Epilogo

Anhelo

Jun nació en Urakami pero la mayor parte de su vida la vivió de un lado a otro. Tsushima y Dokdo eran sus lugares favoritos. Incluso vivió en Jeju. Aprendió de los distintos monjes la rica cultura religiosa, así como también a defenderse y curar. De los comerciantes y extranjeros hindúes, holandeses, rusos, chinos coreanos el arte de hacer dinero con el intercambio de mercancías.

Ejerció múltiples tareas en su afán de superarse y mantenerse en pie. Las personas que la adoptaron la mantuvieron oculta incluso cuando fueron descubiertos y acusados de traición. Fueron ejecutados por practicar una religión no oficial intercambiando con extranjeros más de lo permitido. Con solo seis años vio ejecutar a quienes creía sus padres y abuelos. Algunos de los que consideró hermanos sobrevivieron. Vagó de un sitio a otro. Un hombre ermitaño cuidó de ella hasta los once años. Ella realizaba las tareas del hogar. A cambio él le daba de comer y le enseño a usar la espada para defenderse. Solía ir hasta un templo cercano a observar como los monjes realizaban sus labores. Antes de que cumpliera los doce un hombre se la llevo a la fuerza por su extraña belleza. Era un entretenimiento para un grupos selectos de perversos hombres. Tuvo que aprender a base de crueles castigos a entretener y servir. danza, canto, digitar instrumentos musicales, cocinar, leer escribir peinar , maquillar y conversar. A los catorce años mató a tres de ellos cuando intentaron abusarla. Huyó en un barco tortuga de comercio de una familia china hacia el este.

Se involucró en política ayudando a quienes ella consideraba darían una vida mejor a campesinos y artesanos. Finalmente un político en compensación por sus servicios con la espada le da la posibilidad de estudiar. Cuando sus estudios finalizaron su benefactor arreglo su matrimonio. Sin tener tiempo siquiera de poderse negar se vio casada. Irónicamente se casó con un antiguo rival. Ambos fueron obligadosa contraer nupcia para preservar la estabilidad política y los diversos acuerdos que conducían a una alianza en la región.

El tiempo que compartieron juntos como esposos, Ken se enamoró. Ella solo se limitó a cumplír su papel. Podría haberse escapado, pero también Jun anhelaba una familia, un lugar donde pertenecer. Así pues dio a luz a un par de gemelas. Él la apoyó en sus negocios que beneficiaron cuantiosamente los ingresos.

Ken pudo ver a través de ella. Era consciente que necesitaba conocer su origen. Por ese motivo permitió que Sinbad se acercara lo suficiente a su familia. Incluso lo miró con los ojos de un yerno. La comunicación constante hizo que se creara un lazo. Fue maravilloso para Jun creer que Sinbad era su verdadero padre. Que siempre estuvo preocupado por ella y la buscó.

El viaje a Europa fue devastador para las emociones de Jun. Sinbad no era su padre; era la causa de que no creciera con su familia de origen. La persona que la engendró no sabía absolutamente nada de ella. Eso le causó un nueva sensación de perdida y abandono. Cuya amplitud era aún más inmensa ya que ninguno podía compartir el mundo del otro. Separados no solo por el tiempo, también por los miles y miles kilómetros de distancia. El idioma, la cultura, las creencias. Ken no lo podía soportar. Aconsejó a Jun visitar un templo para charlar con los monjes y encontrar una respuesta a sentimientos tan dolorosos. Ella desempeñando su papel de obediente esposa emprendió el viaje.

Fue vestida de pies a cabeza cubriendo así sus típicos rasgos europeos. Espero paciente durante todo el día a que un monje amigo acabara sus labores para recibirla. Desde la última vez que conversaran transcurrió un largo tiempo. Ella le expuso sus inquietudes. También le explicó lo mejor que pudo la visita en otros lares del mundo. Las cosas que le parecieron certeras y las que no lo eran. Así añadió las cosas que no alcazaba a comprender. Sinbad la había engañado exponiéndola en gran peligro. No esa no fue la primera vez que estuvo en peligro. En 1790 en la revuelta contra los cristianos ocultos fue trasladada a las afuera de la isla. Revuelta que reinos y zonas vecinas imitarían.

A medida que la conversación avanzó Jun soltó aquello que le oprimía el pecho. Ella era la hija de los tan odiados cristianos. ¿Cómo podía convivir con su pasado? ¿Dónde debía vivir ? Su negocio prosperaría si renunciara a vivir como lo había hecho hasta ese momento.

El monje le aconsejó que al igual que con Sinbad intentara establecer un contacto. Con ello iba a saber si quería o no ser parte de su familia. Esa era un opción, la otra era mirar a su interior y descubrir quién era. Aunque descubrir quien era implicaba hacerlo sola.

Abajo de las montañas Ken enfrentaba una encrucijada. Pudo confirmar los rumores de que su esposa representaba un peligro para la estabilidad política. Sabía que era cuestión de tiempo para que sus tierras fueran atacadas. Ser acusados de traición y exponer a sus criados a la muerte junto con sus familias. No pensó que querer ver feliz a su esposa le ocasionaría más de un problema. Entonces entendió que la razón de su matrimonio fue que él se deshiciera de ella. Con ello los políticos ejemplificarían el potencial peligro de los extranjeros. Por el otro el deseo de que ella viva y sea feliz. Comprendía que si huía con ella las tierras de su familia y las familias de las personas que trabajan con él lo perderían todo. Jun no le perdonaría nunca el sufrimiento innecesario de esas personas. Mucho menos que los bienes pasaran a manos extrañas. Llegó también a la dolorosa conclusión de que sus hijas corrían peligro al tener media sangre. No tenía otra opción que hacerlas desaparecer. Aunque su vida acabara con ese adiós

Tardó tres días en disponer todo para que su familia se fuera de su lado. Si el cielo estaba a su favor volvería a verlas. Aconsejo por la noche lejos de los oidos y miradas a sus hijas sobre la vida. Con cada palabra que salía de su boca sentía que le faltaba el aire. Le hizo el amor a Jun con mucha pasión todas las veces que pudo, aunque sabía que serían insuficiente.

Jun no sabía a donde ir, solo que se subió a un barco escondido entre acantilados observando la desolada mirada de su esposo. Viendo morir su alma en sus ojos. Siempre le estaría agradecida por su amor. Él dio las alas para volar. Caminó a su lado. Ken moría por dentro mientras le otorgaba la libertad, llevándose consigo a las hijas de ambos. Sin embargo por primera vez en largo tiempo un sensación de paz la inundó. Un mar tan grande como el cielo los separaría. No pudo evitar derramar lagrimas por esa persona que en verdad siente un profundo amor por ella .Tal vez este viaje era el comienzo para encontrarse a si misma...

Oscar miraba a su esposo al otro lado de las vallas del corral. Sabía con bastante certeza lo que sucedía en su corazón. André era muy bueno por su parte disimulando. Una vida juntos les había enseñado a leerse el uno al otro. Se dio cuenta de que deseaba lo mismo que él. Bueno casi,solo poner fin a una enorme injusticia. Aquel paquete que llegara el veintiséis de agosto, la fecha de su cumpleaños, fue un enigma. Sin embargo no duró mucho un monje de origen ruso tradujo la carta adjunta.

"Perdoname" le dijo infinidad de veces. Pero ella no encontraba nada que perdonar. No negó que la situación le resultaba incomoda. Incluso sonó que ella misma criaba a esa niña junto a su padre y su nana. No se dejó atormentar pensando en como hubieran sido las cosas si Sofía le contaba a André sobre su bebé. Compartía la misma esperanza y eso era lo que importaba.

No había hablado claramente con sus hijos sobre Jun. No quería que ellos sufrieran como él haciéndose un montón de preguntas. Oscar, fue completamente sincera respecto al asunto. Les contó que tenían una hermana. Que vivía en el extranjero. Que tal vez nunca se conocieran en persona. Lo más difícil para ambos fue explicar la relación que Sofía tuvo con André. Ambos no invadieron a su padre con preguntas. Entendieron que esto era difícil. Isabelle podía imaginar lo que sintió Sofía para tomar esa cruel decisión de callar sobre su embarazo. Incluso sintió empatía con ella. Pues nadie se merecía las migajas de amor. Tampoco podía reclamar a su padre. Él buscó amor en otra persona cuando su madre no podía amarlo

Meses más tarde...

André leía las notas de la traducción por encima de la carta. Imaginando por un momento que comprendía aquellos símbolos. Le causo sumo agrado recibir aquella prenda hecha a mano. El color celeste claro y los bordados en dorado. La pequeña tetera de cerámica junto con la taza. Por eso le había preguntado por su cumpleaños. Un sensación gratificante lo inunda cada vez que piensa en ello.

Augustin llamó a la puerta

─ Pasa hijo que sucede.

─ Hay una mujer que te busca. Dice que necesita hablar contigo.

El corazón de André dio un brinco, cuando vio la esbelta figura de una mujer de espalda esperándolo en el porche de la casa.