NO SOY DUEÑO DE INUYASHA.

LA MARAVILLOSA MAGIA DE LA LUZ…

CAPITULO 6

Amanecer del Día Uno

Despierto toda la noche? Sentía que llevaba despierto toda la vida. Tenía que hablar con Kagome…Cómo explicarle a la Miko lo que se había hecho?

Todo había sido para ayudarla, ella había acabado con la mayor amenaza de la historia, Náraku. Los habitantes de Edo antiguo y de todo Japón, intentaron devolverle algo en agradecimiento.

Sólo tenían objetos, algunos de valor, otros no tanto, pero estaba seguro de que ella apreciaría hasta el más humilde de ellos. Para evitar que se arruinaran con el tiempo, pensó que lo mejor sería venderlos a cambio de valores, oro, plata piedras preciosas y conservar convenientemente las obras de arte más resistentes.

Invirtiendo en una y otra cosa, la cantidad de objetos disminuía pero crecían las riquezas y lo que ahora se conoce como dinero, aumentaba. No podía mantener todo ese dinero en su palacio, no era correcto. Comenzó a idear negocios y a invertir, sus riquezas, las de Kagome y también las de Inuyasha que con el correr de los siglos aprendió cómo hacerlo también, y aprovechó los conocimientos y siguió el ejemplo de Sesshomaru, invirtiendo su parte de los obsequios, al igual que Miroku y Sango, todos habían sido agasajados por aquellos habitantes agradecidos. Así nació el impero Taisho Higurashi. Pero la perla metió las narices y materializó a Náraku en el mundo moderno hacía ya seis años y medio. Igualmente de esa manera los youkai no desaparecieron del mundo, sino que caminaban lado a lado con los humanos.

La astucia del hanyou maldito, lo llevó a escalar puestos de mando, llegando a ser legislador y potentado político. De esa manera fue envolviendo a los ancianos miembros del consejo youkai que unidos con algunos ancianos humanos formaban el gran consejo de asunto s humanos y youkai. Ellos eran los encargados de legislar y elaborar y votar las leyes que los regían. Rápidamente, socavó las bases del mundo conocido hasta entonces y lo cambió en uno cuyo gobierno fuese similar al antiguo método de Edo hace quinientos años, los machos al poder, las hembras bajo sus zapatos y los humanos, caerían después. Kagome había regresado a un lugar diferente. Su precioso mundo ya no era tal. Las mujeres solteras debían obligadamente tener un masculino como su protector y administrador de bienes. De lo contrario se les asignaba uno por parte del estado y los bienes pasaban al fisco y a través de él a Náraku por supuesto. No tenían ningún derecho, sus hombres o machos, serían los encargados de manejar todos los negocios, las mujeres o hembras se quedarían y se dedicarían a manejar sus casas, a cumplir con los maridos en la casa, en la cama y a parir y criar sus hijos.

Eso era todo.

Todo el trabajo de siglos invirtiendo sus obsequios de agradecimiento, quedaban en la nada. Había buscado a su familia y la había rescatado de una muerte segura manos de Náraku y sus secuaces, Para colocar las empresas a nombre de Souta Higurashi, para que ni el estado ni Náraku pusieran una sola garra sobre sus pertenencias. Pero Los manejos del Maldito hanyou monstruoso, habían arrinconado a Inuyasha, en la reunión a la que no pudo llegar a tiempo, y el muy imbécil inventó toda una historia de cortejos y casamiento entre Kagome y él, obligándolo a desarrollar un millón de planes para engañar al consejo y convencerlos de que la loca historia del mestizo era cierta.

Pero Kagome se había demorado seis años en regresar. Y hubo que maquillar y disfrazar a Kikyo, y aprovechando su similitud, montar escenas de matrimonio feliz para evitar que les quiten sus bienes a Los Higurashi. De otro modo las pertenencias de Kagome pasarían al fisco y a través de él a Náraku. Se adueñaría del mundo y lo llevaría a la perdición y así a la completa destrucción. No podía permitir eso. No lo haría. Por eso aceptó casarse por poder con la joven, Firmando su madre el consentimiento en los documentos que Kouga había preparado...

El tiempo se movía de maneras extrañas gracias a los latidos de la perla de Shikkon. Podría él adivinar cómo se sentía esa mujer? Cómo hacerla entender que el mundo que ella conocía no regresaría jamás?, Y si se la llevara del otro lado del pozo? Acaso funcionaría? No, su otro yo intentaría asesinarla de eso estaba seguro, después de todo recordaba perfectamente el odio que llegó a sentir por ella y su raza. Mirando la copa de cognac vacía, suspiraba serían dos meses duros y tediosos, de eso no cabía duda. Debían comunicarse, complementarse, conocerse como sólo una pareja verdadera podría. Para lograr su objetivo de convencer al consejo, y anular a Náraku. Sostener el dominio de los Taisho Higurashi sobre el porcentaje del mundo que tenían era crucial para mantener controlado al hanyou malparido.

Recostando la cabeza hacia atrás en el sofá, pensaba de qué manera iba a encarar la charla con su "esposa". Maldito Inuyasha, le había arruinado la vida. Gracias a su bocaza estaría atado largo tiempo a ella. Podría divorciarse, claro, pero ella ya había sufrido demasiado, Inuyasha se había encargado de rechazarla, humillarla y apartarla en todas las maneras posibles. Él era mejor que eso. Además, por el momento, y eso era así desde hace mucho tiempo, no sentía interés por ninguna hembra en especial. Humana tampoco, ni mucho menos que imposible. Kagura lo había rechazado a cambio de Náraku siglos atrás y hace unos años ella reapareció junto al malnacido, él intentó acercarse a ella una vez más, para sacarle información, claro, pero cuando su corazón comenzó a traicionarlo una vez más, decidió alejarse. Ella jamás dejaría a Náraku y él no comería jamás las sobras del plato de nadie.

La Miko había estado enamorada de su medio hermano idiota… El la había rechazado… Se podría considerar a la mujer, sobras del plato de Inuyasha? Tal vez… Pero estaba unido a esta mujer. Una honorable, leal, educada y poderosa.

Pensó en la mujer y no la encontró desagradable para nada, tal vez pueda devolverle al mestizo un poco de la amargura que le está haciendo tragar desde hace siglos. Después de todo Inuyasha parece celar a la Miko, y esa de por sí ya era una ventaja. Imaginaba los pensamientos del roñoso de su mestizo hermano y reía por dentro.

"Puedo imaginar los pensamientos del infeliz. Desconfía de su sombra el inútil, sabe que estoy solo en algún lugar con ella y pensará que voy a aprovechar el tiempo…"

Afinaba los ojos y continuaba pensando. La bestia en silencio escuchaba los pensamientos. Sesshomaru balbuceaba sus maldiciones

"Sí como no, como si yo fuera igual que él… Hijo de puta"

Kagome se desperezaba en su cama, había descansado realmente bien. Luego de cuántos años? Era extraño, siempre estaba alerta velando su propio sueño, pero esta vez, durmió, y realmente bien.

"Qué raro"

Luego de tomar un baño y vestirse, bajó a preparar el desayuno, pero oh sorpresa ya era tarde, el humeante banquete la esperaba sobre la mesa de la cocina, la taza llena con el platito a modo de conveniente tapa. Y tostadas, fruta y leche. Sesshomaru no estaba.

Ella desayunó y luego de lavar y guardar todo salió rumbo esta vez a la parte selvática de la supuesta isla, lo era y una muy lejana de propiedad de Sesshomaru adquirida hace siglos, pero eso no era de su conocimiento, al menos, no por ahora.

Caminó un trecho largo apartando malezas y llenando su vista y sus pulmones con la maravillosa pureza del lugar, las dulces bayas y frutas que había desayunado, crecían por todo el lugar, plátanos, piñas, mangos, cocos, fresas, cerezas, lo que se le ocurriese, no todas las frutas eran tropicales, algo debía tener que ver la magia en todo eso, supuso. Se deleitaba con las flores y aromas, los colores y los rayos del sol que se colaban desde lo alto a través del follaje de los altísimos árboles que se hamacaban al ritmo de la brisa del mar. El sonido del agua cayendo la distrajo de su paseo y caminando hacia el sonido llegó a una cascada hermosa, bastante alta, que caía a una poza cristalina de aguas turquesa, y se sintió atraída por un refrescante chapuzón. Extendiendo su aura chequeó por peligros y por Sesshomaru, no lo sintió en las cercanías, de todos modos nadaría con su ropa interior, pero le preocupaba más ofenderlo que ser observada por él.

Kagome no podía olvidar el hecho de que el Inu siempre había despreciado la raza humana, y lo que menos deseaba era importunarlo con la vista de un ser humano ligero de ropas. Así fue que se quitó las prendas y en sus interiores se arrojó al agua fresca.

-"Ah! Qué delicia!"

Nadó de una punta a la otra de la laguna. Buceó explorando el fondo. Se maravilló con la variedad de peces y la vida que contenía, pero algo atrajo su atención. Mientras buceaba divisó una caverna y en lo que parecía el final, una tenue luz . Oh! Seguramente era una caverna que había sido socavada en la piedra por el agua. Tenía que verla!

Nadó hasta llegar casi con lo último de aire, el túnel era bastante extenso, para la próxima tomaría recaudos para no morir en el intento, Ella se reía de sí misma.

"Tonta, tonta, Kagome"

Asomando la cabeza del agua miró hacia el techo de la cueva, parecía una catedral, era fantástica, y estaba suavemente teñida de azul turquesa, era mágica, salió del agua en una saliente de roca y se sentó en la arena a observar.

-"Oh, Kami has sido generoso! Cuánta belleza y me has permitido ser testigo de ella"

Kagome miraba hacia arriba, estaba sumida en un mundo tan hermoso, tan mágico, tan místico, sentía una profunda emoción y hasta podría decir que se sintió feliz…

En la playa Sesshomaru caminaba extendiendo el campo de protección. La Miko parecía muy propensa a tomar paseos innecesarios y no deseaba sorpresas desagradables. Estarían en la isla dos meses y no necesitaban sobresaltos, ni complicaciones. Una vez terminado el hechizo, elevó su youki para buscar a la joven, apenas sintió algo bastante lejos de la cabaña.

Hacia la selva y en dirección a la cascada, sintió el cosquilleo de su reiki.

Seguramente la joven había encontrado la cascada y con un poco de suerte la caverna, no regresará pronto, pensó, por lo que decidió que iba a entrenar aprovechando la calma. El dojo de la cabaña era muy especial para Sesshomaru. Estaba íntegramente diseñado para su conveniencia y comodidad. Estaba construido de madera y papel de arroz, con armas y elementos de todas las artes marciales del mundo. Con tantos siglos, era un experto en todas. Cada parte de la isla estaba convenientemente reforzada con magia para contener el enorme poder del Daiyoukai, para cuando decidía entrenar liberando todo su poder. Esa isla era el punto perfecto parar desaparecer. Si por algún motivo, algún día tuvieran que huir, nadie los hallaría jamás. El calor abrasador de la isla y las horas de entrenamiento arduo, dejaron al Lord del Oeste muy satisfecho, pero muy transpirado y acalorado también. Decidió ir a refrescarse, pero en lugar de tomar una ducha u optar por el mar, se encaminó hacia la cascada. La bestia una vez más aprovechó para molestarlo

"Vas a la cascada?"

"Hn."

"Teniendo este hermoso océano frente a ti?"

"Quedaré con sal en el cuerpo, igual que ahora"

"Ah! Agua dulce, ne?"

"Hn."

Se abría paso en la maleza, hasta que llegó a la cascada

"Y…Una ducha en la cabaña, no es con agua dulce también?"

"A dónde quieres llegar con esto bestia"

"Oh, no, nada a ninguna parte, yo sólo me preguntaba eso es todo. Jamás te acusaría de desear ver a la Miko, no, no, nunca…Yo…Sería incapaz"

"Hazme un favor y retírate"

"Jajajajaja, seguro, jajaja, disfruta de tu baño Sesshomaru Sama"

Bastante frustrado Sesshomaru miró los alrededores en busca de la joven y no la encontró, elevó su youki y su reiki respondió pero pareció estar alejado del lugar, simplemente suspiró aliviado y se quitó la ropa. Saltó al agua fresca y comenzó a nadar. Dentro de la cueva, Kagome exploraba, se había adentrado bastante en la caverna, cada sala y pequeña sala de roca era más bella que la anterior, se sentía en la gloria.

Regresando a la saliente y a la poza interior, observó el agua brillante, iluminada por la luz exterior, se veía tan increíble… Deseaba ser una con la naturaleza. Se fue quitando su ropa interior y se arrojó una vez más al agua. Nadar desnuda en un ambiente tan mágico era fabuloso. Su corazón palpitaba lleno de vida. Luego de tantos años Kagome por fin se sentía viva y estaba muy emocionada. Su reiki se soltaba suavemente otorgándole al agua un leve tinte rosado que junto con el turquesa, de pronto la joven se encontró nadando en aguas ligeramente violáceas, mágico, seductor, enigmático. El sitio tenía todo eso. Sesshomaru sintió la energía sagrada llegar a él a través del agua de la laguna y decidió seguir el pulso de reiki. Conocedor de su isla, sabía la longitud del pasadizo hacia la caverna, tomó una gran aspiración y se sumergió hacia el interior. Ante sus ojos el agua se tonalizaba suavemente violácea, estaba muy interesado en el porqué del color del agua. Cuando salió hacia la laguna interna y asomó sobre el agua para respirar, la vista lo dejó paralizado.

El cuerpo desnudo de Kagome, hermosamente atractivo, de piel delicadamente tonalizada al igual que la caverna, la mujer caminaba muy sensualmente hacia unas prendas en el suelo. Sesshomaru jamás había considerado a las mujeres como alternativas para el placer o el apareamiento o matrimonio. Él sólo había transcurrido su vida interactuando con hembras youkai. Pero ese cuerpo que tenía frente a él, era bastante agradable a la vista. Sintió reaccionar a su propio cuerpo. Impensable… Decidió no perturbar a la Miko y sin hacer el mínimo sonido regresó a la cascada exterior. Al salir se sentó en la arena y encontró la ropa de la joven doblada en la orilla. Se maldijo por no haberla visto antes de adentrarse a la caverna. Así hubiese sabido que ella estaba "no visible" y hubiese esperado o regresado al campamento. Alguien más vio a la sensual mujer y sintió el aguijón en su propia piel. La bestia abrió los ojos en plena caverna violeta. Se quedó pasmado ante la visión de una mujer desnuda, pero que le gustó. Y mucho. Ninguna mujer humana le había sido atractiva en los siglos de vida que llevaba. Pero algo tenía ésta. Parpadeó para aclarar sus ojos. No, la visión era correcta, la esposa de Sesshomaru, su esposa estaba desnuda frente a ellos, era una hembra humana y era hermosa…

Por su parte el Lord acomodaba sus cabellos mojados hacia atrás de su espalda, se sentía extraño, incómodo, alterado. Continuaba maldiciéndose por no haber imaginado que la Miko se podría haber quitado la ropa…Pero si él solía hacer eso también. Debe haber chequeado por su aura, pero él había estado en la playa toda la mañana la joven se adentró a la poza convencida de que él estaba lejos. No había sido culpa de nadie…El destino, tal vez…

Resoplaba ofuscado, encaminándose hacia la cabaña, era mejor que Kagome nunca supiera que él había estado allí.

"A quién quieres engañar, te gustó mucho más de lo que te atreves a admitir"

"No puedo negar que se ve agradable, el cuerpo humano, no es tan… ofensivo como esperaba que fuera, al menos el de una mujer"

"Has visto cientos de ellas, todas fueron ofensivas, a excepción de ésta"

"Ya cállate"

"Hn."

Ya en la cabaña, Sesshomaru no encontró mejor cosa que hacer que regresar a entrenar una vez más. Estaba estresado el doble. Ojalá no hubiese seguido sus instintos de curiosidad. Estaría tranquilo y relajado ahora. El entrenamiento feroz debería funcionar y calmarlo una vez más…O eso esperaba.

Kagome ya de regreso ingresó a la cabaña y sintió el youki opresor viniendo de un costado de la cabaña, se dirigió hacia allá. El hermoso dojo con vista al océano estaba exquisitamente equipado, y era muy apropiado para todo tipo de entrenamiento. Sesshomaru practicaba con Bakussaiga en medio del tatami. Sintió el aura de la joven acercarse y algo que no supo qué fue, le instó a demostrarse frente a ella. Haciendo alarde de maestría con la katana, el poderoso Inu se movía con destreza y perfección, Kagome lo observaba, las miradas se encontraron. Los corazones saltaron en los pechos, ninguno entendió por qué. Mientras, Sesshomaru giraba y agitaba la katana, empapado en sudor, Kagome lo miraba embelesada. Los recuerdos de antiguas batallas, de otras épocas y el poder rasguñando su aura, ella seguía los movimientos, los ojos dorados en rendijas estudiaban sus reacciones, fijos en la boca de la mujer, alcanzó a ver la rosada lengua mojando los labios. La hembra se sentía atraída por él. Mucho o poco no lo sabía, pero una extraña satisfacción lo envolvió. El Lord del Oeste se detuvo y la observó mientras jadeaba agotado.

-"Deseas unirte a mí, Miko?"

-"Qué?"

-"Si deseas entrenar, junto a mi"

-"AH! Sí, bueno. Hace unos días que no lo hago…Sería algo bueno…Creo"

Días? Claro, ella había regresado hace algunos días, seguramente estaba bien preparada para defenderse. Después de todo Edo había sido un lugar peligroso, y aún lo era.

Reverenciando y quitándose las sandalias, Kagome entró al dojo, tomó una katana de la pared y reverenciando una vez más al Daiyoukai, se colocó en guardia

-"Estoy lista"

-"Hajime!"