| PUREZA |

―ellos en esencia―


«Hay amores que se vuelven resistentes a los daños,

como el vino que mejora con los años,

así crece lo que siento yo por ti».

(Shakira, Hay amores)


20.

CUMPLEAÑOS

Goku juguetea con un mechón de su cabello, mientras que ella acaricia su pecho desnudo: en los brazos del otro, todo es perfección.

En silencio total, observan el techo mientras yacen en cama.

Curiosa, la luna llena se asoma por la ventana abierta.

―Entonces... ―comienza ella. Milk habla con tranquilidad―. ¿Él nunca te dijo la fecha? ¿No lo recuerdas, Goku?

Goku sonríe ampliamente y ella, sin necesidad de mirar, siente el gesto como si estuviese presente en su propia piel.

―Mi abuelito y yo fuimos felices siempre ―dice. Milk siente la nostalgia, la casi añoranza, presente en su voz―. Entrenábamos y comíamos y dormíamos juntos y reíamos de cualquier cosa: era así todos los días ―calla un instante―. Yo fui feliz siempre.

Milk busca su mano más cercana, la encuentra en la oscuridad y dedos se entrelazan, haciendo que chispas broten de sus pieles unidas: apoyo, amor, ternura comunicada sin palabras.

―Y yo era un niño, uno que no sabía de dónde vino en realidad ―continúa él―. Pero sé que, de haberle preguntado acerca de eso, mi abuelito me habría dado una respuesta.

―Entonces tú no...

―No sé qué día nací, ni tampoco la fecha en que mi abuelito me encontró en las montañas ―confirma Goku.

Silencio. Nada más que las canciones ofrecidas por los grillos parecen existir en el universo.

Goku lo nota, pues cuando de ella se trata el despiste no existe:

―Milk, ¿por qué te pones triste...? ―una parte de él, no obstante, ya conoce la respuesta.

Milk respira con profundidad y luego fuerza una sonrisa.

―No es nada, cariño ―le asegura, acariciando su mejilla―. Tan sólo me gustaría saberlo. Me gustaría, pues, poder...

― ¿Celebrar mi cumpleaños? ―finaliza él. Entonces la sonrisa retorna a su rostro, tan brillante como siempre: Goku es un enigma hecho persona―. A mí no me importa mucho, ¿sabes? Porque cada año celebramos el cumpleaños de Gohan, el tuyo, el de tu papá y el de todos mis amigos también: está bien así. Lo está para mí.

» No pido nada más.

Milk siente que el amor que Goku le inspira adquiere alas y asciende hasta las nubes.

Con el corazón en la mano, lo abraza fuertemente: Goku responde al instante, envolviéndola en brazos para después unir sus frentes. Cerrando sus ojos, Goku libera un suspiro feliz. En poco tiempo, Milk comprende que se ha dormido.

Lo observa descansar: qué contradicción más grande era su Goku, que sin importar su edad adulta continúa siendo un niño en lo más básico de su ser.

Milk se relaja: durante sus últimos instantes de consciencia, ella se pregunta cómo se sentirá el tener un pasado que no se recuerda en su totalidad.


21.

PRIMER BESO

La sábana blanca se escurre de sus dedos, aterrizando desordenada sobre la cama. Goku reacciona de inmediato.

― ¿¡Milk, qué tienes!? ―Goku la toma de los hombros con gentileza, olvidando por completo que estaba a punto de irse a entrenar. Busca los ojos de ella y, al encontrarlos, habla con voz suave―. ¿... Hice algo malo?

Ella se limita a mirarlo. Finalmente parpadea y parece despertar y en sus mejillas estalla el rojo. Lentamente, Milk lleva una mano a su propia frente, acariciándola con los dedos.

―Es... Goku, es el primer beso que me das en la frente.

Ahora es Goku quien, pareciendo no comprender, parpadea.

― ¿Y? ―entonces, sus ojos se expanden y el pánico se apropia de él―. ¿Es malo hacerlo? ¿¡Te vas a enfermar o algo!?

Milk le sonríe, dolorosamente enternecida.

―No, cariño, no es nada malo. Pero... ―ella se lleva un dedo a la barbilla, intentando ordenar sus ideas para así encontrar las palabras adecuadas―. Pero cada cosa que se hace en un matrimonio tiene un significado. ¿Lo entiendes?

Goku asiente, atento a sus palabras.

― ¿Qué tipo de cosas? ¿Y qué significan? ―pregunta él.

Milk lo anima a que ambos se sienten en la cama, instalándose sobre la sabana que tenía pensado colocar bajo las almohadas (tendré que plancharla otra vez, piensa ella).

―Por ejemplo ―empieza―: cuando te preparo de comer lo que más te gusta, significa que quiero cuidar de ti ―Goku esboza una sonrisa que hace nacer calidez en el pecho de Milk―. Y cuando dejo que sostengas a Gohan, significa que confío en ti, que sé que no lo dejarás caer ―esta vez, ambos sonríen―. Y... lo que tú acabas de hacer... ―no sabe cómo seguir ni qué más decir.

¿Qué significado encierra en sí?

Nada la hubiera preparado para lo que Goku dice:

―Me gusta mirarte, Milk. Y quise besarte ahí, aunque no sé por qué: tu piel es muy suave ―sin dejar de mirarla, Goku inclina su cabeza cual cachorrito―. ¿Siempre significa eso? ―ella tiembla demasiado como para ser capaz de responder―. ¿Te molestaría si lo vuelvo a hacer?

―No ―le costó demasiado proferir esa simple palabra. Con los ojos vidriosos, ella toma una mano de él―. Hazlo siempre, mi Goku...

―Qué bien ―se limita a decir él. Se inclina y labios acarician piel tersa una vez más. Cuando Milk solloza ligeramente, Goku sonríe―. Qué bien.


22.

DECLARACIÓN

Mientras lo observa alejarse, su corazón de madre adolece un poco más. Milk se llevó el pañuelo a la nariz.

A su lado, Goku la rodea con un brazo.

―No llores, Milk, ¡todo saldrá bien, ya lo verás!

―Ya lo sé, Goku ―no puede evitar hablar con voz un tanto irritada, pues sus emociones están a flor de piel―. Ninguna chica podría decirlo que no a mi Goten ―proclama, orgullosa―. Pero es que... Ay, Goku, ayer era tan sólo un bebé diminuto, perfecto, que yo cargaba en brazos... ¡Y ahora va en camino a declarársele a una chica que le gusta! ―dijo. Milk se sonó la nariz otro poco más.

Goku sonríe y asiente, pero no ante sus palabras: observa la figura de su hijo menor, que segundo a segundo se encogía más, volando a través del cielo. Dejándoles atrás, como algún día tenía que pasar. Sonríe más.

―Goten me dijo algo, Milk. Una sorpresa que está planeando ―le dice. Ella hace a un lado su aflicción y alza la cabeza para verle, interesada en escucharle―: me dijo que lo primero que planea hacer es invitarla a casa para cenar. Dice que todo saldrá bien si prueba tu comida ―ríen amenamente. Entonces Goku la mira con una seriedad ligera, gentil―. Incluso en estas cosas del amor, Goten piensa en la comida: me recordó algo. A alguien.

Milk se queda sin aire un momento. Lo mira con fijeza, como queriendo saber si lo que él está diciendo, entre líneas, es lo que ella piensa: lo que la sonrisa de Goku comunica es inconfundible.

Ella le sonríe de vuelta. Deposita un beso en su mejilla, Goku rodea su cintura con un brazo y, a medida que su hijo se pierde de vista en pos de comenzar su propio camino, el pasado se enlaza con el futuro.

―Creció en un suspiro...


23.

DUDAS

El agua del río humedece el cabello de su hijo, tornándolo de rubio a totalmente blanquecino: durante las "vacaciones" previas al Torneo de Cell, estos momentos de paz serán algo que siempre atesorará.

Mientras, Krillin y él reposan en la hierba.

―Oye, Krillin ―lo llama, con la seguridad de que su hijo no los está escuchando. Sus ojos color esmeralda no abandonan los arduos intentos de Gohan por pescar algo.

―Dime, Goku ―Goku siente la sonrisa en su voz.

Cuánto conocía y cuánto significaba, para Goku, aquel que desde su infancia ha peleado a su lado.

― ¿Cómo se sintió? ―Krillin gira el rostro para verle, entre curioso y confundido. Goku se rehúsa a hacer contacto visual―. Cuando morí hace unos años, quiero decir. ¿Cómo te sentiste?

Decir que el guerrero de cabeza brillante no esperaba eso era quedarse cortos. Krillin abre la boca, la cierra, la vuelve a abrir y se lleva una mano tras la nuca, para finalmente decir:

―No sabría explicarlo bien ―hace una pausa―: vacío, supongo. Sientes que algo falta en tu vida y en todo lo que eres, lo sientes en tu pecho, especialmente. Que nada que exista lo podrá llenar ―medita. Luego asiente con convicción―. Sí, es así: para nosotros fue duro, Goku, la verdad ―dice lo último casi sonriendo.

Algo en Goku, en su postura, en la forma en que se niega a mirarle, le indica que su amigo se siente de cualquier manera, menos divertido ante sus palabras.

― ¿Todo bien, Goku? ―pregunta, inseguro.

Goku parece por fin retornar de algún lugar lejano y le sonríe: con los labios, sí, pero no con los ojos.

―Sí ―se limita a decir―. Sí: curiosidad, solamente.

Un grito de infantil júbilo: del agua emerge un gigante pez rojizo que Gohan expone con orgullo.

Vacío.

Vacío y soledad.

Vacío y lágrimas a escondidas de los demás.

Vacío y nada más: no precisa, él, de haber estado presente para saber que aquello fue una realidad para Milk.

¿Y si las cosas, una vez más, se estiraban hasta un punto crítico? ¿Y, una vez más, él tenía que entregarse en su totalidad?

― ¡Papá, mira lo que atrapé!

Sonrisa dirigida a su hijo; dudas en el corazón.

La paciencia (quizás la virtud más infravalorada) es una represa construida a base de buenas intenciones, a veces de cariño, otras de amor y que al romperse todo lo arrolla consigo: con la incertidumbre de la batalla por delante, ¿hasta cuándo lo iba a esperar aquella que, sin falta, siempre estaba en casa?

A lo largo del día, la duda es empujada a las profundidades más oscuras de su mente; mas no desaparece del todo.


24.

REENCARNACIÓN

Hilo multicolor e intangible que nunca se romperá: en esta realidad en la que han vuelto a nacer, es la música aquello que los une.

El pueblo, humilde, pero rico en diversidad yace oculto en el corazón del país. La plaza hierbe con colores y cuerdas de instrumento musical y gastronomía que es un arte en sí: ella, al son de una canción de mujeres que iban por la playa, baila y se convierte en el centro de todo.

Los ojos de él la encuentran por primera vez, para nunca más apartarse de su figura.

Con guitarra en mano, se acerca a ella y son las curvas femeninas de su instrumento las que la cortejan: una ofrenda al amor con forma del arte.

La celebración termina y la noche cae como un mantel oscuro y ellos se encuentran a sí mismo apartados de los demás, de pie en un callejón.

La timidez y pureza, de alguna forma, prevalecen en cada versión de ellos. Él, llevándose una mano tras la nuca y despeinando su desastroso cabello, se motiva a preguntarlo:

― ¿Cómo te llamas?

―Milk ―responde ella, su voz una caricia y luce divina y el sólo mirarla provoca en él cosas que sólo la música sabía hacer.

―Me gusta cómo bailas, Milk ―dice, quedamente y luego, presuroso y nervioso―. Me preguntaba si te gustaría... si quisieras que toque para ti más seguido para que, bueno, puedas bailar y eso y... ―observa que ella luce a punto de decir algo y lo comprende―. ¡Ah! Y mi nombre es Goku: Son Goku.

En silencio, se miran: sienten algo a lo que no pueden dar un nombre.

Reencuentro.

Un suspiro después se sonríen a la misma vez, si bien tímidamente. Ella acerca una mano a la guitarra que él todavía sostiene: con dedos finos, acaricia las tres primeras cuerdas.

Ta, ra, ran.

Un estremecimiento.

―Me... gustaría eso, Goku ―dice.

Ambos lo sienten a la vez: al lado del otro, estaban en su lugar en el mundo.


25.

SACRIFICIO

La inmensa, refinada enciclopedia había pasado de generación en generación en su familia: con sus bellas ilustraciones hechas a manos y letras de color dorado expuestas en su portada, había llegado a las manos de Milk siendo su quinta propietaria. Ella, naturalmente, se lo había entregado a Gohan.

Sus hijos, su pequeño de no más de trece y su ángel recién nacido, jugaban en el exterior.

Por inercia, sin pensar y sabiendo a la perfección qué hacía, Milk se dirigió a la biblioteca de Gohan.

Aquello que había heredado de su madre yacía abierto en sus manos: el libro era más bonito de lo que recordaba y el polvo que lo cubría se antojaba místico.

Su delicado dedo busca la palabra renglón por renglón, palabra por palabra: saciar, saco, sacramento...

Sacrificio.

Sacrificio.

―S-Sa... crifi...

Milk se derrumba, aterrizando sobre sus rodillas y se apresura a tapar su boca con una mano, pero inútil es, pues sabe que de estar en casa Gohan podría escucharle perfectamente por lo alto de sus sollozos.

Qué tonta era, qué ingenua y aniñada...

Cuánta esperanza guardaba en el corazón a pesar de que ya no le quedaba nada en las manos cuando del hombre que amaba se trataba.

Con la vista empañada por las lágrimas, sigue observando la palabra: sacrificio, la razón por la que su Goku no estaba hoy con ella ni con sus hijos o amigos o quien fuera del maldito planeta Tierra.

Y se recrimina con apasionamiento por aquello que deseó aunque supo que no sería realidad jamás: su corazón de niña no pudo evitar anhelar el encontrarse a su Goku ahí, aprisionado en medio de esas páginas arcaicas, justo al lado de la palabra que había separado sus destinos.


26.

CONOCIENDO A LOS PADRES

Ox-Satán le guardaba mucha estima al muchacho, razón por la que le confió la felicidad de su Milk (que él reconocía en la actualidad, pues ella lucía radiante con sus casi seis meses de embarazo) pero, ¡por Kami-sama que a veces no comprendía qué era lo que pasaba por su cabeza!

―Goku, ¿a dónde me llevas? ―lo bueno es que él tenía, en sus manos, la fuerza suficiente para abrirse paso a través de las plantas de bambú.

― ¡Ya lo verá! ―voz que era más de niño que de un adulto joven―. Tan sólo sígame.

Al descomunal hombre tan sólo le quedó suspirar...

... Hasta que, menos de cinco minutos después, tuvo que detenerse abruptamente para no arrollar a Goku.

―Llegamos ―anunció el último.

Y así era.

Ox-Satán, conteniendo la respiración, tan sólo observó: mientras, Goku sonreía esplendoroso.

― ¿Gohan...?

Era una escena que dolía por lo conmovedor: una sencilla cruz de madera descansando enterrada sobre una elevación minúscula de tierra y los rayos solares, que se filtraban con vigor y belleza a través de las hojas, iluminando con ternura aquel lugar de descanso.

Cuánta paz.

―Aquí fue donde lo enterré ―dijo Goku, denotando lo obvio, voz cálida y solemne. Se hizo a un lado―. Acérquese, Ox-Satán: creo que ustedes tienen mucho de lo que hablar.

» A Milk y a mí se nos ocurrió que sería algo bueno que se conocieran por segunda vez.

Ox-Satán no podía hacer más que mirar: muy pronto, un ardor y humedad inevitables azotaron sus ojos.

―Los dejaré solos ―anunció Goku gentilmente―. No tarde demasiado, ¿de acuerdo? Milk dijo que dentro de poco estaría listo el almuerzo ―Goku le sonrió por última vez a aquel que más marcó su existencia. Volteó. Se marchó.

Después, soledad y silencio.

Hincando una rodilla, Ox-Satán fue repentinamente consciente de ello: el tiempo se escurre de entre los dedos.

Miró fijamente la tierra que cubría a aquel con el que tanto compartió en una época lejana de su vida, una existencia casi opuesta a la actual: en el fondo de su corazón, no tuvo dudas de que él estaba verdaderamente presente en ese lugar.

―Gohan, tienes un nieto maravilloso. Hiciste un buen trabajo...


27.

DISNEY

Cempasúchiles dan forman al puente alegre que los unirá después de la muerte.

La música salida de la guitarra de él fue lo que los unió y los pasos de baile de ella fueron cimentando el camino de la familia de ambos: décadas han pasado.

Como era natural, la vida de uno de los dos se ha extinguido.

Ahora, al fin, se han reencontrado.

Sus miradas negras se encuentran (uno dejando atrás el mundo de los vivos, el otro habitando la Tierra de los Muertos): corren, se aproximan, flores amarillas flotan en el aire y, al estar en brazos del otro de nuevo, ni un segundo ha pasado desde que se amaron por última vez.

―Mi amor... Estás aquí. Por fin.

―Tú nunca te fuiste de mi lado, aun cuando ya no estuvieras presente ―abrazados, ambos ríen, felices y llorosos―. De ahora en más, nada nos va a separar... Nos queda la eternidad.

Porque la muerte es la vida.


28.

ARULLO-MIMOS

Las risillas de Milk se le antojan como el sonar de las teclas del más refinado piano: así pues, no detiene las caricias otorgadas a su cuello de seda.

― ¡Goku, ya, por favor...! ―en la voz de ella no hay rastro de enojo.

Mimos y toques y susurros al oído: instantes de perfección.

El corazón de Goku comienza a estrellarse armonioso contra su pecho cuando las manos de ella se introducen bajo la camiseta de su dougi: amor divido en cinco dedos que pintan su piel de mil colores que sólo ambos pueden ver.

Podrían seguir así toda la vida.

―Te adoro tanto...

La noche, con tan sólo la luna de iluminación y compañía, es el instante perfecto para los mismos.


29.

REUNIÓN CON AMIGOS

―No te atrevas ―dice Milk: manotazo seguido de un aullido de dolor―. Los panecillos todavía están calientes, Goku, ten paciencia.

Puchero digno de un niño (bueno, como que Goku sí es uno).

―Pero tengo hambre ahora ―se quejó.

―«Pero» nada. Espera y ya ―respondió ella―. Además, si dejo que te los empieces a comer ahora no dejarás nada para Vegeta o Bulma.

―Tu mujer tiene razón, insecto ―dijo el aludido, con sus brazos eternamente cruzados. Les hacía compañía en la mesa: Goku a su izquierda, Bulma a su derecha y él en medio―. Esos panecillos fueron hechos en mi casa ―sonrisa marca Vegeta―. Lo que significa que mi derecho sobre ellos es mayor al tuyo.

― ¡Eso no es verdad, la comida no tiene dueño!

― ¡A mí no me hablas así, cabeza vacía!

― ¿Ah, sí? ¡Pues tú eres un gruñón que se quedará sin panecillos...! ―se desencadenó lo inevitable: Goku, con una sonrisa desafiante en el rostro, extendió un brazo en busca de la bandeja con panecillos (que, indudablemente, todavía estaba caliente). Milk suspiró. Optó, finalmente, por sentarse al lado de Bulma cuando Vegeta agarró a Goku del antebrazo y saltó hacia los postres cual bestia imparable.

Ya estando sentadas frente a la mesa de la cocina, las mujeres se sonrieron amenamente: en estas cuestiones, se entendían como pocas.

―Siempre es agradable cuando nos visitan ―dijo Bulma con una sonrisa sincera. Entonces, ojos azules echaron un vistazo sobre su hombro, vieron la batalla campal que tenía lugar y, arqueando una ceja, procedió a corregirse―. Siempre es agradable cuando nos visitas, Milk.

Ésta, sonrojada, ofreció una sonrisa que poseía una humildad tangible.

― ¿Nunca cambiarán, verdad?

Ambas mujeres rieron alegremente: ya conocían la respuesta, pero ninguna cambiaría sus vidas en realidad.


30.

PIZZA

―Wiss ―Bills habló entre mordiscos―. Recuérdame, ¿cómo se llama la terrícola que está casada con Goku?

― ¿Eh? ―en esos momentos, el propio ángel se encontraba perdido en un mundo de sabores exóticos, exquisitos―. Oh, ¿se refiere a la señorita Milk, señor Bills? Usted la conoció cuando visitamos la Tierra aquella vez, ¿recuerda? Cuando Monaka apare...

―Sí, ya lo recordé, muchas gracias, Wiss ―un peligroso tick azotó un ojo amarillo.

― ¿Puedo preguntar por qué le interesa saber algo de esa índole?

La respuesta emergió luego de tres mordiscos seguidos:

―Porque esta delicia que en la Tierra denominan pizza fue preparada por ella.

― ¡No me diga! ―la sorpresa de Wiss fue genuina.

―Sí te digo ―y la molestia de Bills también―. Goku dijo que Milk preparó muchas para celebrar que ganamos el Torneo de la Fuerza o algo así. Como haya sido, no tiene importancia ―no podía parar, sencillamente, ¡y es que el queso era un manjar!―. ¡Lo que importa es que está deliciosa!

―Concuerdo totalmente ―tomando otra rebanada más, Wiss acunó su barbilla en la mano libre, pensativo―. Mmh, quizás debería considerar visitarla con la misma regularidad con la que voy a ver a Bulma, ¡Milk es la que sabe cocinar, después de todo!

―Hasta que al fin se te ocurre una buena idea.

―Me lastima, señor.


31.

SONGFIC (LIBRE)

Sus sombras danzan, libres y regocijadas y jóvenes, sobre la arena: los siguen, por supuesto.

Aunque sería genial si las palabras fluyeran solas,

como cuando una carta

a un amigo intento escribir.

Pero, en cualquier momento, podrían volar en libertad si así se les antojasen.

... Es algo solitario; el amor necesita amar.

Observan el mar con ojos tranquilos.

―Milk...

― ¿Sí?

―Perdóname.

― ¿Qué dices?

Por más que finjo tú sabes bien,

que mi único temor

es al dolor de perderte otra vez...

―Por las lágrimas. Por las veces que te dejé sola. Por todo. Por...

Un beso en una mejilla que, desde antaño, desde la niñez, es el lugar favorito de ella para depositar sus labios: que lo es incluso ahora, ya instalados en el terreno de la vejez.

―Te amo.

¡No lo ves...!

Si en lugar de huir de él,

damos libertad a esta pasión, tal vez pueda ser...

―No lo merezco...

―Pero lo hago. Y sé que me amas a mí también ―encuentro de negro con el negro―. Mi Goku...

―Tuyo, sí...

¿Qué más?


.

Send him my love

A rose that never fades

I don't wanna say...

Bye

.


~ X ~

¡GRACIAS POR ESTAR! :')

~ X ~