Lo sé, lo sé. Un milenio desde que actualice, pero en mi defensa… ok, no hay nada en mi defensa. Prometo intentar publicar más seguro, en un mes saldré de vacaciones y espero poder acabar esta historia antes de que acabe el año. Solo estén seguros de que no la abandonare, de que se concluye se concluye. ¡Pues hay que empezar!
Chicas
Eleanor se estrelló contra él haciéndolo caerse al duro suelo de la escuela, vaya que era una gran manera de empezar el día.
—Vi ardillas— le anunció, tenía los ojos abiertos de par en par.
—Ele, ya llevan varios días aquí, ya deberíamos de habernos acostumbrado— contesto Simón pasando con ternura una de sus manos sobre el cabello de su mejor amiga.
—¡No! Me refiero a otras, hay más ardillas en la escuela.
Simón enarco una ceja.
—Chicas, chicas ardillas. Son dos y… mejor deja te las muestro.
Eleanor lo tomo de la mano y lo arrastro un par de pasos hasta que un par de pequeñas creaturas se atravesaron frente a ellos cuchicheando entre sí. Simón se quedó sin aliento.
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—Pero… Nosotros seguiremos apoyando a las ardillas. ¿No es así?— pregunto Brenda.
—¡Claro! ¿Por qué no lo haríamos?— contesto Eleanor con un bufido.
—Porque ellos ni siquiera nos miran. ¿Quizás?— dijo Ester con una mueca—. Y ellas son chicas, aun no se les sube la fama y seguramente…
—Primero deberíamos escucharlas cantar, antes de elegir. ¿No creen?— la interrumpió Simón.
—Pero ni siquiera sabemos si también cantan…— agrego Eleanor.
—Vamos. ¿Por qué más vendrían ardillas a una escuela?— Ester.
—¿Por qué saben hablar? Obviamente— Brenda.
—Pero nadie se preocuparía lo suficiente para inscribirlas en la escuela si no pudiera obtener algo a cambio— Ester.
—¡Hay gente buena en este mundo!— eLeanor.
—Chicas….
Y entonces sucedió… Tan mágico como suena. Las voces femeninas más increíbles que cualquiera del cuarteto hubiera escuchado en su vida a través de los megáfonos. Eran ellas, definitivamente tenían que ser ellas. Y eran increíbles.
Un montón de sentimientos confusos llenaron a Eleanor en ese momento. Por un lado las voces se le hacían tan conocidas que dolía, literalmente dolía. Una extraña y honestamente nada agradable sensación de añoranza se instaló en su estómago. Mientras, en su mente, podía observar claramente a la ardilla vestida de rosa con sus tonos agudos y su extroversión cantando un paso por enfrente de la otra ardilla, con una voz más dulce pero menos potente, que en realidad está más cómoda sin llamar tanto la atención. Oh cielos, ella en verdad desearía estar ahí. Pero por otro lado no podía evitar sentirse culpable, ella se suponía que apoyaría incondicionalmente a las "Ardillas" y esto claramente era una declaración de guerra.
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Simón no se la había podido sacar de la cabeza. Algo realmente enfermo considerando que la chica en cuestión era una ardilla… y que él tenía novia, él tiene novia. El chico agita su cabeza y se revuelve el cabello con una mano, no puede creer que acaba de pensar en lo que acaba de pensar.
No tiene nada de sentido que se culpe a si mismo por pensar en una ardilla y luego se sienta como si estuviera traicionando a su novia por ello. La solo idea de comparar lo que sea que esa ardilla lo hubiera hecho sentir, aunque no es como si le hubiera hecho sentir algo en absoluto, con lo que sentía (Siente) por Ester es absurdo.
—¿Sabes que apesta?— una voz lo saco de sus cavilaciones.
—¿La maestra de ciencias?— pregunto Simón con una sonrisa mientras Ester se acomodaba la mochila.
—Totalmente, pero también estaba pensando que apesta cuando alguien compara los ojos con las joyas, es completamente cliche— contesto ella tomándolo de la mano y dándole un leve tirón para hacerlo caminar.
Simón no recordaba exactamente como habían empezado a salir, ellos eran bastante diferentes. Todo lo que a Ester le parecía cliche o tonto, a él le gustaba (secretamente). Y en las cosas en las que él era realmente malo, como en los deportes por ejemplo, ella parecía destacar. Además de que no eran exactamente el tipo de pareja que alguien voltearía a ver en la calle porque le parecieran lindos. En realidad no eran el tipo de pareja que nada. Jamás salían solos, no porque no pudieran o porque temieran no tener tema de conversación, sino porque nunca se les había ocurrido la idea.
—Entonces mi ensayo tendrá que ser de "Romeo y Julieta" que solo es un poco más estúpido que "Bajo la misma Estrella". Al menos no tendré que leer "Maravilloso desastre".
—Creo que lo verdaderamente estúpido aquí es que tu maestro piense que comparar esos libros tiene sentido— comento Simón.
—Todos son malos romances, y están sobrevalorados, para mí tiene sentido.
—Oh Travis oh Travis, ¿dónde está tú cáncer? Que no lo veo…
Ester rio con los labios apretados y los ojos cerrados. La forma en la que se le iluminó la cara en ese momento lo hizo recordar porqué… El par de ardillas paso frente a ellos.
Y la más alta, y delgada, la que usaba unas adorables gafas moradas, lo volteo a ver. Ella en verdad lo miro.
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—¿Conoces esa sensación de pertenecer completamente a un lugar que está completamente fuera de tu alcance?— Le pregunto Eleanor a Simón, mientras compartían una bolsa de nueces garapiñadas sentados en la rama de un árbol.
—Creo que tú y yo ya habíamos tenido esta conversación.
—No, esta vez es diferente.
—¿No tiene que ver con que probablemente en nuestra vida anterior fuimos ardillas?
—¡Pues claro que tiene que ver con eso! ¿Con que más podría tener que ver?— exclamo ella.
—En ese caso, definitivamente ya hemos tenido esta conversación antes. Cada tres semanas a mi parecer.
—Pero esta vez es diferente, porque ahora realmente lo siento.
—¿Las veces anteriores no lo sentías?— Simón enarco una ceja.
—Por supuesto que sí, pero de una forma diferente. Era como si yo fuera capaz de verte como ardilla a través de los ojos de una ardilla, pero sin verme a mí misma como una ardilla— La miro extrañado, eso era demasiada rareza incluso para él—. Pero hoy en verdad pude a verme a mí misma como una ardilla. Y era gorda y enana como siempre, pero tenía derecho a serlo porque era una jodida ardilla que canta.
Simón se rio mientras pasaba un brazo alrededor de los hombros de su mejor amiga y la atraía hacia él.
—Oye, ser una jodida humana que canta es lo suficientemente bueno.
—¿Entonces me estás diciendo que tengo derecho a estar gorda porque canto? ¿Me estás diciendo gorda?
—Oh no, te estoy diciendo enana.
Lo sé, muy cortito. Pero espero les haya gustado. ¡Prometo regresar! Y espero que esta vez mucho más pronto, debo actualizar al menos una vez más esta historia antes de que me convierta oficialmente en una anciana mayor de edad.
Los quiere: yo.
