Los personajes de Brave 10 le pertenecen a Shimotsuki Kairi.


AU ambientado durante Brave 10 S.


7. Orgullo

De todo lo que Saizo sabía de Isanamí, sólo había algo que nunca creyó que ésta tendría: orgullo. Pero no era un orgullo como sinónimo de tener un gran ego —como en caso de varios Valientes—. No; era un orgullo que le daba el valor a la chica para proteger la memoria de Izumo, que mostró en su lucha contra Okuni, o de enfrentarse a Jinpachi para que éste dejara de decirle «cara de bebé» —que no tenía nada de malo, de hecho, pero a la sacerdotisa eso le molestaba muchísimo—. También ese orgullo para encarar a su mayor miedo, Hanzo, y pedirle... no, exigirle, que nunca más volviera a hacer broma del hogar que le quitó —y eso ya era decir mucho porque Isanami estaba enfrentándose a la pesadilla que aún no podía superar— o de, incluso, decirle a él, a su Luz, que era un estúpido y un ninja de pacotilla cuando accidentalmente el ninja hizo mención de la palabra prohibida.

—Tenemos que protegerte, Isanami.

Saizo no lo había querido decir con tono de superioridad; de hecho quiso decirlo sonando como el líder que se preocupa de los demás, especialmente de ella.

Pero Isanami no sintió las palabras ni como consuelo ni como preocupación y, con ojos fieros y dolidos, le encaró con toda la severidad que pudo juntar. Saizo se sorprendió porque verla a ella de frente con esa mirada le... dolió en lugar de agradarle cuando lo hacía con los otros dos Valientes.

—No tienen que hacerlo. Ya soy fuerte, ¡yo puedo hacerlo por mí misma!

El ninja no lo negaba, porque Isanami les había dado la primera victoria y había demostrado, desde antes, ser fuerte a su manera. Pero algo en él aún no podía verla del mismo modo que Isanami decía ser.

—Isanami, se trata de los hombres de Date. Son tanto o peor que Hanzo...

—¡Pero yo puedo defenderme sola!

—No se trata de que puedas o no. Tenemos que protegerte y ya.

—¡Pero...!

—Isanami, entiende que se trata de ti y debemos protegerte...

La chica le vio con ojos más dolidos, al borde del llanto, y con ello Saizo supo que había metido la pata garrafalmente. Lo peor de todo es que ni siquiera pudo callarse y darle por su lado cuando Isanami lo abofeteó, dirigiéndose a él con voz quebradiza.

—No soy débil, Saizo, ni necesito que siempre me cuiden. ¡Ya no soy una niña! ¡Yo soy una Valiente también, estúpido ninja de pacotilla!

Saizo no pudo ir tras Isanami no porque no quisiera, sino porque era consciente de cuán dolida estaba por él, precisamente él: su Luz, la persona en quien confiaba ciegamente. Él le había herido su orgullo, la había menospreciado aunque fuese por su bienestar y fue incapaz de ver, por un momento, que Isanami era más que una sacerdotisa. Por eso la dejó ir, la dejó encerrarse en su habitación y no salir en todo el día, y la dejó desahogarse a su manera sin que él llegara y estropeara el esfuerzo que Isanami siempre daba para mejorar.

Ciertamente Isanami no era débil, pero a Saizo le costaba admitirlo y aceptarlo más allá de querer animar a la chica —obvio no iba a admitir que lo hacía con esas intenciones—, porque su trabajo era protegerla y si ella era fuerte ya no necesitaría de él. Saizo no quería que la sacerdotisa dejara de necesitarlo, de buscarlo y quererlo... de poder confiar en él, depender incluso, y animarlo con sonrisas en lugar de querer ser ella quien cargara con el pesar que sólo le correspondía a ella.

«Menudo lío...»

El ninja sobó su mejilla, buscando dónde irse a sentar y perder el tiempo un momento, pero sus intenciones se vieron prontamente desechadas cuando Hanzo se acercó, con esa sonrisa torcida y esos ojos arrogantes, hacia él.

—Hiciste enojar a la niña.

Aunque Saizo no tenía intenciones de discutir porque Hanzo era un caso perdido, cuando se trataba de Isanami parecía que era una obligación contrarrestar los comentarios que se le dirigían a la chica.

—¿Qué te importa si así fue?

—Bueno, me sorprende, considerando... —Hanzo sonrió, como siempre, con esa sonrisa que hacía que las entrañas de Saizo se retorcieran del coraje—, que la niña no parece ser alguien de carácter. Me dio esa impresión las veces que nos hemos visto.

No iba a caer en la provocación del mayor: Saizo ya sabía que Hanzo era un hijo de puta y no iba a caer en su juego, no iba a dejarse llevar por el coraje ni contestaría. Era el líder y tenía que actuar como uno aún si su ego como la Luz de Isanami podía más que como el líder de los Valientes.

Viendo que su juego no funcionaba —a medias—, Hanzo ensanchó su sonrisa y se hundió de hombros, viendo en dirección a dónde Isanami había corrido.

—Al menos sigue corriendo rápido. Con razón no la alcanzaban...

Y eso fue la gota que derramó el vaso. Hanzo era un ninja sin escrúpulos, un cabrón que gustaba de molestar, humillar y torturar a los demás. A Saizo le daba relativamente igual, pero cuando el pelirrojo se refería a Isanami de esa manera, el líder de los Valientes no podía quedarse callado. Cuando Hanzo se burlaba de Isanami, de su tragedia y de cuánto sufrió por su culpa —sin entender el propósito de seguir recordando el pasado siendo que ahora todos debían verlo como uno de los Valientes de Sanada—, Saizo hervía de la ira y buscaba proteger el orgullo destruido de esa niña, la poca felicidad que le quedaba y esa sonrisa que siempre se cuarteaba cuando recordaba al sacerdote que fue como un padre para ella.

Por eso Saizo no dudó en lanzársele a Hanzo, más que dispuesto a cortarle la lengua para que nunca más se refiriera ni a Isanami ni a ninguno de los Valientes con ese asqueroso cinismo que tanto aborrecía.*


—Esta tarde Saizo y Hattori pelearon —murmuró Ana, mientras cepillaba el cabello de Isanami.

La chica había sabido controlarse bastante bien, aunque la ninja de hielo sabía que algo había pasado desde que vio los ojos de su pequeña amiga. Aún así, no había querido decir nada al respecto hasta ese momento, porque tanto Ana como Isanami sabían que Saizo, aunque era gruñón, no solía ser tan impulsivo. Si se había peleado con Hanzo era por una razón que sobrepasaba los límites del líder

Ana sabía cuál era esa razón.

—... ¿y...y están...bien?

—Sí. Rokuro intervino —Ana esbozó una media sonrisa, reconociendo la pronta ansiedad en Isanami—. Dormirán hasta mañana, probablemente.

—Y-ya veo...

—Escuché que pelearon porque Hattori dijo algo de ti. —Isanami miró a Ana directamente a los ojos, viéndole con sorpresa. Ana sonrió más abiertamente—. A Saizo no le gusta que hablen de ti. Su orgullo lo hiere cuando te hieren a ti, Isanami.

—¿D-de veras...? —La chica se sonrojó, bajando la mirada.

—Tu orgullo también duele cuando él se preocupa de más, ¿cierto? —Isanami asintió, manteniendo la vista gacha—. Pero él es así. Desde que tú llegaste, le has dado razones para usar mejor sus habilidades.

—... pero yo soy... tú me dijiste que yo también puedo ser fuerte...

—Ser fuerte no significa que no puedas aceptar la ayuda de los demás —Ana depositó su mano en el hombro de Isanami—. Todos somos fuertes, pero en ocasiones necesitamos ayuda. Aún si decimos que podemos solos, siempre es bueno saber que puedes confiar en alguien más... saber que no estás solo.

Isanami volvió a asentir, viendo a Ana con una sonrisa y sus ojos llorosos.

—¿Cómo tú, verdad?

Ana asintió en respuesta.


Esa misma noche, poco después de que Ana terminara de peinarla, Isanami decidió salir un momento de su habitación, principalmente a tomar aire. No podía ir con Saizo ya que seguramente éste estaría noqueado por Rokuro, así que sólo caminó distraídamente, meditando la conversación con su amiga, con la mujer que los había traicionado y quien entendía mejor que sí misma lo que Isanami sentía. O al menos daba esa sensación.

Pronto Isanami se detuvo, tocando su horquilla, mirando hacia nada en particular.

Ella era fuerte, cada día se volvía más fuerte porque podía mantener a la Diosa bajo control, porque podía sonreír sin que le doliera que Hanzo estuviera deambulando por ahi y porque era capaz de hacer cosas que antes no podía como pelear con tessen. Pero que fuera fuerte no significaba que debía hacerlo todo ella sola, como Saizo se lo había hecho creer por su forma de ser, antes de que fuera el líder y se diera cuenta de sus errores. Isanami era fuerte, pero no debía hacerlo todo sola porque no estaba sola, ya no.

Así que sonriendo, la chica comenzó a pensar en las palabras que le diría a su Luz el día siguiente y se mentalizó para preparar muchos dangos y... hasta que Hanzo sonrió a sus espaldas, dejando que sus dedos trazaran su camino desde su hombro desnudo hasta su cuello, helándola del miedo.

Hanzo nunca había estado tan cerca de ella.**

—No deberías estar aquí a estas horas, pequeña sacerdotisa.

Isanami sonrió, girando rápidamente para apartarse de Hanzo. Su sonrisa, aunque temblaba, lucía más natural que otras veces.

—Quería tomar aire. Buenas noches.

Hanzo retuvo a Isanami sólo para molestarla e intimidarla, aprovechando que nadie los interrumpiría. Ver a Isanami asustada, justo como la primera vez que se conocieron, era de alguna forma placentero, divertido, encantador.

—Entonces tomemos aire los dos...

—G-gracias... pero no. Ya es noche.

—Insisto.

—Debo insistir en negarme.

El ninja liberó a la chica, manteniendo su fiera mirada de cazador en ella. Isanami le dedicó una reverencia antes de alejarse, caminando enderezada, con un porte digno no de una niña, sino de una señorita orgullosa y vivaz.

Hanzo, sin embargo, no se imaginaba que esa señorita que veía alejarse con porte orgulloso, que lo había encarado con casi nulo miedo y que le había hablado con bastantes modales, terminaría metiéndose en la habitación de Saizo, acurrucándose en el futón del hombre, porque el miedo había superado su ego y quién mejor que su Luz para protegerla del lunático Valiente de Fuego.

Saizo no hizo comentario alguno cuando despertó, a la mañana siguiente, con una fuerte migraña y lo primero que vio fue a Isanami hecha bolita bajo la manta, con una pierna estiraba sobre el estómago del líder de los Valientes. Aún estaba demasiado mareado como para carburar qué rayos había pasado... y de seguro el coraje se le había pasado a la chica bastante rápido, ya que para ir a dormir con él cuando éste había herido su orgullo horas atrás, sólo significaba que Isanami ya lo había perdonado.

Eso estaba bien.***


* Me agrada Hanzo, pero al mismo tiempo lo odio por lo que le hizo a mi beba hermosa TwT, y entre ratos se ve que a Saizo también ve cae mal por todo lo que éste también le hizo a Ana.

** En el manga no recuerdo que hubiera cercanía de estos dos, por eso no sé cómo reaccionarían ambos estando juntos así que ahí hice el intento... a ver qué tal quedó.

*** A pesar de que se mencionaran otros personajes y hubo una clara interacción de Isanami con Hanzo y Ana, la cercanía que ésta tiene con Saizo nunca podrá ser superada. El Saizanami gana siempre (?)


Sofy-Chan X3: gracias por tu paciencia uwu, ya por fin pude actualizar, y pues, a ver qué tal te parece este capítulo.

Kiryhara: menos mal no soy la única malpensada xD. Y weno, pues aquí está el nuevo capítulo~


Pues sí, como habrán notado, esta vez sí me tomó más tiempo actualizar el capítulo ya que se me juntaron salidas y fiestas xD, pero por fin aquí está el nuevo capítulo. Espero les guste ^^