Capítulo 2.
Disclaimer: Love Live! Pertenece a su creadora Sakurako Kimino y a ASCII media works junto con Sunrise.
Nota del autor: Este es el segundo capítulo de 4 capítulos que tendrá la historia en total. Este fic es en coautoría con mi novia y muy pronto esposa. Han preguntado sobre OMS y quiero decirles que estén tranquilos, no hemos abandonado la historia, la razón detrás de la falta de actualizaciones es que actualmente estamos próximas a casarnos y claro, tenemos el millón de cosas que hacer, pero hemos seguido escribiendo, así que pronto subiremos el siguiente capítulo, solo pido un poquitín de paciencia .
Sin más preámbulo, disfruten la segunda parte de nuestro pingüino.
Día dejó que You y Riko se fueran a casa un poco antes de que su turno terminara, ella se quedó a terminar de lavar y cerrar todo. La verdad es que su cabeza estaba completamente revuelta y no tenía ganas de volver al departamento.
Inevitablemente con el paso de las horas se dió cuenta que no quería terminar pasando la noche en ese lugar, y decidió ir a casa, con la esperanza de que Mari, su compañera de departamento, aún siguiera en su cita y no llegaran las preguntas incómodas que sabía que vendrían.
—Llegas tarde darling~ —fue el saludo que la recibió en cuanto abrió la puerta.
Dia suspiró con desgano. De nada había servido esperar hasta entonces, Mari la había interceptado de cualquier manera.
—¿Y Kanan? Pensé que seguirían en su cita —Dia se quitó los zapatos con pereza, prolongando su entrada a la casa lo más que pudo.
—Está en mi habitación, ella se quedó dormida —cruzó las piernas de manera seductora—, ya sabes que la dejo muy agotada, no me puede seguir el paso.
—Ya… no es necesario ser tan específica —bufó Dia con irritación—. Iré a mi habitación, quiero dormir, ha sido un día largo.
—No te parece que me debes una explicación, señorita escritora —Mari se interpuso en su camino antes de que se le escabullera con su alarde de hostilidad.
—¿A qué te refieres? —Ahí estaba, el tema del que tanto quería huir y Mari no dudó en ponerlo sobre la mesa.
—Vamos Dia-chii, no esperaras que mienta por ti y no te pida una explicación al respecto, ¿cierto? —la rubia puso una manos sobre su cadera.
—Es justamente lo que deseaba —dijo con resignación. Ya sabía que Mari no lo dejaría ir.
Terminó de quitarse los zapatos y su abrigo, y después acompañó a Mari sentándose a su lado en el sillón.
—Entonces… ¿quién es ella? —le miró como si fuera el papá de Shinji.
—Kunikida Hanamaru —respondió Dia aún esquivando la cuestión.
Mari jaló sus cachetes con fuerza, haciéndola chillar de dolor.
—¡Mari! ¡Eso duele! —manoteó para quitársela de encima.
—Tu falta de confianza también duele darling. Ya sé que se llama Hanamaru, pero, ¿por qué mentiste sobre ser la gerente del café? Y aún peor, ¿Ms. Pen? ¿En serio?
Era complicado, todo era complicado en ese punto para ella. Quería contarlo, necesitaba desahogarse, pero a la vez sabía que si hablaba entonces Mari le daría consejos, consejos que probablemente tendría que seguir, y al final perdería lo poco del control que le quedaba de su vida y eso, eso le daba terror. El poco control que aún tenía de su vida era lo único que la mantenía cuerda.
—¿Recuerdas que hace tiempo te conté que tenía una amiga por correspondencia? —sus manos sudadas delataban su nerviosismo por tener que hablar.
—Como olvidarlo, te la pasabas hablando de lo genial que era esa chica, de lo mucho que tenían en común, de lo divertidas que eran sus cartas… ¿cómo es que se llamaba? Umm… —Mari se rascó la cabeza tratando de recordar—. Era algo de flores, estoy segura.
—Hanamaru —dijo Dia, revirando los ojos, su amiga podía ser muy idiota a veces.
—Ah sí… eso, Hanamaru… —Mari se cubrió la boca al darse cuenta—. Espera... ¿es la misma Hanamaru?
—Si, son la misma persona —explicó Dia con una risa nerviosa de frustración—. Encontré a mi chica por correspondencia.
—Pero entonces ahora entiendo menos Diachii, si son amigas, ¿cómo es que ella no lo sabe? —Mari se acercó a Dia poniendo sus manos sobre las suyas.
Dia suspiró.
—Eres tan lenta Mari, desearía que llegaras a las conclusiones por ti misma y me ahorraras la pena de explicarte mi propia y absurda mediocridad —llevó sus dedos al puente nasal rechazando la muestra de afecto de su amiga.
—Estás siendo demasiado dramática, en serio me estás asustando —Mari insistió tomando su mano aunque Dia la había rechazado inicialmente.
—Antes de todo el desastre, ya sabes… cuando papá me corrió de la casa. Siempre recibía las cartas de Hanamaru sin problemas, pero entonces, cuando publiqué el libro donde hablé de mis miedos y sobre mi sexualidad, papá pensó que la persona con la que intercambiaba correspondencia era algo más… en plan romántico, creo que eso fue lo que lo hizo perder la cabeza. Después de eso no quise seguir intercambiando correo con ella. Nunca le dí mi nueva dirección. Pensé que simplemente se olvidaría de ello y ya, como cualquier otra persona que comparte una afición simple, pero...
—Pero no fue así… —Mari la abrazó—. ¿Cómo te encontró?
—Ella no sabe que me encontró —aclaró Dia sin apartar a Mari—. Es por eso que no le quiero revelar mi identidad, no tiene caso, Ms. Pen es cosa del pasado, ella nunca volverá.
—No podrás seguir corriendo por siempre Diachii, eres demasiado talentosa como para que no sigas publicando tu obra —Mari la apretó contra su pecho.
—No quiero volver a eso, ya te lo dije. Quiero que la cafetería tenga éxito, hacer de ella un lugar seguro y tranquilo. Poder escribir desde el anonimato y ya está, no necesito que nadie sepa que Ms. Pen es una lesbiana closetera de 25 años que está demasiado asustada de su propio padre como para vivir su vida. Eso es patético.
Se hizo un silencio entre ambas.
—Creo que deberías decirle a esa niña quien eres —dijo Mari finalmente, después de tomarse un momento para pensarlo.
—¿Para qué? Es mejor que no lo sepa, ella no necesita saber que la persona a la que admira es una cobarde pusilánime —suspiró con desgana.
—Pero ella te importa lo suficiente como para mentirle —le pellizcó una mejilla con dulzura—. Tienes que ser sincera Dia, ese tipo de mentiras siempre terminan haciendo una bola de nieve que te aplastará más adelante, you should tell her…
—¿Entiendes ahora por qué no te quería contar? Vas a estar molestándome para que le diga la verdad y me niego a hacerlo… —trató de componerse.
—No te equivoques Diachii, la decisión al final será tuya. Lo único que quiero evitar es que tus miedos te hagan tomar el camino fácil y al final termines arruinándolo todo, cuando tienes una flor tan preciosa en tus manos —la rubia acarició el largo cabello negro de Dia.
Dia pensó que no habría forma de que se sintiera peor de lo que ya lo hacía pero estaba equivocada, las palabras de Mari la dejaron literalmente en la lona. Se sentía de lo peor.
—¡Mari~! —la voz de Kanan se escuchó desde la habitación de la rubia.
—Ya voy sweet honey~ —le gritó en contestación.
—Te extraño y tengo frío —gimoteó.
—Es hora de irme —la rubia se dirigió a Dia—, antes de que Kanan salga a buscarme en paños menores darling~.
—Si si, ya veré —Dia la despidió, lo que menos quería era ver a la novia de su amiga en ropa interior si es que realmente la estaba usando.
—Piensalo Diachii —Mari iba ya hacia su habitación pero se detuvo un instante—, la chica te admira y no hay forma de que deje de hacerlo al conocer la otra parte de ti… No hagas algo de lo que te puedas arrepentir después.
Mari reanudó su camino dejando que miles de pensamientos invadieran a Dia, aunque no quería escuchar a ninguno realmente.
El día que Hanamaru llegó al café, sintió que su corazón casi salía de su pecho. Cómo es que su amiga, la chica que vivía en una ciudad lejana en la península de Izu, a por lo menos a cuatro horas de distancia, en tren bala, porque sí, lo había investigado; cómo es que estaba ahí, parada frente a ella, explicando los motivos por los que su pequeña cafetería no podía ser perfecta si no poseía la obra de la que tanto estaba huyendo, la obra que decidió dejar en su pasado, la obra que había avergonzado a toda la familia Kurosawa.
Lo peor no fue el momento en el que se dió cuenta quien era esa chica, sino el momento en que decidió callar y no decir nada. Si ya pensaba que la Hanamaru de sus cartas era una mujer muy interesante, el verla, ahí, frente a ella, explicándole las mil razones por las que su obra era una genialidad, simplemente hizo que su corazón quedara prendado de ella. Su enamoramiento intelectual había traspasado el lápiz y papel y, al verla en vivo y en directo, sin filtro, sin pensarlo, sin imaginarlo siquiera, la había flechado como a una colegial idiota que teme pero añora le sea robado su primer beso por su crush.
La forma de su rostro, sus ojos expresivos, su dulce voz, incluso su muletilla le parecía adorable. El acabose fue el haber compartido más cosas con ella, aquella charla que hubiera deseado con todas sus fuerzas no terminara, la hacía sentir terriblemente culpable y miserable. No quería mentir, pero tampoco quería revelarse, esa niña sabía más de sus miedos y ambiciones que cualquier otra persona y ella no era consciente de eso. Estaba tan confundida que no sabía qué camino seguir, una parte le pedía ir y contarle la verdad y aceptar si la rechazaba o no, y otra le decía que se callara, que fingiera demencia y la alejara, pero también le pedía no hacerlo, seguirla amando en secreto como una cobarde.
Sin duda sería una larga noche para ella, su mente no la iba a dejar en paz.
La investigación de Maru sobre Ms. Pen tuvo que ponerse en estado de espera pues tendría que dejar pasar cierto tiempo a que le devolvieran la información que había solicitado, era la última carta que tenía y se estaba aferrando a ella.
Uno de sus amigos en la universidad le haría el favor de investigar en cierto registro exclusivo haciendo uso de algunos contactos que solían moverse en círculos poco correctos. Se debatió en si usar ese recurso o no, pero terminó cediendo pues su ansiedad por Ms. Pen era más fuerte. Sólo que le tomaría algunos días tener una respuesta, así que Maru tuvo que dejar el asunto por la paz al menos en esos días.
Creyó que moriría en la espera, pero no fue tan difícil como había pensado. Las clases eran tan demandantes como siempre, eso no cambió, y realmente no fue la razón de que la espera no fuera asfixiante y tediosa, lo fue el que sus tardes empezaron a ser muy interesantes en compañía de cierta persona.
Saliendo de la universidad iba directo al café bohemio. En parte para relajarse, pero más que nada, porque las palabras de Yoshiko aún estaban resonando en su cabeza. Dia le parecía una mujer más que interesante ahora que se había tomado la molestia de conocerla mejor, no sólo porque sus ideas le parecían atractivas de alguna forma, había un halo de misterio que la envolvía que simplemente hacía que quisiera estar cerca para descubrir qué era lo que ocultaba. Dia le enviaba señales mixtas, a veces parecía interesada en ella y en sus ideas y en otras ocasiones pasaba de ella rayando incluso en la hostilidad. Fuera cual fuera la razón, tenía ganas de seguir viéndola y desenmascararla para conocer su verdadero rostro..
Según sus cálculos para ese día, Dia tendría el turno de la tarde, sin embargo se llevó tremenda decepción cuando en lugar de encontrar a quien esperaba, era You la que estaba atendiendo el café en su lugar.
No había prácticamente nadie en el local a esa hora, por lo que Maru no tuvo en qué distraerse y fue directo a la barra.
—Hola Maru-chan —la saludó You, tan entusiasta como siempre—. ¿Qué vas a tomar hoy?
—Emm… —Maru buscaba detrás de You para ver si de casualidad Dia no estaba por ahí, pero realmente no había nadie más—. Una leche con café está bien You-chan.
—¿Qué pasa? Te ves decepcionada —You comenzó a preparar el pedido de su amiga con una sonrisa en el rostro, había visto las interacciones entre Maru y Dia y le parecían lindas, sólo que tenía que disimular—. ¿Te pasó algo en la universidad?
—¿Eh? No no, todo está bien ahí… Es sólo que pensé que Dia-san estaría atendiendo hoy —explicó con algo de vergüenza.
—¡Oh, es eso! —reprimió una risita por haber acertado su suposición—. Bueno, ella tuvo algunos asuntos que atender y me pidió cubrir su turno —You se rascó la barbilla pensando—. Hoy estaba bastante extraña a decir verdad, pero ella siempre es un poco críptica. Nada raro ya que te acostumbras —concluyó con una sonrisa para calmar a Maru que estaba empezando a preocuparse—. Pero si te urge hablar con ella, no creo que le moleste si te doy su número telefónico.
—No te preocupes zura~. No es nada importante, puedo esperar a verla después —la oferta de su amiga era tentadora, pero a Maru le daba algo de vergüenza conseguir el teléfono de Dia de esa manera, prefería esperar a que fuera ella quien se lo diera si es que llegaban a ese punto en algún momento—. Iré a sentarme.
—Claro, llevaré tu leche con café en un momento. ¡Ah! Y con galletas cortesía de la casa —le guiño un ojo, You era demasiado linda a veces, pensó Maru, Riko debía sufrir muchos celos si era así con todas las chicas.
—¡No seas infiel! —la regañó y You se echó a reír.
—Mi corazón ya tiene dueña —dijo entre risas—, y creo que el tuyo pronto tendrá. Así que también no le seas infiel conmigo —siguió riéndose.
—BakaYou! —le sacó la lengua, al parecer a todos les gustaba burlarse de ella y su amistad con Dia.
Maru dejó a la barista y aprovechó para ir a admirar la recién agregada colección de Ms. Pen. Se sentía tan orgullosa de verla entre las demás piezas literarias, pues estaba a la altura de las mejores, sino es que era la mejor. Los libros que Dia había tomado para leer, a insistencia suya, ya habían sido devueltos, por lo que no dudó en tomar el primero de la colección para darle una ojeada.
You dejó su leche con café y el pilón de galletas en la mesa pero Maru poco lo notó. Se había sumergido en ese mundo de hermosas palabras que tanto amaba y su alrededor había pasado a segundo término.
El día no fue particularmente concurrido en el café y unas horas después, You se fue a sentar en su mesa, ya que por la falta de clientes, podía permitírselo y porque no quería aburrirse detrás de la barra.
—Te gustan mucho esos libros, ¿Verdad? —preguntó You curiosa en cuanto se sentó frente a ella.
—Son mis favoritos, en verdad son buenos. ¿Los has leído zura~? —levantó la vista del libro para mirar a la chica—. Déjame introducirse a mi religión, la poesía de Ms. Pen.
Maru dejó su libro a un lado y enfocó su atención en la barista que estaba riendo con su ocurrencia. Siempre tenía tiempo para introducir a alguien más al mundo de la literatura.
—No soy particularmente fan de la lectura, prefiero los deportes y en general la actividad —se encogió de hombros—. Supongo que lo mío no es estar encerrada leyendo como Dia-san o Riko-chan, aunque me gusta dibujar.
—Ya veo zura~. ¿Dibujas? —preguntó interesada.
—Si, de hecho fue en la clase de arte donde conocí a Riko-chan —comentó feliz.
—¿Desde cuando sales con Riko-san? Ella es una estupenda pianista, amo cuando viene a amenizar las tardes —dijo entusiasmada.
—Salimos desde la preparatoria, aunque somos pareja desde que llegamos a Tokio. De alguna forma lo hemos hecho funcionar —la sonrisa de You se hizo aún más amplia—. No podría vivir sin ella.
—Se nota que la amas zura~. Es bonito tener a alguien así —su voz salió más triste de lo que pretendía, haciendo que You frunciera el ceño.
—La chica que vino el otro día contigo… ustedes dos… bueno… ya sabes...
El rostro de Maru se pintó de color escarlata al darse cuenta que se refería a Yoshiko.
—No, no, nosotras solo somos amigas. Ella es mi compañera de habitación —explicó algo nerviosa—. Lo intentamos pero no funcionamos como pareja, Yoshiko es demasiado Yohane.
—Ah lo siento —fue el turno de You de avergonzarse aunque no entendió la referencia—. Yo había dado por hecho que ustedes dos salían juntas o que bueno había algo ahí… porque es evidente que las chicas te van, eres muy receptiva cuando coqueteo contigo.
Maru sonrió con un poco de vergüenza, no es que le incomodara hablar del tema pero era raro hacerlo con alguien que no fuera su mejor amiga.
—Me gustan las chicas You-chan o bueno, eso creo zura~ —desvió la mirada—. Y no deberías de coquetear con las chicas… aunque sea lindo, eso no va a poner feliz a Riko-san.
—Ella y yo tenemos la confianza la una en la otra, además eres como un cachorro de labrador y hasta a Riko le causa gracia ver tus caras como a mí —se comenzó a reír como si fuera un chiste y Maru hizo un mohín.
—La verdad es que nunca he salido con nadie antes —confesó cuando la risa de You disminuyó.
—¿En verdad? Bueno, tendré que pagarle a Riko-chan la apuesta porque yo juré que habías tenido novia alguna vez —golpeó la mesa con ligereza—. Pero no te preocupes por eso Maru-chan, seguramente alguna chica linda llamará tu atención pronto —rascó su cabeza al ver un brillo especial en la mirada de su amiga—. ¿O es que acaso hay alguien ya? ¿No me digas que Dia-chan te gusta?
—No… ¡No! —se apresuró a negar Maru con la cara completamente roja—. Las cuestiones del amor son demasiado complicadas para mí zura~, yo soy feliz leyendo historias solamente, no tengo planeado enamorarme.
—Creo que el enamorarse no funciona así…
La plática fue interrumpida por el sonido de una llamada entrante.
—Espera, es de Riko-chan.
You ni siquiera tuvo necesidad de revisar el teléfono pues el tono de llamada era el que tenía asignado para su novia y en cuanto sonó reconoció el característico sonido, Maru lo había escuchado antes dentro del repertorio de música que Riko solía tocar en el café.
Mientras You atendía su llamada, Maru se quedó pensando en las palabras de su amiga, "El enamorarse no funciona así", ¿Entonces cómo es que funciona? ¿Cómo se puede elegir de quien enamorarse? ¿Qué es realmente estar enamorada? Había visto a Yoshiko andar en las nubes cuando conocía a una nueva chica, pero al final, su amiga había terminado con el corazón roto en innumerables ocasiones que ya sentía que estaba adquiriendo inmunidad contra ese dolor. Ella prefería evitar eso, se le hacía mucho mejor amar en secreto a Ms. Pen. Era un sitio seguro y confortable aunque agridulce.
No había necesidad de confesarse, ni siquiera tenía que hacer más de lo que ya estaba haciendo, no tenía que esforzarse o algo parecido. Le dolía no poder escribirle más, pero sabía que ese dolor eventualmente pasaría, tal vez... Y entonces, la imagen de Dia vino a su mente. No sabía la razón pero le reconfortaba pensar en ella. Tenían cosas en común, aunque muchas más que no pero hasta ahora eso no había impedido que poco a poco se acercarán y hablarán cada día más. No quería reconocer que le estaba interesado en algo más que sólo intelectualmente.
—Lo sé, lo siento Riko-chan, Dia me pidió de última hora que le cambiara el turno —se explicó casi disculpándose.
You parecía tener problemas con su novia por lo que Maru optó por levantarse para darle un poco de espacio y dejarle hablar con privacidad.
—¿Cómo qué en dónde estoy? ¡Pues en el pingüino! Ya te lo dije —You suspiró, frustrada—. Si, puedes venir, no hay mucha gente hoy. Prometo llevarte a cenar cuando termine mi turno —suplicó como último recurso.
Aunque Maru trató de disimular que no escuchaba la conversación de su amiga, la curiosidad era más grande que sus ganas de ser educada.
—¿Estás en el pingüino? —le preguntó Maru intrigada cuando You colgó la llamada.
La chica se echó a reír.
—El pingüino es el café —se rascó la cabeza—. Es una historia graciosa de hecho. Cuando apenas íbamos a abrir, Dia-chan no sabía qué nombre ponerle y Mari-chan…
La campana de la puerta de la entrada interrumpió la explicación de You pues la chica volteó a ver si era un cliente.
—¡Oh mira, es Dia-chan! —You levantó la mano para llamar su atención—. Dia-chan, llegas justo a tiempo. Estaba por contar a Maru la historia del pingüino bohemio.
Maru pudo ver cómo el rostro de Dia fue adquiriendo un color rojizo que vino del pálido y que le llegó hasta las orejas, y sin decir palabras de por medio, jaló a You del brazo y la llevó detrás de la barra.
Era gracioso para Maru verla de esa manera, algo nerviosa combinada con una pizca de molestia, mucha molestia mal disimulada. Incluso esa parte de la barista se le hacía curiosa. Cuando Dia terminó de hablar con You, la barista se quedó en la barra con las orejas agachadas y Dia fue hacía la mesa de Maru.
—Tengo trabajo que hacer Maru-chan, pero me dió gusto platicar contigo —le dijo You antes de regresar al trabajo bajo la mirada inquisidora de Dia.
—¿Está todo bien? —preguntó Maru a Dia, quien se sentó a su lado como si nada.
—Oh sí, es sólo que necesitaba aclarar algunas cosas con You-san —explicó ya un poco más calmada y con el color normal en su piel.
—Entiendo zura~ —la verdad es que no, pero no quiso admitirlo—. Pensé que tu turno era hoy por la tarde —trató de no sonar recriminatoriamente, pero al final terminó escuchándose como una queja.
—Tuve que cambiarlo… tuve una infructífera reunión con mi e… tutora —se corrigió Dia—. Con mi tutora, en la universidad —agregó rápidamente—. Estoy finalizando mi tesis. Espero no tener que retrasarlo por más tiempo —Dia se llevó un mechón de su cabello detrás de la oreja en un movimiento sutil, delicado y elegante, gesto que hizo que Hanamaru tragara duro.
No es que no hubiera notado lo sexy que podía ser Dia Kurosawa, pero hasta ahora, había evitado por todos los medios prestar atención a esos detalles, sólo que cada vez era más difícil hacerlo.
—Y… ¿de qué será tu tesis? —preguntó Maru, cuando el bochorno en su rostro se lo permitió.
—Fragmentos de la realidad social posmoderna de las mujeres en la tradición conservadora de la familia japonesa —respondió Dia, cruzándose de brazos.
—Suena… interesante zura~ —Maru frunció el ceño.
—¿Qué? ¿No te gusta el tema? —se inclinó hacia delante, esperando la respuesta impaciente.
—No es eso. Es sólo que no pensé que elegirías un tema así para tu tesis. Siempre pensé… bueno quiero decir, desde que te conozco —era raro lo que le pasaba a Maru con Dia. Sentía que tenía años conociendola aunque apenas fueran algunas veces las que habían platicado y ese tema le daba escalofríos—. No… nada, olvídalo zura~. Creo que tanta cafeína me ha afectado.
—No crees que ese es un tema del que yo hablaría. ¿Te disgusta? —Dia dió en el clavo sin tener que pensar demasiado. Hanamaru era demasiado transparente ante sus ojos y le encantaba poder leerla de esa manera, aunque sabía que estaba haciendo trampa, verdaderamente llevaban años de conocerse, sólo que la chica no era consciente de eso.
—Ya sé que es una locura y que es demasiado atrevido de mi parte decir esto, pero verdaderamente creo que con ese tema juegas a lo seguro. No te estás arriesgando a nada y quizás sea aburrido así. Creo que tienes un mayor potencial que ese. Lo tuyo es más… —Maru se rascó la nariz, esperando encontrar las palabras adecuadas para no ofenderla, aunque probablemente ya lo había hecho—. Pienso que lo que verdaderamente disfrutas es la poesía, a pesar de que dices que no. No sé porque lo niegas cuando es que te oigo hablar sobre los poetas, la poesía y tus ojos y tus palabras se ven tan vivas y apasionadas. Quizás podrías hablar de algún tema como: "La influencia del Romanticismo en la lírica posmoderna", por ejemplo, si quieres mantener el tema pero desde ese nuevo punto de vista.
—¿Y por qué hablaría yo del Romanticismo? —cuestionó Dia, interesada por la propuesta de Maru, la verdad es que la estaba mirando como si sus palabras fueran agua que ella bebía gustosa.
—Porque es tu corriente literaria favorita —respondió Maru con una risita, muy segura de su deducción—. Y no lo niegues.
—¿Cómo sabes eso? —frunció el ceño, preocupada. Ni ella, ni Ms. Pen habían hablado con Maru sobre eso nunca. Le intrigaba saber cómo se veía ante los ojos de la chica sin la sombra de Ms. Pen.
—No lo sé —Maru se encogió de hombros—. Sólo me da la impresión de que es así. ¿Es así? Tengo una corazonada.
Dia se recargó nuevamente en su silla.
—Puede ser, pero tendríamos que hablar del tema con más a detalle —dijo alzando una ceja y Maru saltó de felicidad en su asiento.
—¡Dia-chan! —la llamó You desde la barra—. Tienes llamada del proveedor que atendí esta mañana, parece que hay un problema con el pago que hicimos.
El rostro de Dia se ensombreció de inmediato, odiaba ser interrumpida, pero a la vez, agradeció a You por hacerlo, ahora tenía una excusa para invitar a Maru fuera del café. Claro, haciendo de lado su cabeza que le decía que no podía seguir hundiéndose más en la mentira.
—Voy en un momento —le respondió y luego miró a Maru con seriedad—. Tengo que irme, esta semana será una locura, —se apretó la sien derecha—, pero el tema es interesante y me gustaría que lo platicaramos en otro lugar... ¿Te gustaría salir conmigo? —titubeó por un momento—. Ya sabes, a debatir sobre la tesis y tu teoría.
—¡Claro zura~! Sería divertido —exclamó Maru, emocionada casi al instante.
—Bien —Dia sonrió nerviosa por el entusiasmo de la chica—. ¿Te parece el viernes por la tarde?
—¡Es una cita zura~!
"Una cita". Eso había dicho Hanamaru y Dia no podía dejar de preguntarse si lo había dicho de manera inocente o si de verdad esperaba que fuera una verdadera cita. Jamás una semana le había parecido tan larga como esa que pasó.
No es que nunca hubiera salido con nadie, había tenido algunas experiencias con el amor antes, pero desde que había dejado su hogar, se había mantenido alejada de cualquier posibilidad amorosa. Sin embargo, la única que tenía el poder sobre ella, era Hanamaru, aunque ella no fuera consciente de ello o quisiera serlo.
Y sí, estaba muy nerviosa. No supo ni cómo se atrevió a pedirle la cita. Había sido una locura completa y aunque no se arrepentía, si estaba pensando en algún pretexto para salir corriendo porque ahí estaba, esperándola, pretendiendo tomar un café el cual no había tocado ni una sola vez desde que You se lo había servido, cuando llegó una hora antes de la hora en que habían acordado. Todo por los nervios y la ansiedad.
Faltaban unos minutos aún para las cinco cuando el sonido de la campana en la entrada del café sonó. Esperó ver el bello rostro de Hanamaru iluminando la entrada pero no pudo llevarse más grande decepción y a la vez sorpresa, no era Maru la que había llegado, si no su hermana Ruby y no pudo haber elegido peor momento para aparecer.
—¡Onee-chan, que gusto verte! —exclamó la chica casi tirándose a los brazos de Dia en cuanto la vio.
—¡Ruby-chan! —apenas y alcanzó a mantener el equilibrio para que las dos no cayeran de la silla—. ¿Qué haces aquí?
—¡Onee-chan, no seas mala! Tiene meses que no te veo y así es como me recibes —Ruby hizo un puchero que ablandó el corazón de Dia, su hermana siempre fue su pequeña consentida.
—Lo siento, es que me tomas por sorpresa, pensé que papá te había prohibido hablar conmigo —se disculpó, acariciando la cabeza de su hermana—. Te meterás en problemas si se entera que estuviste conmigo.
—Él aún lo hace, prohibirme hablar de ti incluso. No sabe que estoy aquí —explicó la chica—, tuve que pedir algunos favores.
—Entonces tienes que irte ya, no quiero que tengas problemas por mi culpa —la tomó del rostro dándole un beso en la frente.
—No Onee-chan, papá está equivocado. No eres ninguna vergüenza para la familia, todos te queremos de vuelta —Ruby la abrazó con fuerza aferrándose a ella.
—¿Todos? ¿Quienes son todos? —se sentía bien escuchar eso, pero sabía que no podía bajar la guardia, porque después sería más doloroso.
—Mamá y yo —respondió Ruby, sabiendo que eso no sería suficiente, pero era lo más importante—. Las dos queremos que vuelvas a la casa.
Día suspiró sonoramente acariciando la cabeza de su hermana menor.
—Desde que papá me corrió, ella no hizo ningún esfuerzo por defenderme, menos hablar conmigo —espetó molesta hacia su madre—. Y ahora te manda aquí a que digas eso. No Ruby-chan —aunque le dolía, no podía hacerse ninguna ilusión, no era lo suficientemente fuerte para afrontar de nuevo el rechazo—. Quiero que vayas a casa y no me busques más. No voy a volver.
—Pero Onee-chan…
—He dicho que te vayas, no voy a volver a esa casa llena de hipócritas —depositó un beso en la frente de su hermana y luego la soltó—. Te quiero Ruby-chan, pero esto es lo mejor para todos.
Debido a la discusión con Ruby, Dia no se percató que Maru había entrado a la cafetería y estaba en la barra esperando por ella. Día tembló de pensar que probablemente había escuchado su pequeña discusión con su hermana.
Ruby la abrazó con fuerza tomándola por sorpresa, pues estaba viendo a Maru.
—¡No es justo Onee-chan! No me rendiré, tú perteneces a la familia y te voy a demostrar que todos queremos que vuelvas, incluso el terco de papá, aunque no lo quiera aceptar —gimoteo—. Él ha sido el más afectado por todo esto.
—No cambiaré de parecer Ruby, así que no me hagas repetirte lo que ya sabes —volvió a apartarla—. Ve y dile a mamá que no voy a regresar.
—No me importa lo que tenga que hacer, incluso si debo convencer a papá de cambiar, vas a regresar a casa, con tu familia —Ruby se limpió las lágrimas que estaban saliendo de sus ojos—. Sé que papá terminará aceptandolo.
Dia tan sólo tuvo un segundo para reponerse, pues tan pronto como Ruby salió del local, Maru la abordó preocupada.
—¿Está todo bien? —preguntó la chica, con toda la preocupación del mundo reflejada en la voz.
—Sí sí, todo está bien, era solo mi hermana —Dia se sobo las sienes—. No pasa nada.
—Si no te encuentras en condiciones, podemos dejar la cita para otro día, no tenemos que salir hoy zura~ —la sujetó del brazo con delicadeza mostrándole su empatía y buena voluntad.
—¡No! —Dia la detuvo, tomando su mano y se distrajo al sentir la suavidad de su piel—. Quiero esto… bueno, quiero decir —soltó la mano de Maru al darse cuenta de lo abrupto de su movimiento—. Me gustaría estar contigo hoy.
—¿Estás segura zura~? No tienes que forzarte Dia-chan —la miró con duda.
"Dia-chan." Qué bonito sonaba su nombre con la dulce voz de Hanamaru, por dentro moría de ternura. En definitiva quería salir con ella, sin importar que acabara de pasar un momento incómodo. No había remedio mejor para su pena que estar al lado del sol que alegraba sus días a pesar de todo.
—Claro, claro, además —rebuscó entre su bolsa para sacar un par de papeles—, ¿qué haré con estos boletos? —se los extendió a Maru para que los revisara—. ¿Sabías que están exhibiendo "Cuando vuelan libres" en el teatro "Mojiro"?
El rostro de Maru era de absoluta sorpresa. Revisaba los boletos una y otra vez para cerciorarse de que no fuera una mentira. Leyó como mil veces el texto del boleto incrédula de sus propios ojos.
—¿Es el mismo "Cuando vuelan libres" que inspiró la obra de Ms. Pen en sus primero poemas? —Maru exclamó extasiada—. Realmente estuviste investigando a Ms. Pen, sabía que te iba a gustar.
—No, no en realidad —Dia habia olvidado ese pequeño gran detalle, Hanamaru conocía sus influencias literarias—. Es solo que cada año se presenta en ese teatro algo novedoso, y apenas están abriendo la temporada y casualmente lo están haciendo con esa obra y creí que te gustaría verla —explicó Dia restándole importancia.
—¡Esto es muy emocionante zura~! —Maru prácticamente saltó de emoción—. Había olvidado que Tokio era la capital del entretenimiento.
—No creo que le llamen así, pero es una buena forma de verlo —Dia se rascó su lunar—. Me alegro que te guste mi sorpresa.
—Me encanta zura~, he querido ver esta obra desde siempre y apreciar en su máximo esplendor que fue lo que hizo que Ms. Pen tuviera el impulso de iniciar en el mundo de la poesía luego de ver esta obra. Sólo que en Uchiura no llega nada como esto, ni siquiera en Numazu que es la ciudad más cercana —Dia no pudo evitar rodar los ojos, detestaba que Maru trajera el tema de Ms. Pen cada vez.
—Bien —tragó pesado—, entonces es hora de irnos.
Siendo un viernes por la tarde, las calles estaban bastante abarrotadas, aunque afortunadamente, el teatro sólo quedaba a unas estaciones de distancia, por lo que el trayecto fue relativamente corto.
Si había algo que Dia disfrutaba aún más que las veces en que Maru le decía "Dia-chan", era ver sus ojitos de fascinación ante cada cosa nueva que veían en el teatro. Para ella era algo ya normal, había ido tantas veces que realmente había dejado de prestar atención a esos detalles. Pero con la compañía de Hanamaru todo volvía a recobrar el brillo y color que había dejado de lado.
Esa obra en particular le gustaba mucho, era verdad. Cuando la vio por primera vez, tendría quizás unos 17 años, le fascinó a tal punto que comenzó a escribir poesía y el primer bosquejo de su primer libro vio la luz. Era una historia de amor trágico, una cruda historia de amor basada en hechos reales que sucedieron durante la guerra y que la marcaron sobremanera. La forma en que el romanticismo era retratado de forma tan violenta por el marco y como los protagonistas luchaban por encontrarse una y otra vez sin poder hacerlo, hasta que la muerte fue lo único que los unió. En verdad podía tocar fibras sensibles y estaba preparada para consolar a Hanamaru si el momento se prestaba.
En algún punto temió que la plática entre ellas no fluyera y terminaran en medio de silencios incómodos, pero nada de eso pasó. Hanamaru siempre encontraba algo que decir, y ella estaba encantada de seguir hablando y de escucharla también. La experiencia era un millón de veces mejor que todas las cartas que habían compartido antes. Y de nuevo la sombra de Ms. Pen aparecía para estrujar su corazón.
—Estoy muy contenta de estar aquí hoy zura~, nunca había tenido una amiga con quien compartir mis aficiones y mis pensamientos. Los gustos de Yoshiko-chan son muy… bueno, son distintos… excéntricos más bien —rió por lo bajo—, y la otra persona a la que consideraba mi amiga, simplemente me sacó de su vida —su voz se opacó un poco, pero rápidamente lo disimuló—, así que me siento emocionada de haberte conocido Dia-chan.
—Si… también me alegra —Dia sabía perfectamente a quién se refería, Ms. Pen, era como su peor pesadilla.
Después de la pequeña discusión que tuvo con su hermana y de las palabras de Maru, decidió que necesitaba sincerarse y acabar con toda esa farsa que había dejado que se formara. Quería poder abrirse con la chica, más que nada porque confiaba en ella, y en ese momento necesitaba que alguien pudiera comprenderla de la manera en que solo Maru podía. Lo único que la separaba de ello, era el secreto que había estado guardando por vergüenza desde el día en que la conoció, pero confiaba en que Maru pudiera entenderla después de explicarle sus razones.
"Un poco más, al término de la cita, le contaré." Pensó mientras luchaba por mantener sus nervios controlados.
—Lo dices con tan pocas ganas que no lo creo —maru hizo un puchero y Dia sonrió de lado.
—Yo también me alegro de haber venido —dijo con mayor seguridad.
—Ves, no es tan difícil admitirlo de corazón —Maru le devolvió contenta.
Las luces bajaron en el teatro, anunciando el inicio de la función y la charla fue cortada por el momento.
La obra fue tal y como Dia la esperaba. Un delicado balance entre el drama, la tragedia y la emotividad. Momentos fuertes que contrastaban con aquellos más suaves que la estremecieron hasta la última fibra. Se sorprendió cuando Maru tomó su mano en una de esas escenas, pero no la soltó, al contrario, la apretó con fuerza dándole a entender que estaba cómoda con el contacto.
Sin darse cuenta, en el clímax de la historia, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Pudo sentir que Hanamaru la rodeaba con su brazo, tratando de confortarla, cuando había pensado que sería al revés.
Era extraña la posición ya que era mucho más alta que la pequeña Maru, sin embargo era tan agradable que no le importó. Nunca nadie la había sostenido de esa manera, no con la educación estricta y disciplinada que su padre y su madre le habían dado. Era diferente y nueva está sensación que tan sólo el dulce aroma de su la chica era suficiente para poner a su corazón a latir desbocado. Sentía que si seguía así, era probable que el ruido de sus latidos llegara a las personas que estaban a su alrededor, pero para su sorpresa nadie estaba interesado en ellas.
Pudo ver de reojo como Maru mantenía su atención al frente, con su respiración pausada y sus ojos fijos en el escenario; también pudo escuchar los latidos del corazón de la chica, era un sonido rítmico que tenía la capacidad de hipnotizarla si se quedaba demasiado quieta y, por supuesto, el brazo de Maru rodeándola era lo que más la distraía, pudo sentir que le daba suaves caricias en su espalda. En verdad que no esperaba que algo así pudiera pasar, pero fue mucho mejor de lo que pudo soñar.
La magia se rompió cuando todo el mundo se puso de pie y comenzó a aplaudir. Supo que tenía que moverse pues estaba invadiendo el espacio de Hanamaru, aunque la chica no había retirado su brazo.
—Fue maravilloso Dia-chan —le dijo rozando el pabellón del oído con su cálido aliento y miles de mariposas revolotearon en su estómago—. Sabía que me gustaría pero fue en verdad increíble. Gracias.
Dia pudo apreciar como se escapaban pequeñas lágrimas del rostro de Hanamaru y no dudó en ser ella quien la consolara ahora. Tomó el pañuelo que había preparado por si se daba la ocasión y con cuidado se encargó de secarlas.
El rostro de Maru era lo más bello que había visto en su vida. Era simplemente perfecto, su sonrisa cálida, la expresión de sus ojos miel, la forma en la que su cabello castaño hacía el marco perfecto para toda esa dulzura hecha mujer, simplemente no había nada que no amara de la chica frente a ella.
Se miraron a los ojos fijamente, dando paso a ese momento mágico del que tantas veces Dia había escrito pero nunca había sentido antes. El momento en el que todo desaparece salvo la persona que tienes enfrente, el momento en el que el ruido se desvanece y solo eres capaz de escuchar los designios de tu corazón que te piden cerrar la brecha para probar el cielo, todo parecía estar en cámara lenta y a punto de ocurrir, sin embargo… pudo sentir el titubeo de Hanamaru.
¿Se estaba inclinando hacia delante como ella? ¿La podía besar? ¿Por qué parecía haber una barrera invisible que las separaba? No era capaz de responder a esas preguntas, estaba muriendo de pánico pero su cuerpo parecía no estar enterado de ese detalle pues estaba actuando casi por inercia. Sí, estaba aterrada y esperaba que Maru no se diera cuenta.
Un fuerte destello las trajo de vuelta a la realidad antes de que otra cosa pudiera pasar. Las luces del teatro se encendieron y el momento fue roto para ellas.
Maru fue la primera en desviar la mirada y Dia se vió forzada a hacerlo también, aunque hubiera deseado con todo su corazón prolongar ese instante, no quería que nada cambiara y arriesgarse a perderla aunque sabía que esa posibilidad aumentaba si decía la verdad. Todo era nuevo y mágico así, sin la sombra de Ms. Pen, pero sabía que era una falsa felicidad y tenía miedo de lo que fuera a pasar una vez la verdad fuera dicha.
—Me encantó la obra, gracias por traerme Dia-chan —le dijo Maru tan pronto como salieron del teatro—. Tengo un poco de hambre, ¿podemos ir a comer algo?
—¡Claro! Te llevaré al mejor lugar de todo Tokio —exclamó Dia más emocionada de lo que pretendía.
—¿Iremos al café bohemio zura~? —cuestionó Maru, con falsa inocencia y una sonrisa pícara.
—No, iremos a otro lugar —Dia no pudo evitar sonrojarse ante el comentario de Maru.
—Entonces no puedes decir que es el mejor lugar de todo Tokio zura~ —se encogió de hombros y se agarró del brazo de Dia—, pero si es contigo estoy segura que será fantástico.
Por impulso, Dia la tomó de la mano, y pudo ver el sonrojo en el rostro de Maru. Le gustaba eso, le gustaba poder provocar esas cosas en ella y sentirlas también. Era hermoso estar enamorada.
Maru no sabía qué esperar, su corazón se aceleraba estando al lado de Dia y no solo eso, se sentía tan bien, cómodo, natural. La velada en el teatro había sido fuera de este mundo para ella y no pensaba que hubiera algo que lo pudiera superar, pero se había equivocado.
Dia la había llevado a una parte de Tokio que hasta ese momento nunca había conocido, estaba en esa zona en donde todo parecía demasiado costoso y exótico para ella, aunque tal vez a su amiga Yoshiko o más bien a su alterego Yohane, le encantaría visitar ese lugar, no sin despotricar un poco antes de eso por los excesos mundanales.
Llegaron hasta una gran avenida llena de restaurantes por doquier. Había luces y grandes anuncios en lo alto de los edificios. Para su gusto todo parecía demasiado ruidoso y abarrotado pero no por ello dejaba de impresionarle. Parecía un Tokio nuevo a sus ojos.
Se detuvieron en un restaurante con un toque pintoresco. Era de dos pisos y pudo reconocer que se trataba de uno con temática italiana. Las guiaron hasta el segundo piso, pues al parecer Dia tenía ya una reservación en el lugar.
Llegaron hasta la terraza, debajo de un árbol artificial que daba la impresión de encontrarse en medio de un jardín a principios de primavera y que brillaba gracias a las pequeñas luces de color cálido que le rodeaban.
—Esto es muy extraño zura~ —Maru se aproximó hasta el barandal con mucha emoción para tratar de ver de dónde provenía el árbol mágico, como lo estaba imaginando en su mente, solo que...
—Espera, espera —a Dia casi le dio un infarto cuando vió que Maru se inclinaba demasiado sobre el barandal que pensó que en cualquier momento podría caer estrellarse estrepitosamente contra el suelo, así que no dudó en correr tras ella.
—¿De dónde sale el árbol…? —Maru sintió que unos brazos la rodearon por la espalda alrededor de su cintura, jalandola hacia atrás hasta chocar con el cuerpo de Dia.
—No hagas eso Maru-san, te puedes caer —la voz de Dia sonaba bastante preocupada y sintió un poco de culpa además de cierto vértigo de tenerla tan cerca.
—Es… estoy bien zura~ —tartamudeó dejándose llevar por Dia que afianzó su agarre y la alejó de la orilla.
—Si quieres saber qué es, esta bien, pero no te arriesgues así, por favor. Este es un árbol artificial, mirá —Dia la tomó de la mano y la llevó hasta el lugar de donde el árbol aparentaba salir del piso, pero no era más que una ilusión, ya que era un tronco hueco bien decorado para parecer real.
—¡Oh! ¡Esto es el futuro zura~! En verdad me engañó… —exclamó fascinada y Dia sonrió con ternura.
—Ejem… —un ligero carraspeo las sacó de su ensoñación pues el mesero las interrumpió después de su pequeña escena que se había ganado la mirada curiosa de todos los comensales que se encontraban en las mesas adyacentes—. Su mesa está lista Kurosawa-san, pueden pasar conmigo, por favor —dijo el hombre haciendo una ligera reverencia.
—Vamos Maru-san —Dia la guió hasta su asiento y se encargó de colocar la silla de manera caballerosa, cosa que hizo que Maru se sonrojara, pocas (casi nunca) tenía oportunidad de que alguien la tratara con esa deferencia.
Maru le solicitó a Dia que le ayudará a elegir la cena, pues el menú estaba en un idioma extranjero y no quería errar pidiendo algo que no le gustará, aunque confiaba en que lo que fuera que comieran sería delicioso. Fue gracioso para Dia hacer que Maru repitiera las palabras en italiano, Maru estaba entusiasmada por aprender algo nuevo y ella estaba gustosa por enseñárselo.
Luego de mucho debatir, ordenaron sus comidas. Lo primero que les llevaron fue una gran canasta de pan recién horneado que Maru no dudó en probar en cuanto el mesero se retiró. Decir que a Dia se le figuró como una gaviota que cae sobre su presa fue poco, la chica tenía un buen apetito.
—Esto esta delicioso —dijo Maru prácticamente devorando el contenido de la canasta en un santiamén—. Sabe diferente… pero está muy bueno.
Dia no pudo evitar sonreír. No podía negarse que amaba la forma en que Hanamaru podía expresar sus emociones tan transparentemente. Era adictivo verla ser feliz de esa manera.
—Me alegro que te guste, aunque debes guardar espacio para la comida —le indicó, sólo que ya era tarde, la canasta estaba prácticamente vacía—. Creo que la advertencia llegó un poco tarde —se rió agitando la canasta.
—No te preocupes zura~, tengo suficiente espacio para todo —el buen humor de Maru era tan contagioso, que había olvidado por completo el estrés que había invadido a Dia por el incidente de minutos atrás.
A Dia le gustaba mucho ese restaurante por el buen servicio y sobretodo por lo íntimo que le parecía todo. Siempre había soñado con tener una cita en ese lugar, pero hasta entonces, nunca había tenido la oportunidad de hacerlo, hasta ese momento, y no podía desear mejor acompañante que su querida Hanamaru.
—Entonces Maru-san, ¿qué clase de tesis crees que sería la adecuada para mí? —preguntó Dia recargando su rostro entre sus manos, inclinándose hacia adelante preparada para cualquier cosa que saliera de los labios de Maru.
Con todo el trajín de emociones, Maru había olvidado casi por completo la razón real de la cita y tomando un poco de aire recapituló sus pensamientos para comenzar su pequeña disertación sobre cómo Dia y el romanticismo literario y la poesía eran la mejor opción para ella.
La velada transcurrió tranquila, entre risas y comida deliciosa. Maru no sabía si estaba más encantada por el pan, la deliciosa lasaña o la exquisita bebida que Dia ordenó, pero no importaba, todo había salido simplemente perfecto.
Conforme se acercaba el fin de la velada, Dia comenzo a ponerse nerviosa. La comida en sus platos se acabó, la bebida de vino se terminó y el tiempo seguía corriendo sin que pudiera detenerlo. Sabía que debía decir toda la verdad, pero la realidad era que su miedo era mucho mayor y al final, terminó posponiéndolo una vez más.
Día pensaba acompañar a Maru de regreso hasta su casa. Ya que conocía bien su poca habilidad para orientarse y considerando que estaban bastante lejos de su casa, no quería arriesgar a que se perdiera, sobretodo siendo tan tarde ya y además el cielo estaba tronando a causa de una tormenta eléctrica.
—Me divertí mucho hoy —dijo Maru, iban caminando por la calle a la salida del restaurante—. Tengo que confesarte que nunca había tenido una cita zura~, y antes de venir hoy tenía algo de miedo.
—¿Miedo? ¿Soy tan aterradora? —Dia fingió sacar un espejo y mirarse en él—. No lo había pensado.
—No eres aterradora, al menos no ahora que te conozco más, eres… eres linda en realidad —el nerviosismo traicionó a Maru, que se encontró tartamudeando—. Estaba preocupada porque me encontraras demasiado aburrida y tonta, ya sabes —se encogió de hombros—, en un inicio parecía que te caía mal y siempre pareces tener esa aura de… de distanciamiento con los demás. Creí que no podría entablar una simple charla contigo, pues me gusta mucho leer y no suelo tener otros temas de conversación que no sean los libros.
—A mí me parece que la conversación no es un problema que deba preocuparte —exclamó Dia en tono burlón—. Debo confesar que también estaba nerviosa al principio, bueno tal vez aún lo estoy —se rió—. Tenía mucho tiempo que no hacía algo así, el acercarme a alguien, pero me alegra saber que no te resulto terriblemente aterradora.
—Si vamos a hablar de confesiones ahora —sonrió y Dia trago saliva pesado—. Cuando te vi alterada esta tarde, bueno… con la visita de tu hermana, pensé que cancelarías nuestra salida. Por un segundo sentí alivio porque pensé que de esa manera no podría arruinarlo —miró al suelo.
—Tú no podrías hacer eso —Dia tomó su mano para hacer que la viera—. Me gusta platicar contigo y tambien me gusta… tu compañía —dijo esto último de forma atropellada.
Ambas se miraron a los ojos y de nuevo estaba ahí ese momento. Ese instante en que absortas en la otra se estaban acercando poco a poco. Sin embargo, cuál escena de película, fueron sorprendidas por una, aunque probable, fuerte lluvia.
Aún estaban bastante lejos de la estación, por lo que corrieron a refugiarse bajo el techo de una tienda de conveniencia que estaba al paso, aún así habían alcanzado a mojarse.
—¿Lluvia? ¿En serio? El pronóstico nunca dijo nada sobre la lluvia —se quejó molesta, estaba haciendo una rabieta.
—¿No te gusta la lluvia zura~? Pero si es muy divertido —Maru jaló a Dia de regreso a la calle como una travesura.
—Espera… Hanamaru… nos vamos a mojar —trató de resistirse pero como resistirse a esa chica.
—Es un poco tarde para eso, ¿no lo crees Di-a-chan? Además, me gusta caminar bajo la lluvia, me recuerda un poco a mi pueblo —la sonrisa de Maru se tornó melancólica.
—¿Acostumbran a caminar bajo la lluvia en las provincias? —cuestionó Dia con el ceño fruncido empapado en agua de lluvia—. No sabía eso.
Maru se echó a reír por su cara malhumorada.
—Nadie acostumbra a caminar bajo la lluvia zura~ —le sacó la lengua—, pero yo lo encuentro relajante —abrió los brazos girando en el mismo lugar y Dia tuvo que atraparla o iba a caerse.
—Creo que alguien bebió mucho vino —la atrajo hacia sí y Maru se revolvió otro poco.
Un trueno resonó en la distancia y por mucho que Maru amara las tormentas, el sentido común de Dia le decía que tenían que resguardarse antes de que otra cosa sucediera. Tomó a Maru de la mano y guió el camino.
—La estación está para el otro lado zura~ —le hizo ver Hanamaru al notar que estaban yendo en otra dirección.
—No vamos a la estación, vamos a mi casa —explicó Dia, sin bajar el paso ni soltarla.
—¿A tu casa? ¿Por qué zura~? —Maru se apresuró a ponerse a su altura brincando en los charcos.
—Porque no quiero ser responsable de que termines enferma por haberte mojado —alzó una ceja al recibir el agua de los chapoteos de Maru.
En parte eso era verdad, pero claro, el motivo oculto que no se atrevía a decir era porque quería extender la velada un poco más, lo suficiente para llenarse de valor y poder confesar la verdad que quemaba dentro de su ser… si es que podía.
El edificio en el que Dia vivía no se parecía en nada a lo que Maru había pensado que sería. "¿Una estudiante universitaria podía permitirse vivir en un lugar tan lujoso?" Pensó. Era verdad que Dia estudiaba en Meji, universidad de alto costo, pero si también vivía en un sitio como ese, su poder adquisitivo debía ser mayor que la media. No entendía entonces como es que tenía un trabajo de barista.
Antes de que pudiera encontrar la respuesta a su pregunta, Dia se encontró marcando la clave, porque el lujo era tal que ni siquiera había una llave para entrar. Todo era controlado por la misma tecnología que ella solo había visto en algunos hoteles, en folletos. Sólo que siendo esa parte de Tokio tan exclusiva, al final no era tan extraño, tal vez hubiera cosas aún más asombrosas.
—No vivo sola —le informó Dia cuando estaban en el elevador—. Aunque ya conoces a la chica con la que vivo, es Mari, la rubia… gerente del café —casi había olvidado ese detalle—. Aunque espero que no sea una de esas noches en donde tiene sus experiencias salvajes con su novia —eso último lo dijo más como una súplica que otra cosa.
—¡Oh, ya veo zura~! No te preocupes, haré como que no veo nada —se rió de su pequeño chiste.
Dia agradeció que Maru no pidiera más explicaciones, porque honestamente, ya no quería seguir inventando mentiras y hundiéndose más y más en su propio fango.
El departamento podía compararse con una habitación de cualquier hotel cinco estrellas que sólo había visto, hasta ese momento, en revistas o programas futuristas en la tv. Era demasiado lujoso para su gusto de clase media y el campirano ya ni hablamos.
—Lo siento si está un poco desordenado, Mari no es fanática de la limpieza —se disculpó Dia cuando ingresaron y Maru realmente no notó la diferencia entre si estaba limpio o no, debía ser que el TOC de Dia no le permitía el más mínimo detalle fuera de lugar—. Puedes dejar tus zapatos aquí —señaló un pequeño escalón y le ofreció un par de pantuflas para que pudiera cambiarse.
—¡Gracias zura~! —las tomó acariciando la suave textura de las pantuflas.
—Como ya sabes, Mari es extranjera y este lugar es demasiado occidental para mi gusto, pero trato de darle un toque tradicional —señaló una gran pintura colgada en una de las paredes que retrataba una escena de un hermoso jardín de cerezos en flor.
Dia guió a Maru hasta el baño, que por supuesto, estaba lleno de tecnología. Incluso la bañera se encontraba preparada con agua tibia para que pudiera ser utilizada al instante. Claro está, Dia tuvo que ayudarla para entender cómo funcionaba, al menos de manera básica.
La sensación de estar dentro de un sueño comenzó a invadirla. Sentía que todo el día había sido surreal. La cita perfecta en el teatro, la cena romántica, incluso la lluvia que las sorprendió y que fue la causante que se encontrara en ese momento, tomando un baño en la casa de la chica que… bueno, le atraía. No… bueno quizás un poco, o más que un poco. Aún no estaba segura de esa parte, pero de que sentía atracción, claro que lo hacía. Sin embargo tenía esa sensación de estar traicionando el amor que decía tenerle a Ms. Pen. ¿Realmente estaba siendo infiel? Pero, ¿cómo ser infiel a alguien que había desaparecido de su vida sin decirle ni siquiera adiós?
Aún así, ese sentimiento estaba ahí como un freno para aceptar el dar un paso más con Dia. Era absurdo, pero ella lo sentía tan real, tan suyo. Ella y Ms. Pen compartían un vínculo y era horrible pensar que estaba abriéndose a alguien más que no era ella. Porque había que recordar el hecho de que Ms. Pen había tenido que desaparecer debido a su familia y ella, Maru, estaba siéndole infiel con otra persona. Tenía que parar. Dia era muy linda y no iba a negar más que había algo en ella que le atraía pero no era Ms. Pen.
Estuvo bastante tiempo en la bañera y no fue hasta que sus dedos se arrugaron que decidió salir del agua. Además de que era de muy mala educación el tardarse tanto cuando Dia también debía hacer uso de la bañera y podría enfermar si pasaba más tiempo con esa ropa húmeda.
Fue entonces que se hizo consciente de algo. Dia había estado intentando acercarse a ella en toda esa noche y simplemente había rechazado sutilmente cada acercamiento. Ms. Pen estaba ahí detrás de todo. Sólo que no había considerado que al estar en el departamento de Día iban a dormir juntas. Era la primera vez que estaba ahí, y no había visto la habitación de Dia, pero se sentía intrigada a pesar de que una parte de ella le decía parar.
—Te dejé una pijama y una toalla —le informó Dia desde el otro lado de la puerta sacándola de sus pensamientos tortuosos.
—Gracias zura~ —alcanzó a decir.
Un hondo suspiro salió de sus labios. Se sentía tan bien, tan contenta, tan culpable, tan infiel. Si todo era un sueño, no quería que se terminara pero a la vez sí. Estaba confundida.
Al término de su baño, Dia la guió hasta su habitación, ya se había cambiado la ropa húmeda pero aún debía bañarse también. La habitación era un lugar sencillo comparado con el resto del departamento, aunque tenía la misma decoración que todo el resto y no había algún detalle personal en ella. Parecía una habitación de hotel más que la habitación que le pertenecía a alguien.
Dia le pidió a Maru que la esperara mientras ella tomaba un baño. La ropa que Dia le había proporcionado tenía su olor impregnado y Maru no pudo evitar sentirse feliz al percibir el aroma. Dia tenía algo que simplemente la calmaba, su voz, su mirada, su olor, todo le parecía tranquilizador, aunque quizás su yo de hacía unas semanas no la considerará así y eso le causaba gracia. Tal vez… tal vez si dejara que las cosas pasaran con Dia, sin detenerlas, dándoles el tiempo para que terminaran de florecer. Su amor por Ms. Pen no desaparecería como ella lo hizo, aún la iba a buscar y le brindaría la ayuda que necesitara, pero quizás… quizás podía hablar con Dia y contarle de sus miedos y si ella quería… quizás...
Estando así, se percató de que la habitación tenía una ventana cuya vista era perfecta. El sonido de los truenos en el exterior era amortiguado pero la tormenta no había amainado en absoluto. Afortunadamente al día siguiente no tenía que preocuparse por llegar a clases o levantarse temprano. Envió un mensaje a Yoshiko informándole que se quedaría en casa de una amiga y claro, la oleada de mensajes en respuesta no tardó en llegar, sin embargo, no quería responder a cuestionamientos de los cuales ni ella sabía las respuestas, aún tenía que hablar con Dia.
Mientras la esperaba se puso a deambular por el resto de la habitación, le llamó la atención el escritorio, que era lo único que se veía diferente y personalizado, ya que había algunos libros en el pequeño estante que tenía sobre él.
Conforme se acercaba al escritorio, uno de los libros saltó a su vista. Lo podría reconocer en cualquier lugar por la cantidad de veces que había pasado por sus manos uno similar.
"Poesía de medianoche. Tomo 1."
La portada de ese libro era prácticamente la misma, sólo que había algo extraño, algo que no cuadraba en la imágen completa.
Tomó el libro entre sus manos y al revisarlo, se dió cuenta de lo que estaba mal. En la parte en donde debía estar escrito el nombre de la autora, " ", estaba escrito en letras doradas "Kurosawa Dia".
Un escalofrío recorrió su espalda. Tenía que haber un error. Debía haber un error.
Abrió el libro con las manos temblorosas y la respiración acelerada tratando de encontrar una explicación lógica a todo eso, porque tenía que haberla o tal vez ser una broma de algún tipo y necesitaba descubrirlo con urgencia.
El libro estaba casi igual, una edición casi exacta el primer tomo que tanto le había costado encontrar cuando lo busco en cada librería que visitó hasta que lo pudo conseguir. Sólo que continuaba encontrando el nombre de "Kurosawa Dia" en todos los lugares en donde debía ir el nombre de "Ms. Pen". Lo peor llegó al final del libro, en la última hoja, encontró la respuesta que estaba buscando.
"Kurosawa Dia, este es el resultado de todo tu esfuerzo. Cuando tengas dudas, cuando sientas que no puedes seguir, cuando te digan que no vale la pena, no olvides lo mucho que nos costó llegar hasta este momento.
Nunca dejes de ser tú ni dejes de escribir lo que amas, porque es gracias a este camino que hemos elegido, que lograremos encontrar la felicidad.
Kurosawa Día
Asustada dejó caer el libro sobre el escritorio y como si de magia se tratara, del interior del libro, cayó un sobre que reconoció de inmediato. Era la primera carta que había enviado a Ms. Pen, dos años atrás.
Fue en ese momento que las piezas comenzaron a acomodarse en su lugar, encajaron como engranes una tras otra. Su escritora misteriosa y la enigmática y a ratos antipática Kurosawa Dia, eran la misma persona.
Un vacío se acomodó en su estómago y un nudo en la garganta que no la dejó tragar saliva. Se sentía como una tonta por no haberse dado cuenta. Porque las pistas estaban ahí, sólo que no puso suficiente atención para descubrirlas o quizás no las quiso ver o simplemente su vista y su razón se nublaron.
No sabía porqué, pero la idea de quedarse a encarar a Dia era simplemente insoportable, su corazón no iba a resistir verla de nuevo a la cara y preguntarle por qué. Tomó sus cosas y salió de la habitación tan rápido como pudo. No le importaba irse en pijama, no le importaba nada, sólo necesitaba estar lejos, necesitaba pensar y estaba segura que ese era el peor lugar para hacerlo.
Sus lágrimas habían empezado a salir de sus ojos y solo se detuvo un momento para escuchar si el agua seguía cayendo en el baño, pero no era así, por lo que estaba segura que Dia no tardaría en salir a su encuentro. Afortunadamente, la puerta del departamento tenía la cerradura abierta y gracias a esto, pudo salir sin que Dia se percatara de ello justo a tiempo para que no la viera.
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