POV EDWARD

¿Cómo era que una niñita con aires de grandeza se puede convertir en un dolor de cabeza tan grande? Aunque en mi caso era un dolor de estómago.

Con cada una de las horribles sensaciones de las náuseas, la odiaba un poco más. Otro poco a mi hermano y a mi amigo que se reían de mí.

-quiero contagiarlos, idiotas- murmure molesto.

-eso es imposible, hermano-Jasper intentaba esconder su risa con una muy falsa tos- solo a ti te suceden estas cosas.

-te odio Emmett- mi amigo estaba rojo por la falta de aire de tanto reírse- deja de reírte o lárgate.

-no me odies a mí- murmuro levantándose de la silla y caminando hacia la puerta- yo no fui el que te obligo a comer en la cafetería cuando sabes que te hace daño.

Corrí al baño haciendo a un lado a mis amigos. Solamente tenía arcadas pero aun así me sentía horrible.

-yo no entiendo una cosa- pregunta jasper mientras escuchaba como la puerta se cerraba, Emmett se había ido.- ¿Qué haces aquí si te sientes tan mal?

-no quiero estar tirado en cama y solo- musite mientras me ponía de pie y me acercaba al lavabo para enjuagarme la boca. Me mire al espejo y me deprimí un poco, me sentía solo. Si tan solo no la hubiera presionado.

Siempre he sido un hombre de familia. Vivía con mis padres y mis hermanos, no tenia ningún lugar aparte de mi casa. Siempre hemos sido una familia unida, sin embargo, aunque amaba a mis padres y mis hermanos, mi familia no era mi ejemplo a seguir. Mi padre era un contador importante y toda su vida ha trabajado, ese es el ejemplo que siempre nos ha puesto. Trabajar. Siempre poniendo primero el trabajo, antes que la familia. Mi madre era una gran mujer, enamorada de mi padre y feliz de saber que era correspondida, buena y cariñosa, sin embargo, no era fanática de quedarse en casa. Estaba demasiado acostumbrada a los club´s sociales y eventos de ese tipo. Actualmente nos creía lo autosuficientes para cuidarnos solos si nos enfermábamos. La noche pasada me había acercado un poco de sopa de verduras, pero hoy había salido temprano al club.

Me di la vuelta y camine hacia el pequeño cuarto de descanso que se encontraba dentro de mi consultorio. Me senté en la cama, recargando la espalda en la pared y cruzando las piernas en la cama. Cerré los ojos, se sentía bien.

Mi hermano me siguió. Me era un poco incómodo sentirlo pegado a mí, pero estaba preocupado por mí, y se lo agradecía. Y es que él era el raro de la familia, en muy buenos sentidos, ya que era un polo opuesto a los demás integrantes de la familia. Jamás intervenía en nuestras vidas, aunque siempre estaba ahí para apoyarnos. Siempre bromeábamos con él, diciéndole que tenía que encontrar una mujer que fuera un torbellino para darle algo de emoción a su tranquilidad.

-explícame-murmuro rompiendo el silencio, lo mire- ¿Cómo se te pudo olvidar que te hacía daño la comida de ahí?

-ya te lo dije- murmure cerrando los ojos otra vez- vine aquí, estaba muy tranquilo y entonces esa loca llego y me arrastro hasta la cafetería.

-¿Cómo es que siempre me dices?- pregunto y abrí los ojos. Su gesto era burlón y presentí que sus palabras no me iban a gustar.- una torbellino que altere le tranquilidad.

-¡cállate!-grite molesto, sobresaltándolo- ¿Qué estas queriendo decir? ¿Yo con esa berrinchuda?

-soy tu hermano, estamos en confianza- tomo una silla y se sentó frente a mí- ¿Qué es lo que piensas de ella? Olvídate del comentario sobre ustedes juntos, háblame de ella.

-está bien- suspire sentándome en la cama- pero nada de burlas ni sonrisitas.

-prometido- levanto la palma de su mano- tienes mi palabra.

-me molesta su falsa actitud de princesita. Me gustaría saber porque es tan infantil.

-¿falsa actitud de princesita?- pregunto ladeando la cabeza

-no me vas a decir que le crees su actitud de princesa, es tan falsa. Solo ella se la cree- sacudí la cabeza- es caprichosa, berrinchuda, hasta cierto punto prepotente, pero jamás la compararía con una princesa.

Esa mujer tenía un punto de locura muy extraño, la había observado y pasaba de la felicidad a la melancolía con mucha facilidad.

-ósea que es caprichosa sin llegar al horrible extremo de ser una princesa a la cual todos deben de rendirle reverencia- asentí aunque, por lo poco que había visto, si le gustaba que se hiciera lo que ella decía- ¿será que tiene alguna virtud?

Si- asentí y sonreí un poco- he visto que tiene un carácter explosivo, es perseverante, también es buena.

-quiero que me digas una cosa, con sinceridad- asentí cauteloso- ¿Qué es lo que te detiene para enamorarte?

-¿enamorarme de ella?- pregunte- le acabo de conocer hace dos días, ¿te parece poco?

-yo jamás dije que de ella- rodé los ojos, quería replicarle que era obvio, estábamos hablando de ella- quiero saber en general.

-tu sabes lo enamorado que yo estaba de mi princesa- suspire con melancolía- ella era todo para mí. Lo que soy el día de hoy es por ella. Todo se acabó por mi culpa, yo la presione.

De pronto el cuarto se llenó de silencio, mire a mi hermano y el evitaba mi mirada.

-Jasper- lo llamee y evito mi mirada- Jasper, que sucede.

-no sucede nada- musito aun sin mirarme- solamente que pienso, ojala y alguna vez enamorarme de manera tan fuerte como tú lo has hecho y ojala algún día superes lo que sucedió.

Dudaba que eso sucediera, y dudaba aún más que yo fuera a enamorarme de esa caprichosa berrinchuda. Cerré mis ojos y deje que el silencio me llenara. Si me relajaba un poco, quizás me quedara dormido.

Aun no sabía porque me caía tan mal, tenía la idea de que alguna virtud debía tener en ese cuerpecito, para ser amiga de Emmett. Pero cada día perdía más esa esperanza. Me desesperaba a niveles insospechados, aunque quizás era que me sacaba de mi zona de confort.

-amigo- me sobresalte cuando vi parado junto a mí a Emm- necesito un favor.

-Tiene que ser broma- musite golpeando mi cabeza con la pared- ¿Qué quieres?

-un amigo me trajo comida, pero tengo que ir a atender una emergencia- explico- ¿será que puedes bajar y recibirla por mí?

-¿y porque yo?- pregunte cansado- que vaya Jasper o que lo deje y tú vas por el en un rato

-no se va a ir hasta que lo entregue-replico- y jasper se fue cuando yo entre, el comenzó a atender la urgencia. Vamos, hazme ese favor y después vete a tu casa a dormir.

-No tienes derecho a pedirme ningún favor- me levante de la cama, molesto- pero es el último que hago por ti.

-anda, ayúdame y ya- me dio una palmada en el hombro y salió.

Me acomode la bata y camine en dirección al pasillo de servicio. Mientras caminaba en dirección al elevador me apoye unos segundos en la pared y después continúe subiendo al elevador. No podía mentir, tenía hambre pero ni loco me acercaría a la cafetería, quizás debía hablar con mi jefe y decirle que me sentía mal, hoy no tenía guardia así que no debía quedarme la noche.

Me di un golpe en la cabeza, había olvidado llamar a "la loca caprichosa" para cancelar la estúpida cita que se suponía que teníamos, verla hoy era lo peor que me podía suceder. No quería volver a verla en mi vida.

Y como si la hubiera invocado, cual pesadilla, estaba ella ahí, sosteniendo una mochila mientras sostenía entre sus manos su teléfono, su dedo se deslizaba en la pantalla. Me recargue en la pared a un lado, mientras ella se tomaba una foto haciendo caras graciosas.

-¿Qué haces tú aquí?- pregunte molesto. Bajo su teléfono y se giró hacia mí.

-Hola- murmuro.

-Te hice una pregunta y espero una respuesta.-le dije con voz dura, era una pesadilla. ¿Por qué no se podía quedar en el anonimato en el que había estado hasta hace unos días?

-Emmett me conto que por mi culpa estas enfermo del estómago, así que decidí traerte un poco de comida.-confeso en voz baja. Iba a tener que hablar muy seriamente con mi amigo. No quería que se metieran en mi vida.

-No necesito tu compasión, ni tu lastima- mi miro asombrada- tú y tu estúpida manía de que se haga lo que tú dices me tiene así, ahora vete.

-Prepare…

-¿tu cocinaste?- pregunte incrédulo- bueno, tu pretendes envenenarme- agacho la cabeza y dejo caer al piso la mochila.

-No pretendo que me aplaudas- hablo fuerte pero aun sin mirarme – solo trataba de ser amigable. Yo no sabía y tú tampoco me dijiste que te hacía daño la comida de ahí. Sin embargo sali temprano de mi trabajo y te prepare una cena, no pretendo que la comas en mi presencia. Te voy a dejar la mochila y puedes comértela o regalarla. Me envías mis utensilios con Emmett.

Me sentí mal por como la había tratado. Ella solamente trato de ser agradable y yo le había rechazado. Me dolía la cabeza al darme cuenta de que ella siempre estaba tratando de que las cosas entre nosotros fluyeran, aunque siempre había algo que lo arruinaba. En esta ocasión, yo. Hace unos minutos considere la idea de irme porque tenía hambre. Y ella me había cocinado.

Le tome su mano cuando se daba la vuelta para irse. Era suave, pequeña y por alguna extraña razón sentía que algo me amarraba a esa mano. Me llamaba a darle una cálida sonrisa, esa que estaba en mi cara cuando ella me miro.

-ya estás aquí- le dije en tono suave. Ella me miraba incrédula. Caray, parecía que había producido una mala imagen en ella. Aunque yo de ella no tenía la mejor y planeaba decírselo en cuanto subiéramos.- además no voy a estar informando a Emmett de todo lo que hacemos.

-fue un error que viniera- alejo su mano con agresividad. Vi en sus ojos que ahora estaba enfadada, parecían encendidos.-pretendía ser una princesa amable que se preocupa por sus semejantes. Quiero que me dejes de ver como una malvada mujer desconocida y que comiences a verme como tu amiga. Pero creo que jamás podrá darse eso. También te libero de ese estúpido compromiso de cita, fue un gusto conocerlo, Doctor Cullen. Que la comida le aproveche y lo haga sentir mejor.- dijo mi apellido con repulsión.

Salió de ahí sin mirar atrás. Mire la puerta y después a la mochila que aun esperaba en el piso. Sacudí la cabeza y le tome, poniéndome la correa en el hombro. Camine hacia la puerta pero no se veía por ningún lado. Quizás ya se había ido o estaba aún en su coche. "¿Qué iba a saber yo cuál era su coche? "Pensé pero segundos después un coche rojo se encendió con agresividad y después salió del estacionamiento. "Esa mujer tenía fascinación por el color rojo" pensé mientras entraba al elevador.

Entre en mi consultorio y deje la maleta sobre la cama de mi cuarto de descanso, después me di la vuelta y cerré las dos puertas de mi consultorio. Regrese y tome la mochila para abrirla en la pequeña mesa que tenía. Había tres toppers y una botella de agua. Uno tenía caldo de pollo con verduras, otro con un poco de arroz y el tercero contenía un pedazo de lo que parecía ser pastel sin cobertura, solo fresas.

Tome el caldo de pollo y el arroz y los metí dentro del horno de microondas. Mientras se calentaba y un delicioso olor inundaba el cuarto, tome un pedazo de pastel, sabia a limón y a fresa, la frescura me hizo gemir, estaba delicioso.

Me sentí mal por la porquería de persona que había sido, cuando ella solo intentaba ser mi amiga, se preocupó lo suficiente como para traerme un poco de caldo de verduras, el cual estaba delicioso.

Pero algo me obligaba a ser odioso con ella y eso era el miedo de enamorarme de esa pequeña muñequita de porcelana. De ese pequeño monstruito saltarín, que tan fácil se enojaba como era feliz, de la manera en como sus ojitos brillaban cuando se salía con la suya. Ese brillo era tan adictivo que me hacía querer rendirle reverencia o solamente moverme como su títere, con tal y no se apagara. Estaba consciente de que quizás solo era su capricho, un hueso duro de roer en su larga lista de hombres.

Era caprichosa, berrinchuda y era divertido ver como se enfadaba.

Termine de comer, sintiendo mi estómago feliz, quería darle las gracias y a la vez disculparme por lo mal que la había tratado. Decirle que le pagaría con una buena cena su gran acción.

Me prepare para salir del hospital, quitándome la bata, poniéndome la chamarra y tomando mi mochila junto con la de Isabella. Apague las luces y abrí la puerta.

Me puse en dirección a mi casa, mañana hablaría con Isabella. Aún conservaba su número de teléfono.

Al día siguiente Salí de bañarme pensando en lo que le diría a la caprichosa, me gustaba como le quedaba ese apodo. Sin embargo mis planes se fueron al traste cuando encontré a mi madre sentada en mi cama.

-buenos días mama- nos saludamos con un beso en la mejilla- ¿Cómo entraste?

-¿estoy bien, y tu?- enarco una ceja y continuo con sarcasmo- ¿acaso haz olvidado que esta es mi casa?

-claro que no, mami- replique- pero…

-al grano- sacudió la mano- ¿Cómo te encuentras?

-bien, hoy ya no me duele nada

-eso es raro- murmuro- por lo común a ti la enfermedad te dura varios días.

-quizás alguien me dio un remedio mágico- musite y me encogí de hombros esperando que no me escuchara, me equivoque.

-hablando de remedios mágico- murmuro y no pude evitar cerrar los ojos. Mi madre era demasiado intuitiva- ¿de quién es la bolsa con recipientes para comida que está en MI cocina?

-son de un amigo de Emmett- murmure mintiendo a medias- ayer me regalo un poco de sopa de verduras.

-vaya- la mire- no sabía que había "hombres" que hacían ese tipo de acciones, ¿Cómo se enteró que estabas enfermo?

-mami- me puse de pie- lo siento pero debo ir a trabajar. Seguramente tú tienes alguna clase que no puedes perderte.

-¿me estas reprochando algo?- diablos, intente salirme por la tangente y me salió peor.

-por supuesto que no, mami- le tome las manos y le sonreí- sabes lo mucho que te quiero y lo importante que eres para mí, eres una gran mujer.

-hijo- tomo mi rostro entre sus manos- déjate de zalamerías, que con eso no me vas a convencer.

-sabes que te quiero y que lo digo de verdad.

-a mí no me suena a verdad que me lo digas después de hacerme una ofensa- me regaño- yo me preocupo por ti, eres mi hijo.

-lo se mama- le sonreí- es solo que a veces hablo antes de pensar.

-alguna vez te toparas con la horma de tu zapato- me sonrió- ahora, sin zalamerías, dime como estas.

-bien- rodé los ojos un poco y ella me dio una pequeña cachetada- estoy bien, lo creas o no esa sopa me cayó de maravilla. Junto con un pedazo de pastel sin cobertura sabor a limón.

- cheesecake- la mire sin entender- bueno, pay de limón.

-como se llame, me cayó muy bien.

-¿y cómo va el trabajo?-pregunto y mantuvimos una conversación tranquila sobre mi trabajo, mis hermanos y mi padre. Pude ver que herí los sentimientos de mi madre y que intentaba alargar la plática. No había sido mi intención y quería decirle mis sentimientos hacia ella sin herirla.

-bueno hijo- se puso de pie- ya te entretuve mucho tiempo.

-te quiero mama- la abrase y la mire a los ojos- no te lo digo por…

-no te preocupes- me sonrió- sé que no era tu intensión, solamente intentas ocultarme algo

Mi madre era demasiado lista. Antes de que pudiera replicar se acercó a mi mejilla y me dio un beso para después salirme.

Sacudí la cabeza y termine de vestirme. Una camisa azul, un pantalón negro y zapatos negros. Estaba más que listo.

Tome mi bata junto con mi teléfono y baje a desayunar al comedor. Como cada mañana no había nadie, aunque mi hermana no tardaba en bajar a desayunar para después ir a trabajar.

Tome un poco de fruta con miel junto con jugo de naranja. Saque mi teléfono y entre a "WhatsApp" abrí la ventanita de "nuevo mensaje" y después el contacto que registre hace unos días "caprichosa", automáticamente me apareció un letrerito de "en línea", eso significaba que se encontraba conectada.

Edward

Hola -8:53 A.M.

Soy Edward- 8:54 A.M.

Segundos después me aparecieron dos palomitas, indicando que mi mensaje había sido leído, segundos después dejo de aparecer el "en línea", eso quería decir que vio mi mensaje y se fue. Como decimos vulgarmente "me dejo en visto".

¿Qué se creía esa caprichosa con aires de grandeza, ignorándome?

-Hola hermanito- me sobresalte y encontré a mi hermana sentada frente a mí, tomando un poco de fruta en un plato.

-Me asustaste- le regañe

-me di cuenta- sonrió- baje hace ya varios minutos, pero como estabas tan entretenido en el teléfono, decidí no interrumpir.

-Emmett, ya sabes- mentí a modo de explicación.

-Me da gusto que tengas a Emmett- enarque una ceja- así ninguna mujer entra a tu vida hasta que mi cuñadita regrese. Porque volverá, lo sé.

En ese momento volví a sentir retorcijones en el estómago. Dejo de apetecerme la comida. Me moleste conmigo mismo. Lo que más deseaba era que Kate regresara. ¿Entonces porque me incomodaba la idea?

-No te puedes enamorar de nadie más- sentencio mi hermana, haciéndome mirarla- mi cuñadita va a regresar.

- mejor me voy a trabajar- murmure tomando mi teléfono y mi bata.

-Edward no se ha casado y tú ya lo amarraste- murmuro Jasper. Mi hermana y yo giramos la vista hacia la entrada al comedor y lo encontramos parado junto a nuestro padre.

-Mi amiga…- murmuro mi hermana y mi padre le silencio con un gesto.

-si tu hermano se quiere volver a casar y a enamorar, está en todo su derecho- apoyo este.- tú no tienes ningún derecho a decidir.

-mejor me voy- tomo su bolso, pero antes de salir me dirigió una mirada helada. Me daba cuenta que mi hermana era más amiga de mi Exnovia que mía. Pero por ella conocí a Kate. Eran compañeras en una clase artística que tomaba mi hermana.

Y es que llevaba casi un año sin pensar en Kate. Y ahora con la llegada de la caprichosa la había recordado con la misma fuerza con la que la olvidaba.

-tu mama me comento que estabas enfermo- me dijo mi papa mientras me tomaba de un trago el jugo de naranja.

-si- musite- pero ya me siento bien. Un amigo de Emmett me regalo un poco de sopa de verduras.

-"un amigo"- musito mi hermano riéndose mientras fingía tener tos. Le di un golpe demasiado fuerte en la espalda mientras me despedía de él y de mi papa.

-cabron- murmuro en voz baja, intentando que mi papa no lo escuchara, fracasando en el intento. Tome la bolsa de cierta niña caprichosa y Sali de mi casa.

Así de rara y loca era mi familia.

En el estacionamiento del hospital le marque dos veces a la loca caprichosa pero me desvió la llamada. Sacudí la cabeza y Salí en dirección a mi trabajo. Le preguntaría a Emmett por ella, aunque estaba odiando tener que informar a mi compañero de todo lo que hacía con su amiga.

Me detuve de golpe en el pasillo hacia mi consultorio. Fue como caerme un balde de agua fría al darme cuenta que estaba considerando la idea de seguir frecuentándola. ¿Quería seguir sufriendo con sus caprichos? La respuesta me dejo helado, SI. O al menos quería saber si podíamos ser amigos.

Al entrar en mi consultorio tuve un susto mortal. Al encender las luces encontré a Emmett sentado en mi sofá.

-¡Carajo!- grite y él no se movió- ¿Qué dioses haces aquí? ¿Cómo entraste?

-¿Qué le hiciste a Isa?- pregunto ignorando mis preguntas, no conteste- ¿Qué le hiciste a mi amiga?

-discutimos, nada más- lo mire- ya le llame para disculparme y regresarle sus recipientes pero no me contesta.

-Algo más le tuviste que hacer o decir de mí, porque tampoco me contesta el teléfono.

-¿ya intentaste en su casa?- pregunte y asintió- ¿Dónde más la podemos localizar?

-en su oficina, pero no tengo el numero

-¿trabaja?- rodo los ojos- ¿de que?

En ese momento observe algo extraño, mi amigo dudo en contestarme y al final decidió salirse por la tangente.

-que te lo diga ella- antes de que preguntara algo más, cambio de tema- lo que puedo hacer es llamar a su casa y pedirle el número de su oficina o el de su mejor amiga, pero sinceramente no quiero usar a tanta gente.

-yo opino que dejemos pasar unos días, deja que se le baje un poco el coraje- y el berrinche, pensé. Mi amigo asintió, al no ver otra opción.- ahora vamos a ponernos a trabajar.

Y así fue como dejamos pasar una semana. Aunque creamos el hábito de llamarle todas las mañanas, intentando averiguar si su coraje había pasado pero solo lográbamos que apagara su teléfono. Y es que esa caprichosa decidió darse a desear e ignorarnos completamente. Deseaba que le rogáramos y casualmente lo estaba logrando.

Estábamos considerando la idea de usar a su madre, su mejor amiga y hasta mi hermano. Si era sincero, más que coraje, nuestra actitud me daba mucha risa.

Eso fue hasta que, diez días después mi amigo llego alardeando.

-¡ámenme!- grito abriendo la puerta de golpe. Mi hermano se sobresaltó, haciendo que riera muy fuerte.

-¿Qué carajos te sucede?- gritamos al unísono. El molesto y yo riéndome.

-hable con Isabella- sonrió al ver que sus palabras me alertaban- y tú, tienes una cita con ella. Por favor, esta vez no metas la pata.

-cuéntanos la historia- pidió mi hermano al ver que me quede en silencio. Se lo agradecí, no sabía que decir, menos que pensar. Aunque le hablo a Emmett, no dejaba de mirarme.

-fui a su casa- explico- la obligue a que me dijera porque nos odiaba. Me dijo que fuiste odioso y grosero con ella, después de mucho insistir, la convencí de que te diera la oportunidad de disculparte. Así que este viernes tienes una cita con ella. Te advierto que va a dar guerra porque está muy molesta pero esta es tu oportunidad de disculparte.

-En una sola oración me dijiste dos veces lo mismo- replique- ya entendí.

-eso espero- murmuro.

-deja de mirarme ¿quieres?- le dije molesto a mi hermano

-¿De dónde salió esa gran necesidad de arreglar las cosas con ella?- murmuro. No conteste- ¿acaso no era lo que querías? Ella fuera de tu vida.

-Simplemente quiero disculparme por ser un patán- rodo los ojos, escéptico- aunque no me lo quieras creer. Ahora, ambos, van a cruzar esa puerta y se van a ir a trabajar y me van a dejar en paz.

Con ansiedad e incertidumbre pasaron los días hasta llegar el viernes. Había decidido apagar mi cabeza y no pensar en la cita porque mi mente giraba sin darme ninguna tregua. Lo malo de no pensar en ello, fue que en realidad no planee nada.

Lo único que sabía era que ella llegaría al hospital y a partir de ese momento yo debía invitarla a algún sitio.

Cuando la tuve frente a mí no pude evitar admirar lo hermosa que era. Se veía expectacular en un hermoso vestido azul oscuro de manga larga y cuello cerrado. Medias negras y botines negros. Su cabello lucia ondulado con un sencillo maquillaje. Sin duda era una mujer hermosa.

-buenas noches- saludo. Su mirada y su tono de voz eran precavidos. Estaba esperando un ataque de mi parte.

-buenas noches- me acerque y le di un beso en la mejilla- luces hermosa.

-gracias- respondió- ¿a dónde vamos?

-Te seré sincero- respondí- no tengo planeado nada, espero y a la princesa no le moleste…

-Quizá podríamos ir a bailar- ofreció interrumpiéndome- o quizás a cenar, aunque esta vez no me hare responsable de su estómago.

-por favor, no me hables de usted- pedí- y me parece bien ir a cenar.

-me parece una gran idea- concedió con una linda sonrisa-lo sigo.

-¿has traído tu coche?- pregunte y ella negó- me parece perfecto. Conozco un lugar de comida italiana aquí cercas.

Abusando un poco de su buena disposición, tome su mano; era suave y cálida y por alguna extraña razón se amoldaba a mi mano. Me gustaba la sensación de nuestras manos juntas. La guie hasta mi coche en un cómodo silencio.

-¿Edward es tu único nombre?- pregunto en cuanto arranque el coche.

-¿No, Por qué?- ella se encogió de hombros.

-buscaba una manera de entablar conversación y conocerte- explico y después guardo silencio. No sabía que era lo que me ocurría con ella, todo lo que con los demás me era fácil, con ella se convertía en imposible. Era como si todos mis sentidos me gritaran que me alejara y que me acercara al mismo tiempo. Era tan confuso.

-tu nombre es muy lindo- intente y ella solo sonrio un poco y después se giro a la ventana.

-no es necesario que hagas esto- murmuro cuando apague el coche. Acabábamos de llegar al restaurante.

-no se…

-no es necesario- me interrumpió repitiendo- no cuando esto no te interesa, te causo tanto repelús que esta noche va a terminar arruinada.

-me interesa- me sincere- es solo que eres muy distinta a lo que conozco.

-¿Cómo sabes que soy distinta si no te das la oportunidad de conocerme?- rio- no te estoy rogando, te estoy dando la oportunidad de que des media vuelta y te olvides de que existo.

-ya estamos aquí- insistí- vamos a cenar.

Salí del coche y lo rodee para abrirle la puerta.

-te daré la oportunidad de tratarme como un caballero- dijo antes de darme la mano y salir del coche.

-¡Edward!- gritaron cuando cerraba la puerta. Me di la vuelta y encontré a un viejo amigo que se había ido a España hace años. Aunque no me miraba a mi sino a mi acompañante.

-Mauricio- tome por la cintura a mi compañera. Gesto que no paso desapercibido para mi amigo- ¿Cómo estas?

-Colega-sonrio- no me presentas a esta guapa.

-Mauricio ella es Isabella. Isabella él es Mauricio.

-Mucho gusto señor.

-El gusto es mío guapa- me miro- ¿es tu churri?

Si- mentí- pero cuéntame, ¿Cuándo regresaste de España?

-¡Ostias! Perdóname amigo, yo mirando lo que no debo- se disculpó- regrese hace poco. Si me disculpan llevo prisa. Un gusto señorita.

Salió corriendo de prisa hacia un coche estacionado más adelante.

-¿Churri?- pregunto Paola- ¿Qué es eso?

-no se- mentí- le dije que si por quitármelo de encima. Vamos

Entramos y el maître nos llevó hasta una mesa en el exterior cerca de una linda fuente. Nos tomó la orden y nos llevó una botella de vino antes de que comenzáramos una conversación.

-¿tienes más hermanos aparte de Jasper?- pregunto y yo asentí.

-sí, mi hermana pequeña se llama Jane- respondí tranquilamente- ¿y tú?

-sí, Rosalie- hizo una mueca que no me pasó desapercibida.

-¿sucede algo con ella?- negó- es que hiciste una mueca extraña.

-Mi hermana vive en los Ángeles, California. Tiene muchos años que no la veo.

-Pero tus padres la frecuentan- adivine.

-No- negó- no tiene buena relación con papa y con mama está un poco distanciada. No le gusta comunicarse con nosotros.

-oye- intente cambiar de tema- el otro día Emmett no me quiso decir a que te dedicas.

-Está loco – tomo un poco de vino- soy arquitecta.

-¿de verdad?- asintió y después rio.- ¿sucede algo?

En ese momento se acerco el mesero con nuestros platillos. Interrumpimos la conversación mientras el colocaba los platos y se retiraba.

- soy del tipo de mujer que se ensucia las manos y se mete en una obra aunque cada dos por tres me resbalo en las obras.

-No te preocupan los trabajadores morbosos que ven a una niña guapa.

-en primera no soy ninguna niña- replico molesta- y en segunda, se perfectamente hacerme respetar. Me molestan más los comentarios estereotipados.

-Mira quien lo dice- replique- eres una niña que va por la vida representando un estereotipo. El de una princesita, caprichosa y berrinchuda.

-Lo que yo sea en mi vida personal no tiene nada que ver con mi trabajo- se defendió- amo cada cosa que hago, soy apasionada y soñadora.

-Tu novio se debe de sentir muy afortunado por la mujer que tiene a su lado.

-No- se mostraba casi furiosa- no hay novio, hay personas que no saben valorar lo que tienen.

Era obvio que las cosas entre ellos no habían terminado bien.

-En cambio su novia de usted me tiene molesta- la mire sorprendido- ¿Qué chica se atreve a permitir que su novio se enferme y no intenta aliviar su dolor de alguna manera?

-Te prohíbo que digas algo sobre ella- me miro sorprendida- tú no tienes ningún derecho a criticar lo que yo signifique para ella.

-¿significaste?- pregunto

-¡cállate!- me levante de la mesa- ella se fue por mi culpa, pero tu no eres mucho mejor que ella. Asi que te prohíbo que te refieras a eella de alguna manera.

En ese momento saque mi billetera y lance unos billetes a la mesa para después darme la vuelta y salir de ahí.

Camine por el pasillo en dirección a la salida pensando en que jamas podría llevarme bien con alguien que lo único que intenta es urgar en la vida de la gente aunque no podía evitar notar que toda ella era diferente a lo que conocía.

Odiaba a esta niña, porque eso era, una niña. Su comportamiento era infantil y odiaba la forma en que intentaba saber de mi vida. ¿A ella que le importaba lo que yo fuera?

Fue en ese momento cuando lo hizo. Mi mente se había bloqueado por completo, incapaz de reaccionar de alguna manera.

Zalamería: demostración de cariño empalagosa.

Repelús: temor indefinido o repugnancia que inspira algo

Churri: novia

!de mis capitulos favoritos! aunque despues de este inesperado final correré a razon para esconderme es que por motivos universitarios las actualizaciones se amplian una semana, es decir ahora seran cada 3 semanas.

yenliz gracias por tu review.

lo unico que les puedo adelantar es que aqui terminan las peleas, digamos que a partir de aqui avanzan.