Al día siguiente me presente puntual en el hospital, esta vez quede con mi amigo que nos veríamos directamente en la cafetería. Era muy bonita, Toda en colores azul, crema, blanco y beige. No era la típica cafetería completamente blanca y paredes lisas. También unos muebles divisorios donde había libros y plantas, no parecía en lo más mínimo un hospital.
Deseaba sentarme pronto, hoy tuve que asistir toda la mañana a obra, donde es mal visto que los empleados te vean sentada. A eso le sumaba que las botas de trabajo me lastimaban, por suerte, pude cambiar las botas por los zapatos cuando me dirigía al hospital, pero, aun así, desprendía el olor a obra.
Iba tan distraída que choque con mi tormento Edward Cullen.
-choque contigo apropósito- sonrió- quería ver que tan distraída eras.
-Hay algo que se llama "observar", yo hacía eso- intente continuar mi camino pero él no me dejo.
-Emmett me pidió que viniera, te esperara y te pidiera que lo esperes, está en una consulta pero no tarda más de diez minutos.
-¿ahora eres mensajero?
-¿no puedes decirme simplemente, gracias?- me di cuenta que tenía esa habilidad para enfadarlo cosa que era divertido.
-gracias, lo esperare- me detuvo de nuevo.- ¿Emmett te va a pagar para que me hagas compañía, o que?- lo vi cómo se ruborizo y me di cuenta que sí, mi amigo lo había obligado a que me hiciera compañía.- Soy una princesa, y las princesas tienen dama de compañía, también, mucamas, si deseas convertirte en una, por mi no hay problema.
-Te crees muy graciosa, enciclopedia andante- rio ante mi gesto de enfado, tenía una bonita sonrisa- quería preguntarte sobre nuestra cita.
-Sueñas querido- reí- tu y yo no tenemos ninguna cita, es solo una cena en donde tú te disculpas por comportarte como un maleducado.
-si tu crees que yo voy a ser uno de los tantos que te rinden tributo, te equivocas- musito y de forma extraña, me gusto la forma en que me retaba.
-¿yo te pedi que me rindieras tributo?- pregunte con sarcasmo- vamos, tu eres el que no puede sacarme de su cabeza.
-no me coquetees o tu novio se puede molestar- en ese momento se acabó para mí todo el buen rollo, cosa de la que se dio cuenta- ¡ves! Tú me obligas a ser maleducado.
-no tengo novio y ¿sabes qué? Tampoco tengo ninguna cita contigo- en ese momento sentí una mano sobre mi cintura, era mi amigo.
-¿Te sirvieron los diez minutos?- Emmett no se caracterizaba mucho por callarse- me pidi…
-Emmett, cállate- ordeno Edward con los dientes apretados, sin embargo, yo ya había entendido todo.
-Así que Emmett no fue el chico educado que mando a su amigo, a hacerle compañía a su amiga. Edward le pidió a Emmett que llegara tarde para molestarme.- adivine.
-¿Se suponía que yo te mande?- pregunto Emmett, a lo cual su amigo lo golpeo en las costillas- auchhh… ¿Por qué todo mundo me golpea?
-¿Quién te golpeo?- pregunte
-Tu- me señalaron ambos.
-Asi que se van a poner en mi contra, ambos- los tome a ambos por los brazos- pues ahora, ambos, van a comer conmigo.
-yo tengo una consulta- se soltó Edward- lo siento, no puedo acompañarlos.
-Es que no le estoy dando opción, doctor Cullen, eso le pasa por querer ponerme una trampa.
-De verdad, tengo una consulta- miro a su amigo quien permanecía en silencio- con permiso.
-Escúcheme bien, doctor cullen- hable fuerte y claro. El me miro- le doy 30 minutos, para que realice esa consulta y regrese, si no lo hace yo misma iré por usted. A una princesa, nunca, se le deja plantada.
Edward Cullen se dio vuelta sin responderme. Mire a mi amigo y el me miraba burlón.
-Tomemos una mesa- caminamos hacia una frente a ventana, me senté de modo que pudiera vigilar la puerta.
-Dime una cosa- pidió mi amigo mientras tomaba dos menús de una cesta que estaba pegada a un lado de la mesa. Me dio uno- ¿desde cuando tienes esa actitud de princesita berrinchuda?
-el hombre que me quiera, lo ha de hacer con mi forma de ser- musite como respuesta. El cerró el menú y me miro hasta que le correspondí la mirada.
-esto es por Jacob- no pregunto, aseguro y yo no respondí- quiero que me cuentes que sucedió con él.
-Nada- respondí mientras continuaba mirando el menú. En ese momento se acero una mesera.
-Vamos a tomar la comida del día, ambos- respondió mi amigo.
-¿Van a querer que coloque otro lugar en la mesa?- pregunto la mesera y mi amigo se mordió los labios para no reír. Al parecer la cafetería entera nos había escuchado.
-si por favor, mi novio es un necio- mi amigo tenía una la boca abierta, atónito mientras que yo intentaba no reír a carcajadas.
La mesera trajo la sopa y se retiró, por lo que mi amigo volvió a la carga.
-yo te confié lo de mi matrimonio- golpe bajo- espero que seas igual de sincera como para contarme que sucedió con Jacob.
-No sé qué sucedió- me rendí- yo cometí un error, pecado de omisión. Yo no le conté lo de la música, entonces el me pidió matrimonio y yo le dije que sí.
-¿Te pidió matrimonio y tú le dijiste que si?- pregunto con los dientes apretados, intentando que nadie nos escuchara.
-Si- respondí- pero hace unas semanas, yo me decidí a contarle lo de la música, el reacciono de muy mala manera.
-¿Qué te dijo?
-No me hagas recordarlo, duele. Me dolió tanto que caí en depresión, de la cual aún no me repongo, por eso no di los conciertos que estaban programados. Por eso he decidido que si alguien me ha de querer, lo hará con mis virtudes y mis defectos. Además esta lo que me dijo.
-¿Puedo preguntar que dijo?- suspire
-Me dijo que tuviera cuidado con mi amiguita- lo mire- según él, Tanya era muy mala.
-Te voy a dar un muy buen consejo- hice a un lado el plato vacío de mi sopa y lo mire- olvídate de Jacob y de tanya. Es lo mejor que puedes hacer.
-¿no me estas escuchando? Me enamore como una tonta de Jacob, al grado de que estoy en depresión.
-Jacob es malo- me repitió y yo sacudí mi cabeza- y tú no estás en depresión.
-Claro que lo estoy- me toque el cabello- mira a lo que he llegado por olvidarme de él.
-esa fachada que ahora muestras es solo una máscara- tomo de su limonada- tu no estabas enamorada de Jacob, no como para casarte.
-te prohíbo que…-me interrumpió mientras él tomaba un bocado
-¿sabes que es lo que veo frente a mí?-tome mi bolsa dispuesta a irme- te molestas porque te estoy diciendo tus verdades
-me molesto porque estas poniendo en duda mis sentimientos- puso una falsa expresión de ofensa.
-Me ofendes- rodé los ojos- tu eres una mujer maravillosa y Tanya y Jacob son iguales.
-¿no será que él tuvo que ver algo con tu esposa y por eso lo odias?- él se tensó así que continúe por ese camino- ¿o acaso Tanya era tu esposa? Tú me dijiste ayer que viste a tu esposa y a Jacob, juntos.
-No puedo creer que tengas el valor de insultar a tus amigos con tal de meter las manos al fuego por el- replico molesto- y no, yo jamás me fijaría en Tanya. Esa mujer está totalmente loca. Igual que tú en estos momentos.
-Si pusiéramos en una escala de maldad a tu esposa, Jacob y Tanya…
-Mi esposa seria un 3, Jacob un 6 y Tanya un 9.
Estamos hablando de que hasta un 5 seria inofensivo- musite y mi amigo me miro sorprendido para después asentir.
-Por fin lo entiendes.
-Aun así, haciendo un lado a Jacob, yo me siento bien bajo esta mascara, es divertido.
-Hablando de diversión- se rio y señalo su reloj- ya pasaron 35 minutos.
Sonreí y me puse de pie.
Camine con decisión por el hospital, nerviosa pero intentando que no se notara. Llegue hasta la recepción donde lo conocí y le pregunte a la enfermera por su consultorio, a lo que esta con una sonrisa me lo señalo.
-me pare frente a la puerta y tome aire. Entonces, lentamente la abrí y asome mi cabeza, aunque con el fleco me tuve que asomar de más. Estaba sentado en su silla, con los pies sobre del escritorio, con una mano sostenía el teléfono mientras que con la otra tomaba una fritura que tenía sobre de su estómago.
Tome el pomo de la puerta y entonces la avente de modo que se azoto. Él se sobresaltó y la silla se volteo, tirándolo.
- ¡Que carajos te sucede!- grito cuando se levantó, tenía la bata llena de frituras- ¡estás loca!- en ese momento se acercó una enfermera.
-Cariño te estoy esperando en la cafetería- le reproche en tono lastimero y después me gire hacia la enfermera- puede creer que me tiene esperándolo, dígame si eso se hace.
-Doctor- lo regaño la dulce enfermera mientras yo hacía pucheros- desde hace bastante rato que usted termino sus consultas, ande, vaya con su dulce novia, no es de buenos modales hacerla esperar.
-¿Me vas a dejar que coma sola?- musite mientras me limpiaba una falsa lagrima.
-Claro que no- respondió con los dientes apretados- vamos.
El camino hacia mí, me tomo por la espalda y camino a mi lado mientras la enfermera cerraba la puerta. Parecía que lloraba mientras tenia ataques de risa
-Ya ve como hizo llorar a su novia- le reprocho la enfermera mientras que nosotros esperábamos el ascensor. Cuando entramos, este se encontraba solo, así que me pude reír con más ganas.
-¡Eres una bruja!- gritaba furioso- eres la persona más peligrosa que he conocido en mi vida
-Aquí se hace lo que la princesa dice- declare- además, que tipo de comida era esa que estabas teniendo.
-Era solo un bocadillo- se defendió.
-Pues ahora vas a comer como dios manda.
-solo espero que la comida no me haga daño en tu compañía.
-Vamos "cariño"- sonreí con sorna- la comida se enfría.
En el momento en que Emmett nos vio entrar, empezó a reír a carcajadas llamando la atención de todo el mundo. La mesera se acercó en cuanto nos sentamos. Llevándole directamente el plato de sopa al lugar que le había puesto anteriormente.
-Que me quede estéril el resto de mi vida, si ustedes dos no acaban juntos. –Musito mientras se levantaba de la mesa y se iba.
Ambos nos le quedamos viendo atónitos. Para después reír por la tontería que acababa de soltar.
-A pesar de todo, te agradezco que me hayas obligado a comer- comento- pensaba comer un sándwich de atún.
-¿Qué es un sándwich de atún?- pregunte burlona, cuando me miro me reí de mi tontería y lo golpee en el brazo- tonto, obviamente si sé que es un sándwich de atún.
- Caprichosa, me vas a volver loco- replico a lo que yo me gire hacia la ventana, ruborizada.
-pero al menos dime que con esto queda saldada nuestra cita- rodé lo ojos molesta.
-Obviamente no, con esto te demostré…
-…Que se hace lo que la princesa dice- termino la oración- entonces, vamos a bailar, mañana por la noche no tengo guardia, así que estoy libre.
-De acuerdo- sonreí- pero mucho cuidado con que intentes dejarme plantada.
-Te aseguro que no lo voy a hacer- me guiña un ojo y yo intento reprimir mi sonrisa, el acaricia mi mandíbula- no la reprimas, tienes una sonrisa hermosa.
-Termina de comer o como los niños, no dejare que te levantes de ahí.
Cuando llego a mi casa, pienso en lo platicado con Emmett y en Edward. Porque por alguna extraña razón, siento que ya conozco a Edward de algún lugar, pero por más que intento saber de dónde. No lo puedo averiguar. Y dejo de pensar cuando veo a mi mejor amiga, sentada en la banqueta afuera de mi casa.
-¿Qué haces ahí?- pregunto extrañada.
-Esta molesta conmigo- musita limpiándose la tierra de sus pantalones- lamento mucho lo que dije, no era mi intención lastimarte.
-Me dolieron tus…-me vuelve a interrumpir
-amiga- Alice me tomo las manos- entiende que estoy preocupada por ti.
-gracias, pero de verdad no sigo molesta contigo.- la abrazo- solamente he estado ocupada con el trabajo y con algunas cosas que ando haciendo.
-Siento que…-la interrumpo
-¿Quieres que me ponga de cupido contigo? Porque mira…
-ok- me detiene- ya no dije nada, olvídalo. De verdad solo me preocupe por ti.
-te lo agradezco- la abrace- necesito hacer algo, sola.
Asintió, intento sonreírme, aunque solo le salió una mueca, se dio la vuelta y se fue.
Volví a pensar en mi conversación con Emmett, tenía que ser lo suficientemente fuerte para olvidar a ese hombre, que me hizo daño, con o sin intención pero logro hacérmelo. Quería darme una nueva oportunidad, ser quien me había propuesto ser, pero sin esperar lastimar a nadie.
Entre a mi recamara y cerré la puerta con llave. No quería ser molestada por nadie.
Tome una caja de cartón que siempre tenía debajo de mi cama, ya que de vez en cuando me gustaba deshacerme de ciertas cosas inservibles. La arme y comencé a meter todas las cosas que Jacob me regalo, peluches, bastantes cojines, cartas, entre a mi vestidor y saque los perfumes que él me había regalado. Encontré algunos aretes y colguijes. Los cuales metí dentro de una bolsita de tela y los metí en la caja de cartón. Me detuve cuando ya no encontré nada más que me lo recordara. Mis cortinas y mi colcha también se habían ido.
Observe la caja y no supe que hacer con ella, quería quemarla, sin embargo, me parecía una exageración. Tome mi teléfono.
-Bueno- contesto Alice al segundo tono
-Soy Isabella, necesito que me hagas un favor- mire la caja de nuevo- ¿puedes venir a mi casa, con tu coche?
-en unos minutos voy.-colgó
Diez minutos la tenía en la puerta de mi casa, brevemente le explique lo que quería hacer y ella asintió sonriendo, le parecía lo mejor.
-No quiero quemarlo- le dije mientras subíamos las escaleras- pero tampoco quiero seguir teniéndolos en casa, por eso no se lo doy a mi mama.
-Tú no te preocupes, cuenta conmigo que jamás volverás a ver estas cosas.
-Si algún día regresa- le aclaro- quiero que vuelvan a sus manos.
-¿Puedo preguntar qué es lo que te llevo a esta decisión?
-Simplemente creo que estoy avanzando- explique y se dio cuenta de que no quería hablar más del tema, por lo que no pregunto más.
