Capítulo 33

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Vladimir voluntariamente se fue del camarote del capitán, a saber lo que podría hacerle el dragón si Baron volvía a intentar tocarlo porque sabía que el marinero volvería a intentarlo. Algo que tenían los marinos era perseverancia y tozudez, y el capitán no era ajeno a eso. No queriendo volver a intoxicarse con el excesivamente dulce olor de Jim, prefirió intentar encontrar un camarote desocupado, Smith a regañadientes le llevó a uno que era poco usado porque era extremadamente caliente al estar cerca del cuarto de máquinas, a Vladimir ese detalle le vino de perlas. El día lo pasaba fuera del camarote intentando concentrarse en cualquier otra cosa, durante la noche el cuarto estaba agradablemente caliente y el ruido de máquinas era el mínimo pues sólo un hombre se quedaba de guardia para mantener en correcto funcionamiento todo.

A mitad de travesía tuvieron que parar en Hawái como la primera vez, pasaron la noche en la isla. Nada fuera de lo común; ayudaron a descargar y cargar un par de cosas, a la mañana siguiente el barco volvió a zarpar. Dos semanas más de viaje.

El ruso aprovechó ese tiempo para reanudar el diario de investigación que tenía sobre el genoma D. Klaus gruñó y amenazó porque no quería cooperar para nada con esa investigación, fue peor cuando intentó persuadir a Yuki para que cooperara, tuvieron una fuerte pelea por eso pero al final, por persuasión de Jim y Yuki, lograron que Klaus cooperara con Vladimir –en lo que cabe– y prometiendo que no se le iba a acercar con agujas.

Más de uno se alegró de por fin tocar tierra, los dragones particularmente descubrieron que la vida en el mar no era para ellos. Baron intentó un último movimiento cuando estaban desembarcando llevándose a Vladimir aparte y hablándole galante intentó decirle que cuando él quisiera estaría disponible y que si realmente iba a romper el compromiso podría regresar cuando quisiera. Inclinándose intentó darle un beso de despedida pero el ruso se apartó dándole la mano como despedida, como haría con cualquier otro hombre.

Yuki desembarcó con Klaus, totalmente feliz de volver a su tierra y ver a varios pescadores y campesinos que reconoció del pueblo. Shin les seguía cargando el equipaje, Jim atrás despidiéndose de algunos hombres, sobre todo Silver. Kenshi salió en cuanto fue avisado de que habían llegado, reunió sus cosas y se apresuró en bajar del barco. Allí se las arregló para que les proporcionaran un carruaje que les llevarían a la casa feudal. Ansiaba darse un baño profundo. Para llegar a la casa Feudal tenían que pasar por el pueblo primero, Shin y Jim aprovecharon de quedarse, Vladimir estuvo a punto de bajarse con él pero Klaus le retuvo de la muñeca impidiendo que el ruso se fuera, además el resto de las cosas de Vladimir estaban en el cuarto de Kenshi, de todos modos tendría que ir ahí para recogerlo todo.

Al llegar a los terrenos de la casa fueron recibidos por todos los sirvientes, Wen y los gemelos Kuma y Kaoru los esperaban en la entrada. Apenas el carruaje se detuvo los sirvientes se dispusieron a descargar todo el equipaje mientras que los gemelos se ocupaban de ayudar a los recién llegados de desmontar.

Kenshi fue el primero en bajarse, apenas dando un leve saludo a los gemelos y Wen. Yuki bajó luego, apoyándose en el carruaje debido a la panza que tenía.

—Sean bienvenidos. —Wen ayudó a Yuki para que no hiciera gran esfuerzo—. ¿Cómo estuvo su viaje?

—Se diría que bien —le respondió el castaño.

Vladimir bajó después de Yuki, asegurándose de que estuviera bien.

—No me molesto si no vuelvo a pisar tierra americana lo que me queda de vida —se quejó Klaus desde el interior del carruaje. Fue el último del grupo en bajar. Desde la última vez que Wen lo vio Klaus había cambiado, aparte del obvio cambio en el largo de su cabello algo en su mirada era hipnotizante casi feroz, los músculos bajo la ropa resaltaban más que antes, sus facciones maduraron a las de un joven adulto.

—S-sí, es un lugar horrible especialmente en esta época —casi tartamudeó el joven, mirando a Klaus con una expresión que podía ser de embelesamiento.

Kenshi frunció el ceño al verlo y le dio un leve empujón, murmurándole algo que parecía mandarín antes de volverse y emprender camino a la casa principal.

Yuki le agradeció a Vladimir con un gesto, no habiéndose fijado en Wen hasta ahora.

—¿No ha sucedido nada desde que estuvimos fuera?

Wen salió de su ensimismamiento y miró a Yuki.

—Em, no. Ha estado todo tranquilo. Salvo la llegada de la primavera. —Giró la vista hacia los árboles de cerezos a la distancia—. Me alegro que hayan vuelto.

—Es bueno estar de vuelta —le agradeció Klaus con una sonrisa. Tomó la mano de Yuki encaminándose dentro de la casa y dejando a un Wen embobado a su paso. Kuma y Kaoru se dieron una mirada cómplice.

—Kuma, Kaoru —les llamó el ruso—. ¿Me ayudan a empacar mis cosas? —Los gemelos le miraron un momento y luego a Kenshi buscando una explicación.

Pero Kenshi solo les ignoró mientras se sacaba el calzado y se internaba en la casa.

—¡Wen! —le llamó.

El chino salió de su ensoñación y se giró para seguir a Kenshi.

—Kuma, Kaoru, les encargo el resto —alcanzó a decirles de paso.

—¿Qué fue lo que hizo ahora? —preguntó Kaoru en seguida, mirando acusadoramente al ruso. Kuma fue menos impulsivo pero de todos modos su expresión decía lo mismo que su hermano.

Vladimir se encogió de hombros, apático.

—Iré a recoger mis cosas del cuarto de Kenshi. —Los gemelos se miraron, impactados era una buena palabra para describir lo que sentían. En el poco tiempo que llevaban conociendo al europeo sabían que esa actitud decaída y poco interesada no era común en él, y realmente se preocuparon, algo ocurrió en ese viaje y lo iban a averiguar de un modo u otro.

—Acomodaremos uno de los cuartos de invitados.

—Nosotros nos encargaremos.

Con eso, los tres terminaron por entrar a la casa. Vlad agradeció el buen gesto del par.

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El resto del día Wen y Kenshi se mantuvieron en su despacho hasta muy tarde, cuando el japonés tomó un largo baño y apenas una ligera cena. No permitió que los gemelos le molestarán y fue a dormirse temprano.

Yuki respiró hondo cuando había entrado al cuarto que ya había comenzado a extrañar y durmió una siesta pequeña hasta que fue despertado para que comiera un poco. Wen los invitó a cenar con él debido a que Kenshi optó hacerlo solo aparte. El chico fue listo al evitar hacer muchas preguntas respecto al viaje en América.

—¿Crees que pueda volver a mi rutina de entrenamiento? —preguntó el alemán a Yuki, nuevamente se le dificultaba usar los palillos pues en el campamento y el barco usaban los cubiertos europeos—. En el campamento la dejé de lado por completo y creo que ya estoy lo suficiente recuperado.

—No creo que sea problema.

—¿Qué clase de entrenamiento? —se interesó Wen.

—Antes del viaje Yuki me enseñaba algunas técnicas de Tai Chong...

Wen sonrió.

—Oh, sé algo de esas técnicas. Probablemente no tanto como un samurái —dijo mirando al castaño—, pero estando Yuki en el estado en que esta... —Hizo un leve gesto a la notable panza— yo podría suplantarle. Si no le es molestia...

Yuki lo pensó. Por un lado, Wen era una buena persona y siempre fue amable contrario a Kenshi los pocos veranos que había ido allí cuando Yuki servía a Ottori. Pero por el otro, Wen era un tipo atractivo y la idea de que Klaus y él pasaran tiempo juntos... No, sería como repetir lo sucedido con aquella mujer y él quería confiar en Klaus. No iba a dejar que esos pensamientos le dominarán de nuevo.

—Me parece que no es mala idea. Si Wen-san sabe algunas técnicas, podría instruirte en mi lugar.

Wen sonrió aún más, contento, girando a ver a Klaus.

—¿Qué dices?

—Por mí no hay problema, aunque tenemos que hacer una sesión de prueba. No tengo idea que tanto bajó mi nivel en este tiempo. —Se le resbaló un pedazo de sushi de los palillos salpicando la salsa de soja—. Shit. Odio estas cosas.

Wen y Yuki rieron.

—¿Qué te parece pasado mañana? Tengo que ayudar a Kenshi a ponerse al día así que no podré estar disponible el día de mañana.

Yuki pareció pensativo. Luego puso una expresión preocupada.

—Oh, mejor al otro día de ese. Si no me equivoco, pasado mañana es martes 13. Es día de mala suerte. —Yuki negó fervientemente—. Por favor, no practiquen ese día.

—¿Crees en esas cosas? —Wen parecía sorprendido.

—Sí, mucho. —Ahora, les miró serio—. No quiero que practiquen ese día.

—Bueno..., supongo que no hay problema en posponerlo —aceptó Wen.

—Tonterías —menospreció el alemán—. Eso es sólo una tonta superstición, no existe tal cosa como la mala suerte.

Yuki fulminó a Klaus con la mirada.

—Klaus Wolfhart. No son tontas supersticiones, son reales. Cosas malas suceden ese día —le señaló con su palillo—. Si te atreves a practicar ese día o hacer algo peligroso tenlo por seguro que me molestaré mucho contigo. Es mejor que nos mantengamos tranquilos ese día.

El menor con el ceño fruncido aceptó, no le quedaba de otra. Un Yuki molesto significaba "no sexo" y eso definitivamente no era algo que le agradara.

—Bien.

Yuki también asintió y siguió comiendo. Wen había observado todo en silencio, divertido y un poco entristecido. Realmente parecían una pareja, a pesar de esa pequeña discusión. No albergaba muchas esperanzas respecto a Klaus pero aún así deseaba pasar tiempo con él.

Terminando la comida todos se fueron a acostar temprano, exhaustos de tan largo y estresante viaje. La mañana siguiente se vislumbró un poco más prometedora. Klaus ese día salió al patio para probar sus alas, si bien durante la emboscada en el puerto había volado un poco eso no probaba si su ala estaba en óptimas condiciones pues sólo voló un par de metros y planeó de un lugar al otro, hoy iba a volver a su rutina de vuelo, esa que con tanto esmero practicó durante sus primero días en Japón.

Sin embargo, Klaus no sabía que Wen a veces le veía desde lejos. Se decepcionaba cuando alcanzaba un punto que le era difícil observarlo, y se decepcionó aún más en el momento en que Kenshi le hizo volver al despacho que antes era de Ottori para volver a ponerlo al corriente de aquellas semanas que pasó fuera. Realmente deseaba seguir admirando esa parte tan exótica que poseía el alemán, verle hacer volteretas e intentar imaginar cómo sería estar ahí en el cielo con él. Suponía debía ser algo fantástico.

Jim y Shin regresaron a la casa ese día para acompañar a Yuki, el negro sobre todo a Vladimir. Aprovechó de poder usar su propia despensa para llevarle unos pastelitos de chocolate al ruso que esperaba le alegrara un poco el humor. Para el almuerzo Kenshi liberó a Wen y partió al pueblo, momento en que el chino aprovechó para invitar a todos a almorzar, incluido Jim y Shin. Vladimir intentó llevarse de vuelta sus cosas a la posada pero en el momento en que Jim fue a ayudarle a llenar las maletas no las encontraron por ninguna parte, decidiendo que lo harían en otro momento se fueron, por supuesto todo era obra de los gemelos que no iban a dejar el tema tan fácilmente.

Kenshi volvió en la tarde, casi al punto de anochecer. Fue directo a su habitación, más no fue tanta la sorpresa al encontrar que lo esperaban dentro. Era algo que esperaba pasaría al llegar.

—¿Qué quieren? Mmh. Lo que sea, háganlo después. Quiero un baño. —Caminó hacia su armario.

Los gemelos prepararon lo pedido sin decir nada, hicieron todo, desde ayudar a Kenshi a desvestirse mientras preparaban el baño hasta tallar su cuerpo y pelo. Durante ese momento ninguno dijo nada, Kuma y Kaoru no dejaban de darse miradas y al mismo tiempo mirar fijamente a Kenshi, todo con la maliciosa intención de ponerlo incómodo y que terminara explotando, esa siempre era la mejor manera de hacerlo hablar.

No funcionó durante unos minutos, minutos en los que la mente del joven parecía estar en otro lugar. Hubo momentos en que solo actuaba como autómata. No obstante, la insistencia y fuerza de dichas miradas lograron atraerlo a tierra, y lentamente el volcán en su interior comenzaba a despertar. A la final, hizo erupción.

—¡Bien, ya! Estoy harto de esas miradas. Qué demonios. —Salió de la bañera y se colocó una bata encima de forma ruda—. Todo se fue al infierno. Cancelaré el maldito compromiso. Se acabó.

El par presentó diferentes niveles de sorpresa pero cuando se compusieron fueron tras Kenshi, al entrar al cuarto ayudaron al menor a secarse y vestirse.

—Lo sabemos. El ruso nos lo dijo —dijo Kaoru, pasando una toalla por el cuerpo de Kenshi.

—La pregunta es ¿por qué? —secundó Kuma, buscando un yukata limpio en el armario.

—Es lo mejor. Esto nunca iría a funcionar, era soñar demasiado, fantasear con algo que era muy contrario a la realidad. —Apartó el rostro—. Él lo agradecerá a futuro.

Kuma y Kaoru se dieron una mirada de entendimiento.

—Ya sabemos quién tiene la culpa —sentenciaron los dos al mismo tiempo mirando a Kenshi.

—Es lo más estúpido...

—Que te hemos escuchado decir...

—Desde la vez que dijiste que Haruka-san y tú son almas gemelas.

—Ah, ¿entonces yo tengo la culpa? —Se separó de ellos, caminando por la estancia—. No saben nada, no estuvieron allí. ¡Se ponen de su lado! ¿En verdad creen que algo habría funcionado? ¡Con él! De todas las personas, él. No tenemos nada en común, peleamos todo el maldito tiempo. Por lo menos Aiko-chan no me sería un grano en el culo.

—La princesa Aiko en comparación a Volsk-san sería una esposa adecuada —empezó Kaoru.

—Aburrida —dijo Kuma.

—Sumisa.

—Con una vida marital insatisfactoria.

—Y como resultado un hijo...

—El cual probablemente tenga la misma deficiencia de amor familiar que tú...

—Quizás hasta termines tan amargado como tu padre —puyó Kaoru.

—Al menos no crecí viendo a mis padres pelear, o peor, quizás llegando al punto de odiarse y querer matarse el uno al otro. —Tenía una sonrisa irónica—. No lo necesito. Los tengo a ustedes, y tendré a mi futuro hijo.

—Según recuerdo, Volsk-san iba a darte un hijo legítimo.

—Más importante que eso. Él te ama...

—¿Eres tan ciego que no te das cuenta de que ese extranjero se muere por ti?

—Literalmente.

—Pues no lo parece porque no dudó ni un minuto en irse a los brazos de la babosa de mar. —Al ver que no comprendieron—. El idiota del capitán del barco. Y me demuestra que en realidad tiene pésimo gusto, porque lo que le sobra de altura le falta de cerebro a ese capitán. —Fue a acostarse, visiblemente molesto recordando dichas escenas vividas en el barco. En verdad que fue algo desagradable.

—¿Eso fue antes o después de que lo mandaras a freír espárragos? —Los gemelos se sentaron al lado del futón de Kenshi, cada uno a un lado, Kuma en el izquierdo y Kaoru en el derecho.

—Después. —Kenshi se recostó, teniendo frente a él la vista del techo de su habitación.

El gemelo mayor, Kuma, rodó los ojos. Kaoru prefirió ser más comprensivo.

—Heriste a Volsk-san. Rompiste un compromiso el cual no es fácil de lograr en primer lugar. Dime que al menos le diste una buena razón para romper el compromiso.

—Se fue apenas dije que iba a romperlo. No es mi problema si no quiso escuchar más.

Kuma le dio un jalón de pelo, bastante irritado por la actitud del pelinegro.

—¡Auch! —Kenshi se sobó la zona adolorida—. Ya basta. Tengo que hacer el viaje a la casa imperial mañana y tengo que dormir. Así que, o se callan si van a quedarse, o los echo del cuarto.

—Si con eso impedimos que eches a perder tu vida, entonces no dormirás en toda la noche. —Kaoru se sumó a la nueva actividad recreativa de molestar a Kenshi, el menor pataleó para que dejaran de molestarlo pero Kuma, tomando ventaja de su altura, lo inmovilizó mientras que su gemelo le atacaba con cosquillas.

—¡Kuma! ¡Kaoru! ¡Basta! —Se ahogaba entre risas, buscando obtener alguna oportunidad de sacárselos de encima—. ¡Acabaré con ustedes, sabandijas!

Los gemelos se detuvieron dejando a un desmadejado Kenshi entre ambos, cuando el menor los miró ambos tenían una mirada preocupada, Kaoru particularmente mostraba una sonrisa apagada.

—Por favor Kenshi, no dejes ir lo mejor que te ha pasado.

—Volviste a sonreír cuando el ruso entró en tu vida.

—Queremos verte feliz—completaron al mismo tiempo.

—Qué dramáticos son. —Kenshi suspiró hondo, rodando los ojos—. Todo irá bien, ya dejen el tema.

—Jamás osaríamos en quitarte tu título de reina del drama —bromeó Kuma.

Ellos volvieron a acomodar a Kenshi en el futón, Kaoru lo arropó y le dio un beso en la frente de buenas noches mientras que Kuma le despeinó el cabello como despedida. Salieron de la habitación dejando a Kenshi dormir.

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Como muchas otras noches, Vladimir casi no había dormido, en vista de que estaba despierto desde muy temprano optó por avanzar en alguna de sus investigaciones. Gracias a eso el tiempo se pasó lo suficiente rápido, más de la cuenta porque incluso se le pasó la hora de desayuno.

Pensando que si se acercaba a la cocina podría encontrar algo de comer, salió de la habitación de invitados. Cuando salió al pasillo exterior escuchó una discusión a lo lejos, pudo identificar las voces de Klaus y Yuki.

—Raro. —Esos dos pocas veces discutían, mucho menos con la intensidad con la que lo hacían, al acercarse a ellos fue entendiendo más de la discusión. Logró captar algo sobre que Klaus detuviera a Kenshi—. ¿Detenerlo de qué? —Eso le dio una mala sensación.

—¡De hacer ese viaje a la casa imperial! —Yuki exclamó. Su cara estaba sonrojada por el enojo y un brillo preocupado estaba en sus ojos.

—Ay, ya cállate. —Kenshi venia saliendo de las caballerizas con una hermosa yegua marrón, ya ensillada y preparada—. Son puras patrañas.

Wen, quieto a un lado, se giró a Vladimir.

—Hoy es martes 13. Se supone que es día de mala suerte. Yuki no quiere que Kenshi viaje hoy…

Un bufido le interrumpió, proveniente de Kenshi quien montaba la yegua.

—¡Es que no lo ve! Hasta su caballo enfermó hoy, por eso lleva este otro.

Katei debió comer alguna hierba que le sentó mal. Además, no desprestigies a Yoriku. —Kenshi acarició la crin del caballo—. Las hormonas te han puesto paranoico.

—Si a mí no me dejan volar o entrenar, a ti tampoco te pueden dejar salir. —Sin proponérselo, eso sonó como algo que un niño caprichoso diría—. ¡Bájate del caballo!

Kenshi le miró indiferente, luego alzó la mirada al cielo e instó al caballo a emprender marcha.

—No lo hagas. —Yuki avanzó tras él—. Puede ser peligroso. Cosas malas han pasado este día, ¡lo sabes!

—¿Por qué no vas a joder a otra persona? Eres insoportable. —Entonces, espoleó el caballo, apresurando la marcha.

—¡Espera! —Yuki echó a andar como pudo tras el caballo quien ya empezaba a tomar distancia y salía por la puerta principal.

—Quizás no pase nada malo. —Wen alzó la voz para que el castaño le oyera.

Yuki llegó jadeante a la puerta. Esa corta distancia le cansó cuando antes ni le hacía jadear. De verdad que ese estado le dejaba exhausto por nada. Miró tras de sí viendo a Klaus acercarse a él, por lo que luego devolvió la vista al camino por el que Kenshi iba cabalgando. ¡Pero qué idiota! ¿Cómo se le ocurre hacer caso omiso de su advertencia? ¿Es que no sabía que…?

—¡Klaus! —llamó luego de jadear, viendo horrorizado el camino.

A metros de distancia, antes de que la figura de Kenshi en el caballo desapareciera cuando girase a una esquina, el caballo comenzó a alterarse de forma brusca, deteniendo la marcha. Veía a Kenshi intentar controlar a la yegua, sin embargo, la yegua se alzó rudamente en sus dos patas traseras, tirando al japonés de su lomo. Cayó, rodando unos centímetros hasta detenerse, sin levantarse. El caballo salió corriendo lejos después.

Klaus salió corriendo al igual que Vladimir, con un par de palabras en ruso acordaron que Klaus iría por el caballo mientras Vladimir se arrodillaba a su lado. Intentando mantener la calma, comenzó a revisar a Kenshi intentando encontrar alguna herida. No quería moverlo mucho pues si había daño interno éste podría agravarse.

—¡Kenshi! Kenshi, ¿me oyes? —Tenía que despertarle, saber si el golpe en la cabeza era perjudicial pero el japonés no abría los ojos.

Wen iba tras ellos, hincándose al otro lado. Vio que había una herida en la frente del japonés, y la muñeca de la mano derecha doblada en un ángulo extraño. Sospechaba que Kenshi la usó para evitar que la caída fuera tan fuerte provocando una fractura. El cielo sabrá que otro daño tenía.

—Hay que llevarlo a la casa. Si no se le atiende no sabremos qué daños sufrió —instó al ruso.

—Dile a los gemelos que traigan mi maletín y algo con qué inmovilizar su brazo. —Le dio las instrucciones a Wen mientras él intentaba que Kenshi despertara, el joven vagamente hizo un gemido ahogado, eso era una buena señal—. Kenshi, necesito que te mantengas consciente.

Wen regresó lo más pronto posible a la casa a cumplir lo pedido. En ese tiempo Yuki se las arregló para llegar hasta el par, jadeante.

—¿Có...cómo...está?

Kenshi intentaba abrir los ojos pero había tanta luz. El dolor en su cabeza y costado eran insoportables. Lo gemelos llegaron junto al joven chino, Kaoru era el que más demostraba su preocupación mientras que Kuma intentaba serle útil a Vladimir.C el revuelo otros sirvientes de la casa se les acercaron, Yuki mencionó que Klaus fue por la yegua y algunos de los hombres fueron a ayudarle.

Kaoru le hablaba suavemente a Kenshi intentando mantenerlo despierto, tal y como Vladimir le dijo mientras que Kuma lo ayudaba a inmovilizarle la muñeca, con un tanteo superficial el ruso notó una costilla rota. Con mucho cuidado cargaron a Ottori entre cuatro personas, siempre intentando hacerle el menor daño posible para trasladarlo dentro de la casa.

Los esfuerzos por mantener despierto a Kenshi no sirvieron de mucho, a los minutos se rindió y dejó envolver por la oscuridad de nuevo. Yuki mandó a uno de sus compañeros a que avisara a Jim y Shin de lo ocurrido. Wen, por otro lado, se encargaba de que todo lo que el ruso necesitara fuera dispuesto al momento en una de las habitaciones cercanas. La de Kenshi estaba muy lejos como para llevarlo allí.

—Realmente tenías razón con lo del martes 13 —le comentó de paso Wen a Yuki.

—Pero no sabemos lo que pasó en realidad —le respondió—. El caballo se alteró de la nada, por lo que vi.

Vladimir trabajó con los gemelos y la ayuda de algunas mujeres, el ruso lamentaba no tener todo lo necesario a mano. Uno de los gemelos envió a un mensajero con una carta al centro sanatorio del pueblo para que apoyaran con la situación en la casa feudal, en la carta incluían todo lo que el ruso necesitaba.

Entrada la tarde los gemelos salieron del cuarto donde estaban Vladimir y Kenshi, avisaron a todos de que Kenshi aún no despertaba pero ya habían vendado y curado la mayoría de las heridas lo único que realmente preocupaba al ruso era la cabeza de Kenshi pues el corte no parecía muy profundo a pesar de la cantidad de sangre que había derramado, pero la fuerza del golpe era otro tema y no podría dar un diagnóstico adecuado hasta que el joven heredero despertara.

Cuando Klaus regresó con la yegua, esta fue puesta enseguida en las caballerizas. Los demás volvieron a su quehacer aunque siempre estaban al pendiente del estado de Kenshi y si se requería de algo. Jim y Shin llegaron al rato justo con un carruaje que traía una cruz roja, dentro los implementos que el ruso requirió.

Al entrar en la casa, se apresuraron a averiguar el estado del japonés, siendo Wen quien les asistió.

—Inconsciente. Sufrió una fractura en la muñeca derecha, también se rompió una costilla y una contusión en la cabeza.

—¿Es grave?

—No lo sabemos. Debe despertar para saberlo.

Wen se quedó afuera mientras que los otros dos entraban a la habitación. Dos pueblerinos traían paquetes con lo que el ruso pidió al lugar, dejándolo en una esquina.

—Vladimir. ¿Cómo está? ¿Crees que tarde en despertar? —habló el negro.

Uno de los pueblerinos dijo algo que Shin tuvo que interpretar.

—Hubo algunas cosas que pediste no lo tenían pero enviaron algo similar. Con los últimos ataques, los han usado en los heridos.

—Espero que no. —El ruso agradeciendo con un gesto de cabeza a los pueblerinos comenzó a trabajar con el material que le trajeron, poniéndole una férula al japonés en la muñeca e inyectándole unos antibióticos en el otro brazo, eso le ayudaría a prevenir cualquier infección.

Había detenido el sangrado de la cabeza pero ahora con los materiales que le trajeron pudo cerrarle la herida al japonés cociéndole tres puntos, puso una crema cicatrizante y vendó la herida que por suerte estaba en un lugar accesible.

—¿Descubrieron lo que asustó a al caballo?

—No. —Wen dijo desde la puerta para no estorbar mucho dentro—. Estuvieron buscando pero nada. Algunos de los hombres piensan que fue algún animal. Esa yegua es un poco asustadiza.

—¿Y le prepararon un caballo así en un día como este? —Shin se veía incrédulo y molesto.

—Kenshi fue quien la preparó en la madrugada. —Wen se alzó de hombros—. Él no cree en esas cosas.

—¡Esa caída pudo haberlo matado! Tiene suerte de contarla, por irónico que sea.

—Shin, ya no discutas. Lo que importa es que Kenshi despierte —regañó Jim—. ¿A dónde iba tan temprano?

Wen suspiró.

—A la casa imperial.

El ruso se pinchó el dedo con una de las agujas que usó al recogerlo todo, él no necesitaba preguntar por qué Kenshi quería ir a la casa imperial, ya sabía el motivo.

—¿Hace mucho que está inconsciente? —Jim prefirió cambiar el tema ahora que veía hacia dónde iba.

Wen echó una ojeada a través de la ventana.

—Creo que podría haber pasado una hora ya. Lo hizo apenas lo metimos dentro de la habitación.

—¿Y si no llega a despertar?

—Shin, cállate. —Jim le miró mal—. Lo hará. Seguro solo está en una etapa de sueño. Hay que dejarlo descansar.

A Vladimir se le escapó un gruñido. Ignorando la plática del trío, él en su interior continuó con la decepcionante línea de pensamiento de que Kenshi realmente quería romper el compromiso, vagamente se le cruzó el pensamiento de que si no hubiera sido por la intervención de Kenshi en el barco, esa noche Baron y él...

El dragón cortó esa idea de tajo, despreciando por completo al marino, él quería a Kenshi y a nadie más. Estaba harto de tanta pasividad, eso de que Kenshi los iba a dejar, ¡nunca! ¡Kenshi era suyo! No iba a dejar que nadie más lo tocara y si el japonés creía que se iba a librar tan fácilmente, estaba muy equivocado.

La intervención de Klaus fue el que sacó al dragón de sus ensoñaciones posesivamente enfermizas.

—Quiero que revises a Yuki, creo que no le hizo nada de bien la carrera que tuvo hasta el portón. —Con un gruñido, el ruso lo siguió. Shin fue con ellos preocupado por su hermano, Jim y Wen se quedaron con Kenshi.

En el otro lado de la casa, Yuki estaba recostado en el futón. Le costaba respirar, tenía mucho calor y se sentía bastante débil. En su fuero interno se regaño por haber corrido, olvidándose de que un bebé crecía en su cuerpo. La culpa comenzaba a corroerlo, también; si algo llegara a pasarle al bebé, no podría perdonárselo.

Vladimir llegó, enseguida comenzó a examinar a Yuki sin decir una palabra, Klaus estaba a su lado atento a todo lo que hacía y a las reacciones de Yuki.

—Está pálido —mencionó el alemán, Vladimir asintió—. Y creo que tiene algo de temperatura. —El ruso asintió de nuevo—. ¿El bebé está bien? ¿Cómo se encuentra Yuki?

—Klaus, o te callas o te sales de la habitación —le cortó el oji-azul irritado. Klaus le gruñó y se cruzó de brazos ante el regaño pero no volvió a hablar. Después de tantear el vientre de Yuki para constatar el estado del bebé, el ruso optó por hablar de nuevo—. ¿Recuerdas lo que te mencioné en tu primer trimestre? Con cada etapa de crecimiento, el bebé demandaría más energía y nutrientes de tu cuerpo. Tu cuerpo no produce todos los nutrientes que el bebé necesita y es por eso que el sexo entre ustedes es tan importante.

—Hacerlo es difícil —volvió a hablar Klaus—. Yuki se cansa mucho, tengo miedo de hacerle daño.

—Tendrán que ingeniárselas. —De entre las cosas que le trajeron los pueblerinos, sacó una bolsa de suero para inyectársela al japonés—. Te voy a poner esto, sólo evitará que llegues al punto de anemia. Necesitas de los nutrientes que el cuerpo de Klaus produce.

—Lo sé. —Yuki tomó un largo respiro—. Bus-buscaremos la forma de que yo pueda hacerlo sin agotarme. —Yuki tenía el rostro sonrojado—. Lo que me importa es el bebé. Sé que no debí esforzarme como lo hice en la mañana.

—Tan sólo serán unos meses más, luego podrás volver a tu rutina activa. —Trató de consolar Vladimir.

El castaño asintió.

—Gracias.

—No sé si debo sentirme tranquilo porque están diciendo que Klaus debe tener más sexo con mi hermano o no —habló Shin, que había permanecido en silencio todo ese rato.

—¿Eh? ¿Sigues aquí? —El ruso volteó a ver a Shin.

—Entró con nosotros ¿No te diste cuenta? —Vladimir se encogió de hombros—. No sueles ser tan despistado. ¿Es por lo de Kenshi?

—No ha despertado, ¿verdad? —Yuki preguntó, desanimado.

Fue Shin quien habló.

—No.

Yuki estiró la mano y logró atrapar la de Vladimir en un gesto esperaba fuera confortante.

—Todo va a mejorar. Y va a estar bien.

—Sé que lo va a estar— murmuró desganado el ruso, entonces Klaus comprendió.

—Es porque iba a la casa imperial —afirmó, Vladimir no le contradijo—. ¿Iba a romper el compromiso? ¿Por eso no escuchó razones? —Como suele decirse "el que calla, otorga".

—Pues, fíjate que eso no ha pasado. —Shin se cruzó de brazos—. Tal vez fue bueno que marchara hoy. O lo intentara. A la final, siguen igual en todos sentidos ya que no ha ido a ver al emperador.

Pero seguro lo hará cuando se recupere, pensó más no dijo Yuki.

—¿Por qué...lo hace? ¿Es por lo que pasó en el puerto americano? ¿Es esa la razón? —quiso saber Yuki.

—Dijo que no, pero ambos sabemos que ese fue el detonante. —Un gruñido se le escapó entre las palabras pero Klaus fue el único que lo notó.

—Pero...

—Es mejor dejarlo así —cortó Shin—. Es un mimado que solo piensa en sí mismo. Vayamos a comer algo, la comida nunca nos decepciona.

—Eres un glotón insensible, Shin. —Yuki regañó.

—Eso es exactamente lo que a ti te hace falta, en muchos sentidos —dijo el ruso, haciendo avergonzar a la pareja, eso le levantó el humor un poco. Quitándole el suero a Yuki, salió con Shin de la habitación—. Hagan buen uso de la tarde, después de todo nadie los espera.

En tanto la puerta se cerró, Yuki miró a Klaus. Carraspeó.

—Bueno... Creo... Yo... ¿Qué dices?

El pelinegro asintió.

—Creo que hay una postura que puede ayudarnos. —Acercándose a su pareja, comenzó a besarlo y acariciarlo, esas zonas sensibles que le hacían vibrar, al principio fueron lento, deshaciéndose de la ropa.

Cuando Klaus tuvo a Yuki desnudo, se inclinó sobre él para darle un poco de sexo oral, en ese tiempo habían aprendido que mientras más excitado estuviera Yuki, más fácil era la penetración.

Yuki se dejó envolver por la neblina de placer que la sensibilidad del embarazo le producía cada vez que Klaus le tocaba de aquella manera. Era en esos momentos que se alegraba de esperar un bebé: su cuerpo reaccionaba mucho más a los toques de su pareja. Hubo un momento en que ya estaba al borde que Klaus se colocó tras de él, su espalda contra el pecho del menor. Yuki viajó al cielo y volvió en tanto sintió a Klaus entrar en él después de prepararlo.

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En otro lado de la casa Vladimir volvió al cuarto de Kenshi, quería estar al tanto de su condición. Los gemelos continuaban al lado de Kenshi, fieles a su cuidado. Jim les trajo comida a los tres. Las horas pasaron sin que el japonés despertara. Varias veces Wen se acercaba para revisar el estado de su primo, encargándose él de sus obligaciones otra vez en su lugar. Jim de vez en cuando traía algo para que bebieran o comieran que fuera suave.

El sol ya se había ocultado, la noche acaeciendo sobre todo el país. Kenshi no se había movido ni despertado, solo el simple movimiento de su pecho indicaba que respiraba. Jim había vuelto para llevarse un par de tazas, cuando un verdadero movimiento se notó en el japonés: Kenshi comenzaba a intentar mover la cabeza, los parpados temblando como si quisieran abrirse.

Vladimir ahora era el único que estaba a su lado, los gemelos se habían retirado prometiendo volver cada hora por si alguno de los dos necesitaba algo. El ruso estaba acostado al lado de Kenshi envuelto en un futón que los hermanos le dejaron para pasar la noche.

Gracias a que tenía el sueño ligero pudo sentir el momento en el que Kenshi comenzó a removerse. Espabilándose, comenzó a revisarlo.

—Kenshi, ¿puedes oírme? ¿Te duele algo?

—… ¿Vl…ad…? —¿Era su voz, verdad? ¿Dónde estaba, qué pasó? Si el cráneo dejara de martillearle, quizás podría pensar mejor—. La…cab…eza… Du…ele mucho…

—¿Cómo te llamas? —Comenzó con las preguntas de rutina, debía saber qué tanto le había afectado el golpe—. ¿Qué edad tienes? ¿Qué es lo último que recuerdas?

—Ottori…Kenshi… —murmuró. Intentó identificar en que parte le dolía, y supuso que era en la zona frontal izquierda de la cabeza. También la trasera… En todos lados—. 21 años… Y… y… —¿Lo último que recordaba? ¿Qué era lo último? Solo veía blanco. Cuando abrió los ojos, al menos en pequeñas rendijas, notó que estaba en un cuarto. Lo reconocía—. ¿Cuándo…volvimos a Japón…? Haruto… Haruto iba… a hacer una fiesta… —Su expresión era pensativa.

El ruso se quedó en silencio, sopesando la gravedad del asunto.

—No hables, debes descansar. —De las cosas que le envió el sanatorio incluyeron unas ampolletas de un analgésico muy efectivo para quitar cualquier tipo de dolor. Preparando la aguja, le inyectó el líquido vía intravenosa. Kenshi siseó por el ardor que le causó—. Calma, todo estará bien. Estaré aquí cuando despiertes. —Le prometió en voz baja para no agravar su dolor.

Pero Kenshi nunca era de los que obedecía, ni era un buen paciente. Hizo el esfuerzo de alzar la mano vendada, observándola más confundido aún. A pesar del dolor, que al menos ya iba disminuyendo, odiaba no saber lo que había pasado. ¿Qué le pasó? ¿Cuándo llegaron a Japón? ¿El plan salió mal y por eso estaba herido?

—¿Qué fue…lo que pasó?

—Kenshi, no me obligues a ponerte un sedante. Te diste un golpe muy fuerte en la cabeza, debes descansar —regañó Vladimir.

—Pero… —Se detuvo al ver que el ruso se disponía a cumplir la advertencia—. De acuerdo, bien. Solo… —Estaban en Japón, no debería pasar nada, sin embargo la sensación de que irrumpirían de la nada no se había marchado— no quiero dormir solo.

—Me quedaré a tu lado. —Le peinó el cabello negro con cuidado de no tocar la venda de la cabeza—. Velaré tu sueño.

Kenshi mostró una titubeante sonrisa, dejándose llevar por el sopor que poco a poco le iba consumiendo. No dijo más, sus ojos se cerraron hasta volver a dormir. Cuando estuvo seguro de que Kenshi estaba profundamente dormido, se permitió derrumbarse contra la pared. Se cubrió los ojos en un gesto contrariado.

—Tiene amnesia.

Jim, que se había mantenido en silencio a pesar de la emoción por ver a Kenshi despierto, compuso una mueca de pesar al oír a Vladimir. Se acercó a él, colocándole una mano en el hombro.

—Es desafortunado, ¿pero no ve la oportunidad que se le está ofreciendo? Puede ir conquistándolo poco a poco. Estoy seguro..., que cuando sepa la verdad, será capaz de arreglarlo todo. El amor cura y perdona. —Giró la mirada al chico inconsciente—. No debe ver esto como algo negativo...

—No me ha olvidado, sólo parte de los últimos sucesos de su vida —aclaró el oji-azul, convenientemente eran los recuerdos de su última discusión, el rompimiento del compromiso. Desde el momento en que lo supo, el dragón volvió a cobrar vida dentro de su cabeza, deseando hacer exactamente eso que acababa de decir Jim; era perfecto, pero...— Le estaría mintiendo a Kenshi.

—Lo haría si disfraza la verdad. Kenshi no recuerda los últimos momentos, no recuerda los sentimientos que le embargaron entonces —aclaró Jim—. Usted dijo que Haruto murió por salvarlo, y si Kenshi conoce bien a Haruto, no tendría por qué enfadarse con usted. Cuando él llegue a recordar algo, para entonces ya podría amarlo.

Lo quiero.

—No quiero hacerle daño... —contestó al dragón aunque Jim también logró escucharle.

No me importa.

—A mí me importa.

Mío.

—Lo amo.

—Doctor…, esta es su única oportunidad. Por una vez, atrévase a arriesgarse —dijo Jim, ignorando la extraña conversación consigo mismo.

—Lo tendré en cuenta, Jim. Por ahora tenemos que dar la noticia de que Kenshi despertó. ¿Podrías...?

—Lo haré —asintió. Dio una última mirada al joven, luego unas palmadas al hombre y salió del cuarto para dar la buena nueva.

Vladimir acalló la odiosa voz del dragón. Cuando estuvo seguro de que no volvería a hablar, se acomodó en el futón que le trajeron los gemelos, colocándolo al lado de Kenshi se quedó junto a él toda la noche, despertando cada tanto para verificar que todo estuviera bien.


N.E.: Ha pasado tiempo desde la última actualización, y esperaba algunos lindos mensajes, pero como eso no evitará que deje de actualizar, aquí les traigo un capítulo nuevo. Pronto tendrán otros dos.

Tengan una feliz lectura, y no olviden pasarse por los perfiles de las autoras. Links en la bio.

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