Epílogo.

—¿Entonces dices que él lo tomará a mal? –le preguntó su sobrina.

Kagome sonrió mirando la primer ecografía en sus manos.

—No lo sé.

Las tonalidades grises de aquel papel le mostraban la salud de la vida que crecía dentro de ella. Si bien no se lo esperaba era algo muy lindo. Pero algo la tenía preocupada, Inuyasha había salido de viajes de negocios hacia dos meses después de haberse enterado de su embarazo que ya llevaba tres meses. Sango la había acompañado al primer ultrasonido aquel día, sus hijos, los de ambos, no sabían del acontecimiento. La única que sabía de aquello era Sango y bueno, Inuyasha; quien se lo había tomado muy bien pero ahora...

—Saldrá bien, Kagome. –la apoyo Sango. –El abuelo me dijo que quería verte cuanto antes, le dije que aún no se te notaba la panza así que no creo que se alarme tanto.

—Lo hará cuando sepa lo que se viene.

Las dos rieron, ambas estaban sentadas en el jardín trasero de la casita que rentaba Kagome un poco alejado del centro de Los Ángeles.

—Creo que será una noticia impactante para todos...

-o-

—Kag, no creo que sea buena idea.

—¿Por qué no?

Kaori torció el gesto haciendo que sus finos labios hicieran un gracioso mohín inseguro. Kagome sonrió, Kagome había decidido que Kaori sería la primera hija de Inuyasha quien sabría lo del embarazo. La chica se había prendido a ella abrazándola casi dejándola sin aire cuando se lo había dicho en la sala de su casa, luego de eso se había sentado en el suelo y quedando a la altura de su pequeño y abultado vientre acariciándolo con los dedos y hablando con el bebé cosas que a ella se le habían hecho demasiado tiernas.

«Aquí tu hermana mayor va a ser quien cuide de ti, bebé. Pero debes prometer que no me cambiaras por mi hermana gemela, ella siempre quiso tener un hermanito y si sales a mi estaremos dos contra uno. Además de que yo soy la más inteligente cabe decir. Aunque también está Saito, pero él es muy tonto para cuidar bebés, así que estarás seguro solo conmigo.»

Eso la había hecho reír, Kaori aún estaba algo enfada con Inuyasha por el incidente de la cena romántica y Rin se había sentido mal por ello y Kaori no los había hablado en una semana. Esa chica en verdad era rencorosa. Sin embargo, se llevaba mejor con Saito, después de cuatro años de relación, las niñas ya estaban cerca de su cumpleaños número diecinueve y Kaori se había hecho una muy buena compañera de Kagome, hacía todo con ella.

—No lo sé, sólo que creo que papá se lo tomara..., hmm, con mucha sorpresa. –explicó ella. –Es una noticia bastante fuerte.

—¿Crees que se desmaye?

Ambas rieron a carcajadas.

—Puede ser que pase, así que hay que marcar a la ambulancia por las dudas antes de decirle. –dijo Kaori limpiando las lágrimas de sus ojos.

Kagome la había llamado en la mañana para comunicarle algo importante. Al principio se había asustado, no siempre la palabra «necesito contarte algo importante» tiene buenas noticias. Había ido algo ligera, era invierno y el frío viento calaba los huesos aquel cruel enero. Navidades habían sido geniales, Kagome y su padre eran un equipo genial y sumando a Saito eran una familia de chefs geniales. El banquete que habían tenido había sido realmente delicioso, además que le habían regalado la nueva colección de zapatos de Manolo Blahnik, que era amigo de su padre, antes de que saliera a la venta. Ese había sido un buen regalo de su padre en compensación de su falta de confianza, casi sentía que podía perdonarlo. En esos momentos tenía unos hermosos botines de cuero que tenían piel por dentro que mantenía sus pies calientes y una larga falda que se ajustaba en su estómago de color Borgoña y una camisa blanca. Le gustaba vestir clásico y elegante rompiendo con la típica rutina juvenil, además de que le quedaba fantástico.

—Es algo que tener en cuenta. –musitó Kagome. –Tu padre llamó y dijo que llega en dos días. Hablar con él y los demás será un reto.

Kaori asintió y se levantó del sillón mirando por la ventana como había comenzado a nevar.

—Bien, ahora a lo que vine –empezó y Kagome sonrió levantándose para empezar a caminar a la cocina. –, alimentame con esos deliciosos pastelillos de chocolate.

-o-

—Si, bebé, pasado mañana.

Inuyasha dejó los últimos papeles en el despacho que tenía la habitación del hotel. Había pasado dos meses lejos de su familia y eso lo tenía algo inquieto. Extrañaba a Kagome, a sus niñas y hasta podía decir que extrañaba el sarcasmo de Saito. Estar lejos de la familia no era nada fácil y eso el lo sabía muy bien. Rin lo había llamado como cada noche allí en Berna, eran exactamente las diez en punto mientras que en casa no deberían ser mas de la una. Había viajado a Suiza para un nuevo contrato para la compañía y le había llevado bastante tiempo.

Bueno, papito, pero apúrate, Kaori esta más insoportable que siempre.

Eso lo hizo reír.

—Bien, amor, solo déjame que haga un par de cosas más y ya estaré allá con ustedes.

Kagome a estado algo alterada. –le comunicó Rin del otro lado con voz preocupada cambiando radicalmente de tema. –Me esta preocupando.

Inuyasha hizo un mohín molesto arrugando el ceño, había hablado con Kagome aquella mañana y la había escuchado bien. No le gustaba que le ocultara cosas.

—¿Por qué lo dices, cariño? –inquirió tranquilo. Escuchó a Rin suspirar.

No lo sé, ha estado algo evasiva y ya no viene a la casa como de costumbre, no lo sé, no es común en ella actuar así. –Rin casi susurró la última parte.

Inuyasha asintió aún sabiendo que su hija no podía verla, era verdad, Kagome no era de actuar así, algo le pasaba.

—Cálmate, cariño, solo... deben ser los cambios de humor por el embarazo. –le explicó.

No lo creo, Kaori fue hoy a su casa y volvió con la misma actitud que ella, no me responde lo que le pregunto y ese halo de misterio ya me esta poniendo histérica... –chilló a través del teléfono haciendo que Inuyasha sonriera, a veces podía ser tan histérica como su hermana. –, algo esconden, papá.

—Tranquila, hija, yo... lo resolveré, ¿ok? –prometió. –, si descubro que tus sospechas son ciertas serás la primera en saberlo.

La escuchó suspirar una vez más.

—Ok, pero debes llamarme.

El rió y después de unos minutos más hablando se despidieron y cortaron la llamada. Inuyasha jugó con el celular en su mano en una encrucijada.

—La llamo, no la llamo...

No pudo aguantar, marco rápidamente el número de su mujer y esta contesto a los dos pitidos.

—¿Inuyasha?

La voz de Kagome era adormilada y pausada. Inuyasha sonrió con ternura, ella dormía mucho ahora que estaba embarazada.

—Hola, nena, ¿Cómo has estado?

La escucho bostezar para luego hablar.

He estado bien, duermo demasiado y también como demás.

Ella explico aquello con la voz un poco mas despierta haciendo que Inuyasha volviera a respirar, todo parecía bastante normal. Pero Rin le había dicho que ella estaba rara y bastante alterada, no quería pensar lo peor. Así que trató de no delatarse. Trató de sonar casual, su sonrisa volvió al recordar que ese día había sido el primer ultrasonido. Maldecía su suerte por no haber estado allí pero quería saberlo todo y aquella era la oportunidad.

—¿Y cómo te ha ido en el ultrasonido?

Se sentó de forma pesada en el sillón detrás de él relajándose. Kagome quedó en silencio del otro lado de la línea cosa que lo extrañó.

—¿Kagome?

La escuchó suspirar.

Inuyasha...

El murmullo bajo lo alarmó haciéndolo erguirse de forma automática. Frunció el ceño y apretó los labios.

—¿Sucede algo?

Tómatelo con calma. Fue lo que se repitió para sus adentros, claro que era mas fácil pensarlo que estarlo. Kagome suspiró del otro lado y a Inuyasha se le erizaron los cabellos de la nuca.

Tenemos que hablar.

-o-

No quería hacerlo, pero a Kaori le gustaba jugar con su padre y el suspenso.

—¿No crees que fue un poco cruel? –preguntó luego de cortar la llamada.

La rubia rió mirando a Kagome.

—No lo creo, papá merece un poco de intriga antes de saberlo.

Ambas sentadas en la cama de la habitación de Kagome rieron, nadie mas que ellas y Sango lo sabían y Kaori había estado observando a Rin, estaba volviéndose loca ante la intriga y curiosidad. Kaori podíasaborear victoria y podía decir que tenía con Kagome una relación mas estrecha. Y si que amaba aquella sensación.

—Además, puedo asegurarte que estará aquí mañana por la noche a mas tardar.

-o-

Kaori había acertado ante su predicción casi a la perfección, solo que Inuyasha pisó el aeropuerto de California la mañana siguiente. El hombre de dorados ojos estaba inquieto. La llamada de la mujer que actualmente era su pareja, (y futura esposa en cualquier momento), se había terminado en un simple "No puedo decírtelo por teléfono, hablaremos cuando vuelvas". A penas y cortó la llamada dejó su trabajo bien respaldado por su mano derecha, Myoga, sacando un rápido pasaje de vuelta a Estados Unidos, agradeció demasiado no tener ningún problema ante ellos, pero, ¿Quién sacaba un boleto de última hora a las diez menos cuarto de la noche. El vuelo salió exactamente once en punto sin ningún retraso y allí estaba, a las once y media esperando su auto para llegar a la mansión donde Kagome debería estar esperándolo para hablar de aquella cosa tan grave. Ya dentro del coche amarillo trataba de repetirse una y otra vez que nada grave pasaba y que todo solo eran estupideces suyas, y vaya que le costaba...

No había anticipado su llegada; sin embargo, con paso apresurado entró a la mansióndejando su equipaje en el porche con el mayor descuido. Su ansiedad era mas fuerte al igual que sus nervios; ok, era muy paranoico. Pero en realidad no sabia muy bien que pensar, tenía demasiadas ideas de la razón del comportamiento de Kagome, y todas lo asustaban. Llegó a la sala donde efectivamente estaba Kagome, sentada a su derecha estaba Sango y a la izquierda Kaori, no las podía ver, estaban de espalda. Extrañado, observó que también estaban Miroku, Rin sentada junto a Kohaku, Saito sentado frente a su madre en el mismo sillón y estaba también... su madre junto a... toda su familia. Bien, si sus miedos antes eran altos ahora llegaban hasta masalládel espacio.

Se ordenó guardar la calma, repetidas veces.

—¡Papá!

Rin fue la primera en reaccionar al verlo corriendo a abrazarlo, cosa que hizo que se serenara al instante.

—¿No era pasado mañana? –la escuchó susurrar solo para él.

Inuyasha se acercó a su oído también.

—Decidí hacerlo antes... –susurró. –, ¿qué está pasando? –le preguntó entonces.

—No lo sé.

Inuyasha tuvo una bienvenida bastante normal para su opinión. Nada raro salvo la sonrisa rara de su gemela mayor, quien mantenía un semblante bastanteserio para su extrañeza. Sango tenía una sonrisa radiante de oreja a oreja y se la veía bastante entusiasmada, y los demás, bueno, los demás estaban igual que él, intrigados; sin embargo seguía preocupado, Kagome tenía una sonrisa algo forzada en sus labios y se frotaba las manos con insistencia, estaba nerviosa.

—Pensé que vendrías mañana. –le mencionó ella cuando se había acercado a saludarla con un leve beso en los labios.

Inuyasha acarició su mejilla.

—Dijiste que tenías que decirme algo importante... –entrecerró los ojos. –, y sabes que el suspenso no me gusta, mujer.

Ella rió.

—Lo sé... –su semblante cambió a uno preocupado también preocupando a Inuyasha. –, pero hubiese preferido decírtelo en privado. –suspiró e Inuyasha se tensó... ¿acaso ella...?

—Papá, será mejor que te sientes para esto. –la voz de Kaori lo hizo bufar.

Estaba nervioso, si. Pero aún era lo bastante hombre para soportar una mala noticia de pie. No era como si se fuera a derrumbar. Por lo menos no en público. Así que se cruzó de brazos en una clara señal de que no lo haría. Ella solo se encogió los hombros y pudo notar una malvada sonrisa en su rostro. La ignoró automáticamente cuando Kagome empezó a hablar.

—Ok..., hmm, la verdad es que este... tema, es algo complicado de abarcar... –empezó despacio. –, siendo sincera se me hubiese hecho mas fácil sin Inuyasha aquí. –dijo y todos rieron menos Inuyasha quien alzó una de sus cejas, Kagome suspiró sonriéndole. –Pero bueno, aquí voy. Como saben, hace dosdías tuve mi primer ultrasonido... –la atención de todos se posó aun mas en ella. –, fui con Sango quien ya sabe el estado de mi embarazo y Kaori fue quien me aconsejó reunirlos a todos.

Rin frunció las cejas.

—¿O sea que Kaori ya sabe que es lo que pasa? –preguntó confundida.

—Por supuesto, hermana. –respondió la rubia viendo como su hermana bufaba.

Izayoi interrumpió, quería saber cuanto antes a que se debía todo aquello.

—Sigue, querida.

Kagome asintió y sacó un sobre amarillo que estaba detrás de ella. Inuyasha observo con ternura como ella sonreía sosteniendo la ecografía.

—Bueno, el doctor me dijo que todo estaba marchando genial pero que necesitaría mas de una cuna... –sacó el papel del sobre. –, los bebes están en una misma bolsa... así que...

Kagome dio vuelta la ecografía mostrando los matices negros y grises pero con el claro resplandor de dos puntos blancos marcados con rojo. Todos en la casa habían dejado de respirar quedándose quietos en sus lugares, bebes... había dicho bebes.Izayoi fue la primera en reaccionar levantándose y literalmente arrancándole el papel a Kagome observando mas de cerca. Los ojos de Izayoi brillaron.

—Oh mi Dios... –musitó despacio. –, son... ¡son...!

—Gemelos... –terminó Kagome al ver que todos estaban conmocionados. –, estoy esperando gemelos.

El silencio duro solo unos segundos mas antes de que las hermanas chillaran a todo pulmón.

—¡Tendremos hermanitos gemelos!

Rin se abalanzó contra Kagome abrazándola con fuerza del cuello seguida de Izayoi y Saito quién alegaba lo gorda que se pondría haciéndola reír. Las felicitaciones de parte de sus suegros y su cuñado no tardaron en llegar al igual que los reclamos de Rin por no habérselo contado a ella también. Él único que seguía tieso en el lugar aún era Inuyasha. Kagome se preocupó demasiado acercándose a él, ¿no... le agradaba la noticia?

—¿Inuyasha? –lo llamó. –Inuyasha, ¿estas bien? –inquirió preocupada.

Izayoi intervino también extrañada.

—¿Hijo? –preguntó pero nada. Inuyasha estaba nulo. –Inuyasha háblame. –no contestó.

Kagome se acercó mas quedando frente a él y lo tomó por sus mejillas para que la mirara a los ojos, el oro y el chocolate se fundieron y Kagome volvió a llamarlo por su nombre, esta vez, Inuyasha contestó.

—¿Ge-gemelos? –preguntó aturdido por la noticia.

Kagome lo miró con el ceño fruncido ante la preocupación.

—Ajá... –musitó despacio. –, está... ¿está bien... para ti? –preguntó algo insegura.

Inuyasha sonrió entrecerrando los ojos sintiendo como Kagome acariciaba sus mejillas con los pulgares.

—¿Qué si está... bien...? –preguntó empezando a cerrar sus ojos. –, esta perfecto...

En la sala no se escuchó mas nada que él chillido de Kagome mezclado con el de Izayoi junto a las risas y carcajadas de los demás. Kaori y Rin estallaron en carcajadas contenidas junto a los hombres y se pudo oír el ahogado murmullo de Kaori entre risas.

—Te-te dije que pasaría... te lo dije.

No pudo terminar antes de volver a reír junto a los demás. Era obvio, el golpe seco en el suelo de caoba lustradode la mansión había sido el detonante.

Inuyasha se había desmayado.

Fin.

Domingo veintitrés de diciembre.

Nota: Luego de este epílogo pienso hacer un par de extras, no se cuando los suba pero estarán por aquí pronto.

Quiero desearles felices fiestas y próspero año 2019.

Besotes