NO SOY DUEÑO DE INUYASHA.

LA TRANSPARENCIA DEL TÉ DULCE… LA PREGUNTA SIN RESPUESTA, EL DOLOR A FLOR DE PIEL

CAPITULO 5

Kagura husmeaba en los papeles de Náraku. Él tenía la costumbre de ocultarle cosas, algo que ella detestaba. Había decidió unirse a él en lugar de Sesshomaru, pensando que reinaría y sería la dueña absoluta, pero sólo cumplía el rol de reina consorte, de un mundo, que pertenecía casi por completo, a aquél a quien ella despreció, de quien ella se apartó para unirse al hanyou más despreciable que hubo en la historia, y a pesar de saberlo…

Había elegido mal. Ella lo sabía, pero ya no había vuelta atrás. Lo que peor le caía era el hecho de que Sesshomaru se hubiese unido a una humana, y nada más ni nada menos que Kagome, la Miko de Shikkon.

-"Ese estúpido de Inuyasha, jamás pudo proteger a sus mujeres. Náraku le arrebató a la Miko antigua dos veces y luego Sesshomaru le arrebata a la más joven. Qué triste vivir así, ser como él…Y Sesshomaru…Tan hermoso, tan…sexy, caer tan bajo como para reemplazarme con una sucia humana, reemplazarme…eso es lo que él se cree. Ya veremos cómo reacciona la próxima vez que no veamos."

Quedaba sentada en el sillón de su esposo, cansada de buscar y no encontrar nada, pensando en su ex amor, sabía de su error y se retorcía en su desesperación, estaría atada a Náraku, por el resto de sus días, y en vez de gobernar junto a él, estaba siendo reducida al papel más humillante esposa, fiel, abnegada y sumisa. Pues, no. No lo permitiría, ya que era la esposa de uno de los hombres más ricos de Japón, ella se encargaría de hacer reuniones de "Beneficencia" para ir ganando adeptos y así adquirir importancia frente al mundo, Náraku no tendría otra alternativa que aceptarla como su igual y admirarla, respetarla y compartir como lo había prometido, aunque ella no deseaba compartir nada, quería todo para sí. Y una vez que lo obtuviera, mataría a Náraku para así recuperar su libertad y regresar a los brazos de Sesshomaru que seguramente cuando ella quede libre, se deshará de la Miko y abrirá sus brazos para ella.

Reía, histéricamente, aprovechaba la soledad de la oficina para descargar sus pensamientos malintencionados y su macabro sentido del humor. Dando la última vuelta por la oficina, apagó la luz y comenzó su camino al lobby del edificio, despidiéndose del guardia…Pronto ella sería la dueña absoluta de todo…Pronto…

En la isla, Kagome estaba parada frente a una cabaña hermosa, amplia, cálida y agradable, Sesshomaru abría la puerta y entraba con sus maletas, ella miraba desde afuera.

¿Dónde estarían? No importaba. Todo se veía bastante agradable, un clima selvático tropical, calor y humedad, pero mirando hacia atrás, hacia el helicóptero, no muy lejos, se divisaba el mar, iluminado por la luna. Seguramente es una isla pensó, pero por qué la trajo a este lugar? ¿Por qué está casado con ella? ¿Por qué la aleja de todo y de todos, qué quiere de ella?

-"Miko, entra"

La voz seca y tajante, los pies obedientes sin voluntad, no comprendía

-"Tus maletas están en tu habitación."

Ella respondía con vos casi inaudible. Demasiados años hablando sola en las montañas, demasiado contacto con la tierra, el lenguaje casi inútil.

-"Sí, gracias"

Subió las escaleras hacia el piso superior, sólo dos puertas enfrentadas y un pequeño baño para compartir. La decoración de la cabaña era sencilla pero exquisita, tallados en madera, piedra y coco. Máscaras tribales y mucha platería. La cabaña completamente de madera, de paredes gruesas y techos firmes, amplia y cómoda, ella estaba cómoda, era la sencillez que la arrullaba, se sentía segura, y extraña. Acomodó sus cosas en los armarios y roperos. Entró al baño y llenó la tina, agregó aromas, observó las gavetas, plenas de jabones, aceites y perfumes, todos sin usar. Las toallas con sus etiquetas, dentro de sus bolsas correspondientes, todo era nuevo. ¿Para ella? No. No podía ser.

Luego de su baño, relajada y más tranquila, aún sumida en su silencio, se vistió con una blusa blanca suave entallada pero cómoda y unos shorts de jean, no deseaba usar kimono, no lo haría, menos en este lugar, menos si era una isla. Sus cabellos mojados caían por su espalda, refrescándola, hacía bastante calor. Se miraba al espejo, cuán cansada se veía…Los golpes en la puerta la sacaron de su ensueño

-"Miko, la cena está servida"

-"No tengo hambre, Sesshomaru"

-"Tienes cinco minutos"

Y sin más se retiró. Ella rápidamente abrió la puerta para responderle en la cara, pero no había nadie. Malditas habilidades demoníacas…

Ofuscada bajó casi corriendo, entró en la sala y no encontró a nadie, fue al comedor y tampoco encontró a nadie. Un momento ¿La cocina? No, no puede ser, el gran Sesshomaru en la cocina? Lentamente entró en la última puerta que le quedaba y efectivamente Sesshomaru estaba sentado en la mesa de la cocina esperándola.

-"Es la cocina?"

-"Eso es obvio"

-"Pero tú cenas en la cocina?"

-"Tú no?"

-"Pero …Yo …"

-"Balbucear no te quitará el apetito"

-"No tengo apetito"

-"A qué viniste entonces?"

-"Pues a decirte que…"

Sesshomaru mordía un trozo jugoso de piña y continuaba mirándola

"Si?"

Lentamente Kagome seguía con los ojos la deliciosa gota de jugo correr por la barbilla del Inu, él tomó una servilleta y se secó, ella se sentó en su lugar y comenzó a cenar, frutas, verduras pescado asado, todo se veía delicioso, TODO

Sesshomaru la veía comer. Era muy educada y sus modales eran buenos, se sentía bien cenar con ella…¿Bien? Qué cuernos estaba pensando

-"Creí que no tenías apetito"

-"No tenía"

-"Entonces?"

-"Adoro las frutas frescas"

-"Hn"

En ese momento ella cayó en la cuenta de que el Inu estaba comiendo fruta?

-"Sesshomaru?"

-"Hace calor, la fruta tiene bastante agua y es refrescante"

-"Es verdad…Está deliciosa"

Ambos cenaban, un poco tensos, no hablaban, no se miraban, solo cenaban.

Al terminar Sesshomaru levantó la vajilla. Y Kagome se colocó un delantal que encontró colgado cerca de la puerta. Al parecer, la puerta trasera de la cabaña estaba en la cocina.

-"Yo lavaré"

-"Hn."

Sesshomaru terminó de levantar la mesa y luego se retiró. Ella finalizó con la vajilla, la secó y buscando entre las gavetas y armarios fue descubriendo sus lugares de guardado. Puso agua a hervir, deseaba tomar un té.

Mientras el agua se calentaba, salió hacia el patio delantero, Sesshomaru no se sentía por ninguna parte. Fue por su té, sin saber por qué, dejó otro servido y con un plato tapándolo para que no se enfriara. Kagome salió. Caminó por la maleza que se abría a su paso, pasó junto al helicóptero y continuó hacia la playa. Cerca de donde llegaba el agua, se sentó, agarrando su taza con ambas manos, soplaba un poco, estaba caliente. Bebía sumergida en la belleza del paisaje nocturno, las olas hamacando el agua, el aroma salado de la brisa marina, el cielo estaba salpicado por millones de estrellas, se distinguía la Vía Láctea, y la estrella Tríada, sobre el Oeste. Por primera vez en años se sintió tranquila, unida con el entorno, estaba en paz.

-"Tu aura está en calma"

-"Sesshomaru? Me has asustado"

-"Hn."

El gran Inu se mantuvo de pie cerca de ella, bebía su taza de té

-"Este Sesshomaru agradece la taza de té"

Ella lo miró y sonrió

-"Aún hablas en tercera persona?"

-"Depende"

-"De qué?"

No tenía pensado responder esa pregunta, Sabía que debería hacerlo algún día pero hoy no sería el día

-"No has hecho preguntas, no te has negado a mis órdenes, no te has defendido, No has intentado purificarme, no has insultado ni hablado demasiado, como solías hacer, no te pareces a la Shikkon Miko que conocí en Edo hace quinientos años"

-"Tampoco tú te pareces al Señor del Oeste que yo conocí"

-"Sin embargo soy el mismo"

-"No lo eres. Aquél Sesshomaru jamás se hubiese casado con una humana, menos aún conmigo. Y no has intentado asesinarme"

-"Hasta ahora"

-"Eso sí suena a ti"

-"¿Por qué no huelo temor en ti? Acaso no me temías antes?"

-"Sí, lo hacía, pero ahora…no…no importa"

-"Eres extraña mujer"

-"Si me matas, me harías un enorme favor"

Esas palabras desconcertaron al Inu. Se sentó cerca de Kagome.

-"Tu deseo de morir tiene que ver con el hanyou?"

-"¿Por qué deseas saber?"

-"Eres mi esposa, es mi deber saber"

-"Eso de la esposa, no lo entiendo qué intentas probar o hacer casándote conmigo? Yo no te aceptaré de todos modos"

-"No intento nada, eres mi esposa, no importa lo que tu opines, eres Kagome Taisho ahora"

-"Ka-Kagome Ta-Taisho? Pero cómo?"

-"Es una historia muy larga, estás cansada y es mejor que duermas un poco, yo velaré…"

-"No. Quiero una explicación, merezco una explicación"

-"Te la daré, tienes mi palabra, pero ahora es mejor que descanses"

-"Si tú permaneces despierto no podré dormir"

Sesshomaru se puso de pie y le tendió la mano. Ella la aceptó. Mientras Sesshomaru comenzó a caminar hacia la cabaña, Kagome se retrasó para sacudir la arena de su trasero. Al sentir que ella no lo seguía, se dio vuelta para ver qué la detenía, vio a la joven de espaldas a él, el Inu no pudo evitar sonrojarse al ver el redondeado trasero rebotar mientras ella lo golpeaba para quitar los granos de arena pegados a su piel. Su corazón dio un salto, hacía siglos que no le sucedía eso, nervioso por ver una hembra? Una humana, y Miko además? Ridículo!

Rápidamente se volteó para seguir caminando, ella lo seguiría. Se sentía extraño. Estaba cómodo con esa mujer a su alrededor y de pronto le pareció un poco aceptable, quizás…

La bestia adoraba molestar a Sesshomaru, esta oportunidad no la desperdiciaría, ah No!

"Tiene buenas curvas para ser una humana"

"Hn."

"El mestizo es un estúpido o está ciego"

"Hn."

"Es bastante atractiva, la Miko de Inuyasha"

"No es la Miko de Inuyasha, ella es…"

Ah, Shimaru bandido astuto, de nuevo buscando pleitos. No caería en su juego, no lo haría, esta vez, no

"La Miko de Shikkon"

La bestia se reía a carcajadas, se revolcaba en el suelo de espaldas, con la lengua afuera festejando la evidente molestia de Sesshomaru. Había ganado parcialmente la batalla, ella le gustaba más de lo que se atrevía a pensar. Y si lo pensaba bien, a él también. Recostándose en un rincón esperaría a ver las reacciones de Sesshomaru, estaría pendiente, hasta la próxima broma.

Kagome caminaba detrás de él, su aura le cosquilleaba la piel, se sentía agradable. Entraron en la cabaña, él cerró la puerta con traba y llave.

-"Todo está cerrado y asegurado, ve a descansar"

-"Estarás despierto toda la noche?"

-"Ya lo sabes, Youkai no necesita dormir, no mucho"

-"Lo sé…Buenas noches Sesshomaru"

-"Hn"

Sin decir más ella subió las escaleras, entró en su cuarto y Sesshomaru esperó el sonido de las llaves o el seguro, nada sucedió. Extrañamente ella no aseguró su puerta. Interiormente le agradó, la sencilla acción o más bien inacción, significaba una sola cosa, la joven, su esposa confiaba en él.

Sesshomaru se quedó mirando las escaleras por unos momentos, luego regresó la vista al sofá del living, y al libro que estaba a un lado sobre la mesita. Se sirvió una copa de cognac, se sentó, tomó el libro y lo abrió en la página señalada, había comenzado a leerlo hacía ya siete años, cuando construyó la cabaña, con sus manos, para su esposa. Luego de romper con Kagura, se recluyó en ella. Sería su refugio, su lugar secreto, su santuario. Hoy había traído a su esposa con él, a la cabaña. Era un buen momento para terminar de leerlo y pasar a uno nuevo, más entretenido, más atractivo. Dando un sorbo al cognac, Sesshomaru cruzó la pierna sobre la otra y comenzó a leer. Sin darse cuenta, lo terminaba, y en su corazón, una extraña sensación de calma. Cálida y agradable. Al igual que Kagome, por primera vez en años, estaba en paz.

Mañana sería la primera conversación con Kagome, suspiraba y bebía otro sorbo de licor. Mañana comenzaría la nueva etapa en su lucha por recuperar, lo que les había arrebatado a la humanidad, a los youkai y al mundo, la perla de Shikkon, su libertad y con ella su dignidad.