Las lágrimas caían por sus mejillas, incapaz de ocultar su dolor, mirando al cielo suplicó.
- Luna- la llamó con la voz desgarrada-. Por favor, te lo suplico...
Miró a la luna llena que le escuchaba paciente, como siempre, su vieja amiga que le resguardaba todos los secretos que traía consigo.
- Se acerca, mi tiempo, está cerca, lo presiento...-se tiró sobre sus rodillas, alzó las manos al cielo y exclamó-. Por favor proteja a mis hijos y a ella, proteja a mi familia de este cruel destino que me espera. Solo, por favor, hazlo- observó la figura brillante frente a él, los ojos azules, el pelo blanco, la piel suave, ella estaba ahí viéndole con pena-. Solo pido esto, Luna, por favor que la aurora guie a mis hijos por un mejor camino.
Ella levó sus manos debajo de su mentón, ladeando su cabeza pareció hablar.
-Gracias...-él se levantó, casi arrastrándose hasta los pies de la mujer que le sonreía con tranquilidad-. Luna, te lo agradezco
-Unyan...
Manuel acariciaba la cabeza de Feliciano que lloraba contra sus piernas, dando pequeños hipidos y sorbiendo su nariz roja con su pequeño cuerpo temblando. Lovino por su lado recargó su cabeza en el hombro del mayor con la mirada perdida.
Maximiliano llegó junto con Daniel, quien traía una bandeja con comida y agua, en silencio la dejó en la mesa dedicando una reverencia cuando la mirada de Manuel se posó en él. Con algo de pereza, sacudió a sus hermanos quienes levantaron la cabeza exhaustos.
- A comer- lea habló bajo, levantándose del suelo seguido por los gemelos.
Se sentaron en la mesa, esperando a Daniel que dejara el caldo de frutas frente a ellos. Manuel le dedicó una mirada cansada, agradeciendo en silencio. De paso cerró las ventanas abiertas, viendo el cálido sol de la tarde, como el cielo aún mantenía algunas nubes y el frío que abundaba las tierras del reino de Ethor.
- Yo...- la voz de Feliciano llamó su atención, con débil y quebrada voz habló-. No tengo hambre
Manuel lo ignoró, comenzando a comer y con gesto apuntó al plato de Lovino y este comenzó a comer.
- Come- le dijo de forma cansada viendo el plato intacto.
- Hermano yo no puedo- bajó la mirada, tragando duro tratando de hacer desaparecer el sentimiento de ahogamiento.
- No te estoy preguntando si puedes- señaló- te estoy diciendo que comas
Maximiliano levantó la mirada al escuchar el tono brusco de Manuel, suspiró junto con Daniel a su lado y volvió su vista a los documentos que leía, los documentos médicos de Antonio y el rey.
- Manuel- Lovino mordió su labio al pronunciar el nombre de su hermano y este le dedicó una mirada de advertencia. Frotó sus manos contra su ropa, sintiendo la ansiedad carcomerse su interior, no podía ir contra su hermano.
- Feliciano, come- el nombrado bajó aún más la mirada negando con la cabeza-. ¡He dicho que comas!
El grito, el golpe en la mesa y el sonido de los cubiertos cayendo de la mesa hicieron al menor sollozar.
- Deja de llorar-Feliciano cubrió su boca, ahogándose en el proceso. Lovino mordió su labio inferior, sintiendo sus manos temblar, sintiendo el picar de la garganta y el nudo en su estómago. Manuel apartó los puños, golpeando nuevamente el mueble-. ¡He dicho que pares!
Daniel saltó en su lugar, mientras Maximiliano miraba con empatía al mayor de los hermanos. Sabía que estaba afectado aun, cansado después de utilizar magia, después de salvar la vida a Antonio, aquello era un esfuerzo sobre humano. Manuel respiró con fuerza, sintiéndose con estrés, si su hermano no comía no tendría fuerzas, y lo que más necesitaba ahora es que estuvieran bien, ambos. Pero cegado por la necesidad de cuidarlos, ignoró el miedo que le provocaba. Cuando Feliciano comenzó a respirar y temblar cada vez más fuerte, Lovino casi con pánico se acercó a él antes de que su cuerpo colapsara y cayera al piso. Ahí, cuando Lovino le miró a los ojos con furia, Manuel pudo observar lo que su ceguera obsesión con sus hermanos no le permitió ver con claridad.
- Veneciano...- se levantó, rodeando la mesa para acercarse a su hermano menor, este tembló más fuerte contra los brazos de Lovino, ambos en el suelo.
Manuel quiso llorar al ver el pánico en sus ojos.
- Feliciano, Feliciano...- se arrodilló frente a sus dos hermanos, Lovino hizo fuerza ante la petición de Feliciano lo soltara. No, Manuel no debía tocar a Feliciano después de hacerlo llorar. - Hermanito...
Pero ambos eran sus hermanitos, Manuel era la guarida de los gemelos, sin él ellos no existían, tenían la insana necesidad de su brazos, de sus besos cuando ellos pretendían dormir, necesitan aquellas acaricias de amor que reemplazaban a sus difuntos padres.
- Fratello...- Feliciano miró con pena cuando Manuel bajó la cabeza, con pesar. - No llores Fratello
Había algo que ni Feliciano y Lovino podían soportar y eran las lágrimas de Manuel.
- Está bien, está bien - Feliciano atrajo a su hermano y besó su cabeza -. Estamos bien - Lovino por su parte se limitó a observar, viendo el rostro sombrío de su hermano, y como entre sus labios morados susurraba Lo siento. No podían odiarlo, no podían odiar a quien siempre los apoyó, cuidó y salvó.
- Está bien, te perdonamos, lo hacemos
- Mamá, Manuel no ha comido desde hace tres días
- Déjalo, así dejará de molestar - la mujer volteó a ver a Lovino, mientras le sonreía -. Recuerda que no debes acercarte a él, ¿está bien? está enfermo y eso no es bueno para ti mi pequeño
Manuel se refugió en los brazos de sus hermanos, quienes le devolvían a la realidad, la imagen de su padre desapareció de su mente.
- No eres como él- se repitió. No debía ser como él
Porque no lo era
El salón rojo estaba envuelta en las voces de la gente. Gente del pueblo había ido al lugar después del ataque, tratando de comprender qué sucedía y la noticia de que el rey Rómulo fue herido corrió al rededor del reino, seguramente hasta el momento la noticia había recorrido hasta el rincón más extremo del continente. Los reyes y la reina estaban sentados a lo largo, mientras escuchaban a los representantes de la corte del pueblo hablar.
- Por favor, orden- el rey anfitrión exclamó por sobre el ruido.
- Sugiero atacar los pueblos malditos- los gritos de apoyo no tardaron en llegar cuando uno de los representantes habló-. Ir a sus pueblos bárbaros y atacar con la misma crueldad con la que han osado a atacar a las familias reales, ¡Una vergüenza!
- Debemos darle fin a estas criaturas salvajes- acotó otro. Ludwig miró a su hermano mayor, que con el rostro frío como todos los líderes poseían, observaban con seriedad a las personas-. ¡Llegó la hora de conquistar sus tierras y adquirirlas a las santas tierras de los reinos!
- ¿Puedo añadir algo?- el ruido cesó inmediatamente al escuchar la voz del príncipe Mathew que se encontraba detrás de su padre, miró con detenimiento a todos y habló-. Hay criaturas inocentes en aquellos pueblos, ¿Planean dañar a niños, mujeres y ancianos por venganza? ¿No nos haría eso tan primitivos como solemos etiquetarlos?
- Si me disculpa, príncipe Matthew, ellos han atacado a su familia, a los descendientes, a los reyes y a la reina Alicia ¿No deben, entonces, pagar por sus crímenes?
Cuando Matthew iba a replicar Francis los tomó de la mano, negando con la cabeza.
- No vale la pena, eso lo terminaremos decidiendo nosotros
- Respecto al tema del rey de Estur será tratado entre sus descendientes, evitaremos tocar el tema- Burkharn habló claro desde su lugar.
- Su majestad- un hombre se levantó desde su lugar, al estar arrodillado todo el tiempo, para hablar claro para su majestad-. Sugiero que el tema debería ser tratado entre los reyes de los ocho reinos
- ¿Subestimas a los descendientes?- el hombre negó rápidamente ante la pregunta de la reina del reino oscuro.
- Hablo de que los tres príncipes están pasando por un momento delicado, ¿No sería apropiado alguna guía para sus decisiones?
- Para tu información el abuelo aún no muere- Lovino apareció en las puertas del salón, caminando junto con sus hermanos con elegancia digna de un príncipe. El hombre se arrodilló ante la presencia de los descendientes mostrando el respeto que le tenía-. Así que si callas, perdonaremos tu ofensa
Sin añadir nada mal el trío de hermanos se encaminó al lugar que le correspondía bajo la atenta mirada de todos. Manuel se sentó en el lugar de su abuelo mientras que sus hermanos se colocaban detrás de él, en silencio absoluto.
- Retírense todos, los reyes y la reina Alicia debemos comenzar con la charla- los representantes parecieron quejarse, pero con una mirada fría del rey anfitrión bastó para que bajasen la cabeza.
- Si, su majestad- se retiraron en silencio dejando como único sonido sus pasos y finalmente la puerta cerrándose detrás de ellos.
- Llamen al médico real- ordenó a los guardias que instantáneamente confirmaron su orden y se retiraron-, ¿Cómo se encuentran príncipes?
- Hemos descansado lo suficiente, gracias por preguntar rey anfitrión- Lovino respondió. Burkhard asintió, llevó una mano a su mentón rascando levemente. Las puertas se abrieron dejando pasar a Máximo seguido de Kiku con la respiración agitada, ambos se acomodaron frente a los asientos de las realezas del continente dedicando una reverencia.
- Mis altezas- Máximo exclamó-, me han avisado de vuestro llamado, ¿en qué puedo servirles?
- Manuel- Burkhard le llamó y el castaño dirigió sus ojos a él-, quiero preguntarle al médico real sobre la situación de tu abuelo, si no te molesta y los resultados de su búsqueda
Manuel respiró fuerte y se mantuvo quieto sus hermanos detrás de él se miraron entre sí asintiendo levemente, Lovino se inclinó hasta el oído de su hermano mayor y colocó su mano para evitar que leyesen sus labios. Cuando se separó Manuel tomó la palabra.
- Médicos reales, tienen la autorización de comunicar los resultados encontrados de la situación del rey- levantó la cabeza dando un aire de elegancia, superioridad y arrogancia. Kiku se acercó a su compañero y le susurró al oído, Máximo cerró los ojos cansados y asintió.
- Lo que voy a reportar ante vosotros, altezas, es de requiere máxima discreción tanto a ustedes, señorías, y los guardias y soldados presentes- Manuel observó cómo Alicia llamaba a Arthur para que se acercase a susurrarle algo. Las altezas se miraron entre sí, los desentiendes de Burkhard, Gilbert y Ludwig se miraron con preocupación, Gilbert esperó lo peor.
-Adelante- las palabras de Lovino llamó la atención de los presente y él se mantuvo firme mientras que apretaba la mano de su hermano gemelo detrás del asiento donde estaba su hermano mayor.
- Como usted ordene- Máximo tomó aire-, el rey se encuentra en un estado delicado de sueño profundo, está débil, bastante. Pero lo más preocupante es la cuchilla con la cual le hirieron- Kiku sacó la daga envuelta en una tela blanca manchada de sangre, Máximo la tomó y se la mostró a los presentes.
- Es una Daga de Gyto- Kiku miró a Máximo y añadió-, es una daga especial para maldiciones
Feliciano frunció el ceño y apretó la mano de su hermano, Manuel cerró los ojos sabiendo que había algo más, lo presentía en su corazón y el terror le ganó por unos instantes, si algo sucedía él no seguiría con vida, no si pierde a sus hermanos.
- ¿Puede explicar precisamente que maldición está sobre el rey?- Kiku apretó sus manos ante la pregunta de Manuel.
- Una maldición de la enfermedad de Katro, el rey está infectado- Manuel cerró los ojos sintiendo su corazón golpear contra su pecho, esto era terrible y aun presentía que lo peor aún no se lo decían-, la enfermedad de Katro se originó en los tiempos de guerra, una peste donde el portador se pudre lentamente o rápidamente empezando por sus extremidades, hasta que su interior deje de fusionar correctamente y muera por algún fallo de su sistema principal... Señor...
Manuel bajó la mirada y la tensión de la habitación recayó en sus hombros sintiéndose cansado de pronto, enfermo y con la desesperación creciendo en su interior, y preguntó-; Eso no es todo, ¿cierto?
- El tema que la daga de Gyto tiene otra particularidad de poder maldecir- Máximo tomó la palabra en el silencioso salón-, su maldición por quien sea que lo haya convocado es fuerte, casi incurable. Pero hay un detalle más, mi señor Manuel. Es una maldición sanguínea, no sólo está infectado ahora mismo el rey, sino que también usted y los príncipes Lovino y Feliciano
Estaba dicho.
Estaban malditos.
Perdón cualquier error y el tiempo que me demoré en actualizar, no sé si dejé en claro que Kiku también es un médico y que Máximo es cuba, pero después de no haber escrito en un tiempo se me revolvieron todos los personajes.
(Tampoco me acuerdo si utilicé Máximo o Maximiliano para cuba :( ahí lo corregiré pero no encuentro en que capitulo lo presenté)
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