Conforme se alejaban del puerto español y se adentraban a mar abierto, el barco comenzaba a aumentar su velocidad dejando atrás fácilmente al galeón español. Habían logrado escapar, realmente habían escapado de la boca del lobo y se habían escurrido entre las garras del Imperio Español.

-No puedo creer que hayamos escapado… -comentó Alfred completamente atónito cuando se adentraron completamente en mar abierto. El puerto se volvía más y más pequeño a cada segundo- Es increíble…

-Pues créelo- dijo Scott con una amplia sonrisa maliciosa. Esto era legendario, nadie podía atrapar al orgullo de Alba y nadie jamás lo haría. Entonces su mirada esmeralda cayó sobre la pobre chica que seguía llorando en el suelo- Bien, ¿qué tenemos aquí? – Se inclinó para examinar fijamente a la rubia que no dudó en retroceder lo más que pudo entre sollozos.

-¡Déjala ir ahora!-exclamó Arthur disgustado por la manera en la que su hermano observaba a Emma, como si fuera un pedazo de carne que quisiera devorar en cualquier segundo- ¡Libérala y déjala volver a su casa! Ya nos ayudó a escapar, ya no nos es útil.

-¿Cómo voy a liberarla, idiota?-preguntó el mayor molesto por la interrupción. Bruscamente tomó a la joven de la ropa y la acercó, entre forcejeos, a la borda- ¿Quieres que la lance a las aguas? Espero que pueda nadar de regreso.

-¡NO!-gritó el inglés horrorizado acercándose a su hermano para jalar a la rubia- Solo que no le hagas nada, la liberaremos la próxima vez que toquemos puerto

-¿Quién te crees para darme órdenes?-gruñó el pelirrojo mientras su enojo iba en aumento- Ella es mi prisionera, puedo hacer con ella lo que me plazca- sin embargo, el rubio protestó entre gritos que no lo hiciera- ¿Tienes idea del daño que nos causó ese maldito español? El otro barco era mucho más rápido y de mejor calidad que éste y adivina qué… ¡ESTÁ EN EL FONDO DEL MAR AHORA MISMO!

-Pero no está bien que te desquites con la chica, ella no hizo nada-protestó nuevamente el menor sin soltar a la rubia que no dejaba de llorar en silencio. Los temblores la recorrían de pies a cabeza mientras los miraba horrorizada- Ya sufrió mucho, déjala en paz.

-¿Qué acaso te ofreces de voluntario?-preguntó el capitán del navío con una risa burlona. El resto de la tripulación que se había mantenido en silencio no pudo evitar soltar un jadeo ante la pregunta ajena. Muchos negaron con la cabeza en total silencio mientras que Alfred trató de intervenir pero Scott lo calló con una fría mirada. Todos parecían conscientes de lo que esa propuesta significaba, todos menos el inglés- ¿Y bien?

-Yo…-Arthur no sabía exactamente qué era lo que su hermano iba a hacerle a la pobre chica pero no quería que ella sufriera- Sí, lo que vayas a hacerle a ella, hazlo conmigo.

Algunos de los presentes soltaron un jadeo sorprendido mientras que otros profirieron un par de maldiciones en voz baja. Alfred soltó un suave "no, Arthur" cuando el escocés los calló con la mirada. Entonces una maléfica sonrisa apareció en la boca del capitán que miraba al pequeño rubio con interés.

-Todas ustedes, ratas inmundas, vayan a sus apestosas madrigueras-ordenó con voz fría y todos empezaron a abandonar la cubierta- Alfred, llévate a la chica, si alguien le toca aunque sea un cabello, les cortas las dos manos-el mortal asintió y cargó a la rubia para llevarla a su camarote especial que ostentaba por ser el segundo al mando.

Una vez que la cubierta quedó despejada, el pelirrojo tomó al rubio de la ropa y lo arrastró a su camarote. Scott lanzó al menor contra su escritorio, volcando un par de botellas vacías de ron antes de cerrar la puerta de una patada. Arthur temblaba de pies a cabeza, nunca había visto a su hermano tan furioso. Cuando sus miradas se encontraron, el pelirrojo estaba lívido de ira.

-¡¿Tienes idea de lo que acabas de hacer?!-le gritó furioso-¡¿Cómo te atreviste a retarme frente a mi tripulación?!-el rubio no se atrevía ni a respirar, estaba completamente congelado por el miedo- ¡¿Ahora qué voy a hacer?! Si no te reclamo esas cucarachas pensarán que pueden retarme y salir ilesos… pero si lo hago… -Scott parecía estar hablando con sí mismo- es que… eres un hombre, por no decir que eres mí hermano… ¡MALDICIÓN!

La mirada furiosa se encontró nuevamente con la mirada asustada del inglés. Scott no sabía qué hacer y eso lo frustraba. Tal vez si lo dejaba muy mal herido sería suficiente, pero entonces pondrían en duda su masculinidad y no pensaba permitirlo. Por otro lado, Arthur es un hombre y esto sería muy mal visto y tachado por todos. En verdad todo era muy complicado.

-Uhm… pero si piensan que lo hice como castigo, tal vez no pase nada-se dijo a sí mismo. ¿Qué era lo que más importaba conservar? ¿El miedo de sus tripulantes o el respeto de ellos? El escocés suspiró con frustración, lo mejor era mantener ambos, y si alguno se atrevía a juzgarlo, le cortaría la lengua y le arrancaría los ojos- Bien, es lo mejor.

-Hermano…-gimió Arthur aterrorizado. Entonces, tomó al inglés bruscamente de la ropa, sacándole un grito de pánico. La ira chispaba en los peligrosos ojos del mayor-¿Qué vas a hacer?

-Ella es mi prisionera y por tanto tengo el derecho de yacer con ella-respondió el pelirrojo sacando su propia daga y la puso contra el cuello del menor-pero tú… ¡tú te interpusiste en mi camino!

-¡¿Qué?! Pero… no piensas yacer con… conmigo ¿verdad?-preguntó el isleño que se había puesto pálido al entender que literalmente se ofreció para que abusaran de él de la manera más baja e intima- Soy tu hermano, no puedes…

-¡Cállate!-el capitán le soltó una cachetada que resonó en el camarote- ¡Tú te lo buscaste! Si tan solo hubieras mantenido cerrada tu maldita boca, ahorita estaría follando a la chica, pero decidiste hacerte el héroe. Pues bien, ya verás lo que le pasa a los héroes.

Entonces, con un fluido movimiento, Scott desgarró las ropas del menor con sus propias manos. Arthur trató de gritar pero el mayor le ató un trozo de tela a la boca, amordazándolo. Las lágrimas inundaron los ojos del inglés cuando su propio hermano le ató las muñecas tras la espalda con los jirones de su propia camisa.

La cabeza del rubio rebotó al chocar contra el escritorio cuando el escocés lo tumbó contra el mismo. Varios temblores recorrían el cuerpo del menor cuando sintió las uñas del pelirrojo recorrer sus costados, dejando sangrantes líneas en su nívea piel. Su pecho subía y bajaba al ritmo de su irregular respiración.

Los labios de Scott recorrían su cuello dejando marcas y mordidas que le arrancaban gemidos de dolor al menor. Inglaterra se retorcía tratando de huir, no le gustaba estar así, era incómodo y aterrador. En verdad creyó que nada podía empeorar la situación cuando de pronto sintió la rodilla ajena chocar contra su entrepierna arrancándole un gemido que extrañamente no era de dolor.

-¿Qué pasa aquí?-preguntó el pelirrojo separándose del cuello contrario para mirarlo a los ojos- ¿Lo estás disfrutando, gusano infértil?- un llamativo tono rojo inundó las mejillas del rubio cuando sus miradas se encontraron- Creo que sí…-Arthur negó con la cabeza enérgicamente, claro que no lo estaba disfrutando, estaba demasiado asustado como para sentir algo más que pánico puro- ¿Quién diría que eres un degenerado enfermo que disfruta de estas cosas?

Arthur volvió a negar con la cabeza, su cuerpo lo estaba traicionando, debía estar siendo poseído por el demonio de la lujuria y la perversión. Se sintió sucio mientras su hermano dejaba marcas y mordidas en su pecho. ¿Qué era esta sensación? Ni idea, pero algo era seguro, su hermano tenía la culpa de todo.

El corazón de Arthur no era el único que latía a velocidad supersónica. Scott también empezaba a sentir cómo unas extrañas sensaciones recorrían su cuerpo. La piel del menor era suave y se erizaba al contacto con la suya lo cual le parecía extrañamente adorable y no solo eso, el sonrojo en las mejillas ajenas le había acelerado el pulso de manera muy curiosa.

Pero la gota que había derramado el vaso fue el gemido del inglés, ese maldito sonido lo había puesto caliente en un segundo, podía escucharlo retumbar en el interior de su mente y su cuerpo ansiaba escucharlo una vez más. Por eso, empujó de nuevo su rodilla contra la entrepierna del menor, arrancándole un segundo y glorioso gemido. Demonios, podría escuchar ese sonido toda la noche.


Antonio caminaba en el puerto de un lado a otro. No podía creer que habían escapado, y sobre todo, no podía creer que se hubieran llevado a Emma. Una punzada de culpa lo golpeó sin piedad. Ella era su protegida, era la rubia la que había decidido quedarse con él cuando su hermano había luchado por su independencia. Él debía cuidarla y protegerla, pero ¿cómo el maldito demonio pelirrojo se había enterado de ella? ¿Cómo es que nadie en el castillo los había atrapado? Tantas preguntas lo invadían y no lograba hallar respuesta a ninguna de ellas. Se hallaba perdido en la oscuridad. De pronto, una voz lo sacó de sus pensamientos.

-Señor, ya están aquí-los ojos del Imperio Español se dirigieron al horizonte. El brillante sol de la tarde ahora se hallaba bloqueado por una creciente niebla que parecía provenir de un navío que se acercaba al puerto a toda velocidad.

El castaño respiró profundo mientras intentaba en vano calmar los frenéticos latidos de su corazón. Se acercó al puerto justo cuando el Holandés Errante atracaba. Una figura saltó del barco, cayendo limpiamente frente a él.

-¿Dónde está?-la frialdad de la voz ajena cortaba con la intensidad de mil cuchillos pero no lograba del todo ocultar la enorme preocupación que sentía el rubio. Su respiración entrecortada, producto de la ansiedad, lo delataba.

-Están en mar abierto, rumbo a las tierras lusas-dijo el español sin perder tiempo en saludos- le he informado a mi hermano que prepare a la guardia de las costas y que vigile cuidadosamente las aguas de su territorio.

-Hay que partir cuanto antes para poder alcanzarlos- añadió Vincent dedicándole al castaño una mirada de profundo desprecio- Esta me la vas a pagar, Carriedo. Si algo le pasa a Emma, lo mismo te pasará a ti. Te lo prometo.

Y sin más preámbulos, el holandés subió a su barco y comenzó la cacería.


Ehm... hola? hay alguien ahí?

Hola! lamento en verdad haber tardado más de un año en actualizar este fic pero es que en verdad no sabía como continuar, tenía unos borradores regados por ahí pero hasta ahora tuve tiempo de pasarlos a la computadora. Gracias por la espera y quería recompensar su espera con britaincest/ScotEng candente.

Gracias por sus comentarios, en serio me levantan el ánimo y me dan inspiración para continuar escribiendo.

Lebrassca: no te preocupes, yo entiendo la necesidad suprema de shippear el FrUk pero por ahora solo hay ScotEng aquí

Kagerou: no te preocupes, no me molestaste, solo temí que fueran a confundir al Alfred de este fic, que es un vil humano con Estados Unidos

Vickyy: claro que habrá un guiño de su relación más adelante y me alegra que te guste mi Scott, yo disfruto bastante escribiéndolo.

Gracias por leer y por la espera.

Espero que les haya gustado y no olviden comentar.