pondrá un pie siquiera cerca de dicha habitación— Puse mi mano sobre la suya y devolví el apretón, aunque sin fuerza ni ánimos.

—Gracias. En verdad— Dicho esto todos volvieron a asentir para después disponerse a caminar rumbo al segundo piso.

—Victoria...— Dije volteando hacia mi amiga cuando quedábamos solo ella y yo.

—Está bien, Jadelyn— Sonreí débilmente. Con ella nunca necesitaba disculparme, y en estos momentos realmente lo apreciaba. Ya había cometido demasiados errores en un lapso demasiado corto; no quería tener que revivir más al reconocerlos —Tú sube a descansar, lo necesitas— Indicó con dulzura.

—Puedo quedarme aquí contigo y hacer guardia. Ya dormí dos días— Aunque intentaba sonar graciosa, mi tono decaído y mi semblante agotado no me lo permitieron. Ella negó con la cabeza suavemente.

—No. Tú estabas inconsciente, eso no cuenta como dormir y descansar del todo— Subió su mano hasta mi rostro y acarició mi mejilla con ternura y tal vez algún tinte de tristeza. Yo puse mi mano sobre la suya, acurrucando mi rostro hacia el cálido toque. Solo una muestra de cariño tan pura logró enternecer mi corazón por lo menos un poco —Anda, ve a descansar, lo necesitas. Además, yo puedo vigilar mejor desde arriba— La observé unos segundos más, y en medio de ese silencio, dentro de mi cabeza no hacía más que agradecer a los Espíritus por haberme permitido tener a alguien como ella, mi eterna amiga; no imaginaba a alguien mejor para el puesto. Su apoyo representaba una pequeña chispa en el medio de tanta oscuridad.

Me acerqué a su esbelta figura y la rodeé con mis brazos lo más estrecho que pude. Ella me correspondió enseguida. Una solitaria lágrima rodó por mi mejilla antes de que rompiera el abrazo; besé su frente para después susurrar —No importa lo que pase ahora: tú siempre fuiste y siempre serás mi primera hermana— Victoria me sonrió, besó mi mejilla y luego nos dirigimos cada quien a nuestros respectivos destinos.

Me detuve por una ventana para observar cómo subía hasta tomar su lugar en los cielos. Esta noche, la Luna sería la compañera que cuidaría los sueños de los desolados como yo.


Pasó más de una hora hasta que por fin me decidí a subir al segundo piso. Una vez ahí, caminé por el pasillo, observando el interior de las habitaciones (pues tenían la puerta abierta), en busca de quien sería mi compañero o compañera.

En la primera habitación dormían como osos los dos musculosos, André y Brock; en la segunda se encontraban dormidas cual ángeles acurrucados las dos imágenes de la inocencia, Anya y Annalise; en la tercera, casi sin expresión en sus relajados rostros estaban los dos hermanos mayores del grupo, Darok y Taimos. Deduje entonces que el cuarto restante lo compartiría con...

—Creí que no subirías— Lauren. Ahora que me daba cuenta, se emparejaron por similaridades; nosotras no éramos la excepción.

—Igual yo...— Murmuré con solo el mínimo atisbo de humor.

—Bueno, ya que estás aquí, supongo que será mejor que tratemos de dormir un poco. Mañana será un día largo, por lo que parece— Asentí caminando hacia la cama de la derecha para después, silenciosamente recostarme mirando al techo. Con un fluido movimiento de su muñeca, Lauren desapareció en halo de luz que había utilizado para iluminar la habitación. Ahora ambas nos encontrábamos entre penumbras; la única fuente de luz siendo los pálidos rayos de la Luna que se colaban por la ventana.

Pasaron minutos en completo silencio muerto, los únicos sonidos apenas audibles siendo nuestras respiraciones, gracias a ello ambas sabíamos que la otra seguía despierta.

—¿Te encuentras bien?— Rompió el silencio mi compañera —Me refiero a que, a juzgar por lo que has pasado, pensé que tal vez querrías a alguien con quien hab...—

—Oye, no hagas eso— La interrumpí, comenzando a irritarme —No quieras buscar la tierna escena entre hermanas que se cuentan sus secretos mientras se peinan el cabello, pues por lo que he advertido tú y yo somos muy parecidas, así que ya deberías saber esto no es necesario—

—Tienes razón— Si estaba herida no lo percibí, pues en su tono abundaba cierta molestia que reflejaba la mía.

¿Qué mierda miras? — Le gruñí al duende que había detenido su camino para observar cómo era que el monstruo estaba sentado al lado de la indefensa hada y aún no le hacía algún daño. Al escuchar mi agresivo tono corrió despavorido, mirando por última vez hacia el hada que de seguro moriría entre las garras del monstruo.

¡Jadey!— Reprimió mi compañera con el ceño ligeramente fruncido. Era algo adorable más que intimidante.

¿Qué? ¿Ahora vas a defenderlo?— Pregunté irritada. Ese maldito había acabado con mi buen humor en un suspiro —¿No viste cómo nos miraba? ¡No te estaba haciendo nada y me miraba como si estuviera por comerte!— Exclamé sin mirarla.

Jadey...— Se acercó a mí y envolvió sus brazos a mi alrededor, dándome un abrazo de lado (pues seguíamos sentadas sobre el pasto), recargando su mentón en mi hombro —Lo que hacen no está bien, pero tienen miedo. No es una excusa, lo sé, pero si sigues alejando a todos de ti de esa manera nunca nadie podrá darse cuenta de lo realmente buena y generosa que puedes llegar a ser— Por fin volteé a verla, su rostro a centímetros del mío, y observé como una sonrisa se hacía camino por sus rosados labios, su furioso cabello rojo enmarcando su afilado rostro. No dije nada; luego de unos segundos su sonrisa me contagió y la correspondí (menos ampliamente, claro).

Ojalá todos fueran como tú, Caterina— Sin separarme siquiera un poco, acomodé un mechón de su cabello detrás de su oreja.

Qué aburrido sería todo si fuera así, Jadelyn— Rió antes de sellar nuestros labios.

Suspiré llevando mis manos a mi rostro, exhausta.

—Escucha, no soy buena con las disculpas, pero he pasado por mucho, y si antes no era muy paciente ahora no creo poder llegar a serlo siquiera un poco. Solo te pido que entiendas eso; que diré y haré cosas que no serán muy buenas, y me será demasiado difícil evitarlo. Siempre requerí ayuda con eso, pero ahora... ya no la tengo— Pasaron varios minutos en silencio imperturbable en los que en serio llegué a creer que Lauren se había dormido (o hacía su esfuerzo por ignorarme) hasta que por fin llegó hasta mis oídos un suspiro cansado parecido al que yo había liberado momentos antes de hablar.

—Está bien, te entiendo, o bueno, entiendo lo que tratas de decir— Pasaron algunos minutos más en silencio, mas no era uno incómodo, sino más bien uno que escondía detrás palabras que queríamos decir pero no sabíamos cómo pronunciar. Lauren carraspeó antes de perturbar la paz nuevamente —Esa hada, Cat, sin duda debió ser una criatura extraordinaria— Solté una triste risa ahogada.

—Así es, en verdad lo era, pero, ¿por qué lo dices?— Ahora fue su turno de reír ligeramente antes de responder.

—Como ya te diste cuenta somos muy parecidas. Claro, yo nunca fui tan perra amargada pero tengo mis momentos, tú entiendes— Ambas reímos —Pues bien, yo soy algo gruñona a veces, y también conseguí a alguien que me ayuda con eso— En su voz comenzó a hacerse presente el inconfundible matiz de una sonrisa —Y bueno, ella es grandiosa en todo sentido, así que imagino que tu compañera debió representar lo mismo para ti— Dicho razonamiento me golpeó con su certeza. La compañera de Lauren debía ser alguien muy buena. Sonreí tristemente aunque sabía que no podría verme, y por unos instantes me permití salirme un poco de mi fachada de desinterés desdeñoso permanente.

—¿Cuál es su nombre?— Pregunté realmente con curiosidad. Era nulo lo que sabía sobre mis hermanos, pero el tema del amor en particular despertaba mi interés; me costó trescientos años encontrarlo, por lo que quería saber cómo les había ido a ellos con eso.

—Su nombre es Camila— La manera en que Lauren dijo su nombre, cada letra y sílaba siendo pronunciadas con el más infinito afecto conmovió mi inmóvil corazón —Ella es una elfa, mas de dicha especie no tiene nada— Rió con calma. Era como si cualquier estrés o rastro de tensión en su voz se desvaneciera al hablar de esa criatura —Es bastante torpe e infantil; podría tropezar con sus propios pies y reír con la caricia de una brisa en verano; dice chistes muy malos que solo a mí me hacen reír. También es muy dulce y gentil; su alma es pura como un lago cristalino— Carraspeó después de proferir todo aquello, tal vez avergonzada de sonar tan cursi. Contuve una pequeña risa —Eh, también tiene ojos cafés y cabello castaño, piel muy ligeramente bronceada, baja estatura, rostro afilado... y una gran retaguardia, si sabes a lo que me refiero— Ante esto ambas reímos un poco.

—Bueno, tienes razón, no suena mucho como un elfo— Estas criaturas eran reconocidas por su gracia y agilidad, así como por su gran estatura y elocuencia, todo lo opuesto a lo que Lauren describió.

—Sí, es bastante peculiar. Tal vez por eso captó mi atención desde el primer momento— Un tono nostálgico se apoderó de sus palabras. Debía extrañarla, era solo natural y por alguna razón no se molestó en cubrir cuánto añoraba su compañía. Pienso que probablemente era gracias a la confianza que nos otorgaba el manto de la penumbra en la que nos encontrábamos; era como hablar con una misma, ya que no había temor alguno hacia una reacción negativa por parte de la otra si no podíamos verla. Supe entonces que ambas lo agradecíamos.

—Bueno, ¿y qué tal los demás?— Dije intentando distraerla de su dolor. No necesitábamos que uno más se deprimiera —¿Sabes algo sobre sus compañeros y compañeras? No tienes que decírmelo si estoy siendo muy entrometida— Suspiró suavemente, estoy casi segura que guardando la imagen de Camila en algún rincón privado y privilegiado de su cabeza, para tener la fortaleza de responder a mi pregunta teniendo que pensar en otra cosa.

—No creo que les moleste que lo sepas. Además, no es como si quisieran mantenerlo en secreto— Tenía razón. Me sentí algo tonta entonces —No conocí a ninguno, por lo que sé muy poco de ellos. Veamos: la compañera de Darok es una sílfide, se llama Meria, y dicen que contrario a él, ella es algo inestable emocionalmente hablando; el compañero de Taimos se llama Tim y es una variación de minotauro, ya sabes, del tipo que solo tiene cuernos y cola mas no toda la cabeza del toro, y por lo que oí es una criatura gentil; el compañero de Anya es un sátiro bastante peculiar, ya que él no posee ese carácter tan lascivo característico de dicha especie, y su nombre es Sea; el compañero de Annalise es mitad dríada mitad elfo, y se llama Ben; el compañero de André se llama Token, y también es un elfo; y por último, la compañera de Brock es una dríada llamada Reiah, y aunque ya sabes como son ellas, dicen que Brock fue muy persistente, incluso rayando lo irritante hasta que de alguna manera consiguió que le hiciera caso— Antes de que la risa escapara de sus labios un sonoro bostezo la interrumpió.

—Ahora sí deberíamos intentar dormir— Esta vez me dio la razón, y entre un par de bostezos más se dispuso a acomodarse en la cama.

Escuché sus movimientos por unos cuantos minutos hasta que de repente paró, su respiración ahora acompasada y tranquila. Podía haber visto su rostro para cerciorarme (claro que podíamos ver en la oscuridad, pero preferíamos hacerlo solo si era necesario; ahorrábamos energía), pero el aura relajada que despedía su ser era prueba más que suficiente de su ahora estado de inconsciencia.

Solo entonces, sola en esa habitación con mis pensamientos, fue que me permití envidiarlos, a todos y cada uno de ellos. Mis hermanos tenían amor, alguien que los esperaba ansioso viendo al horizonte sin parpadear, contando los segundos, y yo lo había perdido; se había deslizado entre mis dedos sin que yo pudiera evitarlo. Solo entonces, es que me di cuenta de que podría llegar a olvidar cómo se sentía todo aquello, y no quería hacerlo.

Así pasaron un par de horas, más lágrimas silenciosas saliendo de mis ojos sin permiso, bajando por mis mejillas, llegando hasta la blanda superficie de la cama, mientras mi mirada solo se centraba en el techo, pues yo le rogaba a mi mente porque no viajara a mis preciados recuerdos, sumiéndome en una oscuridad aún más desgarradora.

No sé cómo, ni cuando, pero en algún momento de la madrugada mis párpados por fin se cerraron.


Jade...

—¿Cat?— Era su voz, hablándome en alguna parte.

Jadey...

—Cat, ¿Cat, eres tú?— No podía ver nada, pero tenía que ser ella.

Cuarto día, Jade...

—¿Qué? ¿De qué hablas? ¡¿Cat, dónde estás?!— Tenía que volver, se estaba yendo de nuevo. No, ¡no podía dejarme otra vez!

Cuarto día, Jade, cuarto día...

—¡Cat! ¡Vuelve! ¡No te vayas! ¡No me dejes!— Su voz sonaba cada vez más lejos. Tenía que alcanzarla. No veía mis pies, tal vez no los tenía, pero de alguna forma estaba corriendo, corriendo detrás de ella. Debía alcanzarla; se iba, me dejaría.

Jade, cuarto día...

—¡Cat, por favor, regresa!— Casi no podía escucharla más, su voz era apenas un susurro.

Cuarto día, Jade, cuarto día...

—¡CAT, REGRESA, POR FAVOR!—

Jade... cuarto día...

—¡CAT!—

—¡Jadelyn, despierta!— Una ruda bofetada volteó mi rostro y me hizo abrir los ojos de golpe, el ardor en mi mejilla apenas perceptible para mi abrumada mente.

—Pero, ¿qué...?—

—Lo siento, Jadelyn, no encontré otra manera de despertarte. Estabas balbuceando y gritando, ibas a destruir la habitación— Entonces reparé en el sudor que me empapaba debajo de mi túnica, el desafortunado estado de la habitación, el rechinar de mis espinas contra el suelo mientras regresaban a mi espalda, la sangre que bajaba por la sien derecha de Lauren, su labio partido y sus ropas rasgadas dejando ver varios moretones y rasguños —¿Qué sucedió? ¿Por qué enloqueciste de la nada y por poco me matas mientras dormía?— Ahí todo volvió de golpe. Su voz, esa voz en mi sueño, era ella, y dijo...

—Cuarto día...— Susurré.

—¿Qué?— Lauren miró a su alrededor, buscando ayuda. Nuestros hermanos se encontraban en la habitación, rodeándonos, y nos observaban preocupados, mas yo apenas y lo noté.

—¡Cuarto día!— Sin decir nada más la empujé fuera de mi camino y corrí lo más rápido que pude soportando el dolor en mi pierna y no sin caerme un par de ocasiones, más eso no importaba. Los escuché llamar mi nombre detrás de mí, pero no hice caso. Tenía que llegar al sótano, estaba ahí. Si lo que creía era cierto...

Abrí la puerta de golpe y esta crujió contra la pared de roca.

—¿Dónde está? ¡¿Dónde está?!— En cuanto llegué comencé a mover todo frenéticamente: tiré pilas de libros, arranqué algunas repisas de la pared, puse de cabeza algunos muebles, tiré casi todos los estantes abriendo libro tras libro, desquiciada, sin encontrar nada... hasta que por fin, en una de las repisas de la esquina, en una sección de los libros ya terminados y organizado por tema hacía varias décadas, lo encontré y lo abrí —El ciclo, el ciclo...— La cubierta color marrón, polvorienta, y las páginas amarillas y rígidas bajo mis dedos no me impidieron tratar al pobre libro con rudeza mientras volteaba sus páginas, agitada, desesperada, y fue en la página 122 sección cuatro, cuando por fin encontré lo que buscaba.

Mis ojos se abrieron desmesuradamente cuando lo entendí.

Por segunda vez esa ocasión corrí, pero ahora con dirección al segundo piso, con el libro bajo el brazo y casi sin aliento por toda la adrenalina que corría por mi sistema.

—Jadelyn, ¿ahora a dónde vas?— Exclamó Darok, muy probablemente preocupado por mi alterado estado mental. Yo solo lo ignoré, a él y a los demás quienes se habían quedado en el umbral de la puerta, observando mi arranque en silencio, sabiendo que de intentar detenerme las cosas no saldrían muy bien —¡Jadelyn! ¿Qué sucede?— Los escuché seguirme, mas no presté demasiada atención a aquello.

Abrí la puerta de golpe, partiéndola, y lo que vi en el centro de la habitación me abrumó de sobremanera, pues era un increíble torrente de emociones que me atravesaban el pecho cual lanzas de hielo ardiente. Corrí al centro y ahí tomé la caja de cristal que cubría la figura de Cat, lanzándola a través del cuarto; esta se se estrelló contra una de las paredes, volviendo a transformarse en agua, empapando el suelo. Caí de rodillas al suelo, jadeando.

—Jadelyn, ¿qué ocurre?— Sentí un cálido toque posarse en mi hombro, la voz consternada de Victoria sonando a mi lado.

—El ciclo de la muerte, Victoria...— Susurré sin poder detener el par de lágrimas furtivas que se escaparon de mis ojos.

—¿Qué? ¿De qué es...?—

—Todos conocemos el ciclo de la vida para la mayoría de las especies: naces, creces, te reproduces, mueres. Hay algunas criaturas que no se supone que deban morir, mas cuando lo hacen, ¿qué ocurre? Tienen un ciclo de muerte, como todas las demás especies— Mi voz, siempre fuerte y clara, temblaba, era apenas audible, pero necesitaba explicarlo, decirlo en voz alta, ya que tal vez así podría creer que lo que estaba pasando era real, que no era alguna clase de broma cruel y despiadada dispuesta a acabar con mi corazón y mi cordura.

—No entiendo lo que tratas de decir...—

—Leí una vez que las hadas tienen un ciclo de muerte que dura tres días hasta que su alma está lista para emprender el viaje que la conducirá a la reencarnación, y su cuerpo pueda regresar a la tierra, de donde vino; lo había olvidado hasta hace poco— Levanté la mirada para observar a la pelirroja, como si ahora estuviese hablándole a ella —Dijiste que dormí más de dos días, y antes de venir al castillo estuve en el bosque por muchas horas, lo que quiere decir que el plazo de tres días ha pasado— Por fin la volteé a ver, y me encontré con su mirada confundida —Hoy es el cuarto día, ¿no lo entiendes? ¿Por qué Cat sigue aquí si ya debería haberse desvanecido? Esto no es natural, ella no está muerta, no del todo, tal vez bajo una especie de conjuro muy fuerte— Mi amiga siguió mirándome en silencio, procesando toda la información que le había compartido, tratando de hallar un sentido a mis palabras impregnadas con desesperación y miedo —¿No lo ven? Ella no podrá regresar a mí a menos que rompa el conjuro. Hasta entonces...— Volví a mirar hacia mi amada, la única criatura existente que logró hacer latir mi olvidado corazón, y no pude evitar llorar aún más —...ella está atrapada en un estado que no es muerte, pero tampoco vida...—


.


¡CHAN, CHAN, CHAAAAAN!

¡Cuánto drama! ¿No lo creen? Jaja en lo personal este capítulo me costó bastante pero el resultado me pareció bastante decente (?

Amores míos, disculpen si me tardé BASTANTE en volver a ustedes, pero en el capítulo pasado no llegamos ni a 3 de los 5 comentarios que pedí :'c y créanme, NO ES QUE MENOSPRECIE A AQUELLAS PRECIOSAS ALMAS QUE SÍ SE TOMARON EL TIEMPO DE COMENTAR, sino que pues admitamos que cuando no mucha gente comenta sí cala (?

Pero bueno, dejando eso de lado, espero que me perdonen, y que hayan disfrutado este capítulo.

Ahora, vamos con las aclaraciones:

*Hermanos(as)*

~Brock sería el inconfundible modelo Brock O'Hurn (él en cualquier foto sale bien *TT*).

~Taimos lo imagino como Tom Hardy.

~Lauren es la integrante de Fifth Harmony Lauren Jauregui.

~Annalise es Annalise Baso (si me preguntan, yo prefiero cómo se ve en las fotos de adolescente/no tan madura, porque se ve muy inocente y SUPER tierna).

~Anya es Anya Taylor Joy (pueden buscarla como aparece en "The Witch", porque solo ahí me gusta cómo se ve xD hay una escena de esa película en la que está rezando y se ve ajdgajahsjs).

*Compañeros(as) de los(as) hermanos(as)*

-Camila obviamente la imagino como Camila Cabello, ex integrante (x"c) de Fifth Harmony (así es, shipeo Camren hasta el fin).

-Sílfide: semihumanas con alas de libélula y apariencia humana o elfa. A Meria la imagino como la Meredith Grey de la primera temporada de Grey's Anatomy.

-A Tim lo imagino como Tim Borrmann (en lo personal, me gusta mucho cómo se ve en una fotografía en la que lleva puesta una camisa en tonos azules [es de las primeras que aparecen al buscar su nombre. Se ve como angelito xD]).

-A Sea lo imagino como Sean O'Pry (elijan la foto de él que más les guste uvu).

-A Ben lo imagino como Ben Bowers (igual que con el anterior, la foto que quieran).

-A Token lo imagino como Scott Gardner (André suertudo xD).

-Dríada: duendes de los árboles con forma femenina, muy solitarias y de gran belleza. Cada dríada pertenece a un roble del bosque. Se hallan unidas a su árbol de por vida y no pueden alejarse a más de 300 metros de éste o mueren lentamente. A Reiah la imagino como Rihanna (no sé, solo se me ocurrió xD Jaja además, Riri *TT* y como que sí queda con la descripción de estas criaturas, según yo).

Bueno, sin nada más que agregar, disculpen cualquier error que pueda haber en este capítulo, y pues por supuesto que el trato sigue: 5 comentarios y la próxima actualización vendrá en un plazo de tres semanas.

¡MUCHÍSIMAS GRACIAS POR PASAR POR AQUÍ Y LEER! ¡LOS AMO, PRECIOSOS Y PRECIOSAS!

¡Besos Reales!