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• diecinueve •

A primera vista, Levi y Eren son demasiado diferentes. Eren como el cielo de abril iluminando todo a su paso, el sol brillando en sus ojos, un ser de luz cubierto de risas. Levi como la nube más oscura en una tormenta de octubre, lloviendo desde su corazón, un ser frío y sin tacto.

Cuando sus amigos cercanos, aquellos que tienen en común, se enteraron que habían comenzado a salir, pensaron que nada duraría para siempre y que quizá en menos de un año ambos continuarían sus vidas por separado.

Nadie espero, ni por un solo instante, que terminarían casándose.

No es que no confiaran en ellos, o que dudaran de sus sentimientos mutuos, pero era difícil aceptar la forma sencilla en la que Eren parece ser capaz de aceptar el trato brusco de Levi y su poca disposición a ser cariñoso. O la forma en la que Levi parece ceder ante los arrebatos de Eren cuando a cualquier otro simplemente lo mandaría a la mierda.

Aunque, con un vistazo profundo y tras años de convivir con ellos, las razones del por qué siguen juntos no son para nada inesperadas.

Y es que en realidad sí que son diferentes, pero en sus diferencias está la pieza faltante del otro.

Que si Eren aún se comporta como un niño la mayoría de las veces, Levi es lo suficientemente maduro por ambos.

Que si Levi es un completo desastre para expresarse de forma correcta sin terminar hiriendo a otros, Eren siempre tiene las palabras idílicas para corregir sus errores.

Y tal vez es eso lo que les hace funcionar. O tal vez simplemente es la forma desbordante y para nada agobiante que tienen de amarse.

La respuesta, sin duda, solo les pertenece a ellos.