Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer salvo los que yo cree para esta historia. La historia es mía.
Sé que ha pasado un tiempo pero como dije/digo no pienso abandonar las historias. Gracias por seguir acá, leyéndome a pesar de todo. Muchísimas gracias. Sin mas que decir... los dejo leer.
Capítulo 3
Pov Rosalie
Luego de la sorpresa de Tanya, dejé a los chicos en la escuela y fui a mi trabajo.
La sala de espera estaba bastante llena. Me dirijo a la sala de enfermeras y busco a Anne.
— ¿Acaso faltó alguien? — pregunto sacando mi guardapolvo de doctora del armario.
— El doctor Marco. No se sentía bien. — suspiró dándome la lista de pacientes.
— Ya veo. Gracias Ann. — le sonreí y fui a mi consultorio. Sería un día bastante largo.
Tenía que comentarle a Emmett acerca de Tanya, pero con el aprieto que tenía en el trabajo me sería imposible. Miré la hora antes de recibir a mi próximo paciente, sólo faltaba una hora para el almuerzo, si es que terminaba de atenderlos a todos para darme el gusto.
Llamé a mi siguiente paciente, una niña de seis años. Me recordaba a Mia y a Zoey cuando niñas. Le sonreí y comencé con la revisión general de rutina, no veía nada malo así que procedí a escuchar a su madre.
— ¿Y bien, qué es lo que pasa con esta pequeña? — pregunté a su madre.
La mujer morena se puso seria y me miraba preocupada. Se cruzó de brazos a la vez que se arreglaba el cabello y luego de un suspiro procedió a hablar.
— No lo sé. Ha estado decaída hace como una semana y anoche tuvo fiebre.
— Bien pues yo no veo nada malo. Sofi, qué has hecho esta semana?— observé a la niña, se veía bastante tímida— ¿es un secreto? Puedes decirme.— la alenté. Sofía se acercó a mí para contarme ese secreto. Ignorando a su madre presté atención a mi pequeña paciente quien no dudó en decirme lo que pasaba.
— Besé a un niño.— Las palabras de Sofía fueron claras. Ella estuvo besándose con un niño. Sonreí un poco.
— No creo que haya nada malo con Sofi, señora.— le sonreí a la madre— de hecho, creo que lo mejor sería que tengan la primera charla… Sofía mejorará, es sólo un efecto secundario no grave.— me acerqué a su madre— Una charla simple. Por qué los niños son diferentes de las niñas y hasta ahí. Sofi está experimentando, se está conociendo a sí misma y eso también pasa con los niños.— le guiñé un ojo.
— ¿Qué me está queriendo decir, doctora Hale?— me reí.
—Sofi ha besado a un niño en la escuela. No está mal, solo que su cuerpo ha respondido de esa manera.
— Oh dios…
—No es para tanto.— la tranquilicé— sólo hable con ella, ¿está bien? — la mujer asintió, me agradeció y luego de despedirse salió con su hija del consultorio.
Había terminado con mis pacientes y tenía un rato libre para comer mi almuerzo. Mientras lo hago, llamo a mi oso esperando que tenga un momento libre para atenderme.
—Rose— atendió al tercer tono. Sonreí con un bocado de mi sándwich en la boca.
—Hola, amor. ¿Cómo vas?
—Intenso.— suspiró— Creo que volveré tarde hoy.
—¿En serio?
—Cambia la cara, estaré para la cena.— respondió adivinando que había formado un puchero en mi rostro. Sonreí.
—Está bien. Escucha… — dudé. Tenía miedo de los motivos que tuviera Tanya y de cómo Emmett iba a reaccionar al respecto.
—¿Qué sucede?
—Tanya pasó por casa esta mañana. Luego de que te fueras con las chicas.
—¿Tanya? ¿Y esa qué quería?
—Qué se yo… Supongo que te buscaba. No me gusta nada esto, Emm.
—No te preocupes, no lo veo como un problema grave. La espantaremos apenas se presente de nuevo.— me reí.
—Eso espero.
—Cariño, debo seguir trabajando. Alice pasará por las niñas.
—Está bien, cuídate mucho.
—Tú también.— cortó la llamada y yo continué con mi almuerzo.
Luego del trabajo junté mis cosas y fui a buscar a Caleb del jardín de niños. Cargando a mi pequeño en brazos mientras dormía profundamente, mandaba un mensaje a Alice avisando que iba de camino a buscar a las chicas.
Senté a Caleb en su asiento en la parte de atrás del auto y conduje hacia la casa de Alice.
Caleb se despertó cuando llegamos, algo molesto. No le gustaba que le interrumpan su siesta.
—Tranquilo mi amor— dije tomándolo en brazos— vinimos a buscar a tus hermanas, ¿no te pone eso feliz?— besé su mejilla y toqué el timbre de Alice.
Alice abrió la puerta con una sonrisa, llevaba puesto un sweater rojo y jeans negros.
—Hola Rose, hola bombón— dijo agarrando la manito de Caleb— estás muy lindo aunque se note que has llorado.
—¡Mamá!— Mia corrió a mis brazos, abrazándome por la cintura.
—Hola princesa— reí ante el impacto de su abrazo.— ¿Cómo te fue hoy?— acaricié su cabello como pude.
—Rose, Zoey no se ha sentido bien hoy. Cuando las busqué de la escuela ya estaba mal.— comentó Alice con el rostro preocupado.
—¿Qué es lo que le pasa?— dije entrando seguida por Mia y por ella. Alice tomó a Caleb en brazos. Mi mente estaba en modo madre preocupada y doctora también.
— Le duele el estómago, le ha dolido todo el día mamá— me informó Mia.
—No te llamé porque se le pasaba por momentos y no lo creí tan grave, no presentó fiebre ni nada que me llamara la atención pero la vi muy adolorida.
—Está bien, Al.— busqué a Zoey, quien se encontraba en el sofá de Alice, acostada y tapada con una manta.
—Mi bebita, ¿qué tienes?— me acerqué a ella poniéndome de cuclillas y colocando una mano en su frente. No tenía fiebre, como Alice había dicho, sí se veía bastante mal.
—Mami— se sentó como pudo y rodeó con sus brazos mi cuello. La atraje a mi cuerpo en un abrazo. Estaba asustada.
—Tranquila, estoy acá.— besé su cabeza y me levanté con ella en brazos.
—Ma, ¿Zoey está bien?— Mia nos observaba con Alice, preocupada.
—Va a estarlo.— le sonreí.
Alice nos acompañó al auto y me ayudó sentando a Caleb en su sillita, acomodé a Zoey quien se negaba a soltarme y Mia subió del otro lado.
—Cariño, tienes que soltarme. Sino no podré manejar.
—Me duele mucho— sus ojitos estaban llenos de lágrimas. Acaricié su carita y besé su frente.
—Iremos a casa y me encargaré de que te sientas mejor, ¿está bien?— ella asintió y se acomodó en su asiento. Tenía miedo de que su dolor sea debido a un apendicitis, como Mia hace unos años, esperaba que no fuera así.
Al llegar a casa, los gemelos me ayudaron con Caleb y yo me encargué de cuidar a Zoey.
La hice darse un baño y luego la examiné en su habitación.
—¿Te duele?— pregunté mientras tocaba su pancita en distintos lugares. Ella negaba con la cabeza, lo cual me aliviaba. No era apendicitis.— Espero no sea ninguna infección. Te haré un té de jengibre y vemos si se te pasa— besé su frente y bajé a prepararle el té.
Para cuando Emmett llegó, Zoey estaba mucho mejor, incluso jugaba con Caleb. Noah me ayudó a preparar la cena y Mia jugaba con Thomas afuera.
—¡A cenar!— los llamé alzando a Caleb y sentándolo en su silla para bebés.
Todos corrieron adentro y Emmett besó mis labios.
—Ustedes dos, lavense las manos para comer— a Mia y a Thomas.
—Papá, ¿voy a poder ir el sábado?— Mia como siempre insistente…
—Hija..—Emmett la miró negando con la cabeza.
—Por favor. Hannah dijo que puedo quedarme a dormir después. Anda, di que sí. Porfi porfi porfiiii
—Mia.— llamé su atención— comé que se enfría. Hizo un puchero para nada agradable y se enfocó en su comida.
—Está bien, puedes ir.— suspiró Emmett.
—¡¿De verdad?!
—No hagas que me arrepienta..
—¡Gracias papá! ¡Gracias gracias gracias!— gritó y corrió hasta su lado para abrazarlo e inundarlo de besos. Sonreí viendo como Emmett se mordía el labio por la excesiva demostración de cariño de nuestra hija. Ay Emmett, ellas le pedían la luna y el buscaba la forma de dársela.
Bueno, sé que el capítulo fue algo corto. Pero me costó. En fin, dejen su comentario para ver que les pareció, siempre es un gusto leerlos :) Sigo usando el grupo de Facebook, donde subo adelantos o imágenes de la historia, lo pueden encontrar en mi perfil de fanfiction. Hasta la próxima!
