Y estamos en el último capítulo. No sé si a alguien aún le importa, pero yo lo hago con mucho amor. Así que espero les guste.
Ardillas
Eleanor se removió incomoda. Tenía mucho frío, así que supuso que su compañera de habitación había dejado abierta la ventana otra vez, por algún motivo creía que era bueno para la oxigenación del cabello o algo así. Pero eso no era lo único que la incomodaba, su coma no se sentía para nada como una cama, parecía concreto duro e incómodo.
Abrió los ojos y se encontró cara a cara con la ventana, pero la vista que había del otro lado no recordaba haberla visto nunca. No era nada fuera de lo normal, arbustos, una calle y el cielo. Pero todo parecía enorme. Entonces fue cuando se dio cuenta, no era que las cosas fueran más grandes, ella era diminuta y peluda.
Grito y se tapó la boca inmediatamente. Su voz era de ardilla, ella era una ardilla. Escucho el sonido de unas uñas corriendo por el suelo y por un momento temió que fuera un gato, pero sonaba mucho más ligero. Entonces una ardilla macho delgada, de pelaje oscuro, con gafas y una playera azul apareció. Ambas ardillas se quedaron mirando la una a la otra, sin atreverse a acercarse.
—¿Eleanor?— preguntó finalmente la ardilla macho.
—¿Cómo sabes mi nombre?— pregunto ella asustada.
La otra ardilla se acercó a ella, y como ya estaba contra la ventana no tuvo a donde escapar. Él le tomo las patas con dulzura, ella temblaba.
—Eleanor, me conoces, solo mírame a los ojos.
Ella lo hizo. Azules.
—¡Simón!— ella se lanzó a sus brazos y él la abrazó con fuerza.
—En la habitación en la que estaba había otras cuatro ardillas Eleanor, lo logramos, somos unas de ellas.
—¿Pero cómo es posible? Hasta ayer…
Él se separó un poco de ella para poder verla a los ojos, pero sin soltar sus hombros.
—Ayer éramos ardillas Eleonor, no lo olvides. Si te esfuerzas un poco…
—Podré recordar— terminó la frase.
Poco a poco la mente de ambos empezó a llenarse de las memorias de su vida. Sus infancias como ardillas, como ambos, por caminos separados, habían logrado integrarse al mundo de los humanos para convertirse en estrellas. Sus hermanos, y Dave. Todo estaba ahí.
—Eso significa que todo… nuestra vida. ¿Era un sueño?— preguntó Eleanor.
—¿Y que soñáramos lo mismo? Lo dudo mucho.
"Anoche pedí un deseo… creo que se cumplió." Pensaron ambos. Pero no se atrevieron a decir nada, parecía tan tonto.
—¿Niños? ¿Qué hacen aquí?— preguntó Dave que salía de su habitación tallándose los ojos— Apenas voy a hacer de desayunar.
El par de ardillas no pudieron contenerse y corrieron a treparse a su cuidador para abrazarlo.
—Oh Dave, no sabes lo feliz que soy de poder vivir contigo— dijo la ardilla hembra mientras sentía como pequeñas lagrimas escurrían por sus peludas mejillas.
El hombre se sorprendió al inicio. Las ardillas estaban creciendo muy rápido, y cada vez era más extraño que se mostraran tan afectuosas con él. Pero decidió disfrutarlo por esta vez.
—A mi igual me hace muy feliz que vivan conmigo. Somos familia después de todo.
—Sí… Familia— repitió Simón.
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Tanto para Simón como Eleanor se les había hecho extraño convivir con las ardillas y las arditas de una forma tan natural. Sin esa enorme barrera que la fama y la especie había supuesto para ellos cuando eran humanos. Eleanor casi había gritado de la emoción cuando Teodoro le había tocado el hombro. Y a Simón le había costado creerse que Alvin esperaba un regaño de su parte cuando se enteró de que no había hecho su tarea.
Cuando llegaron a la escuela, dejaron que los demás se adelantaran un poco para poder hablar a solas un momento.
—¿Recuerdas cuál es tu casillero?— le pregunto Simón a la que, en otra vida, se había convertido en su mejor amiga.
—¡Claro! Oh… ¿El de ardilla? No, ese no.
—Yo tampoco, pero no será tan difícil encontrarlo.
El silenció se instaló entre ellos, ambos tenían la misma duda en la lengua, pero temían formularla. Finalmente, Eleanor dio el primer paso.
—Yo las buscare, aún se me su horario… ¿Qué quieres que haga si… la veo?
—No te preocupes— Simón le dedico una sonrisa incomodo—, de todos modos ella ya había terminado conmigo.
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Cuando Eleanor pasó por su antiguo casillero, no pudo evitar sentir una opresión de pecho. Su vida de humana había sido muy dura, pero seguía siendo su vida.
Suspiró, ahora tenía la vida de sus sueños, debía recordarlo.
Entonces las vio, era imposible no reconocerlas, sus caras en esos momentos eran más familiares que la que había visto en el espejo esa mañana.
—¡Brenda! ¡Esther! — no pudo controlarse.
Las chicas se detuvieron de improviso y la miraron con los ojos muy abiertos. Brenda, en especial, parecía una zarigüeya asechada por un halcón.
—Tú… ¿Sabes nuestro nombre?— preguntó.
—Por supuesto, las tengo en la clase de…
—Inglés— dijo Esther completamente roja—. Me tienes en la clase de Ingles.
—Y a mí en Historia— agrego Brenda.
—Lo sé… La verdad es que siempre he querido hablarles, porque parecen personas muy interesantes, pero tenía miedo de que no quisieran pasar tiempo conmigo.
—¡¿Estás loca?!— Grito Brenda en un tono casi demasiado agudo para ser real—. Lo siento… Es que no puedo creer lo que estás diciendo. Pasar rato contigo sería como cumplir el sueño más grande de nuestra vida. ¿Alguna de nosotras tiene cáncer terminal y no nos han dicho?
Su mirada se volvió a la de su amiga asustada.
—¡No! ¿Cómo se te ocurre?
Eleanor se rio. Se sentía en casa.
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—Jeannette.
La ardilla se detuvo en seco y volteó a ver a quien le hablaba.
—Lo siento si no te escuche. Estaba pensando… en cosas.
Simón sonrió.
—No te preocupes, era la primera vez que te llamaba.
Eso era mentira, pero ella no tenía por qué saberlo.
—Estaba pensando. ¿Qué somos?
Ella se detuvo en seco y volteó a mirarlo. Ese no es el tipo de pregunta que hacían los chicos.
—¿A qué te refieres?— preguntó con un hilito de voz.
Simón estaba literalmente temblando de nervios. Pero no podía arrepentirse, no ahora.
—Digo, yo no me sentiría con el derecho de iniciar ninguna relación romántica con nadie por qué siento cierto compromiso. Bueno, tampoco es como si tuviera muchas opciones de donde elegir, considerando la casi nula población de ardillas parlantes en el mercado— él se obligó a reírse, pero era notoria la incomodidad en el rostro de Jeannette—. Aunque, si somos honestos, aunque tuviera un millón de ardillas entre las cuales escoger, no me imagino escogiendo a nadie que no fueras tú. Estoy seguro de que si por cuestiones del destino terminara saliendo con cualquiera que no fueras tú no podría evitar sentir que las estoy engañando contigo, aunque ni siquiera me miraras. Me gustas mucho Jeannette. ¿Yo te gusto?
—¿Por qué me preguntas eso?
Simón sintió como algo se rompía dentro de él. Pensó en salir huyendo, salir huyendo era una buena opción.
—Siempre te veo tan triste Simón, como si tuvieras muchas ganas de huir. Y no puedo evitar sentir que si yo fuera suficiente, eso no pasaría. Claro que me gustas Simón, me gustabas desde antes de conocerte. Solo quería ser tu amiga porque después de lo que paso en la isla, cuando volviste a ser tú, parecía que eso era lo único que tú querías.
—Entonces… ¿los dos queremos lo mismo?
—Así parece…
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Era sorprendente como algo tan simple como tener un par de amigas podía cambiarlo todo. Aunque quizás era muy aventurado de su parte llamarlas amigas cuando, en esta realidad, era la primera vez que les hablaba. Pero aun así eran las mismas, a veces incluso le costaba recordar que esa o tal cosa se suponía que no debía saberla.
Eleanor creía que su vida no podía ser más perfecta cuando…
—Ho…hola— Teodoro estaba de pie frente a ella—. Estaba pensando que hace mucho que no almorzamos tú y yo solos… en realidad no recuerdo nunca haber almorzado solo contigo. Así que estaba…
—¡Sí!
—Solo si no te incomoda…
—¡Sí!
—¿Sí te incomoda?
—¿Qué? ¡No! Ósea, si quiero almorzar…
—¿Conmigo?
—Contigo.
—¿Aunque sea solos?
—Sobre todo si es solo contigo.
—Está bien— Teodoro le sonrió, y Eleanor ahora estuvo segura de que su vida era perfecta—. Entonces es una cita, bueno no…
—Sí, es una cita.
Cuando la ardilla macho se marchó sus viejas nuevas amigas tuvieron que contener un grito. Bueno, en realidad Brenda no lo contuvo muy bien.
—¡No puedo creer que acabo de ver como mi OTP se vuelve canon!— exclamo ella, y Eleanor agradeció el pelaje que cubría sus mejillas.
—Creía que tu OTP eran tú y Alvin— dijo ella, olvidando una vez más que eso era algo que no debería de saber.
Esther la miró con una ceja enarcada, pero Brenda no pareció notar el error.
—Por supuesto que Alvin y yo siempre será mi OTP. Pero tú sabes, mi OTP con posibilidades de realizarse, sin problemas por la especie— contestó ella sonriendo—. Aparte, Alvin y Brittany son bastante geniales también.
En ese momento Simón y Jeannette pasaron al lado de ellas. Él volteó a mirar a Brenda y Esther, deteniéndose un segundo de más en ella, y luego le sonrió a Eleanor. Ella le respondió la sonrisa y una promesa silenciosa se formó entre ambos.
Bueno, honestamente no estoy del todo conforme con el final, pero sentía que si no lo terminaba ahí se iba a extender a un montón de dialogo innecesario. En fin, espero que no los haya decepcionado y la historia les haya gustado. ¿Serían tan amables de dejarme un review por el final?
Los quiere: yo.
