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• diecisiete •
Cuando Eren está preocupado o demasiado concentrado suele hacer muecas. Y a través de los años Levi se ha encontrado clasificando algunas como sus favoritas. Por ejemplo la de mortificación, cuando sus labios se fruncen en un puchero y sus ojos se sumen en dudas. Además del aire ausente que parece envolverlo obligándolo a mantenerse quieto mirando a un mismo punto. Y, su favorito, el gesto que hace sin darse cuenta pero que a ojos de Levi puede parecer sugerente.
Sentado frente a él, intentando resolver el crucigrama en el periódico, con sus pensamientos viajando entre las nubes del cielo, de manera inconsciente Eren no deja de morder su labio inferior.
—Eren — Levi llama, y Eren de inmediato gira a verlo.
—¿Qué sucede?
—Deja de morderte el labio, lograrás que comience a sangrar.
Eren contrae sus labios, sonríe. —Lo siento... es solo que... parece que me he bloqueado, no encuentro la respuesta.
—¿Qué es lo que dice?
—Disolución coloidal de un gas a vapor por otro. Por ejemplo, la condensación del vapor de agua en el aire por disminución de la temperatura atmosférica.
Levi ni siquiera lo piensa demasiado. —Nube.
Eren frunce el ceño, como si fuese a contradecirlo, pero cuando la palabra encaja correctamente en el crucigrama, el gesto pasa a ser un puchero lleno de orgullo.
Levi apenas sonríe, socarrón, antes de sentir a Eren ponerse de pie y encontrarlo de regreso colgando alrededor de sus hombros. —Eres demasiado bueno para mi, Levi — susurra contra su cuello. Levi también adora secretamente lo exagerado que llega a ser este niño. Gira el rostro. Se miran a los ojos, es cosa de segundos cuando ambos unen sus labios en un corto y tierno beso.
