Disclaimer: todo a él. :')


Es vital empezar esto con una disculpa. Si bien las razones que me impulsaron a hacerlo fueron bastantes fuertes para mí, al final no soporté el haber borrado esta historia por las siguientes razones: 1) me dolía y avergonzaba lo irrespetuosa que fui con las personas que tan gentilmente leían y comentaban, no toleraba el haber sido tan grosera y 2) amo TANTO a Goku y Milk que, sencillamente, tuve que hacer esto otra vez.

Mil perdones, lector.

Si leen: GRACIAS. Gracias hoy más que nunca.

Daré lo mejor de mí de ahora en adelante.

:')

Para Diana, still.


| PUREZA |

―ellos en esencia―


«Te juro que a nadie le he vuelto a decir que tenemos el récord del mundo en querernos».

(Rosas, La Oreja de Van Gogh)


1.

FLORES

En un primer momento, al voltear, Milk no reconoció el objeto inmaculado extendido en su dirección: luego sí que lo hizo y el rubor pintó sus mejillas.

Goku, encantador y sucio, le ofrece una flor. En los labios hay sonrisa imperecedera: ya es abuelo, pero un niño sigue siendo.

Milk se transporta al pasado; en su primera "cita" al borde del lago mil flores decoraban los campos, un arcoíris horizontal sobre el que podías caminar ofrecido por la naturaleza.

Pero ninguna de ellas posee la belleza de aquella que su esposo cortó para ella.

― ¡Para ti! Feliz cumpleaños, Milk. La arranqué de tu jardín, ojalá no te moleste ―procede a llevarse una mano tras la nuca, atolondrado a más no poder.

Una margarita, tan sin manchas como él.

Como ella, también.

Las lágrimas al borde de sus ojos son felices, las que Goku, de igual manera, le ha hecho derramar: para ella éstas pesan más que los dolores de cabeza y la soledad.

―Gracias, mi Goku ―cincuenta años al lado de él han sido un paraíso terrenal: lo será hasta el día en que sus ojos se cierren por la eternidad.


2.

ESTACIONES

Flores multicolor, días soleados, hojas castañas que caen al suelo y copos de diseño abstracto: las estaciones han tocado su puerta y se han marchado a lo largo del año en que Goku ha permanecido muerto luego de la batalla con su hermano, pero para Milk los días no poseen color.

Y la ausencia de su Gohan es lo que, con el pasar de los días, le impide mantenerse en pie.

Mas firme cual roble ante vientos adversos su lugar eterno continúa siendo la silla instalada frente a la ventana: ya sea tejiendo o leyendo, ya sea comiendo poco o sollozando en silencio, sus ojos no la abandonan. Jamás.

Porque el día en que su esposo e hijo vuelvan, ella será la primera en avistarlos caminando de regreso a casa.

Cuánta fuerza habitaba en ese mujer y cuán incapaz era de notarlo. Ella: leona de indestructible corazón, la más rebosante de amor.

―Por favor, no tarden, mis amores...

Mientras tanto, el invierno prevalecería en su interior.


3.

MATRIMONIO

Es su primera noche siendo, ya, un matrimonio. En el silencio resuenan las canciones de la naturaleza. Sólo la luz lunar ilumina la habitación.

Elevado sobre ella, Goku la observa.

A Milk se le ocurre que sus mejillas nunca recuperarán su color natural si Goku no deja de mirarla así, como en busca de un algo que una y otra vez se le escapa de las manos.

Reúne el valor para hablar:

― ¿Qué, Goku?

―Eres una chica ―pronuncia él. No es una pregunta ni un simple comentario: lo pronuncia cual hecho innegable.

―Sí ―responde ella, unas cuantas chispas de irritación presentes en su voz.

―Como Bulma ―dice―. Pero no eres como ella ―lo que agrega a continuación hace que su corazón vuelva a latir; el mismo se estrella enloquecido contra el pecho de Milk―: eres suave...

Un dedo masculino acaricia su mejilla con ternura y asombro: de ahí en más, el calor es lo único que existe.


4.

EN LA CAMA

Milk besa la frente ardiente de Goten para luego colocar sobre ésta la compresa húmeda: ¡cuánto anhela ser ella quien esté padeciendo esta infección y no su amado fragmento de cielo...!

― ¿Quieres dormir con nosotros, mi amor? ―le pregunta a Goten con voz de miel. El pequeño asiente, aferrándose a una mano de ella y Milk se derrite de amor.

En el lado izquierdo de la cama, Goku tan sólo observa a Goten en silencio. Milk lee con precisión lo que hay, discretamente, en sus facciones. Le sonríe con ternura.

―Él estará bien, Goku. Tan sólo necesita descansar.

―No puedo hacer nada por curarlo... Ojalá fuera tan fácil como golpear a los malos ―Milk no puede evitarlo: libera una risita dulce ante semejante comparación, ocasionando que Goku se extrañe―. ¿Qué?

Beso en la mejilla que deriva a los labios: es un viaje al pasado en el que una promesa de inocencia y amor los unió para siempre.

―Los adoro a los dos ―Milk acaricia tanto la mejilla de su esposo como la de su hijo menor.

Lo tiene todo.

En medio de los dos, Goten dormita con una sonrisa: el amor que de sus padres emana lo acuna en sueños.

―Me hiciste cosquillas en la mejilla, Milk ―musita al fin. La forma en que Goku ríe, se dice la aludida, es el corazón de esa adoración que no conocerá final.

¿Qué sería de ella sin aquellos que le hacen compañía en la cama...?


5.

DE NIÑOS

El niño con cola mira por encima de su hombro, el aire alborotando su ya de por sí desastroso cabello.

― ¿Qué? ¿Qué dices? ―pregunta a la niña de peculiar armadura pastel y capa verde que tanto le dan risa.

― ¡Tus padres! ―repite Milk, en voz un poco más alta: la nube voladora no es más que una mancha borrosa y dorada que los lleva a través del cielo―. Tu mamá y tu papá: ¿cómo son?

― ¿Oh? ―luego Goku ataca cabos―. ¡Ah, eso! ¡Mi abuelito era mi mamá y mi papá! ―afirma, riendo alegremente―. Pero murió, así que he vivido yo solito en las montañas hasta que conocí a Bulma.

» ¿Quieres que te lleve algún día a donde lo enterré, después de que comamos tomar esposa?

Milk olvida rápidamente la tristeza que sintió en el pecho ante sus palabras (igual que mi madre, no puede evitar pensar). Encantada por lo último que dijo, sus mejillas se sonrojan.

―Claro, cariño mío...


6.

PÉRDIDA

En su niñez, Son Gohan constituyó su mundo: su abuelito, con su bigote cenizo y sus ojos bondadosos, fue el mazo gentil que dio forma a sus valores y humanidad.

Es la presencia que, incluso en su adultez, todavía le conmueve recordar.

Y este día Milk acaba de perder a quien todo por ella lo dio, ¡que incluso su camino enderezó!, después de la pérdida de su madre a una edad demasiado temprana: el afable Ox-Satán, de avanzada vejez, había fallecido con una sonrisa en el rostro.

―Ya no llores, Milk... ―acaricia su cabello, inseguro, mientras ella no deja de llorar en su regazo. Se sonríe cuando lo asalta una idea―. ¡Seguro tu padre ya se encontró con mi abuelito! Seguro que ahora ya están juntos los dos... Y él no quería verte así de triste...

Goku logra sacarle algo que se asemeja a una sonrisa; luego la misma se parte en dos al proferir más sollozos temblorosos.

La noche se resume en lágrimas.

Cuánto y de qué forma lo va a extrañar, pues ella, en ningún momento, dejó de ser su niña...

Algunas pérdidas están para sufrirse con intensidad.


7.

JUEGOS

Milk voltea por tercera ocasión: está segura de que esta vez ha sentido algo. Sin dejar de amamantar y acunar a Gohan contra su pecho mira a su esposo por encima del hombro.

―Goku, ¿se puede saber qué estás haciendo? ―risitas y ella comienza a exasperarse―. ¿Qué?

La respuesta de Goku consiste en tomar un mechón de cabello de la larga melena de Milk entre dos dedos. Juguetón, lo lleva a su mejilla auto-provocándose cosquillas.

― ¿Por qué no lo traes suelto más seguido, Milk? ―Goku la mira con inocencia―. Es divertido jugar con él.

Milk se sonroja con naturalidad: ¡vaya escena, la de su esposo creando juegos a costa de su cabello...!

― ¿Eh? ¿No te gusta que lo haga? ―parece verdaderamente dispuesto a detenerse.

―No ―musita ella. Lo mira con el corazón encogido, rebosando amor―. No, Goku: no me molesta.

Una sonrisa compartida.

Silencio, caricias y juegos a la luz dorada de la mañana: tranquilidad.


8.

EN LA COCINA

―Mamá, ¿quieres que corte más fresas?

Milk da un respingo: se recupera rápidamente y responde a Goten con un no, mi amor, pues con la docena que has cortado tenemos suficiente para el pastel. Goten le sonríe y ella, embelesada con su rostro perfecto, responde con idéntico gesto.

― ¿Me ayudarías con la mezcla, Goten? Me parece que necesita más mantequilla ―le dice y su pequeño asiente con una dulzura inaudita.

Luego, ella retorna a su tarea anterior: batir la crema en un tazón sin que los pensamientos dejen de aglomerarse en su cabeza.

¿Qué le sucedía a su Goku hoy?

Siempre ha sabido descifrar qué se oculta tras sus sonrisas de niño: ella, a él, lo conoce en todo lo que es. Desde esta mañana lo ha notado en sus facciones: hay algo a lo que Goku está otorgándole vueltas con particular intensidad mientras se encuentra sentado frente al comedor de la cocina, haciéndoles compañía a Goten y a ella, quienes preparan el postre de esta noche.

La cocina prevalece silenciosa: Milk, incluso dándole la espalda, percibe que él continúa sumido en lo que piensa.

Ella, quien no ha querido indagar de manera directa, se lo pregunta: ¿qué ha ocurrido que podría tenerle así? ¿Qué, si no están más que rodeados por la paz?

Paz: lo que en esta realidad predomina.

El uso de esa palabra en especial es como el chasquido de dos piezas que encajan: ¿será que...?

La cuchara cae en el tazón y para ella resulta inevitable llevarse una mano al pecho, conmovida.

Trunks: eso debe ser.

Trunks y todo el asunto-pesadilla con Zamasu.

Trunks y la pelea que, por más que sangraron, no ganaron.

Trunks.

Una semana ha pasado desde aquel ir y venir infernal entre dos realidades: pero para Goku, que en carne propia lo experimentó todo...

Es innegable, se dice: Goku, a su manera, está de duelo.

Aprieta el puño libre contra su pecho, furiosa y dolida, pues la impotencia es lo único que les queda a todos ellos.

Y es que ella, al igual que tantos otros de esta historia, tiene mucho (todo) que agradecerle a esos ojos azules.

Pobre muchacho.

¿Y qué puede hacer por los sentires que con seguridad habitan el corazón de su esposo? Voltea con disimulo: encuentra a Goku con la barbilla apoyada sobre los brazos cruzados y mirando la nada. La imagen llega incluso a lastimarla.

No tarda en llegar a la conclusión de que esto es algo en lo que Goku debe cavilar en soledad. Así era.

Aun así...

―Goten, ¿por qué no vas con tu padre? Yo puedo encargarme del resto y creo que aún no le has dado su abrazo de los buenos días ―madre e hijo ríen a la vez, de manera queda para no alertar al tercero, mientras ella lleva una mano a su pequeña mejilla para otorgar caricias.

De la manera en que sea, se promete ella, su familia iba a estar allí para él.

Apoyada contra la encimera, sonriente, observa el cómo Goten se lanza a los brazos de Goku y la forma en que su padre lo recibe: su corazón se hincha de puro amor y gratitud.

Milk se sonríe todavía más al verlo reflejado en los ojos de Goku, mientras éste avista el cielo que se cierne a través de la ventana de la sala: Goku está más tranquilo ahora, lo puede ver con claridad, quizás por haber reflexionado un poco.

Está en paz.

Pues sólo continuar queda.

―Gracias, Trunks... ―susurra ella.

Me lo diste todo.


9.

DISFRACES

Lo ve reflejado en el espejo de su tocador, mientras peina su cabello antes de recogerlo en el acostumbrado e impecable moño y sus manos se paralizan. Se transporta al pasado al tiempo en que vergüenza roja le estalla en las mejillas.

― ¡¿Goku, qué haces con eso?!

La imagen es una combinación de lo absurdo y lo cómico: Milk descubre, a medida que se acerca a Goku, que una parte de ella comienza a sentirse incluso enternecida.

― ¡Mira, Milk, encontré tu ropa!

Milk ríe ante el aspecto que ofrece su esposo, quien viste un disfraz por demás reconocible para ella: el desastroso cabello de Goku se encuentra oculto bajo un casco rosado del que sobresale una hoja afilada y reluciente; es el mismo casco que ella portaba en su infancia. De sus hombros fornidos cae una capa verde esmeralda y a Milk la azota una ola de nostalgia tan abrumante que llega a asustarla.

Nunca había reparado en todo el tiempo que había transcurrido desde aquellos días en que, siendo una niña pueril, soñaba con una boda rosada que fuese la antesala de una vida perfecta.

Entre la vida pacífica que llevan en el campo, la crianza de sus hijos, los numerosos enemigos que han amenazado a la Tierra y las consecuencias, a veces tan dolorosas para ella, de innumerables batallas el tiempo se ha escurrido a través de sus dedos delicados: en la actualidad, Gohan ha formado una hermosa familia con Videl y su Goten ya es casi un adolescente.

Descubre, ella, que ni un aspecto de su vida cambiaría.

Milk toma a Goku de las mejillas, sus ojos negros palpitantes de amor mientras lo mira: Goku, eternamente sonriente, envuelve su cintura con brazos fuertes.

El silencio es amor y mil cosas más que no me molestaré en enumerar.

―Milk...

― ¿Sí, cariño?

―No se sale ―fiel a sus palabras, el casco no cede por mucho que Goku forcejee con él y Milk hace caso omiso al abrazarle. Goku la recibe entre risas.

―Te adoro, mi Goku ―él no responde con palabras: sí con la mirada.

Nada más hacía falta.


10.

CELOS

Vegeta, a sus ojos, nunca ha sido algo que ella pueda denominar un «amigo» y es capaz de contar con los dedos de una mano el número de veces que han interactuado, pero fluyó de ella con naturalidad: su instinto la guiaba a siempre alimentar a un saiyajin en necesidad.

―Toma, Vegeta, come tú también ―Milk sonríe ante la forma en que los labios de Vegeta tiemblan por obra y gracia del plato con carne que le extiende, mismo que despide una fragancia tentadora.

Luego de pasar meses encerrado en la Habitación del Tiempo sin comer algo decente, ella no dudaba que Vegeta debía anhelar algo que colmase sus necesidades de alimentación; mucho más si se tomaba en cuenta que él, junto a su Goku, Piccolo y Majin Buu (ah, y ese tal Monaka) iban en camino a una pelea con guerreros cuyas habilidades aún desconocían.

Del otro lado del cubo transparente que los transporta a la arena de batalla todo se mueve a velocidad vertiginosa.

Se suscita de repente: Goku, con dos brochetas en cada mano, se aparece de la nada y se posiciona firme, casi protectoramente frente a ella. Goku mira a Vegeta con fijeza (¡con el ceño fruncido inclusive!). Milk parpadea, confundida por la situación.

― ¡Consigue tu propia comida! ―espeta Goku al hombre de (bastante) menor estatura segundos antes de sacarle la lengua.

Tanto ella como Vegeta tienen lo mismo plasmado en los ojos: desconcierto. ¿Qué acaba de pasar?

¿Por qué Goku ha dicho algo de esa naturaleza?

Segundos de silencio vacilante.

Al final, el amigo-que-no-es-tal de su marido bufa y se marcha ceremonialmente (y sin dejar de apurar lo que Milk ha preparado en la parrilla, por supuesto).

―Goku, ¿qué...?

Calla ante la risita nerviosa de él.

―Supongo que no me gusta compartirte, Milk ―le dirige una sonrisa centelleante por encima del hombro. Y sus ojos son dos puntos negros, dulces, que reinan en el cielo al avistarla.

Una vez más ella parpadea. En ese momento Goku se marcha tal y como si nada hubiera pasado. Le hace competencia a Vegeta ante la forma en que devora lo que lleva en manos mientras se acerca a Monaka.

Por unos instantes Milk se queda en blanco: en sus labios se dibuja una sonrisa pequeña que no se esfuma en todo el trayecto.

Esta paz que Goku siempre sabe inyectarle es, en definitiva, su favorita.

Le ofrece algo de comer al todopoderoso (y hambriento) Dios de la Destrucción, sintiendo esa verdad instalada con dulzura en su pecho.

Que Goku demuestre "celos", por decirle de alguna manera, ante el hecho de que otros disfruten la comida que sus manos preparan: una atípica, dulce aseguración.

Ella conoce el significado detrás.

Las formas de amarse son infinitas como las estrellas.


11.

ORGULLO

―Papá...

― ¿Sí, Goten?

―Si de verdad quieres volverte el más fuerte del universo, incluso más que el señor Vegeta o Majin Buu, ¿por qué no sólo se lo pides a las Esferas del Dragón?

El paralizar de ambos es sincronizado a la perfección: Milk detiene la mano que iba en busca de la esponja mientras lava los platos del desayuno, Goku frena el tenedor que estaba llevando a su boca.

Goten y su pregunta todo lo han suspendido.

Milk se dice que quizás es a causa de que su Goten, a sus ocho años, es todavía muy joven; quizás es que él no ha heredado la pasión equivalente a la sed y el hambre que su padre siente por pelear, pues sus palabras derrochan inocencia total.

Silencio.

Incluso cuando les da la espalda, su instinto le permite sentirlo con nitidez: puede ver sin mirar a Goku revolviendo el cabello de Goten y la risita de su pequeño tan sólo se lo confirma.

Goku habla como si no estuviera ahí: en su voz late el ímpetu que sólo luchar le inspira.

Qué misterio más grande podía ser ese hombre a veces.

―Porque no sería lo mismo, hijo. Ahora come para que después podamos entrenar, ¿de acuerdo? ―las palabras escogidas, de ser proferidas por cualquier otro ser, se antojarían rebosantes de brusquedad: al provenir de Goku no destilan malos sentires en lo absoluto.

No quedaba más por decir.

La calma retorna al hogar.

Milk los observa entrenando a través de la ventana, sonrisa imborrable en el rostro ante la forma en que Goku bloquea los puños de Goten con el antebrazo: aunque el momento ya quedó atrás, ella reflexiona.

¿Cuántas habrán sido las ocasiones en que Goku tomó el camino difícil a propósito, sencillamente porque así se lo gritó su instinto de guerrero?

Un camino dorado cuyo final no podías avistar ni aunque te pusieras de puntillas, entrenamientos bajo niveles de gravedad homicidas, Semillas del Ermitaño rechazadas: Milk sabe bien que Goku ha pasado por mil martirios más de los que ella no tiene ni tendrá conocimiento.

Y todos atravesados voluntariamente, sí, señor.

¿Y cuál era la razón?

―Es su orgullo ―le responde a la nada en un susurro―: Goku quiere ser el más fuerte por sí mismo, a costa de su propio esfuerzo.

El más fuerte del universo, peldaño a peldaño, chispazo de ki tras otro.

Y cuánto le admira y le respeta esto: ella, que fue en sí misma una guerrera en tiempos pasados, lo comprende.

Lo comprende.

Aunque en su humanidad prevalecen agujeros de dolor y abandono que nunca sanarán ella siempre, siempre, siempre lo estuvo esperando con los brazos abiertos.

La comprensión, en la raíz de lo que es, también es un tipo de amor.

Es su digna mujer: es feliz, está en paz, al saber que su orgullo de guerrero fue y es intocable por la eternidad. Lo será.


12.

TWISTER

Gohan se paraliza bajo el umbral que conduce a la cocina: ante la imagen de la que es testigo se alegra mucho de que Goten todavía esté durmiendo.

―Mamá, papá... ¿Qué hacen a...?

― ¡Gohan, yo...! ―gime su madre, quien luce exageradamente roja, lo que Gohan considera que no es para menos.

Allí, en el suelo de la cocina, yacen sus padres enredados entre sí: bueno, específicamente su padre aferrado perezosamente a Milk. Goku parece a dos pasos de estar durmiendo con placidez y aprisiona la cintura de Milk mientras sus piernas están enredadas con las de ella como en una técnica profesional de artes marciales. Su madre se revuelve inútilmente, colocando sus manos en el pecho de él en un intento de alejarle.

― ¡Suéltame ya, Goku, te-tengo que terminar de cocinar...! ―ni siquiera el argumento de la comida es de ayuda: el saiyajin habita en la tierra de los sueños y, al parecer, no tiene pensado dejarla ir―. Gohan, tu padre es un perezoso: lo llamé miles de veces para que viniese a desayunar, ¿y tú crees que se apareció? ―más protestas―. Y de la nada se me lanzó encima dándome un susto de muerte y... y ahora no me deja ir, no puedo creer que esté así de adormilado. ¡No te quedes ahí, quítamelo de encima!

―Suave... ―murmura Goku. Milk siente deseos de estallar para así desaparecer de este mundo a causa de la vergüenza. Goku la aprieta más―. Sua... ve.

Gohan siente que ya ha escuchado y visto suficiente. Se dice que su madre será capaz de manejar la situación (cosas peores le ha hecho su padre...). Aferrándose a su bolso-mochila declina con gentileza el ofrecimiento de su madre a que desayune, por lo menos, algo de lo que hay en el refrigerador: en serio que (ya) no tiene hambre. Gohan abandona su hogar escuchando cómo a su madre comienza a agotársele la paciencia; casi siente piedad por el destino de su padre.

Mientras la nube voladora lo lleva a su destino, con los brazos cruzados sobre su pecho y la mirada clavada en el cielo azul, piensa, piensa, piensa y luego piensa otro poco más. Entonces:

Twister. Así se llama ese juego.

Lo primero que se le vino a la cabeza cuando los vio. Casi esperó ver una manta multicolor bajo ellos. Oh, bueno. Tiene clases y sabe que es en eso en lo que debe enfocarse.

Pero no puede evitar el estar sonriendo un poco mientras su maestra da lecciones de algebra avanzada: otro más de los muchos recuerdos, hogareños y dulces sin importar su cualidad extravagante, que guardará en el corazón por siempre.


13.

DISCUSIÓN

―Pero...

―Ningún pero, Goku. No permitiré que le hagas esto a nuestro Gohan.

―Pero podría ser muy bueno para él, ¡si mi abuelito me enseñó artes marciales a mí, entonces...!

― ¡Los estudios son lo mejor para él! ¡Basta con este tema y déjame cocinar!

―Tú fuiste una guerrera también. Pensé que lo entenderías...

―Goku: tienes tres años. Tres.

―No estoy diciendo que quiero empezar a entrenarlo ahora.

― ¿¡Entonces cuándo!? ¡No importa qué edad sea, no lo permitiré! ¡Entiende que lo único en lo que debe concentrarse es en estudiar y en nada más! Entiende que... no estaré tranquila si anda por allí agarrándose a golpes con otros como un salvaje.

―Tengo un presentimiento, Milk. Siento que, de recibir un entrenamiento apropiado, él podría llegar a hacer cosas increíbles. Siento que Gohan podría ser mucho mejor que yo.

―...

―Milk, ¿por qué lloras? ¿Qué dije?

―Piccolo casi te mató, Goku. Fue tan horrible de ver, ¡y había sangre por todas partes! No soportaría que a mi Gohan le...

―Jamás permitiré que le hagan daño, lo protegeré de lo que sea. Pero Gohan también debe aprender a ser capaz de defenderse solo. ¡De defender a otros, incluso!

―No existe ninguna razón que lo obligue a entrenar: vivimos en paz, Goku.

―Lo sé. Pero... ¿en unos años, tal vez? ¿Qué dices?

―Siéntate, ya vamos a comer.

―Bueno, la verdad es que no me gusta discutir.

―Ni a mí, cariño... Tan sólo quiero que vivamos tranquilos...

―Así será. No importa quién aparezca: nunca lo van a tocar.


14.

PROPUESTA

Rodeados por el silencio del bosque, almuerzan bajo la sombra de un árbol de flores color delicadeza.

―Oye, Milk, te propongo algo.

― ¿Eh?

Goku ríe ante la forma en que Milk ha detenido el bocado de arroz que se llevaba a la boca.

―El que acabe su almuerzo primero... ―empieza él. Goku inclina su bentō: Milk nota que tanto ella como él tienen la misma cantidad de comida restante―, ¡podrá ir a tomar un baño al río antes!

Ella lo mira en silencio. Luego, risas que de ella nacen y que lo contagian a él antes de que Milk lo mire desafiante.

―Hecho.

Las risas continúan mientras se salpican mutuamente con agua cristalina.

Son este tipo de propuestas, infantiles en su totalidad, las que ella no cambiaría por nada.


15.

DESEO

Con dedos entrelazados y anhelantes ojos negros clavados en el cielo, las observa. Desde siempre, es en las estrellas donde la pequeña Milk deposita todas sus confidencias.

Medio año ha pasado, pero aún lo espera.

Una estrella fugaz rasga el cielo nocturno y ella jadea; luego cierra los ojos fervientemente. Guiándose por las acciones de las princesas de los cuentos que tanto adora, un deseo se le desprende del pecho.

―No tardes, Goku ―Milk confía en que su susurro permanecerá a salvo en los oídos de sus azulinas amigas.

Este es el deseo que hace latir su corazón infantil, llenando de luz esperanzada los rincones oscuros del castillo que ella habita.


16.

OBSEQUIO

―Mami, ¿qué es eso?

Milk le sonríe a su pequeño.

―Un obsequio, Gohan: de parte de mamá y papá ―coloca el pequeño sombrero sobre su cabeza y su sonrisa se ensancha ante la imagen―. ¡Te queda perfecto! Mírate.

Gohan observa su reflejo con atención. Apunta con su pequeño dedo aquello que tan fascinado lo tiene. Y es que no recuerda haber visto, en su corta vida, algo que fuese tan bonito.

Magia y deseos de perfecta redondez.

―Eso de ahí, mami. ¿Qué es?

La sonrisa no se borra del rostro de la madre. Lo trascendental del momento hace nacer ímpetu en su corazón.

―Se llama Esfera del Dragón, cariño. Es muy importante para tu padre y, cuando crezcas, él te contará todo acerca de ella. Cuídala mucho, ¿está bien? ―lo besa en la mejilla y se maravilla con la risa de Gohan―. Feliz cumpleaños, mi amor.


17.

HIJOS

―Se ven tan tranquilos ―dice el padre.

―Y son tan perfectos ―dice la madre.

Desde la puerta, ambos observan a aquellos seres por los que lo harían todo y más y lo que le sigue: Gohan y Goten, luego del día sin final que comenzó desde el impredecible despertar de Majin Buu, duermen pacíficamente. Goten ya ha llegado al punto en que saliva ligeramente sobre el pecho de su hermano mayor, lo que hace reír quedamente tanto a Goku como a Milk.

Goku rodea sus hombros con un braz y Milk corresponde al apoyarse contra él.

―Prometo que siempre los protegeré ―dice él―. A ellos y a ti.

Ella sonríe, pues es un algo en lo que no ha dudado ni siquiera en los momentos más críticos.

―Lo sé, mi Goku ―dice, instantes antes del unir de sus labios. Al separarse, él nota lágrimas en sus ojos. No se preocupa en lo absoluto, pues la sonrisa en el rostro de ella despide luz propia―. Gracias por volver...


18.

MASCOTAS

Milk no puede evitar que la cesta con ropa recién lavada se le escurra de las manos: ¡la imagen que tiene ante ella le trae mil recuerdos que la superan!

― ¡Mira, mamá! ―dice Goten alegremente, asomándose por detrás de la inmensa cabeza morada―. ¡Mi hermano dice que se llama Gran Dragón! ¿Puedo quedármelo?

― ¡Goten, bájate de él ahora!

El menor hace un mohín.

― ¿Por qué? Si es muy amigable ―el adorable animal (que a ojos de Milk no lo es) se aproxima a ella e intenta lamer su mejilla. Ella retrocede un paso y Goten ríe―. Quiere jugar contigo, mamá.

Milk se inclina para recoger la ropa que se ha caído de la cesta. Luego se irgue con los brazos en la cintura, habiendo meditado un poco.

―De ninguna manera va a entrar a la casa. Eso jamás ―declara. Mira a Goten antes de suspirar profundamente―. Pero... supongo que puedes jugar con él de vez en cuando. Muy de vez en cuando. Pero te lavas las manos inmediatamente después, ¿de acuerdo, Goten?

Su pequeño se apresura en abrazarla, encantado y cuando ella le devuelve el abrazo no puede evitar meditar en lo flexible que se ha vuelto con respecto a la crianza de sus hijos: se le ocurre que, antes, jamás hubiera permitido que uno de sus pequeños tuviese esta suerte de "mascota a medias".

Por verlo así de feliz, se dice, vale la pena ceder un poco (al menos hasta que el Gran Dragón amenaza con acercarse a ella nuevamente, obligándola a meterse a la casa de una vez por todas).


19.

SOBRENOMBRES

Su voz, estable y clara, la sorprende cuando sus ojos ya habían llegado al punto de cerrarse.

―Milk...

― ¿Qué pasa, Goku? ―le habla desde muy lejos, pues está más dormida que despierta, pero no por mucho.

Él carraspea y, luego, con una voz casi teatral:

―Cabello... bonito.

― ¿Eh? ¿Qué dijiste?

Milk gira su cabeza sobre la almohada, convencida de que ha escuchado mal. O de que ya está soñando, quizás; pero la luz de la luna ilumina el rostro de su esposo de una manera inconfundiblemente real.

―Ojos... ―comienza él una vez más. Para Milk es evidente: Goku está esforzándose por pensar en qué decir como pocas veces lo hace, siendo él alguien tan maravillosamente espontáneo―. Eh, ¿brillantes? ―Goku se lleva una mano tras la nuca.

―Cariño ―la voz de ella es paciente―, ¿de qué estás hablando?

―Tú siempre me dices cosas así, Milk ―explica él―: «Cariño» o «Mi amor» o... que soy tuyo.

Luego de lo dicho, nace el silencio. Algo en su rostro la motiva a preguntarlo.

― ¿No te gusta que te llame así? ―pregunta ella, con calma, pero el corazón le late a un ritmo ajeno al resto del cuerpo.

―Se siente bien ―le dice él. Se miran sin respirar―: aquí ―Goku se lleva una mano al pecho, a su propio corazón, al tiempo en que le sonríe―. Quiero hacer lo mismo por ti.

Ella, sin moverse un ápice de su posición, tiembla de los pies a la cabeza: luego se refugia en el pecho más cálido que conoce. Milk se siente a punto de derretirse, pero no vacila al decirlo.

―Yo uso esos sobrenombres contigo porque te adoro, mi Goku ―dice, sonrojada, ¡y cuán verdad era...!―. Pero tú no necesitas llamarme de ninguna manera en especial, ¿de acuerdo? Sé que no es fácil para ti hablar así ―ambos ríen. Milk detecta hábilmente que en Goku todavía prevalece algo de incomodidad: sonríe y lo mira a los ojos―. Tan sólo... nunca cambies, Goku. De esa forma ya lo harás todo por mí.

» Siendo tal y como eres no podrías hacerme más feliz.

Felicidad, queda y no tan fácil de detectar, del color de noches secretas en los ojos de él.

―Sí ―es un susurro. Es el todo dentro de la nada.


~ Continúa en Capítulo II ~


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