Los personajes de Brave 10 le pertenecen a Shimotsuki Kairi.
Ambientado desde el principio de Brave 10 hasta mediados de Brave 10 S.
Advertencia: ¡SPOILERS! No me hago responsable de nada de lo que se lea en este capítulo.
Impotencia.
Desde que había visto a Isanami llorar en su regazo por la familia que tuvo que dejar atrás, o cuando perdió a la chica cuando Kamanosuke la secuestró, y más aún cuando Date se la llevó justo frente a sus narices, Saizo descubrió lo que era la impotencia en su más puro estado. Y se sentía horrible a su excéntrica manera.
Si bien no se sentía como una herida, dolía de un modo que jamás había experimentado con esa intensidad y se sentía como si fuera asfixiado por algo que enterraba sus garras en su corazón, aquel que por mucho tiempo olvidó que tenía: ese sentimiento era un pesar que deseaba no sentir nunca más porque sabía que no lo soportaría, que no podría seguir luchando contra él sin desmoronarse. Eso de sentir no era lo suyo y menos si se trataba de algo como la impotencia, su fiero recordatorio de aquellos lejanos días*.
Pero a ellos le importaba una mierda y seguían yendo tras Isanami, hiriéndola, asustándola, destrozando lo que esa niña intentaba reconstruir con una sonrisa y ojos llorosos, aferrándose a todo lo que le rodeaba para seguir adelante... especialmente a él. Y Saizo se sentía cada vez más cansado de escucharla llorar, o verla fingiendo ser fuerte, o sonriendo porque "si sonreía todo estaría bien" sin poder ayudarla como realmente lo necesitaba Isanami.
—¡No interfieras, Saizo! ¡Estoy...estoy bien! —Le había gritado durante su enfrentamiento con esa supuesta sacerdotisa.
Desde ese momento Saizo comenzó a tener cierto sentimiento de que Isanami estaba, como siempre, esforzándose de más. Pero no le dio importancia: seguramente estaba cansada —como él— de ser siempre la damisela en peligro.
Y eso de alguna manera, más que mejorar a Isanami, la fue destrozando por dentro una vez más... sin que él se diera cuenta.
Pero pareciera que el destino era cruel e irónico porque no dejaba de recalcarle de una y mil maneras que él tenía que cuidar de Isanami y para hacerlo ver dicha misión de vida tenía que ahogarlo ocasionalmente en impotencia. Impotencia como la que sintió cuando Hanzo tomó el lugar de Benmaru como el Valiente de Fuego e Isanami se vio forzada a encarar a su más grande temor sin poder huir ni gritar "no quiero" con ese tonito berrinchudo que hace rato ya no escuchaba.
Isanami en esa ocasión casi no habló ni miró a nadie, luchando contra el terror que invadía su ser. Hanzo lo sabía, Yukimura lo sabía, todos lo hacían. Incluso Ana había reaccionado intimidada por el hombre que la usó, aquel que desde niña la intimidó, la aterrorizó, aquel hombre que ella odiaba. Pero por debilidad, por estupidez, aceptó en su vida.
—¡Dilo! Di que le tienes miedo, que lo odias —gruñó Jinpachi, cuando su ira fue apenas retenida por la intervención de Ana... sólo un instante.
Pero nadie apoyó a Isanami como debería ser, ¡porque mierda, Isanami apenas tenía 16 años! ¡Aún era una niña! ¡Aún era demasiado joven para superar un trauma del que nadie se reponía en menos de un año! Pero no... todo era Anastasia, Anastasia y más Anastasia, la fría mujer que estaba asustada, que por estupidez y amor a Ueda, a Yukimura, se traicionó a sí misma.
Saizo por primera vez maldijo a Ana, maldijo a Jinpachi y se maldijo a él... porque nadie tomaba en serio a Isanami.
—¡Los mocosos no deben interferir!
—¡Isanami, esto no es algo en el que los niños deban entrometerse!
¡Ese era su maldito asunto! ¡Hanzo había herido tanto a Isanami como a Ana! Pero Isanami no se lo merecía. Ana... ella había cosechado lo que sembró.
Y aún así nadie hizo nada. Sólo Seikai... sólo el único que quedaba para Isanami. Sólo el único que de verdad amaba a Isanami.
La joven sacerdotisa ni siquiera pudo desahogarse. No. Ella tenía que ser fuerte. Ella siempre tenía que sonreír aunque por dentro se desmoronara.
—Deja de llorar —susurró Ana, quien mejor entendía a Isanami y quien menos ayudaba a la niña que la idolatraba.
—E-está bien —contestó Isanami, entre lágrimas, forzándose a detenerse.
Ella era una Valiente. Ella tenía que ser fuerte... porque ya no podía seguir dependiendo de los demás.
Saizo tuvo que sobreponerse a la impotencia que sentía, a la incertidumbre, a no saber qué mierdas debía hacer, porque había enemigos que derrotar, para variar. Y ellos, incluido Hanzo, el hijo de puta que le quitó todo a Isanami justo frente a sus ojos, se quedaría en Ueda quisieran o no.
Pero Hanzo sirvió de algo. A su extraña manera, él le hizo ver a Saizo, el líder de los Valientes de Sanada, su error: querer hacer todo él solo.
Saizo ya no estaba solo. ¡Hace tanto que ya no lo estaba! Pero él había dejado a Jinpachi y Ana solos por su propia ceguera, y él había abandonado a Isanami cuando la chica más lo necesitaba. Tenía que redimirse. Ella lo merecía.
Ella siempre lo merecería.
Por eso Saizo no dudó ni un momento en ir tras la sacerdotisa, encontrándola cabizbaja mientras barría el suelo. Sus ojos tristes le dieron el coraje suficiente para acercarse a ella, serio, buscando la mejor forma de redimirse.
Pero Saizo era Saizo y lo que se le ocurrió hacer fue ser él mismo. El Saizo que Isanami amaba. Su Luz. Su Saizo**.
—Todo está bien ahora... —se animó a decir, sobando su cabeza con brusquedad—. En muchas maneras.
Y entonces todo volvió a la normalidad con algo tan simple como hablar: Isanami volvió a ser esa chiquilla sonriente y habladora cuya mirada y sonrisa resplandecían en contraste a su oscura naturaleza, Ana poco a poco comenzó a abrirse a todos una vez más, Saizo fue aceptando su posición y la presencia de Hanzo también. Los Valientes de Sanada se repusieron de la llegada de Hattori, tal vez no aceptándolo, pero al menos resignándose a que era un Valiente, sí, incluyendo a Isanami. Hablando especialmente de Isanami. Y todo estaba bien, se decía Saizo día con día, escuchando la cantarina voz de Isanami cada que hacía cosas que una —su— Isanami hacía... o eso quería creer. Eso era lo que Saizo deseaba creer como nunca lo deseó antes.
Pero no fue así y una vez más la impotencia le hizo ver a Saizo su error. Su grandísimo error: el error que lo llevó a su perdición.
Susanoo le hizo ver a Saizo que Isanami nunca estaría bien porque aunque la chica amaba a Ueda, Ueda era su perdición.
Sangrando en el suelo, derrotado, adolorido y sintiendo que era difícil respirar, Saizo se dio cuenta de que Isanami ya no era la Isanami que él conocía. Y Saizo descubrió, herido y solo, sufriendo por la ausencia de esa chica que había cambiado su vida, lo que era la verdadera tristeza, el dolor, la soledad...
Él se sentía solo. Él no estaba feliz porque Isanami ya no era su Isanami, era Izanami, esa Diosa de la Oscuridad que odiaba a la luz, que lo odiaba en lugar de amarlo. Isanami, su dulce y amorosa Isanami, ya no estaba. Susanoo la custodiaba... no. Date lo hacía.
Saizo había perdido la oscuridad que hacía resplandecer su luz y eso dolía, dolía mucho.
Pero Isanami aún no perdía la luz que iluminaba su oscuridad, no mientras esa promesa siguiera existiendo entre ellos dos. No mientras el amor inundara sus corazones***.
No mientras Saizo estuviera con vida.
* Ya había mencionado antes que estaría haciendo menciones sutiles de la vida de Saizo, de su amigo y la razón de que se volviera cómo es al inicio del manganime. Y obvio esta es una de esas menciones (porque sí repercutió mucho la muerte de su amigo, aun cuando no se abordó muy profundamente sobre eso).
** Aquí ya estoy poniendo explícitamente que Saizo ya está acostumbrado a ser "el Saizo de Isanami", como analogía a ser su luz, porque no recuerdo, pero creo que para finales del primer manga él acepta que es el Valiente de Luz ( y obvio mi lado fangirl hizo de las suyas (?).
*** A partir de aquí, y en los siguientes capítulos que restan, se vienen insinuaciones de este sentimiento porque ya no puedo seguir disfrazándolo (?) y es parte esencial de los demás sentimientos que abordo. Así que ya podemos fangirlear y llorar a gusto (aunque yo sólo lloro afhsajf
Kiryhara: no sé si ya lo habrás visto, pero eso "raro" que dijo Isanami fue cuando descubrió que Kakei iría a Izumo también y ella andaba toda decepcionada porque le estropearon su viaje marital (?) xD. No recuedo qué era pero me reí por sus ocurrencias afjashf. ¡Y awwwñ!, a ver cuándo me animo a escribir algo más subido, porque tengo una idea en mente pero la desgraciada no se deja trabajar, lol.
Sofy-Chan X3: no sé si es como ser una monja, pero me acuerdo que en el manga ella dice que no pueden tener sexo porque es una sacerdotisa, aunque luego (como 20 capítulos después) se ve que duda cuando anda haciéndose sus ideas raras con Saizo xD. (A mí sí me gustaba el KikyoxInuyasha, jaja, Kagome no me agradaba tanto pero amaba a Kikyo ;w;). ¡Y oh gosh, no me hagas imaginar coss imposibles! No puedo imaginarme a Saizo como padre, te lo juro xD, pero a Isanami como mami sí ahdsajf *se muere de la ternura (?)*.
¡Y bueno, ojalá les haya gustado! O hayan sufrido, lo que sea. Y sí, fue cortito, pero quería enfocarme sólo en la «impotencia» y no meterme en otros sentimientos («soledad», que es el siguiente que actualizaré) porque cada sentimiento que se menciona en este capítulo ya están siendo escritos, jujuju.
Por otra parte, perdonen que tardara en actualizar; se me olvidaba hacerlo (vengo diciendo que actualizaré desde el viernes xDU), pero hoy ya me puse bien las pilas, jajaja. En fin... ¡hasta la siguiente actualización!
