Capítulo 36

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Pocas veces se reunían todos para comer. Normalmente Klaus y Yuki siempre comían juntos, a veces algunos compañeros les acompañaban. Kenshi comía en el comedor junto a Vladimir y, esta vez incluso Jim y Shin fueron invitados, los cinco estaban sentados en la mesa baja, apoyados en los cojines mientras esperaban a Vladimir. El ruso llegó poco después sentándose al lado de Kenshi con Klaus al contrario.

—En serio me gustaría volver a comer en una mesa de verdad. —Se quejó el ruso, todavía no acostumbrado a la altura de los muebles de Japón.

—En serio me gustaría que dejaras de quejarte. —Kenshi tomó sus palitos.

—Le hace falta un poco de tiempo para acostumbrarse —murmuró Jim.

—Sí, después de todo se va a casar con un japonés. —Shin ya había comenzado a servirse unas grandes cantidades de comida.

—Una mesa de tamaño normal no le haría daño a nadie —comentó Klaus como no queriendo la cosa. Estaba sirviéndose sashimi y ensalada de alga.

—Confío que en nuestra vida de pareja pasemos algún tiempo en Rusia —dijo Vlad, sirviéndose cualquier cosa que no estuviera cruda.

—Supongo que no habría nada de malo un cambio de escenario temporal —aceptó Kenshi.

—¿Cuándo harán la ceremonia?

—Primero debemos ver al emperador. —Kenshi miró pensativo a Jim—. Teníamos que ir hace dos días. —Luego hizo un gesto despectivo—. Iremos pronto.

—¿No es malo hacer esperar al emperador?

—Si le importara ya habría mandado un mensajero.

—¿Temporal? —Klaus se burló de la palabra—. Se supone que van a casarse, creo que deberás pensar en algo más duradero que temporal.

El alemán volteó un momento para pasarle a Yuki unos roles que no alcanzaba, tiempo que aprovechó Vladimir para ponerle algo en la bebida. Klaus no se dio cuenta de nada.

—No temporal en ese sentido, temporal en la permanencia de lugar. No puedo ausentarme tanto del condado —dijo Kenshi antes de comer un poco de arroz.

Yuki le agradeció a Klaus con un gesto.

—Tiene razón en eso. No es lo mismo dejar a alguien a cargo que encargarte tú.

—Pero todo señor feudal necesita vacaciones ¿no? —Shin tenía a rebosar su plato. Jim no dejaba de preguntarse dónde le entraba tanta comida.

—Trataré de que nuestra estadía sea corta pero tendremos que hacer serios ajustes si pretendo trabajar desde aquí —le comentó Vladimir a su prometido, mirando fijamente como Klaus tomaba su vaso de agua. Evitaba las bebidas alcohólicas lo más que podía.

—No me digas que vas a traer todos tus cacharros científicos aquí. —Se quejó el alemán dándole un sorbo a su vaso—. Porque eso sería totalmente... —Klaus comenzó a sentirse mareado y en un segundo se cabeza cayó contra el plato, completamente inconsciente.

—Vaya. ¡Funcionó! —Se alegró Vladimir.

—¡Klaus! —Yuki dejó caer los palitos y casi se impulsó hacia el alemán—. ¿Qué le ha hecho? —Miró acusador a Vladimir al igual que los demás menos Kenshi. Le había visto, por lo que siguió con su comida calmadamente.

—¿No puedes comer sin traer el trabajo a la mesa? —le regañó—. Es de mala educación.

—No es como si Klaus fuera a ayudarme voluntariamente. —Se aseguró de que el pelinegro seguía respirando—. Además, necesitaba saber si con esta nueva fórmula el dragón era afectado y parece ser un rotundo...

¡En fin! — Klaus se volvió a levantar enseguida como si no hubiera sucedido nada—. ¿En qué estábamos?

—Fracaso —gruñó el mayor.

—Para algo está el "por favor". —Jim alzó una ceja.

Yuki volteó el rostro del alemán para que le mirara.

—¿Estás bien? Tu voz está un poco rara.

—Quizás sí le afectó. Mientras no le haya causado locura como al ruso, todo bien. —Shin poco a poco volvió su atención a la comida.

Klaus sonrió cuando Yuki captó toda su atención, tenía una mirada predadora.

Perfectamente. —Ya no se sentía su acento al hablar—. Mi tesoro —gruñó antes de besar a Yuki posesivamente, un beso apasionado, casi primitivo ante la rudeza que imprimía en sus movimientos.

—¿Tesoro? —Se preguntó Vladimir, y miró a Kenshi de reojo para saber si también se dio cuenta.

—Es tu culpa —le espetó al ruso—. Debería devorar la comida.

—No a mi hermano. —Shin frunció el ceño—. Ustedes dos, separados ahora.

Yuki apartó el rostro, respirando entrecortado.

—Klaus, actúas raro. ¿De verdad estás bien?

—Aparentemente algo raro le está causando lo que sea que le hizo beber, doctor. —Jim miraba fijo al alemán.

Klaus le gruñó a Shin para que no interviniera. Volvió su atención a Yuki, susurrándole un "Calla" antes de seguir besando su cuello, sus manos no perdieron el tiempo comenzando a manosearlo y desacomodarle la coleta que sostenía su cabello.

—Sólo era un somnífero. —Se justificó el ruso. Fue entonces que se dio cuenta de por qué su comportamiento—. Tú no eres Klaus.

Al oír esas palabras, un recuerdo cruzó la mente de Yuki. Como si se hubiera quemado, se alejó impulsivamente de Klaus. Ahora reconocía aquella voz... La había oído el día de la fiesta de Aiko. En ese momento temió que volviera a ocurrir, calmándose al darse cuenta que estaba rodeado de otros.

—¿Qu-quien...?

Klaus gruñó con molestia ante el rechazo del castaño. Miró con los ojos entrecerrados a Vladimir sabiendo que era el culpable.

Siempre tienes que arruinarlo, ¿verdad? —espetó el menor, los ojos amarillos de por sí inhumanos ahora tenían un brillo particularmente peligroso.

Ignorando sus palabras, Vladimir se aseguró de ponerse delante de Kenshi para protegerlo.

—Con esto se confirma mi teoría... Es el dragón —aclaró al resto de la mesa. Una desagradable risa inundó el lugar.

Hasta que al fin te diste cuenta, ruso.

—¿Dragón? —Yuki miraba de uno a otro.

—¿Los otros yo siempre son antipáticos? —Kenshi dejó su plato de arroz vacío en la mesa para coger el de té—. No necesito protección, muévete. —Empujó al ruso hasta que volvió a su puesto.

—Y diría que intensamente malhumorados —añadió Shin.

—¿Es otro efecto del gen? —habló Jim ahora.

El dragón seguía todos los movimientos del ruso, su labio estaba tenso mostrando parte de sus colmillos.

—Klaus, si me permites... —El ruso intentó acercarse para calmar al dragón pero éste le golpeó la mano que se acercaba.

No soy Klaus. —Dejó en claro, tomando la mano de Yuki, parecía estar a la defensiva con Vladimir. Cuando Shin intentó también acercarse, el dragón cogió a Yuki, apretándolo contra su cuerpo.

—Sólo está siendo territorial —explicó el ruso, notando las expresión y músculos tensos del menor.

Yuki también estaba tenso, y aunque intentaba aparentar calma, su respiración agitada y palidez dejaba claro que no se sentía muy cómodo. Jim, a su lado, se les acercó con cuidado.

—Oye, calma, cariño, no estás en peligro —le dijo suave al dragón—. No le hace bien a Yuki sentirse alterado.

Eso pareció entrar en la cabeza del dragón, quien miró a Yuki con ojo analítico. Después de un momento resopló quedándose quieto, y mirando con recelo a Vladimir.

—Ahora entiendo porque te asustaste tanto aquella vez —le murmuró Vladimir a Kenshi.

Kenshi le hizo un gesto dando a entender que tenía razón. Yuki se alejó un poco, estableciendo una leve distancia.

Jim habló.

—Ya que no eres Klaus, ¿cómo te llamas? ¿Siempre has...estado consciente de todo, cariño? —Jim colocó una mano en el hombro de Yuki y otra en el del alemán, alentándoles a calmarse y con un gesto a que vuelvan a la comida. Buscaba que el ambiente se relajase un poco.

Desde el principio —respondió el dragón, buscando algo de pescado crudo entre todos los platillos. Ignoró completamente la pregunta de si tenía un nombre, obviamente no lo tenía pero no quería ser llamado Klaus, su ego era lo suficiente grande como para querer un nombre propio.

—Desde el principio —repitió Vladimir, sopesando sus palabras—. ¿Te refieres desde el laboratorio? —El dragón le miró mal pero el ruso no se dejó amedrentar.

—Sí.

Shin silbó.

—¿Y cómo es que te presentas ahora?

—No pareces agradarle, amor. —Kenshi le dio un leve empujón al ruso—. No tienes temple con los animales.

Siempre hablo con Klaus. —Se encogió de hombros el menor—. Pero el muy idiota no se daba cuenta de que era yo.

—¿Nunca se dio cuenta de que otra voz interrumpía sus pensamientos? —Difícil de creer puesto que Vladimir se había dado cuenta casi desde el principio.

No. Pensó que era sus propios pensamientos. —Volvió su atención a Shin, estiró la mano para alcanzar un sushi con caviar—. He salido antes pero ustedes estaban ocupados huyendo. Aunque Wilson se llevó un buen susto antes de que le aplastara la cabeza. —Sonrió ampliamente mostrando los colmillos. Era extraño, Klaus nunca hablaba de lo que ocurrió en el muelle. Aunque era la misma cara, es como si fuera otra persona diferente con expresiones distintas, con otra manera de expresarse.

—¿Aplas...tarle la cabeza? —Yuki no podía creer lo que oía—. Eso es...

—Perturbador. —Shin se estremeció—. Aunque se debe ser muy idiota o atolondrado para no darse cuenta de que alguien te habla en tu mente... Eso suena raro diciéndolo así.

—¿Qué pasó con él, con Klaus? ¿Está consciente que esto sucede? —preguntó Jim. Yuki quería saber la respuesta también, estaba preocupado por Klaus. El pensar que no volvería le asustaba sobremanera.

Eso hizo reír al dragón, tanto que se dobló. Por primera vez volteó a mirar a Vladimir encantado.

Él lo noqueó. —Vlad abrió los ojos a punto de replicar pero el dragón se le adelantó—. Con esa cosa que pusiste en la bebida. Probablemente este inconsciente por... — señaló a Vlad para que dijera el número exacto.

—Aproximadamente 5 horas.

Encantador. —El dragón temblaba de excitación—. 5 horas —repitió encantado—. Hasta entonces, este cuerpo me pertenece.

—¡No! —Yuki se levantó, mirando al dragón—. Quiero que Klaus regrese.

—Creo que alguien no es su admirador número uno. —Kenshi murmuró.

—Yuki, es Klaus...

—¡No! —interrumpió a Jim—. ¡No lo es, es la persona que me hizo daño el día de la fiesta de Aiko! —acusó, los ojos aguados por las lágrimas—. Quiero a Klaus devuelta.

Jim y Shin miraban de uno a otro, en silencio, pero Kenshi solo veía a Klaus...o al dragón. Ahora que lo pensaba, sí podría atribuir la reacción amenazadora que tuvo con él ese día. Y sintió amargo la comida: eso significa que el afrodisiaco que le echó había provocado que el dragón apareciera. De pronto se sintió incómodo, nervioso.

—Yuki... —intentó intervenir Vladimir pero ya era muy tarde.

El dragón se levantó de la mesa.

Recuerdo perfectamente como eyaculaste esa noche, gritaste tu orgasmo. No me hubiera sorprendido si te hubieran oído, gritabas tan alto. —Los ojos amarillos se sentían más fríos que nunca, como si no los reconociera—. Recuerdo esa noche. —Avanzó hacia Yuki, con cada paso el mayor retrocedía un poco más—. Recuerdo tus besos, el sabor de tu piel y tu semen... Quizás deba refrescarte la memoria.

—¡Cállate! —El sonido de su mano impactando con la mejilla del alemán irrumpió el ambiente, las propias mejillas de Yuki surcadas por lágrimas—. ¡Eres un imbécil! —Retrocedió, con un brazo rodeándose el abultado vientre en un gesto de protección a su bebé, marchándose del comedor. Los sollozos, que escapaban de su boca, se perdían conforme se alejaba.

Hubo un ligero silencio hasta que Jim habló.

—No debiste decirle eso —susurró al dragón—. Le heriste.

La mejilla le escocía. El dragón e quedó estático parado en medio del comedor, sopesando lo que había pasado. Su tesoro no sólo estaba molesto, estaba aterrado de él.

—No puedes tratar a tu pareja así —le dijo Vladimir que se levantó de su puesto. Intentó ponerle una mano en el hombro pero el dragón lo rechazó.

No eres quien para darme una lección de moralidad —gruñó bajo el menor.

—Es verdad. Pero sí puedo asegurarte que éste comportamiento te apartará del tesoro. ¿Es lo que quieres?

El dragón no respondió, mirando con el ceño fruncido al ruso. Resopló. Se fue de la habitación siguiendo el mismo camino que usó Yuki.

Un suspiro incomodo resonó en el comedor luego de la marcha de los otros dos.

—Bonita forma de arruinar un almuerzo. Se nota que son tal para cual. —Kenshi ironizó.

—No es como si fuera fácil. —La voz de Shin sonó molesta—. Yuki no ha superado del todo esa noche. Tú no viste cómo quedó.

Kenshi no respondió a eso. Jim se veía preocupado.

—¿No deberíamos ir tras ellos? Yuki ya está en un estado muy avanzado. No debería estar recibiendo emociones fuertes...

—Creo que el dragón ya entendió que esa fue una conducta inapropiada. No lo repetirá, al menos no con Yuki —aclaró Vladimir volviendo a su puesto en la mesa—. Ellos no saben aceptar el rechazo. —Miró de reojo a Kenshi, estiró la mano para intentar comer uno de los sushi—. Creo que mientras su mala actitud esté centrada en mí, Yuki estará bien.

—¿Ellos? —Jim preguntó.

—He de suponer que también tienes uno, ¿no, Volsk? —Shin le miró.

—Efectivamente. —Asintió el ruso—. Al principio pensaba que era sólo yo, Klaus me demostró lo contrario. Eso responde a tu pregunta de si también te sucedería lo mismo —le dijo a Kenshi.

—¿Lo mismo? —dijeron esta vez Shin y Jim al mismo tiempo, mirando con asombro a Kenshi.

—¿También tú?

—No he dicho ni sí ni no —interrumpió a Shin—. Lo estoy pensando.

—¿Saben la catástrofe que eso sería? ¿Qué tuvieras tú uno? ¡Apenas se te aguanta, imaginen como sería con otro Kenshi!

—¡Hey! —Kenshi frunció el ceño—. Soy adorable. Hombres y mujeres me adoran.

—Porque no te conocen y no viven contigo las veinticuatro horas del día —replicó Shin—. Él te soporta porque está loco. —Señaló a Vladimir.

—¡Hey! —Ésta vez, fue Vlad el que replicó—. De cualquier modo tengo que seguir estudiando el genoma D. Aún no sé lo que causa exactamente esta división de personalidades, por decirlo de alguna manera.

—Y que gran cambio. Cualquiera que conozca a Klaus sabría que no es él. Es como si fuera todo lo opuesto.

Jim asintió a las palabras de Shin.

—Klaus no habría actuado de esa manera con Yuki. —Su rostro mostró tristeza—. La verdad me sorprendió mucho.

—Es frío, calculador, cínico. Es todo lo que Klaus no sería. —Vladimir recordaba haber dicho algo parecido hace un par de noches—. La buena noticia es que si Kenshi llega a tener uno, será su total opuesto.

—¿En serio? —Shin parecía aliviado—. Pues sí que agradecería un Kenshi altruista y dulce para variar.

—¡Oye!

—Pensándolo bien, eso sería el Apocalipsis. —Jim y Shin se rieron.

Vladimir se inclinó para dejar un beso en la mejilla de su pareja.

—No les hagas caso, serás encantador. —Entre bromas y preguntas continuaron con el almuerzo.

Mientras, el dragón llegaba a donde se había ido a esconder Yuki. Se quedó a una distancia prudente, observándolo. Yuki se había refugiado en el bosque, llegando al lago en medio de este. Entre los sollozos y la caminata, había llegado jadeante. Sus mejillas estaban sonrojadas al igual que su nariz, y sus ojos irían a hincharse por el llanto. Pero nada de eso le molestaba como el dolor en su pecho. Se apoyó en un árbol, sosteniendo su abultada panza, hasta que una sensación le erizó los vellos de la nuca. Volteándose, dio un respingo al ver la figura de Klaus. En esos momentos, por primera vez, le inspiró miedo, y en su intento de retroceder tropezó con una raíz pero alcanzo a sostenerse.

—¿Q-qu-qué quieres? —tartamudeó.

Hablar —dijo simplemente. Se acercó a Yuki, a pesar de sus protestas le cargó llevándolo hasta el borde del lago y ahí le dejó para que se sentara—. No te haré nada.

Aún así, Yuki se arrastró un poco más lejos. Sus manos temblaban, y no por el frío, faltaba poco para el verano. Se sentía torpe. Evitaba mirar al dragón, lo ocurrido hace poco fresco en su mente, las palabras haciendo un eco tortuoso. No habló.

El dragón se quedó donde estaba, tampoco hizo movimientos bruscos.

Estuvo fuera de lugar lo que dije. Lo siento.

—Quiero...que Klaus vuelva. —Pareció haber ignorado sus palabras.

Ya establecimos que eso no ocurrirá hasta dentro de cinco horas. —El pelinegro frunció el ceño, exasperado—. No estás ayudando aquí. Ya te dije que lo siento.

—¿Y qué pretendes que haga? —Yuki estalló, mirándolo. Se levantó, tambaleándose un poco—. ¿Crees que es sencillo para mí? ¿Perdonarte y actuar como si nada? ¿Crees que no recuerdo lo que sucedió ese día? ¡Intento no hacerlo! ¡Intento no pensar en eso! —Se esforzó en que su voz no se rompiera, a pesar de que sus ojos volvieron a anegarse de lágrimas—. No solo me hiciste daño en todo el cuerpo, sino aquí. —Tocó su pecho, a la altura de su corazón—. Y eso fue peor que todo lo demás. Lo que Ottori no pudo hacerme lo hiciste tú..., y hubiera preferido que pasara...porque es más fácil lidiar con un cuerpo herido que un corazón roto —gimió, hipando—. Tenía idea que aquel no había sido Klaus..., porque sentía que él nunca me haría daño..., pero que estuviera usando su rostro... —Retrocedió—. No sé si pueda confiar en ti.

El dragón sintió como su corazón se saltaba un latido, en su garganta se formó un nudo. Las palabras de Yuki le afectaron más de lo esperado.

Confías en Klaus pero no en mí. ¿Te das cuenta de que somos la misma persona, no? Dos caras de la misma moneda.

—Klaus nunca me hizo daño..., tú sí. —Con la manga de su yukata, se limpió el rostro acuoso—. Tú no eres Klaus. No eres cálido como él, no eres amable.

Dijiste que lo amarías fuera como fuera. Yo soy parte de Klaus. ¿Acaso mentiste cuando lo dijiste?

—¡No tenía idea de esto! Estaba con Klaus, solo Klaus, ¡no sabía que tenía…! —Se interrumpió, cuando una punzada le atacó la zona baja de la panza. Se inclinó un poco, cerrando los ojos y respirando hondo para que la molestia pasara.

Deja de alterarte, tan solo estamos hablando. —El dragón gruñó, odiaba tener que depender de él—. Te llevaré con el ruso —le aviso antes de cargarlo. Era sorprendente todo el peso que el dragón podía cargar sin inmutarse.

—Bájame. —Yuki se removió hasta que el otro no tuvo más que devolverle al suelo—. Vine solo y puedo irme solo. —No quería ser tocado por ese Klaus.

Klaus avanzó junto al castaño, paranoico de que nada le ocurriera. No se dijeron nada en el camino y el dragón no volvió a intentar hablar. Por suerte se encontraron con el ruso en el trayecto, quien les instruyó para que lo esperaran en la habitación que compartía la pareja. Klaus se quedó afuera cuando el ruso llegó con su maletín, alegando que no quería tenerlo cerca pero que se quedaría al alcance de su oído por si a Vladimir se le ocurría hacerle algo malo a Yuki.

Dentro de la habitación el castaño estaba recostado en el futón con parte del yukata abierto para que el pelinegro pudiera examinarlo.

—Si sigues así no me quedará de otra que darte un calmante. Sabes que las emociones fuertes afectan al bebé.

—¿Eso podría hacerme dormir por cinco horas o más? —preguntó en un murmullo, frotándose los ojos.

Suspirando, Vladimir volteó hacia la puerta donde podía ver parte de cuerpo de Klaus recostado del marco de la puerta.

—Yuki necesita un té calmante.

No te voy a dejar solo con él.

—¿Prefieres que le inyecte algún narcótico? —Con eso supo que ganó la discusión y también una fea mirada homicida.

Gruñéndole una majadería en alemán, el dragón fue por el té para Yuki. Ya solos el ruso podía hablar con franqueza.

—Yuki. No puedes evitar ésta situación para siempre.

—No puedo con él. —Iba a continuar, pareció pensarlo, se arrepintió, y luego volvió a hablar—. Tengo miedo. Tengo miedo de este Klaus…, no me gusta.

—Si te soy sincero yo también tengo miedo del dragón —confesó en voz baja—. No es fácil de controlar. Tengo miedo de que al descuidarme tome el control y haga algo con lo que no estoy de acuerdo. Imagínate como debe sentirse Klaus...

—Sé que él sufrió con lo ocurrido el día en casa del emperador, y no quiero que vuelva a pasar. Yo no tenía idea de que iba a lidiar con dos Klaus… —Negó, con cierta desesperación—. No puedo sentir cariño hacia él. Es frío, es demandante, insufrible… A Klaus jamás lo sentí así, aun a pesar de su paranoia. Y…lo que hizo… —Apartó la mirada—. No puedo.

—Pero es que el dragón es Klaus, con lo que me dices es como si estuvieras afirmando que estarás con él sólo en las buenas. —Se acomodó con las piernas cruzadas en el suelo y la espalda recostada de un estante para poder hablarle—. El dragón son los deseos oscuros de Klaus, es su pasión, su lado animal. Todos tenemos un lado bueno y un lado malo, el mío y el de Klaus tiene vida propia. El dragón ignora toda regla moral, habla y actúa sin ningún tipo de filtro, por eso es tan peligroso pero no por eso es malo...

—Nunca he podido lidiar con una persona así. No creo poder hacerlo —susurró.

Vladimir miró de reojo como el dragón dejaba la taza en la puerta sin siquiera entrar, podía escuchar sus pasos volviendo a alejarse del cuarto.

—Tan sólo digo que deberías darte la oportunidad de conocerlo. —Se levantó para alcanzarle la taza a Yuki, no se volvió a sentar—. Descansa y piensa en lo que te dije.

—Gracias. —Fue lo único que dijo, aceptando la taza.

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Gracias al té Yuki terminó por dormirse. Las emociones tan fuertes en la última hora lo habían cansado, para cuando despertó la luz anaranjada se filtraba por la ventana. Al lado de su cama estaba un jarrón blanco con un arreglo de muchas flores silvestres que no eran de los alrededores. Detallándolas, Yuki se dio cuenta de que eran del templo abandonado al que Yuki solía ir antes del embarazo. El jarrón tenía una cuerda trenzada con una cartita, dentro estaba escrito en burdos caracteres un "Lo siento". No había firma aunque no era necesario, sólo había una persona que conocía las flores que a Yuki le gustaban aparte de su hermano.

Yuki tragó para deshacerse del nudo que atenazaba su garganta. Tomó una de las flores, oliéndola y volviendo a mirar el mensaje. No sabía cuántas horas habían pasado. Su pulgar delineó las letras, permaneciendo en silencio y pensativo, siendo interrumpido solo cuando su estomago rugió. Con todo lo ocurrido, no había acabado de comer, es más, no había comido mucho. Aún con la flor y la carta en mano, salió lentamente del cuarto, caminando a las cocinas por algo para comer. Miraba a su alrededor, pendiente del mismo, preguntándose dónde estaría.

Al final se topó con Klaus cuando el menor venía saliendo de la cocina con una bandeja llena de comida. El pelinegro le rehuyó la mirada por un momento antes de respirar hondo y sonreír suavemente.

—Hola. Creí que tendrías hambre. —Señaló la bandeja.

Yuki notó que volvía a tener el acento europeo, volvía a ser Klaus. Hubo una parte de él, minúscula quizá, que se sintió decepcionado. Correspondió la sonrisa, titubeante, y asintió.

—Sí, lo tengo. Em. Vamos…al estanque de los koi. ¿Está bien?

Klaus quiso replicar que prefería que Yuki se quedara en cama pero recordó la discusión de hace un tiempo donde Yuki le reclamaba ser tan controlador y paranoico. Tragándose sus palabras, asintió, siguió al mayor hasta el estanque, dejó la comida en el suelo y ayudó a Yuki a sentarse en el suelo.

El castaño dejó a un lado la nota y la flor, sujetándola con una piedrecita y procedió a comer. No quiso tocar el tema que quería por el momento, sabía que se le iría el hambre; comía y miraba los koi, a veces haciendo comentarios respecto a los mismos o preguntando por los demás, y no fue solo hasta que comió gran parte de lo que Klaus le había colocado en la bandeja que comenzó.

—Sí…recuerdas lo que pasó en el comedor, ¿verdad?

El alemán pareció encogerse en su sitio.

—Sí. —Se limitó a responder.

Yuki estuvo en silencio un minuto.

—Tú… ¿tú dejaste el jarrón?

Klaus volteó a verlo confundido.

—¿Cuál jarrón?

Eso solo le bastó a Yuki para confirmar que no había sido Klaus. Las palabras de Vladimir volvieron a aparecer en su mente. Se giró para tomar las flores y la nota.

—El que estaba en la habitación con esta nota. —Yuki nuevamente acarició las letras escritas con la yema del dedo, casi con devoción. Suspiró—. Quizás…comenzamos con el pie izquierdo —murmuró—. Es solo…que no es fácil para mí lidiar con personas como él…

—Como yo —aclaró Klaus—. Somos la misma persona por mucho que odies admitirlo. —El menor desvió la mirada cuando lo dijo. No sabía cómo sentirse respecto a todo eso... Tan sólo deseaba que Yuki no lo rechazara.

—Aun así, sus esencias son distintas. —Acarició los pétalos de la flor con gesto ausente—. Puede que…con un poco de tiempo…, si nosotros, los tres…, cooperamos…, logre perdonarlo y quererlo por lo que es, como te quiero a ti por ti mismo. —Giró a verlo—. Así como…consumió el cariño que le tenía, también consuma el dolor y me permita quererlo.

Klaus volteó a verlo sorprendido. La verdad es que ni el dragón ni él se esperaban algo como eso después de la manera en que Yuki se estuvo comportando.

—¿Hablas en serio?

—No. —Pero entonces sonrió al ver su cara—. Sí, lo estoy. Yo también… —Tomó la nota, mostrando el mensaje hacia él y colocándolo frente a su cara, el mensaje terminando sus palabras. Asomó los ojos por sobre la nota.

Tomando la mano de Yuki que sostenía la nota, Klaus se acercó lentamente, mirándose a los ojos, rozó su nariz hasta que sus labios se unieron en un beso.

—Él dice que promete comportarse si nos sigues besando así.

—Yo solo…quiero que estemos bien. Tú…, el bebé…, yo… y Feyn.

—¿Feyn? ¿Quién es Feyn?

—Tu dragón. No tiene nombre. —Jugueteó con los dedos de Klaus—. Significa consumir, aniquilar.

El menor se quedó congelado al saber la traducción del nombre. La verdad es que no le gustaba para nada...

»A mí me gusta.

Contradijo el dragón y Klaus no tuvo nada más que hacer que aceptarlo.

—Al dragón le gusta su nuevo nombre.

—Sé que suena mal, pero es como dije antes… Sobre acabar con el dolor, la tristeza y todo lo malo. —Respiró hondo—. Voy a tenerle fe de que será tan increíble como tú. —Miró hacia su panza, sonrió—. Incluso como papá dragón.

—Nos esforzaremos —prometió el menor volviendo a besar a Yuki.

Continuaron hablando, recostados en el pasto y Klaus acariciando el voluminoso estómago de Yuki, estuvieron así hasta que anocheció, y luego volvieron a su cuarto.


N.E.: Hoy les vine con un capítulo cortito, el día de hoy estoy un poco aburrida. ¡Oficialmente, apareció Feyn! ¿Qué opinan de él? ¿Cómo piensan que se llamará el dragón de Vladimir? No olviden dejar sus comentarios con sus opiniones o ideas.

Feliz domingo.

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