Capítulo 12

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Kenshi no lo pasaba tan bien. Cuando despertó al día siguiente, creía que todo se había tratado de un mal sueño y no fue así. Tuvo que hacer frente a dirigir a los generales que quedaron para salvaguardar y vigilar los terrenos alrededor, organizar tropas de búsqueda por si seguían americanos a la espera de un nuevo ataque –que no lo creía posible ahora que su dirigente murió– y ordenar llevar a los muertos enemigos hacia una fosa común. Sin mencionar el sepelio de su padre. No permaneció en la casa todo el día, y hasta ahora no estaba enterado siquiera del estado de Yuki o notar la falta de Klaus a su lado. Tenía cosas que hacer, como ¡ah! informar al Emperador de los sucesos. Sí. Iba a estar ocupado esa semana.

Jim se había quedado en la casa feudal ayudando a los demás médicos locales y a las enfermeras, curando heridas, vendando otras y limpiando también, buscando medicinas y hierbas medicinales –cosa difícil ahora que la nieve acaecía las tierras. Para la madrugada del otro día pudo volver al bar y darse un cambio de ropa, apenas un leve descanso antes de encargarse de sus huéspedes. Fue allí, al mediodía, cuando Vladimir y él volvieron a la mansión para ver el estado actual de Yuki.

Para cuando los adultos entraron a la habitación, encontraron a Shin sentado al lado de Yuki, ambos se extrañaron de la ausencia de Klaus. El castaño les dijo que le cambió el turno al alemán para que fuera a comer algo y bañarse puesto que la noche anterior no lo había hecho, las horas de baño en esa época del año eran el peor momento para el pelinegro. Las horas de calor disminuían rápidamente.

Vlad asintió, sabiendo de la sensibilidad de Klaus al frío, ese había sido un gran problema los primeros días del experimento. El ruso se inclinó sobre Yuki para revisarle, su respiración estaba estable al igual que los signos vitales, tenía el pulso un poco débil y seguía viéndose pálido.

—La herida le afectó más de lo que pensaba. ¿Estaba enfermo antes de esto? —preguntó a los dos adultos que lo acompañaban.

Shin asintió.

—Durante días estuvo con alguna clase de gripa extraña. Se mareaba, tenía nauseas, en una ocasión se desmayó, andaba cansado todo el tiempo cuando antes era muy activo y le costaba comer. Decía que la comida le daba arcadas.

Jim silbó.

—Chico, si no fuera porque sé es hombre, diría que espera un bebé. —La voz del negro era divertida pero muy suave.

Vladimir no prestó real atención al comentario de Jim.

—Ya veo. ¿A cuántos días te refieres? —preguntó esta vez solo a Shin.

—Pues… —Shin se mostró pensativo—. Comenzó a sentirse mal después de la fiesta en el palacio imperial… y eso fue hace como un mes, a lo mucho. —Exhalando una bocanada de aire, puso los brazos en jarras—. Ya va para dos meses la semana próxima que está así. Debió de haber agarrado algún virus de por allá.

—¿Dónde fue? —curioseó Jim.

—En Kyoto.

—Una gripa no podría durar tanto, y menos sin tratamiento, para ese punto los anticuerpos estarían tan débiles que su salud pendería de un hilo, pero por lo que me dices no mejora ni empeora. —Shin asintió—. Podría diagnosticarle anemia... Es lo que podría encajar con sus síntomas. Pero con esta herida de bala, su salud es precaria.

—Él siempre ha sido de una salud estable. —Shin tenía una expresión confundida—. Todo comenzó de la noche a la mañana. Y… —Shin entonces pareció recordar algo que estaba pasando por algo, interrumpiéndose.

—¿Qué está mal? —Jim notó la actitud del castaño, ladeando la cabeza.

—Empeoró después de que…

Sin embargo, el movimiento en el futón le volvió a cortar. Yuki se removía, muy lento, sus parpados temblando hasta que se abrieron en rendijas, parpadeó y finalmente abrió los ojos. Emitió un quejido lastimero, haciendo una mueca de incomodidad.

Vlad en seguida se puso manos a la obra.

—Yuki. Despierta, te necesito consciente. —Le dio unas palmadas muy suaves en el rostro para que espabilara. — ¿Cuál es tu nombre completo? —Sacó un aparato de su maletín, una linterna Energizer, un invento estadounidense muy útil. Prendió la bombilla del aparato dirigiéndola a los ojos de Yuki, vio que el diafragma de las pupilas se retraía correctamente por la luz—. ¿Cuántos años tienes? ¿Qué es lo último que recuerdas? —Le hizo las preguntas de rutina para averiguar si todo estaba bien con su cerebro.

—Shirayama…Yuki… —¿Quién era ese hombre? — Cumplí 20 años…hace poco. —Su voz sonaba algo ronca—. Hubo un…ataque sorpresa… —Tenía mucha sed.

—Yuki, ¿cómo te sientes? —Jim se adelantó a los demás.

—Me duele…la espalda y… tengo sed.

—No te preocupes, iré por un vaso con agua y le avisaré a Klaus que despertaste. —Jim se apresuró a ponerse en pie y salir a cumplir lo dicho.

La atención de Yuki se fijó en Vladimir.

—¿Quién…es usted…?

—Yuki, él es Vladimir Volsk, el ruso del que les hablé a Klaus y a ti, ¿recuerdas? —respondió Shin.

Pero entonces los ojos de Yuki se abrieron como platos a pesar de su debilidad, mirando aterrado al extranjero. ¿Era Vladimir Volsk? ¿El hombre que Klaus fingió ser el día de la fiesta americana? ¿El hombre…que convirtió a Klaus en lo que era ahora?

—Usted… Usted es…quien destruyó la vida de Klaus…

—Vaya novedad —ironizó Shin, mirando divertido al ruso—. No cuentas con gran popularidad por acá, eh.

—Me sorprende que Klaus le haya hablado de mí. Nunca fue muy comunicativo —le comentó a Shin. Cambió de posición para estar cerca de Yuki—. Yuki, necesito que cooperes conmigo. Recibiste una herida de bala durante el ataque, ¿comprendes? Tengo que revisarte.

—Pero…usted… Klaus…

—Klaus sabe que Vladimir está aquí, Yuki —habló Shin—. Y tuvo que aceptarlo o podrías haber muerto. Tú eres el primero en decir que se deben dejar de lado los rencores y perdonar… —Shin dio un vistazo de reojo a Vladimir—. Si es que lo merecen y se disculpan. —Ignoró la mala mirada del oji-azul.

Los ojos castaños viajaron desde Shin a Vladimir, aún no muy seguro, pero dio un pequeño asentimiento en aceptación.

—Bien…

Asintiendo, el ruso avisó que iba a tocar a Yuki. Lentamente le giraron hasta que quedó de costado. Tenía un vendaje que le cubría la parte superior del pecho, bajo las axilas y abarcaba su hombro derecho. Vlad acercó sus manos comenzando a tocar las vertebras, Yuki jadeó cuando estuvo cerca de la herida.

—No hay otras heridas de gravedad. Eres afortunado, un poco más abajo y la bala te hubiera atravesado el corazón. —Retiró los vendajes, cortándolos. Limpió el área, revisó que no hubiera ningún tipo de infección y volvió a ponerle un ungüento cicatrizante junto con las vendas con ayuda de Shin para mantener al joven sentado, cuando terminó volvieron a acostarlo—. ¿Sientes alguna otra molestia?

Jim volvió con una jarra de agua, pasándole un poco en un vaso a Yuki y ayudándole a beber. El joven sintió un gran alivio en tanto el agua le refrescó la garganta. Tragó un poco más antes de hablar.

—Solo…me duele un poco. Pero estoy bien.

Jim se retiró para sacar los vendajes usados, por lo que Shin aprovechó la ocasión. Su rostro estaba serio.

—Yuki, le comentaba a Vladimir acerca de tu salud este último mes…

—Ya se me pasará pronto…

—No, no lo hará. —Cortó el castaño—. Y estoy un 90 % seguro de que tiene que ver con Klaus.

Yuki le miró mal.

—Klaus no tiene nada que ver con eso.

—Sí, lo tiene. Porque comenzaste a empeorar luego de que sucedió aquel incidente en el palacio imperial. —Su tono dejaba claro el tipo de incidente al cual se refería.

Yuki tragó en seco. No le había contado a Shin nada más acerca del suceso por respeto a la intimidad de Klaus, pero oyéndolo… Sin embargo, estaba con Vladimir Volsk, la persona que dañó a Klaus. No iba a traicionarlo de ninguna manera.

—Eso no tiene nada que ver. —Apartó la mirada.

Vladimir iba a intervenir en la conversación pero un brusco deslizar de la puerta llamó la atención de todos.

—¡Yuki! —Klaus no tenía ojos para nadie más que no fuera Yuki. Se acercó con pasos temblorosos al castaño hasta arrodillarse a su lado—. ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? —Con mucho cuidado tomó una de sus manos. Vladimir se quedó quieto observando las reacciones del alemán.

—Estoy bien. —Yuki le sonrió para que se tranquilizara—. Un poquito adolorido. —Su expresión decayó en un gesto de disculpa—. Lo siento… Sé que…rompí la promesa que te hice…pero no podía quedarme de brazos cruzados… Iba a volverme loco si no hacía algo.

Klaus se tragó sus malas palabras. La noche anterior, en su extrema preocupación, imaginó gritándole Yuki un montón de cosas; por su promesa rota, por su tonto amor patrio que no hacía más que ponerlo en peligro, lo mucho que le había advertido que se cuidara y aún así salió a pelear... Tantas cosas, pero en ese momento sólo estaba feliz de que Yuki siguiera vivo.

—No importa. Tuve tanto miedo, cuando te encontré en ese charco de sangre. Creí que te perdía.

Yuki intentó apretar un poco el agarre de Klaus en su mano.

—Lo lamento en verdad.

Un sonido como de un bufido se escuchó, proveniente de Shin.

—Que empalago. En cuanto estés bien, nalgadas es lo que vas a tener para que dejes de estar haciéndote el héroe.

Yuki le sacó la lengua.

Klaus sonrió pero en cuanto levantó la mirada y se fijó en Vladimir, su ceño se frunció automáticamente. Estaba tan preocupado por Yuki que no se había dado cuenta de la presencia del ruso. Se mordía la lengua para no decirle nada, la única razón por la que pasó de querer ahorcarlo a sólo mirarlo con resentimiento era Yuki.

—Bueno, ¿volvemos a lo de antes? Es muy necesario. —Shin intervino—. Antes de que interrumpieras, dragón, decía que acabo de darme cuenta que la salud de Yuki fue en picada luego de lo ocurrido en el palacio del Emperador. —Alzó una ceja—. Si sabes a lo que me refiero, ¿no?

—Shin, cállate —ordenó Yuki, pero su hermano solo hizo un gesto negativo.

Klaus en seguida se puso pálido ante la mención de esa fatídica noche. A Vladimir no le pasó desapercibida esa reacción.

—¿E-es mi culpa? ¿Yo provoqué el malestar de Yuki?

—Dímelo tú. —Shin se alzó de hombros—. Yo no sé qué demonios hicieron aparte de—

—¡Shin! —gritó Yuki, acallándolo—. Eso no tuvo nada que ver.

—¡Ah, por favor! Vladimir es el único con quien podemos saber si lo que sucedió aquel día fue lo que empeoró tu salud. Por una maldita vez dejen las ofensas personales, se trata de tu vida. —Shin señaló a Yuki—. Después de eso, Yuki comenzó a sentirse mal. —Esta vez, se dirigía a Klaus—. Y dos más dos son cuatro.

—¿Qué fue lo que ocurrió? —Vladimir estaba intrigado. ¿Qué pudieron hacer esos dos que repercutiera de manera tan notoria en la salud de Yuki?

Klaus se veía realmente trastornado por el tema. Tenía una combinación de sudor frío y mejillas rojas por culpa de la vergüenza.

—No puedo trabajar si no tengo todos los datos... Nada de lo que digan aquí será repetido afuera.

Yuki observó a Vladimir, aún desconfiado, para fijarse en Klaus. Toda su expresión indicaba si debían decirle o no. Yuki no había apartado su mano de la de Klaus.

—La noche del baile... —comenzó Klaus tratando de no hiperventilar— violé a Yuki. —Jim que estaba cerca jadeó al oírlo.

—¿Por qué?

—…Alguien me drogó. —Para Klaus, ese hecho no era realmente importante. Igual la atrocidad que hizo fue enteramente su culpa— Me dieron un afrodisiaco. —Tenía la mirada baja y un nudo se le estaba formando en la boca del estómago.

—¿Crees que la violación y la salud de Yuki estén relacionadas? —preguntó el ruso a Shin.

—Es lo que creo yo.

Yuki, quien en ningún momento apartó la vista de Klaus, tragó duramente y habló.

—Aunque no lo creo…, yo… —Yuki sabía que Klaus introdujo en él el segundo pene que adquirió, pero no quería pensar que tuviera algo que ver, no si eso afectaba a Klaus. Sin embargo, haber visto su desesperación, combinado con el miedo y el alivio al verlo hacia un rato cuando llegó. Haber notado todo ese tiempo su preocupación por él…— Él se vino dentro de mi aquella noche…

—Pero… ¿era la primera vez que intimidaron? —Hizo la pregunta Jim.

—No…, lo habíamos hecho antes…

—Entonces la teoría de Shin no tiene lógica. Si habían intimado antes, tu salud hubiera empeorado entonces… —Jim hizo notar.

Pero Yuki negó.

—Fue…diferente esa vez.

El pelinegro menor miró entre Jim y Shin nervioso. No quería decirlo pero, ¿y si en verdad era su culpa? No quería pensar que algo malo pudiera pasarle a Yuki, ninguno de los dos sabía lo que hacía esa "cosa". ¿Qué tal si tenía bacterias que estuvieran infectando a Yuki? ¿O si la infección que le causó con las púas y el posterior semen regado en su interior estuviera provocando una reacción como la que él tuvo que sufrir cuando le hicieron la primera inyección del suero? ¡No quería eso para Yuki!

—H-hay algo... —comenzó Klaus, inseguro, continuaba con la mirada baja—. Algo que creció dentro de mí...

—Causado por el Genoma D —concluyó Vladimir—. ¿Un apéndice parecido a las alas y la cola? —Klaus negó. El tono rojo de sus mejillas se volvió más brillante.

—Diferente.

Yuki también tenía un leve sonrojo, no tan notable como el de Klaus.

—Es…un segundo miembro. Un pene. ¿Ha visto…los miembros de los reptiles? Es…así… —Las palabras le costaban—. Klaus…, ese día…, me penetró con eso.

¿Un hemipene? ¿Klaus desarrolló un hemipene?

—Imposible —manifestó el pensamiento en voz alta—. Te he revisado un montón de veces y no vi nada como eso...

Klaus se mordió la lengua de nuevo. ¿Qué, acaso el idiota ruso pensaba que conocía su cuerpo más que él mismo? ¡Era su maldito cuerpo, maldita sea! Justo ahora no le era agradable pero conocía su cuerpo... En realidad, eso no era tan acertado puesto que descubrió ese miembro por accidente, pero para el caso era lo mismo.

—Está ahí —le gruñó al ruso—. Se...esconde... No. —Tardó en encontrar la palabra correcta—. Se retrae.

Yuki asintió a eso.

—La primera vez que lo hicimos…, apareció. Cuando Klaus lo vio, se asustó y entonces se ocultó…

—Suena a cuando se te baja la calentura de un tirón —opinó Shin, saliendo de su estupor.

—Precisamente. —Estuvo de acuerdo Vlad—. Tomando en cuenta el momento y el ataque de pánico que probablemente sufrió Klaus. —El alemán gruñó al darse cuenta de que Vladimir lo conocía bastante bien—. Lo más lógico es que como dices: "se le bajara la calentura". —Vlad calló después de eso mirando a Klaus con ojo crítico. El alemán odiaba esa mirada—. Quiero verlo.

—¡No! —le gritó en seguida enojado.

—Klaus, no seas infantil... —comenzó a regañarlo Vladimir pero Klaus no se dejó.

—¡No! ¡Dejé que trataras a Yuki y curaras sus heridas, pero no vas a volver a tratarme como tu rata de laboratorio!

—Y entonces dime tú, genio… —habló Shin—, ¿cómo se supone que Vladimir sabrá qué es lo que le pasa a Yuki si no conoce el origen del problema? Lo acabas de oír, no tenía ni idea de que también tuvieras un segundo pene. Puede que tenga algo distinto a todo lo que sabe respecto al cómo eres.

El pelinegro bajó la mirada contrariado. En verdad quería ayudar a Yuki, pero...ser expuesto de esa manera otra vez...

—Klaus —llamó Vladimir. No era un tono suave pero trataba de que no sonara tan firme que hiciera a Klaus retraerse—. Las circunstancias son muy diferentes, no te voy a tratar como una rata de laboratorio, y en este caso lo estás haciendo por voluntad propia. —El menor alzó la mirada, observando a los demás.

—¿Tiene que ser en frente de todos?

—¿Preferirías quedarte a solas conmigo? —le preguntó de vuelta Vlad. Tuvo que reírse internamente por el profundo ceño que Klaus le dedicó—. Entonces no te quejes.

Con un gruñido el alemán se levantó y desabrochó su pantalón. Lentamente la tela cayó hasta el suelo.

—No hay problema conmigo. Volveré en un rato. —Jim se dio la vuelta y se marchó sin esperar respuesta. Quedaba claro que prefería proteger la intimidad de Klaus antes de satisfacer su curiosidad.

Shin, en cambio, abrió sus ojos sorprendido por el falo cubierto de escamas. Nunca se preguntó hasta qué punto llegaban en el cuerpo del alemán, y por un muy fugaz instante se cuestionó cómo se sentiría su toque. Tendría que preguntarle a Yuki. Este suspiró largamente. En realidad no gustaba hacerle eso a Klaus, pero debían conocer lo que pasaba.

Vladimir no se detuvo a mirar a Klaus demasiado. Él ya había visto eso antes, estaba interesado en el segundo miembro oculto.

—Indícame el lugar.

El joven, con las mejillas rojas y los labios apretados, agarró su propio miembro haciéndolo a un lado e indicó una zona entre la base del pene y el comienzo de los testículos.

—No lo he querido tocar —dijo en voz baja—. Es...

—Te daba asco —completó Vladimir, y Klaus asintió—. Voy a tocarte —avisó antes de alzar sus manos y tocar él mismo la sensible piel. Klaus dio un respingo ante los dedos fríos del ruso, hizo uso de toda su fuerza de voluntad para no apartarse.

—Aquí hay un pliegue —murmuró asombrado Vladimir. Con cuidado separó la carne y sin tener que tocarlo mucho, el miembro retráctil salió de su escondite. Cayó flácido junto a los testículos del alemán. Klaus esta vez no pudo reprimir un gemido, ese segundo miembro era mucho más sensible que su propio pene. Imaginaba que era por la falta de prepucio que lo protegiera.

La boca de Shin estaba en un mudo "O" observando el nuevo miembro que había salido. Era..., era... grotesco. Se estremeció cuando sus ojos se detenían en las púas de la punta. ¡Santo cielo! ¿Y Yuki tuvo eso dentro de su culo? Sus manos, por instinto, se fueron a su espalda, bajando hasta tocarse las nalgas en un gesto de protección. No, ya no quería preguntarle nada a Yuki al respecto.

Yuki apenas dio una mirada al pene, enfocándose en el rostro de Klaus. Estaba pendiente de sus reacciones, no quería forzarlo al límite.

—¿Y...bien...? —preguntó, esta vez mirando a Vladimir.

Vladimir también parecía pasmado. Su gesto estoico siendo corrompido por el asombro y la insana curiosidad que tanto le caracterizaba. Klaus intentó cubrirse pero Vladimir se lo impidió. Dejando de lado la sorpresa inicial, se enfocó en lo que tenía en frente.

—Tenías razón, Yuki —le dijo Vlad, llamando la atención del castaño—. Es parecido a los órganos reproductores de los reptiles. Se les llama "hemipene". —Con cuidado tocó el miembro recubierto de escamas blancas, muy suaves al tacto. Klaus tembló con más fuerza. Que lo estuvieran tocando ahí... era desagradable pero al mismo tiempo no podía evitar sentir la corriente de placer que le envolvía por ese pequeño toque—. ¿Es completamente funcional?

Yuki asintió.

—Lo fue..., lo es..., em, sí. Cuando...fue aquel día... —Yuki respiró hondo y habló— él estaba diferente, como si fuera alguien más. No dudó en penetrarme con... —Hizo un gesto hacia el nombrado hemipene— como si fuera algo instintivo. No lo esperaba porque él no estaba...a gusto cuando supo que lo tenía. Y..., al día siguiente, cuando me...ayudaron a curarme un poco, noté que el semen era más espeso...de lo normal.

—Me dijiste que ingeriste un afrodisíaco... —Lo pensó por un momento. Dejó de tocar a Klaus para mirar a Yuki, el alemán respiró hondo—. Es posible que el afrodisiaco reaccionara al suero que le inyecté, su conducta se debió ver afectada ante esta reacción química. Por otro lado, necesitaré una muestra de tu semen. —Volvió a tocar el hemipene, ésta vez, las puntas del glande. No eran completamente filosas pero dado que las piel humana era muy delicada por dentro, lo más seguro es que las púas se sintieran diferente.

Klaus le iba a gritar que no pero ese toque en la punta del hemipene le hizo jadear más fuerte. Quería que dejaran de tocarlo, la cabeza le dolía y la acumulación de sangre en sus mejillas comenzaba a marearlo.

Quiero vomitar... —murmuró en alemán.

—Puedes ponerte la ropa —le indicó Vlad, soltándolo. Los niveles de estrés de Klaus iban en aumento. Si seguía así podría colapsar. Klaus se alejó lo más rápido que pudo de Vladimir y con manos temblorosas se puso los pantalones—. Te desgarró por dentro —dijo a Yuki.

Yuki asintió. No iba a decir más allá de eso.

Shin optó por intervenir, habiendo pasado todo el rato en silencio desde que Klaus mostró el nuevo miembro.

—¿Tiene algo que ver el hecho de haber eyaculado dentro de él lo que está afectando a Yuki, ruso? —cuestionó a Vladimir—. No irá a convertirse en otro como Klaus por eso, ¿o sí? —Esperaba que no, o al que iba a despescuezar será a Vladimir.

—Es posible... —Se estiró hasta alcanzar su maletín y de él sacó una libreta, cubierta de cuero y hojas blancas, parecía tener papeles sueltos dentro de ella. Cuando la abrió para hojear su contenido, se podía ver la desastrosa letra corrida de doctor que usaba Vladimir—. Recuerdo que durante los análisis descubrimos que Klaus desarrolló otro tipo de células, tiendo a pensar que su ADN fue alterado... Después de todo, esa era la intención del genoma D, claro que nunca llegamos a analizar los fluidos del semen. No llegamos a ese nivel durante los análisis, por otro lado, me inclino a decir que Yuki pudo haber absorbido esta sustancia a través de las heridas en su recto...

Yuki quedó en shock al oírlo. No, debió de haber entendido mal sus palabras…, debió de haberlo hecho. Shin avanzó hasta tomar por la camisa a Vladimir, la mano cerrada en puño atrapando la tela. Su ceño estaba fruncido.

—¡Qué! ¿Me estás diciendo que mi hermano va a convertirse en otro dragón?

Levantó la mirada de sus notas al escuchar el grito de Shin. Otra vez había dicho en voz alta sus pensamientos.

—Ah, no, no. Eso no es posible, el genoma D no es como un virus que se contagie. Lo que quiero decir es que al Klaus eyacular dentro de Yuki, habiendo desarrollado estas nuevas células, es posible que el cuerpo de Yuki considere esta sustancia como una bacteria desconocida y esté intentando combatirla, como a una gripe. Los glóbulos blancos aumentan su producción e intentan atacar al "virus" desconocido para limpiar el sistema.

Shin le soltó.

—¿Entonces hay que esperar a que se recupere solo? ¿A que su cuerpo mate a ese "virus"?

—En este caso no es lo más recomendable. —Vlad se alisó la camisa donde Shin la arrugó durante su arrebato. Antes de que preguntaran "¿Por qué?" Klaus respondió.

—Por la herida de bala. —Vladimir asintió.

—La herida consumirá más de tu energía, tu cuerpo no puede encargarse del virus y al mismo tiempo sanar la herida. Alguno de los dos se descuidará y terminarías enfermando de gravedad.

Un sonido, como de un grito ahogado, provino desde donde estaba Yuki, llamando la atención de los demás.

—Eso… ¿Qué pasó ayer? —preguntó el castaño, fijándose más que nada en Klaus y Shin—. Ottori-sama…

—Muerto —informó Shin—. Kenshi debe estarse encargando de su entierro y toda la cosa. —Hizo un gesto despectivo—. No le he visto en lo que lleva del día. Pronto tendrás nuevo jefe. —Sonrió divertido.

Pero Yuki no compartió la expresión. Sus ojos mostraban horror, y perdía el poco color en su rostro. Ottori, ¿muerto? Se suponía que debían, como su guardia y él mismo como samurái, haberlo protegido. Un peso se estableció en su cuerpo, un frío recorriéndolo todo al punto de hacerlo estremecer. Falló en su deber… Aún con todo lo que el hombre había hecho, él debía de haberlo protegido…

No puede ser… —La frase sonó en japonés, mirando un punto del techo.

Klaus frunció el ceño.

—¿Preferirías haber muerto en su lugar?

Yuki le miró.

—Yo… ¡no! Claro que no, pero… es…era… el Señor Feudal, estaba en nuestro deber protegerlo…

—Pues mira, igual el viejo iba a dejar de serlo pronto porque para eso estaba Kenshi —habló Shin—. Y comparado con el viejo, es mejor, porque no tendrás a un pervertido viejo verde tras de ti, dudo muchísimo que Kenshi ponga su interés en ti. Pero mira el lado bueno, el hombre que le mató, Harold Wilson, también terminó muerto. —Se alzó de hombros—. Peor sería si siguiese vivito y coleando.

Klaus bajó la cabeza, ocultándole entre sus rodillas ante la mención de la muerte del militar americano. Volsk no perdió vista de eso. Por lo general nadie reaccionaba con tanta congoja a la muerte de un desconocido... a menos que estuvieras directamente involucrado...

Su primer asesinato..., pensó Vlad.

Yuki aún no parecía consciente de eso. Suspiró.

—Pero…, si él va a estar por aquí… —Señaló a Vladimir—, tienes que decirle a Otto…, em… a Kenshi… —Aún era difícil creer que el hombre estaba muerto, que ahora seria Kenshi quien estuviera al mando—. No creo que le guste que desconocidos anden por aquí…, a Ottori no le gustaba.

—Tal padre, tal hijo, ¿eh? —Se burló Shin. Negó con la cabeza—. Ya dije que no le he visto. Con todo esto, no creo que pase mucho tiempo en la casa, así que Volsk puede colarse tranquilamente. —Se cruzó de brazos—. Al menos hasta que se calme un poco todo desde el ataque. Por ahora, enfoquémonos en cómo vas a recuperarte.

Volvieron a mirar a Vlad.

Ah, sí. Por ahora lo que puedo recomendarte es que te tomes un antiviral, eso ayudará a tus glóbulos a combatir lo que sea que están combatiendo. También hay que cuidar muy bien de tu herida para que no se infecte y quiero sacarte algo de sangre... A ambos de hecho —dijo mirando a Yuki y Klaus—. Así descartaremos cualquier otro inconveniente, y como dije hace rato, quisiera una muestra de tu semen.

—¿Es realmente necesario? —Klaus parecía a punto de hacer un puchero.

—Es justo y necesario. —Vlad frunció el ceño para sí mismo. Esa frase le salió demasiado natural... Resopló—. Yuki mencionó que era más espeso. Quisiera analizar su composición y compararlo con una muestra que no esté contaminada por el genoma D.

Yuki miró a Shin, éste lo miró de vuelta.

—¿Qué yo de a mis hijos? Estás loco. Que se saque él la muestra.

Yuki rodó los ojos. Ya sabía que Shin no iba a dar la muestra de semen para comparar. Se fijó en Vladimir.

—¿Qué es la D? ¿Por qué genoma D?

—Porque la A, la B y la C no estaban disponibles. —Se burló Shin.

Vladimir también ignoró a Shin.

—"Drakon" —dijo en ruso—. En inglés es "Dragon". El genoma Dragón.

—Ja. Entonces el apodo estaba bien —dijo Shin a Klaus.

Yuki ladeó la cabeza.

—¿Qué es exactamente? ¿Por qué…? —Miró a Klaus, en especifico sus escamas— ¿…le hace así?

—El genoma D es una combinación de varios ADN de animales, sobre todo de reptiles: cocodrilos, dragones de Komodo, algunas lagartijas pero también hay extractos de algunos mamíferos como los murciélagos. Fueron todas combinadas en un suero que se inyecta directamente a la intravenosa del sujeto.

—¿De dónde salió la idea de hacer algo así? —Una idea pasó por la cabeza de Yuki al acordarse de algo—. Klaus… —Yuki miró al menor y luego al ruso—. No se lo llevará… ¿verdad?

Shin bufó. Yuki era tan ingenuo. Si en realidad supiera lo que el ruso le había dicho el día anterior.

Klaus entrecerró los ojos mirando fijamente a Vladimir.

—No tengo planeado eso por ahora. —No era un verdadera mentira—. El genoma fue creado con la intención de hacer hombres más fuertes, resistentes, veloces, invencibles...

—Súper-solados —interrumpió Klaus—. Es lo que dijeron los americanos durante la fiesta —dijo a Yuki.

—Sí, súper-soldados. Podría decirse de esa manera —aceptó Vladimir—. No hay nada más fuerte que un dragón. Así lo dicen las leyendas.

Jim interrumpió antes de que Yuki pudiera decir algo. Traía una bandeja con varios platos, dejándola a un lado de la cama de Yuki. El chico podía apreciar el bol con onigiri, sashimi, otro con miso y tamagoyaki. Fue entonces que su estomago rugió. No había comido nada desde ayer.

—Supuse que tendrías hambre. La cocinera, Masami, ha preparado un gran banquete para los soldados heridos. Te he traído un poco.

—¿Hubo muchos heridos? —preguntó, mientras intentaba incorporarse. Shin de inmediato se acercó para ayudarle y que no hiciera esfuerzo—. ¿Qué hora es?

—Algo. Son pasados las 11 del día. ¿Podrás comer esto? Shin mencionó que algunos platillos te dan nauseas…

—No, estoy bien con eso. Gracias.

Jim asintió, enfocándose en los demás hombres.

—¿Han solucionado algo?

—Sí. Llegamos a la conclusión de que Yuki necesita mucho reposo —dijo Vladimir mientras anotaba cosas en su libreta—. Reposo absoluto —le remarcó a Yuki—. Déjame tomarte una muestra de sangre antes de que comas. —Acercó su maletín para sacar todo lo necesario—. Sólo será un piquete. —Klaus bufó ante eso. Después de llenar un par de botellitas con la sangre, guardó todo y le dejó a Yuki un algodón con alcohol en el brazo—. Espera cinco minutos antes de sacártelo. Klaus, tu turno.

—No quiero. —Se abrazó las piernas al pecho, al parecer esa era su pose defensiva.

Jim se le acercó.

—¿Qué está mal? —Bajó la voz—. ¿Es por ser él? ¿Quieres que sea yo quien extraiga la sangre?

El ruso suspiró.

—Le tiene miedo a las agujas. —Se pasó la mano por la cara—. Es una fobia con la que he tenido que lidiar desde que era pequeño. Puedes tomarle la mano a alguien, sabes que si te la saco yo no te va a doler. Prometo usar la aguja pequeña.

Klaus le devolvió una mirada insegura. Después de pensarlo, asintió vacilante. Jim se quedó al lado de Klaus tomándole de la mano, el pelinegro apartó la vista. Al cabo de unos segundos, Vladimir retiró la aguja y puso el mismo algodón en el brazo de Klaus.

—¿Ves? Eso fue todo. Ahora necesito la otra muestra. —Le alcanzó un vaso a Klaus—. Anda, te esperaré aquí.

Klaus, reticente, tomó el vaso y dándole una mirada a Yuki asegurándose de que estuviera bien, salió de la habitación de Yuki hasta la suya en frente.

Yuki tomó un onigiri, dándole un mordisco y suspirando de alivio cuando lo tragó y se asentó en su estomago.

—¿Cómo está todo por allá afuera? —Fue Shin quien preguntó al negro.

—Algo calmado. Y solitario. Todos fueron a despedir a Ottori durante la ceremonia, así que casi no hay muchos. Solo algunas enfermeras y doctores cuidando de los heridos.

—El enano debe estar devastado. —Jim no entendió a quién se refería Shin—. Kenshi.

—Ah, lo vi esta madrugada pero…, no, no se ve como tal. No tiene pinta de lamentar la muerte de su padre.

—Ser insensible. —La voz de Shin era burlesca.

—Ha ordenado a varios generales llevar ante el Emperador a Akira-san.

Eso llamó la atención de Yuki.

—¿Akira-san? ¿Por qué?

Shin suspiró.

—Debí haber matado al bastardo cuando tuve la oportunidad. Akira era quien vendía información a los americanos.

Yuki se atragantó con un poco de arroz. Jim le dio a beber agua para que se calmara. Su voz sonó ronca al hablar.

—¿Cómo? ¡Pero si era uno de los más cercanos a Ottori!

—Me parece que el viejo no supo ver quién era leal y quién no, o los americanos supieron mantener bien la atención de Akira como para traicionar.

Yuki se giró a Vladimir cuando recordó algo.

—Creo… Usted debería tener cuidado… En una fiesta americana a la que nos infiltramos, Klaus se hizo pasar por usted. —No sabía por qué le advertía teniendo en cuenta lo que le había hecho a Klaus, pero no pudo evitar no hacerlo.

—Así que sí fui a la supuesta fiesta. —Para sorpresa del castaño a Vladimir le hizo gracia—. Hace semanas recibí una notificación de que gracias a mi asistencia a una fiesta nuevos fondos llegaron para mi investigación. No reporté que eso era falso porque significaba más dinero para el laboratorio pero me estaba preguntando quién se hizo pasar por mí. ¿Qué les dijeron a los americanos? —preguntó curioso.

—Bueno, fue Klaus quien habló. —Yuki le hizo un pequeño resumen de la fiesta; los temas que hablaron, lo que le preguntaron a Klaus y demás—. Fue un alivio cuando nos fuimos después. Dijo que ya se estaba quedando sin respuestas…, pero no es eso a lo que me refería. Hubo un tipo, según nos contaron –no iba a delatar la presencia de Angie– que se interesó luego mucho por su nombre… —Yuki negó—. He olvidado cómo se llamaba, pero tenía el cargo de Mayor. Él…daba miedo. Intimidaba. Podría ser peligroso.

Vlad le restó importancia.

—No tiene un cargo importante. Si busca información mía no podrá conseguir mucho y dado que la expedición que estoy haciendo no está en ningún archivo, no podrán encontrarme tampoco.

Continuaron hablando un poco más; de los cuidados que debería tener Yuki, de lo que sucedía afuera, Shin de vez en cuando hacía algún comentario tonto por lo cual era ignorado. Al cabo de media hora Klaus volvió al cuarto con las mejillas arreboladas y los ojos fijos en el suelo. Le extendió el frasco a Vladimir sin mirarlo.

—Para ser un adolescente en pleno desastre hormonal tardaste mucho. —Aceptó el vaso, lo cubrió improvisadamente con un guante de goma para guardarlo en su maletín.

—Otros adolescentes no tienen que lidiar con el conflicto emocional de tener dos penes —le gruñó Klaus.

—Touché —le concedió Vlad. Ese era un punto válido—. Analizaré la sangre y el semen. Si Yuki no mejora durante la semana tendremos que tomar otras medidas. Como dije: reposo absoluto. —Le volvió a advertir a Yuki.

Yuki asintió, bebiendo un poco de la sopa.

—¿Le acompaño de vuelta al bar, doctor? —Se ofreció Jim, solicito.

—¿Seguro?

—Claro, no hay problema. —Jim se estiró un poco—. De todas maneras, tengo que encargarme del bar.

—Vamos entonces. —Aceptó el mayor—. Volveré mañana —anunció a los jóvenes antes de irse con Jim.

Jim y Vladimir se despidieron, caminando por los pasillos y salieron de los nexos al exterior. Jim iba preguntando a Vladimir sobre el genoma, atravesando los terrenos. Para su sorpresa, ya había comenzado a llegar los demás sirvientes, guardias y trabajadores, ya que había un grupo cercano a la caballeriza a lo lejos y venían más atravesando la entrada principal, dividiéndose entre ir a la caballeriza, otros se dirigían allí a los nexos detrás de ellos, y otros tomaban el camino que Jim sabía dirigía a las cocinas. Otros seguían directo al camino que daba al pueblo, dejando claro que eran simples pueblerinos que fueron a despedir al anterior Señor Feudal.

—Oh, allí está el joven Kenshi… —Jim señaló a un joven vestido con un yukata enteramente negro, que bajaba de un hermoso caballo marrón con manchas blancas en las patas delanteras. Varios guardias se colocaron a su lado, hablándoles. Kenshi estaba de perfil, con la mirada en el caballo a quien hacia caricias en la cabeza.

Vladimir delineó la figura, los ojos azules mirando intensamente al joven. Cabello negro al igual que los ojos, piel tersa y blanca, labios finos, nariz respingada. Detalló cada centímetro de su humanidad.

—Es muy joven. ¿Él dirigirá la casa Feudal?

Kenshi dejó ir el caballo, que fue tomado por un sirviente y llevado al interior de las caballerizas. Luego comenzó a señalar secciones de los terrenos, al parecer dando órdenes, y al instante varios grupos se dispersaron, quedando otros pocos con él.

Jim asintió.

—Tengo entendido tiene unos 21 años. Pero sí. Creo que en unas semanas se hará una ceremonia donde le ascenderán a Señor Feudal, alguien debe encargarse del puesto pronto.

Los guardias con él se dispersaron, dejándolo solo. Dos jóvenes, físicamente idénticos y más altos que él se le acercaron, Kenshi marchándose con ellos hacia la casa principal. Su andar era seguro, firme y altivo.

—Todo un niño de alta cuna. —Se rió Vlad al ver la actitud de Kenshi. Hasta que el joven entró a la casa Vladimir no le quitó la mirada de encima, luego continuó caminando con Jim a su lado.


Nota Editora: En conmemoración a los 100 "Me gusta" en la página de Facebook, hoy daré este capítulo y el siguiente para ustedes. Se supone que estarían disponibles un par de horas antes, pero bueno, la patria y sus racionamientos de luz. Disfruten y no olviden dejar sus comentarios que siempre nos animan a seguir.