LA HISTORIA ES COMPLETAMENTE INEDITA PERO LOS PERSONAJES SON DE LA MARAVILLOSA NAOKO TAKEUCHI

CAPITULO 3

—Entonces dígame usted mi señor, ¿Qué es a lo que usted llama amor?

—Jamás he nombrado algo tan vano como amor.

—Vano… ¿Cómo puede llamar vano, a un sentimiento tan puro y verdadero como lo es el amor? Es que vuestro corazón es tan frio que es incapaz de sentirlo—Los ojos de Aila se llenaron de lágrimas, le había amado desde el primer momento en que había visto sus verdes ojos, lo duro era saber que aquel maravilloso y oscuro lord no sentía lo mismo por ella.

El sintió algo cálido moverse en su fría alma, hace mucho que se había negado a sentir y no empezaría hacerlo por ella.

—Mi lady solo una cosa puedo decir—sus palabras se escuchaban duras igual o más que su mirada—…es usted mi prisionera, y eso nada lo puede cambiar, el castillo y las murallas de vuestro padre han caído—algo siniestro y malvado se apodero de aquella mirada que ella tanto amaba, eso la hizo trastabillar, llevo la mano a su pecho tratando de proteger su corazón—le aseguro mi lady, que no dejare que mis murallas caigan también por vuestra culpa, seré maldito el día que las luz de sus ojos me liberen de la oscuridad de la que he sido preso toda mi vida.

Se alejó de ella cerrando la puerta de la torre, sus pasos se perdieron hasta que solo el silencio quedo con ella. Su corazón latía triste y feliz a la vez, él le temía, un hombre tan fuerte y guerrero como él le temía, no solo a ella…sino también al sentimiento más infinito que existía en el mundo…el amor.

—Amado mío, si tú no eres capaz de llegar a mí a través de mi luz, entonces sin duda alguna seré yo quien se funda en la oscuridad junto a ti—sus palabras fueron solo un susurro que sonó como una promesa, una promesa que estaba dispuesta a cumplir…

Cierro el libro enojada…no, furiosa— ¿Cómo puede ser posible que las mujeres siempre estemos dispuestas a dejar de lado nuestra propia felicidad por hombres que no quieren ser salvado de ninguna manera?—bufe— ¿Por qué demonios nacimos con ese complejo de salvadoras de idiotas masoquistas?

—Toc, toc amiga—la rubia cabellera de Mina aparece a través de la puerta— ¿leyendo?

—Leyendo—asegure.

—Ahora porque sufres amiga.

—Por nada en concreto, solo por la necesidad imperativa que tenemos nosotras las mujeres de sufrir por amor—su sonrisa se amplia.

—No todas sufrimos por amor—rio con ella, en la semana que hemos estado en este castillo Malachite y ella han llevado una relación bastante mmm…. ¿moderna?

—Sí, tu no sufres tanto por amor que digamos más bien tu sufres de exceso de amor.

—Él es maravillosos Serena.

—Esperaba que lo dijeras, él y tu despliegan miel por donde pasan, es más estoy pensando hacer lo mismo que hace ese ogro que vive en el bosque, viviré en un cabaña para no ver lo bien que se ven juntos.

—Estoy tan feliz Sere, gracias por venir conmigo, Malachite es por mucho lo mejor que me ha podido pasar en mucho tiempo—sus ojos brillan de felicidad y eso me hace sentir celosa y feliz a la vez por ella.

—Estoy feliz por ti, Mina.

—Gracias por estar aquí, sé que querías irte…

—Oye no me marcharía por nada, además tu amor de la vida esta aquí, y además yo no me Iria por la culpa de un ogro gruñón del bosque—era la primera vez que lo mencionaba después de nuestro incidente.

— ¿Ogro gruñón del bosque?...por favor Serena dime que no hablas de mi hermano—la voz de Malachite nos sobresalta.

—Oh pues fíjate que sí, es precisamente de el de quien hablo.

—Tienes razón, es un ogro del bosque, pero lo que si te puedo asegurar es que no siempre fue así—sus ojos se llenan de algo que identifico como culpabilidad.

Malachite arregla el carruaje que los llevara hasta la puerta principal del castillo, Mina y él han decidido dar una vuelta en el pueblo, en mi mente han quedado dando vueltas las palabras de Malachite.

—Malachite—deja lo que hace para fijar su atención en mi— ¿El nació así?—por un momento su ceño se frunce, acto seguido entiende mi pregunta, sacude sus manos de la nieve y empieza a colocarse sus guantes.

—Sí, el nació así, siempre fue muy activo, incluso manejaba muy bien la em…—duda sobre sus palabras—… el castillo, siempre estaba por aquí, conoce este castillo a la perfección, nunca necesito de nadie que lo ayudara, es muy independiente e inteligente. Serena dime, ¿Por qué lo trataste así, aun sabiendo que es ciego?

—Porque el ser ciego no le quita lo educado a nadie, en la empresa de mi padre había una regla, el siempre contrataba a personas con ciertas limitaciones, estoy acostumbrada a tratar con este tipo de cosas y se sentir lastima o cualquier tipo responsabilidad por ellos está mal, la lastima o la pena no es algo que ellos manejen muy bien.

Una ligera sonrisa se deslizo en sus labios, después de un sonoro suspiro fijo sus mirada en mí.

—Sí que eres diferente—enarque una ceja.

— ¿Lo soy?—pregunte.

—Lo eres y eso está bien…muy bien.

—Estoy lista—Mina interrumpe mi inminente pregunta.

—Bien vamos cariño, ¿Estas segura que no quieres venir?

—Gracias pero no Malachite, me quedare aquí para d ruan vuelta, aun me falta mucho por conocer—asintieron marchándose.

El lugar me gustaba, estaba más que segura de que me encantaría vivir aquí el resto de mi vida, pero no podía ser tenía una vida fuera de aquí, que aunque no me gustara debía enfrentar en algún momento.

—Serena.

—Hola Lita.

—Quería saber si podías acompañarme a la cabaña de Darien. —reí sin gracia.

—No gracias, no quiero que dañe mi muñeca sana—sacudí mi mano aun bandana frente a mí.

—No lo hará, y te aseguro que estará muy avergonzado por ello, el no suele ser así.

—Que, suele ser peor—largue con sarcasmo.

—No, suele ser mejor, quieres que te lo demuestre—lo sopese por un minuto.

—Qué más da, otra mano casi rota no es problema para mí—sonreímos caminando sobre la nieve, Lita es una mujer muy buena, conmigo es todo un ángel, aunque por alguna razón siempre me mira de manera extraña, no sé porque lo hace pero no me enoja, es tan linda que me es imposible enojarme con ella.

— ¿Te guste este lugar?—cambia el bolso que carga a su otra mano.

—No solo me gusta Lita, me encanta.

—Serena… ¿Crees en la reencarnación?—detengo mis pasos por su extraña pregunta.

—No…si…no sé, porque.

—Yo sí creo, es decir antes no creía, ahora creo—me observa fijamente, mientras sonríe—ahora más que nunca lo creo.

— ¿Por qué ahora más que nunca?—pregunte curiosa empezando a andar.

—Has visto el símbolo que hay tallado casi en todas partes del castillo.

— ¿El del zafiro y la roca arcoíris?

—Ese mismo, esos símbolos tienen una historia, una historia que guarda una promesa, una promesa que según su leyenda ni el mismo tiempo podría borrar.

Sentí un escalofrió recorrer mi cuerpo entero ante sus palabras.

— ¿Cuál es esa promesa?—pregunte impaciente.

—Eh…hola Lita—de la nada apareció una linda peli azul.

—Hola Amy, ¿vienes a lo de siempre?

—Sí, Mal me dejo entrar, iba de salida—sus ojos se posaron sobre mi—hola, soy Amy y supongo que tú debes ser Serena. —extendió su mano hacia mí.

—Hola—asentí—Mucho gusto.

—Lita, al venir encontré a Andrew, me pidió que te dijera que necesita hablar contigo.

— ¿Por qué no vino contigo?—Lita frunció su ceño, al parecer esta chica Amy no era de su agrado. A mí me perecía una chica linda, parecía ser un poco tímida, pero linda, su cabello se veía bien enmarcando su rostro, unos bonitos ojos azules hacían juego con su blanca piel.

—No lo sé, solo me pidió que te dijera eso, ¿estabas de camino a la cabaña?

—Sí, lo estaba. —Lita contesto de mala gana.

—Bien, yo voy hacia allá, si llevabas algo a Darien, dámelo que yo se lo entrego—extendió su mano haciendo que uno de los libros que aferraba a su pecho se cayera, dijo algo que no entendí y que poco me importo al ver que el libro que cayó de sus brazos estaba escrito en braille.

—No creo que puedas llevar ese bolso, se caerían tus libros—asegure.

—Está bien solo dámelos—casi exigió de mala gana.

—Serena se los llevara… ¿verdad?

—Lita yo no creo…

—Serena ve, solo hazlo y ya, él tiene que disculparse—bufe.

—Bien—tome el bolso, mientras Amy seguía delante de mí mascullando no sé qué cosa. Había dicho que era linda…no en definitiva es una idiota.

— ¿Por qué Darien te debe una disculpa?—freno frente a mí, haciendo que casi chocara con ella.

— ¿Porque tendría que decírtelo?—enarque una ceja.

Por un momento la vi titubear, hasta que contesto segura.

—Soy su amiga y…

—Correcto, su amiga y eso no te da derecho a nada, así que…—pase a su lado ignorándola, camine unos pasos más, hasta que por fin tuve que detenerme.

"No conozco la mentada cabaña"—pensé, regrese unos pasos, entonces me di cuenta de que Amy ya no estaba detrás de mí.

—Estúpida peli azul—gruñí, mira a todas partes en silencio, llegue hasta donde la había dejado parada. Vi sus huellas en la nieve y pensé en seguirlas en el mismo instante en que una enorme bola de pelos negra salto sobre mí.

— ¡Eh chica…esto será tu costumbre!—el enorme perro lamia mi rostro haciéndome imposible dejar de reír.

— ¡¿Es que acaso las mujeres como tú no se rinden nunca?!—una profunda voz hizo que me sentara de golpe, era él.

"Que Dios me libre, podía ser un ogro del bosque, pero nadie le quieta lo guapo que es"…espera que trato de decir con eso.

*Darien*

Si algo había aprendido desde muy pequeño es a agudizar el resto de mis sentidos.

Había salido de la cabaña dispuesto a pedir disculpas por mi actitud, no quería que nadie se acercara a mí, pero por eso no debía ser un completo patán, si mi padre hubiese visto la manera en que trate a aquella chica se hubiese puesto furioso conmigo.

El olor a pino envolvía el aire del lugar, esto me gustaba y mucho, había vivido tanto tiempo fuera de aquí que casi, me olvidaba como era sentir el aire del bosque.

El vivir por años en Londres, casi hace que me olvide de donde venía, el haberme enamorado de una mujer sin escrúpulos me convirtió en alguien que casi no reconocía.

Pero eso no importaba mientras esto que soy ahora me mantenga alejado de mujeres como ella.

Claro que mi determinación de pedir disculpas se fue al demonio cuando volví a sentir ese dulce olor a lirios que inundo nuevamente mis sentidos.

Fue cuando me enoje, ¿Qué mujer que se aprecie, busca a un hombre que le había hecho daño? Solo un tipo de mujer lo hacía, y era el tipo de mujer que yo más detestaba.

Belá se soltó de mi agarre y corrió hacia un punto, pude escuchar su voz, y deje que mi rabia hablara.

— ¡¿Es que acaso las mujeres como tú no se rinden nunca?!—al parecer mi presencia la sorprendió ya que por un momento no dijo nada.

—Mira idiota, si estoy aquí es porque Lita me lo pidió, no por ver tu cara.

—Estuve, tentado a pedirte disculpas, pero queda claro para mí, lo que en realidad buscas. —la escuche respirar un par de veces antes de responderme.

—Oye, no sé qué es lo que piensas, pero créeme, no quería volver a ver tu cara de idiota, estoy aquí solo porque fui, casi obligada a hacerlo—escuche como algo pesado caía sobre la nieve— si das un par de pasos más puedes encontrar una maleta que Lita te envía, ella no pudo venir, su esposo la necesitaba y Malachite salió junto a Mina, así que para tu mala suerte solo yo estaba disponible.

—Si—dije sarcástico—y dime cuanto te debo por hacer esto, o debo deducir que dentro de tu favor esta acostarte conmigo también.

El golpe resonó en todo el lugar, mi mejilla ardía como el infierno, lleve mi mano a mi rostro solo para corroborar que el dolor era real, cerré mis manos en fuertes puños.

—No sé qué demonios te hace actuar como un reverendo imbécil, pero de algo puedes estar seguro, conmigo te equivocas, si estás acostumbrado a que las personas dejen pasar por alto tú, apestosa educación porque estas ciego conmigo te equivocas, yo no paso las humillaciones de nadie.

Me quede allí de pie escuchando como sus pasos se alejaban, el golpe que Serena me había dado me había dolido, pero nada como sus palabras.

No es que estuviera acostumbrado a que mis malos actos fuesen pasado por alto, es solo que jamás me comportaba así…con nadie.

Solo que por alguna razón que no entendía, quería tenerla lo más lejos posible de mí.

— ¡Aquí estas!—Los brazos de Amy me rodearon—he estado buscándote—me sentí sorprendido por su llegada.

— ¿Cuándo llegaste?

—Hoy mismo, no podía esperar a verte y contarte como va todo—sonaba feliz, Amy era una de las pocas mujeres que dejaba que se acercara a mí, ha sido mi amiga durante muchos años y era feliz con ello.

Siempre sentí que era sincera conmigo, siempre ha sido incondicional, cosa que agradecía mucho.

Desde que salí de Londres ella ha sido importante para mí, aun no me siento seguro de enfrentar lo que me sucedió, menos siendo capaz de sentir las miradas cargadas de lastima de los demás.

—Has traído contigo los libros.

—Correcto, vamos a la casa, allí te los mostrare.

— ¿Te pego?

—Otra vez—la risa burlona de mi hermano me hace enojar.

—Te lo merecías, hasta Mina quería golpearte después de saber lo que le dijiste, no debes ser así, no todas las mujeres son iguales.

—Lo son.

—Amy, ¿ella es igual?

—No la metas a ella, ella es la excepción.

—Está enamorada de ti, lo sabes.

—Ya me lo ha dicho, así también le he dejado bastante claro que no quiero a nadie en mi vida—bebo un sorbo de café.

Amy es una mujer dulce lo digo porque la conozco, pero jamás la tendría como algo más que mi amiga y asociada.

—El doctor Kou ha llamado una vez más.

—Mal, solo deja ese maldito tema de una vez, no voy a someterme a ningún experimento, se hizo lo que se pudo y nada dio resultado ahora solo déjame tal como estoy, conozco el mundo como quiero conocerlo a través de mi oscuridad y no quiero conocerlo de ninguna otra forma.

—Tienes razón pero desde la última vez que un médico te vio pasaron 10 años, la ciencia ha avanzado mucho…

— ¿Cómo es ella?—lo interrumpo, necesito que se olvide de ese tema, no puedo volver a tener esperanzas de ver y que luego todo se valla al demonio.

— ¿Cómo es quién?...Serena.

—No, tu novia Mina.

—Pues…—es extraño, entre Malachite y yo creamos algo como una especie de código desde niños, yo no conocía colores, pero si olores y sabores, y era así como el representaba las cosas para mí, con olores y sabores.

—Tan bonita es que no puedes describirla—sonrío al escucharlo reír—Por lo visto ella te gusta y mucho.

—No solo me gusta, creo que estoy enamorado de ella. —algo parecido a la preocupación me recorrió.

—Debes tener cuidado—advertí—no me gusta su amiga, su actuar dice a gritos lo interesada que es.

—No hables así, no conoces a ninguna de las dos, además ya no soy un niño y puedo fijarme bastante bien cuando una mujer miente y ella no lo hace, ninguna lo hace.

—Una vez me aseguraste lo mismo. —conteste enojado.

—Esta vez es distinto…te lo aseguro. —asentí, no queriendo que se enoje.

—Bien, entonces…como es ella.

—Es alegre, siempre tienen una sonrisa en sus labios, sus ojos son…bueno son como…recuerdas cuando papá y mamá nos llevaron a conocer el mar, ¿recuerdas la sensación del sol y la brisa del mar a las vez sobre nosotros?—asentí recordando aquel día—es así, es cálida y fresca a la vez.

—Estás enamorado y solo ha pasado una semana.

—La conozco desde antes, no lo olvides, solo me faltaba conocerla en persona. Ella creía que usaba falda escocesa.

— ¿Qué?—solté riendo junto a él.

—Sí, se veía muy decepcionada cuando vio que no la usaba siempre, claro que no la he decepcionado…anoche la use para ella—se carcajeo.

—Idiota—reí—espero que sus sentimientos hacia ti sean reales.

—Estoy seguro de que los son.

—Amy, ¿cómo es Amy?—el resto de la tarde pase haciendo preguntas, ahora que estaba lejos de la compañía de mi padre no tenía mucho que hacer así que esta era mi manera de pasar el tiempo.

*Serena*

—Hola Reika.

—Serena, Dios, ¿Dónde te has metido?...todo el mundo está como loco, tu tío, no sabe qué hacer, todas las cuentas de la compañía están bloqueadas, esto es un caos, debes volver—la voz de la que fue secretaria de mi padre suena preocupada.

—Reika, sé que tu preocupación es sincera, pero créeme, no puedo volver, no después de saber lo que Diamante y mi tío me hicieron.

— ¿Diamante?...Serena, Diamante está destrozado, hija lo dejaste a dos días de casarte, he ido un par de veces a su departamento ya que no ha venido por aquí.

—El me mintió—mi corazón aun suena herido por su traición—creí que me amaba Reika, creí que era sincero.

—Serena debes hablar con él, él no está bien.

—Yo tampoco estuve bien cuando, supe que mi tío Jedaite le había pagado para que se casara conmigo—el dolor inundo mis palabras tanto como las lágrimas mis ojos.

—Mi niña deberías hablar con el…—la voz de Reika se distorsiono, en el mismo momento en que la luz se apagó en todo el lugar.

— ¡Serena!—el cuerpo de Mina se fue contra el mío.

—Ya cálmate—ilumine su rostro con la luz de mi celular, tenía los ojos muy cerrados.

—tengo miedo, Mal se fue a ver a su hermano para…—no termino de hablar ya que la luz había llegado.

— ¿Están bien?—Lita apareció con Belá a su lado—Malachite ha llegado, junto a Darien, él se quedara aquí hasta que la tormenta pase, mi esposo Andrew también lo hará.

—De verdad, el ogro del…, digo Darien se quedara aquí—asintió.

—Amy también—lo último lo dijo con disgusto— la cena se servirá en unos minutos—sin más se retiró.

—Ella es rara.

—No hables así Mina, es muy linda y amable.

—Ha preguntado un montón sobre ti.

— ¿Qué te ha preguntado?

—Algo sobre la reencarnación y almas gemelas.

—En serio—me sorprendí, ella asintió—bueno talvez ella crea en esas cosas y quiere hablar de ello con alguien.

—Me dijo algo más…sobre este castillo y una historia de amor.

—Sí, algo me dijo a mí también, pero no termino de contarme por la llegada de la tal Amy.

—Uf, no me cae bien—reí.

—A mí tampoco.

—La vi actuar frente a Mal y actúa como una santa, él se marcha y es una odiosa.

—Si—me acosté en la cama, recordando la forma en que se comportó conmigo—es una bruja.

—Concuerdo, ¿sabías que esta habitación fue de una lady?—me senté prestando atención—Mal me dijo que se llamaba…mmm…Usagi, si, se llamaba Usagi.

— ¿Usagi?—aquel frio que había sentido antes me recorrió entera.

—Sí, dice que la torre norte de este castillo guarda muchos recuerdos de ella. —el corazón me latía desbocado por alguna razón.—Mal dice que han intentado abrir esa puerta pero no se puede, la puerta es de madera y pesa una tonelada, tiene un cerrojo muy complicado, según Mal ha venido un cerrajero, pero ha dicho que el mecanismo es complicado y no se puede abrir con una especie de llave o tirándola.

— ¿Es decir que nunca la han abierto?

—No, Mal no quiere mover nada, piensa que sea lo que sea que haya en ese lugar debe quedarse allí.

— ¿Cuál es la historia de amor?

—No la sabe completa, lo único que puedo decirme, fue que en un tiempo pasado hubieron dos personas que se amaron mucho y fueron separados por alguien codicioso que deseaba a Usagi, el asesino al amor de Usagui y luego se casó con ella.

Lagrimas caían por mi rostro, una tristeza enorme me invadió, me dolía en el alma saber aquello.

—Eso no es lo peor, ella murió dando a luz al bebe de su gran amor.

— ¿Qué?—dije con voz dolida.

—Oh Sere, no llores—los brazos de Mina me envolvieron—es solo una historia.

—Ellos se amaban.

—Sí, lo hacían, pero a veces el amor es cruel y a veces es lindo…eso tú lo sabes.

—Disculpen—Darien se encontraba parado en el marco de la puerta—Mina, ¿verdad?

—Eh…si, yo soy Mina, mucho gusto Darien.

—Sí, mi hermano me pido que te dijera que te espera en el estudio.

—Bien, Sere me esperas, vuelvo enseguida—Mina se marchó dejándome a solas con Darien.

— ¿Crees en eso de las almas gemelas?

Mi ceño se frunció al verlo allí parado frente a mí, como si nada, como si nada.

—No creo que eso te interese. —seque mis lágrimas.

—Bien, lo merezco mi comportamiento hacia ti ha sido demasiado errático—me reí, secretamente por su forma de hablar.

—Eh, pero si resulta que eres educado—se cruzó de brazos recostándose en el marco de la puerta.

—Sí, soy muy educado a diferencia de cierta chica fastidiosa que necesita que laven su boca con jabón —reí más fuerte, pude ver cómo su semblante antes un poco holgado y divertido se tornó serio—Mira, solo vine aquí a dejarte algo muy claro, sé que mi hermano tiene una relación con tu amiga, pero créeme que no tienes nada que hacer en este lugar, no entiendo el porqué de tu presencia, así que te pido educadamente que te marches de aquí.

El coraje me gano, así que me acerque a él, este idiota no podía echarme de esta manera.

Me acerque muy despacio para que no pudiese sentir mis movimientos, me acerque lo suficiente hasta poder ver sus iris azules, sonreí, el tipo de verdad era guapo, mi corazón estaba herido pero yo no soy ciega.

¿Cómo la vida podía negarle a alguien tan bello la oportunidad de ver con sus propios ojos lo hermoso que puede ser el mundo?

—Yo podría enseñarte lo bello que es el mundo a través de mis ojos—susurre muy cerca de sus labios. Vi como cada musculo de su mandíbula se tensó, aun así no se apartó.

—No me interesa lo que ese mundo tiene para mostrarme, una vez intente verlo a través de alguien y resulto que el mundo que tu tanto ansias mostrarme no me agrado en absoluto—se alejó tan rapido de mi como pudo, sus palabras sonaron heridas, era obvio que alguien lo había lastimado lo suficiente para que crea que el estar ciego era mejor que nada.

Suspire— ¡Darien!—se detuvo sin regresar su rostro hacia mí—Te voy a mostrar un mundo donde puedes soñar con colores, un mundo que hace mucho tiempo cree para mí, un mundo donde nadie pretende lavarme la boca con jabón… ¿quieres conocerlo?—se quedó allí en silencio por un fracción de segundos, sentí la necesidad de tomar su mano y hacer que esos bonitos ojos azules se posaran una vez más sobre mí.

—Serena, deberías conocer mi oscuridad para que algún día quiera conocer tu mundo de luz. —se marchó dejándome con una respuesta que no pude dar.

—Sera como quieras Darien Shields—acepte conocer su oscuridad—solo espero no perder nada en tu mundo, señor solitario.

*Mis monnies son las cinco de la tarde el deber llama, prometo, contentar sus mensajitos en el próximo capítulo, les envío un enorme abrazo y millón gracias por leerme*