Disclaimer: Personajes pertenecientes a Rumiko Takahashi.

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Capítulo 1:

El olor de ramen para la cena podia olerse desde su habitación. Las gemelas se miraron y ambas hicieron una mueca de asco.

¿Que sería hoy? ¿Pollo? ¿Ress? ¿Queso?

No querían saberlo, tan solo con pensarlo tenían ganas de vomitar. Las gemelas, Kaori y Rin Taisho eran las hijas de Inuyasha Taisho. Inuyasha Taisho era un empresario de treinta y siete años con seis meses de divorciado. Inuyasha había estado casado con Kikyo Tama unos trece años. Ambos casados desde jóvenes dado al inesperado embarazo de la pelinegra había tenido una vida perfecta los primeros seis años de casados. Luego de ese lapso de tiempo su vida se había vuelto una rutina monótona, aburrida y sin chispa. Casa-trabajo-colegio-kaori-rin-trabajo-casa. La rutina era siempre lo mismo en ese mismo orden. Inuyasha quiso salvar el matrimonio, pero sus hijas se habían dado cuenta que las cosas no estaban bien. Las discusiones eran frecuentes y los gritos de Kikyo más histéricos, el último año ambos habían decidido que lo mejor era el divorcio. Sus hijas, ya con quince años, habían decidido que vivir con su padre sería más divertido, su madre había protestado más de una vez para tener su custodia. No era una madre modelo, pero quería a sus hijas y las quería con ella. (O por el simple hecho de que quería alejarlas de Inuyasha) pero eso era algo que las niñas ignoraban. El juez había dictado que las niñas habían decido vivir con su padre y no se los negaría. Su palabra valía más que la de la madre o el padre mismo.

Ambas estaban felices. La vida con su padre era divertida y llena de alegría. Solo había un único problema que las hacia dudar de su decisión y eso se llamaba «Ramen».

Estaban cansadas de ramen y las dos tenían un plan.

—¿Crees que papá se lo tome a mal?

Kaori miro a su hermana, unos cuatro minutos menor, y sonrió. Kaori era rubia platina al igual que su padre con unos ojos azules al igual que su abuela Izayoi.

—Claro que no, Rin. Relájate.

La menor asintió. Con el pelo negro como su madre al igual que sus ojos marrones Rin era una ternura. Ninguna había sacado nada de su padre. Sus ojos dorados eran marca registrada en varones. Su tío Sesshomaru y su primo Kai eran la prueba, ambos de ojos dorados.

—¡Bajen a cenar!

El grito de su padre las hizo tragar duro. Suspiraron y salieron de la habitación. La mansión de la pequeña familia Taisho era enorme, muy enorme para que vivieran solo tres personas y la poca gente de servicio. Pero Inuyasha podía y quería darse esos lujos. Al igual que a sus hijas.

Llegaron al comedor y su padre las esperaba con los tazones de vidrio de colores en la mesa, humeantes. No tenían cocinera. Su padre tenía una manía de que podía hacer algo tan «estúpido» como lo es cocinar. Se rindió al primer intento, pero ninguna de las dos lo mencionaría. Por el simple hecho de apiadarse de su padre.

Se acomodaron en los lugares de siempre y miraron a su padre ya sentado comiendo su plato. ¿Acaso ese hombre no se cansaba de esa sopa?

Inuyasha las miro a ambas.

—¿No comerán?

Rin miro a su hermana y está la miro sería. Era ahora o nunca.

—Papá, queremos pedirte algo.

Inuyasha pestañeo un par de veces y luego alzó una ceja. Rin carraspeó y llamó la atención de ambos.

—Papá, con Kaori estuvimos pensando y queremos...

—No saldrán hasta que cumplan la mayoría de edad. Nada de chicos hasta los veinticinco.

La interrupción de su padre las hizo pestañear confundidas y luego suspiraron.

—No es eso. –Dijo Kaori.

—Entonces tienes toda mi atención, amor.

—Bueno, no queremos más ramen.

Inuyasha bajo los palillos cargados que iban directo a su boca al plato y miro a sus hijas con incredulidad.

—¿Que?

—No más ramen.

—¿Porque?

—Por el simple hecho de que ya es... hmm asqueroso. –Terminó Rin en un débil murmullo. No quería herir los sentimientos de su padre. Pero las circunstancias ya estaban al filo de lo extremo.

—Pero...

—Estuvimos hablando con abuela Izayoi. –Dijo Kaori.

—¿Qu...?

—Ella nos recomendó un buen restaurante aquí cerca de casa. –Siguió Rin.

—¿Mamá...?

—Y podemos ir a cenar ahora allí...

—Si estas de acuerdo.

—Niñas...

—¿Estas de acuerdo? –Preguntaron ansiosas a unísono al terminar la frase y de interrumpir a su padre.

Inuyasha suspiro ante la proposición de sus hijas. Demasiada información en poco tiempo. ¿Pero quien era el para negarle algo ellas? Ambas mirándolo con ojitos de perro lastimero y con adorables pucheros.

Frotó sus ojos. Sabían que iba ceder solo era cuestión de minutos.

—¿Que sirven allí?

O segundos.

—Comida gourmet.

—¿Y eso es mejor que el ramen? –Preguntó con una sonrisa.

—En este punto, cualquier cosa es mejor que el ramen.

—¡Kaori!

Kaori se encogió los hombros ante el reproche de su hermana, solo era sincera. Inuyasha río ante el sonrojo de vergüenza de Rin. ¡Como amaba a su hijas! Solo se lamentaba por su madre.

—Bien, iremos. –Las dos sonrieron. –Así que las quiero vestidas en menos de veinte minutos.

—¿¡Que!? ¡Eso no es suficiente tiempo!

—Deben apurarse entonces.

Las vio correr hacia las escaleras como una bala y rió levantando la mesa. El único dolor que sintió fue al recordar que los ramens que había preparado tendría que ir a la basura.

Llegaron al restaurante alrededor de las ocho de la noche. Sus niñas habían decidido vestirse con unos jeans azules, iguales (cosa que chillaron de horror cuando se dieron cuenta y le dijeron que todo era culpa suya) y encima Kaori había escogido un blazer color rosa y unas botas altas. Rin por su parte había optado por sus típicas Converse negras y una blusa negra con una chaqueta de Jean. Sus hijas estaban preciosas peinadas con coletas altas y eso lo hizo fruncir el ceño.

Aparcó el coche afuera del restaurante y se fijó que era el restaurante del hotel Tokyo Park, era uno de los mejores de la ciudad. La señora Izayoi no se conformaba con un Mc'donals, rió ante ese pensamiento y bajo de auto con sus quinceañeras detrás de él. Ambas se agarraron de sus brazos y entraron al restaurante. La recepcionista los guió hasta su mesa y les ofreció el menú. Se fijó en los precios y casi le da migraña, ¿¡Todo ese dinero por un simple plato de espárragos!? Si seguía ese camino, se quedaría en bancarrota muy pronto.

—¿Esperan que las traiga a comer todos los días aquí?

Kaori se fijó en el y sonrió. Rin negó con la cabeza saboteando los planes de su hermana.

—No. –Aclaró Rin. –Solo es por esta noche. ¡Auch!

—Tonta. –Mascullo Kaori.

Inuyasha miro a la mayor con cara de reproche y esta sonrió con timidez.

—Ya, deja de mirarme así, papá. Fue un accidente.

—Solo, disfrutemos la cena ¿vale?

Ambas estaban nerviosas y su padre pareció darse cuenta. Su abuela Izayoi dijo que el problema estaría resuelto cuando hallan ido a comer a ese restaurante así que solo serían pacientes. El mozo llegó y les tomó la orden, el platillo de entrada ya había terminado y no pasaba absolutamente nada, Kaori ya estaba para arrancarse los pelos y Rin no dejaba de morderse la uña de su pulgar.

—¿Les sucede algo?

La pregunta de Inuyasha las hizo saltar del lugar. No les sucedía nada más que una futura intoxicación de sopa instantánea.

—Nada. –Dijeron a unísono. El alzó una ceja.

—Iré al baño. A-antes de que llegue el platillo. –Exclamó Rin al pararse bruscamente.

—¿Rin estas enserio bien?

—Si, papá. No te preocupes. –Trato de tranquilizarlo. –Kaori, acompáñame.

Asintió y se levantó del asiento. Ya en el baño Kaori caminaba de un lado al otro y Rin estaba apoyada en el lavabo.

—¿Que esta esperando?

Rin exclamó la pregunta al aire y Kaori la miro.

—¡Si no pasa nada en la próxima hora creo que escaparé a vivir con abuela Izayoi!

—Deja de dramatizar. –Kaori rodó los ojos. –Solo va a pasar, lo que sea que tenga que pasar.

—¿Que fue lo que te dijo cuando llamaste esta mañana? –Preguntó.

—Solo que vengamos a comer y que ella se encargaría de todo.

Ambas suspiraron agachado la cabeza.

—Oye Rin.

—¿Que?

—¿Porque trajiste esas zapatillas? –Fruncio el ceño y la miro. –Este es un lugar elegante.

—No jodas, Kaori. –Bufo.–Odio los zapatos.

—¡Pero...!

—Cállate, ¿vale? Vamos con papá antes de que venga a buscarnos.

Rin salió antes de que su hermana empezará con sus ridículos ataques de histeria (heredados de su madre) camino hasta su mesa deteniéndose a mitad de camino mirando hacia donde se dirigía. Se quedó parada y su hermana la alcanzó mas rápido.

—¡Rin! ¿Como pudiste...?

—Sh. Cállate.

Kaori abrió la boca para hablar pero miro donde su hermana encontrando a su padre con una mujer. Ambas quedaron con la mandíbula abierta ante la sonrisa de su padre. Ante eso chillaron de alegría y casi corrieron hasta la mesa. Inuyasha las miro con el ceño fruncido que no daba buenas noticias.

—¿Porque tardaron tanto?

—Cosas de mujeres. –Dijo Kaori atropelladamente. –Ella es...

Miro a la mujer y ella sonrió ante las dos niñas. Ya estaban los tres juntos, ya podría hablar.

—Mi nombre es Kagome Higurashi y soy la chef del restaurante. Vengo de parte de Izayoi. –Los tres miraron a la mujer, las niñas con esperanza e Inuyasha con incredulidad. –Supongo que ustedes son sus nietas. Kaori y Rin.

—Si. –Asintieron frenéticamente con la cabeza.

Kagome rió y asintió.

—Muy bien. Eso es lo que necesitaba saber. –Se dio media vuelta y miro a Inuyasha. –Seré breve. Desde hoy, seré tu profesora de cocina, Inuyasha.

Martes 11 de septiembre.