¡Finalmente he regresado! Después de muuucho tiempo. Pero estoy lista para continuar esta historia, y espero que alguien quiera leerla.
¿Colaboración?
Eleanor se dio cuenta desde que vio la forma en la que Simón entro a la escuela esa mañana. Aunque no tenían ningún lazo de sangre, ella siempre había sentido ese tipo de conexión que dicen que los gemelos tienen. Aunque había veces que se preguntaba si no sería solo ella, si para Simón no sería una amistad como cualquier otra. Pero ella simplemente lo sabía, como si sintiera lo mismo que sentía él. Aunque probablemente simplemente fuera que es buena observadora.
Era como si una combinación de miedo, culpa, y expectación se fusionaran todos en su mejor amigo. Algo completamente impropio de él, que siempre había sido tan serió, tan correcto. Y como la última vez que lo había visto tan inestable emocionalmente había sido el día que le había pedido a Esther que fuera su novia, no tuvo que indagar mucho para saber que tenía algo que ver con ella. Eleanor ya sabía que se habían peleado, solo esperaba que no fuera algo muy grave.
-0-0-0-
Simón, Esther y Eleanor habían sido parte del departamento de música desde que habían llegado a esa escuela. Sin embargo, con todo eso del recorte de presupuesto y la competencia, este no había iniciado su actividad hasta que supieran sí podrían continuar o no. Sin embargo, si los alumnos así lo querían, podían ir a practicar ahí durante las horas libres.
Simón nunca había ido, porque era parte del coro, y la verdad es que intentar cantar una canción de coro solo nunca salía bien. Pero ese día algo lo había arrastrado a la sala de ensayos. Y cuando llego, vio a Teodoro recostado sobre el piano, solo. Un extraño instinto lo hizo caminar hacia él, tenía que protegerlo.
—¿Todo bien Teodoro?— le pregunto mientras se sentaba en el banco del piano.
La ardilla se levanto sobresaltado, lo que casi hace que se ruede, por suerte para él Simón lo alcanzo a atrapar a tiempo. Con ternura lo volvió a acomodar sobre el piano.
—Sí, solo estaba pensando— le aseguro con su voz aguda.
Simón sonrió.
—En cosas tristes, supongo— comentó Simón— Sí quieres, puedes contarme, no soy exactamente malo guardando secretos.
Y Teodoro le conto, la historia completa. Le hablo de lo destruido que se había sentido cuando Alvin lo había dejado abandonado, de cómo se había disculpado una y otra vez y de cómo había pensado en escaparse de su casa. Simón se alegró mucho al saber que había decidido no hacerlo.
—Alvin siempre ha sido mi único hermano, y yo siempre he sido el único suyo. No se sentía justo que lo abandonara de esa forma.
—Sabes, sigo pensando que intentar huir de tú casa para mudarte al zoológico no fue muy buena idea. Pero quiero que sepas, que estoy dispuesta a ser tú hermano, para que así nunca tengas que volverte a sentir solo.
Para Simón todos esos deportistas y chicos populares que insistían en decirles "hermanos" a sus amigos se les hacían unos tontos. Hacerlo él sería como un doloroso recordatorio de que nunca conocería a su familia biológica. Pero había algo con Teodoro, y hasta cierto punto con Alvin también, que lo hacían querer llamarlo así. Quería proteger a Teodoro contra todo lo que le hiciera daño, y en el caso de la ardilla de la sudadera roja poder guiar por el buen camino. Como todo un hermano mayor.
El rostro de Teodoro se ilumino.
—Sí, eso me gustaría— la ardilla dudo un momento—. ¿Sabes cantar?
—¿Qué si se cantar? — una sonrisa arrogante se pintó en el rostro de Simón mientras se sentaba en el piano y empezaba a jugar con las teclas—. Prepárate Teodoro, porque después de esto querrás que las ardillas incluyan un tercer integrante.
-0-0-0-
Eleanor aún no podía creer lo que estaba pasando, era demasiado bueno para ser verdad, e incluso ese término parecía quedarse corto.
Brittany estaba a su lado, hablando como loca, mientras ella le cargaba sus libros y Jeannette se sentaba en su hombro. En verdad no le molestaba estar de cargadora, después de todo era obviamente más grande y fuerte que sus compañeras, y se sentía cómoda y bienvenida al lado de ellas. Era como si las conociera de toda la vida, como si entendiera cómo funcionaba la dinámica entre ellas dos y supiera exactamente como encajar con ellas sin parecer forzada.
Entonces lograron escuchar un dueto de voces que uno nunca pensaría que se pueden escuchar tan bien cantando la canción de "Kiss you" de One Direction. Eleanor no estaba segura de quien era, pero si besaba como cantaba, no duraría en permitir lo que decía la canción.
De forma casi automática las tres se lanzaron hacia el salón de dónde provenía la música. Eleanor inmediatamente se sintió estúpida por lo que había pensado hasta hace unos momentos, una de boses era la de Simón (ella ya debería de saberlo, llevaban cantando juntos desde que aprendieron a balbucear) y a él nunca lo besaría. Y el otro chico era Teodoro, debió haber tenido una pista por el tono de su voz. ¡La zoofilia era mala! Aunque si solo era un beso… ¡La zoofilia en verdad es mala!
—Para ser puros hombres no cantan tan terrible— comento Brittany con una pata en la cintura y una expresión que bien podría ser una sonrisa o una mueca.
—Brittany, no seas grosera— la regaño su hermana.
—¿Desde cuándo ofrecerse a ayudar a mejorar la música de alguien es ser grosera?
—¿Y quién dice que necesitamos tú música para mejorar la nuestra?— le respondió Simón.
—Porque las colaboraciones siempre hacen todo mejor— se apresuró a decir Eleanor para evitar que se iniciara una pelea.
—A mí me encantaría hacer una colaboración con ustedes— dijo Jeannette y el rosto de Simón cambio inmediatamente en ese momento.
Al parecer no era la única que estaba teniendo problemas para recordar que la zoofilia era mala. Al menos ella no tenía novio.
Entonces sonó la campana, al parecer la colaboración tendría que esperar un poco.
-0-0-0-
Para la hora de la salida Simón tomo la decisión de que no podía seguir ignorando a Esther, así que camino hasta el casillero de ella, se paró a su lado y espero a que guardara sus cosas en silencio. Entonces ambos empezaron a caminar a la salida, uno al lado del otro, sin apenas mirarse. Cuando finalmente llegaron a la puerta el decidió hablar.
—Mira, sé que fui un completo idiota.
—Lo fuiste.
—Pero estaba enojado y no sabía lo que decía.
—Eso no es justificación.
—Lo sé.
Esther lo miro con un enojo que solía reservar a las personas que escuchaba hablar mal sobre Brenda y Eleonor, y después soltó un suspiro.
—Estas perdonado Simón, solo por ahora. ¿Entendido?
Lo sé, muy corto, lo lamento. Pero espero que les haya gustado el capítulo, ya casi estamos acabando con este fanfic.
Los quiere: yo.
