Sus pasitos inseguros lo guiaron lentamente hacia la playa mientras el viento despeinaba sus cabellos dorados. Sus pies se hundían en la arena, pero eso no lo detuvo, quería saber qué era eso que se escuchaba a lo lejos. Scott le había dicho que era el "mar" y él quería verlo, quería tocarlo. Sus pequeños ojos verdes se iluminaron al tenerlo enfrente, grande, majestuoso y misterioso, extendiéndose más allá del horizonte.

El pequeño Arthur Kirkland siguió caminando, decidido a acercarse más. El sol se hallaba oculto entre las nubes y el océano rugía embravecido pero él no tenía miedo pues ya tenía la apariencia de un niño de 3 años, ya era un niño grande. El rubio se acercó más, con el corazón latiendo a mil por hora.

Sus pies descalzos tocaron la arena húmeda, estaba fría. Rápidamente el agua salada cubrió sus pies y Arthur sonrió. Su madre le había contado historias de ese mundo bajo el agua, lleno de criaturas fascinantes. Su curiosidad lo empujó a acercarse hasta mojar los bordes de su ropón. El agua estaba fría pero se acostumbró después de un rato, todo era hermoso y el pequeño no cabía en sí de felicidad. Entonces… ocurrió.

Una ola enorme revolcó al niño, tirándolo de espaldas. El agua entró por su boca, haciendo que empezara a ahogarse. El mar había atrapado a su presa y no lo dejaría huir. El agua salada lo jaló al interior de la ola, tirando del menor como si fuera un muñeco de trapo. Arthur se ahogaba, iba a morir. Durante esos angustiosos segundos, lo caló un miedo mayor a cualquier otro que hubiera conocido en su corta vida y justo cuando la negrura del mar se lo tragó… despertó.

Arthur se sentó de golpe, respirando entrecortadamente mientras el sudor frío bajaba por su frente. Un horrible escalofrío le recorrió la espalda mientras trataba de calmarse. Fue solo un sueño… no… un recuerdo, uno de sus primeros recuerdos en la vida. Todo a su alrededor estaba oscuro, aunque podía escuchar la acompasada respiración de su hermano a su lado. Scott dormía profundamente, ajeno a lo que sentía el rubio.

El menor se levantó de la cama y caminó descalzo hacia un barril lleno de agua fresca. Se mojó la cara, tratando de olvidar su fatídico primer encuentro con el mar. Su reflejo le devolvió la mirada desde el espejo de agua. Él ya no tenía la apariencia de un niño de 3 años, ahora era todo un adolescente de 13 años con sus 200 años bien cumplidos.

-¿Y ahora que haces despierto, conejo?-preguntó una voz irritada que lo sobresaltó haciendo que casi tirara el barril con agua. El escocés se había despertado y había encendido una vela para poder ver a su hermano. Scott aparentaba 17 años- ¿Tienes idea de la hora que es?

-Ni idea, es solo que tuve un mal sueño-comentó el rubio regresando a la cama antes de observar el techo de madera, pensativo-bueno, más que un mal sueño, fue un recuerdo… ¿recuerdas ese día en que me escapé y terminé en el mar?

-¡¿Cómo olvidarlo?! En esos tiempos no podía ni dormir porque inmediatamente buscabas una forma de matarte-gruñó el pelirrojo soltándole un golpe a su hermano- pasé 50 malditos años durmiendo siestas de solo una hora. Y ese día en particular creí que era tu fin.

-Sí… tú me sacaste cuando estaba a punto de ahogarme-murmuró el menor con una leve sonrisa al recordar la cara de furia que tenía el escocés cuando lo rescató de las furiosas aguas. Estaba tan rojo como su cabello.

-Eres un idiota, el más grande que jamás ha existido-dijo Scott molesto pero por dentro sentía un gran alivio al haberlo podido sacar vivo del agua. El pequeño había tragado mucha agua y estaba sumamente pálido. El solo recordarlo estrujaba su corazón dolorosamente- ¡Maldito estúpido!-le soltó un fuerte golpe al inglés, tirándolo de la cama.

-¡Ay! ¡No es mi culpa que te hayas quedado dormido y haya podido escapar!-se quejó Arthur mientras se levantaba del suelo. El escocés se limitó a gruñir un par de groserías por lo bajo mientras se acomodaba en la cama, dándole la espalda.

-Ya déjame dormir-murmuró el mayor cubriéndose bien con la cobija-En unas horas tengo que levantarme para preparar mi barco y mi tripulación. Zarparemos al amanecer…

-Ah sí…-Inglaterra había olvidado por completo que su hermano se iría y una emoción lo embargó- Prometiste que cuando fuera mayor me llevarías contigo. Debes cumplirlo, Scott.

-No, todavía eres un mocoso-Escocia se maldijo mentalmente por haberle hecho esa promesa a su molesto hermano cuando éste se aferró llorando a su pierna para no dejarlo marchar. En ese entonces el rubio aparentaba los 5 años y acababa de cumplir 50 años de existencia.

-¡No quiero que te vayas! ¡No me dejes con ellos!-las lágrimas recorrían las redondeadas mejillas del inglés mientras sus bracitos se aferraban con fuerza a la pierna del mayor- ¡Llévame contigo!

-Cuando seas mayor te llevaré, ahora eres un pequeño y los niños no pueden ir en barcos, además tú le tienes miedo al mar-dijo Scott tratando de separarse del infante que estaba agarrado a él como garrapata. Era gracioso ver a un chico de 13 años forcejeando con un niño de 5-¡Quédate con Francis!

-¡No quiero!-lloriqueó el rubio hasta que unas suaves manos lo tomaron de la cintura y lo separaron del escocés. Francis le sonrió suavemente cuando sus miradas se encontraron y el más pequeño quedó cautivado por la apariencia delicada y femenina del francés de 10 años.

-No te preocupes, Scotty, yo lo cuidaré bien-dijo Francia con una sonrisa angelical haciendo que un sonrojo se instalara en las mejillas del mayor. Detrás de él se encontraba el rey Henry, hijo de William el conquistador- Ahora vete o perderás el barco.

-Ahm… si… bueno, te lo encargo-dijo Escocia desviando la mirada mientras sentía las orejas acaloradas- No dejes que se acerque al mar o se ahogará… y pues, cuídalo mucho-el pelirrojo salió huyendo rumbo al puerto mientras el francés ahogaba algunas risitas.

-¡No soy un mocoso!-la voz del inglés lo trajo de regreso al presente- ¡Tú tenías la apariencia de alguien de 13 años cuando fuiste a tu primer viaje!

-Bien, si tanto quieres ir, te llevaré-cedió finalmente el mayor con un suspiro. Arthur no pudo evitar sonreír, victorioso- Pero te lo digo ahora para que después no lloriquees, una vez que subas a mi barco, ya no hay vuelta atrás ¿entendido?

-Sí… capitán-dijo el rubio con una amplia sonrisa. No podía creerlo, por fin estaría en un barco, en uno real, no como los barquitos pesqueros que solía navegar a escondidas. Era tanta su euforia que no sería capaz de dormir de nuevo.


El sol comenzó a asomarse tímidamente en el horizonte y uno de sus rayos golpeó suavemente la cara del inglés que se había quedado dormido sin darse cuenta. Arthur se despertó lentamente y se frotó los ojos antes de abrirlos descubriendo que estaba solo en la habitación.

-¡Ese bastardo!-exclamó antes de levantarse de la cama de un salto para comenzar a vestirse. El maldito escocés se había despertado y lo había dejado. Rápidamente se calzó las botas y tomó sus pocas pertenencias antes de salir corriendo rumbo al puerto. Esperaba no llegar muy tarde.

-¡Terminen de subir la mercancía, malditas cucarachas!-gritó Scott mientras sus hombres subían cajas llenas de especias, plantas exóticas y animales raros- ¡Ya amaneció y quiero este barco en mar abierto antes de que los lance por la borda!- Arthur llegó corriendo y subió al barco con una sonrisa muy amplia- Vaya, miren quién decidió aparecer ¿tuviste un buen sueño, conejo?

-Maldito, no me despertaste ¿pensabas dejarme?-la sonrisa desapareció de su boca mientras fulminaba al mayor quien le dedicó una sonrisa burlona.

-La verdad sí, pero supongo que eres una plaga de la que nunca podré librarme-el pelirrojo revisó que todas las cajas estuvieran aseguradas antes de ordenar que elevaran el ancla y prepararan las velas- Ven a mi camarote, conejo, debemos hablar.

Los dos Kirkland caminaron al camarote del mayor mientras el barco comenzaba a moverse rumbo al mar. Arthur observó emocionado el interior del camarote privado de su hermano. Tenía una hamaca al fondo junto a varias cajas que contenían ropa, objetos personales y algunas monedas de oro, plata y joyas. Varias espadas estaban colgadas en la pared junto con la bandera escocesa. Un escritorio de madera lleno de mapas y velas se encontraba en el centro de la habitación rodeado por varias sillas.

-Bien, entonces era en serio que querías venir-comentó Escocia sentándose en la silla más grande y mirando al menor con sus penetrantes ojos verdes- Bien, entonces lo mejor será establecer las reglas ahora que ya no puedes echarte para atrás. Número uno, no esperes un trato preferencial solo porque eres mi hermano, a partir de hoy eres solo un tripulante más. Número dos, al ser un novato, dormirás en la cubierta y obedecerás a los tripulantes de mayor rango que tú. Número tres, el botín se divide en partes iguales así, ni siquiera yo obtengo más que todos. Número cuatro, si osas robar algo, te cortaré las manos, hablo en serio. Y número cinco, harás todo lo que yo te diga específicamente cuando yo te lo diga o regresarás a Inglaterra nadando y sé que no sabes nadar…

El rubio no pudo evitar tragar saliva al escuchar cada una de las reglas y asintió, nervioso y algo asustado, pero no lo demostró. A partir de ese día sería un pirata y no solo cumpliría con las expectativas de su hermano, sino que las superaría. El pelirrojo le hizo una seña para que saliera del camarote.

-Así que tú eres Arthur-lo llamó una voz desde el timón. Era el maestre, mano derecha de Scott y segundo al mando. El hombre era alto y fornido, con cabello rubio y piel tostada por el sol. Sus opacos ojos azul grisáceo recorrieron al menor de los pies a la cabeza deteniéndose en sus cejas- Sí, definitivamente el hermanito del capitán, soy Alfred Tartleton, bienvenido al Curse of the sea.

-Hello Alfred-dijo el inglés con una amplia sonrisa mientras estrechaba su mano. Era el inicio de su primera aventura.


Hola a todos, aquí Ghostpen94 con un nuevo fic que ya tenía ganas de escribir desde hace mucho. Siempre quise escribir un fic con Arthur como el protagonista y no como el villano cofcofAires de libertadcofcof pero no sabía de qué hacerlo y un día, mientras barría el patio trasero de mi casa me sentí como novato en un barco pirata ¡¿para que barrer el patio si siempre se llena de hojas por el árbol?! y de ahí pasé a ¡¿Para qué limpiar la cubierta del barco si siempre se moja?! Entonces se me ocurrió hacer un fic de Arthur, no como capitán, sino como un simple novato, el pequeño Inglaterra aprendiendo a ser pirata del mejor cofcofEscociacofcof.

Espero que les haya gustado mi idea y no olviden comentar!