Corona de Margaritas

Sesenta días pasaron en total desde que André se encontró con la joven pelirroja. Desde que ella le diera el diario de Sofía se dedicó a leerlo. Una docena más de días con sus noches habían transcurrieron No supo en esos momentos como sentirse. Sin quererlo se ponía a comparar a su esposa, Oscar, con Sofía y viceversa

Aquella tarde, André, mientras veía jugar a la niña, estuvo pensando en la mejor manera de resolver su situación. No le quedó duda alguna después de leer ese diario que había concebido un hijo con Sofía. En especial después de rememorar algunas cosas. El siguiente interrogante que apareció en su mente fue confirmar si la mujer era ese bebé y la niña su nieta. Si en verdad era su hija quisó conocerla, pasar tiempo con ella y su nieta. Aunque eso supuso que llegado el momento tendría que enfrentar a su familia en Arras.(De todas formas debía hacerlo) Aunque si la mujer resultaba no ser su hija., tendría que buscar la forma de saber que pasó con ese hijo o hija. Es último pensamiento lo atormentó.

El día fue precioso, entonces la noche en ese momento estaba por caer. La falta de luz lo distrajo. Alejado de sus pensamientos sobre un bebé y Sofía, André miró por la ventana el camino. Antes de que la luz solar se extinguiera, el sonido de los cascos de la yegua se escucharon anunciando la llegada de su benefactora. Salió con la pequeña al exterior para recibirla. Ella traía una gran sonrisa en los labios. A penas desmontó la niña corrió a los brazos de su madre. Mientras ambas conversaron André las observó. Mientras lo hizo imaginó que la mujer habla sobre todas aquellas cosas que las madres les preguntan a sus hijas. No pudo evitar sonreír cuando miró la escena de ambas. Le recordó a su esposa y a su pequeña Isabelle.

Luego de los saludos, ella se dirigió a él:─ Dentro de unos días podremos volver. Usted volverá a su casa.─ La noticia lo sorprendió. En parte se sintió mejor, hasta alegre de poder regresar a su hogar en Arras, en Francia. Por otra parte la inquietud lo sacudió. No tenía mucho tiempo si quería averiguar la verdad. Comprendió que lo mejor era actuar lo antes posible. Dirigió su vista de nuevo a las dos, viendo como la madre había puesto en el lomo del animal a la niña y le daba una vuelta sin montura. Tomó el bolso con las provisiones que dejó en la entrada la mujer;quisó ingresar al interior del refugio pero la risa de la menor lo distrajo. Sintió la necesidad de vivir ese momento. La luz del día se extinguió y en ese instante decidió que era mejor disfrutar el momento dejando de lado las preocupaciones.

Cuando ingresaron al refugio comenzaron a juntar las cosas para empacar. Durante la cena madre e hija sostuvieron una larga conversación. André se sintió como un intruso. Como alguien que observa por medio de un gran ventanal la vida de otro. Sin embargo esa noche sintió como un abismo los separaba aunque estuvieran alli cerca los tres uno al lado del otro. En los días anteriores se sorprendía al sentir como la niña lo observaba. Aunque ninguno habló con el otro esa mirada llena de inocencia lo hizo sentirse bien.

Luego de la cena se realizó, como cada noche, el necesario ritual para dormir a la pequeña. Una vez que la niña se durmió, André le pidió a la mujer hablar. La pelirroja asintió, mientras acomodó los trastos en perfecto orden. Durante ese instante André estuvo nervioso. Sus manos le sudaron e intentó secarlas contra la lanilla de la calza. Ambos se sentaron de frente al fuego pero con el espacio suficiente para mirarse entre si. André apretó en sus manos el diario de Sofía, que sostenía en el regazo. Ella eligió simplemente ponerse con las costuras aprovechando la luz emitida por el fuego. Él se quedó un momento en silencio, observándola antes de iniciar.

─ ¿Sabes quién soy?─ Le preguntó de forma que sonara casual. Ella le devolvió una mirada dura. Antes de que pudiera añadir algo para salvar su mal inicio la mujer le contestó:─ Usted es un conocido del señor Sinbad. Ayudó a personas infortunadas unas semanas atrás. Sé que es Francés y se llama André

André no se decidió sino hasta después de un momento cual sería lo siguiente que diría:─Sabes algo acerca de la... ¿Por qué estabas con Sinbad?

─ Porqué él me buscó. Dijo algo sobre ser amigo de mi madre

─¿Y tu le creíste?─ Lo soltó con una mezcla de emociones, tales como el enojo, la suspicacia y el abatimiento.

─No. No le creí. No tengo padre, ni madre ─ respondió de manera tajante como si la conversación tuviera que quedar finalizada en ese punto. Era evidente que ella no quería que le hiciera preguntas personales

André apretó el diario de Sofía para aferrarse a algo. Su interlocutora lo miró sin mostrar emoción alguna. Él reconoció el gesto como familiar. Una persona paciente se dispone a escuchar a la otra. No era un capricho lo que le sucedió, sino una sincera necesidad de reconstruir una parte de su historia. De las personas que podrían brindarle respuestas tres estaban muertas y una prófuga. Luego de vacilar André comenzó su relato:─ En la niñez perdí a mis padres y mi abuela se hizo cargo de mi. Me llevó a trabajar a la misma casa donde ella servía. Tenía siete u ocho años cuando comencé a trabajar en el Palais De Jarjayes. Primero serví como el compañero de juegos de una niña criada como varón.─ Por la leve expresión de desinterés que realizó la chica, supo que la estaba perdiendo ─ Entre una cosa y otra ella se convirtió en un soldado y heredero de armas de su padre.( No estuvo seguro de que ella entendiera lo que trató de explicar respecto a Oscar) Se le asignó la custodia de los reyes franceses, en especial de la joven reina Maria Antonieta. Para ese momento me convertí en el valet de ella. Fui su mano derecha durante muchos años. Gran parte de mi joven vida fue dedicada a servirlos; tanto al padre, como a la hija.─ André miró con mucha atención a la joven pelirroja a su lado. Se empapó las pupilas de esa imagen. Ella con el fino algodón sobre el regazo. La diminuta aguja moviendose. La manos de dedos delicados. La boca sonrosada. Las tupidas pestañas y la trenza roja apretada en un moño. El suave mechon rojo sostenido detras la oreja. El juego de la luz sobre su figura femenina.

Inhalo aire despacio y con calma continuó su relato.─ Cuando tenía alrededor de quince años conocí a Sofía en el mercado que lindaba con París.─Tratando de mantener vivo el interés en su oyente ─ Me la presentó la abuela una hermosa mañana. Ellas ya se habían encontrado unas cuantas veces anteriormente. Así comenzarón nuestros encuentros en el mercado. Algunas veces con conversaciones muy entretenidas y alegres. Creo que unas cuantas veces la abuela nos dejó solos para que pudiéramos ...─ Dejó la frase suspendida. Escapó de sus labios una suave exhalación de aire antes de seguir ─ Ella veía en Sofía una mujer perfecta para mí. De mi misma clase social, refinada, saludable, alegre y muy trabajadora. También era muy hermosa, de ojos azules cielo y una larga cabellera trenzada. Ambos fuimos muy buenos amigos. Nos confesamos cosas que hasta ese entonces a nadie habíamos confesado.─ Sonrió con nostalgia

─Tiempo después, una noche en el Palais Royal se realizó una fiesta. El Palais Royal era en aquel entonces la residencia del hermano del rey. Oscar y el general De Jarjayes me enviaron de vuelta a casa pues no precisaban más mis servicios por esa noche. Acordamos reunirnos la mañana siguiente en Versailles. De camino a casa se me ocurrió, que quizás podía tomar una copa en alguna taberna antes de ir a descansar. A medida que iba entrando en París escuché gritos. Si meditarlo ni un momento espoile mi caballo en dirección de los gritos. Unos hombres con mantos, capuchas y capirotes rojos intentaban someter a un grupo de mujeres. Los encapuchados también llevaban mascaras al estilo venecianas que cubrían la mitad de sus rostros. Entre las mujeres atacadas estaba Sofía. Ella que dado en que el Palais Royal había una celebración debió estar alli sirviendo en la fiesta de los aristocratas que la emplearon. Fue una gran sorpresa verla y tanto más en una situación así.

Las mujeres se defendieron con fiereza. Sin embargo eso no les alcanzó, pues eran arrastradas e intentaron meterlas dentro de un carruaje. En cuestión de segundos otros caballeros que también habían oído el pedido de auxilio de las mujeres acudieron al lugar. La contienda no se hizo esperar. Se pusieron a combatir con los recién llegados en pos de generar una huida. Ellas, que casi fueron sometidas, se quedaron de lado asustadas evitando los posibles golpes. Lamentablemente la falta de coordinación entre los hombres que prestamos auxilio no fuimos rivales fuertes comparados con la disciplina de combate que tenían los oponentes. En unos minutos lograron crear una ruta de escape. Entre los hombres que socorrimos a las chicas aquella noche estaba Sinbad. Pronto la guardia de Paris, de la que años más tarde formaría parte, se apersonó en el lugar. Ellos continuaron con la persecución de los encapuchados por las oscuras callejuelas de París.

Recuerdo como Sofía intentaba sobreponerse al ataque. Sus manos temblaban. Me dio la impresión de que en cualquier momento saldría corriendo, gritando, pero ella se mantuvo todo lo firme y serena que pudo. Entre tanto los oficiales de la guardia nos tomaron declaración. No sabía cuanto tiempo había pasado, estaba por amanecer cuando el general De Jarjayes se hizo presente. El general nos ayudó y me hizo prometer que no diríamos nada a nadie. Llegó a amenazarme con llevarnos a la horca si decíamos una sola palabra. De inmediato me di cuenta que el asunto debía ser muy serio si el general nos amenazó de ese modo. Aunque siempre supe que no nos haría nada malo ni a mí, ni a la abuela.

Ese dia realicé las labores como de costumbre. Ni siquiera Oscar se dio cuenta de la situación, solo sospechó que habia tenido una pelea en alguna taberna de Paris.─ André hizo una ó lo que iba a decir. Sus ojos se fijaron en el fuego como intentando visualizar el pasado.─ Una semana más tarde el general regresó a casa . Ese día luego de terminar las labores me mandó a llamar. Me encomendó una misión. Lamentablemente parte de la tarea consistía en estar cerca de Sofía. Entre una cosa y otra, ambos pasamos mucho más tiempo juntos. Incluso Sinbad pasó tiempo con nosotros intrigado con la historia relacionada con el ataque. Él tenía mucho que ver en eso y fue fundamental para la investigación que realicé. Sinbad sabía hacer fortunas. Eso siempre se le dio muy bien. Por supuesto él no estaba dispuesto a perder una onza de oro. Había invertido una cantidad significativa su intención era no irse hasta obtener un beneficio de la inversión. Y lo consiguió. Recaudo cinco veces más de lo que invirtió. Sé que él sería incapaz de llenarse las manos con bienes manchados de sangre. Creo que en eso lo conozco muy bien. Por fortuna o desgracia él también estuvo interesado en Sofía

Cuando obtuve la información necesaria, con respecto a la labor encomendada, procedí a informar al general. Por desgracia en aquel entonces fueron arrestadas las personas que ejecutaban las ordenes y no los responsables intelectuales.─ André realizó un sonido despectivo con la boca. Mientras apretaba con fuerza el puño de la mano derecha continuó el relato ─ Había que evitar un escándalo en los altos rangos de la aristocracia. Sobre todo aquellos escándalos que pudieran afectar o estar vinculados directamente con la familia real. Sin embargo al fin y al cabo todo fue en vano. El duque y sus compinches se salieron con la suya.─ André miró a la mujer y comprendió que quizás ella no entendiera nada. Entonces decidió explicarse mejor.─ A algunas personas no les benefició la alianza franco-austriaca. Mucho menos la ayuda que prestó el reino Francés en contra de Inglaterra en la lucha de independencia de las colonias Americanas. Algunos ingleses resentidos se aliaron con estas personas.

Un silencio incomodo se hizo presente. André tenía que decirlo en voz alta. Supo que si lo decía era admitirlo. Vaciló un momento y cuando su interlocutora se dispuso a levantarse de su asiento...

─ Espera ─ Le soltó si mirarla ─ Aún no termino. Esos días hicieron mella en mí. Hice algo de lo que no me siento orgulloso. Sofía se enamoró de mí. Por aquel entonces sufría por un amor no correspondido y pensé que tal vez Sofía si podía ser la mujer de mi era buena conmigo me escuchaba me atendia y me daba lo que pocas veces … un gran cariño. Entonces ambos nos entregamos a la pasión. Pero eso no fue suficiente.─ Por un momento el sonido del hilo corriendo junto al crepitar del fuego llenaron el ambiente

─ Sucedió que Oscar, la mujer que amo, sufrió una emboscada en la cual casi pierde la vida y … y yo me di cuenta en ese momento que la amaría incondicionalmente solo a ella. Por recomendación medica y bajo un permiso especial de la reina nos fuimos con Oscar al campo durante un regresé Sofía ya no trabajaba en el Palais Royal. No volví a saber de ella sino hasta unas semanas atrás

Otro incomodo silencio se sucedió.─ ¿Cómo conociste a Sinbad ?─ preguntó

─ Él me encontró

─ ¿Cómo fue que te encontró?

─ Siempre supo como buscarme. Creo que sabía muy bien como reconocerme, puesto que siempre fui diferente a las personas con las cuales viví. Además ─ Entonces metió la mano dentro de la manga de la blusa que llevaba puesta, se quitó un brazalete y se lo mostró. De inmediato reconoció la forma del tejido, era la misma que la de su abuela.

El brazalete no era muy ancho. Podría hasta confundirse con una pulsera. En el medio habia una abertura circular, pero a diferencia del resto esta parecía rigida. Era como si hubiera algo dentro del mismo. Estiró la mano y la joven algo dudosa le entregó el objeto.

André lo examinó con cuidado. Pudo comprobar que el centro había algo redondo; algo como un anillo. En un momento recordó lo que Sofía escribió en su diario: "(...)Mientras más navegamos hacia el este, más extraño y fascinante parece el mundo(...) Ninguna de las personas podrían pasar por europeos (...)Tantos colores, flores y faunas desconocidas (...) Aún así no me siento bien. Será porque sé que tal vez no este en casa para darle la vida a mi bebé"(..:) Un nudo se formó en la garganta de André. Sabía que su abuela prefirió a Sofía por sobre Oscar. No le hubiera extrañado nada que le hiciera un regalo. Sofía llevaría ese objeto a donde sea que fuera. Abrió el diario y con manos temblorosas leyó en voz alta un pasaje: "(...) Lo único que tendrá mi pequeño y yo de su familia paterna será esta diminuta joya que me regaló la abuela. Tu bisabuela bebé. Quizás ella este sospechando que tu estas aquí(...)"

Se puso de pie y el diario abierto cayó al suelo. Sin pensarlo un momento, en un arrebato, André alcanzó la tijera del costurero y con el filo de un lado cortó los hilos que rodeaban el circulo. Un anillo de madera en el que se encontraban tallado unas margaritas apareció. El anillo que Grandier padre le dio a su madre. Aquel anillo que una moribunda mujer le legó a su madre para que un día se lo diera a una nieta de sangre o a una hija política. El pesó del mundo cayó sobre sus hombros. Ni siquiera notó cuando la joven lo golpeó con fuerza en el rostro, provocando que la cabeza le volteara de lado y el labio inferior le sangrara. Ya no tenía dudas el parecido físico, el anillo, el diario, la forma en que describió que Sinbad la encontró.