¡Arma definitiva!


Capítulo 4

Han pasado alrededor de seis años desde la última vez que entró a su propia cocina.

Los pies de Gwendal pararon frente a la puerta. Ya no quería verse envuelto en esto.

— ¡Günter! ¡¿Qué estás haciendo en mi cocina?!

"…Y aquí está de nuevo" fue el pensamiento que expresan claramente los ojos de Lord von Christ. Estaba parado frente a un caldero lleno de aceite hirviendo con una banda alrededor de la cabeza.

— ¿Adivinando la fortuna de nuevo?

—Sí. Si de alguna forma puedo sentir el peligro de Su Majestad, si de alguna forma puedo ser de alguna ayuda para él…

—Es inútil.

No habría ninguna manera de ayudarlos incluso si pudiera predecir el peligro, porque ninguna clase de majutsu podría alcanzarlos en el medio del océano. Pero viendo las marcas azul oscuro bajo los ojos de Günter, Gwendal perdió las energías para retrucar. Su vista bajo al aceite.

—¿…Qué estás planeando hacer?

— Echar un ratón bebé dentro de este caldero de aceite hirviendo.

El inteligente, hermoso y digno tutor levantó un indefenso ratón blanco por la punta de la cola. Su fiera sonrisa exponía el verdadero mazoku en su interior: una belleza demoniaca que cautiva y seduce a todos.

Lo cual no tenía importancia en el caso de Gwendal.

Su voz era un murmullo grave y sardónico que hubiera hecho postrarse al instante a cualquiera que lo escuchara.

— Bueno, bueno. Supongo que un roedor no es suficiente para un rey como este.

La comisura de sus labios se curvó burlonamente.

—¡Pero por supuesto! ¡Qué error más tonto! ¿Cómo podría un ratón predecir la travesía de un noble y eminente rey? Oh Gwendal, ¿qué debería hacer? Bueno, por ahora… —Günter levanto su otra mano rápidamente—. Un gatito debería bastar.

El gato atigrado tembló, colgando, agarrado de la forma que en los libros figura como "como no sostener a tu gato".

El insensible y hermoso cínico (señoritas/os, razonen) interrumpió inesperadamente.

—¡Detente! ¡Detente ahora mismo! ¿Cómo te atreves a maltratar a un gatito de esta manera? ¡Míralo, esta tan aterrado que está maullando "mee mee"! Ay pobre cosita, está bien, nunca dejaría que él te haga algo horrible como eso…

—…Gwen… tu…

—Günter… tu, bastardo. —El tutor palideció ante la voz que parecía temblar desde el piso—. Si alguna vez maltratas a un gatito así de nuevo, obtendré tu cabeza.

¿Qué hará con ella?

• • •

No hay tiempo para ponerme a conjugar verbos… ¡¿dónde está Conrad?!

Miro alrededor. Aparentemente fue el único impacto.

—¡Debemos tener cuidado!

—Pero…

—Shissst.

Hay gritos y pasos de mucha gente en el salón principal. Suena como si hubieran entrado en pánico. Me pregunto si hemos sido abordados.

— ¡Deja de que estar ahí parado y nada más, Wolfram! ¡Ponte los pantalones y una chaqueta y muévete! Maldición, no puedo creer que Conrad no esté aquí en un momento como este…

—¡Draco!

La puerta se abre con suficiente fuerza como para arrancarla de las bisagras y Conrart entra corriendo a la habitación. Su mirada severa no se parece en nada a la que es usual en él. Su manga está manchada de vino que se ha derramado.

—Gracias a Dios ha podido volver aquí a salvo. Aunque Josak dijo que estaba bien.

—¿Josak, la mujer que parece hombre? Mira, Conrad, no tengo tiempo para preguntarte si te fue bien con la Señorita Músculo justo ahora. ¿Están atacando el barco?

Su expresión dice que no tiene ni idea de cómo me entere.

—Como fue que… hablamos luego. ¡Wolfram!

—¿Qué?

—¿Tienes una espada?

—¡Sí!

Sus mejillas, pálidas por el mareo y el disgusto, ganan color visiblemente cuando se sonroja por el entusiasmo. Debe estar esperando la oportunidad de poder pelear un poco. ¿Acaso disfruta tanto la idea de cruzar espadas?

—Bien. Entonces los dos escóndanse aquí.

—¡¿Qué estás haciendo?!

Conrad nos empuja dentro del ropero. Desenvaina en un solo movimiento habilidoso el bastón que ha estado llevando todo el tiempo en su mano y el acero reluce. No sabía que era una espada bastón.

Coloca la hoja a su espalda y se arrodilla, acercándose para decir en voz baja: —Escuchen atentamente. Esta nave está bajo el ataque de asaltantes marinos.

—¿Piratas?

—Sí. Una gran cantidad de ellos ya han abordado a la fuerza.

—Entonces apurarte y escóndete, Conrad.

—¿Pero que está diciendo? —Trago saliva ante la sonrisa de Lord Weller—. Es para esto que estoy aquí.

El intercambio solo toma un segundo, y su mano ya está en la puerta.

—Los contendré en cubierta por el mayor tiempo que pueda. Queremos dar la impresión de que ya todos han salido volando de esta habitación, así que por favor manténganse lo más silenciosos posible. No los enojen. Si algo llegara a pasarle, Günter y nuestra gente llorarían.

—¿Tú tambien?

—¿Yo?

—Llorarías por mí, ¿verdad?

Sus ojos se suavizan un poco.

—De ser el caso, permita que nos encontremos en otro lugar.

No tengo oportunidad de preguntarle qué quiso decir. Wolfram avanza para irse con su delgada espada en mano.

—¡Yo también peleare! ¡¿No tienes confianza en mis habilidades?!

— La tengo. Es por eso, Wolfram, que he dejado a Su Majestad a tu cargo.

El chico lindo testarudo se ha quedado sin palabras. No puede retrucar esa confianza. Me quito mi chaqueta formal de noche y la dejo a un lado, me arremango la camisa y pongo mis manos sobre los hombros del tercer hijo.

—¡No quiero quedar viudo antes del matrimonio!

—Cuide de él… Draco.

En el momento en que Wolfram mira hacia otro lado, él me rodea con un brazo el cuello y se acerca para susurrar rápidamente: — Por favor perdóneme si no regreso.

Él cierra las puertas dobles y se va. Sus pasos ligeros son rápidamente engullidos por el caos a la distancia en la cubierta.

Se ha ido a pelear, esas perturbadoras palabras cargadas de significado son dejadas atrás.

Todo es caos durante un momento luego de eso. Se escucha el ruido metálico de las espadas chocando contra espadas, el sonido de vasos y platos rompiéndose, de los pasos apresurados y los gritos y llantos que me hacen querer cubrirme las orejas.

Wolfram y yo respiramos silenciosamente, escuchando atentamente cualquier detalle de lo que está pasando afuera.

Nos inclinamos lentamente unos grados, y en poco tiempo los gritos desaparecen.

Recuerdo la fiesta que tuvimos en el verano, justo después del regreso de Voldemort. Cuando mis amigos y yo que se estábamos escondidos nos aventuraron abajar, no quedaba nadie luego de tanto alboroto, violencia y maldiciones imperdonables. Ni los seguidores ni Voldemort. Solo nuestros padres, en una esquina, temblando, pidiéndonos huir de ese mundo…de la marca tenebrosa y de sus errores.

Aunque Wolfram no podría haber adivinado mis sentimientos, su mano cae sobre la mía. Nos acurrucamos juntos en el estrecho espacio del ropero que es muy pequeño para ser llamado vestidor.

No, ninguno esta temblando.

Wolfram es un soldado después de todo. Aun si no está acostumbrado a jugar a estas peligrosas escondidas, esta no puede ser su primera vez. Yo soy un estudiante que ha visto muchas, muchas cosas.

— ¿…Estás bien, Draco?

— ¡Estoy bien!

Aprieto la mano que toca la mía cerrando los ojos y dejando caer mi cabeza.

—Tú olor es... Huele a… flores, madera de pino y magia, una muy pura… es tranquilizador.

—G-gracias.

No se está burlando de mí, ¿no?

Es solo que… no estoy aterrado, ni tampoco que estoy tieso del miedo… Es este silencio, esta tensión, es dolorosamente insoportable…

Mi compañero de habitación parece leer mi mente. Susurra: —Como dijo Conrart, no hagas nada impulsivo si nos descubren. No van a matarte si no te resistes porque eres bastante atractivo.

—Entonces tú tampoco deberías hacer nada. Nadie mataría a alguien… como tú.

—De ninguna manera, soy un guerrero mazoku. Si no peleo, no merezco vivir.

—Eso es estúpido.

—Shhh.

Se escucha el click del picaporte al ser girado, seguido del golpe de la puerta al ser forzada a abrirse. Alguien entra en la habitación.

—Se llevaron todas las cosas de valor, ¿he? ¿Ya se han escapado?

—Nah. Ya nos fijamos que ninguno de los pasajeros de la suite de lujo está en la borda. Él conoce a todos los pasajeros de este barco. Son otro tema los que saltaron por la borda, pero ninguno de los ricos en este crucero de placer tiene esa clase de coraje.

Son dos.

Uno habla como el rugir de un duende, suena como si tuviera un gusano atragantado en la parte trasera de la garganta, y el otro es como un elfo, tiene la voz tan aguda que hace doler las orejas.

—¿Se supone que esos son hombres ricos? Lucen como que no valen pa' mucho — Duende.

—Sí pero, el precio para quedarse en esta suite de lujo por una noche te sale lo mismo que pagar un pasaje en tercera por un año entero. — Elfo.

—Jodeeer, quisiera estar en sus zapatos. —Duende.

—No seas imbécil. Revisa la habitación también. —Elfo… Siento que estoy jugando al ajedrez mágico.

El crujido de las maderas del piso en frente de la cama indica que están justo al lado de nosotros.

—Ah, ¿y qué paso con esos valientes?

¡Está hablando de Conrad!

Las puntas de mis pies golpean la puerta cuando me echo hacia adelante por reflejo.

—¡Ey! ¡¿Hay alguien ahí?!

¡Oh no!

—Echigoya, ¿no escuchaste ese ruido?

—No fue nada más que un ratón, Lord Gobernador.

Oh sí, tengo una idea.

Le pregunto a Wolfram su opinión en un susurro apenas audible. — ¿Pretendamos que somos mascotas?

—Puede ser. ¿Qué tal un negroshinoyamakishy?

Negroshi-shi… ¡¿qué demonios es eso?! Digo, en la Tierra no tenemos nada como eso.

Este no es momento para andar pensando qué clase de animal es ese. Somos demasiado grandes para ser un ratón, y sería raro que tengamos una lechuza en el ropero. ¡Hola Sra. Norris! Si, solo me queda un sonido en el repertorio (no es la primera vez que imito al familiar de Filch), así que intentemos con un gato.

—Mi-miau.

Duende y Elfo reaccionan instantemente.

—¡Es un dragón zomosagori!

—¡¿No son los dragones zomosagori los que comen gente incluso cuando son chiquitos?! ¡No podemos enfrentarlo solos, traigamos a los otros!

¡¿Dragón?! ¡¿Los dragones son enormes?! Wolfram se cubre la cara con las palmas derrotado.

—¿Cuando hice el ruido de un dragón? Claramente imite a un peludo gato…

—¡Se supone que los gatos hacen mee mee!

—¡Eso es una oveja!

La situación se pone peor cuando nos rodea un grupo de unas ocho personas.

—¡Vamos a abrirlo, ¿están listos?!

No, no estamos listos.

Plateado reluce junto a mí.

—Wolfram, no…

Las puertas se abren por completo. Mientras mis ojos están cegados por la luz que entra, Wolfram corta el brazo de una persona y rasga el estómago de otra. Pero las seis restantes avanzan sobre él por la espalda empuñando alfanjes [1].

— ¡Wolfram! Son demasiados.

Tomo la varita del bolsillo secreto, que está en la manga de mi camisa.

—¡Cállate!

Rayos, no quería hacer esto pero...

—¡Abajo, Wolf! Abajo… ¡es una orden!

Él se inclina y sin mirarme sujeta firme la espada.

¡ Petrificus Totalus Tria! — el encantamiento logra petrificar a los tres piratas, detrás de Wolfram. Apunto a los restantes y digo con voz seria y firme: — Imperio.

El sonido seco metálico de la espada hace eco en la habitación.

• • •

Hay antorchas encendidas por todos lados, como si estuviéramos festejando el festival de fuego por adelantado. Está tan claro como al mediodía, tan brillante que ilumina la nave pirata junto a la nuestra.

La borda, donde la mayoría de los pasajeros y tripulantes han sido reunidos, tiene un desagradable olor. Por como se ve, ha habido derramamiento de sangre en ambos lados.

El jefe pirata parece estar de muy buen humor sobre su plataforma hecha de cajas de madera apiladas.

—Todos se ven jodidamente bien esta noche —se dirige a los pasajeros con un megáfono, sosteniéndolo con su meñique levantado. Es un show.

Nuestro sequito de tres hombres nos dirige a un grupo de prisioneros de guerra. Wolfram aún está vestido como una señora que recién ha salido del baño, y yo dejé atrás mi chaqueta. Aunque es primavera, el viento del mar es frio.

Veo a Conrad y Hyscliff en el grupo de marineros y hombres pasajeros… que por alguna razón incluye a la Señorita Músculo. Ella debe de haber peleado valerosamente como cualquier hombre. Los tres están parados y no parecen haber sufrido heridas graves.

Lo siento Conrad, te esforzaste tanto en escondernos, me disculpo silenciosamente con él. No fue solo culpa de tu hermano, si no tambien fue mía. Oh, pero también tengo buenas noticias. Mi repertorio de imitaciones ha incrementado en uno más. Dragón zomosagori. Sorprendería incluso a mi abuelo.

El pirata que me sostiene tira del cuello de mi camisa y me arrastra hacia el jefe.

—Los pasajeros de la suite de lujo, ¿he?

—Sí, jefe.

Miro sobre la caja de madera y mi boca hace una mueca. Tengo problemas para controlar mi curiosidad… este es mi primer encuentro con un pirata, pero mayormente es porque él es increíblemente diferente a lo que imaginaba que sería un pirata. Cuando era niño, mi mamá solía contarme historias de piratas, magos y muggles.

Pero estos piratas no usan camisetas con rayas horizontales. Tampoco se ven como si pudieran estirar los brazos como goma [2].

Es bajito, pero tiene hombros anchos y un pecho musculoso. Su barba rubia ceniza, casi blanca, comienza desde las patillas. Su cara rojiza tiene una vieja cicatriz sobre la mejilla… En pocas palabras, es un excelente ejemplo de un hombre de mar.

Pero tiene puesto… si, desde mi punto de vista, es un uniforme de mujer.

¡¿Porque un uniforme femenino?! Bueno, supongo que los piratas son raros, ¡¿pero por que una falda tableada?! ¡¿Un uniforme de marinero celeste y blanco como los que usan las mujeres en los colegios mágicos de Japón?!

En su mano izquierda, la que no sostiene el megáfono, brilla una gruesa hoja de acero.

Uniforme marinero y… una espada.

—Mis consideraciones, joven señor, pero no tema. Somos piratas de categoría, lo somos, y no vamos por ahí matando a nuestros invitados.

Esa pronunciación… ¿acento japonés-occidental?

—Claro, hacemos excepciones con los que quieren pelea. Pueden gritar y caer muertos por lo que a mí respecta. Todos los héroes a bordo se han quedado quietos frente a las damas, yar yar.

En resumen, ¿tienen a las mujeres y niños como rehenes?

—He escuchado que están en su luna de miel y que quieren ser vendidos juntos.

Sacándose su turbante Wolfram me pregunta: — ¿Luna de miel?

—Sí, es nuestra "Luna de miel"

Aun con su meñique en alto, el jefe lleva el megáfono a su boca. — ¡Bueno, podrían las damas acercarse a mí! ¡Trabajaran en mi nave hasta que conozcan a sus nuevos lores y señores en sus nuevos hogares de ricachones!

¿Nuevos qué? ¿Esa es la forma pirata de decir esposos? ¿Tiene una empresa con oficinas de consultas "matrimonios por conveniencia" o algo?

Las mujeres son empujadas por la rampa, llorando angustiadas.

—Yar. Pasajero de la suite de lujo, parece que tiene algo atorado en la garganta.

— Dijiste que eran piratas con clase.

A diez metros de distancia Conrad hace un gesto descendente con ambas manos como si supiera lo cerca que estoy de hacer erupción. ¿Lento, lento?

Oh, ¿calmate, calmate?

Me trago las palabras.

—Piratas, ¿Hum? …¿Supongo que comen desayunos estilo rey?

—No comemos desayuno.

Maldición.

Tengo que calmarme. Ser el único que se queja no me va a llevar a ningún lado. Si hago un mal movimiento me tiraran por la borda, y ellos tendrán que pagar las consecuencias. Y tengo que pensar en los demás pasajeros.

Crear una estrategia en tampoco tiempo. Pareciera imposible para cualquiera, pero no para mí. Además no puedo satisfacer mi estúpido sentido de justicia cuando puedo ocasionar que otras personas sean lastimadas en el proceso. No puedo… no puedo, pero…

El jefe coloca una mano en su pierna y habla mientras su pollera se ondea con el viento. — ¡Ahora, los que siguen! ¿Cuáles niños se venderán a buen precio? ¡Tráiganlos para acá!

— ¿Los vas a vender?

Una niña pequeña gime como una sirena acorralada mientras la arrastran lejos de su madre.

— ¡Abuemama…!

Por reflejo miro alrededor buscando una abuela. No hay ninguna.

—¡Malditamamaaaaa!

¡¿Estaba insultando a su madre?! Señorita, eso es un poco grosero.

Wolfram resopla con desdén. — Hump, los balbuceos de los humanos pequeños son tan ofensivos.

— ¿Balbuceos?

—Está llamando a su querida madre.

Aaah, ¿así que ella quiere decir algo como "mamá, mami"?

Los otros niños están llorando a gritos también, un continuo coro de gritos.

Los lamentos de los humanos se alzan bajo el turbio cielo sin luna iluminado con la luz de las antorchas.

He visto una escena como esta antes… si, en ese pensadero que encontré en la casa de mi padrino una noche antes del regreso a Hogwarts. Me había estado buscando un cuarto solo y alejado del ruido exterior, con mis libros de texto en las manos. Solo quería un lugar tranquilo para estudiar.

Lloré y lloré al ver aquel grotesco hombre azotar irracionalmente a ese niño de cabello oscuro y no pude parar hasta que comprobé que mi padrino estaba a salvo. Secándome los ojos y sonándome la nariz con una bola de papel mojada, él me pregunto tan campante que merecería un Premio de Supervivencia: ¿Qué harías?

Su tono era tan normal como si me estuviera preguntando, ¿Qué te gusta más, el quidditch o la música?

¿Qué harías? ¿Podrías hacer algo?

Puedo.

— Esperen, ustedes…

La expresión de Conrad dice: Sabía que esto pasaría.

La presión del magma apenas contenido dentro del cráter se ha incrementado proporcionalmente a la fuerza conteniéndola. ¡¿Finalmente puedo soltar la erupción que intenté suprimir con tanta fuerza hace unos minutos?!

— ¡Escuchen, inmundos piratas!

El jefe lanza una mirada por sobre el hombro hacia mí, pero antes de que vuelva su atención hacia sus subordinados.

— Pronto te darás cuenta que algunos seres son mejores que otros, Sabandija pestilente [3]. No querrás hacer algo equivocado. Yo te puedo aconsejar.

Comencé con un tono tan glacial y arrogante, que por breves instantes veo temblar de miedo a todos los presentes. Excepto mi prometido, el parece aburrido. Les Sugiero con voz neutral:

— Deja a las mujeres y niños o afronta tu castigo ladrón.

—No somos ladrones, somos piratas.

Un temblor se esparce por mis brazos hasta la punta de los dedos y palpita como un código a los lados de mis caderas. La sangre calienta mis ojos y la parte trasera de mis cuencas duele por la presión.

Probablemente haga una locura que provoque que me maten y me corten con ese ancho alfanje. O tal vez sea más rápido y juegue con los huesos, asustando a esos piratas que huirían. Pero eso nos expondría. Aunque todavía quedan los tres piratas bajo el imperio…

Aun así.

— ¡Escúchame, Sabandija pestilente! Eres el jefe y debes ser más repugnante que el resto, pero ese es solo el status de los muggles. ¡De lo que hablamos es de poder real! ¡Todos los seres son diferentes, lo que significa que eres igual que ellos y yo soy superior a ti! ¡Así que, incluso si invaden esta nave, no tienes derecho de vender lo que no es tuyo ni de tocar lo que es mío!

El jefe levanta su megáfono y llama a cuatro de sus subordinados.

—Tráiganlo, se venderá por un buen precio. Aunque solo sea un ojo, es casi gris.

— ¡Pirata tenía que ser! ¡Merlín!

Mientras tanto, más de la mitad de las mujeres y niños ya han sido transferidos al otro barco, cerca de la punta de la amplia borda veo una cabeza con cabello beige familiar. La princesa con los ojos mármol que bailó conmigo está al final de toda la fila de niños.

Quita la mano que sostiene su hombro hábil y rápidamente, como si esquivara el toque de algo sucio.

La sangre se acumula en la cara del pirata y golpea lejos el pequeño cuerpo.

—¡Beatrice! — grita Hyscliff.

Ella aun viste el ligero vestido color rosa que tenía mientras bailaba el vals conmigo. Los adornos entrelazados en su cabello relucen mientras pierde el balance y cae hacia atrás, justo sobre la baranda de madera.

— ¡Cuidado!

No hay nada más que el mar debajo. El océano abre su negra boca en anticipación.

Varias personas corren hacia ella, soy el primero en llegar. Sujeto su brazo. Su peso me echa hacia adelante y yo me resisto a caer con fuerza. Conrad y Wolfram corren hacia aquí. Y probablemente Hyscliff también. — ¡Aguanta, Beatrice… coge mi mano!

Beatrice, aun colgando de un brazo, mira hacia arriba con esos ojos que casi se transforman en estrellas. Los ojos de una niña que tienen al menos un poco de admiración por mí.

—Está bien.

— ¿Qué…está bien?

Ellos agarran mi camisa, mi cinturón y mis caderas.

—Si ya no puedo ver a mi padre y a mi madre, está bien si me caigo.

—No, no lo está…

No digas cosas como esa.

Una chica que va a bailar con muchos hombres magníficos, caer perdidamente enamorada y encontrar la felicidad al alcance de sus manos no debería decir algo como eso, no con esos ojos tan claros.

No se debería permitir que diga algo como eso.

Varios brazos fuertes tiran hacia arriba, y el padre de Beatrice la abraza con fuerza. Me caigo sobre mi trasero y me recuesto boca arriba sobre los tablones observando las nubes que surcan el cielo nocturno.

Una larga y gruesa aguja se clava en mi cabeza, como si se convirtiera en un rayo conductor de una descarga eléctrica que recorre todo mi cuerpo rápidamente. Entumeciéndome y calentándome, llenándome de éxtasis.

Mi corazón bombea sangre dos veces más rápido, y la ubicación exacta de mis latidos se vuele precisa.

Llego a escuchar las sutiles voces de Aër y Aqua como si de una canción se tratará.

Llámame…

¿Llamar… no, no puedo?

Solo inténtalo, hazlo, confía en nosotras.

No…

Solo una vez, una vez más, Draco…

• • •

Referencias


1. El alfanje es una antigua arma árabe usada en la península ibérica y gran parte del mediterráneo. Consta de una hoja curva y filo de un solo lado.

2. Referencia al anime One Piece. El protagonista pirata Luffy tiene un cuerpo de goma. [Supongamos que es una historia creada por Narcissa para Draco.]

3. Insulto de Draco para el jefe de los piratas.