Cap3: Naruto… el país del demonio está por allí…

Bueno, un poco más de Fjaka, que ya lo echaba de menos :D 21 favs ya, no me esperaba tan buena acogida con menos de 10000 palabras y solo día capítulos, me alegra equivocarme! hoy tenemos el hilarante viaje del rubio de camino al país del demonio, ¿que le ocurrirá? ¿Se enfrentará a grandes enemigos? ¿Como se tomará Sakura su viaje? ¿Encontrará el país del demonio? Hoy lo veréis!

Kitsunaro64: la palabra serio tiene poca cabida en este fic, es un fic de humor, el objetivo es que te rías XD a ver, me lo tomo con calma, pero el guión de esta historia ya lo tengo, solo necesito un poco más de miga en el capítul ya estará entera preparada. Espero que lo disfrutes, un saludo!


-aaaaaaaaa- personaje hablando

-aaaaaaaaa- personaje pensando

-aaaaaaaaa- ser sobrenatural hablando

-aaaaaaaaa- ser sobrenatural pensando

Obviamente, los personajes y el mundo Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto, yo solo aportó la historia y entierro a boruto en lo más profundo del infierno para que no vuelva a salir. No autorizo el plagio de mis obras.


-Entonces te ha quedado claro, ¿no konohamaru?- preguntó un realmente preocupado Naruto.

-Si nii chan…- contestó con hastío el joven Sarutobi.

Naruto contempló con duda al joven ninja y suspiró. Iba a estar ausente unos cuantos meses, y eso implicaba que tendría que dejar a alguien velando por la seguridad de su apartamento. Se lo había preguntado a Shikamaru, pero el nara contestó que era muy problemático, aunque había barajado el aceptar para tener un escondite donde no le encontrase temari. Pero al final lo había rechazado, esa mujer era como un halcón, nada escapaba de su vista. Sai se había excusado torpemente, alegando que sus ocupaciones de jounin y su trabajo de esclavo en la florería yamanaka le tenían absorbido; y kakashi le había echado del despacho en cuanto le sugirió que se pasase de vez en cuando a regar las plantas, todo con una vena bien marcada en la frente que le recordó muchísimo a Tsunade oba chan y gritándole que era el maldito hokage y que como se atrevía a pedirle eso. Ni que le hubiese pedido fregar los baños… realmente eso no pudo añadirlo a la petición si era sincero, y menos mal que no lo hizo, si no el Hatake le hubiese ahorcado en la plaza de la villa. Así que, agotadas sus opciones, solo pudo recurrir a su incondicional, adolescente y saco de hormonas hermano pequeño adolescente, que accedió muy entusiasta, demasiado para la tranquilidad del rubio.

-Este chico tiene más peligro que tú en un buffet libre de ramen…- comentó el zorro, viendo venir la tragedia y obteniendo el asentimiento del rubio.

-Repítemelo otra vez, anda…- pidió el ojiazul, casi rogándole al cielo que lo que sospechaba no fuese cierto…

-Regar tus plantas, darle una pequeña limpieza a la casa de vez en cuando y no romperte nada…- recitó de memoria el castaño mientras se acomodaba su característica bufanda.

-Y lo más importante…

-Y nada de fiestas… no sé porque dudas de mi nii chan, si no te he dado razones para dudar de mi…- contestó indignado el sarutobi.

-Llámalo intuición… el ambiente enrarecido, tu mirada esquiva, una sensación en mi estómago, que udon este entrando en mi piso a escondidas con una bolsa llena de botellas de cristal…- repuso con pesadez el rubio, mientras un descubierto udon se ajustaba las gafas y le ofrecía una penosa excusa sobre que eran botellas de agua de una marca muy rara.

En fin, no tenía tiempo para hacer otra cosa que rogar a Kami para que siguiese en pie el edificio a su vuelta y para que dentro de nueve meses no tuviese un ahijado de pelo castaño… se dispuso con rapidez a visitar el hogar de sus padres antes de iniciar su viaje. La mansión namikaze, un lugar abandonado durante casi dos décadas, lleno de recuerdos de lo que seguramente habría sido una familia feliz si no hubiese golpeado la tragedia tan duramente a los uzumaki namikaze. Tras desconectar los sellos de seguridad que evitaban el asalto de extraños, entró con algo de temor al que estaba destinado a ser su hogar el día de su concepción. La casa todavía conservaba las antiguas fotos de una mujer pelirroja embarazada y un hombre rubio con su traje de hokage, fotos que el uzumaki iba a recuperar para poder sentir cerca a su familia durante el viaje. Esas instantáneas no iban a acumular polvo ni un minuto más. Pero su visita no tenía solo un objetivo sentimental, el rubio también iba a reclamar algo muy importante para su formación: los rollos de fuinjutsu del clan uzumaki y el pergamino de la técnica estrella de yondaime hokage, el hirashin no jutsu. El rubio se había jugado muchísimo en su apuesta con el hokage, debía de aprobar el examen chuunin con la máxima puntuación, y para ello debería de estudiar y entrenar, así que era el momento de ampliar su escaso repertorio de jutsus con su herencia familiar y ser digno de recibir los apellidos uzumaki y namikaze.

Tras recoger los pergaminos, y dejar algunos clones para dar una limpieza al lugar y evitar así que acumulase más polvo, el ojiazul se apresuró en empacar sus cosas y dirigirse a la salida de la aldea. Era mitad de la mañana de un día laborable, cualquiera pensaría que no tenía razón para darse prisa viendo la hora, pero el rubio quería evitar como fuese una cosa: ver a Sakura. Es más, la opción más lógica para vigilar su apartamento era la ojijade, pero el rubio entonces habría tenido que explicar que se ausentaría por bastante tiempo, y temía que su voluntad flaquease en algún momento. Lo cierto es que estaba mentalizado para superar sus sentimientos por la haruno, pero no quería tentar a la suerte. Primero tendría que solventar esa sensación de vacío que le empujaba a salir de la aldea, y después ya afrontaría ese problema. Era cobarde irse sin despedirse, si, pero muy efectivo y beneficioso para ambos. Eso suponiendo que a Sakura le importase su marcha, que no las tenía todas consigo viendo como le había evitado esta última semana.

Llegó a la puerta de la aldea y suspiró emocionado. Una nueva aventura comenzaba, una que le hacía sentirse fuerte, decidido. Se veía preparado, capaz de comerse el mundo, así que dirigió su característico gesto de sonreír guiñando un ojo y levantando un pulgar a los confundidos guardias de la garita, y se dirigió hacia su destino, allí donde el sol nacía. Cualquiera que viese la estampa hablaría de un viaje legendario, un guerrero de infinito poder dirigiéndose al horizonte con el sol esperándole, el viento arrastrando las hojas, su porte decidida…

-Naruto…- interrumpió el momento el legendario Kitsune, con una gota de sudor en su nuca.-… el país del demonio esta por allí…- advirtió, señalando al oeste. Vale, puede que el rubio no estuviese tan preparado…

Tras este pequeño lapsus, el rubio inicio su camino, vestido con una capa de viaje marrón que ocultaba su característico chandal naranja y negro. Le esperaban unas dos semanas como mínimo hasta el país del demonio, semanas en las que atravesaría grandes montañas e inmensos bosques, unas semanas ideales para fortalecer su físico y empezar a practicar fuinjutsu bajo la tutela de kurama, que se había pasado casi siglo y medio contemplando a grandes kunoichi uzumaki, concretamente a mito y a kushina uzumaki, practicando ese noble arte. Y era un requisito necesario para aprender luego a usar la técnica estrella de su padre, que requería además una preparación física intensa para que el cuerpo soportase la velocidad de la luz del relámpago amarillo sin quebrarse o doblarse. Durante el trayecto el uzumaki llevaría sellos de gravedad para preparar el cuerpo de manera más eficiente, los sellos más sencillos de hacer, y además se dispuso bajo la vigilancia de kurama unos sellos de camuflaje de chakra, sellos que le permitirían realizar el viaje sin ser perseguido por bandas de criminales o kages necesitados de la pericia del uzumaki para una misión impostergable de la que dependiese el mundo. No no, en este viaje, solo estaba Naruto, su sentido del deber se había quedado en la aldea. Incluso había dejado su bandana guardada, para evitar cualquier molestia profesional. Pero, al parecer, los problemas le perseguían, como pudo comprobar al llegar a un puente cercano a la nación de la hierba…

-Alto.- le ordenó un tipo mal encarado, de pelo negro y sucio y ropas sucias, que custodiaba la entrada del puente.- Este puente me pertenece. Si quieres pasar tendrás que darme todo lo que tengas.

-¿y si no quiero?- preguntó divertido el uzumaki, viendo lo burdo y obvio de la trampa. Nada más acabar de preguntar, otros tres individuos aparecieron a su espalda, todos armados con hachas y garrotes, mientras que el moreno líder sacaba una espada sucia de entre sus ropas.

-Si no quieres, nos darás tus cosas y tu vida. No intentes ninguna tontería, sabemos que no eres ninja, no tienes chakra, y estás desarmado y rodeado.

-creo que los sellos de camuflaje de chakra funcionan ¿no?- preguntó un divertido Naruto a kurama, mientras contemplaba a esos incautos.

-Eso parece… tu maestro pervertido de los sapos los usaba continuamente para evitar que la hokage de las ubres por pechos le encontrase, me fijé durante vuestro viaje de entrenamiento… bien, dales una lección anda, así practicas.- sugirió un también divertido bijuu. No había conocido en sus milenios de existencia una banda criminal con tal mala suerte como a estos individuos.

-¿Vosotros no sabéis quién soy verdad?- preguntó Naruto con una sonrisa zorruna, mientras se triscaba los dedos de las manos.

-Eres hombre muerto por lo que veo.- contestó con altivez el líder.- chicos, demostrémosle quién manda.- ordeno mientras todos sus compinches se arrojaban sobre Naruto. La pelea, si a eso se le podía llamar así, duró escasamente tres minutos, de los que dos se dedicó Naruto a esquivar entre carcajadas los torpes ataques de esos individuos. Tras acabar, los cuatro bandidos estaban en el suelo, quejándose de mil golpes, algunos con huesos fracturados, aunque milagrosamente todos vivos.

-Os diré mi nombre, ahora que estáis calmados.- comenzó a exponer el rubio, sentado sobre las espaldas del sufriente líder mientras esbozaba cuatro sellos simples del clan uzumaki.- mi nombre es Naruto uzumaki, no sé si os suena.- los lamentos de terror de los maleantes le indicaron que le conocían.- bien, veo que si. Entonces os preguntaréis, ¿Por qué seguimos vivos? Resulta que no me gusta matar. No, en serio, yo veo el ser ninja más como ser un policía o un bombero, estamos para ayudar. Y resulta que soy usuario de chakra natural, que me permite saber si sois malas personas. Os felicito, no sois lo peor que me he encontrado, así que os voy a dejar aquí.- anunció el jinchuriki, mientras pegaba uno de esos sellos que estaba esbozando en la espalda de cada criminal.- con estos sellos de gravedad que os impedirán moveros. Es un puente concurrido, supongo que pasara alguien en un día o dos y os encontrará. Dejaré una nota explicando lo que habéis hecho y las autoridades decidirán, mientras tanto, esperemos que no aparezca ningún ciervo… creo que es su época de celo, y ya sabéis… en tiempo de guerra, todo agujero es trinchera…- todos los bandidos lo miraron con terror, prefiriendo la muerte a ese terrible momento.

El uzumaki, desoyendo sus súplicas, reanudó su marcha con una sonrisa. Maleantes a él, por favor… incluso recogió todas sus ganancias saqueadas y las entregó en la comisaría del siguiente pueblo, avisando de que les había dejado a los cuatro esperando a que alguien les quitase los sellos en el puente que se encontraba al este. Los guardias de esa población, ignorando su identidad, lo miraron con asombro, no en vano era una banda criminal muy peligrosa y escurridiza, y ese niño de apenas dieciocho años los había vencido sin un rasguño. Si ellos supiesen lo que había vencido antes… el resto del viaje fue más o menos tranquilo, exceptuando algún intento de asalto más de otras bandas de saqueadores. En serio, ¿el uzumaki tendría algún cartel que invitase a los problemas o era todo casualidad? Era como si el destino quisiese que ayudase al mundo… en fin, tras dos largas semanas, Naruto se dispuso sobre la cumbre de una alta montaña del país del demonio, viendo a lo lejos su destino, con una sonrisa triunfal en su rostro mientras el viento hacia ondear su cabello rubio como en una película. El héroe había culminado su viaje, ahora le esperaban grandes desafíos, quizás incluso nuevos rivales, todo en su nueva motivación: aprender a no hacer nada.

-Bueno…- declaró al aire, queriendo sumarle epicidad al momento.- ha sido un largo viaje, pero al fin hemos llegado kurama.

-Gaki, ahora que lo pienso… ¿te acordaste de reactivar los sellos de defensa del hogar namikaze antes de marcharte?- preguntó el zorro, obteniendo una mueca de confusión del uzumaki mientras lo pensaba. Si se le había olvidado, cualquiera podría entrar ahí y hacerse con los secretos de su familia, ocupar su casa, hacerse con información privilegiada…

Un ligero tic reveló al Kitsune lo que ya sabía: a Naruto se le había olvidado hacerlo. Apretando los labios, y en un completo y sepulcral silencio, descendió de la montaña rumbo al este, de vuelta a konoha, maldiciendo internamente las dos semanas gastadas inútilmente. Llegó a la villa cansado, desmoralizado y de mal humor, tanto que ni dirigió palabra a los confundidos guardias, un mal humor que aumentó aún más cuando un cartel llegó volando para aterrizar en su cara. "Bacanal en casa del gran héroe de la hoja, entrada 10 Ryus, NO ES UNA FIESTA, ES UNA BACANAL, RECORDAD". Maldijo la estupidez de su hermano pequeño adoptivo en cincuenta idiomas, algunos incluso sin conocerlos supuestamente, y se dirigió al complejo namikaze a cumplir su tarea cuanto antes. Ya tendría tiempo de abroncar a ese traidor de bufanda, de momento había teñido suerte y no se había cruzado con Sakura. Puede que sólo hubiese perdido el tiempo y no la cabeza o algo peor…

-Na… ¿Naruto?- oyó a su espalda. Maldita sea, reconocería esa voz hasta dormido…

-Sa… Sakura ch…- no pudo completar el saludo, cuando la pelirrosada le dio tal golpe que salió volando varios metros, atravesando un par de vallas de madera ante la mirada aterrorizada de los viandantes. Cuando Naruto se levantó de entre los escombros, se encontró con una imagen salida del mismo makai: Sakura rabiosa, con sus ojos brillando con fría furia, acercándose a él a paso lento. Vale, al menos sabía que se había enterado de su cobarde huida y que eso la había enfadado. Punto para la pelirrosada.

-Uzumaki Naruto, ¿te parece normal irte sin tan siquiera despedirte de tu amiga?- preguntó una dolida Sakura. Vale que le había estado evitando, pero joder, si se iba a ir en un viaje de mínimo medio año debería de haberla avisado al menos. Se sentía mal, enfadada.. ¿Cómo podía ese baka rubio hacerla eso? Era su mejor amigo…

-Sa… Sakura chan… no, no quería molestarte… supuse que querías espacio y…

-¿espacio? ¿Y por eso te vas al otro extremo del continente? Me dijiste que seriamos amigos pasase lo que pasase, y de pronto me entero por kakashi que te vas medio año, ¿lo ves normal?- le recriminó la haruno, con los ojos humedecidos.

-Lo… lo siento, Sakura chan… entiende que es difícil para mí…- se intentó excusar el rubio, acercándose a abrazar a la haruno, que tras un pequeño tirón dejó de oponer resistencia y se dejó envolver. La sorprendía, se sentía… bien… creía que ese sentimiento se debía hace tiempo a estar lejos de su amor, una especie de apoyo emocional temporal, pero ahora supuestamente no lo necesitaba. Entonces… ¿Por qué la afectó tanto la marcha sin despedirse del rubio? ¿Y por qué se sonrojaba ahora?

-Na… Naruto… ¿me odias?- preguntó, temiendo una respuesta afirmativa. Pero el uzumaki sólo abrió los ojos con sorpresa y sonrió.

-Soy incapaz de eso, Sakura chan. Solo entiéndeme, necesito encontrarme a mí mismo. Llevo toda mi vida viviendo para otros, y ahora quiero intentar hacerlo para mí ya que la guerra ha acabado…

-¿Te… te pasa por mi?- preguntó la pelirrosada, sintiéndose culpable. Era la primera vez que no veía un Naruto decidido, que le veía dudar en su rumbo.- ¿y si te pido que te quedes para que lo arreglemos?

-Sakura chan…- contestó enternecido Naruto. Adoraba esa faceta tsundere de Sakura: de lanzarle como un pelele al aire de un puñetazo, a llorar envuelta en sus brazos. Pero sabía que Sakura no iba a darle lo que el quería, así que contraatacó con otra pregunta.- ¿podrías llegar a verme como algo más que un amigo?

-Naruto…- Sakura volvió a revolverse incómoda, como en un dejavú. Pero la extrañó que una parte de ella estuviese a gusto entre esos brazos. Aún así, la imagen de Sasuke prometiéndola volver volvió a su mente, y la determinó a contestar.- No… yo… yo quiero a Sasuke kun.

-Entonces déjame libre.- pidió Naruto, sorprendiendo a Sakura por la entereza con la que afrontó el problema.- no te sientas culpable, has elegido y te deseo de verdad que hayas acertado. Si por algo luché al traer a Sasuke de vuelta, fue para darte el mundo que tú quieres. Ahora me toca buscar mi mundo.

Sakura asintió, contemplando a Naruto con otros ojos. Le veía más maduro, más cabal que hacía una semana. ¿Qué habría pasado en su cabeza? A pesar del desengaño amoroso, no le veía mal, le veía esperanzado, como si quisiese afrontar un nuevo reto y aclarar las cosas le hubiese ayudado. Le alegraba eso, pero también revolvía a una parte de su ser. Una parte que recordaba todos los buenos ratos con el uzumaki. ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado?

-Bueno…- comentó la kunoichi intentando romper el hielo, tras separarse del abrazo un tanto incómoda.- no me digas que has vuelto tras dos semanas por hablar conmigo…

-Realmente no…- contestó el rubio, frotándose nervioso la nuca y arrancando un ligero tic de molestia en la pelirrosada. Igual que cuando le preguntó si la veía más guapa tras su viaje con ese pervertido, hacía ya años… ese baka seguía siendo un baka en lo que a mujeres se refiere…- vine para reactivar los sellos de defensa del complejo uzumaki namikaze, que se me olvidó hacerlo cuando me fui…

-Naruto… Sabes que esos sellos no necesitan reactivarse, que lo hacen automáticamente en cuanto el hogar queda vacío, ¿no?- preguntó una extrañada pelirrosada. No podía ser tan baka Naruto… El rubio, tras oír esa revelación, se quedó congelado, en completo silencio. Un ligero temblor de rabia recorrió su espina dorsal, y se dirigió a su paraje mental. Allí, el Kitsune tornó su expresión de una seria mirada de superioridad a la sonrisa más zorruna de su vida, mientras contenía las carcajadas.

-Con lo bien que me lo he pasado en nuestro viaje, ¿Qué esperabas? Así de paso te despedías de la chiquilla…- se excusó entre risas, mientras Naruto barajaba seriamente cometer un "bijucidio".

Mientras, en su oficina, el rokudaime hokage se estiró en su escritorio, totalmente tenso. Irónicamente, la montaña de papeles no era la causa de su tensión, era otra, una mucho más apremiante para el peliplateado. Maldita sea, la edición platino de icha icha era un jodido éxito. Nuevas historias, nuevos enredos amorosos, nuevos conflictos existenciales donde la única solución era expresarse empleando la pasión y el cuerpo desnudo. Y él no la tenía, Maldita sea, era el jodido hokage de konoha y no la tenia… pero confiaba en que eso cambiase pronto. Su mejor ninja, un portento en las artes shinobi en el que confiaba ciegamente, había partido hace un mes hacia el país del demonio, y ya debería de haber cumplido su objetivo. Seguro que ahora su preciado libro estaba de camino en una baliza diplomática por correo urgente, esperando a ser abierta. No podía esperar, necesitaba ese libro, necesitaba saber si Murasaki escogía a Hatsumoto como amante y se entregaba a la obvia química entre ambos o seguía con su aburrido matrimonio con kagawa… Se levantó de la mesa y se dirigió al ventanal, buscando relajarse. Contempló su aldea seguir su curso con una sonrisa bajo su máscara: los niños jugando, los comerciantes anunciando sus productos, Naruto y Sakura hablando un par de calles más allá… un momento.

-¡MALDITO PAZGUATO!- gritó con toda su furia el hokage desde el ventanal mientras alzaba su puño en alto de forma amenazante. Y lo hizo tan fuerte que llegó a oídos del rubio el insulto, haciéndolo palidecer.- ¿DÓNDE ESTÁ MI LIBROOOOO?

Naruto se despidió apresuradamente de la pelirrosada y salió huyendo en dirección al sol naciente, rumbo a su destino, intentando acortar el tiempo lo máximo posible y volviendo a sorprender a los vigilantes de la garita. Aunque el Kitsune tuvo que volver a recordarle que el país del demonio estaba en la otra dirección. Atravesó los gélidos glaciares, los ardientes desiertos, se dio cuenta de que se había perdido, y, tras pedir indicaciones, consiguió llegar al país del demonio en menos de dos semanas desde el sur en lugar de desde el este. Y eso que por el camino volvió a encontrarse con bandas de criminales que tuvo que desarticular, y que le comenzaron a hacerse ganar un nuevo apodo… Kitsune no Kibo (zorro de esperanza), un mote curioso, no lo iba a negar… en ese tiempo, gracias a sus clones y al innato talento para ese arte de su sangre, le había servido para aprender a realizar sellos supresores de chakra. En definitiva, puede que su plan de no hacer nada no estuviese resultando, pero al menos estaba avanzando mucho en fuinjutsu, y ya empezaba a entender los sellos del hirashin. Y no podía negar que, fuera de sus maldiciones y lamentos por repetir el viaje, se estaba divirtiendo. Llegaría al templo en un día, pero ya era muy tarde, así que era recomendable encontrar un sitio donde pasar la noche y descansar un poco

En las cercanías de donde se hallaba encontró una cueva ideal para pasar la noche, profunda y resguardada de los elementos. Le extrañó que tuviese un genjutsu y sellos intentando ocultarla, además de sellos de detección de chakra, pero él era un uzumaki y jinchuriki del gran kurama no Kitsune, esas defensas no podían ocultar ese lugar de él. Con la ayuda del zorro, desconectó todos sin alertar a nadie. Temiéndose que fuese alguna guarida de maleantes (otra más, ya llevaba decenas… ¿es que la diosa del destino tenía alguna obsesión con él? Se preguntó, mientras cierta deidad estornudaba en su reino), se adentró en la guarida con su capa marrón cubriéndole. La cueva cambió de unas irregulares paredes a unas mucho más elaboradas, con largos pasillos iluminados con antorchas y flanqueados por decenas de habitaciones donde individuos de batas blancas analizaban viales y realizaban extraños experimentos sin reparar en su presencia. El rubio, confundido por lo extraño de estos maleantes, siguió andando hasta llegar al final del pasillo. Y allí se llevó la sorpresa de su vida.

-Tiene que ser una puta broma…- exclamó en su paraje mental el Kitsune, abriendo los ojos con fuerza.

Frente a Naruto, un individuo andrógino de piel extremadamente pálida y largo pelo negro andaba despreocupadamente de una habitación a otra, vestido con una bata de dormir de serpientes moradas exactamente iguales a manda y llevando un neceser con instrumentos de higiene personal en su mano. No había reparado todavía en el uzumaki, pero el rubio si que lo había hecho en él: Orochimaru, el sannin de las serpientes, el delincuente más buscado por las naciones elementales. En pijama. Delante suyo. El sannin reparó en su observador y abrió los ojos con una gran sorpresa en cuanto lo identificó. Ambos se quedaron mirándose en silencio, confundidos, incapaces de asimilar su suerte, buena o mala según a quién le preguntases. El sannin lanzó un grito ahogado, y arrojó su neceser a la cara del uzumaki en un torpe intento de distraerle y salir reptando de allí. Uzumaki Naruto, el único ninja con el que no quería cruzar ni en pintura todavía. Su cuerpo de zetsu era débil, no le aportaba nada, el sannin estaba esperando hasta lograr un nuevo cuerpo, pero ahora deseaba haberse trasladado a cualquier otro con tal de tener algún arma más para combatir al ojiazul. Pero Naruto, una vez repuesto de la impresión y del golpe que le dio en los morros ese puntiagudo neceser, salió en la persecución del sannin, que rodeado intentó plantear una batalla que no fue tal. No tenía nada que hacer frente a un Naruto pleno de chakra, con kurama ayudándole, y con el factor sorpresa de su lado. Joder, estaba en pijama, no tenía ni kunais…

Tras una intensa pero muy corta batalla, Naruto y un centenar de clones liberaban a los rehenes entre agradecimientos y alabanzas y sellaban el chakra de los criminales detenidos, prestando especial atención a la derrotada serpiente, que maldecía en todos los idiomas existentes su puta mala suerte. Joder, era prácticamente imposible encontrar su guarida en ese país, estaba en una ruta muy poco concurrida, lejos de la zona de más actividad comercial, que era el este, y solo encontrándotela de bruces podías hallarla. Y aún así, los sellos de ocultación y de detección de chakra deberían de haber alertado de la presencia de un intruso, pero claro, ningún sello funciona contra un uzumaki pura sangre acompañado de un bijuu milenario… y le habían pillado con todo: los ojos con el sharingan de madara que robó al terminar la batalla contra el juubi y que tenía pensado implantar en su cuerpo perfecto, sus tonos arcanos que le explicaban cómo convocar demonios del makai para hacer un ejército invencible, sus prisioneros como testigos de sus atrocidades… y encima, ese maldito uzumaki había mejorado muchísimo en sellado, su endeble cuerpo de zetsu era incapaz de generar chakra o invocar la espada Kusanagi con esos sellos supresores de chakra.

El rubio, tras solicitar apoyo ninja en la cercana Iwa, que se lo concedió sin dudarlo, se dirigió con sus prisioneros en una perfecta hilera hacía su destino, el único donde podían retener a esa serpiente hasta el juicio: konoha. Tras dos semanas de travesía, en las que la decena de prisioneros se acrecentó con más delincuentes de poca monta que intentaron asaltar al rubio en los caminos, los guardias de la garita de konoha volvieron a mirar con gran confusión al rubio, mientras este dirigía la extensa columna de detenidos rumbo a la sección de I+T de la aldea. En el interior de la aldea, rokudaime hokage paseaba escoltado por Tsunade sama y Sakura haruno, rumbo al hospital de la villa para una revisión rutinaria. Los tres abrieron los ojos con sorpresa al volver a ver al rubio en la villa tan pronto, reaccionando incluso el hokage con ira contenida mientras la ojijade dirigía totalmente confundida un gesto al uzumaki de "¿qué demonios haces aquí?"

-Uzumaki Naruto, ¿quieres que te juzgue por traición?- preguntó con furia el hokage.- Se supone, otra vez, que deberías de estar en el país del demonio ya buscando esos tomos de sabiduría ancestral, ¿Qué cojones haces aquí?

-Ka… kakashi sensei… en serio que había llegado… pero me crucé con él y soy el único que puede custodiarlo e impedir que se escape…- se excusó el rubio, señalando a la comitiva de prisioneros. Y las caras de los tres se desencajaron aún más cuando vieron una columna de una veintena de prisioneros, y, liderándola, a un Orochimaru encadenado con una decena de sellos supresores de chakra en su piel y… ¿vestido con un pijama de serpientes moradas muy parecidas a manda?

-O… ¿Orochimaru?- exclamó y preguntó a la vez la rubia ex hokage. Era imposible, tenía que ser una broma.

-Si, me encontré por casualidad con una guarida suya y coincidió que él estaba dentro. Menos mal que le encontré, tenía los ojos de madara preparados para un trasplante, quién sabe en lo que podría haberse convertido con ellos…

-¿Insinúas que te lo has encontrado de casualidad?- preguntó una impactada Sakura, todavía sin asimilar la suerte del rubio. Orochimaru era el delincuente más peligroso del mundo, y Naruto se lo había encontrado de milagro, débil y en pijama. Como jugar a la lotería y que te toquen todos los premios a la vez…

-si… y cuando solo me faltaba un puto día para llegar a mi destino… tengo mucha mala suerte…- se lamentó el rubio, mientras sus tres interlocutores caían de espaldas ante ese comentario.

-Bi… bien Naruto…- empezó a declarar el hokage, una vez repuesto de la impresión.- nos encargaremos de él, no te preocupes. Lo que no sé si sabrás es que el consejo gokage ofrecía una inmensa recompensa por su captura, cada nación juntó sus pagos en uno sólo, convirtiéndolo en el criminal más buscado del mundo…

-¿Ah si? ¿Y cuanto es esa recompensa?- preguntó un desinteresado Naruto, mientras agradecía a una mujer su amabilidad al ofrecerle unas flores como muestra de gratitud por la última heroicidad del célebre Kitsune no Kibo.

-Digamos que te dará para que tu, tus hijos, tus nietos, y muchas más generaciones de tu familia vivan como reyes… Naruto, ahora mismo eres el shinobi más rico del mundo…- expuso la ex hokage con orgullo.

-Ah, bueno… donarlo todo al orfanato de konoha y al hospital.- contestó el ojiazul, volviendo a caer de bruces los tres shinobi de konoha.

-Na… Naruto, ¿eres consciente de a lo que estás renunciando?- preguntó el hokage, completamente asombrado.- con ese dinero dará para mantener ambas instituciones casi por un siglo sin más ayudas…

-Perfecto pues. A mí no me hace falta, hay gente a la que le vendrá mucho mejor, y confío en oba chan para que se asegure de que vaya a buenas manos.- declaró con despreocupación el rubio, para luego preparar sus cosas.- bueno kakashi sensei, me voy en busca de ese tomo de sabiduría ancestral, quizás esta vez sí llegue allí…- se quejó el rubio, para volver a cruzar por tercera vez la puerta de entrada de konoha rumbo al este.

-Uzumaki sama, el país del demonio está por el otro lado…- declaró con monotonía uno de los guardias, ya acostumbrado a esos episodios del uzumaki, y obteniendo un apurado gracias del rubio mientras se dirigía en la dirección correcta. Mientras se perdía en el horizonte, tsunade decidió interrogar al peliplateado.

-¿Cómo que "un tomo de sabiduría ancestral"?

-Exacto, es una misión ultrasecreta de rango triple S, confío en su discreción sobre ese asunto, es vital ese tomo para la seguridad de la Villa. Y si, existe ese rango de misiones, lo acabo de crear específicamente para este caso.

-Es la edición platino del icha icha, ¿verdad?- preguntó con ironía la haruno, conociendo de sobra a su maestro, que despreocupadamente volvió a su torre sin decir palabra, preparándose para el papeleo que le traería ese nuevo prisionero de la hoja.- ese pervertido…

-Sakura…- intervino una extrañamente sería tsunade, atrayendo la atención de su alumna.- ¿sabes que cometes un error al dejarlo ir no?

-Tsunade sama… he escogido a Sasuke kun, sé que me quiere y que volverá.- respondió con toda la firmeza que pudo la ojijade. Pero no pudo evitar que su maestra detectase un gran atisbo de duda en esas palabras.

-Kami te oiga, hija mía… Kami te oiga…

Y al fin, tras otras dos semanas de viaje (ya llevaba gastando casi dos meses de ese medio año que tenía de margen…), desarticular tres campamentos más de maleantes que aterrorizaban pequeñas poblaciones, destapar una misteriosa conspiración para destronar al viejo onoki en Iwa por parte de un grupo de fanáticos religiosos y conocer el auténtico valor de la amistad junto a kurotsuchi en una épica aventura de la que seguro se acabará haciendo una película, el rubio llegó a su destino. Joder, habían sido tres largos viajes ya, Maldita sea. El uzumaki no quería volver a oír hablar de ladrones, criminales, sannin fugados ni sellos de defensa del hogar desactivados, y el bijuu de su interior le daba la razón. Quién iba a pensar que su inocente broma iba a traer todas esas consecuencias. Con el atardecer de fondo, en las inmensas escalinatas del templo del país del demonio, los guardias de la sacerdotisa vieron aparecer a un viajero con una gran capa marrón, un viajero que, en cuanto se identificó como Naruto uzumaki, atrajo toda la atención de los presentes. Naruto uzumaki, el gran Kitsune no Kibo, el nuevo shinobi no Kami, ¿allí? Shion casi se cae de bruces al pisar su toga ceremonial cuando acudió corriendo a la sala principal en cuanto la informaron de quién había llegado.

Naruto. Su Naruto. Recordaba la última vez que lo vio, cuando el rubio acudió con un equipo shinobi de konoha para escoltarla en su camino para enfrentarse al demonio moryo. Su vida podía dividirse en antes y después del rubio: antes Shion era una mujer cínica, hipócrita, cansada del aislamiento que le provocaba su poder y deseosa de acabar ya con todo de una maldita vez. Una mujer que creía firmemente en que el destino estaba escrito, y que era inevitable, sin posibilidad de elección. Cuán equivocada estaba… ese rubio la demostró que el destino solo lo escribían nuestras decisiones. Después de que la sacerdotisa, envuelta en esos cálidos brazos del ojiazul, viese como el uzumaki evitaba su propia muerte, contradiciendo las visiones de Shion, y mataba al gran demonio de mil cabezas, la rubia lo entendió todo. Tenía elección. Y de paso entendió otra cosa: amaba a ese hombre. Se despertaba desde entonces pensando en él y se acostaba pensando en él de nuevo. En el fondo, el consejo de su país la había ofrecido algunos candidatos viables para ser su esposo, hombres que la tratarían con respeto, candidatos que la antigua Shion habría aceptado. Pero no la actual. La actual sabía que tenía elección. Y su elección era Naruto uzumaki. Tuvo que hacer un esfuerzo para mostrarse sería y protocolaria, exhalando aire con fuerza antes de entrar en la gran sala. Naruto era un héroe legendario, el encuentro sería formal, y debía de ofrecerle una buena imagen.

-Naruto uzumaki…- declaró la sacerdotisa, aunque tuvo que pausarse al contemplar al rubio. Se había quitado su capa de viaje, dejando una buena imagen de su gran mejoría. Ya cuando le conoció le pareció muy atractivo ese pelo rubio junto a esos ojos azules, pero ahora había que unir a esos rasgos un cuerpo más atlético, fruto de ese par de años de madurez que habían transcurrido desde su encuentro. La joven tuvo que contener el sonrojo para no romper su imagen de profesionalidad.- es un placer verle por mi templo.

-¡Shion chan!- saludo con efusividad el rubio, provocando un respingo en los guardias de la ojivioleta y una ligera sonrisa en la rubia. Seguía siendo cálido, y eso la alegraba muchísimo, no se imaginaba a un Naruto apagado. Estaba claro que estaba desacostumbrada a interactuar con Naruto.- estás guapísima, te queda muy bien esa tiara. Aunque me sorprende que puedas moverte con esa toga ceremonial.

-Gra… gracias.- se intentó reponer la rubia de ese piropo que la había desarmado con facilidad. Y a ese comentario tan… de Naruto.- pe… pero, no has venido aquí a fijarte en mi atuendo… ¿no? ¿Quieres consejo sobre algún asunto político, sobre futuras batallas, tal vez algún peligroso delincuente a buscar…?

-No, por favor, más delincuentes no… habría llegado hace semanas si no me hubiese cruzado con Orochimaru y hubiese tenido que llevarlo de vuelta a Konoha…- se quejó el rubio, obteniendo una mirada de asombro de la ojivioleta. ¿Orochimaru el sannin? ¿El peligroso delincuente buscado en el continente entero? Supuestamente era él criminal más peligroso del mundo, pero oyendo al rubio parecía como si su captura hubiese sido el pan suyo de cada día…- realmente vine por un consejo de otro tipo, y de paso para verte a ti…- la sacerdotisa se volvió a descubrir empleando todo su esfuerzo para evitar sonrojarse por la naturalidad con la que la trataba el uzumaki, aún en medio de esa gran sala. La costaba mucho mantener una pose seria con Naruto, rompía cualquier formalidad del momento, era… refrescante.

-¿quizás algún consejo sobre el amor?- tanteó la rubia con elegancia, sorprendiendo a su asistente. Era la primera vez que veía a la suma sacerdotisa preguntar algo así a alguien, normalmente eludía esas preguntas, evitando así alguna situación incómoda.

-Esto… no, en ese sentido no tengo nada…- a Shion la faltó muy poco para sonreír. Aunque le sorprendía: Naruto era guapo, era fuerte, era una muy buena persona y encima un héroe de guerra. La sacerdotisa lo tenía claro: debería de tener más de una pretendiente. Es más, la joven ya se había fijado que un par de sus asistentes le habían repasado de arriba abajo. Para su enfado, todo había que decirlo.- no, realmente querría consejo sobre mi vida…- la sacerdotisa recordó esa visión que tuvo hace meses… era la misma frase.-… me siento vacío, algo que me falta, y quisiera encontrar el modo de arreglarlo… - más dejavú para la sacerdotisa.- y un buen amigo me recomendó venir aquí…

-Entiendo… y creo que tengo tu solución.- expuso la joven, ya viendo la correlación entre su visión y esta conversación. Y sonriendo con sinceridad por dentro, puesto que su solución era también perfecta para estar un poco más con el rubio.- Dime, ¿has oído hablar del Fjaka?

-El movimiento psicofisico consistente en no aspirar a nada, ¿no?- expuso de memoria el ojiazul.

-Exacto. Me alegra que lo sepas. Hay gente que incluso pregunta si se puede comer…- comentó la sacerdotisa con una suave sonrisa, mientras Naruto asentía nervioso y kurama negaba por dentro…- bien, ¿has probado con esa filosofía?

-Si, pero… no sé… no hacer nada… vamos, estoy convencido de que hago algo mal…

-Pues no te preocupes… si no tienes prisa por marcharte… y no te importa la compañía…- aquí la sacerdotisa no pudo reprimir finalmente un suave sonrojo, uno que le pareció muy tierno al rubio- yo puedo explicártelo. Por lo pronto, cuéntame más de ti…

-Solo si tú también me cuentas cosas de ti.- repuso con su característica sonrisa el rubio. En realidad, llevaba buscando una excusa para preguntarle a la sacerdotisa sobre su vida desde el principio de la conversación sin parecer un patán. No quería quedar mal delante de ella, y eso le resultaba… extraño.

-Sin problemas… Naruto kun…


Y fin! Me resulta agradable escribir esta historia, tan lejana al tono épico y oscuro de KnK, no lo voy a negar. Es refrescante escribir dejando al personaje moverse de un momento cómico a otro, sin sujetarme tanto a un guión con mil referencias como es Kitsune no Kibo. Es como irse un poco de vacaciones. Tened en cuenta si a veces os parece demasiado hilarante, que es una comedia. Se sacrifica la épica a cambio de hacer reír. Incluso parodio mi mejor obra, Kitsune no Kibo, porque me divierte hacerlo. Hay que saber reírse de uno mismo.

La primera pregunta que me hago es... ¿como se encontrará el rubio su hogar cuando vuelva? Konohamaru, un adolescente de quince años encargado de esa casa... el resultado era obvio xD Como veis, el viaje ha sido... accidentado. Desde los maleantes homenaje a los piratas de asterix y obelix hasta ese golpe de estado frustrado en iwa (más parodia de KnK xD). Y pasando por el encuentro casual con la serpiente. Os esperabais un duelo épico? No en esta obra, aquí casualmente el rubio pilla al sannin rumbo al baño a hacer sus necesidades. Quise hacerlo surrealista, pero posible, y me parece que me quedo bien xD como veis, se encontró con Orochimaru muy pronto, y le pilló sin defensas adecuadas, mala suerte sannin pálido! y espero que os haga gracia el pj de kakashi, en la serie solo le vi enfadado de verdad cuando le tocaban su icha icha, y esa edición platino es su nueva razón de existir! Ya veréis que juego me da ese icha icha...

En cuanto a la conversación entre Naruto y Sakura, era necesaria. El rubio tenía que despedirse, aunque fuese tras esa broma de kurama (me encanta ponerlo en modo trollface :P). No quise hacer una despedida extensa, quería centrarla en lo importante: la elección de Sakura, sus dudas con respecto a Naruto y su visión de Sasuke. NO ES UN FIC NARUSAKU, al menos no uno bidireccional, pero quiero preparar el futuro desde ya entre estos dos. Os aseguro que el tercero en discordia en este enredo entre el rubio y la ojijade tb se está moviendo.

Y en cuanto al narushion, empieza esa pareja. En un principio el capítulo se iba a centrar solo en ellos, pero se me acumularon las ideas del viaje y me entregue al Fjaka: no aspirar a nada. Tranquilos, habrá de estos dos para aburrir, por algo son los protagonistas de este fic, espero que os pareciese natural esta interaccion. Hace mucho que no se ven, ambos se gustan peeeeeero quieren primero enterarse de la vida de cada cual. Lo dicho, habrá mucho más de ellos.

Y esto es todo, espero que os gustase! El siguiente capítulo será... "conociéndonos", y será todo descrito por Naruto directamente si mis planes se cumplen. Un saludo y disfrutad!