Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Final sad, final triste, ya lo puse en todos lados pero lo vuelvo a poner por las dudas.
Disclaimer: El nombre de los tres personajes principales no me pretenecen son de Isayama Hajime, el resto de la historia es mi propia invención bajo las normas del universo omegaverse. Esto es alphas, betas y omegas.
Advertencias: Relato sad, palabras altisonantes y algún que otro improperio, nada más. OJO, LOS PERSONAJES ESTÁN MUY OoC, ya saben. Algunas escenas violentas y forzadas, nada explícito pero están, solo quería avisarles. Nadie muere pero el final es triste. Listo.
Dedicado para la autora Nanariko-chan pueden encontrar sus historias en Wattpad, a Jazmin Negro que hizo la bellísima portada y para mi hijita virtual Sakyulia que es una amor de persona y siempre está animándome a seguir con los omegaverse, ya vendrán más, hermosa.
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"No puede haber una profunda desilusión donde no hay amor profundo".
Martin Luther King
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Eren ayudaba en casa, increíblemente se había vuelto dócil y calmado. Hacía sus tareas, no se peleaba demasiado con otros chicos, incluso a veces lo esperaba con algunos sándwiches armados para el desayuno. La cabaña estaba cubierta de dibujos del niño, todos coloridos y bonitos.
—Mira, te hice éste —le decía con entusiasmo, mientras Levi observaba con sus ojos cansados—. Cuando sea grande viajaremos por el mundo, iremos hasta… hasta China.
Hacía un tiempo Hange le había dicho que un alpha, un político influyente de la zona había solicitado pasar la noche con él. La cifra ofrecida era bastan alta, pero Levi no quería pasar esa "barrera". En unos meses cumpliría su mayoría de edad y tal vez podría pedir la custodia legal de Eren, salir al fin de las sombras y ver la posibilidad de conseguir un trabajo decente. Sin embargo una vez comprando víveres en el supermercado un grupo de alphas lo reconocieron. Iba con Eren de la mano saliendo del lugar.
—Oye —le habló uno acercándose con confianza—, te conozco, tú trabajas en la Casa Roja, ¿cierto?
—Lo siento, se debe haber confundido, señor —dijo apurando el paso y tirando de la mano de Eren.
—No, no estoy confundido, eres tú, estabas con mi mejor amigo la otra noche, sentado en su falda, lo sé, nunca olvidaría un chico tan lindo como tú, oh, ¿no estás marcado? Ven con nosotros —dijo señalando a los otros tres alphas en la camioneta del estacionamiento—. Vamos a divertirnos un rato, anda, tenemos cerveza —le dijo mientras intentaba agarrarle del brazo.
—No me toque, ya le dije que se ha confundido —le devolvió Levi con molestia.
—No me des órdenes, puta barata.
—¡No lo toque! —saltó Eren gruñéndole e imponiéndose.
—Miren este enano, se quiere hacer el bravo —el hombre intentó tomar del cabello a Eren pero Leví le surtió una patada certera a la boca del estómago que lo volteó en el suelo, tomó a su hermano entre sus brazos y tirando los víveres echó a correr como loco.
Los hombres los persiguieron un buen trecho, pero afortunadamente pudieron perderlos de vista luego de algunas artimañas. Llegaron a la cabaña y tuvieron que conformarse con una lata de atún y un poco de arroz que aun les quedaba para poder cenar.
—¿Qué es la Casa Roja? —preguntó Eren sin entender del todo.
—No es nada, ellos se confundieron, ya te dije que trabajo en una curtiembre cercana. Ahora come, te leeré un cuento antes de irme.
—La próxima vez le pegaré en las pelotas —dijo con cara decidida el niño—, nadie molestará a mi Levi. Ya lo verás, le haré tragar sus palabras.
—Agradezco que quieras cuidar de mí, pero la violencia no soluciona nada, así que por favor, no lo hagas. Solo esperemos que no haya una próxima vez. Promételo Eren, tú serás un buen alpha, nunca obligarás a ningún omega, ni los harás a menos, en cada omega que maltrates me lo estarás haciendo a mí, ¿comprendes?
—No, no lo haré —respondió decidido—. Seré un buen alpha, yo solo te protegeré, no le haré daño a ningún omega, lo prometo, palabra de dolor —dijo poniendo su mano sobre su pecho con solemnidad, Levi se rió un poco.
—Es palabra de honor, no de dolor, y te creo, ven aquí —dijo abrazándolo con cariño y besando su coronilla—. Tú serás un buen alpha y enseñarás a tus hijos alpha a ser buenos también, así es como las cosas irán cambiando en este mundo, sé que lo harás.
Una vez arropado se fue a su trabajo. Eren era un buen niño, no se quejaba de la ropa remendada, ni de que muchas veces tenían que comer arroz cocido con huevo hervido, ni tampoco si la calefacción se rompía o si había días que había que bañarse con el agua tibia casi fría. Eren era bueno.
Pero el niño crecía, los libros, útiles, las veces que a veces se enfermaban, o algún gasto inesperado hacían que a veces la economía fuera insostenible, fue cuestión de tiempo para que terminara aceptando esos otros "trabajos". Agradecía tener un poco de experiencia y que los otros empleados le hubieran explicado bastante de la dinámica que se necesitaba.
Las primeras veces no conciliaba el sueño, sintiendo todas esas manos tocándolo de esa manera tan desagradable, obligándolo a hacer cosas detestables. Fue así que comenzó a beber soju, un vino barato de la zona, para poder amortiguar un poco sus recuerdos. Incluso comenzó a fumar. Eren se quejaba desdeñosamente del olor a tabaco y alcohol con el que ahora volvía de sus noches de trabajo. Pero era eso o morirse de hambre.
No siempre las cosas salían bien y a veces llegaba con algunos golpes, no era la mayoría de las veces, pero sucedía de tanto en tanto. A veces su collar estaba lleno de marcas de filosos dientes porque un alpha en celo no medía consecuencias. Su carácter alegre, optimista y tranquilo fue mutando a medida que pasaba el tiempo.
Levi se volvió taciturno, algo huraño, desconfiado, ya casi no sonreía, solo Eren era capaz de sacarlo de esa nube de dolor y tragedia en las que a menudo se sumía. Caminaban por los alrededores, hacían picnics cuando se podía y tomaban sol de espaldas en el pasto mirando el firmamento. En esos breves momentos el omega podía sentirse libre, feliz. Ver los ojos de Eren llenos de esperanza le devolvía la fuerza para poder aguantar todo eso.
Cuando Eren cumplió los trece comenzaron las incomodas preguntas.
—¿Por qué trabajas de noche?
—Hay pocos trabajos para omegas, y este nos permite vivir medianamente bien, no te quejes.
—¿Por qué siempre hueles tan mal cuando regresas?
—Ya te lo expliqué, es una curtiembre, se lavan cueros, hay sangre de animales, es normal venir con olores desagradables.
—¿Y por qué debes usar ese collar tan horrible y grande sobre ti?
—Por precaución, si me atacan en el camino no quisiera que algún alpha dejara su marca en mí, sería problemático.
—Quiero conocer donde trabajas.
—No, solo me darías problemas, ya te lo expliqué, tenerte conmigo es ilegal, si levantamos más sospechas hasta podrían llevarte a otro lugar y meterme a la cárcel.
—¿Por qué a veces llegas con golpes? —los ojos de Eren brillaron enardecidos.
—¿No te lo acabo de explicar? Alguna que otra vez soy atacado cuando voy o vengo de la curtiembre, puedo defenderme, pero no siempre salgo ileso.
—Quiero convertirme pronto en un adulto y así cuidarte apropiadamente —le dijo con profundo sentimiento—, te daré todo, no necesitarás trabajar más, yo cuidaré de ti hasta que me muera.
—Ya, no te preocupes, Eren, termina tu sopa y luego tu tarea, iré a acostarme, no me siento muy bien.
Eren le cerró el paso.
—Siempre estaremos juntos, ¿cierto?
El pequeño alpha estaba casi alcanzando su altura, aunque seguía viéndolo como su pequeño hermanito era notable que estaba creciendo a pasos agigantados. Levi le refregó la cabeza.
—Claro que sí, te lo he prometido.
—Entonces, entonces espera por mí, por favor —dijo apretando sus ojos y hablando con determinación.
—¿Eh, qué te espere? ¿Qué significa eso?
—No te emparejes con nadie, yo… yo quiero que Levi sea mío.
—No digas tonterías —el omega se puso serio y golpeó la frente del alpha con su dedo índice—. Ya estoy viejo para ti, debes buscar a otra persona para emparejarte, nosotros somos familia, fa-mi-lia, bobo. Ahora ve a terminar tu sopa y no me des más problemas, debo salir en una hora, avísame cuando te vayas a acostar.
Esa noche pasó algo inesperado, Farlan se apareció en el burdel, estaba acompañando a unos amigos que iban por el espectáculo y cuando se encontraron ambos quedaron estupefactos. El alpha fue a la barra a beber un whisky y Levi se acercó a acompañarlo.
—¿Cómo has estado, vaquero? —lo saludó intentando imitar una sonrisa sincera.
El rubio miró disimuladamente sus manos, encontrando que ya no portaba el anillo que le había regalado en su momento, bueno, era obvio ¿Cuánto había pasado? ¿Seis, siete años?
—Bien, la hacienda ha crecido y vine a hacer unos negocios con algunos frigoríficos de la ciudad.
—No te hacía hombre de burdeles —continuó Levi mientras prendía un cigarro.
—Yo tampoco —le respondió escrutándolo con sus profundos ojos celestes, la sonrisa que le había costado tanto formar al omega se desbarató como un castillo de naipes arrasado por el viento.
—Bueno, uno hace lo que puede. No siempre es fácil.
—¿Cuánto sale la noche?
Levi se quedó callado, miro a Moblit el barman y le hizo señas para que se acercara.
—Dos ronmiel de la colección —pidió con tranquilidad.
—Pensé que no te gustaba beber.
—Las cosas cambian, o cambias o la vida te devora.
—¿Sigues cuidando a esa cría de tigre?
Levi solo o miró, no hacía falta responder. Una vez que terminaron las bebidas lo tomó de la mano y se lo llevó hacia los cuartos privados del segundo piso. Apenas entraron Farlan lo abrazó con sentimiento. No se lo diría, pero ningún negocio lo había llevado a esa ciudad, simplemente lo había estado buscando los últimos años, lo necesitaba, quería convencerlo de regresar a su lado. Y ahora lo veía ahí, con esa mirada extraña, diferente, llena de arrepentimientos, de agonía, y era imposible no querer largarse a llorar. Era como una muñeca rota que intentaba seguir caminando mientras se le caían los pedazos.
Levi se sacó el collar y dejó que Farlan lo amara como tantas veces en el pasado. Su corazón, encerrado en lo más profundo, se sintió conmovido, se removió permitiéndole disfrutar por primera vez en muchos años de las caricias, los besos y el cuerpo de la persona que había amado tanto en el pasado. Aunque no quiso cobrarle, Farlan le dejó una buena cantidad de dinero, que lo tomara como un regalo, no como una paga. Cuando el amanecer llegó se despidieron, el hacendado volvió a decirle que lo esperaría lo que hiciera falta, que nunca podría sentirse completo con otro a su lado.
Esa mañana llegó completamente ebrio a su casa. Era sábado y Eren no tenía que irse al colegio. Lo recibió despierto y no con buen semblante.
—Hueles peor que cualquier de los otros días —le dijo severo—. Es casi como el pestilente hedor de ese asqueroso alpha.
—Dame un respiro, Eren. Fue una noche difícil.
Lo tomó con rudeza de un brazo y lo arrastró a la ducha donde le abrió el chorro de agua helada haciendo que el omega gritara por el frío.
—¿Qué mierda? ¡Eren!
—Lávate, lávate hasta quitarte toda esa pestilencia —le ordenó mientras le tiraba una esponja y el jabón con bronca, para luego cerrar de un portazo.
—¡Mocoso impertinente! ¡Tch!
Al final no se hablaron por el resto del día, Eren desapareció de la cabaña, y Levi estaba demasiado agotado mental y físicamente como para ir a buscarlo. Se apareció a la noche con una bolsa de verduras y otras cosas y se puso a cocinar. Luego fue a buscar al omega una vez que la cena estuvo lista.
Levi estaba profundamente dormido pero se despertó al sentir unos persistentes besos en su cuello, cuando abrió los ojos se sorprendió de tener a Eren prácticamente encima, lo empujó con poca delicadeza mientras se sentaba un poco alarmado.
—¿Qué haces?
—Solo te estaba despertando, tú solías llenarme de besos a mí, ¿recuerdas? Ahora que estoy más grande ya no soy de tu agrado —comentó mirándolo acusadoramente.
—Es diferente, antes eras un niño, ahora eres un joven, estas cosas no están bien para tu edad. Eren, ¿lo entiendes, cierto? Somos familia y siempre lo seremos, así seas un adulto.
—Sí, lo sé, como sea, la cena está lista, ven pronto que voy a servir.
Comieron en silencio, Levi lo sabía, no podría esconder su secreto por mucho tiempo. Eren estaba creciendo, no era estúpido, y las preguntas se seguían acumulando. Algún día debería sincerarse, algún día…
Levi comenzó a ahorrar para los estudios superiores de Eren. Era un omega bastante requerido y si bien nunca le había gustado hacer lo que hacía, admitía que gracias a su esfuerzo podría lograr que Eren estudiara y se convirtiera en un profesional.
Muchas veces se despertaba con el joven abrazado a su cuerpo. Ya no hacía falta ir a buscarlo del colegio, él volvía solo y se metía en su cama. Tal vez iba siendo hora que buscara alguna pareja, algún omega que le interesara, que tuviera su edad y su pureza. Lo cierto era que él se sentía sucio, sentía que ensuciaba el aura de su pequeño hermano y tal vez por eso también le rehuía a sus muestras de afecto. Pero mientras más rehuía más rencor guardaba Eren en su interior.
Eren tuvo una etapa donde se le daba por regalarle ramos de flores silvestres. Adornaban la casa y la perfumaban, así que Levi siempre las recibía de buena gana. Además se había vuelto responsable en la casa con el aseo, cocinaba la mayoría de las veces para los dos. A veces salían a la ciudad, Levi siempre intentaba resguardarse con capuchas o pañuelos para que no lo reconocieran, Eren se creyó aquello de que era tímido y no le gustaba el contacto con la gente.
Compraron algunos libros en un descuento que leyeron juntos, algunas partes las leía Levi y otras las leía Eren. El omega lo notaba esas profundas miradas que le echaba su hermanito, ya no tan hermanito a decir por la media cabeza que le sacaba de diferencia y también en musculatura, pero bueno, era un alpha y ellos tendían a ser más grandes en general. Trató de evitarlo, de tapar todas esas señales que cada vez eran más notorias. No, Eren era diferente, era su esperanza, la esperanza de un mundo mejor para todos.
Cuando el joven cumplió los diecisiete tuvieron su primera discusión grande. Eren quería trabajar en la ciudad para que Levi dejara la curtiembre y el omega quería que estudiara, no se había roto el cuerpo, literalmente, para que el pendejo le saliera con otra cosa. El alpha se fue dando un portazo y hasta que él tuvo que irse a trabajar no supo nada más de él.
Eren tenía un grupo de amigos, alphas como él, que a veces se juntaban para beber y fumar, quejarse y planificar su vida a futuro.
—¿Qué pasa, Jaeger? Tienes cara de amargado.
—No pasa nada, he peleado con mi omega.
—Ahora que lo dices, nunca hemos conocido al dichoso omega del que hablas.
—Y nunca se los presentaré, él es mío.
—Tranquilo, Eren, bájale a tu ansiedad. Nadie quiere quitarte tu omega. Yo por lo pronto no necesito a uno, cuando quiero placer me voy a la Casa Roja y ya.
—Yo también he ido —dijo Damian pagado de sí mismo.
—¿Casa Roja? —preguntó Eren, el nombre le sonaba tremendamente familiar, estaba seguro que lo había escuchado antes.
—¿No lo sabes? Es muy conocida, es un burdel lleno de omegas hermosos. La semana pasada me follé uno hasta el cansancio, prefiero los varones son más resistentes y más estrechos. Era pequeño, blanco, de cabello negro y con una talentosa boca. Creo que si junto dinero volveré el mes entrante, salió caro, pero les digo chicos, vale completamente la pena.
—Yo también fui, pero me gusta la tetona pelirroja de rulos.
—Esa está vieja, podría ser tu abuela —se burló Malcom.
—No exageres, no está tan vieja, y de todas maneras tiene mucha experiencia es mejor que la tengan, luego el sexo es fabuloso, no tienes que andar explicándoles qué quieres.
—Ya sé qué omega dices —tomó la palabra Orlando—, yo también lo visité, es el mejor de ahí.
—¿Dónde queda esa casa que dicen?
—En la zona sudeste, cerca del balneario abandonado ¿Quieres venir? Nosotros iremos mañana, es la puta gloria, Eren. Oh, cierto que tú ya tienes un omega, ¿no? No te debe hacer falta.
—Yo, no tengo esa experiencia aún —se sinceró mientras tomaba una lata de cerveza y bebía.
Los tres lo miraron asombrados.
—¿Aún no te acostaste con nadie? ¿Y tú omega?
—Él es especial, no quiero apresurar las cosas, pero para ser honesto, no estaría mal tener un poco de experiencia, quiero ir con ustedes —afirmó con seriedad.
—OK, entonces nos juntamos mañana en la estación de trenes, mi padre me dará el auto y podemos ir desde ahí.
—Perfecto.
Ese día Levi vio a Eren arreglándose, ¿tendría una cita? Se había afeitado, recortado la punta de sus cabellos, se cortó las uñas y se estaba perfumando mientras elegía sus mejores prendas.
—Oye, te ves muy guapo —lo elogió el omega acercándose tranquilo.
—¿En verdad lo crees? —pregunto Eren mirándolo con emoción, hacía mucho no recibía atención de su parte de ese modo.
—Eres apuesto por naturaleza, eso es innegable, pero es notable cuando le pones empeño. Cuéntame, ¿quién es la o él afortunado?
—Nadie en especial, solo voy a salir con mis amigos esta noche. Iremos a beber y bailar un poco.
Levi se acercó y le acomodó el cuello de la flamante camisa aguamarina que le sentaba tan bien.
—Por favor, no bebas mucho, no aprendas mis vicios, ¿sí? No te metas en problemas tampoco.
—No lo haré. Que te vaya bien el trabajo —dijo tomándolo del mentón y dejando un beso en la comisura de sus labios antes de partir.
Levi suspiró, realmente esperaba que Eren encontrara a esa persona especial que necesitaba y que buscaba tanto. Se bañó y se cambió de ropa antes de irse a la mansión.
Esa noche todo estaba normal, todo seguía como siempre; el mismo grupo tocando las mismas canciones. Levi tenía puesto su collar como todas las noches. Se sentó a charlar, repartió tragos y todo como siempre, hasta que ese grupo de alphas revoltosos ingresó.
—Ahí está —dijo Damián señalándolo—, ese es el que te digo. Es una belleza y no sabes lo bueno que es en la cama. Si tú no lo quieres avisa que me lo quedo yo.
Eren estaba en shock. Se quedó un buen rato apostado en la pared del fondo, entre las penumbras mirando fijamente todo. Cuando Damian quiso ir en su búsqueda lo tomó con tanta brusquedad del brazo que casi se lo quiebra.
—Nadie se acerque a ese omega, es MIO —les habló con la voz oscurecida y agria.
Mientras caminaba hacia Levi que le sonreía a uno de los clientes, podía sentir la bilis subiendo por su garganta, sus sueños crujiendo y estallando dentro suyo, su instinto brotando como el magma de los volcanes. El fuego arrasando todo a su paso.
La gente estaba aplaudiendo la presentación de la banda cuando sus ojos se encontraron. Eren se veía aterrador, tanto que la misma Hange mandó a uno de los guardaespaldas al ver el semblante asustado de Levi.
—Señores, ¿todo bien? —preguntó Fredy y a Levi le costó unos segundos encontrar su voz.
—Sí, está todo bien, gracias ¿Gustas un trago? —ofreció a Eren viendo que Fredy no se iba.
—Quiero tus servicios, ahora —ordenó el alpha con los ojos inyectados en sangre.
—Bueno, eso, esta noche no estoy brindando servicios especiales, sepa disculpar.
Eren lo tomó con rudeza del brazo y Levi gimió ahogadamente por la fuerza que imprimían sus dedos.
—Señor, quite su mano de Levi —le dijo el guardia, pero Eren solo lanzó un sonoro gruñido, cuando Levi vio que el hombre buscaba su cachiporra supo que debía intervenir o todo se iría al carajo.
—Fredy, está bien, está bien, atenderé al señor en las suites. No te preocupes, haré una excepción.
—¿Está seguro? Puedo sacarlo afuera en este mismo momento.
—No, no, está bien, iré con él.
Eren lo soltó y el guardia lo detuvo con brusquedad.
—Por un turno son cien grandes, por dos, doscientos cincuenta.
Eren metió la mano en el bolsillo y sacó cuatrocientos y se los aventó a la cara al orangután que oficiaba de guardia.
—No puede reservar más de dos turnos —continuó el guardia.
—Quédese con el vuelto, no me interesa.
Siguió a Levi sin decir una palabra hasta una de las habitaciones del segundo piso. Entraron, Levi sintió como Eren colocaba el seguro a sus espaldas y apeló a toda a su experticia para liberar suficientes feromonas que ayudaran a calmar los ánimos. Nunca había visto a Eren tan enojado, en verdad daba miedo.
Sirvió un trago de un pequeño compartimento que había y se acercó para alcanzárselo, pero apenas estiró su mano el vaso voló estrellándose contra la pared por un potente manotazo del alpha. Eren tenía los ojos llenos de lágrimas y la respiración agitada.
—¡Mentiroso! Me mentiste todos estos años.
—Cálmate, Eren. Solo trataba de protegerte.
—¡Y UN CARAJO BUSCABAS PROTEGERME! —prácticamente rugió—. ¡Vil mentiroso!
—¿Y qué quería que hiciera? —trató de hablarle con la mayor calma posible—. ¿Tienes idea todo lo que intenté? ¿Todo lo que sacrifiqué por ti? No vengas a acusarme como si lo supieras todo, hice todo lo que pude, lamento decepcionarte, pero no tuve opción, renuncié a todo por mantener mi promesa, Eren ¿Crees que lo disfruto? ¡Mírame y dime si ves felicidad en mis ojos! ¿Acaso la ves?
—¿Cómo pudiste caer tan bajo? —continuó el joven sin prestar atención a las palabras de Levi—. Yo te amaba.
—Hice lo que pude, Eren, no puedes juzgarme por eso.
—Desnúdate —le ordenó con bronca, el omega lo miró sorprendido.
—¿Qué?
—¡Pagué por tus servicios! Entonces trátame como uno más de tus clientes y satisfáceme.
—No, Eren, no hagas esto, te devolveré el dinero así que no debes preocuparte por eso, pero un-
—¡DESNÚDATE! Es una orden de tu cliente ¿No es así cómo funciona esto?
Levi lo miró un largo rato, intentando en vano encontrar a su hermano, tantas imágenes cruzaron por su cabeza. Cuando lo conoció por primera vez, cuando se dormía entre sus brazos, cuando cantaban, pintaban, dormían y se bañaban juntos haciendo pompas de jabón, ayudándose, compartiendo la comida, sus sonrisas, sus dientes de leche, las incontables veces que le dijo que cuidaría de él, que lo amaba, que siempre estarían juntos, todos y cada uno de esos recuerdos doliéndole en lo más profundo.
Volvió en sí cuando sintió los poderosos dedos de Eren alrededor de su cuello estampándolo contra la pared y apretándolo con saña. Parpadeó confundido.
—Pro-prometiste cui-cuidarme —le habló un poco sofocado por el agarre, apenas podía asentar la punta de sus pies en el suelo—, que nunca, argh, nunca dañarías a un o-omega.
—Dije que me trataras como a cualquiera de tus clientes, ¿o estás sordo? No me obligues a obligarte, porque lo haré de todas maneras.
Levi tembló y las palabras de Farlan llegaron como una daga filosa que dañó todo dentro de él: "No puedes luchar contra el instinto, ni contra el destino". Se tragó las lágrimas, cómo había hecho miles de veces antes, agarró a Eren de la muñeca y lo miró con resignación.
—Está bien, será como tú digas, ahora suéltame, no me gusta la violencia.
Eren lo liberó, se alejó un poco y tomó la botella de ron para darle un largo y ardiente trago. Le habló de espaldas porque ya no podía sostenerle la mirada.
—Todavía estamos a tiempo de evitar esto, Eren. Si desistes volveremos a casa y nunca más volveré a pisar este lugar. Por favor, no rompas todo lo que nos ha unido hasta ahora… por favor…
—Tú ya lo rompiste de todas maneras, haciéndome vivir del sucio dinero que ganabas haciendo estas asquerosidades. Todo está roto, para siempre.
—Tal vez tienes razón, tal vez fui demasiado ingenuo en creer que el amor podía contra todo.
—Desnúdate.
Levi inspiró, bebió largo y tendido y dejó la botella para finalmente girarse y actuar una última vez. Se acercó mientras iba desprendiendo su camisa, mostrándole la sonrisa más dolorosa y triste que era capaz de sostener.
—Quítate el collar.
—No puedo, dijiste que te tratara como a cualquiera de mis clientes, ¿cierto? Pues es así como son las reglas.
Eren ni siquiera esperó que se terminara de quitar la ropa, se la terminó de arrancar a tirones bruscos y lo empujó contra la cama, mientras las lágrimas caían de sus ojos raudamente. Levi estaba impasible, lo vió desnudarse con prisa y treparse encima suyo. Sintió las gotas calientes impactar en su pecho mientras Eren gruñía de rabia. Acarició su cabeza como tantas veces antes hasta que el alpha lo besó con rudeza.
Escuchó que llamaban a la puerta, era Hange. Le dijo que no se preocupara, todo estaba bajo control. Dejó que Eren lo tocara a su antojo, desconectó su mente como muchas veces lo hacía, como había aprendido a lo largo de los años. Solo era una persona más, no era su pequeño hermano, ese había quedado enterrado en lo profundo de sus recuerdos, allí donde ningún instinto o destino de mierda podía alcanzarlos.
Las horas pasaron, pesadas, agotadoras, inmutables. Hasta que a fin Eren quedó exhausto y dormido. Levi no podía. Su cuerpo aún ardía, aquellos lugares donde había sido mordido, o apretado con excesiva fuerza, pero había sobrevivido como tantas veces antes, pero más que su cuerpo dolía muy profundo en todos aquellos ideales, en todas aquellas fantasías en donde podían seguir siendo una familia feliz.
Para cuando Eren se despertó era cerca del mediodía. Se levantó, se vistió y al bajar solo se encontró con algunas mujeres limpiando el lugar.
—¿Levi? —dijo la regenta con cara seria—. Ya se fue, cumplió su horario y se fue, como siempre.
Eren corrió aturdido, asustado, como los niños que cometen una atrocidad pensando que solo se trataba de una simple travesura. Llegó agitado y transpirado a la cabaña. Pero no había nadie allí.
—¡Levi! ¡Levi! —lo llamó buscándolo por todas partes pero no lo encontró.
Faltaba ropa y algunas cosas como fotos y dibujos viejos. Había una lata de galletas sobre la mesada de la pequeña cocina, estaba llena de billetes, había suficiente para que Eren pudiera estudiar y vivir sin problemas. Al lado estaba el peluche de la tortuga, el otro Lipai, el único que le había quedado para hacerle compañía. Lo abrazó contra su pecho y lloró amargamente dándose cuenta de su error.
Pero ya era demasiado tarde.
Todas aquellas semillas de esperanza habían muerto… para siempre.
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By Luna de Acero.
