Scott y Alfred llevaban varias horas esperando en el puerto a que anocheciera para poder robar uno de los muchos navíos que pasaban por ahí. Mientras el segundo al mando vigilaba que nadie los descubriera, el capitán sin barco lanzaba y atrapaba un pequeño cuchillo con un gesto de completo aburrimiento.
-El gusano ya se tardó demasiado, creo que deberíamos ir a buscarlo- el pelirrojo estaba a punto de levantarse cuando el humano a su lado se lanzó para mantenerlo en el suelo. Justo en ese momento se escuchó el sonido de cascos anunciando a unos guardias que pasaban a caballo haciendo su rondín de vigilancia- ¡Maldición, ya que anochezca de una buena vez!
- Tenga paciencia, capitán- le suplicó el mortal mientras su mirada grisácea seguía los pasos de los guardias conforme se alejaban de regreso al pueblo. Los había visto ir y venir varias veces por lo que sabía que tardarían un rato considerable en regresar- En cuanto el sol se oculte en el horizonte atacaremos, además, sé que Arthur está haciendo lo que puede para ayudarnos.
Entonces escucharon unos pasos apresurados y Arthur apareció corriendo antes de ocultarse detrás de los barriles al lado de su hermano. El rubio venía cargando una bolsa de tela con comida y bebida que había comprado con el dinero adquirido en los juegos de cartas. Los tres estaban sumamente hambrientos y se lanzaron sobre la comida sin mediar palabra al principio.
-Tardaste demasiado, gusano-gruñó Scott a medio bocado de un trozo de queso y una mordida de pan. Alfred bebió un largo trago de ron mientras le daba una palmada de agradecimiento al adolescente en el hombro- ¿Qué pasó?
-Tuve un encuentro con Antonio- murmuró el menor y el pelirrojo se atragantó con su bocado al igual que Alfred, ambos miraron al inglés con los ojos abiertos de verlo sano y salvo- No es lo que creen, lo que pasa es que un desconocido me robó mi daga en un bar en el que estaba apostando y cuando lo perseguí, resultó ser una chica.
-¿Y qué hacía una chica en un bar?-preguntó Alfred interesado por la historia pues parecía que el menor de los Kirkland había tenido una excelente aventura. El capitán torció la boca algo confundido por el relato pero decidió no interrumpir.
-Es lo mismo que yo le pregunté cuando me devolvió mi daga, lo que pasa es que esta chica da comida a los niños pobres del puerto-comentó el menor con una leve sonrisa, el acto de caridad de Emma le había parecido muy considerado- El punto es que creo que ella comenzó a correr de nuevo y chocó contra el mismisísimo Antonio.
-¿Y qué pasó? ¿La golpeó?-gruñó el maestre Alfred al pensar en el maldito español dañando a una chica. Sus manos se cerraron en puños mientras le dedicaba un par de maldiciones al Imperio Español, pero, para su sorpresa, el rubio negó con la cabeza.
-Al contrario, Antonio conoce a la chica, al parecer es su protegida o algo así, el punto es que la guió hasta un lujoso carruaje, creo que esos bastardos realmente tienen mucho dinero- murmuró la joven nación tras darle una mordida a uno de los panes- Sin embargo, el español sabe que estamos aquí, nos está buscando y si no nos vamos, no tardará en encontrarnos.
-Bien, no esperaremos a que eso ocurra, simplemente robaremos un barco y nos iremos-comentó Alfred y estaba a punto de ponerse de pie para hacerlo, sin embargo, el pelirrojo lo sujetó del brazo para mantenerlo en su lugar- ¿Qué ocurre, Capitán?
-Nosotros tres no podremos manejar un navío solos, necesitamos una tripulación-comentó Scott con un tono amargo pues realmente odiaba estar en desventaja en una situación. Sus dos subordinados lo miraron con confusión y curiosidad- Reclutaremos una tripulación en los bares bajos del puerto y les pagaremos por sus servicios.
-¿Y cómo les pagaremos?-preguntó el rubio de ojos verdes con creciente confusión- Me acabé todo el dinero que gané en esta comida y voy a tardarme bastante en ganar suficiente dinero para mantener una tripulación completa.
- Es sencillo, iremos a casa de tu linda amiguita nueva y saquearemos su casa-sentenció el pelirrojo y sus dos acompañantes lo miraron asustados. ¡¿Asaltar la casa del Imperio Español en sus narices?! ¡Eso era suicidio!- Y no solo eso, si esa chica es la protegida del bastardo español, nos la llevaremos, será nuestro pasaje de salida de esta odiosa tierra.
-Capitán, es una locura, aún pensando que logremos entrar a la casa que definitivamente debe estar custodiada, solo atraeremos la ira del Imperio Español al llevarnos a su protegida- comentó Alfred negando con la cabeza pero la mirada esmeralda del escocés estaba marcada por una determinación innegable- Oh no… realmente vamos a hacerlo ¿verdad?
-Buenas tardes, señorita Emma-dijo el mayordomo que abrió la puerta del lujoso carruaje para que la rubia bajara. La chica le lanzó una mirada a la gran casa que se alzaba majestuosamente entre las otras a su alrededor, los guardias de la entrada le abrieron la puerta con una pequeña reverencia.
Sus pasos resonaron en el elegante pasillo que llevaba a las distintas habitaciones de la mansión. Una de sus damas de compañía le preguntó si deseaba tomar un refrigerio en el comedor pero la joven se negó y argumentó que estaba cansada por lo que deseaba reposar en sus aposentos cuanto antes.
La habitación de Emma era esplendida, con una cama con dosel, un amplio ropero, una elegante bañera y una pequeña chimenea que tenía un alegre y crepitante fuego que iluminaba la estancia. La rubia se acostó en la amplia cama y cerró los ojos. Tantos niños que podría estar ayudando en ese momento en lugar de estar en esa odiosa casa como muñequita de cristal. Si tan sólo su hermano y Antonio la dejaran salir…
Justo en ese momento escuchó un ruido muy extraño que provenía del balcón. La joven se levantó de la cama y tomó una daga que ocultaba en el florero de su mesita de noche. Lentamente caminó hacia la puerta del balcón para abrirla con lentitud. El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, estaba a punto de anochecer. Emma miró hacia abajo pero no logró ver a nadie extraño.
-Qué curioso…-murmuró antes de guardar su daga entre sus ropas cuando de pronto una figura apareció tras ella y le tapó la boca con una mano mientras la otra se aferraba a sus muñecas, la rubia trató de forcejear cuando una peligrosa voz le susurró al oído.
-Si gritas, asesinaremos a todos los que habitan esta mansión-murmuró Scott maliciosamente mientras clavaba su mirada esmeralda en la de la chica que tan sólo pudo observarlo con el horror y el miedo reflejados en sus ojos al borde de las lágrimas- Vamos a dar un paseo, señorita…
Antonio bajó de su caballo y se estiró para desentumir sus músculos. Llevaba horas registrando el puerto y las calles en busca de las malditas cucarachas que habían incendiado su barco pero no había tenido éxito, esas asquerosas ratas sabían ocultarse muy bien. Un pequeño mozo tomó su caballo para llevarlo a las caballerizas mientras una sirvienta tomaba su sombrero y su capa. El castaño se estaba muriendo de hambre.
-¿Emma ya me está esperando para cenar?-le preguntó el Imperio Español a uno de los mayordomos el cual negó con la cabeza antes de informarle que la señorita Emma se había quedado en su habitación desde su llegada. Confundido, Antonio caminó por el largo y elegante pasillo rumbo a la habitación de la rubia y tocó educadamente- ¿Emma? ¿Estás dormida? Ven, la cena está lista…
Sin embargo, no hubo respuesta. Justo en ese momento se dio cuenta de que no estaban los guardias que solían custodiar el pasillo y la entrada de la mansión. No era el momento de cambio de guardia, eso no tenía sentido. Oh no…
-¡Emma!- Antonio golpeó la puerta con fuerza antes de tratar de abrirla pero estaba cerrada, al parecer la habían atrancado con algo. El castaño comenzó a empujar frenéticamente la puerta hasta que la silla que la mantenía cerrada se cayó- ¡EMMA!- pero la joven no estaba ahí, en su lugar estaban los guardias, atados y amordazados.
Sobre la cama se encontraba la daga de la chica y un trozo de tela negra que se notaba a todas luces de que pertenecía a una bandera pirata. ¡ESOS CANALLAS! Antonio salió corriendo de la habitación pidiendo a gritos de que alistaran su caballo, iba a perseguir a esas ratas para despellejarlos él mismo. Nadie se metía con el Imperio Español.
-Esto no está bien…-murmuró Arthur mientras ayudaba a atar a los guardias del puerto contra una roca. La tripulación recién adquirida estaba preparando las velas para zarpar. Scott había logrado robar un bonito navío de guerra que, aunque no era muy grande, prometía ser bastante veloz. El rubio terminó de atar a los pobres guardias junto con Alfred antes de que ambos subieran corriendo al barco. Era hora de irse- ¿No deberíamos dejar ir a la chica? Ya tenemos el barco.
-Aún no, en cuanto Carriedo intente perseguirnos para hundir este barco, esta linda chica será nuestro salvavidas, no se arriesgará a dañarla- comento el pelirrojo tomando a Emma por el mentón, la menor estaba completamente aterrorizada y lloraba en silencio. Arthur se sentía muy mal por ella.
Rápidamente ordenó elevar anclas cuando se escucharon las campanas del pueblo, Antonio había dado la señal y ahora eran los más buscados de la región. El barco comenzó a alejarse del puerto cuando llegó el Imperio Español montado en un hermoso corcel.
-¡MALDITOS BASTARDOS!-gritó furioso antes de ordenar que prepararan un barco para seguirlos- ¡Justo que arderán en la hoguera por esto!- Scott se limitó a dedicarle una sonrisa burlona pues el barco del español era más lento y rápidamente fue quedándose atrás. Antonio profirió un par de maldiciones de alto calibre pues no podía atacarlos, estaba en completa desventaja.
-¡Hasta la próxima, perdedor!-le gritó el escocés con una sonrisa triunfante conforme se adentraban a mar abierto. El Imperio Español sólo pudo observar, completamente impotente, cómo se llevaban a su protegida. Oh no… al holandés no le iba a gustar esto para nada…
Hola, he vuelto con un nuevo capítulo, perdón por tardarme pero sinceramente no sabía cómo iba a sacarlos de la boca del lobo dónde se metieron.
Espero que les haya gustado, ahora estos tontos van a enfurecer no solo al Imperio Español, sino al Holandés Errante, están en serios problemas.
Gracias por sus comentarios, en verdad me alientan a seguir.
Kagerou- El Alfred que los acompaña es un vil mortal que se llama así, no es Alfred F. Jones aka USA, el pequeño Alfie aún ni existe en esta época.
Alice: Gracias por seguir este fic, me alegra que te guste
Gracias por leer y no olviden comentar.
