II
WE'LL HAVE LOTS OF FUN WITH MR. SNOWMAN
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Butch estaba jugando videojuegos en la consola portátil. Aguardaba por Boomer y Brick, que entraron al supermercado por algunas provisiones que Mojo les encargó –claro, dejarían de lado todo lo que tenga que ver con vegetales. Pensaba que podría tener un momento tranquilo ahí, sentado en las bancas de afuera, con una interesante vista al estacionamiento, el cual estaba siendo mantenido debido a la nieve que cayó, de esa manera no afectaría a los automovilistas que esperaban poder estacionar sin riesgo a resbalarse o algo por el estilo.
–Vaya, vaya –dice un hombre, al que ya había visto un par de veces.
Se trataba de un molesto periodista que no dejaba de preguntarle si él y Buttercup tenían una relación que fuese más allá de la amistad.
Sí, se trataba de esos periodistas que simplemente se encargaban de los chismes faranduleros para llamar la atención –o desviarla– de la gente. Especialmente este tipo se encargaba siempre de comentar su relación de amistad como si fuese algo más.
Ugh, de verdad que le molestaba demasiado esa situación.
–¿Qué haces por aquí? –preguntó el hombre.
–Espero la hora de tu muerte –respondió, volviendo a prestar atención a su juego.
–¿Aguardas a alguien? –miró hacia ambos lados.
Estaba bastante abrigado, una chaqueta con una bufanda a cuadros, mientras que Butch estaba con un hoodie grande –debajo de él, podía ocupar la cantidad de camisetas que estimase conveniente.
–A Buttercup no.
–Ah, qué lástima. Aunque tiene sentido, de seguro a ella sí la acompañarías a comprar.
–Como sea, vete de aquí.
El hombre le sonrió, asintió y se despidió con un gesto de mano, el cual no fue correspondido de la misma manera, debido a que Butch le enseñó el dedo del medio.
Brick y Boomer se toparon con el hombre a la entrada del supermercado. Obviamente, él los saludó, pero los muchachos simplemente le dijeron púdrete. Tampoco estaba en buenos términos con ellos.
–¿Te dijo algo? –preguntó Boomer a Butch cuando estuvieron a su altura.
Butch recibió una de las bolsas que le extendía Brick, miró a Boomer, asintió y se encogió de hombros.
–Lo de siempre.
–¿Buttercup? –preguntó Brick, a lo que Butch frunció un poco más el ceño.
Entendieron que aquel tema no le gustaba en ningún parámetro.
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Butch dejó, molesto, las bolsas de la compra sobre la mesa de la cocina. Brick dijo que él podía encargarse de guardar los víveres; por ello, se fue a la habitación junto con Boomer. Debían ordenarla, ese era el trato que hicieron con Mojo para recibir regalos de Navidad.
–Tú te encargas de recoger la ropa –dijo Butch–. Yo traeré la escoba, pala y los paños para limpiar la ventana.
–De acuerdo –sonrió Boomer, al darse cuenta de que su hermano le asignó lo más fácil.
Bajó y se dio cuenta de que Brick era el más rápido a la hora de organizar y ordenar.
–Tú lavarás, ¿verdad?
–Yo no –dijo Brick–. La lavadora es la que lava, yo solo tenderé la ropa.
–Ja.
–Estás de malhumor.
Ante la aseveración de Brick, no tuvo más remedio que suspirar y asentir.
–Ya sabes cómo me pongo cada vez que empiezan a insinuar algún tipo de relación entre Butter y yo –tomó la escoba y la pala con una mano, en la otra llevaba el limpiador de vidrios y los paños para los vidrios y los muebles–. No considero posible que entre ambos llegase a concretarse una relación.
–¿Lo dices definitivamente? –preguntó Brick arqueando una ceja, luego de haber terminado de guardar la carne en el refrigerador.
–No definitivamente, pero al menos no ahora.
–¿Y si ella te llegase a confesar que le gustas?
–No me he puesto en ese escenario –se encogió de hombros–, pero tampoco es como si los aceptase así como así. Lo mismo si es que tuviese que besarla –empezó a caminar fuera de la cocina–, no sé si después de eso podría querer tener una relación de verdad con ella.
Brick lo observó irse, solo tenía una idea en la cabeza.
"Probablemente, Butch, lo que tienes es miedo de perderla".
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Cassie se llamaba la chica morena y con gafas del tercer salón paralelo al suyo. Era una chica bastante interesante, increíblemente callada, pero siempre ha estado pendiente de lo que pueda suceder con los demás, además de forjar alguna relación amorosa con chicos sin siquiera levantar sospechas de que la misma.
Por sí misma, era todo un misterio; para los chicos, uno muy encantador.
Y de eso es que Buttercup, particularmente, tenía un poco de miedo, puesto que por la escuela se rumoreaba que a Butch le interesaba Cassie.
–… así que terminé limpiando mejor que cualquiera de los tres, y ahora me tienes aquí.
Pero ella tenía una ventaja; era su mejor amiga, así que lo conocía más de lo que Cassie podría hacerlo. No iba a rendirse solamente por haber escuchado unos absurdos rumores.
–Pues bien, me alegro de que hayas hecho algo más productivo con tu vida. Hacer el aseo a tu habitación es lo mínimo que podías hacer.
Butch chasqueó la lengua, desviando la mirada.
Buttercup lo miró de perfil, pudo notar que unos copos de nieve comenzaban a posarse sobre la chaqueta de Butch.
–Nieve –dijo y miró hacia adelante.
Evidentemente, estaba empezando a nevar, pero no era para nada fuerte, era ligero.
–El pronóstico del tiempo apuntaba por un fuerte nevazón en Nochebuena –señaló Butch, siguiendo con su camino por el parque que tenían en frente, cerca del lago que ya se encontraba bastante congelado–. Por mí, mejor. Me gusta mucho el frío.
–Lo sé –suspiró Buttercup–, pero ya, me iré a casa. No quiero pescar un resfriado antes de Navidad.
Butch se desanimó un poco, chasqueó la lengua pero terminó accediendo.
–Vale, vámonos.
Empezaron a descender por el parque. Todavía era posible encontrar a gente por la calle, usando paraguas o simplemente cubriéndose bien bajo sus abrigos o chaquetas. Buttercup se adelantó un poco, Butch se tenía que atar las agujetas de uno de sus zapatos.
Aún quedaba nieve en el césped, y con la que estaba cayendo, era fácil poder hacer bolitas de nieve.
No iba a dejar pasar esta oportunidad.
Rápidamente, hizo una bola de nieve y se la lanzó. Logró darle a la parte trasera de su cabeza, no la lanzó con tanta fuerza ya que su intención no era dañarla.
–¡Ilusa! –gritó pasando a su lado a gran velocidad.
–¡Maldito! ¡Espera ahí!
Buttercup había picado el anzuelo: cayó en la provocación del chico y ahora se encontraba haciendo bolas de nieve para lanzárselas hasta tirarlo al suelo.
Entre ambos, empezaron una pequeña guerra de bolas de nieve.
Estuvieron así durante un tiempo prolongado. Había más niños, no jugando con ellos, pero en el mismo lugar. La nieve no cesaba, ambos reían pero uno estaba más feliz que el otro, debido a que logró su cometido de pasar más tiempo con su compañía.
–¡Un muñeco! –dijo Buttercup, antes de recibir una bola de nieve que le dio justo a un costado del vientre–. Detente ya, maldito salvaje.
–¿Quieres que hagamos un muñeco? –preguntó, acercándose a ella.
–Sí.
Él asintió y, sin decirse nada, empezaron a acumular nieve para hacer la base de su muñeco de nieve.
Los niños que estaban ahí, les copiaron la idea, y les pidieron ayuda a sus padres para poder hacerlo.
Butch y Buttercup no fueron capaces de darse cuenta de aquello, debido a que estaban pendientes de su propio mundo.
Mientras hacían el cuerpo del hombre de nieve, se tiraron una que otra bola de nieve en el proceso, causando risas entre ellos. Más de una vez se les cayó la base del medio, Buttercup culpaba a Butch por su poca coordinación, en tanto él la culpaba a ella por su fuerza bruta.
–Falta la cabeza –dice Butch.
–En proceso –Buttercup ya estaba agachada, acumulando nieve, con las manos rojizas debido al frío, para hacer la cabeza del hombre de nieve–. Por mientras, piensa en un nombre.
–¿Un nombre?
–No creo que sea tan difícil, ¿o sí? –se burló.
–Ay, cállate –pidió Butch, empezando a acariciar su barbilla.
Buttercup formó una esfera, la tomó y la colocó sobre las otras dos esferas más grandes. Le dio forma, buscó unas ramas, unas piñas del pino y unas piedras para poder adornarlo. Con las piñas intentó formarle un sombrero –algo bastante raro–, con las piedras hizo los botones, la boca y la nariz, mientras que con las ramas hizo los brazos.
–¡Señor Hombre de Nieve! –exclamó cuando Buttercup sacudía sus manos y miraba orgullosa al hombre de nieve.
Claro, su mirada cambió a una de decepción luego de escuchar lo dicho por Butch.
–¿Solo pensaste en eso? –él asintió–. ¿En serio fue lo mejor que se te pudo ocurrir?
–Ya está bautizado –afirmó, sin tomar en cuenta lo dicho por ella–. Es el Señor Hombre de Nieve.
–Santo cielo –llevó una mano a su frente.
–Oh, vaya, pero qué lindo hombre de nieve.
Ambos se giraron para ver a una abuelita, envuelta en una chaqueta, una bufanda aparentemente de lana, estaba con un bastón pero era posible ver sus mitones.
–Gracias, señora –dice Buttercup, sonriendo.
–Se llama Señor Hombre de Nieve –dijo Butch, orgulloso, mientras que la chica rodaba los ojos.
–Es muy lindo –reiteró–. Ustedes también son unos lindos novios.
Y la sonrisa de Butch dejó de ser a una sincera, ahora, si bien seguía sonriendo, era posible deducir que era una sonrisa de mera conformidad. La abuelita agachó un poco la cabeza y se retiró. Butch se giró para hablarle directamente a Buttercup lo molesta que se le hacía aquella afirmación, pero se dio cuenta de algo que no estaba preparado.
Buttercup estaba sonrojada, y no, no se debía al frío.
Butch se puso helado, y es que aquello le cayó como un balde de agua fría. No podía creer, ¿ese sonrojo se debía a lo que dijo la abuelita? ¿Qué querrá decir ese sonrojo? ¿Acaso…? ¡Ugh!
Me tardé, lo sé, pero como avisé en la cuenta de instagram: debía asistir a una clase por la universidad y tuve un accidente, por lo que no me pude sentar frente a la laptop durante un rato para así poder terminar la historia rápidamente.
Disculpen por ello.
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Zafhirito1212: ¡Hola! ¿Futura admiradora? ¡Wow! Voy a estar esperando ansiosa por el momento en que digas que ya lo eres, puesto que significa un gran honor para mí. Yo escribo en wattpad, pero nada de este fandom, solo historias originales de mi creación; he visto que hay fanfics de este fandom por ahí, pero no me he aventurado a leer nada. Oye, muchas gracias por el voto de... admiración (?) Te advierto que mis historias no siempre son buenas, hay algunas que no le gustan al público. ¡Recibo todo tipo de opiniones! Eso me hace crecer como escritora. Te lo agradecería muchísimo. Espero te haya gustado esa parte de la historia también. ¡Hasta pronto, futura admiradora! Gracias, en verdad, por leerme.
¡Hasta el 24 de diciembre, gente!
