Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Aquí un fic sad para el reto Singeki No Avery por Navidad, aunque no hay mención de la navidad de por sí, pero bueno, esto es lo que me surgió escribir. Espero les guste, solo diré dos cosas: es un fic de tres capítulos que subiré todos juntos, así que no tendrán que esperar nada si quieren leerlo de un solo tirón, y dos tiene final sad y sin lemon (ay, creo que fueron tres). A los que se animen gracias y espero conocer a través de sus reviews y comentarios que opinan de este fic. Un besazo y hasta pronto (soné como 3-line).
Disclaimer: El nombre de los tres personajes principales no me pretenecen son de Isayama Hajime, el resto de la historia es mi propia invención bajo las normas del universo omegaverse. Esto es alphas, betas y omegas.
Advertencias: Relato sad, palabras altisonantes y algún que otro improperio, nada más. OJO, LOS PERSONAJES ESTÁN MUY OoC, ya saben.
Dedicado para la autora Nanariko-chan pueden encontrar sus historias en Wattpad, a Jazmin Negro que hizo la bellísima portada y para mi hijita virtual Sakyulia que es una amor de persona y siempre está animándome a seguir con los omegaverse, ya vendrán más, hermosa.
.
.
"El coraje es tener miedo hasta la muerte y quedarse de pie de todas formas".
John Wayne
.
.
Ambos estaban mirando desde la colina como esa gente entraba y salía de la que antes era su casa, desbaratándola, vaciándola, llevándose todas aquellas cosas de las que antes disfrutaban tanto.
Eren estaba dormido entre sus brazos, después de llorar por más de dos horas, completamente agotado, exhausto, al igual que él. Habían caminado casi cinco horas para poder salir de la pequeña ciudad sin ser capturados. Una mochila con menos de los indispensable, unas cuantas joyas y billetes, una alcancía, su relicario de oro en el cuello y un par de chucherías más era todo lo que poseían.
Levi se giró y comenzó a caminar, debía alejarse lo más pronto posible. Sintió el helado viento colarse entre sus piernas, arropó a Eren con su mantita polar preferida y continuó el trayecto. Tenía mucho miedo, pero le ganaban sus esperanzas.
Levi era un omega fuerte, nacido de Kuchel y un alpha al que nunca llegó a conocer, nunca supo el porqué, su madre guardaba celosamente esos recuerdos prometiéndole contárselos algún día. Ahora era imposible, pero podía vivir sin esas verdades.
Habían vivido en casa de un matrimonio que les permitía la estadía siempre que limpiaran, cocinaran y cuidaran la casa. Pero luego ellos se fueron, no sin antes presentarle a su madre un alpha de muy buen pasar económico. Levi tendría doce años para entonces cuando el doctor Grisha Jaeger se hizo cargo de ellos. El hombre había perdido a su esposa recientemente, durante un complicado parto de su primogénito varón. Un hermoso niño de ojos verdes como su madre al que bautizaron como Eren. Apenas se conocieron el niño se aferró con alma vida a su persona.
Eren solo se dormía en brazos de Levi, su madre a veces se sentía frustrada por la situación porque por mucho que intentara el niño la rechazaba en cierta manera, mientras que vivía prendido a su ahora hermano. Como buen hijo, Levi le dijo a su madre que no se preocupara, que él la ayudaría a cuidar de Eren. Aunque Grisha hizo que terminara sus estudios en un colegio cercano.
A pesar de no llevar su sangre, Levi era bastante consentido por el doctor. Le compraba libros, lo incitaba a superarse, a mejorar, a buscar un futuro como profesional. El pequeño joven soñaba con convertirse en un doctor también. En su mente aún infantil soñaba con salvar vidas, especialmente niños, era una vocación que estaba impresa en sus genes.
En poco tiempo ensamblaron una verdadera familia. Eren siempre lo seguía a todas partes como un cachorro, no por nada la primera palabra que aprendió a pronunciar fue "Lipai" (refiriéndose a su hermano por supuesto), y esto le sacaba muchísimas sonrisas al de cabello negro. Eren era su mayor debilidad, incluso las horas que se pasaba estudiando en el colegio lo hacían sentirse culpable de no poder compartirlas con su hermano. Eren se enojaba ante sus ausencias, cuando el joven regresaba a la casa no le hablaba por un largo rato, pero después se dejaba alzar porque no podía estar mucho tiempo lejos de su hermano.
En esos cuatro años tanto Kuchel como su hijo conocieron lo que era vivir cómodamente, holgadamente, con una buena cantidad de lujos, sumidos en un amor fraterno que era casi idílico. Todo marchaba maravillosamente. Festejaron dos días seguidos cuando se enteraron que Kuchel tendría un hermanito para ellos. Grisha era inmensamente feliz, todos lo fueron.
Hasta que una noche, en una cena muy importante de la ciudad, donde sus padres asistieron, un atentado que buscaba eliminar gente importante presente allí, se llevó toda su felicidad y los dejó a la vera del abismo más desconcertante.
Ni siquiera pudieron asistir a los funerales. En menos de veinticuatro horas recibió una nota de agentes del gobierno. Faltaban dos meses para cumplir sus diecisiete. Era menor. Según la ley la mayoría de edad de un omega llegaba a su veintiuno, no podía hacerse cargo de Eren. La ley decía que un omega desamparado menor de edad debería ser emparejado en un lapso de seis meses como mucho o bien derivado a una vida de castidad con los Legionarios del Señor; una comunidad religiosa que se dedicaba a la oración y el celibato. Levi podía haber elegido esa vida, aun aturdido y herido por la situación que los agarró desprevenidos. El problema era que Eren iba a ser derivado a un orfanato hasta que encontraran una familia adecuada que pudiera cuidar de él hasta que a la edad dieciocho pudiera reclamar la herencia familiar. Sí, Eren era un alpha.
Eren lloró todo ese día, gritando y gruñendo, pataleando y aullando porque a pesar de tener tres años no quería separarse de su hermano.
—¡No me dejes, Lipai! ¡Lipai! —decía mientras se desgañitaba llorando a los gritos en el suelo, mientras Levi trataba de recoger todo aquello de valor que hubiera en la casa que pronto sería confiscada.
—Entiende, Eren, no es mi decisión ¡Oh, Dios! —Decía mientras lo levantaba del suelo y lo abrazaba con fuerza contagiado de su dolor—. Debes ser un buen niño, estarás bien, estarás bien.
—¡NOOOOO! ¡Noooo, Lipai! Solito, noooo…
Ese día, con sus dieciséis años a punto de expirar, el omega limpió la carita de su pequeño hermano, ese niño que amaba con todo su ser, que representaba lo único que le quedaba en este mundo de su hermosa familia y le hizo una promesa demasiado grande para sus hombros.
—Está bien, Eren. Yo cuidaré de ti. Cuidaré de ti.
—¿Juntos? ¿Lipai y yo? —preguntó hipando, mientras gotones enormes seguían saliendo de sus ojos de lechuza asustada.
—Sí, tú y yo, juntos por siempre. Yo cuidaré de ti, pero debes ser un niño bueno y obedecer, ¿sí?
—Hai.
En medio de la noche, con la pesada mochila llena de lo que el omega pensó que podría ser necesario partieron para escapar del gobierno, de los recuerdos, del dolor.
El invierno estaba terminando y hacía frío. Se guarecieron en algunos santuarios a lo largo del camino. El joven iba sin rumbo, solo pensando en alejarse lo más pronto posible. Algunas veces podían quedarse en alguna posada. Administraba concienzudamente las raciones de comida que tenían o las que iban comprando. Eren se quejaba a veces, sus pequeños pies no estaban acostumbrados a la largas caminatas y la intemperie, por lo que su hermano lo cargaba muchas veces, lo apretaba contra su cuerpo y procuraba emanar feromonas que lo mantuvieran tranquilo.
La marcha se extendió por casi un mes y medio, hasta que finalmente dieron con un pequeño pueblo perdido entre las montañas al que apenas llegaba un correo postal y una línea de transporte una sola vez al día. Casi incomunicados con el mundo, el joven creyó que sería el lugar ideal para intentar encontrar trabajo digno para poder establecerse.
Alquiló un departamento minúsculo en las afueras del lugar. Había muchos árboles alrededor y ya se sentía la primavera en todo su esplendor. Levi pensó que era un buen augurio. Vendió casi la mitad de las joyas para poder comprar un colchón, una mesa, dos sillas, algunas telas, hilos de cocer y agujas, ropa para Eren, un par de alpargatas, algo de víveres, productos de limpieza, una escoba, dos ollas y utensilios de cocina. Estaba bien para iniciar. Para mantener entretenido a su hermano cuando iba a buscar trabajo al pueblo le compró varias crayolas y muchas hojas, algunas maderas para que construyera cosas, libros con imágenes y una tortuga de peluche al que el niño le puso "El otro Lipai". Intentaba mantenerlo toda la noche despierto, para que él pudiera irse tranquilo.
Más de una vez lo encontraba llorando a su regreso, pero no había mucho que pudiera hacer. A pesar de que había muchos puestos requeridos en el pueblo nadie lo quiso contratar por tratarse de un omega, excepto una mujer que tenía un puesto de comida a la calle. No estaba mal, pero la paga era bajísima, aunque siempre tenía comida para llevar a casa.
—Hijo, ya estás en edad de sentar cabeza —le decía Brunilda, la cocinera—. Búscate un buen alpha que te atienda y te mantenga y ya ¡Qué tanto sufrimiento!
El joven solo suspiraba y no decía nada ante los consejos. No era tan complicado, solo necesitaba conseguir un buen trabajo y con eso sería suficiente. No cejaba en su empeño de conseguir uno, por lo cual fue llamado por un finquero que necesitaba alguien que atendiera las caballerizas. Levi fue confiado a la entrevista de trabajo que se realizó un día domingo a las tres de la tarde.
Le costó llegar a la finca, afortunadamente Brunilda le había donado una bicicleta vieja y maltrecha para que pudiera transportarse, de otra manera no lo hubiera hecho a tiempo. Cuando llegó hacía mucho calor, no había una sola alma en todo el lugar. Los perros de la hacienda no dejaron de ladrarle hasta que el dueño se acercó a abrirle la tranca.
Era un alpha, un tipo rudo, muy alto con cara de bonachón y la camisa blanca con grandes manchas de sudor por el calor. Lo hizo pasar sonriéndole amable y lo llevó hasta los establos, prometiéndole en el camino que la paga sería más que buena, aunque el trabajo era algo cansador.
—Está bien —respondió el joven con firmeza—, soy resistente y soy fuerte, no me molesta si el trabajo requiere de esfuerzo.
—Eso es genial, Levi. Eres un bonito omega, si me permites una apreciación, me pregunto por qué estás solo a estas alturas de la vida, ¿no deseas casarte y formar una familia?
—No, estoy bien así ¿Nadie más trabaja los domingos? —dijo mirando alrededor y notando lo solitario que se veía todo.
—No, es el día de descanso, justamente por eso te llamé hoy, para poder enseñarte apropiadamente cuál es tu lugar.
El joven sintió escalofríos de repente y miró al hombre a quien el semblante le había cambiado por completo a uno bastante aterrador, su corazón se disparó en ese mismo instante y se detuvo a un paso de entrar en uno de los cubículos del establo, retrocedió rápidamente y le sostuvo la mirada.
—¿Qué se supone que debería hacer aquí?
—Bueno, para empezar desnudarte. Si te portas bien conmigo te daré una buena paga. Brunilda dijo que no te habían estrenado aún, así que estoy ansioso. Verás, mi esposa —dijo tomando su cinto tratando de desprenderlo ante la mirada horrorizada del omega—, ha parido seis crías para mí. La amo profundamente, pero claro cuando me la follo no me ajusta como antes, así que pensé que no me vendría mal gozar de alguien como tú. Oye, no te estoy proponiendo una relación seria, ¿comprendes? Solo es un alivio temporal a mis necesidades y por ello recibirás la paga correspondiente. Dos o tres veces a la semana, con eso es suficiente.
Levi se quedó petrificado, sin poder procesar bien lo que estaba pasando, solo cuando sintió la boca del hombre sobre su cuello fue cuando su cerebro volvió a conectarse con su cuerpo. Todo pasó tan rápido que no estuvo seguro del momento en que lo pateó, trató de huir, cayó al suelo, recibió algunos golpes, pero finalmente a fuerza de luchar pudo levantarse y salir corriendo. Uno de los perros le mordió la pantorrilla, pero finalmente se hizo con la bicicleta y salió a como alma que huye del diablo.
Solo cuando llegó a su casa y vio a Eren llorando cayó en cuenta de su estado. Había un pequeño espejo redondo en el baño donde pudo apreciar su ceja hinchada, su nariz sangrante, su camisa desgarrada y el pantalón ensangrentado donde el perro mordió. Se desnudó, se bañó y le dio de comer a su hermano. Justo cuando iba a acostarse escuchó que llamaban a su puerta. Era Brunilda, muy asustada preguntándole qué había sucedido, Levi le dijo la verdad y la mujer lloró amargamente.
—Debes irte hijo, Antoain —el finquero—, hizo una denuncia en la policía, dijo que le habías robado.
—Eso no es verdad.
—Lo sé —soltó secándose las lágrimas con un pañuelo—. Pero es un alpha muy respetado aquí, le van a creer, debes irte.
—¿A-adonde?
—No lo sé, solo vete antes de que la policía venga por ti, toma —dijo dándole un puñado de billetes arrugados—, no es mucho pero es algo, no esperes hasta mañana o será tarde. Si te encuentran se llevaran a tu hermano.
—Entiendo, gracias Brunilda.
—Dios los bendiga —dijo la mujer besando su frente y marchándose.
Esa noche tuvieron que huir de nuevo. Con menos cosas que antes. Levi realmente resintió tener que dejar todo lo que les había costado conseguir con tanto sacrificio. Una leve llovizna de primavera les cayó encima mientras bordeaban el camino que salía del pueblo. Eren iba dormido en la espalda de su hermano que estaba dolorido y cansado también. Recién al alba llegó hasta la interestatal que cruzaba el condado.
Recién cerca del mediodía un camión que transportaba cerdos y ovejas se dignó parar para llevarlos hasta un pueblo llamado "Findless". Eren se portó bien, no replicó, ni lloró, solo se mantuvo pegado a Levi durante todo el trayecto.
Una vez allí almorzaron en una gasolinera y luego se quedaron toda la tarde en un santuario. Cuando Eren estaba haciendo sus siesta el omega lloró en silencio, sus pies escocían, tenía tres ampollas, su corazón dolía. Oró en el lugar mientras intentaba que no le ganara la tristeza.
—Mamá, papá, donde quiera que estén, por favor, ayúdennos. Ayúdennos, pronto.
En la joyería del pueblo Levi cambió un par de joyas, miró la caja de alhajas, apenas le quedan dos pulseras de oro, tres anillos de oro blanco y un par de monedas antiguas. Alquiló una pieza en una posada de mala muerte donde toda la noche se escuchaban gritos, botellas estrellándose, gente follando y hedores de los más diversos. Pasó por la farmacia para comprar supresores. Hizo cálculos rápidamente en su cabeza y se dio cuenta que de seguir así no les alcanzaría para vivir más de tres meses, cuando mucho. Necesita un trabajo urgente.
Habló con la dueña del lugar, le dijo que sería difícil que contrataran a un omega, pero que podría hablar con un conocido suyo para que trabajara en una cafetería cercana. El trabajo era bastante mediocre igual que la paga, pero con las propinas les podía alcanzar para subsistir. Las mujeres de la posada se encariñaron rápidamente con Eren que era una lindura con lo cual le echaban un ojo mientras él trabajaba. El dueño del local era un tirano. Levi llegaba realmente molido directo a dormir.
Allí hizo su primera amistad. Una chica joven, beta, de mirada pícara que se llamaba Noelia y era prostituta. Ella le contaba anécdotas de las más variadas y lo incitaba a que dejara de sacrificarse tanto y se vendiera.
—No, de ninguna manera, no podría hacer eso ni por todo el dinero del mundo —respondía con tranquilidad mientras bebía té y Eren dibujaba caballos, perros y gatos de colores.
—Eres un omega y varón, te lo digo pagarían mucho por estar contigo. No es tan malo, ¿sabes? Después de un tiempo te acostumbras, y además yo podría decirte como debes cuidarte.
—Gracias por los consejos, pero prefiero mantenerme así. Eren me necesita, si descubrieran que no es mi hijo y que además me prostituyo, me lo quitarían de inmediato. No puedo arriesgarme.
—¿En verdad quieres a esa criatura, no?
—Con toda mi alma, es lo más preciado que tengo en el mundo —decía mirándolo con cariño—. Es la única familia que me queda, y yo prometí cuidar de él.
—Entonces busca un alpha, estoy segura que con tu belleza podrías conseguir uno fácilmente.
—Ya veré.
Todo marchaba normal, no era la vida ideal, pero podían sacrificarse un poco y tratar de sobrevivir, hasta que finalmente pasó. Llegó su celo. Con piernas temblorosas tuvo que dejar el café esos tres días que fueron como el infierno. Noelia iba a verlo seguido para ayudarlo con Eren que no se desprendía de sus piernas, agarrado como un koala.
—Ya, pequeño, deja descansar a tu hermano, ven te traje pan de naranja.
A regañadientes el niño dejaba por algunos minutos a Levi y comía llenándose la boca a más no poder. Ni los supresores más fuertes hacían efecto, le subieron altas fiebres, hasta que finalmente la tortura terminó.
—Escuché por ahí que los primeros celos son especialmente fuertes —le decía la beta alcanzándole un poco de agua fresca—. Es una jodida mierda, ¿cierto?
—Sí, pero podré resistirlo.
—Mmm, me preocupa un poco tu condición, ¿no lo notaste? Tus feromonas se vuelven más fuertes cada vez, a mí no me afectan porque soy beta, pero hubo un poco de revuelo fuera de tu habitación. Levi, no seas obtuso y busca un alpha pronto.
—¿Pero qué alpha querrá estar conmigo si tengo un niño a mi cargo? —expresó en voz alta por primera vez su honda preocupación.
—Uno que te ame, vamos, mantén altas las esperanzas y no te dejes vencer. Mira, tengo un primo que vive cerca del lago Tames, es un poco huraño y poco social pero es buena gente. Tiene varias cabezas de ganado, no es millonario pero vive más que bien, es alpha y está soltero, y si bien es mi familiar acepto que es guapo. Podría escribirle y hacer que se conocieran. Anda, sería una buena oportunidad.
—No lo sé. Déjame pensarlo.
Ese mismo día cuando volvía del trabajo Levi fue atacado. Pudo defenderse y salir airoso con algunas magulladuras que no eran la gran cosa. EL problema es que no fue la única vez. Cada vez tenía que tener más cuidado, incluso se acostumbró a que Noelia lo acompañara un par de veces. Debía caminar fijándose de no pasar por cerca de ningún pasillo, vivir con miedo constante. Lo pensó muchas noches y finalmente cedió.
—Está bien —dijo con semblante derrotado—, conoceré a tu primo si es que él también quiere hacerlo. Pondré de mi parte, pero no prometo nada.
Noelia le escribió a Farlan. Le pidió que ayudara a su amigo dándole asilo por algunos días en su hacienda. Al principio el hombre se negó, pero ante la insistencia de la chica terminó aceptando "solo por una semana como mucho".
—Conquístalo —le dijo la mujer abrazando a su amigo—. Sé que te irá bien.
Levi llegó a ese hermoso lugar con su mochila negra y algo raída y Eren prendido de su mano. Lo recibió una mujer mayor que se encargaba de la casa y algunos quehaceres y dijo llamarse Juana. Tenía semblante severo, pero su trato era amable. Los guió a una especie de caseta cercana a la casa donde había un cuarto arreglado adecuadamente, un baño y una pequeña cocina. Le informó que podían comer en la casa y los horarios para ello, y que el "patrón" llegaría por la noche luego del arduo trabajo que tenían en la temporada.
Levi se instaló, baló a Eren y lo dejó presentable e hizo lo mismo consigo. Comieron a gusto un guisado de gallina que estaba increíblemente sabroso. Eren se la pasó jugando con los pollitos, los patos y persiguiendo a un pavo viejo que gorgojeaba indignado a cada rato.
Ese lugar era hermoso en verdad. Espera que tuvieran tiempo de ir a conocer el lago. Era como un pequeño respiro dentro de tantas malas experiencias.
Eren se durmió temprano debido a todo el gasto de energía de ese día. Levi se quedó esperando que Farlan llegara para agradecerle apropiadamente. El primer encuentro fue algo sorprendente. Farlan era un hombre bien formado, delgado pero alto, rubio, de profundos ojos celestes y vivaces, era cierto que era llamativo y guapo. En general los alphas lo eran.
Lo vió desmontar de un caballo negro de brillante pelaje y automáticamente se acercó a él.
—Buenas noches —saludó Levi tratando de sonar cordial—. Soy Levi, el amigo de Noelia y esperaba su llegada para agradecerle apropiadamente por su generosa hospitalidad —soltó mientras extendía su mano en saludo, pero el hombre pasó por su lado ignorándolo por completo.
El joven se giró sin saber muy bien cómo reaccionar a eso. Farlan sin soltar una palabra se metió a su casa. Juana le había dicho que era un tipo de pocas palabras, sin embargo al omega le pareció un poco grosero que ni siquiera se dignara a devolver el saludo. Estuvo un buen rato afuera sopesando si volver al cuarto o quedarse esperando, hasta que finalmente Juana salió de la casa.
—Levi, el patrón dice que entres a compartir una bebida con él. Si quieres yo le hecho un ojo a Eren mientras tanto.
El omega asintió, aunque no muy convencido. Desconfiaba de los alphas en general, solo esperaba que no lo atacara, por lo que decidió llevar un cortaplumas en su bolsillo por las dudas, se había acostumbrado a hacerlo de esa manera para preservar su integridad.
El hombre estaba sentado en unos sillones frente a un hogar prendido que le brindaban calidez al salón. Había una botella de ron sobre una pequeña mesa y dos vasos. Levi se sentó en un sillón cercano que el hombre le señaló, aún sin decir una palabra.
—Buenas noches —habló al fin, tenía el cabello húmedo y otra ropa, lo que evidenciaba que se había bañado, eso le generó más desconfianza a Levi—. ¿Un trago?
—Está bien.
Levi nunca había bebido alcohol antes, pero iba a simular al menos con tal de no rechazar la hospitalidad de esa persona.
—No sé si Noelia te lo dijo, pero no puedo mantenerlos aquí más de una semana —informó con tono adusto mientras le extendía el vaso que Levi recibió.
—Entiendo, le agradezco de todas maneras.
—¿Quién es el niño que te acompaña? ¿Tu hijo?
—Oh, no, es mi hermano. Es mi hermanastro en realidad. Mi madre se casó con su padre y nos volvimos hermanos, luego ellos murieron en un atentado, con lo cual quedamos desprotegidos —resumió toda su historia en una oración simple.
—Eres menor de edad, si el gobierno te captura estarás en problemas, deberías entregar a tu hermano a las autoridades.
—No puedo hacer eso, es toda la familia que me queda, y además le prometí cuidarlo.
—No puedes ni contigo mismo, ¿cómo harás para criarlo? —las palabras de ese tal Farlan eran demasiado duras y le molestaba que se tomara la libertad de opinar sin conocer el trasfondo.
—Encontraré la manera, trabajaré, si uno quiere uno puede.
—Eres un crío, no tienes idea de lo dura que es la vida, más para un omega como tú.
—Sí, soy joven, pero tengo experiencia también —Farlan lo miró por primera vez, los ojos de Levi refulgían—. Sé que no es fácil, el último año estuvimos saltando de pueblo en pueblo tratando de que las cosas nos salieran bien. Hemos pasado hambre, frío, necesidades, pero siempre juntos y así seguiremos adelante, no importa lo duro que sea.
—¿Y de qué vas a trabajar?
—De cualquier cosa. Fui mesero y cocinero, tengo fuerza y estudios, es solo que es difícil conseguir un trabajo estable, pero no dejaré de intentarlo.
—Ya veo. Bueno, no pretendas estar de ocioso mientras estés en mi propiedad, ¿entendiste? Espero que colabores y seas útil.
—No pretendía estar sin hacer nada —se defendió tratando de mantener a raya su creciente molestia.
—Le diré a Juana que te consiga alguna tarea de limpieza o lavado o esas cosas fáciles que los omegas como tú hacen.
El vaso entre los dedos de Levi fue apretado con brusquedad y su entrecejo se frunció. Noelia le había dicho que el idiota de su primo no era muy social, pero la realidad es que era un prejuicioso.
—No me juzgues como si fuera un inútil —le replicó poniéndose de pie y dejando el vaso en la mesa—. Sí, soy un omega, pero soy tan fuerte como cualquier otro hombre. Cualquier trabajo está bien para mí.
—¿En serio? —replicó el rubio terminando su bebida de un solo trago y suspirando—. Para ser honesto no creo que sobrevivas siquiera tres días en los establos.
—Sí puedo —aseguró con seriedad y de pronto una idea vino a él—. Si te demuestro que puedo trabajar como cualquier hombre de tu hacienda por esta semana, tú me darás trabajo y me dejarás vivir en la casilla junto a mi hermano.
—Habrase visto semejante arrogancia —respondió Farlan dedicándole una mirada severa—. ¿Qué se supone que voy a ganar yo teniéndote aquí como trabajador? Si me llega a caer una inspección van a multarme, como mínimo o me meterán preso por tener omegas menores de edad trabajando. No, no es una opción, no tienes que demostrarme nada a mí. Terminará la semana y te irás.
Farlan se puso de pie sin que su semblante de molestia hubiera cambiado un ápice, Levi se asustó, no tenía ganas de volver a la calle. Tal vez todos tenían razón y después de todo no sería tan malo conseguirse un alpha. Tomó de la chaqueta a Farlan que se giró y lo observó.
—¿Y ahora qué?
—Yo puedo, pu-puedo hacer otras cosas por usted —intentó en vano producir feromonas agradables, estaba demasiado nervioso.
—¿Qué cosas?
El omega se mordió el labio inferior unos segundos tratando de pensar adecuadamente las próximas palabras, no tenía opción y estaba prácticamente seguro que Farlan aceptaría. Todos los alphas eran iguales de todas maneras.
—Puedo aliviar sus… necesidades —aclaró su garganta para que su voz no temblara tanto—. No necesito que piense en mí como una pareja, sino como un alivio… temporal, ya sabe.
—Oh, ahora me tratas con respeto. Veamos, ¿me estás diciendo que puedo follarte tanto como quiera? —Levi tembló ante sus palabras pero atinó a asentir—. ¿Realmente crees que serás suficiente para saciar mis necesidades?
—Sí —dijo levantando la cabeza y sosteniéndole la mirada.
Farlan avanzó algunos pasos hasta acorralarlo en una esquina del salón. Levi sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, pero se mantuvo firme.
—¿Incluso si quiero morderte, pegarte, marcarte? —le habló en susurros acercando su rostro al suyo.
—Sí, está bien, mientras me dejes cuidar a mi hermano, haré lo… lo que pidas.
—De acuerdo, vamos entonces —dijo tomándolo del brazo y arrastrándolo a su habitación.
Levi trastabilló por los nervios y cuando ingresaron al enorme lugar sintió que las piernas apenas podían sostenerlo. Farlan se quitó la ropa rápidamente quedando en sus interiores y se sentó en la cama. Tenía un bonito cuerpo, músculos marcados, pero su mirada era fría como un cubo de hielo.
—¿Qué esperas? Desnúdate —le ordenó con rudeza.
Las manos de Levi temblaban al intentar desabotonarse la única camisa que tenía en su repertorio, no tenía idea de qué hacer o más bien cómo hacerlo. Estaba asustado, pero determinado, sí eso era necesario para mantenerlos a salvo lo haría. Farlan se puso de pie y se le acercó rápidamente, el omega sentía que el corazón se le quería escapar de la garganta.
—Estás temblando como un puto ternero recién nacido —le dijo el alpha tomando sus blancas manos entre las suyas.
—Lo siento, es mi primera… experiencia, pero aprenderé rápido.
—Hablaste con tanta determinación que por un momento creí que sabías lo que estabas ofreciendo, pero no eres más que un crío con demasiados bríos. De acuerdo, tomaré tu primer ofrecimiento y trabajarás en los establos, vas a demostrarme que tan grande son tus ganas de quedarte, seré duro contigo, no tendré contemplaciones, trabajarás a la par de mis hombres y si me demuestras que eres capaz de aguantar el ritmo de trabajo, entonces podrás quedarte junto con la cría esa. Por ahora solo tomaré esto —acto seguido lo tomó de la barbilla y asentó sus labios sobre los de Levi con suavidad—. Ahora vete a dormir porque madrugamos. Te espero a las cinco dela mañana en las caballerizas.
—Gracias, patrón.
—No agradezcas tanto, es probable que mañana me odies, ya vete.
Cuando regresó a la casilla le comentó a Juana lo que había hablado con Farlan y la mujer no parecía muy contenta.
—Te ayudaré a levantarte, tengo un despertador viejo que puede servirte. Escucha hijo, no desobedezcas ninguna orden, no lo contradigas y si ves que es demasiado solo regresa. Ya veré de ayudarte a conseguir algo en el pueblo.
—¿Tan malo es?
—No, solo que no es fácil.
—No se preocupe, estaré preparado.
—El niño está algo enojado de que no cenaras con él —dijo señalando a la casilla.
—Lo sé, ya se le pasará. Juana, sé que es mucho pedir pero, ¿podría cuidar de él mientras estoy en el establo? Compartiré mi ganancia con usted.
—No hace falta ni pedirlo, será un placer —dijo la mujer sonriendo escuetamente—. Ahora ven, te daré el reloj y ensalada de frutas que sobró de hoy.
Levi comió la ensalada con Eren en su regazo. Notó que había hecho dibujos nuevos donde estaban ellos dos en un bosque, con un sol sonriente en el cielo y gallinas (o algo como eso) alrededor. Los pegaron en la pared del cuarto de la casilla.
—¿Mañana vamos a jugar? —le preguntó el niño animado.
—No, Eren, mañana voy a empezar a trabajar otra vez, debes quedarte con Juana y hacerle caso.
—No quiero que Lipai se vaya al trabajo, ¡trabajo malo! —dijo haciendo un puchero e inflando los mofletes.
—Escucha bebé, sino trabajo nos comerán las hormigas, esto es así. Ya sabes que papá y mamá no están, debo hacerme cargo —el niño corrió a subirse en su falda y se prendió a su pecho mientras sus ojitos se ponían tristes.
—Quiero ver a papá y a mami Kuchel —susurró.
—Lo sé —respondió, peinando su cabello con delicadeza—, yo también quiero. Pero al menos nos tenemos el uno al otro. En un mes cumplirás los cuatro, te haré un pastel de cumpleaños con fresas y crema como te gustan, ¿qué te parece?
—Chi.
—Entonces sé un niño bueno hasta entonces, ¿ok?
Cuando Eren estuvo dormido entre sus brazos Levi se permitió llorar en silencio un poco, realmente estaba aterrado, ese alpha le había dado un poco de miedo y agradecía a todos los cielos que no lo hubiera obligado a entregarse. Seguramente sus padres los estaban cuidando desde el más allá.
.
By Luna de Acero
