LA HISTORIA ES COMPLETAMENTE INEDITA PERO LOS PERSONAJES SON DE LA MARAVILLOSA NAOKO TAKEUCHI
CAPITULO 2
JUNTOS
*Escocia1744— Castillo Tzukino*
Muchos habían sido los inviernos que ella había esperado en aquella torre, observando fervientemente hacia el horizonte con la firme esperanza de verlo llegar, poco le había importado las palabras de su hermana, o del mismo Malaquite, ella no se movería de allí así tuviese que esperarlo el resto de su vida ella lo haría.
— ¿Vas a llegar? ¿Lo harás, verdad Mamoru? Aunque ya no seas para mi tienes que regresar—sus palabras eran absorbidas por el frio aire de invierno, así como sus lágrimas—No importa lo que los demás quieran, no me importa lo que ellos digan—cerro su mano contra su pecho presionando aquel zafiro que le recordaba su mirada, aquella mirada que cada noche imaginaba en sus sueños.
—Usagi—Minako como siempre era la encargada de estar a su lado, le sonrió sinceramente al ver su abultado vientre, Minako cargaba orgullosa en su vientre el fruto de su amor entre ella y Malaquite.
—Tuviste mucha suerte—susurro acariciando su vientre—mi hermano volvió sano y salvo para amarte y hacerte feliz—sus lágrimas caían libres por sus rosadas mejillas—tienes dentro de ti la prueba de que él te ama, la prueba de que su amor es verdadero…en cambio yo…—
"Solo tengo el recuerdo de su sonrisa joven y de su mirada"
Quiso decir esas palabras.
Minako arreglo su vestido, guiándola hacia la ventana.
—Lo siento, se cuanto lo amas y cuanto le has esperado Usagi, estoy segura de que él te amaba también, pero no puedes seguir así y menos ahora—Usagi miro sus ropas, no muy contenta— Sabes que no tienes que hacerlo, sabes también que nuestro padre, lord Armando y Malaquite están dispuestos a todo por ti.
Usagi cerró sus ojos y lo pensó por un momento, su decisión era difícil, lo era.
—No voy a poner en riesgo la vida de nuestro padre, él fue un hombre de batallas en su tiempo, Lord Armando también, pero ahora ya no cuenta con la misma gallardía y fuerza de su juventud, no dudarían en una batalla—cerro sus ojos con fuerza recordando la amenaza de Diamante.
*Inicio FB*
— ¡Esto es absurdo, he sido paciente contigo mi lady, pero mi paciencia ha llegado a su límite!
La caballerosidad con la que el príncipe Black se había presentado ante ella hace algunos años atrás había desaparecido, en cuanto la corona de su difunto padre había sido puesta en su cabeza.
Hace tres años atrás él había llegado con una carta en sus manos, una carta de su amor, una carta de Mamoru, donde le decía que pronto volvería, que la vería en el verano siguiente y pediría su mano, una carta donde le declaraba su amor con palabras dulces y sinceras, aquella carta que hace tres años atrás guarda con profundo amor.
—Nunca le pedí o alenté su espera por mí, mi señor—hablaba tratando de esconder su temor—al contrario siempre fui sincera con mis sentimientos, recibí cada una de sus cartas, pero lo hice con la pura intensión de no ofenderlo.
— ¡Eres tan necia!—la ira en esencia emanaba de la voz del nuevo rey de Escocia— ¡te dije que yo mismo lo vi morir!—ella negó.
—Entonces porque no lo trajo conmigo—no quería llorar.
—Eso es una locura, Usagi, era una guerra, no tienes ni idea de cuantos cuerpos quedaron atrás… ¡entiende de una vez, él está muerto!—golpeo la mesa del solar con rabia, el sonido hizo que su piel se erizara por el temor.
Diamante se había obsesionado con ella desde el momento en que poso sus ojos en ella, la belleza que Mamoru describía era verdadera y aún más, sus ojos los habían eclipsado y su voz era música para él.
Poco le había importado enviar a su amigo a innumerables batallas con tal de tener una sola oportunidad con ella.
Cuatro años habían pasado desde que había visto a Mamoru por última vez, deseaba que para ahora aquel hombre al que había encargado la muerte de Chiba ya hubiese logrado su cometido y que ahora los cuervos estén devorando su carne.
El había ido a la guerra pero siempre era protegido por los caballeros personales de su padre, cuatro años de ir y venir esperando paciente su decisión, esperando paciente que la enfermedad de su padre acabara con él, ya que su padre era lo único que se interponía entre Usagi y el, solo que ahora que era el, había decidido que ya era suficiente.
—Te casaras conmigo quieras o no—espeto entre dientes—Mi padre ha muerto, ¡el rey soy yo!—lo último lo dijo con un destello de maldad, así era ahora, el Rey Jedaite Black había fallecido presa de una rara enfermedad que lo había consumido, lo malo fue que con su muerte no había quien detuviese a su hijo.
Lo cierto era que ahora el rey era Diamante Black y con su reinado la tiranía había llegado a Escocia.
—La amistad de Escocia y la del feudo Tzukino y Chiba dependen de ti—la confusión hizo presa de ella.
— ¿Qué quiere decir con eso?
—Quiero decir mi lady—se acercó a ella sin ningún pudor—que serás mi esposa y en eso no hay discusión.
—Usted no puede obligarme, a menos que yo quiera o mi padre me obligue.
—Sé que tu padre no te obligara, pero tu si querrás casarte conmigo a menos que quieras que tu anciano padre y el padre de Chiba sean llamados a servir a la corona—deslizo su mano por el borde su escote—dudo mucho que ese par de ancianos resistan una sola batalla.
Sus palabras quedaron atoradas en su garganta, era cierto que lord Chiba y su padre eran fuertes pero las duras batallas de su juventud y la perdida de sus esposas habían sido mucho para ellos.
Su madre Ikuko Tzukino había fallecido junto a su bebe dando a luz la muerte de su madre había sido la perdición de su padre, él había perdido las ganas de seguir hasta el día en que vio llegar a Malaquite.
Por otro lado la madre de Mamoru no pudo resistir la pérdida de su único hijo, un año después de enterarse de su muerte ella falleció.
—Ellos preferirían ir a la guerra que permitir esto—y así era ella lo sabía, nadie en el feudo era ajeno al amor que ella sentía por Mamoru, una sonrisa siniestra se adueñó de él.
—Sería una pena que tu hermana Minako quedara viuda… ¿no lo crees?
—De que habla…—pregunto sin aliento.
— ¿Crees que Malaquite sea capaz de vivir una guerra?—su piel se erizo, ella amaba a su hermano y más que nada amaba la familia que el había formado con Minako—Lo he visto muchas veces caerse de sus caballos, dudo mucho que pueda pelear con su pierna en ese estado.
Su pecho dolía, no podía permitir aquello, su hermano ahora solo contaba con la mitad de una de sus piernas, esa era la razón por la cual el había sido devuelto a casa, una roca había caído en su pierna, la cual tuvieron que cortar para salvar su vida. Además no podía dejar a Minako perder su amor y a su sobrino perder su padre.
— ¿Que dices Usagi…aceptas ser mi esposa?
Pensó en él, ella estaba segura de que volvería, nadie le creía, pero ella así lo sentía, las lágrimas no se hicieron esperar.
"Lo siento mi amor"—pensó cerrando sus ojos con dolor.
—Acepto—una sonrisa se estiro en sus labios, quiso besarla pero ella se apartó.
—Oh mi lady, ahora te niegas a un beso mío—se acercó a su rostro besando su mejilla—pero te aseguro que la noche de nuestra boda, rogaras por mis caricias. Anunciare nuestra unión, quiero que todos se enteren, nos casaremos dentro de tres días, no quiero demorar más esto, espere la muerte de mi padre para poder poseerte y ahora haz aceptado…ha sido tu voluntad…eres mía Usagi, lo fuiste desde el primer día que escuche tu nombre.
*Fin FB*
—Usagi, díselo a nuestro padre, dile Malaquite, diles la verdad diles que el rey te obliga, ellos no lo permitirían…
— ¿Estas dispuesta a perder a mi hermano?—refuto, Minako negó fervientemente—Entonces no me pidas que diga la verdad, el los enviara lejos y no dudo de que sea el mismo, quien se encargue de que no vuelvan—sus manos golpearon con fuerza el alféizar de la ventana—lo único que espero es que donde sea que Mamoru este me perdone por lo que estoy por hacer.
…
Estaba enojado, no, esa palabra no bastaba para descifrar lo que sentía, furioso ni siquiera eso alcanzaba.
Bebió de su jarra de cerveza de un solo golpe.
—Oye chico, no asistirás a la boda de tu hermana— el tabernero regordete solo recibió un gruñido, Malaquite golpeo con fuerza la barra de madera haciendo que esta crujiera.
—Debí haberme largado contigo y traer tu trasero sano—hablaba consigo mismo, nunca pudo perdonarse, el haber regresado y que su amigo nunca haya vuelto, era una tortura ver la tristeza en los ojos de su hermana— ¡Otra!—rugió al tabernero, el cual pego un salto por su grito.
—Sé que ella esconde algo—él sabía que Usagi escondía algo, lo presentía, no le había podido sacar nada a Minako—¡mujer necia!—gruño, bebió su segunda jarra de cerveza hasta dejarla vacía, tiro dos monedas en las tablas y salió dispuesto a encontrar respuestas—No permitiré de ninguna manera que Usagi se case con ese traidor—lo detestaba, aquel cobarde se escondía de las batallas con la ayuda de su padre, y para ahora estaba seguro que el tenia algo que ver en la muerte de Mamoru.
Nunca dijo nada porque sabía cuánto dolor le causaba al lord Chiba, él decía sentirse orgulloso de su hijo, ya que había dado su vida por Escocia, pero en el fondo aun le dolía la pérdida de su hijo.
—¡Por los dioses!—maldijo al sentir una punzada en su pierna…o al menos en lo que quedaba de ella.
Monto su caballo sin dificultad, si, era cierto que faltaba la mitad de su pierna, pero tenía fuerza suficiente para defender al Castillo Chiba, un tumulto llamo su atención, pudo ver varios estandartes del Rey Jedaite ondeándose, lo que le pareció extraño, Diamante había cambiado el estandarte de su padre al morir. Arrugo su ceño.
— ¡Por Escocia, cortaran la cabeza de eso imbéciles si eso llega a oídos de Black!—se acercó lo justo para prevenir con un grito.
—Llevo en una de mis carrozas un enorme barril de wisky—su cabeza casi se desprende de su cuello al voltear a aquella voz—tengo una promesa que cumplir—Mamoru sonrió.
— ¡Por los dioses!—susurro incrédulo ante lo que tenía a sus ojos, desmonto su caballo, de un salto—Debo estar ebrio—aseguro—sí, estoy malditamente ebrio.
—Yo debo estarlo también Malaquite—Mamoru reía burlón—creo que falta la mitad de tu pierna y eso no va bien con tu fea falda escocesa… ¿es que no piensas saludar a tu hermano?—nada preparo a Mamoru par lo que venía, un gran y fuerte puño fue a para a su rostro.
— ¡Por Badb, eres real!—una enorme carcajada retumbo en su pecho, cuando un golpe fue asestado en su rostro, se tambaleo pero fue sujeto por su amigo, los dos rieron abrazándose fuertemente. — ¿Qué haces aquí?...es decir…Mamoru… ¿Dónde demonios has estado?
—Debía volver a casa, y debía cumplir mi promesa, no pensé que te encontraría en el camino—hablo feliz, Mamoru había viajado todo el día a caballo, estaba dispuesto a llegar al castillo Tzukino había cambiado de idea, primero que nada deseaba ver a Usagi con su alma—Veo que las batallas te dejaron un recuerdo amigo mío.
—Mamoru—lo llamo Motoki—los caballos están listos, y los hombres también.
—Amigo—palmeo su hombro con fuerza—créeme que quiero saber de tus hazañas, pero si no veo a Usagi ahora creo que no podré seguir más.
La sonrisa de Malaquite murió.
—Todos creen que estás muerto.
Mamoru sintió fuego cruzar por su pecho.
— ¿Muerto?—su amigo asintió—No puede ser—gruño—Yo nunca tuve noticias de ustedes, pero siempre me encargue de que el rey supiera que estaba vivo.
— ¡Maldito!—rugió Malaquite— ¡sabía que aquella escoria escondía algo! ¡Monta tu caballo debemos llegar pronto al castillo de mi padre!
— ¡¿Qué demonios está pasando?!—espeto.
—Es Usagi…ella está en peligro—eso fue lo que basto para que Mamoru ordenara a sus hombres seguirlo y estar preparados.
Malaquite informo a Mamoru de pocas cosas, en especial lo que estaba a punto de suceder en el castillo Tzukino.
…
Era hoy que sería su boda con aquel cruel hombre, bajo las escaleras de piedra escuchando la música de las gaitas en el gran salón, a su paso no había felicidad, más bien miradas de sufrimiento, nadie quería esa unión y nadie entendía el porqué de haber aceptado.
—Usagi si sigues andando con ese vestido se manchara todo, mas aquí en la cocina—dijo con sus ojos llenos de lágrimas, ella no era feliz con esa unión, Usagi miro a Lucy con amor, ella se había convertido en su madre, le dio un abrazo y sin decir nada camino hacia afuera donde los copos de nieve habían empezado a caer del cielo.
—Es injusto—susurro—siento que te he perdido dos veces, te perdí en el final de un invierno y ahora te pierdo para siempre en el inicio de otro.
Observo su vestido blanco, era hermoso, no lo dudaba pero su corazón era infeliz, extendió su mano y observo derretirse la nieve en su palma.
—Quisiera decir que te dejo libre, que te dejo libre de amar y ser amado, pero no puedo…no sé si soy egoísta, pero espero que tu corazón nunca me olvide—beso el zafiro que colgaba de su pecho—porque mi corazón nunca dejara de amarte Mamoru.
—Y el mío nunca dejo de hacerlo—escucho a su espalda, giro extrañada al no reconocer aquella voz, entonces su corazón estallo.
El aire se contuvo en sus pulmones al reconocer sus ojos, llevo una de sus manos a su pecho para calmar su corazón y otra a su boca para acallar un grito.
—Mamoru—dijo casi sin aliento.
—Princesa—desde ese momento no fue consiente de nada ya que la oscuridad la arrastró consigo.
…
La había visto, al fin había visto a su amada, más que eso ahora ella estaba entre sus brazos, sabía lo que vendría después de lo que estaba haciendo, estaba secuestrando a la futura esposa del rey de Escocia y eso a el poco le importaba, ella era suya, la observo por un momento, se había desmayado en el momento en que sus ojos se encontraron.
—Por los dioses Usagi eres tan hermosa que la misma diosa Badb sentiría celos de ti—sonrió, al verla entre sus brazos, levanto su amplia capa para cubrirla del frio, su caballo corría veloz contra el viento, la nieve ahora caía a raudales.
Cuando Malaquite le conto que Usagi se casaría con Diamante toda su ira emano de su ser, ella lo había esperado 7 años y no podía ser que ahora se casara.
Sus hombres tenían la orden de quedarse a órdenes de Malaquite, el quiso quedarse, pero no lo hizo por exigencia de su amigo.
—Diamante es el rey de Escocia, si te ve matara a todos lo que se interpongan, será diferente si Usagi solo desaparece, para todos tu estas muerto, Diamante no armara una guerra contra nosotros si la decisión de escapar fue solo de ella y en cuanto a tus hombres solo diré que yo los invite a la boda—esas habían sido las palabras de su amigo, antes llegar a los patios del castillo.
Su corazón sintió desbordarse al verla, muchas veces había soñado con ella y su vestido de novia, quería reclamar y pedir explicaciones, pero al escucharla todo había quedado claro para él, ella aun lo amaba.
…
Era tibio, el lugar en el que se encontraba era tibio, pudo escuchar el sonar de la madera quemando en el fuego, abrió sus ojos lentamente y la oscuridad le dio de lleno, una pared sucia se hizo delante ella.
Se sentó de golpe.
— ¿Dónde estoy?—hablo asustada, la habitación era pequeña, y cálida, frente a ella una pequeña chimenea, el ruido proveniente de la parte de debajo de su habitación llamo su atención, eran gritos en celebración de hombres y mujeres, no entendía, lo último que recordaba era estar en el patio del castillo cuando…— ¡Mamoru!
La puerta fue abierta cuando al levantar su mirada sus ojos se cruzaron, su cielo y sus zafiros se mesclaron con añoranza e incredulidad, corazones sin saberlo latían a un mismo compas escuchándose y reconociéndose, amándose desde hace mucho tiempo dos corazones se encontraban nuevamente, no pudo resistirlo se lanzó a sus brazos, se envolvió en el, sintió sus brazos deslizarse por su cintura, absorbieron ese momento lo necesitaban el silencio fue suficiente para entender cuanto se habían extrañado.
—Estas aquí—susurro en su oído—sabía que volverías—su cuerpo se agito por su llanto—sabía que cumplirías tu promesa, mi corazón me lo repetía cada día.
—Estoy aquí princesa, estoy aquí y ahora mi promesa es jamás alejarme de ti…nunca, nunca te dejare por nada—sin quererlo se separaron un poco solo para poder reflejarse cada uno en la mirada del otro—Por los dioses Usagi—sonrió—eres aún más hermosa de lo que alguna vez pude haberme imaginado—ella sonrió complacida.
Insegura deslizo sus dedos por su largo cabello, el cerro sus ojos entregándose a esa pequeña caricia—tu cabello…es aún más largo—sonrió—y esta barba no la imaginaba en mis sueños—toco su rostro—Mamoru… ¿en realidad estas aquí?—pregunto con un sollozo.
—Esto es tan real como el amor que siento por ti Usagi.
— ¡Oh Mamoru, no puedo creer que estés aquí!—dijo con lágrimas en los ojos—tuve tanto miedo por ti.
— ¡Shhhtt!, ya no digas nada amor mío y no llores que ahora estamos juntos y nada ni nadie nos va a alejar.
—Temía tanto que no regresaras mi amor—dijo ella mientras acariciaba su rostro con su mano— he suplicado a todos los dioses para que regresaras sano y salvo—el levanto su rostro sujetándola por la barbilla y beso su frente.
—Nada, escúchame bien, nada en este mundo podría hacer que me aleje de ti, porque te amo y lucharía contra mi propio destino por regresar a ti y volverte a ver amor mío, siempre hallaría la forma de llegar a ti ser felices juntos.
—Deseo con todo mi ser que esto sea más real que nunca Mamoru, desearía que esto nunca terminara y que nuestro amor sea capaz de perdurar a través del tiempo, incluso del mismo destino que nos ha separado por tanto tiempo…si la vida nos diese más tiempo o la oportunidad de encontrarnos en otra vida, juro que llegaría a ti para amarte una vez más, tal como lo hago ahora– el tiempo sería el encargado de hacer que esa promesa se cumpliera sellaron sus promesas con un beso. Solo el fuego frente a ellos y el amor que ambos se profesaban fue testigo de una promesa que uniría sus almas a través del tiempo.
Mamoru se había negado a pasar la noche en la misma habitación que ella, él la amaba, pero así mismo la respetaba, ella seria suya solo cuando fuese su esposa.
…
La noche anterior Mamoru le había explicado a Usagi lo que había sucedido, le había parecido cruel lo que Diamante había hecho con Mamoru, jamás le perdonaría algo así.
—Estoy preocupada por mi padre y mi familia—Mamoru cabalgaba a su lado, ya no llevaba su armadura, se había cambiado antes de salir del pueblo, ahora lucia como cualquier persona de pueblo, observo su ropa, atrás habían quedado, los caros vestidos y telas de seda, ahora solo llevaba un vestido de lino, capa de lana y botas. Se preguntaba qué diría Minako si la viese vestida así.
—Ellos estarán bien—levanto su vista hacia Mamoru.
"Es tan guapo"—pensó mientras su rostro se calentaba, nada la había preparado para tal belleza masculina.
—Quisiera saber a qué se debe el dulce sonrojo de tus mejillas—él sonrió en su dirección, lo que solo hizo que su rostro se calentara aún más.
—Yo…yo…—no sabía que decir y la sonrisa de él no se borraba—Mamoru deja de reírte—reclamo y el asintió con diversión. — ¿Hacia dónde vamos?—quiso cambiar de tema no estaba dispuesta a seguirse avergonzando.
—A las tierras de mi padre.
—Si Diamante se entera de que tu estas vivo…
—Lo sé, en aquellas tierras hay un lugar especial para mí— la miro—es una pequeña cabaña de piedra que mi madre mando construir, el acceso no es fácil, es más podría decir que solo yo se llegar hasta allí, estaremos allí por un tiempo.
Ella asintió, pensando que con tal de estar a su lado viviría hasta en un pantano plagado de alimañas.
—Allí viven solo un par de ancianos, ellos cuidan del lugar.
— ¿Cuánto falta para llegar?
—Dos días a caballo… ¿quieres descansar?—ella le sonrió.
—No, estoy bien—vivirían en un mismo lugar, quizá…sintió calentarse su rostro nuevamente, sacudió su cabeza espantando esos pensamientos indecorosos.
—De verdad quisiera saber qué es lo que piensas Usagi, que hace que te sonrojes tanto—se burló.
—Na…nada….no es nada—aseguro.
…
— ¿Estas bien?—el fuego lanzaba pequeñas chispas alrededor de ellos, calentó sus manos frente al fuego.
—Lo estoy—aseguro.
Se inclinó un poco más hacia la chimenea y el colgante salto de su cuello. Él sonrió más que complacido, esa era una muestra más de que ella lo amaba, saco de su pecho el collar que ella había hecho para su piedra del destino era así como le decía.
—Mira—la extendió en su mano.
—Aun la llevas—se sorprendió.
—Es importante para mí, así como lo es para ti— señalo el zafiro en su pecho.
—Me recuerda siempre tu mirada—le sonrió con amor, el suspiro.
—Hubiese querido que todo fuese diferente.
—Las cosas son como tienen que ser, tu madre siempre decía eso.
—Muero de ganas de verla, a ella y a mi padre.
Usagi se sorprendió, se dio cuenta de que el aún no sabía nada, y le dolió mucho ser ella quien debería decirle la verdad. Ella sabia el amor que el guardaba por Gea.
—Mamoru—poso su mano sobre la de el—muchas cosas han pasado desde que te marchaste.
—Lo sé, es solo que mis padres aún no saben que estoy vivo y quisiera tanto…
—Mi madre murió—Hablo Usagi deteniendo sus palabras.
—Princesa…cuanto lo siento—hablo sincero envolviéndola en un abrazo.
—Murió dando a luz a mi hermano…el tampoco sobrevivió.
—Debió ser duro para Lord Kenji, se notaba mucho cuán importante era lady Ikuko para él.
—Lo fue, se abandonó a sí mismo, solo hasta que mi hermano regreso, fue capaz de recuperarse…Hay algo más que debes saber.
— ¿Qué es?
—Un día Diamante llego al castillo Chiba, mi padre Minako y yo vitábamos a tu padre ya que había estado mal de salud, Diamante dijo que habías muerto—Mamoru cerro sus puños con impotencia.
—Jamás deje de dar señales de mi existencia, el rey sabía que estaba vivo.
—No sé cómo sucedió pero Diamante se las arregló para que no supiésemos de tu existencia es solo que…tu madre Gea.
— ¿Qué pasa con ella?
—Ella no pudo superar tu muerte…ella falleció un año después de que supiéramos de tu supuesta muerte.
No lo podía creer, su madre había muerto por la mentira de un hombre cruel, dolía saber que había estado lejos de su padre en aquel tiempo, su madre era la existencia de su padre y sabia cuan vacío estaría sabiendo que había perdido a su hijo y la mujer de su vida.
—Diamante debe pagar por lo que ha hecho—se puso de pie, incapaz de contener su furia golpeo la pared de madera con fuerza—juro que pagara por sus mentiras, lo buscare y acabare con el— recogía sus pertenencias sin pensar en nada mas que no sea su madre.
— ¡Si lo haces te matara!—Usagi lo detuvo de su brazo.
—Moriré vengando a mi padre y la muerte de mi madre—espeto en la puerta de la habitación.
Usagi lo soltó sintiendo dolor en su pecho—Entonces todo esto ha sido en vano.
Mamoru se dio cuenta de su error.
—Volverás, harás que te asesine…y luego él se casara conmigo—intento acercarse, pero ella no se lo permitió—me reclamara como suya y entonces nada de esto valdrá la pena—soltó con sus mejillas llenas de lágrimas.
Se quería golpear a sí mismo, solo se había dejado llevar por el dolor sin pensar en ella.
—Lo siento—se acercó abrazándola—lo siento princesa—beso su cabeza. Lo aferro a sí misma.
—Sé que sufres, y quiero que sepas que tu dolor es mío también, pero si algo te llegara a pasar a ti, yo no podría soportarlo Mamoru…simplemente no podría.
—Seguiremos nuestro viaje, estaremos juntos y nada ni nadie va a cambiar eso.
…
*Esperemos que no haga ninguna estupidez ¿verdad?*
*Chicas un enorme saludo a ustedes, espero les agrade el capítulo*
