Y después de un siglo finalmente estoy aquí con un nuevo capítulo. Espero y haya valido la espera y les guste.
Simón el ratón
Se dice que los seres humanos son capaces de acostumbrarse a todo, y que es exactamente por eso por lo que son la especie más evolucionada. Pero… ¿y las ardillas? ¿Cuánto tardan las ardillas en acostumbrarse a las cosas? Porque Simón había vivido eso desde el primer día de clases.
Simón, el ratón de biblioteca. Ese al que metían al baño, lanzaban a la basura y se aseguraban de que fuera el primer eliminado en todos los juegos de quemados. Había días mejores que otros, claro está. Inclusive llego a haber ocasiones en las que pudo pasar todo un día sin ser humillado por nadie… Pero, definitivamente, ese no era uno de esos días.
Aun así la cosa que más le dolía no eran los moretones o los raspones que continuamente le causaban las "travesuras". Era el hecho de que su hermano, Alvin, era amigo de esos malhechores.
Cuando Jeannette, que ya estaba acostumbrada a que tenía que revisar su casillero antes de entrar a clases, lo libero de su pequeña prisión termino con la cara embarrada en el suelo. Ella se disculpó mucho por no haber sido más cuidadosa a la hora de abrir la puerta, y él le aseguro que no importaba.
Su casillero y el de sus hermanos estaban juntos, así que los amigos de Alvin habían ido a buscarlo y al no encontrarlo ahí decidieron que podían aprovecharse y meter al "ratón de biblioteca" entre sus libros y la puerta de metal.
Cuando entro a clases, las cosas mejoraron significativamente. Mientras se encontrara dentro del salón de clases se sentía seguro, e inclusive cómodo. Podía ser él mismo y absorber todo el conocimiento que quisiese, que era lo que más le gustaba hacer. Aparte de que no había problema si se comportaba un tanto engreído ahí, ya que ayudaba a sus compañeros a que pasaran sus materias y eso le daba cierta inmunidad. El problema era que la mayoría de sus abusadores eran mayores que él, así que no le debían ningún favor.*
Así que a diferencia de la mayoría de las personas, su momento favorito del día definitivamente no es el receso. Así que cuando suena la campana y todos salen apresurados del salón, él se toma su tiempo para guardar sus cosas. Jeannette lo esperaba pacientemente, como siempre.
Normalmente pasaba ese tiempo con ella y Eleanor, algunas veces se les unía Teodoro, y cuando Brittany se enojaba con sus amigas o Alvin en verdad necesitaba pasar algún examen, también se dignaban a aparecerse. Esos eran sus almuerzos favoritos, en los que todos parecían una verdadera familia, como cuando estaban en casa, y nadie se metía con ellos gracias a la presencia de un jugador de futbol y una porrista. Pero Simón jamás lo aceptaría, en realidad él ni siquiera aceptaba que lo molestaban en la escuela. Teodoro había intentado hablar una vez con él sobre eso, pero él lo había negado todo asegurando que solo eran "pequeñas bromitas". Odiaba usar las mismas escusas que usaban sus abusadores cuando llegaban a atraparlos haciéndole algo y tenían que ir a hablar con la directora, pero no quería que el más inocente de la familia se preocupara con él. Sí alguien debía hacerlo, ese era Alvin.
Ese día, cuando salieron de clase, tímidamente Jeannette le había anunciado que tenía ganas de ir al baño. Él la acompaño hasta la puerta y cometió el error de ponerse a esperarla justo al lado de la puerta, en el espacio entre el baño de hombres y las mujeres. Uno de los miembros más veteranos del equipo de Fútbol salió y lo vio solo, una presa tan fácil.
Lo único que pudo pensar Simón después, era que al menos había sido esta vez en el urinal y no en una taza.
Se limpió lo mejor que pudo en el lavamanos, pero aun así se sentía sucio de una forma mucho más que física.
Cuando finalmente salió del baño, y se encontró con Jeannette que lo esperaba afuera del baño, seguramente a sabiendas de lo que había pasado, ella rompió a llorar. Simón corrió a abrazarla, mientras le aseguraba una y otra vez que estaba bien. Se odiaba a si mismo por haber dejado que Jeannette descubriera eso, por no protegerle como lo hacía con su hermano. Pero al mismo tiempo sabía que no había forma en que pudiera haberlo logrado, al menos que su plan consistiera en convertirse en un huraño y ser grosero con la chica más maravillosa que él había conocido.
Por suerte el resto del día había ido relativamente tranquilo, con unos cuantos empujones mientras caminaba por los pasillos y teniendo que esconderse en un momento dado atrás de una columna para evitar que lo tiraran a la basura, pero en general bien.
Dave lo miro con preocupación cuando se subió al coche más tarde. Simón no le dijo nada, ni confirmando ni negando sus sospechas. Simplemente se limitó a dejarse caer al lado de Eleanor, a la que ahora recordaba había dejado sola en el almuerzo. Le sonrío tímidamente, esperando que ella tomara eso como una disculpa. No estaba seguro de que le hubiera entendido, pero recibió una sonrisa de vuelta y eso basto para él.
Mantuvo los ojos cerrados durante todo el viaje, aunque no se durmió, solo quería evitar contar como le había esta su día. Aunque no es como si en verdad tuviera que preocuparse por eso, Teodoro y Brittany acapararon la conversación rápidamente.
Cuando llegaron a casa, el en verdad quería tomar una ducha, pero Eleonor (que estaba cubierta de tinta y olía a yogurt de fresa) también parecía ansiosa por hacerlo. Decidió que podía esperar un poco más, así que la dejo pasar primero mientras Él ordenaba calmadamente sus cosas para el baño. Alvin pasó enfrente de su habitación y se le quedo mirando durante unos momentos. ¡Vamos! Que le preguntara que le había pasado. Simón sabía que él lo sabía.
Después de bañarse ayudo a Teodoro con su tarea mientras simultáneamente hacía la suya. Era bastante sencilla, así que no tardaron mucho y pudo continuar enseñándole a Jeannette a usar correctamente los controles de la x-box.
Cenaron panqueques, lo que fue realmente bueno. Así que cuando terminaron Simón estaba de suficiente buen humor como para dedicarle dos horas enteras a Alvin y su incapacidad de hacer tarea.
Después de la primera media hora Simón ya estaba frustrado. A su hermano cada vez le iba peor en calificaciones, y no parecía estar dispuesto a hacer nada al respecto. Hacía avioncitos de papel con los ejercicios que le habían dejado de tarea, y convertía las malas calificaciones circuladas en rojo en monstruos. La siguiente hora y media, se dedicaron básicamente a discutir.
Para la media noche Simón estaba agotado, pero decidió quedarse un par de minutos mirando la ventana. La luna se veía preciosa a través de la ventana, tan lejana para él.
Una estrella fugaz atravesó el cielo nocturno y aunque Simón nunca creería en esas tontas supersticiones, deseo ser humano.
¡Y finalmente traigo aquí un segundo capítulo! Espero que alguien me esté leyendo, y le entre la curiosidad de seguir haciéndolo, ya que verdaderamente llevo mucho tiempo con esta idea en la mente y quería compartirla.
Los quiere: yo.
